El sol alcanzaba su cenit en el cielo, inundando la aldea de Viento Verde con su cálido resplandor. Sin embargo, a pesar de la aparente tranquilidad del día, la tensión en el aire era palpable. Los habitantes de la aldea, todavía afligidos por las recientes pérdidas y temerosos por lo que el futuro pudiera deparar, se preparaban para enfrentar un nuevo asalto de las bestias del bosque.
En medio del dolor y la incertidumbre, se alzaron voces de ira y desesperación. Algunos, en su afán de venganza y justicia, se armaron con lo que tenían a su disposición y se dispusieron a enfrentarse a las bestias con valentía y determinación. Otros, consumidos por la amargura y el resentimiento, dirigieron su ira hacia Henry, viéndolo como la causa de sus desgracias y una maldición que debía ser purgada.
Entre murmullos y acusaciones, la comunidad se dividió aún más, con la confianza y la solidaridad desgarradas por el peso del miedo y la tragedia. En el corazón de la aldea, Rac_crak se encontraba atrapado entre la angustia de su propia familia y la responsabilidad de liderar a su pueblo en su hora más oscura.
Mientras tanto, en los rincones más oscuros del bosque, las bestias acechaban, preparándose para lanzar su próximo ataque contra la aldea. Sus ojos brillaban con una malévola inteligencia, ansiosos por sembrar el caos y la destrucción entre los habitantes de Viento Verde.
El destino de la aldea pendía de un hilo, balanceándose entre la esperanza y el desespero, mientras el reloj seguía avanzando implacable hacia el momento inevitable del enfrentamiento final.