Hace 10 años
El día, tras un mes completo de tormentas y chubascos, al fin se veía decente. La calle estaba perfectamente seca gracias al sol que de a poco se dejaba ver. Tampoco no hacía demasiado frio, sin embargo, tampoco te derretías del calor. Sus alergias típicas, casi ni las sentía, podía respirar en paz, con calma, sin estornudos, u ojos llorosos que no le dejaban ver. Era casi el fin del otoño, si, pero, era lo suficientemente calmo el entorno y el estado general de las cosas, como para que a él le importase. Odiaba el invierno, sí, pero aún podía disfrutar esa etapa del año.
Ya a esas horas, estaba levantado. Faltaba poco tiempo para tener que ir la preparatoria, así que, ya vestido para salir, fue directo a la cocina. Se preparó su café en la máquina como siempre, y mientras esperaba a que estuviese listo, comía sus galletas favoritas, las oreo. Raro que hayan, porque últimamente, las compraban muy poco seguido. La razón era obvia para él. Trataba de ignorarlo, de pensar que era mala coincidencia, que quizá había pocas por la gran demanda, o que a los demás miembros de su familia no le gustaban tanto como a él, y que no lo odiaban. Pero la verdad se sentía a kilómetros. Era esa la respuesta correcta, por más horrible que suene, era así. Nunca fue el favorito, pero ahora, era el error de los tres hermanos. Aquel que salió mal, por lo que, había que desplazarlo.
Desde aquel día, su familia lo miraba con desprecio. Pese a que el asunto no duró mucho en los medios, donde, por cierto, fue tratado el asunto como "Chico busca fama", sus padres le tenían rabia, por haberlos expuesto, mientras que sus hermanos apenas le dirigían la palabra tras todo lo ocurrido. Su padre siempre fue frío o estricto. Chapado a la antigua si se quiere, pero esto ya era demasiado. Solo le decía por su apellido, para nada más llamarlo a comer, o exigirle cosas, o regañarle. Su madre, sin embargo, lo miraba con lástima. Similar al resto de la casa, no lo hablaba mucho. Por eso, al entrar ella al mismo cuarto que él en ese momento, en el que pensaba en todos estos problemas, la soledad se llenó incomodidad absoluta. La situación se había vuelto asfixiante. Ella no lo miraba directamente, apenas de reojo, mientras revisaba unos cajones. Él tampoco quería verla, o entablar conversación, así que ignoró su presencia. «Una madre debería defender a su hijo ¿No?» pensaba mientras trataba de dejar el lugar lo antes posible, pensando dejar el café incluso con tal de escapar. Pero sin esperarlo, ella levantó la voz dirigiéndose a él.
-Jayden... Encontré en tu mesa de luz un atado de cigarrillos... Eso es tuyo ¿Verdad? -Le dijo dejando la caja en la mesa.
Él miró hacia atrás. Directamente a la mesa donde dejó el atado, pero de reojo por momentos miraba a su madre. Notó que ya no la divisaba como antes. Ahora, era borroso. Ya hacía días que veía así, pero estaba demasiado ocupado como para pensar en eso.
-Si. Si lo son. -Respondió sin más- ¿Y qué tiene?
-Sabes que no son sanos. Lo sé, porque por años te enseñamos a no consumir esas cosas.
-No le has dicho a papá ¿Verdad?
-Tengo ganas de hacerlo.
-Hazlo. Quizá le importe, quizá no. ¿Qué me importa? No lo pienso dejar.
-¡Jayden!
-Lo siento. -Se disculpó, su pequeña dosis de rebeldía no duró mucho- T-tengo que i-i-irme, se me hace tarde.
-Hijo... -Trató de detenerlo. Le miró directo a los ojos, él movió su mirada lejos de la de ella- Ten cuidado con eso. ¿Si? Ten moderación.
-Adiós.
Tras salir de su presencia, salió directo de la casa. Ni siquiera había terminado de desayunar, pero necesitaba librarse de allí. Al menos logró quedarse el paquete de oreos. Ese lugar era tan hostil como cualquier otro en su vida. Ya no se sentía seguro. Quizá sea por ello que las pesadillas seguían.
Casi no dormía por las noches. Por más que intentase, o tratase de tomar cosas para calmar el estrés. Aún tenía las marcas en su cuerpo, por más que intense ocultarlas, las veía en el espejo. Pese a que lo inténtese, parecía que todo trataba de recordárselo, o al menos, su familia lo hacía. Sus manos, y sus pensamientos. Cada vez que era feliz por momentos, él regresaba a esa aula, y a aquella hora. La recordaba encima suyo, como le tapaba la boca tan agresivamente para que no emitiese sonidos audibles. Cómo a veces lo golpeaba, porque aparentemente eso le gustaba, y hasta trató de asfixiarlo, no sabía si para matarlo o para otras cosas. ¿Acaso a nadie le importaba lo ocurría? ¿Acaso era irrelevante para todos? «No le importo a nadie ¿Verdad?» pensaba hasta dormirse, con la ventana del colectivo como única almohada. Quería que algún día, cuando ese colectivo estuviese vacío, chocase y muriese con él adentro. Quería que acabase. «Basta Dios. ¿Yo que te eh hecho para terminar así? Déjame morir de una vez. Déjame irme al infierno"» Rezaba cuando él tenía lucidez por las noches. Llegaba a la parada donde debía bajarse. Recorría unos pasos, antes que un golpe en su nuca, y el grito de:
-¡¿Cómo estás putito?! -Por parte de Connor le hiciese sonreír mínimamente.
-¡Tú dímelo joto! -Respondía tras golpearlo en el hombro.
-¡Sigues golpeando como vieja! -Dijo Connor, tras empujarlo.
-¡Púdrete!
Ese era su saludo típico de cada día, en la entrada de su colegio. Fue en ese momento que Connor miró al cielo, deteniendo el paso de ambos.
-Al fin está comenzado a ponerse bien el clima. -Dijo Connor mirando al cielo.
-Si. Es verdad. Hacía un mes que no veía el sol. Al menos, no detrás de las nubes.
-Se... ¡Sabes! -Volteó hacía él- Estaría bueno salir un poco hoy.
-¿Salir?
-Si, salir. ¿No sales mucho?
-No. Rara vez lo hago.
-Entonces hoy es el día perfecto. -Sonrió. Rodeó a Jayden con un brazo, mientras con el otro fijaba un firmamento- Hoy, después de clases, vamos al parque de por aquí, y compraremos unas cervezas. Y pasaremos el rato por allí ¿Si?
-Pues... -Jayden miró al cielo junto a su amigo, y sonrió- Sí. Hagámoslo.
-¡Esa es la actitud carajo!
-Si. Cuando salgamos, pero entremos ya ¿Si?
-Aburrido.
-Vamos.
Actualidad
Era difícil encontrar a una persona especifica en una ciudad tan grande y podrida como en la que vivía Jayden. Le pidió a Zoe información de si la conocía del contacto que Roxas le indicó. Le dio poca, menos de la necesaria. Era un criminal, si, pero de poca monta. Apenas robos pequeños, asaltos y hurtos. Encima era desde hace años. Ahora, aparentemente, vivía lejos del centro de la ciudad. La información era poca como para poder accionar, así que decidió acudir a un grupo de personas que más posiblemente sabría más de alguien en las calles.
Los caza recompensas estaban instalados hacía poco en la ciudad, sin embargo, la mayoría que, eran criminales recién salidos de la cárcel, más o menos se conocían entre ellos. Lo que les venía perfecto, porque así obtenían sus recompensas, en base a puñaladas por la espalda. Realmente no había honor entre enfermos, y ahora era parte de ellos a su extraña manera de ser. Estos ahora lograban tener ganancias atrapando a aquellos que alguna vez fueron tus "amigos", aunque habría que debatir si ese concepto existía en ese tipo de seres humanos. Quizá algunos lavaban sus manos, para sentirse a gusto consigo mismos, porque total, ahora tenían un nuevo negocio el cual explotar, y era legal. Podían alejarse de lo "No legal" para seguir adelante. Creía él por momentos, sin embargo, la mugre que los llevaba a ser así era simplemente obvia, y repugnante. Merecía vivir así ahora. Sabiendo que, si él comenzaba a ser buscado, todo el mundo iría para capturarle.
Tras llegar a un bar donde normalmente se juntaban varios de los cazarrecompensas. Uno en el centro, cercano a la comisaría, y al que solía ir de vez en cuando para beber solo. En este lugar común de la gente de su rubro, los tragos eran baratos, pero efectivos. Era de esos lugares si se quiere más "Elegantes", o más bien, no tan sucios como podrías esperar en primer lugar. Se acercó a uno en una mesa, que daba una excelente vista a la tv. Un sujeto de canas, de cuarenta y tantos. Mirando el juego de beisbol en la pantalla, con una extraña sonrisa en sus labios. Tras sentarse en la misma mesa que él, este lo observó, antes de soltar una carcajada.
-Miller, que bueno verte. ¡Mozo! Dos cervezas. Yo invito.
-Hola German, es bueno verte. -«Supongo»- Gracias por la cerveza, pero no bebo a estas horas.
-¿Quién dice que son para tí? -Respondió German, soltando una carcajada.
-Okey... Pues…
-¿Qué necesitas chico? ¾Interrumpió antes que él termine de hablar
Jayden sacó la foto del criminal que le había dado Roxas, se la dio. German la tomó un trago, y luego observó con detenimiento los objetos.
-Lo busco a él. Samuel Desmond. Un ladrón de poca monta, convicto por tres años. Ahora perece estar limpio. Ex soldado.
-¿Tienes recompensa por él? -Preguntó German, mirando las fotos tanto con cierta mirada extraña.
-Si. -Jayden se tocó el labio con el pulgar- ¿Lo ubicas?
El mayor serio dejó las imágenes en la mesa.
-Extraño, ¿Sabes? Un criminal de tan pocos ataques, paga un caza recompensas es… particular.
-Sí, pero si me pagan, poco me importa las razones.
-Si pero…
-¿Tienes la información? -Interrumpió velozmente, con un tono cansado, algo soberbio.
-Sí. Sé dónde se esconde. O vive... Pero sabes cómo funciona esto. -Levantó los dedos y los frotó.
Jayden suspiró. Metió su mano en su bolsillo, sacó sesenta dólares, y los arrojó encima de la mesa. German acercó su mano para tomar los billetes, sin embargo, él lo impidió poniendo la suya encima. Sus miradas se cruzaron.
-Dime lo que quiero saber primero.
Tras un suspiro, el veterano habló.
-Samuel vive en los suburbios. A las afueras del centro.
-Bien. Gracias.
Tras sacar la mano de encima, y que German cuente cuánto dinero estaba recibiendo en total. Jayden miró como este, parecía dejar de sonreír, tras que una noticia cortase el partido de último momento, con su música despampanante. Otra redada hecha por la policía, habían logrado desmontar otra banda de drogas. Capturaron a cinco narcos ese día, pero lejos de alegrarse, el caza recompensas más experimentado parecía molesto, y no por la interrupción.
-El mundo está cambiando Miller. -Comenzó a narrar con un tono de voz sombrío.
-¿Es malo que los criminales estén cayendo?
-No, no no. No caen Miller. Nunca caen. Los criminales se las arreglan siempre para existir, aun cuando la ley está pesada, o pega fuerte. Está cambiando el negocio, y una vez cambia, si no te adaptas... -Con su pulgar marcó su cuello imitando un cuchillo.
-¿Qué ocurre con los que quieren huir? ¿O dejar el pasado atrás?
German, soltó la risa más sincera y aterradora que Jayden jamás escuchó.
-Nunca huyes. Nunca lo logras. Podrás creer que eres libre, que los crímenes del pasado no te alcanzaran, pero siempre lo hace. Te atrapa y te hace pagar lo que debes. No creo en el karma ni en esas mamadas, pero sé que llega, y te hace pagar. Te destruye, haciendo que toda la suerte que tuviste para sobrevivir, porque si, necesitas suerte para mantenerte vivo en el tiempo que eres un criminal, te aplasta, y te recuerda que eres irrelevante, solo sirves para morir. Ya te dije. -Lo miró- Llega -Puso el dedo en la mesa- Y te hace pagar.
-¿Por qué dices que el mundo está cambiando?
German comenzó a reír aún más fuerte, lo que le aterró completamente, y le hizo retirarse. «El pasado siempre llega, y no puedes huir... Huir», pensó mientras salía por la puerta. Mientras se prendía un cigarrillo, esa frase caló en su mente.
Hace 10 años
Después de dos horas seguidas de clase, ya había caído el recreo. Connor y Jayden salieron como siempre al patio, que no tardó en llenarse de alumnos de otros grados, que estaban igual de necesitados de un descanso. Ellos solo querían divertirse como siempre en el patio. Alejarse para charlar, de pavadas, de películas, de romances, de lo que sea, querían pasar tiempo juntos como tanto le gustaba al chico, sin embargo, este debió retirarse antes. Su madre le había ido a buscar antes de lo esperado ese día. Sus planes se habían frustrado, lo que lo puso mal. El otro le había prometido que volvería, pero no le creía. Tampoco quería forzarlo a que volviese. Solo lo dejó irse sin decir una palabra. Al menos esa inesperada soledad, no le caía del todo mal.
Jayden se fue al fondo del patio del recreo, lejos de todos los demás alumnos, que permanecían en el centro, bajo el poco sol que llegaba naturalmente, además de que estaban todos los maestros mirando, asegurándose de que no hagan ninguna estupidez. Básicamente, se metió a en la zona menos vigilada de la preparatoria. Se sentó en una esquina, mirando al resto de las personas. Se prendió un cigarrillo. Con la espalda contra la pared, mientras inhalaba humo, solo quiso llorar como siempre lo hacía en esos espacios, que sentía seguros. Se puso la capucha, se aseguró una vez más de que nadie lo estuviese viendo, para finalmente dejarse llevar se comenzó a dejar llevar.
Sus lágrimas recorrieron su cara velozmente, mientras se consumía la colilla de su cigarrillo, dejando caer la ceniza encima de su ropa. Lo miraba mientras su vista se distorsionaba por el correr del agua por sus ojos. Todo era tan injusto, tan cruel, «¿Por qué la vida era así con conmigo? ¿Qué pecado cometí tan grave para merecer este sufrimiento? ¿Es alguna especie de karma?» Todas esas preguntas estaban constantemente en su mente. No lo dejaban en paz, pero había una más grande, que estaba desde hacía unos meses «¿Por qué no tengo aún el valor para hacerlo?» Se miró la muñeca «Quiero morir de una vez» se dijo, a la par que trataba de dejar de pensar en todo, a la par que dejar de llorar. «Dios ayúdame, necesito valor para acabar conmigo» rezaba seguido, también en ese momento «Yo ya no quiero más... Ya no aguanto más» Se lamentaba mientras trata de no hacer mucho ruido, así no evidenciar su estado de ánimo. Pero al darse cuenta de que su llanto se había pasado de intensidad, miró a los alrededores disimulado, pero fue que lo vio. Frente a él, una chica que parecía un poco menor que él, batallaba con un encendedor para prender su propio cigarrillo.
Tras mirar los alrededores, asegurándose de que no haya más gente cerca. Jayden se levantó para acercarse a ella. Sacó su propio encendedor, prendió la llama cerca del suyo. Ella volteó, para mirarle directamente, con unos hermosos ojos. Dirigió su mirada directo al aparato. Se tomó unos segundos, antes de aceptar, prendiéndolo, para luego agradecer asintiendo con la cabeza.
Tras meterle una pitada al cigarrillo, se recostó contra la pared para fumar en paz. Pero él ya se sentía incómodo. Ahora, ese lugar ya no era privado, o solitario para tener paz. No podía sacarle la mirada de encima. Era extraño para Jayden, porque ella si bien le parecía atractiva, era algo más que le hacía sentir. Una extraña preocupación. No sabía cómo tampoco, pero su mirada perdida, su suspirar, etc. Todo a su alrededor, le daba algo extraño. Era como si esta chica, poseyera algo similar a él. No sabía decirlo, pero lo sentía. La miraba de reojo, mientras trataba de irse disimulado. Pero, ahí fue que lo notó. Una de sus muñecas, estaba sangrando. Por primera vez, un extraño sentimiento, le alertó. Dejó de sentirse deprimido. Se acercó velozmente, mientras del bolsillo de su mochila, sacaba pañuelos descartables.
-¡O-Oye! Estás he-herida. -Le aviso mientras se acercaba.
Le pidió permiso para ver su herida. Ella miró donde estaba esta. Dudó un poco, pero la levantó con cierta mirada amarga, que se escondía dentro de su capucha. Trató de mover su manga para ver el resto de su brazo, así tener el resto del panorama, pero ella puso la mano de modo que no pudiese hacerlo, solo dejó al aire el corte más evidente, además de visible. Necesitaba genuinamente hacerlo, pero prefirió no preguntar de más, y limitarse a ayudar con lo que ella lo dejaba. «¿Por qué hago esto?» se preguntó mientras limpiaba. Fue algo que surgió desde su interior. Fue impulsivo, pero sentía esa necesitada de ayudarla. Pero este trabajo, o sentimiento, estaban complicados, por no poder tener el panorama completo, ya que la sangre se chorreaba por debajo de la manga. No podía dejar que se escurriese mucho más.
-Oye... N-necesito que... P-por favor, te le-levantes la manga.
-No... -Negó la chica con un susurro- Gracias, pero… No necesito más ayuda.
Jayden comenzó a preocuparse al ver como se manchaba aún más del negro sangre.
-P-por favor, si la sangre te ensucia demasiado el cuerpo y no la limpias, po-po-podrías enfermarte muy grave. Déjame ayudar...
-¡No! -Gritó ella, dejando un silencio pesado algo largo entre ambos.
Tras sostenerse un segundo el odio por el chillido. Jayden suspiró.
-Lo siento. Ya me…
Antes de acabar, miró directo a sus ojos. Se dio cuenta. La reconoció. La misma mirada que veía en el espejo cada mañana. La misma mirada que él portaba. Entendió que ella, tenía algo debajo de esa manga. Eso que ocultaba, la lastimaba más que la propia herida. Jayden miró su propia muñeca, la cual tapaba constantemente ya que aún le generaba repugnancia lo que había debajo de la manga. Pero, por una vez, decidió hacerlo «No lo hacer por tí». Lentamente levantó la extremidad de su buzo, para finalmente descubrirla, con todo y las heridas que estaban allí. Tanto los hematomas de los forcejeos, como las cicatrices auto infligidas. Ella las miró fijo. Se quedó paralizada, y luego e dirigió a sus ojos.
-Se... se lo que sientes. Lo sé. Por favor, déjame ayudarte.
Lentamente, sacó su otra mano, pasando a arremangarse hasta el codo. Estaba llena de estos cortes, pero también de los mismos moretones, posiblemente de algún forcejeo cruel, al cual podrían haberla sometido.
-Gracias... -Agradeció Jayden tras que ella desistiera, sacando otro papel, para recorrer su brazo entero, limpiando el mismo liquido carmesí.
Ella nunca dejó de mirar hacía las manos de Jayden, las cuales seguían al descubierto. Le sorprendía conocer a alguien como ella. Eso de alguna manera, le daba paz. Una tranquilidad, de saber que estaba cerca alguien que sabía que sentía. Tras lograr deshacerse del líquido en su totalidad, dejando totalmente limpia la extremidad, tomó un tercer papel, y la presionó con fuerza encima de la herida abierta.
-Mantenlo con fuerza ahora, hasta que se detenga ¿Si? -Le explicó- No es muy profunda, pero deberías ir a la enfermería. Perdiste bastante sangre, y allí podrían darte algo para que no te desmayes. ¿Está bien?
-No... -Respondió
Él soltó una carcajada.
-¿Es que no sa-sabes decir otra palabra?
-Es que... me siento bien... No es la primera vez que me ocurre. Sé cómo lidiar con estas cosas.
-Muy bien. -Volvió a ver la herida- Tú sabrás lo que haces ¿Si?
Sin darse cuenta, la sangre se había detenido.
-Listo, pareciera que ya paró. Por favor, está bien si no quieres ir a la enfermería, pero debes comer algo lo antes posible, así no te desmayas.
-Está bien…
Jayden la soltó finalmente, pero antes de poder alejarse, la chica le tomó de la mano.
-Por favor...
-¿Mhm?
-Puedes... ¿Quedarte aquí un poco? -Le dijo mientras miraba al suelo, con las manos en el piso
-¿Cómo?
-Quédate un poco más.
-¿Por qué?
-Quédate para fumar uno más.
-Claro, necesitas uno., ¿Verdad?
-No, yo tengo. Solo... quédate. Por favor. Un rato. ¾Le rogó.
Él miró a sus ojos directamente, que, pese a bellos, estaban llenos de lágrimas que arruinaban su rostro. De hecho, se le corría un poco el maquillaje, a la par que caían, dejando ver algunas marcas.
-Está bien. Pero, ¡Con una condición!
-¿Cual?
Se metió la mano en el bolsillo.
-Come. Perdiste sangre. No quiero que te desmayes. Además, no sé cómo te golpee la mezcla con el cigarrillo.
Ella tomó un par de galletas del paquete. Se las comió velozmente, antes de ponerse el cigarrillo nuevamente en la boca. Mirando al suelo, Jayden y esta misteriosa chica, mantuvieron el silencio un par de minutos, sin embargo, él, lejos de sentirse incomodo por su presencia, más se sentía sorprendido. Fue un accionar totalmente impulsivo de su parte, jamás fue capaz de ser así. Ayudar a alguien de esa forma. Realmente fue una gigante sorpresa.
Actualidad
La información de German era bastante especifica. Bastante más de lo que era común. Llegó a una casa en los suburbios, un rato después de la charla con el caza recompensas. No era la más cara, de hecho, era esa parte de los suburbios oscuros, donde no habitaban las familias que podían estar en mejor estado. Había robos de vez en cuando, ni se diga algún que otro tiroteo. También era de esos lugares donde el racismo y la sangre estaban a la orden, una vez caía la noche, dejando las calles bañadas en luz de luna. Pero mientras caminaba en la calle, comenzó a notar que alguien le seguía. Miró hacía atrás suyo, sin rodeos. Era un sujeto caucásico. Era él quien buscaba. Lentamente acercó su mano a su cintura. Allí tenía su arma. Samuel lo miró fijamente, tras soltar acercar su mano antes que él. «No estoy seguro de cómo reaccionará, debo anticiparme».
-Eres un cazar recompensas ¿No? -Preguntó Samuel, mirando fijamente sus manos, mientras comenzaba a caminar de izquierda a derecha.
Jayden evitó responder, simplemente tomó el mango de su arma.
-Solo quiero hablar...
Antes de poder decir otra cosa, un disparo le dio en el brazo, rozándolo, sin llegar a perforarle el hueso. Antes de poder reaccionar, el objeto le tomó del cuello, antes de golpearlo con fuerza. En el aturdimiento del golpe, lo llevó contra la pared de un callejón, lejos de la calle principal. En el suelo, y tras recibir una patada en el estómago, Samuel comenzó a gritar.
-¿Acaso creíste que podrías conmigo? ¡Ja! Eh acabado con idiotas más peligrosos que tú. Ni si quiera saber leer cuando una persona va a disparar. Dake debería mandar a alguien más experimentado si quiere acabar conmigo.- Dijo apuntando, mientras Jayden intentaba recobrar el aire.
-No… -Alcanzó a decir- Solo quiero hablar... No voy a...
-¿Qué? ¡¿Qué?!
-No trabajo para Dake…
-Si cla… Espera… -Se le acercó más- Tu eres…
Jayden soltó una risa.
-Ja... Tu sabes quién soy ¿Verdad?
Samuel se puso más serio. Este lo puso contra la pared tomándole el cuello, mientras ponía su pistola aún más cerca de su rostro.
-Si... quizá lo sé… ¡Pero eso no quita que yo vaya a matarte!
-Mira... Yo solo necesito saber algo. Luego te dejaré en paz.
-¿Qué?
-¿Quién es Dake?
-¿Qué te hace creer que lo sé?
«Mierda» pensó. «Vamos Jayden, ¡Piensa! No debe saber de tu contacto, sino podría tener problemas»
-¿Por qué tan perseguido entonces? Eres un criminal menor, y apenas estuviste en la cárcel. Salvo que hayas hecho algo por lo que no hayas caído, cosa poco probable, no deberías estar preocupado porque alguien te atrape. Además, sabes quién soy. ¿Por qué? No soy policía. Alguien que sabe quién soy, y de bastante buena forma, solo me lleva a creer que sabes quién es Dake...
-Eres perspicaz... -Alagó- ¿Pero ¿Cómo sabes que aún no trabajo para él? -Continuó.
-Ah... Pues...
Jayden no supo que más responder. Comenzó a temer...
-Tranquilo chico. Saldrás vivo de esto. Ambos pareciera que estamos juntos en esto.
-¿Confías en mí?
-No confío en nadie. Sin embargo, la situación es mayor que nosotros. Además, "El enemigo de mi enemigo, es mi amigo".
Samuel le tiró un pañuelo de tela para que se tape la herida. Para luego sentarse junto a él.
-Jayden te llamabas ¿No?
-Así es. Tu eres Samuel Desmond.
-Si, si lo soy. Supongo que quieres encontrar "El modo"
-¿El modo?
-Ya sabes, el modo para escapar de él.
-No, no busco eso. No quiero escapar.
-¿No? Para que lo quieres.
-Quiero saber quién es.
-¿Enserio? Te conviene más escapar de él.
-No. No quiero escapar. Quiero justicia contra él.
-Vaya, se te oye motivado. ¿Y tienes alguna idea?
«No la cagues»
-No, no tengo a nadie. Pero sé que tú sabes quién es. Y lo quiero saber. Aunque supongo que tendrás un precio.
-Si, si lo que tengo.
-Muy bien ¿Qué quieres?
Samuel inspiró y suspiró, antes de mirarlo y responderle
-Quiero huir. Lo que tu deberías saber.
Hace 10 años
-Oye... -Dijo la chica con un tono de voz apagado. Casi susurrando.
-Di-dime.
-¿Por qué me ayudas?
Esa pregunta, por alguna razón, le dio una punzada en el corazón. Se tomó su tiempo para responder «Para ser sincero, sigo sin saberlo»
-Ne-neces-s-sitabas ayuda ¿No?
-Quizá. Pero no me conoces...
-Es ve-ve-verdad. Pero no me im-importa.
-¿No quieres nada a...? -La chica se mantuvo callada unos segundos- Nada.
-¿Qué?
-Na-nada...
La muchacha mantuvo el silencio unos momentos más. Jayden, ahora, tomó la batuta para hablar. Acercándose un poco lo hizo.
-Me-me llamo Jayden.
Ella le miró de reojo al chico.
-¿Cómo te llamas?
No respondió, simplemente miró la colilla de su cigarrillo. Jayden suspiró. Miró su bolsillo, notando que se quedó sin los suyos. «Carajo. Viendo el panorama, parece que ella no me vaya a prestar ninguno» pensó recostándose contra la pared al lado de ella. Notó que las nubes comenzaban a estar encima de ellos nuevamente. Parecía que se largaría, al menos por unos segundos. Lástima, parecía que esa tarde sería agradable. La chica también comenzó a mirar al cielo. Ella soltó una lagrima. Jayden la vio, lo que le preocupo nuevamente. «Otra vez este sentimiento».
-¿Crees qué..? -Comenzó a hablar ella repentinamente otra vez, ahora tomándose unos segundos para continuar su oración- ¿Alguien se preocupará por nosotros? ¿Existe lugar para la gente como nosotros?
Jayden se quedó notoriamente confundido con la pregunta.
-¿A qué te refieres?
-Nosotros... Vi tus manos. Están igual de heridas que las mías... También te han... -Hizo una pausa, se secó las lágrimas- Estamos solos ¿Verdad?
La pregunta le hirió, porque no sabía que responder. Quería darle ánimos, pero él no sabía cómo hacerlo. No sabía. Y decidió rendirse.
-No lo sé... Desearía poder responderte. Pero no lo sé.
La chica no habló más, tragó saliva.
-Perdón...
-Está bien… Al menos, nos soy la única. ¾Soltó una pequeña risa.
Finalmente le miró directamente a los ojos. Estaba por hablar, pero entonces…
-¡Ey!
Una voz gritó detrás suyo. Era la que llamaban la "Petisa", que les gritaba mientras llegaba con un maestro que venía detrás suyo. Al darse la vuelta, este ya estaba tan cerca que no valía la pena huir. Se miraron nuevamente.
-Lo-lo siento...
-No es tu culpa. Hasta me sorprende que no hayan llegado antes. Y por cierto, me llamo Jane...
Actualidad
Mientras la sangre dejaba de salir, Samuel se sentó en una esquina. Su mirada comenzaba de disiparse, mientras la lluvia, la molesta lluvia comenzaba a caer de nuevo encima de ellos.
-¿Escapar?
-Si. Si voy a ayudarte a descubrir quién es Dake, tú vas a ayudarme a escapar.
-¿Por qué no lo hiciste antes?
-No es tan fácil. Yo ayudo a personas escapar. A limpiar sus huellas. Pero eres la primera persona que no quiere hacerlo, así que voy a aprovechar.
-Muy bien… Qué necesitas que yo lo haga ¿Verdad?
-Para huir necesitas ocultar tus huellas, para que no te sepan seguir los rastreadores.
-Bien… ¿Entonces?
-No tengo muchas huellas para cubrir. Sin embargo, necesito cubrir una.
-No hay problema. Pero necesito una prueba de lo que me dices es verdad.
-Dake y yo no nos conocemos por el crimen. Si robé hace años, pero fue antes de llegar al ejército. Él fue de los mejores francotiradores que jamás conocí.
-Genial, eso no es especialmente útil…
-Okey, okey, tengo lo necesario para convencerte.
-No me refería a…
-Abigail Miller... Fue su última víctima. Una policía internada. Apareció en las noticias, sí, pero no se dijo que murió envenada. Se dijo que su enfermedad la superó. Solo la familia lo supo, pero se les presionó para no hablar. El medico trabajaba para él. Pero Dake… Lo hizo por algo más por odio, que por necesidad. La razón, eres tú. Jayden Miller. Él estuvo allí ¿Sabes? Fue un último peldaño antes de poder llegar a lo más alto.
-No es solo eso. ¿Qué más buscaba?
-Quiere acabar con su pasado. Puede que te conozca por eso. Hay algo que le atormenta.
«Interesante» Pensó el miope. «Debo haberlo conocido, sin embargo, eso no quita de que haya asesinado a los chicos. Necesito más información»
-¿Qué necesitas que haga?
-Necesito que vayas y dejes estos sobres en estos lugares.
Samuel se acercó al auto, y de la guatera, sacó tres sobres. Sin la necesidad de abrirlos, notó que estos estaban llenos de dinero. En las bocas de los sobres había múltiples direcciones.
-Ve esos lugares. Deja el dinero de forma disimulada. Solo vete tras eso, y no vayas a dejar que te vean.
-Muy bien. No hay problema...
-Oye...
-Dime...
-Si lo haces bien, no solo te diré su nombre. Te daré una prueba directa de eso, ¿Si?
-Si. No te preocupes.
Jayden volteó, comenzando su camino hacia la primera dirección del objetivo. Con la mente realmente dispersa, él comenzó a pensar en el asunto. El simple asunto de querer huir le llamaba la atención. «¿Qué es huir?» Dejar todos los pecados atrás, era el sueño que muchos tenían. A su manera, él también lo tenía. Abandonar en un bote de basura todo aquellos errores o males que aún te atormentan. Era algo más que valido. Todos tenemos algo que olvidar de nuestro pasado. Pero... Huir ¿Es dejar todo atrás? Esa es la pregunta que a muchos debía atormentar durante las noches. ¿Todo es malo en el pasado? ¿Dejas también lo bueno si dejas "Todo"? «Si yo huyese de eso, dejaría atrás a Abigail».
Mientras más caminaba, y no solo entre esas calles entre sus objetivos sino entre sus recuerdos, Jayden era quien más negaba todo. No quería ni recordar la mitad de cosas de su pasado. Sus padres, sus compañeros, Christine. Incluso, las cosas buenas, cómo Connor, Wyatt, y hasta Jane. Eran cosas hermosas, o lo fueron por años, hasta que todo acabó. Lo único que quería recordar era a Abigail, el amor de su vida. Cosa irónica, ya que ellos no iniciaron de la mejor manera, ambos se amaban. Extrañaba su sonrisa. Verla cada mañana era de las pocas cosas que realmente disfrutaba de su día a día. Pero ahora, no estaba más junto a él. Aún por las noches, se recostaba con los brazos estirados para buscar abrazarla, aunque sabía que no conseguía nada. Aunque quisiese conservar únicamente ese recuerdo, los demás la acompañaban. Y no dejaba de amarlos, como sus amigos o hermanos, pero sus muertes le sumaban más dolor del que él podía soportar. Su límite era alto, sí, pero eso ya era demasiado. El frio del invierno solo potenciaba su soledad. Extrañaba el calor de todos ellos, pero debía seguir adelante. Quería seguir adelante.
Hace 10 años
El aula de castigo estaba solitaria. Solo estaban ellos tres. Además de Jane, la llamada "petisa" estaba junto a ellos. Los únicos sonidos que los rodeaban, eran sus uñas chocando con la madera del banco, junto a los de la morocha las sus páginas de carpeta, mientras parecía hacer una tarea o algo. No sabría cómo describirlo, pero una especie de sentimiento, le daba la sensación de que algo malo ocurriría. Llámalo ansiedad si quieres, sin embargo, la actitud de la pelinegra era obvia. Estaba nerviosa. Quería hacer algo, pero se sentía paralizado. No podía moverse de su asiento. No podía hacer mucho. Solo mirar al taburete, pensando irónicamente en cómo le costaba ver. Quizá tuviese algún problema en sus ojos. «No sirvo ni para ver» pensaba entre tímidas y tenues risas. Pero después de eso, notó que la morocha estaba sentada junto a él. Solo le miró de reojo. Estando sentada en su costado, con las piernas cruzadas, aún con la carpeta en manos, se dispuso a hablar.
-Fumar en la escuela. No es normal. -Comentó la chica mirando su libro.
Jayden sin responder, simplemente se encogió de hombros.
-Digo que no es común. Aunque no lo parezca...
-No era mi intención meterme en problemas. Lo siento.
-Lo sé. Se nota. Cuando la gente fuma, va a los baños. Son más privados. También van cuando quieren hacer ciertas cosas...
-¿Coger? -Interrumpió Jane desde el otro lado del aula.
La chica bajó la cabeza junto a un gruñido.
-Si... eso... -Dijo la morocha mientras miraba a la otra- Pero, por favor, habla con algo de más educación. -Respondió cerrando su carpeta, dirigiendo la mirada a Jane.
-Sí, yo agarraría a los que están "procreando" en los baños, o molestando a otros en los pasillos. En vez de a dos chicos que solo querían fumar un poco en la esquina del colegio, sin molestar a nadie. -Dijo Jane acercándose a ella, con cierto tono amenazante.
Sin perder su firmeza, se levantó frente a ella.
-Eso lo intento hacer. Sin embargo, se empieza por lo más pequeño, antes de ir directo hacía lo más grande. -Se justificó- Además, mantén la compostura por favor, yo no hice las reglas.
-Las reglas son una basura, y tu solo las apoyas.
-No es asunto mío. Solo hago mi parte para solucionar los problemas.
-¿Qué insinúas?
-No estoy insinuando nada. Simplemente hablo de hechos.
-Es un hecho de que eres un puto títere. Que solo haces lo que necesitan los maestros para que puedas mantener tus privilegios.
-¿Qué privilegios? Habla con un mínimo de sentido, estúpida.
-¡¿Cómo me dijiste puta de mierda?!
La discusión comenzó a volverse una pelea. Una tensa. Los gritos de ambas se sentían a la distancia, lo que le generaba mucho estrés, porque le recordaba a su padre gritarle. Miraba la madera de su banco como único refugio. De a poco sus lágrimas comenzaron a caer encima de este. Se estaban insultando entre ellas. No le gustaba, no soportaba los chillidos, no soportaba los insultos. No soportaba cuando se los decían a él, menos cuando se los decían entre los demás. Debía detenerlas de alguna manera. Pero no podía. Miraba hacía a Jane y a la otra, quienes de apoco estaban cada vez más cerca entre ellas. Si no las detenía, quizá esa pelea pasaría de gritos a golpes.
-Basta... por favor -Llegó a susurrar tras esforzarse bastante más de lo que parecía. Igual ni lo escucharon. «No lo van a hacer Jayden, no te van a escuchar. Grita más alto»- Chicas... basta, no peleen. Deténganse. -Continuó alzando la voz, pero apenas alguien podría siquiera notar de que estaba hablando directamente con ellas. Sus murmuros apenas se sentían. Estaba por rendirse. Estaba por dejar que ambas continuasen. Pero lo notó. La mano de Jane estaba cerrada en puño. Ese mismo que sangraba, parecía que era obvio lo que quería- ¡Basta!
Ambas lo miraron sobre saltadas por el grito.
-Lo hecho, hecho está. Dejen de pelear... Basta por favor.
Jane miró a la otra. Le escupió encima de la camisa blanca. La otra solo gruñó.
-Nunca cambiarás ¿Verdad Abigail? -Le dijo decepcionada.
Se fue cada una por su lado. Jane le susurró. "Estúpida" mientras se buscaba para limpiarse. Jayden le acercó un pañuelo. Esta no lo aceptó, buscó una hoja propia para hacerlo. Él solo estaba resignado, la miraba con cierta indiferencia, mientras volvía a su asiento. Pero solo revisó sus cosas, antes de ir directo con ella, quien miraba a la ventana, que lentamente comenzaba a dejar caer gotas de agua. La lluvia quizá durara poco, nadie lo sabía.
-Ey... ¿Có-cómo estás?
Ella lo miró con rabia.
-Lo-lo siento por gritar. No quería que siguieran peleando. Ibas a cometer un error si no te detenías en ese momento. Ya es bastante grave que hayamos fumado en el edificio. Si hacías algo peor…
Notó como su mirada lo perforaba.
-Lo siento si te ofendí.
Jane dejó de mirarlo. Miraba detrás de él. «¿Pero qué?» Volteó para entender que le llamaba tanto la atención, y allí estaba. El maestro de matemáticas, uno que compartían de hecho. Ahora, se estaba acercando a ellos lentamente a ellos. «Su mirada» pensó al ver sus ojos. Luego volteó. Vio en ella un porte triste. Estaba paralizada, y a la vez sus pupilas temblaban. Se veía cierta resignación en ella, como si supiese lo que iba a pasar, pero no le importaba.
-Hola muchachos. -Dijo tras posicionarse en el centro del aula- O no... señorita Lee. ¿Usted de nuevo aquí? -Le preguntó dirigiéndose a Jane.
-Me atraparon fumando otra vez. ¾Respondió con la voz más fría que podrías escuchar de alguien.
-¿Otra vez?
-No volverá a ocurrir señor.
-Se la pasa diciendo eso... -Se acercó, y algo brusco la atrajo hacía el él, empujando a Jayden en el proceso- ¿Sabe que fumar mata? ¿Qué genera cáncer?
-Si lo sé pero... -El sujeto le tocó la mejilla- Pe-pero...
-Tendremos una charla ¿Si? Sobre el cáncer, la salud, y… La adolescencia. -Una risa se le escapó de entre los labios- ¿Qué le está ocurriendo en casa que está así?
-E-está bien... Ya lo entiendo. Me merezco estar aquí, por…
-¿Prefiere quedarse castigada? -Dijo súbitamente, con una voz grave- Ya es su cuarta incidencia en este error, señorita Jane Lee.
-¡Maestro! El señor Robinson ha dicho que ella tiene que estar castigada. -Gritó fuertemente Abigail mientras se acercaba velozmente- Debe quedarse.
-Señorita Wilson. Por favor, métase en sus asuntos.
-E-es obligación del señor Robinson... -Dijo interponiéndose entre ambos.
-Entonces hablaré con él luego. Ahora, antes que la castigue a usted, y tengo que llamar a su tía. Quítese, señorita Abigail.
Ambas muchachas, se miraron a los ojos. Los de Abigail estaban frustrados, los de Jane, lloraban con resignación. Aún le sostenía el brazo con fuerza. La pelea de antes se desvaneció en esa mirada. Una quería ayudar, la otra, quería que ese acabase rápido «La herida» pensaba Jayden, resignado. «Quizá esa sea la forma de…» Él se preparó para hablar.
-Señor, la herida...
-¿Qué?
-¡Nada!
Él la miró a los ojos.
-No lo hagas más difícil... ¾Le susurró tomándole de la mano.
Ahí noto la misma mirada. La misma que él tenía cada día.
-Gracias por querer ayudarme... Pero no podré salir de esta... -Esta miró al maestro- Vamos...
-Bien dicho niña...
Ambos salieron por la puerta, tan lentamente, que Jayden sufrió cada paso que daban, cada vez más dejos de poder hacer algo. Se miraban fijo, no podían dejar que ese fuese el fin, sin embargo, ya no podía hacer más. "Gracias por querer ayudar". Esa frase, le golpeó lo recóndito de su mente. «No pude... No pude ayudarla» pensó ahora él. No lloró, solo se quedó acostado en una esquina del aula de castigo. Abigail miraba a la ventana fijamente. Su reflejo se veía deformado por las pocas gotas de agua que habían.
-Creí que... si los traía aquí... esto no pasaría... ¾Dijo ella mientras miraba el húmedo cristal.
-¿Qué dices?
-Me tengo que ir...
Abigail salió del aula antes que él pudiese preguntarle más nada. Quiso ir tras ella, pero Jayden, no podía moverse. Sentía esa parálisis de nuevo «Tengo miedo» pensó, mientras se dejaba caer contra la pared detrás suyo. Suspiró amargado, a la par que trataba de justificarse de por qué no gritó evitando que Jane saliese lastimada. Pero lo único que logró, fue llegar a la conclusión de que sencillamente él era un cobarde. Así que sencillamente, se puso a llorar desconsoladamente.
No solo estaba pasando devuelta, pasaba frente a él, y no pudo evitarlo. Sus ojos, no pedían auxilio, estaban resignados. Era común ¿Verdad? «No sirvo ni para ayudar. ¡Mierda!» comenzó a insultar. Ya el poco valor que él tenía se había desvanecido totalmente. Simplemente, fue a su cartuchera, sacó el sacapuntas, y tras estallarlo contra la pared, tomó la cuchilla, para marcarse una vez en la muñeca. Fue poco profundo, solo fue un corte superficial. Necesitaba sentir ese dolor. Era su castigo por no poder hacer nada. Por ser tan inútil. No servía para nada, por eso ese corte, y los siguientes tres. Fue un merecido golpe de realidad que necesitaba. «¡Inútil de mierda!» pensó. «Ella está sufriendo ahora, porque fuiste incapaz de hacer algo» ¿Qué podía hacer realmente? ni él lo sabía del todo, pero algo, algo debía haber hecho ¿No? No. ya no valía la pena fingirlo. No, él no era un héroe, o una persona medianamente decente. Jamás lo sería. Su familia tenía razón. Solo era un chico amargado, un maricón, un inútil. Pero al menos, ese trauma, le ayudaría. ya había tomado valor, «¿Tenía que pasar esto para que tomases valor idiota?» Antes de poder hacerte un cuarto corte, alguien le jaloneó el brazo. Al mirar adelante, arrodillada frente a él, estaba Abigail, quien le tenía con fuerza agarrado de la extremidad.
-¡Oye! -Intentó zafarse- Suéltame.
-¡Quieto! -Ella tiró con más fuerza- Estás herido.
Jayden miró a su muñeca, notando que él tenía cortes cada vez más profundos. «Parece que se me pasó la mano».
-¿Qué te importa si lo estoy?
-¡A mí me importa! -Su corazón se frenó un segundo- ¡Trae para acá!
-Y-yo... ¿Te importo?
Ella se concentró en sus ojos café, que la miraban con esa particular, pero pequeña esperanza. Era la primera vez que Jayden estaba así.
-No… No perderé a nadie más hoy...
Ella mantenía una servilleta encima de su muñeca. Él no dejaba de mirar a sus ojos. Ella además del papel, tomó cinta adhesiva, y la amarró en su brazo, creando una gaza casera.
-Ve a la enfermería. Si no vas tú, te llevaré a rastras, pero esas heridas deben cuidarse. ¿Está? -Dijo Abigail, mientras lentamente alejaba sus manos de Jayden
Pero él no supo por qué, pero tomó su mano, y la acercó a su mejilla. Ella no se resistió. Se miraron fijo sin decir una sola palabra. Ambos mantuvieron la compostura.
-Ese... ese hijo de puta... -Abigail comenzó a hablar tras correr la mirada de él- Viene haciéndole eso a Lee hace semanas. No es el único...
-De quienes…
-De los maestros… Pero no podemos hacer nada... Tienen demasiado poder... Aún… -Abigail sacudió la cabeza, y con un tono de voz decidido- Pero la sacaré de esta. A ella a miles más. Lo prometo… -Jayden no respondió, solo miraba fijamente a la otra chica.
-Yo... gracias. Desearía poder ayudarte... pero hoy...
-¿Hoy qué?
-Nada. Gr-gracias por la venda.
-No hay de qué... Ahora, te llevaré a la enfermería…
-No hace fal…
Abigail manoteó la camisa de Jayden, y se lo llevó del aula.
Actualidad
Una escuela, un hospital, un lavado de autos. En todos esos lugares, comenzó a dejar los sobres, bajo un nombre falso, cabe aclarar. No sabía de qué se trataba. Al menos logró terminar antes de lo esperado. La verdad, él no era un sujeto indiferente, realmente le importaba lo que hacía. Sin embargo, aún necesitaba terminar para obtener su respectiva recompensa. No podía confiar del todo en Samuel. Aún le tenía algo de resentimiento por el disparo del hombro. Conocía a Dake, y si bien era una ventaja, sabía que era una amenaza para él si llegaba a ser una trampa ¿Y si estaba sobornando criminales?, ¿O buscaba una forma de hacer tiempo, así atacarlo por la espalda en algún momento? Opciones válidas. «Creo que la cagué confiando tan ciegamente» Aun así era la única pista que tenía, así que por más alerta que esté, era de momento, lo único que podía hacer.
Tras acabar, fue con él al anochecer al mismo lugar.
-¿Está todo lo que te pedí?
-Si, entregué los sobres.
-Excelente... Excelente. -Sonrió. Estaba feliz, realmente feliz- Lo logré. Finalmente, lo pude hacer. -Dijo Samuel acostándose contra la pared
-Realmente quieres huir. -Comentó Jayden.
-Si... finalmente. -Soltó unas risas- Estoy muy feliz enserio.
-Se ve…
Samuel lo miró y sonrió
-Si no hubiese tenido nada, o información falsa… Me hubieras ayudado igual, ¿No?
Jayden miró a los costados.
-¿Por qué lo dices?
-La información que te dije antes, ¿No crees que es muy general dentro de todo? -Samuel soltó una risa- Aunque no lo creas, aún eres un buen sujeto Miller. Si no tuviese todo el contexto, yo no creería en tu palabra.
-¿Todo el contexto?
-Eres uno de esos M.V.J.J lo sé. Eres un tipo caritativo y amable.
-Ja, dicen que el enemigo de mi enemigo, es mi amigo. ¿No?
Samuel hizo un gesto de aprobación con la mano
-¿Dake es tan peligroso? ¿Tanto para querer huir?
Samuel dejó de sonreír, y mientras caía contra la pared respondió a su pregunta.
-Mucho más de lo que crees. Pero no huyo por eso.
-¿No?
-Yo fui soldado. Ya te dije. Luché y me retiré antes de los treinta… Pero una vez llego, tras vivir un infierno en la tierra, esperando que el mundo te agradeciese… Pero todo... todo me recuerda lo que hice allí.
-Me lo imagino.
-Luchas por un país, por defender tu patria, pero... No puedes creer que las cosas estén así en el presente. Todo tan... arruinado. Llegas a preguntarte si luchaste por nada -Se explicó Samuel con amargura.
Jayden mirando al cielo se quedó en silencio, simplemente intentó poner su mano en su hombro, pero algo dentro de él lo detuvo.
-Dake piensa igual que yo. Cada maldita palabra que dije, Salió también de su boca. Pero... Él si va a hacer algo por eso.
-¿Qué?
Samuel lo miró fijamente, y con la sinceridad más absoluta posible.
-Tomará el control del país. Lo reformará a su forma de ver el mundo.
-¿Cómo? ¿Con un golpe militar o algo?
-Na, fue soldado, y tiene contactos en el ejército, pero ninguno de nosotros quiere apoyarlo... Okey, yo lo hice por un tiempo, pero vi en que se está convirtiendo, y me hice a un lado. Ya es tarde para que pueda hacer algo, lamentablemente. -Samuel se tomó un segundo, mientras aceptaba lo que estaba por decir- Dake es Daniel Arthur. El alcalde.
-¿Tienes pruebas? ¿Cómo hago para creerte?
-Como te dije antes, él te odia, y quiere acabar contigo... Piensa, ¿Quién más tiene el apellido Arthur?
-Es un apellido común, es imposible que... ¾Se detuvo¾ O no... No puede ser...
-¿Ves?
Jayden se quedó tan atónito, que tuvo que recostar su espalda contra la pared. Siempre estuvo allí. «Él no... Él no puede ser...».
-Yo... los conocí a los dos. A Daniel, y a Lu... ¾Antes de terminar la frase, un disparo atravesó la cabeza de Samuel.
La sangre le cubrió los ojos por un segundo. Se tambaleó hacía atrás, antes de correr hacia atrás de un auto, de milagro, porque un segundo disparo golpeó contra el techo de este mismo, una vez se agachó en esa cobertura. Buscó en su abrigo su propia arma, mientras trataba de defenderse, pero antes de poder salvarse, el golpe del mango de la pistola del contrincante lo derribó. Tratando de respirar, recibió otro golpe que lo dejó boca arriba. Allí pudo ver a su atacante, quien detrás de una pistola, sonreía maliciosamente.
-Te dije Miller. El pasado siempre te alcanza.
-Hijo de puta...
Disparó, pero el ataque de un policía, provocó que este disparo se desviase lejos de Jayden. El disparo había alertado a uno que estaba cerca patrullando. ¿Cuántas eran las posibilidades de que eso ocurriera? Pocas o muchas, Jayden estaba en el suelo aturdido, y con una costilla rota. Pero el sonido del forcejeo entre el policía, demostraba que eso no iba a acabar bien. Tomó las pocas fuerzas que tenía para poder atacar, ya que German ya lo había derribado, e inmovilizado, mientras apuntaba con un arma su cabeza. Sacando la suya propia, apuntó y comenzó a gritar.
-¡Baja eso German! -El tipo alzo la mano sin el arma.
-Vamos Miller. ¡Ambos sabemos que eres incapaz de dispararme! -Dijo con un tono burlón.
-Quizá no te mate, pero no te dejaré caminar.
-¡Ja! Eres un ingenuo... ¿Crees capaz de hacer algo? ¡Ya te lo dije dos veces! ¡Samuel no lo entendió ¿Tu sí?!
-Baja el arma, última oportunidad.
El silencio que se plantó luego. Ya no se oía más que la lluvia a sus alrededores. Luego, la risa aterradora del viejo.
-No... No tienes valor niño. Estás temblando Miller. Serías incapaz de bajar el gatillo, aunque tu vida dependiese de ello. ¾Dijo una vez más burlón¾ Déjame hacerlo por tí.
German puso el arma en su cuello, y antes de que Jayden pudiese reaccionar, se disparó, destrozando su tráquea, cayendo al costado del policía. Jayden corrió a este último, ayudándolo a levantarse, y asegurándose de que estaba bien. Luego miró la escena. El viejo caza recompensas, sonreía. Lo había logrado. Irónicamente, fue una frase para ambos. German logró acabar con una última presa, y Jayden, confirmó la información. Dake, era Daniel Arthur, y había cometido un grave, grave error.
Hace 10 años
El ruido de las campanas para alertar a los alumnos para salir. Le costó levantarse, e irse rumbo a la entrada. Estuvo en la enfermería unas horas, mientras se aseguraban de que no estuviese demasiado jodido. Entonces, de golpe, literalmente, recibió un golpe de Connor en la espalda quien le recordó su plan de salir al parque, y la verdad, que, por primera vez en mucho rato, sonrió de alegría.
Juntos se fueron al parque más cercano a la preparatoria. El día había mejorado, y aunque eso era relativamente normal, todos parecían haber aprovechado el clima para salir alegres a la calle a tomar aire. Por eso, ambos fueron rumbo al centro de todo, para sentarse bajo un árbol que allí daba sombra. Connor había traído cerveza. Jayden nunca había tomado, pero siempre había una primera vez. Tomó la lata, para lentamente, empinarse la bebida gaseosa. El sabor le pareció asqueroso en un primer momento, luego el sabor comenzó a sentirse más placentero. Sabía que si bebía mucho se embriagaría, así que solo tomó una. Quizá era la forma más fácil para empezar a socializar de a poco.
Comenzaron a hablar de todo. La vida, el cine, los videojuegos. Los libros que leían. Todo lo que ellos disfrutaban. De alguna manera, Jayden dejó de pensar en todo lo que los rodaba, para comenzar a alegrarse genuinamente de todo lo que estaba pasaba en esas dos horas que pasaron entre amigos. Mientras ambos pasaban el día con pura tranquilidad. Era la primera vez que salía con un amigo. Era la primera vez que él podía llamar a alguien amigo. Connor era amistoso y bastante carismático. Lo gracioso, era que rara vez ellos hablaban de sus vidas personales, pero de algún modo, no importaba. Solo vivían ese momento de tranquilidad, mientras de a poco caía el atardecer. «Quizá con una bebida ya estoy ebrio. La estoy pasando demasiado bien» Pensó.
-¿Jayden?
Su corazón se heló. "Otra vez no".
-Jayden Miller. Que justo encontrarte. ¾Dijo Christine.
-¿Quién eres? -Preguntó Connor, mirando a la mujer tras notar que Jayden se veía asustado a la par que trataba de no desmayarse.
-Soy una vieja conocida de Jayden.
-¿Es eso cierto amigo?
Se tomó su tiempo para responder. Solo sacudió la cabeza.
-Si-si... la co-co-conozco.
-Estás tartamudeando otra vez. ¿No que solo te pasaba con personas que no conocías?
-N-no s-se que pa-pa-pasa. No te pr-pre-preocupes.
-Ese tartamudeo... -Susurró la mujer, mientras miraba, refregando sus manos- ¿Podemos hablar en privado un segundo?
Su corazón se paralizó.
-Yo-yo... Estoy con un amigo... No-no puedo dejarlo solo...
-Insisto Jayden. Tenemos que hablar... -Insistió Christine algo hastiada por la insistencia del otro joven.
-No pasa nada Jayd, yo me alejaré un poco, no te preocupes...
-¡Connor! -Le rogó Jayden.
Connor se acercó y le susurró al oído.
-No me iré lejos. Tranquilo, observaré desde la distancia.
Connor se alejó hacía unos árboles más atrás de forma silenciosa. Mientras ella se acercaba más, Jayden se levantó y se quedó lo suficientemente alto como ella. Se miraron fijamente. Ella le miraba con frialdad, y Jayden con terror. Aunque, ya no estaba siendo aterradora como lo fue antes, por momentos recordaba su respiración aterradora, junto a sus ojos agresivos que le miraban con lujuria, o deseo, aunque rozando el odio. Su cabello rubio estaba peinado, además de lejos. Ya no le molestaban al rostro. Ahora, con ese color verde, le miraba con apatía, bien vestida, no como si fuese una loca desquiciada.
-Entonces... -Comenzó hablar- La que me hiciste pasar, Jayden. Ese golpe que me diste me dolió por días... -Se frotó la mejilla- Y yo que fui tan amable contigo, y tan... juguetona. -Soltó una carcajada entre labios.
Jayden miraba el suelo, cada palabra que ella dice tranquilamente. Solo quería que se vaya, pero estaba paralizado. «¿Siempre me voy a sentir así cuando tenga miedo?» Se preguntó Jayden
-Pero, estar entre periodistas, policías, personas, todas que te rodean queriendo detalles de lo ocurrido, es tan agotador. Aún más doloroso que el golpe que me diste... Lo irónico es que me apoyan ¿Sabes? No me voy a imaginar lo que debe ser para ti... -Dijo insinuando lo obvio¾ Pero creo que ya fue suficiente castigo...
-¿Castigo?
-Por busca famas...
-N-no... ¡No soy busca famas! ¾Gritó, dejando de mirar al suelo, poniéndose en pie de guerra, dejando su parálisis anterior.
-¿No? -Preguntó amenazante
-Tu... tú abusaste de...
-¡Cállate! -Gritó acercándose peligrosamente a su rostro.
Se quedó helado. Ese grito, ese maldito grito, despertó todos esos recuerdos horribles. Ya lo tenía dominado. Volvió a mirar al suelo.
-Retomaré... Te daré la posibilidad de disculparte por todo lo que me hiciste pasar. A mí y a tu familia, que sé que le has hecho pasarle terrible. Te daré la oportunidad, incluso ahora que te tratas de levantar en mi contra. ¿Qué dices? ¿Al fin vas a aceptar mi amabilidad, o seguirás empecinado a que eres la victima de alguna manera?
Jayden no respondió rápidamente, dejó pasar unos segundos mientras aún miraba al suelo, a la par de que procesaba lo que acababa de pasar. El sonido del viento a su alrededor, sumado al de los niños gritando y jugando. Christine le seguía observándole altanera. Él apretó el puño con rabia «No, no lo voy a permitir» Pensó «No me van a faltar al respeto más» continuó. Alzó la cabeza, pero estaba ella. Volvió a ser así. Aterradora, tapando el sol con la cabeza, se sentía pequeño frente a ella, se sentía débil. «¿Tengo respeto que defender?» se contradijo. «Tengo que decidir. Pierde el miedo, haz lo mejor»
-Yo... -Preparó la voz- Yo... -Apretó otra vez el puño, con aún más fuerza- Yo... -Ya dejó de apretar- Lo siento, señorita Christine. No... no debí hacer escándalo, con su bondad. Es posible que... nadie nunca me prestase la atención de esa forma... En especial con mi forma de ser, tan... patética.
Una sonrisa se dibujó en sus labios de Christine. Había ganado, y era más que evidente que disfrutaba eso. El dulce sabor de la victoria, había llegado a su paladar, que se relamió antes de hablar.
-No digas eso Jayden. Si eres atractivo, solo que no cualquiera puede notarlo. Yo lo hice, quizá nadie más lo haga, ¡Es una posibilidad! -Explicó velozmente- Pero por otro lado, excelente. Ni siquiera tartamudeaste. Me sorprendes. -Se acercó y acarició su mejilla- Quizá más adelante podamos volver a hacer ese juego. De todos modos, si no haces ese escándalo de nuevo, podemos hacer las cosas donde las dejamos ¿No?
-De-de acuerdo...
-Bien... Esta semana está bien. En mi casa ¿Vendrás?
-S-si...
-Muy bien... No harás escandalo ¿No?
-No señorita... nunca más...
-Excelente. No vemos, Jayden...
Se fue despacio detrás de él, mientras tocaba su hombro hasta el último segundo. Jayden permaneció paralizado, mirando al horizonte. «¿Acabó?» se preguntó mientras algunas lágrimas comenzaban a recorrer sus mejillas. «¿Qué hice?» Connor se acercó, para preguntarle que pasaba, pero la frialdad de su corazón se transmitió en todo su cuerpo. No hacía nada, solo comenzó a sentirse vacío, únicamente. «¿Gané? Esto no se siente como una victoria» Se fue caminando lentamente hacía la parada de colectivo. Esperó unos minutos «Al menos mis padres estarán en paz de una vez». Se subió. El colectivero no le conocía. Era la primera vez que tomaba ese transporte. Tomaría un viaje que jamás había tomado antes. Uno diferente.
Se detuvo. Bajó. Notó que estaba solo. Por primera vez en todo el día, estaba totalmente solo. Raro, los puentes solían llenarse de autos a esa hora. Igual, si alguien estuviese, nadie se detendría por él. Se acercó lento al a barandilla del otro lado de la calle. Miró hacía el agua que estaba abajo de este. Era mínimo treinta metros. «¿Son suficientes?» se preguntó. «Si no lo son, tampoco haré mucho para salir si no acaba todo al llegar al fondo» Suspiró, antes de treparse al otro lado del puente en cuestión. Se agarró con los brazos desde la espalda.
Solo un movimiento, para dejar que la gravedad haga el resto. Era lo que faltaba. No lo soportaba más. Callar. Era su rutina. No merecía hablar. No merecía decirle nada a nadie, de todos modos, ya no valía la pena decir nada. Solo era un maldito tartamudo y miope. De milagro una mujer como esa se fijó en él. Él estaba mal, él estaba mal por no aceptar que así funcionaba el mundo. Así funcionaba su mundo. «¿No lo soportas Jayden?» pensó, «Si no lo resistes, ríndete...» Continuó, sintiendo como el fondo del agua se veía tan deseable, «Solo ríndete» se alentó. Ya estaba únicamente agarrado con los dedos, balanceándose, a nada de poder acabar.
-Ey... No creo que quieras hacer eso, amigo...
Jayden miró de reojo atrás. Un hombre de cuarenta y tantos se había acercado. Su auto estaba estacionado detrás de él «¿Cómo no lo escuché?» se preguntó.
-Si llegas a soltarte, cometerás un gran error chico... ¿Cómo te llamas?
Jayden no respondió.
-Yo trabajo en tu escuela. Soy el psicólogo. Me llamo Charly. Charly Robinson. ¿Cómo te lla...?
-Por favor, vallase. Déjeme hacer esto solo.
-Y ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a acabar con todo? ¿Vas a rendirte, así como si nada? ¿Vas a acabar con diez y siete años nada más?
-No vale la pena. Yo- yo no sirvo para nada...
-¡No digas eso! ¡Todos somos útiles amigo! Solo, estás en un mal... muy mal momento. Pero no es el fin, todos sufrimos, pero no puedes rendirte...
-Basta... déjeme... por favor.
-No lo haré. Escucha…
Charly se acercó lentamente, Jayden entró en pánico
-¡Si se acerca más saltaré!
-¡Wow wow wow! Calma... No me acercaré, pero por favor, dime cómo te llamas.
-Jayden. -Dijo en un suspiro- Me llamo Jayden Miller.
-Ah... ¡Jayden! Si te ubico... -Aceptó- Jayden ¿Por qué estás aquí? ¿Qué te ocurre?
-Ya le dije... Soy inútil. Merezco morir, por ser incapaz de...
-¿De qué? Todos tenemos fallas, es común. No te preocupes. ¿Tus padres te cargan mucho?
-¡Ellos me odian!
-¿Por qué Jayden?
-Ellos... ellos... Nunca les importé, solo... Déjame morir, ¿Por qué no me dejas en paz?
-Porque no quiero que hagas una locura.
-¡No es una locura! Solo quiero acabar con todo... Váyase, si no lo hace, caeré ya.
-Pero si me voy te tirarás igualmente.
-¡Largo!
Charly suspiró, miró el cordón y se sentó a espaldas de la escena.
-¡Váyase! Si intenta algo, yo, yo...
-No Jayden, no voy a atajarte ni nada, solo... Déjame contarte algo... -Charly sacó de su bolsillo una foto. Era de una niña, junto a él- Ella era Rebeca. Era mi hija, mi niña arcoíris especial. Amaba la música, los deportes. Los chicos. Ja, recuerdo que mi mujer solía contarme de los chicos de los que le hablaba ella cuando yo no estaba... Pero... Sufría Jayden, de bullying, de acoso, de muchas cosas de las que nunca sabré, porque ella, aquí mismo, saltó de la barandilla. Estuvo hospitalizada por dos días, antes de morir. Ella sufrió sus últimos dos días, todo el dolor de aquella decisión a la cual yo no ayudé evitar. --Hizo una pausa, mientras volvía a levantarse- ¿Crees que el dolor se va una vez saltas? El dolor se va hacía otros, Jayden. A mí, y a mi mujer...
-¿Qué ocurrió con ella, con tu mujer?
-La siguió en el mismo camino... Intentó irse con ella, hasta que me dejó, y se fue. Ni si quiera sé dónde está.
-Lo siento, pero... yo... No tengo a nadie. Mis padres me odian, mis hermanos también.
-¿Y Connor O'Neill? ¿No es tu amigo?
-Eso no... No tiene nada que ver...
-Es tu amigo, ¿Qué hará sin ti?
-Puede buscarse a otro amigo, uno con ganas de vivir.
-Pero el dolor que sentirá es terrible, ¿Quieres que eso ocurra?
-¡Basta!
-Jayden... Por favor... dime que ocurre.
-¡Ya le dije!
-No, no lo hiciste. ¿Por qué eres un inútil, si tus padres te odian?
-Yo... yo...
-Por favor Jayden...
-¡Me violaron!
Un silencio se plasmó entre ambos, su rostro ya estaba lleno de lágrimas, y su garganta se desagarró con el grito.
-Una maestra de mi preparatoria anterior, te acorraló y me amenazó a arruinarme la vida. Me golpeó, me rasguñó, me ahorcó... Casi me mata... Yo nunca había tenido relaciones, y ella se aprovechó de que estaba vulnerable. Mis padres me odian por intentar hacer público el asunto y poder hacer que ella pague, pero nunca pasó, mis padres no me apoyaron, y todos le creyeron a su historia... ahora me odian porque no ser capaz de cerrar la boca... Me merezco morir, porque soy incapaz de aceptar que yo no valgo nada, porque no soy capaz de cerrar la maldita boca... Yo...
-Jayden, tu mereces justicia. Tu mereces, que tu voz sea escuchada. ¡Tú mereces paz Jayden! -Gritó Charly, quien había logrado acercarse más de lo que esperaba en todo su discurso- Por favor, no te rindas. No eres el único que sufre estas cosas. Sé que sabes de alguien más en la misma situación. Sé cómo ayudaste a Jane hoy, y aunque no hayas logrado nada, hiciste lo que muchos no lograron. Pero, ayúdate a ti, para que otros puedan ser libres del mismo dolor. Jane o quien sea.
-Pero yo...
-¡No eres un inútil! Solo necesitar sanar...
Charly estaba detrás suyo, estiró su mano, frente a Jayden, quien miró hacia atrás por unos segundos.
-Solo, dame la mano. Yo te ayudaré, yo te haré salir adelante, y juntos, ayudaremos a otros. Vamos Jayden, solo toma mi mano.
Se miraron fijamente a los ojos. Esa era su decisión de vida o muerte. Un paso hacia atrás, y todo acabaría, uno adelante, y empezaría todo donde lo dejó, ¿Iniciaría de nuevo? ¿Valía la pena seguir intentando? Era la pregunta, pero por primera vez en años, Jayden, confió y tomó su mano.