Por el camino me crucé con A, que dormía siendo transportada por el peluche de Nugu; me fui, sin despertarla, en donde empecé como dios.
—¿De qué querías hablar? —peguntó sin apartar la vista de su portátil.
—Quítame ese regalo que me diste.
—No quiero. ¡¡Ah!! ¿¡Por qué mi equipo es tan malo!? —Lo dejó y se tumbó mosqueada; la mala era ella.
—No lo necesito.
—¿Te lo repito? Quiero que te lleves bien con el resto, y esa es la manera más eficiente. Viste el de cuatro, ¿cierto? ¿Sabes por qué decidieron convertirse en dios?
—¿No les obligaste como a mí? —pregunté atónito.
Me ignoró y habló antaño:
—¿Sabes cuánto suplicó Nugu? A pesar de sentirse inferior al resto, sin duda su determinación era admirable; era fría, pero con el tiempo se volvió alguien con una ternura sin igual. Gran Demonio, a pesar de su arrogancia, tiene un gran corazón. A tenía un potencial inigualable a pesar de lo que le sucedió, pero de a poco se recuperó y ahora cualquiera echaría en falta su presencia. Sin mencionar a Mugon, una joya que acabó en el lugar equivocado. Muajaja.
—¿Qué intentas decirme? En comparación con ellos, yo nunca perdí a un ser querido.
—En efecto. Desde un principio eran importantes para ti, no tuviste que esperar la pérdida de alguien. Por eso te sentías solo, ¿cierto?
—¡Te equivocas! —renegué no queriendo escuchar más.
—Sin importar el esfuerzo, aun si los demás perdían a alguien, nadie te entendía. Te excluían y hablaban desde la ignorancia —recordó con malicia para despertar mi rencor.
…Yo odio a todos, no me importa el resto…
La diosa frunció el ceño y me interrogó:
—¿Todavía desconfías de ella después de que me despertó anoche expresamente para buscarte?
—Es pronto para confiar, el tiempo revela la verdad.
…Además, es humana, en cualquier momento puede meter la pata…
Me miró por un instante con mala gana, pero siguió interrogando.
—Huma… —se detuvo en seco y preguntó—: ¿Qué más debe hacer para ganarse tu confianza?
—Quiero averiguarlo por mí mismo, por eso quiero que me quites tu poder.
—Vale, vale~ Muajaja. —Levantó el brazo con la palma abierta—. Ya está.
—Gracias a dios… ¿Ves?, no era tan difícil. Entonces me marcho.
Le pedí ayuda para partir a mi siguiente destino.
⸎
Al salir del TIS, un arco ornamental de madera al aire libre resguardaba de la posible lluvia, con enredaderas azules y bancos a ambos lados. Un bosque alto, de fronda blanca, rodeaba el perímetro.
En línea recta, un camino enlosado corto dirigía a una pintoresca casa de hormigón ambarino, bañada en hiedra cerúleo. Su arquitectura era exótica: la parte frontal tenía tres ventanas circulares que las hojas no tapaban, dos en el piso inferior a una distancia simétrica y una en la superior en medio, separada en diagonal y que la compartían dos habitaciones diferentes.
El piso superior izquierdo sobresalía un poco de la casa y la derecha dejaba un espacio para un balcón con barrotes de hierro negro.
Sonó un timbre al acercarme; segundos fueron para que abriera la puerta.
Era una conocida con ropa inusual y que desapareció cuando rogué a Nugu no morirme de frío; pareciera no agradarle la idea de vivir conmigo y escapó para evitarse el papeleo.
Vestía digna de una diosa: con un manto blanco de bordes dorados que cubría la mitad de su busto; un suéter roja que llegaba hasta encima del ombligo y un vestido largo a cuadros amarillos y negros estilo ajedrez hasta la pierna; calzaba un calcetín amarillo y el otro negro, con unas botas rojas.
—Hola, cuánto tiempo. Lo siento por venir tan de repente. Se me hace extraño verte tan tapada.
Me echó un vistazo y siguió mi conversación:
—¡Ey! Esa vez era una ocasión especial, sólo me visto así para acercarme a Nugi~♪ ¿En qué necesitabas mi ayuda?
—¿Recuerdas cuando te gané y tenías que cumplir una de mis demandas?
Temiendo por donde iban los tiros, con sudores fríos, silbó disimulada.
—Me dejé ganar, ¿recuerdas~♪?
—¿No vas a cumplir tu palabra? Ahora entiendo por qué Chiouri te odia. Y pensar que eres una diosa… Tampoco te iba a pedir algo complicado. —Me di la vuelta fingiendo estar decepcionado y retrocedí unos pasos.
Al escuchar que sería sencillo, se lo replanteó:
—¡Espera! ¡Claro que lo cumpliré! ¡Estaba bromeando! ¡Dime qué necesitas~♪
Me detuve al son del viento y, como si de lo más importante tratase, confesé lo que pretendía:
—Quiero que me dejes abrazarte.
Entró a casa y cerró con llave, me acerqué y toqué varias veces como si mi vida estuviera en juego:
—¡No, espera, era broma! ¡Bueno, no lo es! ¡En serio, eres la única que puede ayudarme! ¡Será rápido, solo quiero comprender mi poder! ¡No te haré nada extraño!
—¡Lo haces sonar más sospechoso! ¡No quiero que me toques!
—¿¡Por qué!? ¡Por favor, la única forma de activar mis poderes es abrazando!
—¿Eso es verdad? ¿No puedes practicar con otro? —preguntó dudosa asomándose por la puerta.
—No es tan fácil; además, no puedo comprobarlo con hombres —le expliqué mis sospechas e hice un inciso de que estaba en una situación delicada con Chiouri y Gena—. Por eso eres la única, por favor. ¡A cambio, puedo ayudarte a que te acerques a Nugu!
Estuvo indecisa unos minutos y al fin me dio su respuesta:
—Vale… ¡Pero lo hago por Nugi, no por ti!
—¡Oh, diosa de los juegos, gracias! Sabía que podía confiar en ti. —Rio con supremacía; le estreché la mano para pactarlo, ambos nos sonreímos y lo finalizó—. Gracias, te debo una.
—Haré que te arrepientas de haber dicho eso~♪ —Sonrió al escucharlo.
Ambos nos soltamos, esta vez siendo yo el arrepentido.
—No me refería en el sentido literal…
…Una vez lo compruebe, me gustaría no tener que verte más…
—¿Eso lo dice el que me obligó a obedecer cualquier cosa en un falso juego? ~♪
—Bueno…, podemos estar a mano.
—Pasa adentro, aunque no tengo aperitivos que ofrecerte~♪ —Accedió a ayudarme con frialdad.
El interior era pequeño: la pared, verde ceniza, y el techo, amarillo radiante, eran de pladur; el suelo era un parquet flotante de roble café aceitado.
A mano izquierda había una barra de madera que conectaba con la cocina, era estrecha y rústica, con ventanas cuadradas con vistas al exterior. Al lado de la pica había vasos de cristal por lavar, con diferentes dibujos infantiles en cada uno que se diferenciaban por el azul y el rojo. Un tronco separaba la puerta y la barra de la cocina.
En el salón había nichos con juegos de mesa.
Al fondo, unas escaleras conectaban con el segundo piso, y éstas, como sus paredes, estaban empedradas; al lado de ellas había una mesa blanca con forma de dado y cuatro sillones sofá lima con la misma estética.
Por último, al lado derecho había una puerta de madera elegante: parecía el baño.
Ramia cogió dos tazas y platos sucios de la mesa y se los llevó a la cocina; también había cartas de su juego, en una aparecía Nugu.
—Puedes sentarte. Hace nada hemos almorzado~
—¿No vives sola?
—Vivo junto a una chica… tímida~ —describió incómoda.
Me senté; junto a mí, en otro sofá, dormía un gato con el pelo similar a Nugu.
—No sabía que tenías un gato. ¿Lo puedo acariciar? ¿Cómo se llama?
—Sí, no le toques mucho no vaya a ser que se despierte. Se llama Nugi~♪
…¿¡Eh!? ¿¡Y llamas a Nugu igual!?
Volviendo de la cocina, continuó hablando con entusiasmo:
—¿A que es adorable? Con ella apaciguo el vacío que siento cuando no estoy con la otra Nugi~♪
Me dio un escalofrío y pena por Nugu; a su vez, se sentó en el sofá de enfrente.
…La mayoría de dioses que he conocido están locos…
—Hasta ahora he visto pocos dioses varones. ¿Es por algún motivo?
—Creo que cerca del 20% son hombres, nunca he pensado si es por alguna razón.
—Son bastante pocos…
—Desde que te has convertido en uno, ¿no sientes que haya cambiado algo?
—No…, ¿por qué?
—No, nada, está bien. —Sonaba extrañada—. ¿Y qué tal tu primera impresión siéndolo?
—Supongo que bien, no sentir hambre ni sed y vivir una eternidad no puede ser tan malo. Aunque la mayor parte del tiempo he estado dormido.
…Aunque es negativo si nadie puede cumplir mi sueño.
—Ya veo… —Atendió desanimada; pero enseguida volvió a su estado normal—. Te confundirán con A —rio.
…Eso pensé yo.
—¿Qué sucede? ¿Qué querías que respondiera?
—Era por pura curiosidad. Aunque no lo parezca, cada uno opinamos y experimentamos cosas diferentes~♪ —Asentí como si dijese una obviedad y continuó—: ¿Solo me tengo que dejar abrazar?
—Sí, ese poder que te he expliqué puede existir, ¿verdad?
—He visto cosas más extrañas, es posible~
—Si durante un minuto no siento nada, se acabó. Solo con eso aclararé mis dudas.
—¿Y si sientes algo~?
Ambos reímos como si de un buen chiste se tratase.
—Eso es imposible, ¿qué clase de tonterías te pones a decir? Jajaja.
De repente nos pusimos incómodos y nerviosos.
…¡¡¡Ah!!! ¿¡Cómo no lo pensé!? Pero es imposible, la probabilidad de que alguien más pueda cumplirlo es inexistente, con el resto no sentí nada; pero ella no es humana…
—Puede que me equivoque y en realidad hace otra cosa —excusé inseguro.
—¿Le has preguntado a la jefa?
—¿Crees que me lo diría?
—Tiene razón~♪ ¿Empezamos? —Ambos nos levantamos y me acerqué a ella:
—Un momento. No te volverás loca, ¿no?
—¿A qué te refieres?
—No, por nada… Entonces, con tu permiso.
…No quiero que pase lo de Mugon, aunque fue una situación más elaborada…
—¡Espera! Tengo una condición: abrázame desde la espalda, ¡y ni se te ocurra rozar siquiera mis pechos!, ¡sujeta en la panza!
—Vale, ni siquiera estaba pensando en ello. —La abracé y sucedió lo inesperado: ambos caímos inconscientes.
Una vez más, igual que con los humanos, rumié lo ingenuo y estúpido que fui al creer en la diosa. Una mancha azul se sobrepuso a la mía.