Narra Alekxandra.
El sonido de la alarma invadió mi zona auditiva y me obligó a despertar.
Estaba desorientada.
Me senté en la cama y miré el espejo, mis ojos ardieron al observar la claridad de los primeros rayos del sol que se escapaban por la rendija de la ventana.
Mis pies descalzos tocaron el tibio suelo para caminar en dirección hacia la mesita de noche. Al llegar a ella, en mis manos tomé la foto de nosotros tres.
Recordé aquel día, era el cumpleaños número cinco de mi hermanito y fuimos a un campamento familiar. Aún recuerdo lo divertido que fue.
Dejé la foto donde se encontraba anteriormente y abrí el cofrecito donde estaban guardadas las preciadas joyas de mamá. Había un collar que me llamó mucho la atención:
tenía un dije en forma de corazón, y tenía una piedra verde en el centro. Acaricié la textura de este con los dedos. Era frío pero podía sentir la energía de Anastasia en él.
Estaba asustada. Me daba mucho miedo que el tiempo transcurriera y no poder sentir su olor y su presencia.
Una vez leí por ahí que el peor sentimiento es ver a tus seres queridos morir, pero lo más desgarrador es entrar a su habitación, mirar sus pertenencias, sentir su energía y, descubrir que jamás vas a volver a sentir su presencia.
Intenté recordar cada momento, como se sentía su temperatura cuando me abrazaba con amor. En los brazos de mi madre podía sentirme tan segura e invencible. Pero ahora ella no estaba.
Me había regalado en bandeja de plata para ser el entretenimiento de un hombre sin escrúpulos y sin valores. Calculador, egocéntrico, y lo peor de todo; millonario. Tenía todos los recursos para manipular la situación a su antojo. Un hombre con poder adquisitivo tiene toda la libertad de quitársela a los demás.
Me puse su collar, era como tener una parte de ella alrededor de mi cuello.
Limpié mis lágrimas con violencia y apreté la mandíbula. Recordé todo el temor que había sentido desde que supe que en pocas palabras sería vendida.
Solo tenía que pensar en un solo objetivo y ese era recuperar a mi hermano, y no iba a descansar hasta conseguirlo.
No tenía idea de lo que iba a ocurrir, solo me quedaba elaborar un plan y ser positiva.
Sonya tocó la puerta.
—Puedes pasar Sonya—le avisé en voz baja. sequé mis lágrimas. Levanté la mirada, y pude verla a ella, con su pijama y dos tazas en la mano. El olor caliente del té, se coló por mis fosas nasales y el apetito se me abrió de inmediato.
—¿Estás bien?—inquirió con interés—. Te he traído un té que va a relajarte.
Le sonreí con ternura.
—Gracias, no sabes cuanto lo necesito ahora.
Sonya me pasó la taza y se sentó a mi lado
—no es nada Alek.
Le di un sorbo al té y éste, al hacer contacto con mi paladar me relajó. Cerré los ojos saboreando lo rico que estaba.
—Tenemos que hablar con alguien sobre este sujeto.—dijo—. No se puede quedar con la suya Alek.
Me tensé al recordarlo otra vez, ojalá no lo hubiera mencionado.
—Sonya, por favor, no hablemos de eso ahora. Estoy algo cansada.
—¿Y cuando quieres hablar entonces?. Esto es serio Alek, ¿a caso vas acostarte con él?
Apreté los dientes molesta.
—¡Por supuesto que no! Pero no es nada fácil, no la tengo nada fácil, ese imbécil tiene a mi hermano, Sonya.
—Alek reacciona. ¿No ves qué ese hombre te está haciendo un chantaje? Es evidente que te va a chantajear para que te acuestes con él. ¿De dónde ha salido este idiota y qué se cree que está haciendo?—expresó con indignación.
Arrugue la nariz, furiosa.
—¿Te acuerdas la vez que tuve el altercado con Vladimir?
Asintió.
—Ese día salí de la escuela y no esperé a mi madre. Estaba muy furiosa por como Vladimir se había comportado conmigo. Entonces lo ví, en un auto. El punto de esto es... que sospecho que me persiguió, o que me tenía interceptada desde hace ya un tiempo, Sonya, y buscó la forma de que mi madre cayera en ese negocio de mierda.
Silencio.
Hubo un profundo silencio en la habitación, mi amiga estaba aterrada por la confesión y comenzó a comerse las uñas en un reflejo de nervios.
—Mi madre estaba desesperada, tal vez el pudo persuadir en sus decisiones.
Me quedé pensativa.
—O tal vez tu madre le tomó dinero prestado y no supo como pagarle— la justificó—. No sabemos en realidad qué pasó.
—No voy a meter las manos al fuego por mi mamá Sonya.—negué con decepción—. Mi mamá me decepcionó, y va a ser una de las autoras intelectuales de mi calvario de ahora en mas.
—¿Crees que este tipo sea el responsable del asesinato de Anastasia? No lo sé Alek, pero después de lo que me contaste creo que este tipo es capaz de todo.
—No lo sé, puede ser una posibilidad. Me demostró que es capaz de todo.
—¿Y vas a ir?
Me levanté de la cama, no sabía qué hacer ni como actuar ante aquella situación. Y estaba tan aterrada e indecisa porque no tenía un plan para rescatar a Andrés.
—Debo ir si quiero recuperar a mi hermano.
—¿Quieres que te acompañe?
—No quiero exponerte.
—No me importa lo que pueda pasar, eres mi mejor amiga y no voy a dejarte sola.
—Gracias —le sonreí, aliviada—. no sabes lo bien que me hace tenerte a mi lado. Eres como una hermana para mí.
Sonya tomó mi mano.
—¿Y dónde vas a encontrarte con él?
—Me dijo que enviaría a su desagradable chofer, supongo que será en su oficina. Ojalá que me devuelva a mi hermano.
—No te preocupes lo vamos a recuperar.
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Narra Emir.
Una hora más tarde.
Estaba muy ansioso por volver a verla nuevamente.
Llevaba un vestido negro que se ceñía a sus grandes caderas y unas zapatillas de tacón de agujas. Su pelo lacio cayendo por su espalda, el negro le sentaba muy bien. Ella me miró con desprecio como si fuera una tortura estar a una poca distancia.
Lo que ella ignoraba era, que se tenía que acostumbrar a tenerme cerca si no quería perderlo todo.
—Ya estoy aquí—avisó. Como si ya no la hubiera visto.
—¿Dónde está mi hermano?
—No está aquí, le dejé con una persona de confianza—. respondí, con tranquilidad—. Necesito que vaya dejando su actitud, quiero que vea lo positivo de esto Alekxandra.
Ella rió sin gracia y negó con la cabeza.
La miré con intensidad, su risa falsa sí que era una de las mas bonitas que había visto en mi vida.
—¿De qué se ríe?— cuestioné con curiosidad.
—De usted, cretino— respondió con una nota de voz molesta.
—Tome asiento—le indiqué, ignorando sus palabras descortés.
Sus ojos se cristalizaron, iba a llorar de rabia.
—No llore, no se consolar—hablé con frialdad.
—Es un imbécil — farfulló iracunda.
—No soy ni el primero, ni el último.
Secó sus lágrimas antes que salieran de sus ojos, no dándome el gusto de hacerlas derramar.
—¿Qué quiere de mí?— me incliné hacia delante—. ¿Cuándo me va a entregar a mi hermano?
—Le pedí que se pusiera cómoda para iniciar la conversación que quedó pendiente. Si no coopera no va a saber de qué se trata lo que quiere decirle. Tome asiento. Debe controlar su boca porque mi paciencia tiene un límite.
Tomó asiento. Podía sentir la tensión, sus puños apretados debajo de sus costados, su mandíbula tensada y esos ojos inyectados de una mirada de odio.
—Quiero acostarme con usted —le revele sin rodeos.
Tragó saliva, el color subió a su rostro dejando sus mejillas ruborizadas, luego bajó la mirada y jugó con sus dedos en un gesto nervioso.
—¿Por qué? ¿Por qué me quiere hacer esto?
Vacilé un poco para responder. Quería hacerla mía por tantas razones, porque ella se había convertido en un reto para mí y quería alimentar mi hombría.
—Caprichos— contesté con obviedad.
—¡¿Está loco?!
—Oh no, no lo estoy preciosa—me levanté de la silla para acercarme a ella—. le aseguro que le daré mucho dinero y no se va a quedar en la calle.
Levantó la mirada confundida.
—¿A qué se refiere?
—Mire señorita, la cuestión es que, su mamá dejó una deuda millonaria en el banco, unos...—me quedé pensativo—¿cinco millones?
Abrió los ojos con sorpresa.
—Sí—continue —, su casa estaba hipotecada junto con la escuela de ballet y su madre está muerta. Le prometí que iba a velar por usted.
Rió por lo bajo como si hubiera hecho un mal chiste.
—Usted no quiere velar por mí, usted solo quiere que yo sea su entretenimiento.
—¿Sabe? Usted no es muy inteligente que digamos. Si fuera otra en su lugar, ya estuviera debajo de mí, gimiendo.
—Pues yo no soy esas otras mujeres y no me voy a costar con usted, ¿me oyó?
—¿Ah sí?
De espalda hacia mí, agarré sus hombros y los acaricié por unos microsegundos, porque Se levantó y quiso alejarse. Sin embargo, la tomé del brazo nuevamente, de pié.
—Debe saber tan deliciosa—me acerqué a ella otra vez, extasiado—. No se imagina las ganas que tengo de probarla ahí, debajo.
Se sonrojó de inmediato y tragó saliva.
— Está temblando— suspiré—puedo notarlo. Sólo déjeme hacerla venir y le aseguro que...
—Por favor—alcanzó a decir después de aquel profundo silencio—. usted está enfermo—enarcó los labios mirándome con repulsión—. Lo único que puedo sentir por usted es asco. Lo odio desgraciado.
Sonreí con malicia y me alejé de ella.
—Se lo advierto, si no acepta mi propuesta no volverá a ver a su hermano y esto no es una broma—le dije con seriedad.
—Llamaré a la policía y les contaré todo— replicó como si eso sería una solución.
La miré con diversión.
—¿Usted cree que le van a creer?
—¿Si me acuesto con usted me dejará tranquila?
—Le devolveré a su hermano y le aseguro que su vida será fácil. Usted no tiene mucho dinero, además le prometí a Anastasia que iba a cuidar de usted.
Bajó la cabeza y volvió a subirla ahora pensativa.
—Y dejaré que sea usted que lo decida- agregué
—¿Puedo irme?
—No.
El teléfono de mi oficina nos interrumpió.
-¡Carajo!-exclamé colérico al ver que no me dejaban en paz.
-Señor su esposa está en la línea. -Avisó mi secretaria.
-Hola cariño -Rodé los ojos al oír su desagradable voz.
-¿Que quieres?-dije con desinterés.
-Sólo llamaba para decirte que quiero el divorcio, lo he pensado mucho... Pero llegué a la conclusión de que he perdido diez años de mi vida.
—Te enviaré mis abogados—le respondí, aliviado.
Vi como Alekxandra trataba de escabullirse, dejé de ponerle atención a la línea y me incorporé para ir detrás de ella antes de que saliera.
-¡Alekxandra! Vuelva aquí, no hemos terminado.
-Emir, ¿Quién es Alekxandra?