A medida que avanzaba el día, la tensión en la aldea de Viento Verde alcanzaba su punto máximo. Los habitantes, divididos por la desconfianza y la sospecha, se preparaban para enfrentar una vez más el embate de las bestias del bosque.
En los alrededores de la aldea, el aire vibraba con una energía ominosa, presagiando la llegada inminente del peligro. Los supervivientes de la embestida anterior se agrupaban en torno a las barricadas improvisadas, listos para defender con uñas y dientes sus hogares y seres queridos.
Sin embargo, en medio del caos y la confusión, la verdadera amenaza residía en el corazón mismo de la aldea. La división y el resentimiento que habían surgido entre los habitantes amenazaban con debilitarlos desde adentro, dejándolos vulnerables ante el peligro que se cernía sobre ellos.
Rac_crak, consciente del peligro inminente y del frágil equilibrio que mantenía unida a su comunidad, se esforzaba por encontrar una solución que pudiera evitar la catástrofe. Con cada palabra y gesto, buscaba restaurar la confianza y la solidaridad entre sus conciudadanos, recordándoles la importancia de permanecer unidos en tiempos de adversidad.
Mientras tanto, en las sombras del bosque, las bestias aguardaban, ansiosas por desatar su furia contra los habitantes de Viento Verde. Con ojos hambrientos y garras afiladas, se preparaban para lanzar su asalto final, determinadas a destruir todo a su paso.
El destino de la aldea estaba sellado, pendiendo de un hilo mientras el tiempo se agotaba y el inevitable choque entre el bien y el mal se acercaba con cada segundo que pasaba.