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Lloré mientras Sonya acariciaba mi cabello húmedo.
Solo habían pasado cinco minutos desde que había llegado y yo no podía dejar de estar en un mar de lágrimas.
Mis ojos y mi garganta dolían, ya no sabía qué hacer para calmar aquel dolor que me dejó el suceso que aconteció, el cuál me dejó traumatizada. Quería que todo se detuviera, que al menos dejara de doler; quería dejar de sentir esa vergüenza al recordar como pude ser tan estúpida y tan cobarde. ¿Por qué no tuve fuerzas para decirle que se detuviera? ¿Por qué me dejé llevar y no me resistí? ¿Por qué gemí con tanto deseo su nombre?
-Ese hombre es una bestia. Tenemos que ir con las autoridades para que lo apresen. No se merece estar entre la sociedad.
Con dificultad, levanté mi cuerpo de la cama, estaba muy débil por todo el sueño que perdí la noche anterior y me dolía la cabeza. Tragué saliva intranquila, ni siquiera podía permitir que Sonya le dijera esto a alguien, la vergüenza que sentía lo hacía parecer inconcebible.
Negué con la cabeza
-No Sonya, no puedo hacerlo.
Abrió los ojos de para en par con sorpresa y desconcierto, todavía estaba ignorando la magnitud del problema, y ni siquiera sabíamos con qué tipo de personas estábamos lidiando. El miedo que tenía era tan grande que muchas veces me imaginaba que me encontrarían muerta en un terreno baldío, si comentaba lo que había pasado con alguien.
Y me sentí como una maldita, porque orillé a personas que no tenían nada que ver con este problema. Cada vez que me desahogaba con sonya la estaba exponiendo a sufrir cualquier amenaza por parte de ese hombre; a su madre, a su novio y a todos a su alrededor.
Además, esta Alekxandra no era la que conocía ella, esta Alekxandra era otra.
Jamás me había visto en este episodio de mi vida tan vulnerable.
Yo siempre pensaba en mí, aunque amaba a mi hermano. Los adolescentes son así en alguna etapa de sus vidas pero era porque Andrés tenía la protección de su madre. Ahora que mamá no estaba ese trabajo me quedaba a mí, de criarlo y educarlo, tal vez no como una madre sino como una figura de autoridad que le sirviera de apoyo. Así que madure en dos días y dejé de pensar solo en mí.
En otro momento de mi vida hubiera dicho que me iba a ir lejos, pero Andrés estaba desprotegido y era mi hermano. Lo amaba tanto que sin importar las veces que fuera necesario me iba a sacrificar para salvarlo de ese monstruo.
-No puedes quedarte callada, ese hombre no se puede quedar con la suya, Alek, ya te lo he dicho tantas veces.
Me intentó persuadir nuevamente quería hacer que recapacitara, sin embargo, no podía hacer eso. Estaba segura que si solo se hubiera tratado de mí, obviamente esto no sería tan difícil.
-Eso fue lo que acordamos, ese fue el trato. Supo que compré drogas a Agustín- mi voz sonaba deteriorada. -me tiene vigilada Sonya, las veinticuatro horas. Por favor, te lo suplico no hagas nada. Solo deja que el trato siga su curso. Necesito proteger a mi hermano y no lo haré sino estoy en su vida.
Sonya estaba muy asustada y yo me sentía pésimo, porque había incluido a Agustín en esta situación. Tal vez Emir ya se había dado con su paradero. Para él no sería difícil, ya que podía hasta vigilar a una persona sin que se diera cuenta.
Me preguntaba cómo lo hizo, cómo diablos fue que su gente instaló ese equipo de micrófonos. Tal vez lo hizo cuando fue el sepelio de mamá,esa era la única manera no tenía otra cosa en mente.
Era retorcido la manera en la que él quería vigilar mis pasos. ¿Qué quería ver? ¿A mí, desnuda? Sin lugar a dudas, aparte de violador era un pervertido asqueroso. Jamás me iba a sentir segura mientras me vigilaban, o tal vez solo eran micrófonos. Lo que sí sabía era que ahora debía guardar todas las cosas en mi cabeza.
-Espera Alek, dices que él sabe que Agustín te facilitó la droga?- su mirada era de preocupación, en sus ojos podía ver temor y estaba muy nerviosa.
Asentí con la cabeza.
- Sí, Sonya. Por eso fue que me drogó, me dió algo para que mi apetito sexual se modifique-. respiré profundo y con voz llorosa dije:-y sí, lo disfruté, lo disfruté muchísimo y por eso estoy avergonzada, porque ni siquiera me lo pude quitar de encima...
Sonya se acomodó a mi lado y me abrazó mientras rompía en llanto nuevamente.
-No fue tu culpa, estabas bajo los efectos de una sustancia. Él se merece que lo expongan ante la ley y ante la sociedad.
Le hice una señal para que dejara de hablar.
-Sonya- limpié las lágrimas y comencé a bajar el tono de mi voz-. No quiero exponerte a esto, no se de lo que sea capaz ese hombre. Por favor, no hables así porque si te pasa algo jamás me lo perdonaría.
-Está bien- murmuró- no te olvides que yo estoy contigo, siempre voy a apoyarte. Pero también tienes que recapacitar y pensarlo porque mientras más tiempo pierdas más probabilidades pierdes.
Se recostó conmigo en la cama acariciando mi cabello despeinado y en ese momento fue que pude quedarme dormida.
(...)
Llegó la noche y Sonya tuvo que irse, la energía en mi cuerpo se normalizó e intenté calmarme. No me servía de nada querer llorar y querer gritar, esta fue la vida que me tocó y aunque sabía que no lo merecía no había nada que pudiera hacer hasta que no consiguiera escapar con Andrés.
Estaba muriendo de hambre así que preparé un emparedado para cenar. Cabe destacar que no probé bocado en todo el día por lo perturbada que estaba pero no me pude descuidar, aunque no quisiera tenía que comer.
Me senté en la sala y me llevé el emparedado a la boca. Le hinqué el diente, saboreando lo rico que estaba. Entendí que cuando una persona no come en todo el día no importa la comida que se lleve a la boca, después de tantas horas, cualquiera le va a parecer exquisita.
Cuando terminé del emparedado me tomé todo el zumo de naranja casi de dos tragos y dejé reposar el vaso a la mesa que estaba en frente.
El repiqueteo de mi teléfono llamó mi atención, desbloqueé mi móvil y ví que me había llegado un mensaje de un número desconocido. Luego una llamada entrante.
-Hola Alekxandra - murmuró esa voz ronca y computarizada. Fruncí el ceño confundida y me sentí desconcertada por lo escalofriante que parecía ser.
Tragué saliva.
-¿Quién es?- cuestioné, dudaba que dijera su nombre porque se había escondido en una voz artificial creada por un dispositivo.
Escuché una risa y me estremecí, los pelos se me pusieron de punta.
-No importa quién soy, solo quería escuchar tu voz. Tenía tanta curiosidad.
-Deja de jugar, ¿Qué quieres?- la intriga que sentí se mezcló con ese sentimiento de inseguridad y miedo.
Mi corazón estaba latiendo muy deprisa, tanto así que sentí que en cualquier momento iba a estallar en mis entrañas.
-¿Tienes miedo Alekxandra?- canturreo en la línea y juro que fue lo más escalofriante que pude escuchar -. Increíble... Ya tienes miedo y ni siquiera he tenido la oportunidad de ponerte un dedo encima. Me sorprendes.
-¿No vas a decirme que quieres? Si no vas a decirme quién eres y qué quieres puedo dar por terminado la conversación, no voy a perder mi tiempo con un maldito bromista.
Tomé aire.
-Pronto lo sabrás, estamos tan cerca- miré alrededor atemorizada para ver si se encontraba alguien en esta espaciosa casa. Me levanté del sofá y me encaminé a las escaleras, las subí y caminé por el pasillo hasta llegar a mi habitación para encerrarme.
Demonios, esto no podía ser posible. Demasiado había pasado para tener a una maldita persona detrás de la línea atemorizando.
-¿Tanto miedo te doy que ya te has encerrado? - se carcajeó.
Sus carcajadas eran tan atemorizante que se me desencajo todo por dentro. Tenía el corazón a mil y me comenzó un leve dolor en mi pecho al escuchar esas tonalidades tan monstruosas detrás de la línea. Colgué y tiré el teléfono hacía un lado y dí un brinco cuando comenzó a timbrar nuevamente.
Desesperada, me incliné hacia abajo para tomarlo pero escuché el sonido de la puerta desde abajo cuando alguien la abrió.
-Demonios.
No no no
Las lágrimas se me salieron y mi estómago se contrajo, no podía controlar lo nerviosa que me encontraba. Con todo lo aterrada que estaba tuve que salir despacio de la habitación, y esconderme donde sea hasta que pudiera salir de esta maldita situación.
No podía hablar, no podía dejar que el extraño que estuviera en el primer piso descubriera donde me encontraba. Pude salir de la habitación y me encaminé por el pasillo con los pies de gelatina, sentí que este era uno de esos momentos en los cuales un asesino en serie acabaría con mi vida.
Entonces, mi oído se agudizó cuando escuché la voz de un niño.
-Alex- Su voz suave inundó mi zona auditiva y mi corazón dejó de palpitar a causa del miedo, ahora palpitaba a causa de una emoción positiva al descubrir de quién se trataba.
-Hermana, ¿estás aquí?- volvió a llamarme cuando no obtuvo respuesta.
Corrí y bajé las escaleras para poder ver si era él mi pequeño príncipe con sus mejillas sonrojadas. Pensé que mi subconsciente era el responsable de hacer escuchar voces pero no, no era así y lo pude observar con mis propios ojos.
Bajé las escaleras y le dí una sonrisa, abrí los brazos y él no dudó en venir abrazarme. Me abrazó las piernas hasta que me bajé a su altura y lo tomé en mis brazos. Lo abrace fuerte, como si pensara que vendría alguien arrebatar de los brazos.
-Te extrañe mucho chiquito - le dije con emoción - que bueno que estás aquí.
-¿Por qué lloras Alekxandra? ¿Es por mamá?- me preguntó con curiosidad.
-No, solo estoy feliz de que estés aquí conmigo. ¿Quién te...?
-El tío Emir-respondió-. Y la señora María.
Estaba muy interesada en saber quién era la mujer.
-¿El tío Emir? ¿Quién es María?
Asintió con la cabeza-. Sí, María es mi nueva institutriz.
Una señora uniformada se adentró en nuestro hogar, estaba muy desesperada parecía ser de la mujer de la que hablaba mi hermano.
¿Cómo se atrevió ese hombre a dejarlo en manos de una mujer que ni siquiera conocía.
-Pequeño no vuelvas hacer eso, no vuelvas a salir corriendo de ese modo- le indicó, tras observar que se encontraba en mis brazos. Respiró profundamente aliviada al ver que el niño no se le había perdido.
Su voz era muy dulce y suave, no era como aquellas maestras con la voz estricta.
-Hola señorita, Soy Maria Petrova- se presentó con una sonrisa, caminó hasta mí para cederme su mano en forma de saludo.
Sonreí.
-Un placer, Soy Alekxandra, su hermana- estreche su mano.
-El señor Emir me ha comentado mucho de usted, al igual que el pequeño.
-¿Ah sí?- inquirí extrañada.
- sí. - afirmó - me explicó que el pequeño vendrá a visitarla los lunes, miércoles y domingos. Por eso estoy aquí con él. Y perdone que vinimos sin avisar, es que el señor me dio su contacto y lo perdí. Soy muy despistada.
-No se preocupe, no hay problema, si quiere puede sentarse- le indiqué.
-No, ya iba de salida. El señor Evliyaoglu me ordenó que los deje a solas, dice que quiere que recuperen el tiempo perdido. Volveré a primera hora mañana.
Dejé al niño en el sofá.
-Bueno me voy - se refirió al pequeño Andrés- pórtate bien cariño- se acercó a él y besó su frente.
(...)
El pequeño se quedó dormido después de una larga charla.
Le pregunté si se sentía bien y me dijo que extraña mucho a Anastasia pero que Zhera siempre estaba con él y nunca lo dejaba solo. Me explicó también que se está quedando en una casa muy espaciosa y que juega al play station cuando tiene días libres.
También me dijo que está aprendiendo a leer con su nueva institutriz y que lo inscribieron en clases de pintura y Karate. Sonreí al ver lo efusivo que estaba y me sentía tan bien. Al menos Andrés lo estaba tratando bien donde sea que estuviera quedándose.
Pero quería tenerlo conmigo aunque ese señor estuviera dándole todo eso. Aún así me trataba muy mal y me decía cosas muy feas. Además abusó de mí y no quería que Andrés hiciera eso en un futuro. No quería que Andrés abusara del poder ni con los más vulnerables ni con los que estaban arriba.
(...)
Narra Emir
Fui un canalla de eso no me cabía la menor duda.
Pero se sintió demasiado bien y fue increíble. Todavía no podía sacar de mi cabeza el momento en que la hice gemir de placer, de tan solo recordarlo me daban ganas de repetirlo.
Estaba tan eufórico.
No podía dejar de pensar en esa noche; en el sonido de nuestros cuerpos, el sonido de la cama y la calidez de su interior.
De lo único que me arrepiento fue de haberla forzado, pero no quise hacerlo. De verdad que no. Fui una bestia que no tuvo control de sus impulsos
Nunca en mi vida estuve con una chica virgen, ella era la primera, quería hacer que la experiencia fuera más placentera y por eso le dí ese afrodisíaco. No quería lastimarla, no quería hacerlo lo juro; sin embargo supe que estaba planeando drogarme y mi irá se incrementó. Juro que ese afrodisíaco lo colocaría en una taza de té y se lo iba a dar, juro que iba hablar sobre el tema con ella antes, pero hizo que me enoje demasiado.
Mi ira se incrementó porque Alekxandra quería matarme con esa maldita droga, esa droga que puede dormir e inducir el coma a las personas. Esa pequeña bolsa de droga, la cual se encontraba dentro de sus medias, esa maldita droga que le había vendido ese delincuente... pero me las iba a pagar.
Ali ya había investigado donde vivía, solo faltaba una cosa: Y era arruinar más su vida. Aunque supongo que ya estaba arruinado más bien le iba hacer un favor a esta sociedad.
-La droga era fentanilo ligado con cocaína y metanfetamina.- dijo-. Es más fuerte que la Morfina. En dosis altas puede ocasionar coma, paro respiratorio y muerte. Y esas tres drogas juntas pueden ocasionar una muerte instantánea.
Apreté la mandíbula, enojado. Esa pequeña chiquilla sí que era una calculadora y si fue capaz de solo pensar en exterminar a una persona, de ella iba a esperar lo peor. Alekxandra no iba a pagar por esto, el único que iba a pagar era él, el que la consiguió. Iba hacer su vida miserable y se iba a arrepentir de haber nacido.
-Su nombre es Agustín Volcova, tiene dos hermanas y vive junto a su madre. Su padre fue asesinado por una banda de delincuentes.
Me lamí los labios pensando que iba a hacer con ese inútil.
-No estudia, solo se la pasa de vago de taberna en taberna y de esquina en esquina. Vende diferentes tipos de droga. También estuvo en prisión por cinco años por el asesinato de un hombre de clase media. Todo ocurrió cuando iba de salida, un grupo de asaltantes quiso despojarlo de dinero, hecho ocurrido en su hogar. El hombre se resistió y terminó con una bala en la sien. No encontraron a los demás asaltantes, y pagó cinco años tras las rejas- explicó él.
-Muy bien-dije-. ¿Qué crees que puedo hacer con ese animal?. Intentó matarme, indirectamente, claro, y le vendió drogas a la mujer que me gusta.
-La chica fue la que la compró, creo que no deberíamos perder el tiempo con ese antisocial- me aconsejó.
Negué con la cabeza.
-Esto no se puede quedar así -repliqué- tú sabes cómo soy. Además es un cabo suelto, Alekxandra podría pedirle más de eso.
-Si quisiera hacerlo buscaría a cualquiera, él no es él único que vende esa porquería.
-Aun así haré su vida miserable-una sonrisa maliciosa curvó mis labios.
Ali no estaba de acuerdo, pero eso a mí me importaba un maldito bledo. Ese tipejo me las iba a pagar, iba a pagar cada gramo que vendió. De tan solo imaginar cómo yo iba a morir me calentaba la sangre. Solo me iba a tocar imaginar qué podría hacer para que ese antisocial pagara con creces.
-Ya puedes te puedes retirar - le indique. - mantén vigilada la casa de Alekxandra. Quisiera que contrates a un equipo para su protección sabes que Murad me ha hablado de la situación.
-Le sugiero que le busque otro lugar para que pueda quedarse -dijo-. No va a estar segura en esa casa.
- Sí lo estará - repliqué - con la seguridad que estoy pensando en brindarle a ella mientras pueda llevarla lejos.
Claro que no era conveniente que perdiera el tiempo con ese antisocial, pero estaba vendiendo drogas a Alekxandra, no me podía quedar con los brazos cruzados.
Esto ya era personal.
En otra instancia quería brindarle la seguridad a Alekxandra que le prometí a Anastasia. Quería que estuviera segura, pero tenía que mover bien mis cartas, en este momento Alekxandra me odiaba y no iba a permitir de la noche a la mañana irse lejos de aquí.
Su madre me pidió que no le dijera absolutamente nada sobre su pasado porque no quería crearle una mala percepción.Anastasia fue muy ingenua, pensaba que yo era el mismo joven tierno que había dejado atrás y creyó que había dejado a su hija bajo la protección de un santo. Pero no, no era así.
Desde que la ví en aquella carretera me había obsesionado con ella, era igual o más hermosa que Anastasia.
Anastasia sabía que mis intenciones con su hija no eran buenas, sin embargo no sabía de las cosas que yo era capaz.
Lo bueno es que yo sí cumplí con mi palabra. Si Alekxandra cumplía con la de ella la dejaría estar enterada de lo que estuviera pasando con Andrés, de lo contrario no.
Había llegado la hora de cumplir con el trato, así que suponía que en ese momento ellos estaban juntos. Intenté que ella se confiara porque los había dejado a solas, si intentaba escapar con el niño jamás iba a permitir que lo viera.
(...)
-Hola Emir- levanté la vista de unos documentos que estaba leyendo al escuchar esa maldita voz de esa mujer que estuvo martirizando mi vida desde el otro lado del mundo.
-¿Qué haces aquí?- cuestioné, y ella esbozó una sonrisa burlona. En ese momento recordé que Kemal me había avisado que vendría pero era tan insignificante que me había olvidado de ella.
-En serio, ¿Me preguntas qué hago en mi empresa?- cuestionó, no podía creer que no le tomara importancia.
Negué.
-No te confundas, te pregunté, ¿Qué haces en mi oficina?- volví a preguntar -. ¡No dejas de ser atrevida Bahar! ¡Primero tienes una maldita discusión conmigo, por algo que tú iniciaste! - levanté la voz mientras me levantaba, estaba furioso. -Claro, fue un maldito plan tuyo llevar a esa mujer a mi departamento, así le enviarías información a mi padre y luego tu hermano tomaría mi lugar. ¿No es así?
-No sé de qué hablas.- fingió demencia -. Solo le hice ver la clase de hijo inmoral que tiene y que de igual manera tengo como esposo- endureció la expresión.
-Tu no me conoces Bahar, he luchado contra viento y marea por este lugar, el cual me corresponde por ser hijo legítimo de mi padre. Murad no es hijo de tu padre ni Kemal Demir. Yo sí tengo la sangre de mi padre, ellos no. Y no podrán ser sucesores, aunque tengan acciones en la empresa.
-Eso pronto va a cambiar ellos también tienen todo el derecho de ser los líderes. Kemal no está interesado en ser presidente de la empresa pero mi hermano sí, y tarde o temprano este teatro tuyo y este abuso de poder se te va a terminar.
Respiré profundo, sabía que ese estupido quería ocupar mi lugar pero pensé que había entendido cuál era el suyo y cuál era el mío. Yo iba a controlarlo todo desde la silla y ellos me verían desde abajo como los renacuajos que eran. Hasta Kemal que en ese entonces siempre fue mi mejor amigo y fue adoptado por el difunto Murad sabía que ese puesto era el mío.
Sus padres murieron en un accidente automovilístico y Murad tuvo que hacerse cargo de él ya que desde que lo vio se encariño con él. Lo educó hasta los quince años, que fue cuando ocurrió la desgracia. A Murad lo encontramos con un golpe en la cabeza y frío como un témpano de hielo.
Anya porizkova fue quien le arrebató la vida y luego de ese hecho, para ese entonces ella había usurpado otra identidad, puesto que sabía con quién trabajó.
Para trabajar en la mansión Evliyaouglu tenía que ser muy profesional, recuerdo que le dijeron que era muy joven y dudan de sus capacidades. Lidiar con un adolescente como yo no era tan fácil porque me había entregado a la rebeldía en ese momento. Pero ella sí pudo lograr que en ese momento tomará las riendas de mi vida.
Cuando encontraron a Murad sus hijos dudaron de mi padre, inclusive su esposa mandó hacer una investigación profunda del suceso y nos convertimos en los principales sospechosos. Y más se sospechó por la desaparición de la institutriz porque fue mi padre quien la contrató.
Le dijo que era un asesino, que él había contratado a esa mujer teniendo en mente ese objetivo, pero no fue mi padre, fue que Murad intentó abusar de la joven y accidentalmente acabó con su vida
Yo la ayudé a escapar aquella noche y le dí dinero de mis ahorros para que pudiera iniciar una nueva vida y cambiar su identidad, sabía que Murad intentó abusar de ella, porque siempre buscaba cualquier pretexto para acercarse.
Y, ¿cómo no? Si ella era una mujer hermosa. Una mujer que cautivaba el corazón de cualquier hombre y a la misma vez despertaba los deseos más oscuros de ellos.
-¡Lárgate!- le grité colérico -¡lárgate maldita Zorra!
Frunció el ceño y me observó en silencio con repudio.
-Eres un infeliz, ya me perdiste el respeto. Yo no soy igual que las mujeres con las que has estado. A ellas sí puedes decirles Zorras porque están contigo por lo que puedas darles, pero a mí no. Yo soy una dama, una mujer estudiada y refinada. ¿Acaso no lo ves? Mi familia es una de las más poderosas del país.
-Eso no cambia el hecho de que seas una maldita perra desquiciada - exclamé - ya me tienes cansado, no debiste haber venido.
-¿Y quedarme del otro lado del mundo para no estar al pendiente de lo que haces con nuestro patrimonio? Eso no está en mis planes. Quiero un puesto en la empresa, planeo quedarme aquí hasta verte suplicar que me detenga.
-Si quieres un puesto, adelante, yo no te tengo miedo. Tienes todo el derecho de trabajar en la empresa que también es de tu padre pero no te entrometas en mi camino. Sabes que soy capaz de destruir tu miserable vida.
No podía creer que está mujer que una vez creí que era inofensiva estuviera atacando.
En realidad la había subestimado demasiado. Ella no era así, Murad debió envenenar su mente, debió hablarle sobre la empresa, debió decirle que también era de ella y que no permitiera que yo la manejara a mi antojo.
Infeliz.
Apreté la mandíbula, el enojo que sentía no podía describirse así que mordí la lengua y controlé mis impulsos de no lanzar una maldición o romperlo todo.
Opté por quedarme quieto, de una forma u otra iba a lograr mis objetivos estando o no Bahar trabajando en la empresa, de igual forma no iba a ser fácil.
Pero una cosa sí sabía y era que saldría victorioso. Yo siempre ganaba.