NarraA l e k x a n d r a Sonya me miró con confusión al leer todas las palabras que estaban escritas en el pedazo de papel.—¿Qué significa esto?me quitó el papel de la mano para volver a leerlo.Me quedé en silencio, mirando hacia la nada. Me sentía impotente y no podía entender por qué Anastasia me había hecho eso.Se me rompió el corazón en mil pedazos al descubrir que era una mujer que le habían puesto un precio para ser el capricho de un patán infeliz.—Estoy perdida— cerré los ojos tratando de mantener la poca calma que me quedaba.—De qué hablas Alek—señaló a la ventana—. ¿A caso es de ese hombre que tu mamá estaba hablando en la carta? Me levanté de la camilla en la que estaba sentada, para encarar aquel hombre, pero Sonya hizo que me detuviera.—¿Quieres decirme qué pasa?— cuestionó desesperada. —¡No lo sé! ¡No sé qué demonios pasa estoy al igual que tú!Se sobresaltó.Rompí a llorar otra vez.—No puedo creer que mi madre se haya ido— empecé a sollozar—. No puedo creerlo. Me duele, me duele. Me miró con pesar. —Tranquila, yo estoy aquí contigo.—¿Porqué tuvo que matarla, porqué tuvo que arrebatarme lo único que me quedaba?Me agarré el pecho como si eso hubiese podido calmar aquel dolor que me desgarraba por dentro, de una manera atroz. Me sentía desamparada, débil y abatida.Estaba sola.Ahora era solo yo contra el mundo cruel y despiadado. Ya no recibiría el hombro de mi madre para llorar, ni sus abrazos, ya no escucharía su voz, ya no me iba a regañar por querer comer demás; ya se había ido para siempre. Anastasia se había ido, y estaba segura de que mi alegría también se había ido con ella.—Alek, no encuentro las palabras para hacerte sentir mejor... Pero no estarás sola en esto. —se acercó para abrazarme —. Llora, llora todo lo que necesites. —No sé que voy hacer ahora Sonya.Acarició mi espalda. —Tienes que ser fuerte Alek, sabes que Andrés te necesita. —¿Cómo le digo a mi pequeño hermano que su mamá está muerta?—No lo sé, Alek.Me separé de ella.—¿Lo atraparon? Negó con la cabeza.—Escapó, tras llevarse unos documentos de la caja fuerte. —Es que... no lo entiendo...—Estaba tan asustada de que me hiciera algo, pero ni siquiera me miró— explicó con la mirada perdida.—Gracias a Dios no te pasó nada, Sonya. Por desgracia mi madre no corrió con la misma suerte. —La hubieras visto, estaba llorando por ti, no quería dejarte sola. Me pidió que no te dejara sola. Me llevé el pelo hacia atrás con frustración.—Me siento tan culpable, ni siquiera pude pedirle disculpas... soy una... una mala hija. Anoche le dije cosas muy horribles.—No te culpes. No hagas eso. La culpa es de ese infeliz que acabó con la vida de tu madre. Le dí información a la policía sobre ese hombre—. explicó Sonya—. Por desgracia se escapó. Sólo dijeron que harán todo lo posible por encontrarlo.Miré de soslayo por la ventanilla de la habitación, la cual llevaba la vista a un pasillo desolado. Y ahí estaba él, hablando con un agente de la policía. —Ahí está el policía—señaló Sonya—. ¿Que hace ese hombre aquí?—preguntó con curiosidad.Silencio.Le hice una seña a mi amiga para que mantuviera entretenida a su madre, la cual se encontraba charlando con el doctor que me había atendido por mi desmayo. Necesitaba hablar con ese policía y preguntarle el porqué no había hablado conmigo y con ese idiota sí.—Enseguida vuelvo—avisé. Caminé en su dirección con la mandíbula apretada hasta llegar a sus lugares. Cuando llegué me soné la garganta.—¿Interrumpo en algo?La mirada de Emir cayó en mi.—¿Qué hace levantada, no está bien— respondió, como si le había hablado a él. —Necesito hablar con usted.—me referí al policía, ignorando a ese infeliz—. No puedo creer que siendo la única familia de la occisa, usted no se haya tomado la molestia de hablar conmigo.—¿Usted es...?—cuestionó en tono aburrido. —¡Soy Alekxandra, la hija de la mujer que fue asesinada, idiota, ¿no ve?!—grité furiosa.Emir resopló cansado.—Lo que sea que le tenga que decir me lo va a decir a mí, ¿me entendió?—aclaró—. Usted es menor de edad y no esta en condiciones de recibir tantas noticias malas, puede dañar mas su estabilidad. Como si le importaba mi estabilidad.- ¡Guardé silencio infeliz!, usted se esta tomando muchas atribuciones que no les he dado. ¡Salga de mi vida de una buena vez!-infeliz o no, soy el tipo que ahora tiene su custodia- alardeo descaradamente. Abrí los ojos de par en par con sorpresa y nerviosismo. —Déjeme solo con ella por favor. Usted y yo estaremos en contacto.El policía asintió para luego girarse sobre sus tobillos y perderse en el pasillo del hospital. —¡Oiga espere!—Le grité al policía, pero este hizo caso omiso, evadiendo mi histeria. Emir me agarró por el brazo y no me dejó ir detrás de él, privando mi derecho a recibir información del asesino de mi progenitora.—Usted es un cerdo asqueroso. Le aseguro que voy a llamar a la policía... y le voy a contar todo. —comencé amenazarle—. No me voy a casar con usted ni le voy a dar mi cuerpo a cambio de lo que usted pueda darme.—Usted no sabe de lo que soy capaz, no me provoque.—apretó más su agarre.Me le acerqué demandante-no le tengo miedo, ¿me escuchó? Se rio despreocupado. Era cínico y estaba segura que no se iba a dar por vencido en su afán de fastidiar la vida. —Lo sé, por eso la escogí a usted. Usted es mi nuevo juguete. Veamos si puedo lograr que usted me tema, si no es así, pues aceptaré mi derrota.-Puede que mi madre le haya dado luz verde para estar entre mis piernas, pero aquí la única que decide quien me va a tocar soy yo... ni ella ni usted pueden tomar esa decisión. Secó una de mis lágrimas y luego comenzó acercarse a mi oreja, sigilosamente y susurró-: Eso lo veremos.-Aléjese de mí, demente. -lancé en un murmullo tenso por la cercanía-. No me haga gritar. Sentí su respiración en mi oreja y me encogí estremecida.-No se imagina las ganas que tengo de hacerla gritar. olió mi cabello con pasión. Sentí asco y repulsión. Quise alejarme de él pero no podía moverme, pues sus comentarios perversos me habían dejado estática. -Me da asco.-Le aseguro que no va a decir lo mismo cuando sea poseída por mí.Buscó mis ojos.-Eso lo veremos.-Andrés es un chico muy inteligente. El tono de voz era ronca y baja, levantó la mano para jugar con un mechón de cabello que se había escapado. Mi corazón comenzó a galopar cuando mencionó a mi pequeño hermanito, por su manera de expresarse pude deducir que no era mas que una amenaza, en el intento en el que aceptara ser su prostituta. Le miré a los ojos preguntándome cómo este tipo se había obsesionado conmigo, me topé con su mirada gélida como un témpano de hielo, había maldad, algo oscuro y tenebroso, que por primera vez me hizo tiritar de miedo. Este tipo era capaz de todo con tal de obtener lo que deseaba y yo estaba en la cuerda floja.-No se atreva hacerle nada. - había olvidado hasta como respirar, porque esa vez me logró intimidar.-Pues coopere.Sonrió con malicia para después soltar mi mechón y devolverme mi espacio personal, caminó con rapidez y se perdió en el pasillo del hospital.__________________◇___________________El día más triste y oscuro había llegado y ese era el día en el cuál le iba a dar el último adiós a mi madre. Llevaba un especie de vestido ceñido al cuerpo, negro, y unos zapatos del mismo color. Sonya me ayudó a vestirme porque sentía que me faltaban las fuerzas para levantarme.Me miré en el espejo, no había dormido en toda la noche pensando en lo que iba a ser de mi existencia ahora que mi mamá me había vendido a ese señor, dejó mi custodia a su suerte y yo tendría que encontrar la forma de arreglarlo, pero ese día sólo tenía cabeza para llorar a mi madre muerta.Mi mirada estaba perdida en un especie de trance. Sentía como las lágrimas se desbordaban y mojaban mis mejillas. Sonya se acercó y acarició mi hombro.-¿Necesitas algo?-se animó a preguntar. Pude persuadir su mirada congoja en sus ojos, Sonya quería a mi madre como si fuera una tía. ¿cómo no iba a quererla? Si nos habíamos criado juntas, eramos inseparables. Exhale-Siento que me falta el aire.Mi voz sonaba pastosa por todo las lágrimas que había derramado, sentía mi garganta seca y dolía como el infierno, pero no se comparaba con el dolor emocional que sentía. -¿Crees que puedas caminar?- me tendió la mano para que me levantara. -Solo quiero dormir y no despertarme.-No digas eso Alek, tienes muchas personas por las cuales vivir.Le mostré una sonrisa forzada.-Gracias por estar aquí Sonya...Ya dentro de la iglesia, todos mis compañeros de ballet se acercaron a mí y me dieron el pésame, comencé a llorar más y más. Mis compañeros me abrazaban, otros lloraban y otros me decían palabras reconfortantes. La profesora que compitió con mi madre, cuyo nombre no recordaba, se acercó hasta a mi.-Alekxandra, cariño-pude denotar falsedad en su exagerada voz -. No sabes cuanto lo siento, te doy mi más sentido pésame. Yo sólo asentí y le di las gracias, se acercó a mí para abrazarme y yo le correspondí torpemente. Ella odiaba a mi madre, desde que llegamos aquí siempre era una discordia cuando nos llamaban para hacer presentaciones, puesto que ella también tenía una escuela, y le daba envidia que mi madre fuera mejor bailarina y maestra que ella.El padre comenzó con la misa, solo habían pocas personas en ella, mi madre se crió en un orfanato porque su madre le había abandonado cuando era pequeña. -En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo... Oremos todos. Dios te salvé maría, llena eres de gracia, él señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa Maria, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, amén. -Todavía no puedo creer que no estés aquí madre.- susurré para mí, cerré los ojos.-Alek-, habló mi amiga sacándome de mis pensamientos—. ¿Quieres un poco de agua?Asentí.-En seguida vuelvo-me avisó, antes de salir y perderse entre la gente. Después de un largo minuto mi giré sobre mi eje para ver si mi amiga había regresado, y pude vislumbrar un hombre con una especie de pañuelo en la cabeza. Entre cerré los ojos nerviosa.-Alekxandra- pestañe varias veces y tragué saliva, volví mi mirada aquél lugar y no había nadie. Mi amiga me imitó con intriga.-¿Todo bién? -preguntó inquisitiva -No pasa nada, sólo...-hice una pausa buscando las palabras correctas para explicarme-. ¿Sabes qué? Mejor olvídalo, no tiene importancia.Noté a un hombre canoso caminar por el pasillo de la iglesia y no le mostré tanta importancia pues supuse que era una persona conocida de mi madre.-¿Cómo le voy a decir Andrés que su mamá está muerta?-Tranquila, no pienses en eso ahora.- Veronika me puso la mano en el hombro.-No quiero romper su corazón, es muy joven para sufrir.-No será nada fácil, pero son procesos por los que tienen que pasar, Alek. No estarán solos en esto, siempre estaremos apoyando.Bajé la cabeza, para jugar con mis dedos.-¿Ese es tu papá?subí la mirada rápidamente al escuchar como había tenido el descaro de venir al funeral de mi mamá. Estaba de espaldas y parecía que estaba debastado, lloraba a mares. Apreté los puños al confirmar lo que estaba suponiendo. Hice el amago de levantarme pero Sonya me detuvo.-Alek por, favor no hagas nada, no es conveniente que hagan un escándalo en el funeral de tu mamá.-Sonya tiene razón cariño, no es conveniente que hagas un escándalo. -Es que, ¿cómo se atrevió a venir?. No tiene ningún derecho de estar aquí. Dudé un poco, pero solo por la memoria de mi madre me quedé tranquila pues aquel día era el último día en el cual la vería. Me solté del agarré de Sonya y me fui acercando hasta él, escuché sus sollozos sin poder entender el porqué estaba llorando tan intensamente. Estaba incrédula que de la noche a la mañana mi padre construyera sentimientos de arrepentimiento por dejar a mi madre sola o tal vez por no decirle "cuando la quería ".-¿Qué haces aquí?-Pregunté. Él estaba inclinado y su cabeza estaba apoyada en el ataúd-. No estabas invitado, no quiero que estés aquí, no eres bienvenido. -La amaba, ¿sabes?-con el dorso de su mano limpió los restos de lágrimas que le quedaban.-Es demasiado tarde para decirle tus mentiras, si no las creyó en vida, tampoco las va a creer en el seno de la muerte. -Tuve mis razones para mentir, pero no las diré porqué dirás que son excusas.Me reí irónicamente. -No las quiero escuchar, ahórrate tus razones. Y sal de nuestra vida. -Tienes razón, no debería estar aquí pero quiero estar aquí con ella.-Te odio muchísimo, tanto, que me repugna ser tu hija- comencé a lanzar veneno.-No digas eso cariño, mi sangre corre por tus venas o viceversa y eso es algo que no podrás cambiar.-La familia nunca se abandona, pero tu lo hiciste y por eso no existe lazo que nos pueda unir.-Creo que llegó la hora de irme, tienes razón; No debí venir. Lo sabía, sabía que solo era un camuflaje o un intento de edulzarme otra vez, típico de los patanes.-Casi te la creo. Pero no te preocupes, no me decepciona. Me pasó por el lado para irse pero al voltearse vio a una persona que se suponía que no iba a estar aquí y que lo comprometía. Una persona a la que odiaba con todo mi corazón. Y no quería que hubiera un escándalo, pero eso no estaba en mis manos. Marina.Marina significaba problema de la M hasta la última letra, un problema explosivo. -¿Qué hace esa mujer aquí? -le grité a mi padre y todos se quedaron observándome curiosos. Alekxander se quedó estático sin saber que decir, tragó grueso como si le tuviera pavor. Su manzana de Adán subía y bajaba, parecía que había sembrado raíces en el suelo, se puso pálido. Marina, por otro lado, se encontraba furiosa. Tal vez porque su sueño favorito y su pesadilla mas temible se estaban cumpliendo, y yo estaría aquí para despertarla.