Actualmente
Era recién de mañana, pero Jayden se sentía demasiado furioso. Aunque fue para bien, ya que esa ira, le daba suficiente fuerza para poder levantarse de una buena vez, e ir detrás de Daniel Arthur. Dake. El asesino de su esposa.
Era un sujeto extremadamente poderoso, políticamente hablando, o incluso en otros ámbitos. El maldito alcalde estaba en contra suyo. Uno que, además, tenía control del crimen. «Nunca la tengo fácil, la puta madre» Pensaba, mientras trazaba el plan para atacarlo. Y aunque pareciera que todo estaba en su contra. Jayden tenía un arma a su favor. O más bien. Un nombre, una persona. Alguien de su pasado. Y pese a sus esfuerzos de no tener que hacerlo. Debía volver a él. «Cometiste un error Dake. El ultimo».
Jayden, tomó su arma, y su abrigo. Salió del departamento, bajó las escaleras. Salió del edificio. Estaba por salir. Pero cuando lo hizo, notó que un auto estaba esperando por él. «Mierda». Se bajó la ventanilla.
-Subete. -Dijo la persona de adentro.
-¿Estoy arrestado Blair? -Preguntó irónico, mientras manoteaba el mango de su arma como instinto «No puedo confiar en nadie»
-Solo sube. -Reiteró la pelirroja abriendo la puerta del vehículo.
Jayden gruñó, pero finalmente se subió junto a ella. Dentro ya, no dejó de estar alerta, en caso de que algo saliera mal. Por ende, que alguien lo traicione.
-Supongo que vas buscar a…
-Si. Voy a buscarla. Emily Villenueve. -Interrumpió él.
-¿Qué tienes de ella? -Preguntó la pelirroja.
-Es la ex de Dake. Y aparentemente la madre de su hijo.
-¿Lo conociste? -Cuestionó ella tras que el auto iniciase marcha.
-Ya te dije. Debí conocer a su hijo de joven.
-"¿Debí?" -Repitió sus palabras- ¿No estás seguro?
-Algo así. No estoy seguro de quien es exactamente. Tengo varios candidatos de quién podría ser, pero necesito cerrar mis sospechas interrogando a Emily.
Blair apretó el puño.
-De acuerdo. Iré contigo. Tengo el día libre, así que no hay nada más que quiera hacer. -Dijo fríamente Blair, quien no dejaba de revisar los espejos, asegurándose de que nadie la siga.
-Bien. Admito que necesitaré a apoyo. -Aceptó el miope- Sobre todo si es alguien más…
-¿Peligroso?
-Si.
-Gracias por el alago.
Hace 9 años
Charly y Jayden estaban cerrando los términos de ese mes. Cada día más chicos salían mejor que cuando entraban. Se creía imposible, pero se lograba cada día más. Además, las donaciones que recibían eran cada día mayores, por lo que podían expandirse, pagarles a verdaderos psicólogos. Básicamente, mejores ayudas en general para los jóvenes. Era una verdadera victoria para todos ellos. Un logro inmensurable, sobre todo para la mente del joven.
-Bien amigo. Estamos listos ya. -Dijo Charly, dejando los papeles en el escritorio, para luego soltar un largo bostezo mientras se inclinaba en su silla.
-Si. -Aceptó Jayden, abriendo la ventana para dejar que corra el aire- Es increíble, jamás pensé lograr el trato con la policía, para que nos traigan chicos detenidos. Todo lo que hacemos está cobrando sus frutos.
-¡Ah sí! Sobre eso… -Mencionó el mayor.
-¿Qué?
-Justo llegó una chica traída por ellos.
-¿Por los policías? Excelente… -Se detuvo para analizar el lenguaje físico de su mentor- Pero por tu cara, noto que no está muy bien la cosa.
-Es una chica de tu edad. Pero no habla con nadie desde que vino. Los oficiales solo la escucharon decir: "Lo siento" todo el viaje de regreso. Se ve que es una persona retraída y se siente realmente culpable. -Charly bajó la cabeza- ¿Puedo contar contigo para encargarte y anexarla a tu grupo?
-Por su puesto. ¿Podría servirme para enseñarle a Jane a ser consejera?
-Créeme. Este será un caso complicado. -Pareció advertirle.
-¿No me tienes fe? -Dijo con una pequeña risa, en tono de desafio.
-No estoy diciendo eso, amigo… De hecho, hay otra razón para que decidiera no habértelo dicho antes…
-¿Cuál?
-¿Cómo te has estado sintiendo Jayden?
El chico inclinó la cabeza a la izquierda.
-¿Bien? -Soltó unas carcajadas- ¿A qué viene la pregunta?
-No has estado yendo a tu propia terapia. Los chicos mencionaron que has estando pasado menos tiempo con ellos últimamente… Y has vuelto a fumar.
-No eh vuelto a fumar… A Abigail no le gusta el humo.
-¿Y tu relación con ella?
-Bien. Estamos felices… -Se tomó un segundo- Simplemente… Estoy bien.
-Jayd… ¿Qué ocurre?
-Charly, estoy bien. Enserio. -Dijo moviendo la cabeza a los lados, no queriendo mirarlo a los ojos.
-Amigo, mentirme no te servirá, conozco tus tics. -Se acercó y puso su mano en su hombro- No puedo obligarte a hablar. Pero sabes que tú también necesitas tener tiempo para ti.
-Lo sé…
-¿Tus padres?
-Como siempre… Como si nada hubiera pasado…
-Mhm… Está bien. -Charly se apoyó en el escritorio- ¿Puedo confiarte a esta chica entonces?
-Claro. Confía en mí.
-Sabes que lo hago.
Jayden caminó hasta la puerta. Tomó con la mano el picaporte.
-Pero sabes que debes cuidarte a ti también. O podrías lastimar a otros.
Miró atrás.
-Lo sé.
Jayden salió dejando salir algunos gruñidos. «¿Qué le pasa a Charly hoy? Estoy bien carajo»
Actualmente
Blair y Jayden llegaron a la casa en cuestión. Salieron del auto. Él se quiso prender un cigarrillo. Blair se lo tiró, mientras decía "No". El joven suspiró y caminaron a la puerta. Tocó la puerta la madera para acto seguido ponerse a su lado cruzada de brazos.
-¿Tienes un plan? -Preguntó el miope.
-Siempre. -Respondió altanera.
-¿Segura?
-Obvio. Por eso estás aquí. Tienes más tacto que yo.
-Que graciosa. -Se burló.
Finalmente, la puerta se abrió. Una mujer de unos cincuenta y tantos les miró con desprecio de pies a cabeza. Gruñó.
-¡Malditos cobradores! -Exclamó extrañamente alto, haciendo gestos amenazantes con la mano- ¡¿Por qué no me dejan en paz?!
La mujer se metió adentro de la casa, mientras agitaba la mano en alto para que la siguieran. Los dos se miraron confundidos. Se hundieron de hombros, antes de seguirla. Pero una vez dentro, notaron que había marcas hechas con cinta en el suelo. Parecían señalizar alguna especie de "limite". No tardó mucho en volver la mujer para seguir gritándoles.
-¡No se pasen de la línea! -Miró detrás de ella- ¡Y ni se les ocurra hacer ruido, que mi niño está dormido!
-¿Entonces por qué grita? -Preguntó la pelirroja.
-¡Ya me escucharon! -Reiteró la mujer.
Blair y Jayden se miraron todavía más confundidos.
-Detrás suyo están parte de mis ahorros. Tomen eso y luego les doy lo que falta. Ratas asquerosas. Ya les traigo los putos papeles…
-¿Qué papeles? -Preguntó Jayden mirando cómo se iba.
-Ni idea. Esta vieja parece estar completamente loca o desconectada de la realidad.
-Mm… No me sorprende ¿Sabes? -Dijo Jayden.
-¿A qué te refieres?
-El chico en cuestión no se llevaba bien con ella. No me sorprende teniendo en cuenta que… -Dijo Jayden mientras volteaba. Pero entonces, algo le detuvo de seguir diciendo su hipótesis.
-¿Y…?
-Blair… Mira… -Susurró, mientras la guiaba con la mano para que se diera vuelta.
La pelirroja volteó. Un escalofrío le recorrió la espalda. Por instinto, tomó su arma al igual que el miope. «Esto no… No puede ser» Pensó él. Miró detrás de ellos. La mujer estaba firme, a la par que se ponía el dedo en los labios. La inscripción que encontraron en la pared era bastante clara. "Dake está escuchando" Blair miró a Jayden, que pasó del miedo a la ira. «No, no me libraré de él»
El miope vio que la mujer le acercaba un conjunto de papeles. Los miró. Estos tenían pocas palabras en ellos. Los tomó para leer lo que decían. "Puso cámaras. La cinta marca hasta donde llega su visión. Hablen bajo para que no reconozcan sus voces. Escriban". Volvieron a verse. Blair sacó una lapicera de su bolsillo.
-Por favor señora. No se crea. Solo hacemos nuestro trabajo, no tiene porqué ser descortés -Dijo Jayden, mientras Blair escribía.
Tras unos segundos, ella levantó el papel. "¿Hace cuánto?" decía.
-Desde que estoy aquí me están rompiendo las pelotas.
Blair tomó la batuta. Miró la cinta en el suelo, y comenzó a caminar por el contorno de la misma.
-Denos lo que buscamos señora. Será simple. Así nos iremos.
-¿Qué más quieren?
-Su familia… ¿Está aquí? -Preguntó sutil Jayden.
La mujer se tomó un tiempo. Suspiró.
-Soy divorciada. Mi marido desapareció y… Mi hijo Lucas… Murió hace algunos unos años.
Blair negó con la cabeza. Se acercó a él. Le susurró.
-Ella parece no ser.
Él le devolvió la mirada.
-Señora… Cual fue la causa de muerte.
-No quiero hablarles de eso a ustedes, malditos locos de mierda. ¡Y metidos para colmo!… -Exclamó a los gritos, mientras les tiraba un periódico por la cabeza.
Blair, instintivamente lo tomó en el aire. Jayden lo señaló con el dedo, en una zona marcada con resaltador. Ambos leyeron la portada. Se tomaron un segundo. El título en cuestión, anotaba de la peor tragedia "Alumno comete atentado escolar y acaba con su vida tras llevarse la de otros diez alumnos". Miró a la pelirroja. Suspiró.
-Si es él, Blair. -Dirigió la mirada a la mujer una vez más- Muchas gracias señora.
-¡No quiero tu gratitud, enfermo! -Exclamó una vez más, mientras se limpiaba una lagrima- A-asegúrense, de hacer que esto no vuelva a ocurrir. -Suplicó.
Jayden tomó aire e infló pecho.
-Se lo aseguro. Señora. -Dijo con seguridad.
Jayden salió de la casa caminando ligeramente. Tuvo que exhalar todo el aire que pudo después de tanto estrés. Comenzó a temblar, mientras estaba tratando de no caer en pánico. Una catarata de sentimientos lo inundaban. Alegría por tener una prueba irrefutable, odio a Daniel, tristeza por la mujer, etc. Pero lo peor, era recordar ese trauma de antaño. «Esto, esto demasiado para mí». Se prendió un cigarrillo lo antes posible, mientras se escondía tras el auto por el riesgo de que haya cámaras de seguridad afuera de la casa «Debí haber pensado eso antes entrar» se dijo mientras pitaba el pucho. Blair llegó. Su rostro parecía mostrar cierta furia. Debía estar enojada por no tener la información real sobre el plan del miope.
-¿Desde cuándo sabías el verdadero nombre del hijo de Dake? -«Lo suponía»
-Hace unas semanas. Un… digámosle informante, me dio el dato. Él me odia por él. Por lo que pasó con Lucas.
-Eso ya lo sabía. Me lo dijiste hace unos días.
-¿Entonces por qué te enojas?
-Porque me diste un nombre falso.
-Es solo un nombre.
-¿En qué más mentiste?
-¿Me cuestionas Blair? ¿Justo tú?
-No te pongas en ese plan. ¡Estamos juntos en esto Jayden!
-¡No lo estamos! -Gritó levantándose y poniéndose frente a ella- Yo… Yo estoy mejor solo. Y sobre todo, mejor sin ti. -Dijo bajando los humos, y retrocediendo.
-Si… ¿Y qué pasó con eso de "Cuando estás en el fondo, solo quieres subir, pero vale más la pena si subes y hay alguien esperándote"?
Jayden le miró con rabia. Gruñó.
-No uses mis palaras en mi contra… -«Además, si todos salen heridos, no lo vale»
-Jayden, escúchame. No podrás solo. Intento darte una mano para resolver esto, pero no me lo haces fácil.
-¡No te pedí ayuda!
Blair gruñó. Alzó las manos. Pateó la rueda del auto.
-¡¿Por qué te cierras así?!
Jayden comenzó a temblar. Una lagrima se escapó de su ojo. Se miró las manos y notó esas señales. Vio que la expresión de Blair cambiaba. Parecía darse cuenta. Él sacudió la cabeza.
-Déjame en paz River.
Blair suspiró. Se sentó a su lado.
-Se que tienes miedo a que…
-Déjame en paz.
-Deja que te lleve.
Jayden suspiró, mientras notaba que el temblor se detenía de a poco.
-Déjame en mi casa como mucho.
Hace 9 años
-Ey… Hola. -Dijo Jayden mientras se acercaba la joven que estaba sentada.
Vestía un gorro de lana. Ropa negra. Un rostro lleno de pequeñas marcas. ¿Golpes? «Viste de ladrona» pensó mientras se sentaba.
-Te trajo la policía… -Dijo en voz alta, mientras recordaba todo lo que le había dicho Charly- Bueno, eso ya lo sabes… Robaste una tiendita.
La chica permanecía mirando el suelo. Tosía como mucho de vez en cuando.
-Oye… No tienes cargos en contra, ¿Si? Solo quieren que asistas aquí de vez en cuando, así podemos ayudarte a que no tengas que volver a eso.
La chica alzó la mirada. Sonrió. Fue la sonrisa más dulce que Jayden vio. Jamás sintió tanta lastima.
-Soy Jayden. Seré tu tutor mientras estés aquí ¿Si? -Seguía sin obtener respuesta alguna- ¿Cómo te llamas?
Aún nada. Se estiró. «Esto va a ser largo» pensó. Y así pasó la primera de varias sesiones sin éxito con Melisa.
Jayden estaba mirando a la calle. El joven tenía su café mañanero, pero no lo había ni tocado, ya que sabía que sumar cafeína a su ya atormentada cabeza no sería una buena idea. Lo que claramente pasaba era que no podía dejar de pensar en esa chica. Para ese momento, ya había tenido tres sesiones ya, y ni un avance había logrado conseguir. Ya tres semanas de charlas sin un fin claro. Sabía que ella necesitaba ayuda. Lo veía en su mirada, pero no sabía cómo dársela. De todos los que atendió y que atendía, era la única a la que no había podido sacarle nada en tanto tiempo. Se sentía frustrado. Le tenía que dar platica hoy, así que no había forma de poder pensar claramente en que podía hacer. Se quedó sin ideas. Llegó Abigail. Le besó la mejilla. Se puso junto a él, mirando el paisaje. Le ofreció galletas, las cuales él rechazó.
-¿Qué piensas Jayd? -Preguntó ella para luego empinarse la taza de café.
-En Melisa. -Respondió el sin mucha atención en la chica.
-Oh… -Musitó- Melisa…
Jayden le miró de reojo.
-No jodas. ¿Estás celosa? -Reclamó.
-No lo estoy, solo bromeaba. -Dijo con una pequeña risa final.
-Debes mejorar tus chistes.
-¡Jodete! -Exclamó ella en un chillido, para luego golpearle suavemente en el brazo.
Jayden se sentó contra la pequeña barrera que separaba el techo de la cornisa. Ella hizo lo mismo.
-Sigue sin hablar ¿No? -Preguntó acercándose a su regazo.
-Si… Es callada. -Respondió frustrado- Más que tú.
-Yo no soy callada. Yo soy fría. -Corrigió ella- Ella tiene miedo. Es cerrada, pero por supervivencia. Siente que debe serlo. Te recuerdo que ella está aquí por robar una tienda. Pero se llevó víveres. Arroz, fideos, y café. No alcohol, o golosinas, como un adolescente rebelde de cuarta.
-Es verdad. -Aceptó. Puso su mano en su boca- Eso lo sé pero…
-Lo que tú debes hacer, es tratar de ser su amigo.
-Lo soy de todos los que atiendo. Es parte de mi forma de tratarlos. Pero… Mierda, difícil con ella.
Jayden se rascó la cabeza efusivamente debido a la indecisión.
-Calma, calma… No te quemes la cabeza.
-Lo sé. -Aceptó el chico.
-Oye, ven. -Hizo el gesto para que Jayden se recostara en sus piernas- Relájate.
Se recostó, así ella comenzó a darle algunas caricias en pelo. Eso le ayudó a calmarse.
-Escucha. Melisa es una persona que sobrevive. Debe hacerlo. Su forma de actuar implica eso.
-Lo sé, lo sé. -Abigail le dio un zape- Auch.
-Déjame terminar.
-Perdón.
-Pero no deja de ser humana. Encuentra algo que le haga entender que está segura contigo.
-¿Pero qué?
Abigail se quedó en silencio unos segundos.
-Sé que a las mujeres les gusta la comida.
-A Connor también. Y mucho. Come como animal.
-Tengo entendido que las mujeres son más de cosas dulces.
-¿Cómo qué?
Los dos se quedaron pensando.
-Ni idea. Preguntémosle a Jane.
-¿Enserio no saben? -Preguntó Jane cuando atendió la llamada- No me jodas Abigail.
-Sabes que no entendemos a las mujeres.
-¡Tú eres mujer!
-No es momento.
-Hay dios mío. Prueben con eso.
-Gracias Jane. -Dijo él, que seguía acostado en el suelo- Así es la fórmula para convencer a una mujer.
-Curioso. Jamás lo pensé. -Comentó la morocha.
Jayden se sacudió el polvillo e intentó levantarse, pero Abigail le detuvo.
-Aún faltan quince minutos para que tengas la sesión. ¾Refunfuñó ella.
-Cierto, pero…
-Quédate…
-Parece que te gusta más a ti que a mí, que me quede en tu regazo.
-¿Dejo de hacerte mimos?
-No.
Pasado un rato, Jayden, ahora más decidido. Entró a la sala. Estaba ella. Mirando al suelo como siempre. Aunque miró al chico y sonrió cuando se sentó frente a él. Este se detuvo un poco. Pensó y luego tomó su mochila mientras se sentaba en la silla frente a ella.
-Hola Mel… Yo… -Se tomó un segundo para analizar lo que dijo- Disculpa, Melisa… ¿Te gustaría que hablemos algo hoy?
Como era costumbre. No recibió respuesta. Pero a diferencia de las demás veces en las que entablaron dialogo, ahora estaba confiado. Abrió la mochila y sacó un par de bombones. Tomó uno. Se lo comió.
-Una amiga me dijo que el chocolate les gusta mucho a las chicas de tu edad… -Levantó la caja más alto y luego se la acercó- ¿Quieres? Los compré para que podamos compartirlos.
Melisa dudó. Ojeó la caja en cuestión. Pero más rápido que tarde, se acercó y tomó uno, con una mano temblorosa, que parecía buscar controlar el deseo que habitaba dentro de ella. Una vez volvió a su silla, lo miró por un segundo, pero lo engulló a tal velocidad, que él se preocupó de que se ahogase. Pero su sonrisa, tanto de gusto como de satisfacción, le dieron la pista de que estaba funcionando.
-Te gustan, por lo que veo.
Melisa miró a los ojos al miope. Suspiró algo nerviosa, y tras limpiarse la boca con la manga del abrigo, dijo:
-Hace mucho que no como… -En un susurro, como si estuviese avergonzada de hablarle.
-¿Chocolate?
Melisa negó con la cabeza.
-Comida, en general...
Jayden se quedó callado, mientras bajaba la mirada.
-Siento oír eso… -Lamentó.
-Está bien. No me malentiendas. Yo si como, pero… sobras. Lo que dejan mis hermanos…
-¿Tienes hermanos? -Preguntó mientras anotaba en su libreta.
-Si… -Levantó la mano- Caleb, Joseph, e Ingrid… -Contó con los dedos.
-Por lo que me dices, permíteme asumir que por eso estás aquí… Robas por ellos ¿Verdad? -Preguntó temeroso.
Melisa dejó correr una lagrima por su rostro.
-Si… Pero fue solo una vez… Enserio. Ese día no teníamos nada y…
-Ey ey… calma. Soy el ultimo que está para juzgarte. -Le calmó.
-E-está bien… -Se limpió las lágrimas que caían por su mejillas- ¿Podría…?
-Son para ti.
Melisa tomó otro chocolate. Tomo unos cuantos por instinto y se los guardó en su bolsillo. Luego miró nuevamente al chico.
-Eh… Son para…
-¿Tus hermanos?
Melisa asintió.
-Es un instinto, lo siento.
-Déjame comprarte otra para ellos. Esto es para ti Melisa.
-Llámame Mel… Y… -Melisa se sentó y unas lágrimas se escurrieron por sus ojos- Lo siento.
-¿Por qué?
-Por no haber hablado antes… Yo… Yo…
-¿Tenías hambre?
-No, no… Yo…
-No te disculpes amiga. Haces bien en tomarte tu tiempo. Ahora que te sientes segura. Podemos hablar y saber cómo ayudarte.
Sus ojos se llenaron aún más de lágrimas. Se levantó y se puso frente a él.
-Gracias…
Actualmente
Jayden llegó a su departamento. Se sentó. Seguía cabizbajo por la situación que acaba de vivir. Los nervios que sentía, era ten fuertes que le hacían difícil siquiera estar parado. Sin embargo, la alegría de tener un avance, era lo suficientemente grande para no permitirle dejarse ganar por esos sentimientos. Por más que el excavar el pasado nuevamente, era bastante incómodo para él. Para colmo ese momento exacto, pero no quiso darle demasiada importancia, o la suficiente para que el miedo lo paralizase. «No desprecies este avance».
Se cambió por unas prendas más cómodas. Miró a las afueras. Estaba por nevar. Suspiró. «Odio la nieve» Se acercó a la nevera, en búsqueda de una cerveza para poder analizar su pizarra sin esa garganta seca, así aprovechar para trazar su nuevo plan. Pero, al hacerlo, vio el almanaque. Se quedó paralizado al ver la fecha. «Tres días» Apretó con fuerza la manija del contenedor. «Tres días para tu cumpleaños Abigail» pensó. Cerró la puerta con bebida ya en su mano. Cerró los ojos.
Se sentó en la cama con la pizarra frente a él. Miró directamente a esta. Sabía que no había forma de afrontarlo de forma normal, como si de un pandillero se tratase «Tres días» Pero si lo atacaba de forma pública, del lado legal, podría acercarse lo suficiente. «Tres días» Si creaba una movida social, la cual no sea fácil de eliminar directamente, ya que todos podrían ser testigos, lograría un escudo perfecto contra el poder de Dake. «Tres días» Claro, si bien podría eliminarlo en las sombras, pero no bajo la mirada de todos los ciudadanos, y si encima se convertía en una figura publica, sería prácticamente intocable. Se sabría que si algo le pasase, fue Daniel ¿No? Así crear la forma correcta de avanzar. Pero no podía ser así. De todos modos, quizá ser la cara de eso sería una mala idea. «Solo tres días para el cumpleaños de Abigail» enterró la cabeza en sus manos. «Es tu cumpleaños Abi».
Hace 9 Años
Jayden y Abigail estaban abrazados en la terraza nuevamente. Recostados encima de una pequeña sábana sobre el suelo. Ambos miraban al otro con dulzura. Se pasaban las horas, pero seguían acurrucados con el hermoso paisaje de fondo. Ella estaba tan feliz, mientras él le susurraba cosas lindas al oído. Por poco y se dormía, mientras pasaba el rato. Pero el momento se vio interrumpido por el sonar de su alarma. Tenía la sesión con Melisa. Tras besarle la frente, Jayden se separó de ella.
Caminó rumbo a la sala, pero antes de llegar, Melisa llegó antes que siquiera le permitiera entrar a esta.
-Mel… ¿Qué ocurre? -Preguntó el chico, al notarla agitada.
Melisa miró a al chico. Sus ojos mostraban tan desesperación, que cualquiera temería por la seguridad de la joven. Lo que explicaba la cantidad de lágrimas que caían por sus mejillas.
-Jayden… Necesito ayuda, por favor.
-Dime. Te ayudaremos.
-Sígueme. Debemos ir a mi casa.
Jayden y Melisa salieron del lugar. Viajaron hasta la casa de ella. El panorama era horrible. La casa estaba cuidada, sí, pero el resto del barrio era aterrador por momentos. Claramente peligroso. Las calles embarradas, y llenas de baches. Se escuchaban disparos cada cierto rato. Para colmo, la policía más parecía estar allí para mantener a raya a los ciudadanos de la zona, que para mantenerlos protegidos. Daba pena como ese lugar parecía estar olvidado por todos, siendo un albergue para aquellos a los que la sociedad dejó atrás.
Al entrar, a la misma, se notaba que se hacía lo posible para estar cuidada. Justamente, se encontraba llena de juguetes desperdigados por el suelo. Del mismo modo, migas de galletas y algunas manchas de jugo. Melisa al notar esto último, gritó.
-¡Caleb! ¿Ensuciaste la alfombra de nuevo? -Con una voz alta y autoritaria.
-¿No? -Dijo una voz infantil de fondo.
-Tienes que aprender a mentir mejor, jovencito. Trae una escoba, y un trapo ¡Ya!
La chica caminó por la casa, mientras guiaba a Jayden. Hasta llegar a un cuarto pequeño. Dentro, una pequeña cama, donde una niña estaba acostada. Mel entró velozmente al notar que el suelo estaba lleno de vomito beige, haciendo un camino hasta donde estaba la criatura.
-Ingrid. Ponte derecha, ¿Si? Déjame verte -Dijo enderezando a su hermanita. Luego miró hacia atrás- Disculpa que tengas que ver esto, Jayd.
Él negó con la cabeza.
-No te preocupes… Déjame ayudarte a limpiar.
-No… No te preocupes, y lo hago...
Antes que siquiera pudiera terminar la oración, Jayden ya había llegado con un trapo junto a un secador de piso., el cual le había pedido al otro niño. Tras que superase y soltase una pequeña risa, comenzaron a limpiar el suelo. El olor era horrible, pero ese era el punto: Sacarlo de allí. Luego, Melisa se levantó y acercó a la pequeña.
-¿Cómo estás mi amor? -Dijo con una voz dulce, mientras se sentaba y acariciaba la cabeza de la pequeña- ¿Te sientes mejor?
-Si… Un poco…
-Aw… Mi amor. ¿Te sigue doliendo la pancita?
La niña volvió a asentir.
-Escucha… Te traeré un poco de sopa, así se te pasa el dolorcito. ¿Qué te parece?
-¡No! No me gusta…
-Vamos… Te hará bien… Hazlo por mi ¿Si?
La niña pensó un poco.
-Está bien… ¡Pero será la última!
-Buena niña. -La abrazó con fuerza.
Se levantó y caminó afuera, tras hacerle un gesto con la mano para que Jayden le siga.
Llegaron a la cocina. Ella abrió los cajones y gavetas en búsqueda de algo. No encontraba caldo, o cualquier cosa que se coincidiere apta para una sopa. Directamente no había nada. Solo polvillo. Bajó la mirada. Cerró de un portazo el compartimento. Se acercó a la heladera. Había un par de verduras. Algo viejas, pero comestibles. Sonrió. Tomó las cosas, las cortó y las puso dentro de la hoya. Prendió la llama. Miró detrás, a Jayden que se quedó mirando a la chica. Se sentó junto a él.
-Disculpa por… todo.
-Ya sabes que no debes disculparte… Menos por esto. -Respondió él con una pequeña sonrisa compasiva.
-Verdad… -Aceptó.
-¿Hace cuánto está así? -Preguntó sin rodeos.
-Generalmente enferma seguido. Por ende, se cura rápido. Normalmente puedo cuidarla, pero estuve corta esta semana… Y mes… -Juntó sus manos y jugueteó con sus dedos- Se hizo difícil la verdad, con lo económico.
-¿Qué hay de tus padres?
Melisa se detuvo. Pensó unos segundos. Miró al techo.
-Ni idea. Me emancipé y me quedé con la custodia de los niños cuando tenía quince. Legalmente deberían darnos una pensión, pero… Nunca esperes nada de adictos ¿No? -Hizo una pausa para mirar a los chicos jugar, luego suspirar y continuar diciendo- Mis padres eran todo, menos buenas personas y… Cuando caí en cuenta de todo eso, supe lo que debía hacer. No iba a arriesgar a mis hermanos a una vida horrible… Aunque ahora siento que los saqué de un pozo para meterlos en otro… Los mantengo con mi trabajo de miedo tiempo, pero… No pagan casi nada cuando necesitas mantener a tres niños.
Jayden bajó la mirada. La chica, tan dulce y tierna, ahora tenía una mirada seria y fría. Parecía, sin embargo, tan segura de lo que decía, que no parecía ser la misma que había conocido hacía unas semanas. Esos niños, debían ser su roble. «Esto es mucho para una chica de su edad».
-Jayden… Necesito ayuda…
-No hace falta que lo pidas… Para eso estamos. Los del MVJJ, los chicos, y yo.
Melisa se limpió una lagrima.
-Gracias…
-Es todo por ustedes.
Melisa miró nuevamente a los niños. Ella sonrió.
-¿Cuándo lo decidiste? -Preguntó tímido el joven.
-¿Mhm?
-Cuando decidiste que querías emanciparte…
La chica se tomó un segundo. Pensó si quería decirlo. Luego sacudió la cabeza. Y dijo:
-Como dije, mis padres eran adictos. Ladrones… Si pudieran hubieran vendido a los chicos… Como casi hicieron conmigo. Todo por una maldita dosis… Y cuando llegó mi mamá, semi desnuda, vomitando y con un torniquete en el brazo, para acto seguido, darle a mi padre la misma porquería que ella consumía, lo supe. Ese día era la única despierta. Mis hermanos seguían dormidos, así que… Los tomé y hui. Luego, hice los papeles e inicié el trámite.
Jayden apretó el puño.
-Siento oír eso. -Fue lo único que pudo responder.
Ella negó con la cabeza.
-Sé que hice lo correcto. Son mis hermanitos. Y no me arrepiento de haberme ido, o de hacer lo necesario para sobrevivir. Si fuera necesario, robaría de nuevo.
-Me enorgulleces… Aunque no tanto esa última parte.
Melisa soltó una pequeña.
-Enserio, gracias…
-Llevemos a la niña ¿Okey? -Dijo finalmente el miope levantándose.
Melisa tomó a Ingrid y llamó a los demás niños, para darles la orden de que se comporten. Jayden les avisó que pronto llegarían Connor y Wyatt para que los cuiden, para luego darles una descripción. Subieron a un vehículo. No tardaron en llegar al establecimiento en cuestión. Dejaron a la niña y a su hermana en el consultorio. Aunque se tomaron su tiempo, los atendieron. Él esperó a fuera escuchando música, mientras trataba de conciliar el sueño, pensando en el concepto que le presentó Melisa. «Emancipación». Luego, Jane y Abigail llegaron. Se saludaron con un beso de labios, tras abrazarse. Melisa salió, exclamó alto el nombre de la pelivioleta, antes de abrazarla con fuerza. Luego se miraron y pusieron firmes con un par de pasos de distancia, como si intentasen ocultar algo. Algo obvio para ellos.
-Me alegro que hayan venido chicos. -Agradeció la joven, con las manos aún temblorosas.
-¿Qué esperabas? Somos amigos ¿No? -Respondió Jane, mientras tomaba de los hombros a Mel.
-¿Qué tiene la pequeña? -Preguntó Abigail.
-Parece que tiene laringitis. Le van a hacer un pequeño estudio para comprobarlo, pero simplemente le darán unas medicinas, y estará mejor en unos días.
-Me alegro de oír eso. -Festejó la mayor.
-Gracias por colaborar así, sé que no es especialmente barato este lugar. -Continuó la pelicorta, bajando la cabeza como una especie de reverencia- Les agradezco mucho, por todo.
-¿Eh? -Preguntaron las otras dos.
-Obvio que vamos a ayudarte, pero… ¿En qué exactamente? -Preguntó la castaña.
-Con el precio, digo. Sé que pagaron por adelantado y la verdad muchas…
-Siento romperte la ilusión, pero yo no pagué nada. -Interrumpió Jane.
-Yo tampoco Melisa…
-Pero Jayden… Eh…
Jayden se puso rojo, e intentó mirar a otro lado.
-¿Jayd? -Miraron al miope que trataba de mirar al costado.
-¡Confiesa miope repugnante! -Exclamó la morocha.
-Disculpen, debo ir al baño…
Jayden se alejó y caminó apresurado, pero Abigail lo detuvo en seco tomándolo de la capucha, para luego tirar hacía atrás.
-Habla…
Jayden sonrió y miró a Abigail, quien no dejaba de sostenerlo.
-Yo… pagué todo… -Confesó finalmente- No quería meterlos en gastos a ustedes y...
-Por Dios Jayden…
-Tranquila, no gasté del fondo que uso para nuestras citas, solo usé mis ahorros, y…
-¡Eso es todavía peor! -Le reclamó- ¿Por qué lo hiciste? Todos sabemos que tus padres te dan muy poco dinero para subsistir… Podríamos haberte ayudado. Además, es Melisa, es parte de nosotros.
Un poco avergonzado, musitó por lo bajo.
-No Abi… Es mi trabajo cuidarlos, ¿No? No puedo hacerlo gastar mucho.
Abigail suspiró.
-Luego dime cuando gastaste para que te de la mitad.
-Abi, no… ¿Qué acabo de decir…?
-Está bien que no quieras que ellos paguen, pero… No te librarás de mí. Estamos juntos en esto. ¿Está claro?
Él dejó escapar una sonrisa.
-Si. E-está bien…
-Dios, eres tan terco…
Jayden le robó un beso de los labios a Abigail. Ella, al principio se quedó algo confundida, pero, tras dejarlo pasar, lo rodeó su cuello con los brazos. Tras separarse, se sentó en una de las sillas.
-Dejémoslas un poco solas, se las ve contentas juntas.
Abigail miró al costado. Jane y Melisa estaban acurrucadas en unas sillas al costado del laboratorio. La castaña aceptó para luego sentarse junto a él. Recostó la cabeza en su hombro. Se quiso relajar como solía hacer en esas situaciones, pero esa vez, no podía. La situación que se acababa de dar. No era normal. A ver, en Jayden quizá sí, pero eso ya era casi extremo. Por eso quitó la cabeza y le preguntó.
-¿Por qué haces esto?
-Ya tuvimos esta charla antes…
-Pones tanto a los chicos por delante tuyo, que ya hasta te estás afectando económicamente… -Abigail miró al chico quien tenía la mirada perdida en la esquina del consultorio- Sé que esto es importante para ti, pero…
-Déjame hacer esto Abi. Es mi razón de vivir. Ayudarlos a seguir adelante.
-Y eso está bien, pero no te olvides de ti. -Le recriminó.
-¿Olvidarme de mí? -Preguntó- Si yo… yo soy irrelevante.
Abigail miró al chico directo a los ojos. Movió su rostro hacía el de ella.
-¡No digas eso amor! -Exclamó- Eres importante. Eres importante para Connor, Wyatt… -Comenzó a contar- Para las chicas… -Las señaló- Y para mí. -Susurró al final.
Jayden quedó sorprendido por la pasión que Abigail dejó caer en esas palabras. Así dejó salir una lagrima.
-Lo sé… -Aceptó- Espera, me dijiste am…
Abigail besó nuevamente a Jayden en los labios. Para luego separar su boca de las suya, para empujar su cabeza a su hombro. Instintivamente abrazó a la chica también. Cerró los ojos. Suspiró. Comenzó a soltar algunas lágrimas. «Jamás había sentido tal calor en mi vida» Las manos de la chica acariciaron su espalda. Él solo quería dormirse, descansar una vez en su vida. La suavidad de su piel, el calor de sus suspiros. La dulzura de las palabras que le acababa de decir. Esta chica, era posiblemente la primera mujer que le expresaba cariño de forma sincera. Y, pese a todo, sentía que lo suyo sería eterno. «No lo asegures idiota. Sabes que nada en tu vida dura lo suficiente» Se decía para tener los pies en la tierra.
Por su lado, la joven había descubierto ese lado que jamás había querido mostrar. Aunque se creía imposible, Jayden, aquél chico que tanto envidiaba, había logrado engatusarla, y llevarla por ese lado de cariño, que por momento, hasta ella misma dudaba que existía dentro suyo. Ese lado vulnerable, que le hacía pensar en todo el día, aquél momento para poder recostarse en su regazo, para contarle por lo que pasó esa mañana, o de cómo le fue durante clases, o incluso, simplemente quedarse callada, para recibir mimos. Caricias o besos de esos labios tan hermosos. «Son míos» se decía para sí. Pero no tardó volver a sentir esa sensación de hacía unos minutos. Jayden estaba mal. Lo notó en su actitud. Se apartó preocupada. Lo vio. Estaba al borde del llanto. «Hace varios días lo noto así.
-¿Qué ocurre Jayd? Hace varios días que…
Jayden, quien trataba de no largarse a llorar, puso sus manos en las mejillas de Abigail.
-Yo… necesito hacer algo y… -Hizo una pausa, para mirar al suelo- Parece una estupidez, pero…
-¿Qué vas a hacer?
-Yo… Yo…
Quiso comenzar a llorar, pero Abigail le besó la frente.
-No importa que sea, yo te apoyo… Bueno, lo hago siempre y cuando no te mates…
Jayden besó en la mejilla a la chica. Volvió a ver sus ojos.
-Te quiero mucho… Te debo mucho, y no sé cómo pagarte… -Le abrazó.
-Yo sé cómo…
-Dime.
Melisa, su hermanita y Jane llegaron, interrumpiendo el momento de alguna manera. Se habían terminado los estudios. Ya hasta tenían los medicamentos. Los cinco se fueron a la casa de Mel, mientras Jayden y Abigail, se tenían de la mano discretamente, e intercambiaban miradas de vez en cuando, cargadas de amor.
Actualmente
Daniel estaba estallado en llamas de ira. Miró la pared. Un cartel, un solo cartel, le había generado asco y odio. Miró con detenimiento. Vio la dirección tras leer el título: "Junta de padres de las víctimas del atentado de Lucas Villenueve". Daniel lo partió en pedazos, canceló sus planes para esa hora del día y fue al lugar que señalaba aquél afiche.
Era un parque común y corriente, con treinta personas, repartiendo folletos. Todos con esa maldita imagen que acaba de reducir a trizas. El día que se había llevado a diez chicos, siendo ella uno de estos. Jayden estaba en el centro de la multitud, que, al ver llegar a su rival, se acercó lentamente a él.
-Alcalde, me alegra que haya venido a ver nuestra conmemoración… -Dijo con una voz que sería normal para un extraño, pero no para ellos dos que se conocían.
Daniel miró a los costados, apretó los puños. Miró al cielo. Luego se acercó más cerca de Jayden, en tono amenazante. Tono que el chico no dejó que le afectase.
-¿Se puede saber que conmemoran? -Susurró.
-Lo que dice en los afiches señor… Sucede que hace unos años, ocurrió un tiroteo escolar, por culpa de un chico que… estaba totalmente loco. Y mató a diez chicos inocentes en su escuela.
Daniel gruñó. Se tuvo que tapar la boca para que nadie se diese cuenta de aquél sonido.
-¿Totalmente loco?
-Si… -Aceptó con un cinismo total- Aunque, si lo quiere ver de una forma, más empática, "lo" volvieron loco… Creemos que sus padres, o…
Daniel tomó sutilmente de la camisa, y lo acercó aún más a él.
-Escúchame hijo de puta…
-Oh, señor alcalde… ¿Le molesta algo? Parece que la situación lo pone agresivo. ¿Le afecta de alguna forma?
Daniel se acercó al oído del miope.
-¿Qué intentas imbécil?
-Solo hago justicia… -Dijo con un tono, dejando esa fachada, creyendo que ya no había forma de que alguien se diese cuenta de cómo eran realmente las cosas- Tu hijo mató a diez jóvenes inocentes.
-Tu hiciste que lo mataran. ¡Tú eres el culpable!
-Cree lo que quieras… Yo no estoy haciendo nada ilegal. Y me dijeron que dejaste esa vida, ¿No es así?
Daniel se quedó pensando, mientras miraba a los alrededores, paranoico de que alguien los estuviese viendo.
-Duerme con los ojos abiertos imbécil.
-Casi no duermo, quédate tranquilo.
Daniel lo soltó. Se acomodó el saco. Caminó hacía el otro lado. Jayden sonrió. Volteó. Miró su reloj. «En quince minutos las personas deberían dispersarse» analizó mientras se quedaba en el centro de todos los que estaban ahí. Se volteó. Miró al fondo. «Espero que el plan haya funcionado» rogó.
Pasado el rato, Jayden volvió a su departamento. Mirando el teléfono, caminó dentro tras abrir la puerta. Dejó el aparato en su bolsillo. Caminó hacia la cocina tras notar que tenía platos sin lavar. Suspiró nervioso. Se acercó al lavabo para hacer esa tediosa tarea, pero no se vio venir que alguien le diese la cabeza contra la mesada. Lo golpeó varias veces. Para defenderse, tomó un plato y se lo rompió en la cabeza, lo que logró marearlo, permitiéndole zafarse.
El sujeto que tenía un pasamontaña, por lo que no lo reconocía. Estando mareado intentó alejarse, pero el sujeto le volvió a someterlo. Tirándolo contra el suelo. Trató de arrastrase, pero este le pateó el estómago. Le tomó del pelo, lo empujó para el lavabo, y así le hundió en el agua que había salido de allí. Jayden peleó para liberarse nuevamente. Pero los golpes le habían mareado. Mientras hacía un esfuerzo por respirar, logró alcanzar un cuchillo que utilizó para herirle el brazo, así pudiendo liberarse.
El intruso arrastró al moribundo Jayden hasta la cama. Le arrancó el cuchillo del hombro. Metió el dedo en la herida. Luego alzó el objeto. Él suspiró, quiso rogar por piedad, pero un grito le detuvo de matarlo.
-¡Policía! Arriba las mano. -Gritó Blair empuñando su pistola.
El intruso volteó, lo que le dio tiempo a Jayden, para poder derribarlo, y arrebatarle el cuchillo de las manos. La pelirroja corrió hasta el criminal para esposarlo.
Otros dos oficiales tomaron al criminal, para acto seguido leerle sus derechos. Blair suspiró. Había logrado detenerlo al criminal en cuestión. Jayden se arrastró hasta la cama, donde apoyó la espalda. Agitado, sostenía su herida, mientras trataba de sonreír de su victoria, pero el dolor era más fuerte. «No llores, no seas maricón» pensaba mientras a ratos miraba su mano, que estaba empapada de sangre.
Tras que se llevaran al criminal, Blair se acercó corriendo al joven que jadeaba tratando de levantarse, tras que le diera el aviso a uno de los uniformados, para que llamen ayuda.
-¡Jayden! -Exclamó acercándose a toda velocidad- Necesitas una ambulancia. -Sacó un pañuelo de su bolsillo- Ten. Ponlo en la herida.
Jayden obedeció.
-Lo logramos. -Musitó- Sabía que si lo provocábamos tendríamos algunas pruebas… Se enojaría y actuaría en caliente. Se equivocó. Lo grabé, tengo su voz y ahora a ese sicario… Lo logramos… -Se alegró
-Escucha, eso fue peligroso. Ser la carnada siempre es una mala idea. Más si no me avisas de que ibas a hacer esta idiotez lo antes posible. Literalmente me enviaste un mensaje tres minutos antes. Y no tenías tu arma...
-No importa… Él va caer… Cometió su ultimo error… -Comenzó a ver borroso. Cayó al costado. Blair le tomó para que se mantenga sentado y erguido.
-Escucha… Ya viene la ambulancia, respira hondo, no dejes que te gane el sueño ¿Está bien?
-Déjame… Déjame solo. -Rogó, mientras intentaba empujarla hacía atrás, pero carecía de fuerzas para hacerle algún impacto.
-¿Qué? Estás herido, no puedo dejarte en este estado. -Se negó la pelirroja
-¡Déjame! -Gritó.
Blair se quedó helada. Luego suspiró. Se levantó. Se quitó el polvo de encima. Al menos no se manchó de sangre.
-¿Qué pasó con eso de pedir ayuda? ¿De no quedarse solo? -Preguntó irónica.
-No seas hipócrita. -Recriminó. Tosió con fuerza- Quiero estar solo, ¿Justo tú me vas a decir que eso está mal?
-Como sea. La ambulancia está en camino. Trata de no morir, ¿Quieres? -Blair se retiró de la escena.
Tras esto Jayden se dejó caer al suelo. Su sangre salía de su cuerpo manchando el suelo con su color carmesí, mientras trataba de no desmayar. Suspiraba despacio, tratando de calmar el dolor de su hombro, además del de las costillas rotas, y dientes partidos. Escupía rojo cada cierto rato justamente por eso. Se posicionó boca arriba, a ver si así podía inhalar más oxígeno. Sabía que, si se desconcentraban o perdía la noción de permanecer despierto, moriría. «No pienses en eso, intenta distraerte, o harás que sufras más» Pero digamos que su mente le hizo una mala pasada. Como siempre, vaya.
Recordó esa vez que saliendo del grupo, un trio de matones le dio una paliza que terminó por dejarlo en el hospital. Y si ya de por sí sería malo recordar justo esa horrible situación, encima en ese momento, lo peor fue que no solo recordó ese callejón que se llenó de sangre. También, su mente le trajo a colación de aquellas caricias, besos, mimos, junto a aquellas palabras tiernas que le susurraba el amor de su vida. Abigail, quien se pasó esas semanas sin separarse de él. Siempre brindándole calor, además de palabras aliento. Susurrándole cuanto lo amaba, y lo que haría con esos sujetos si lo encontraban. No dejaba de ser ruda de vez en cuando. Pero lo más importante para ellos, era el apoyarse el uno al otro. Le tomaba de las manos, y miraba a los ojos por horas, disfrutando de saber que seguía viva.
Ahora estaba tirado en el suelo. Junto a un charco de sangre que teñía su pelo. Su mirada dejó de estar borrosa, para estar húmeda. Estaba llorando. Estaba deseando, rogando, por calmar su dolor de su cuerpo con la suavidad de las manos de su mujer. Quería distraerse del estrés con una cerveza que compartía con Connor y con Wyatt. O una tarde de charlas y chismes con Jane y Melisa. Pero estaba totalmente solo. Atajándose el estómago, porque sentía que tarde o temprano, vomitaría sus entrañas del dolor. «¿Por qué tenían que irse?» se preguntaba, mientras seguía luchando contra el sueño. Pero, quizá dormirse no sería tan malo. Aunque no le dio suficiente importancia a ese pensamiento intrusivo, simplemente trató de dejarse ir en su mente. Dios quisiera que esa noche no fuese la última, ya que tenían suficiente para atrapar a Daniel. Junto a que las luces rojas y azules de la ambulancia se veían por la ventana. Tomó las pocas fuerzas que le quedaban para levantarse e ir hasta la puerta en búsqueda de ayuda.
Hace 9 años
Habían vuelto. Connor y Wyatt estaban en el living de la casa de Melisa. Habían dormido a los niños y ellos simplemente conversaban.
-Yo hice que se durmieran. A Wyatt no le va bien con los niños.
-Es verdad. Pero me divirtió jugar con ellos, al menos.
Jayden se sentó junto a ellos dos, mientras las chicas llevaban a Ingrid a dormir. Tras unos minutos, todos ya estaban en el living de la casa misma. Sentados frente a una pequeña mesita, decidieron poner todos algo de dinero para comer algo. Ayudaron a Mel a crearse un pequeño curriculum, en mejores condiciones, a ver si conseguía un trabajo mejor. Además de que, entre todos, le dieron algo de dinero para que pueda vivir unos días. Les costó mucho, mucho que ella lo acepte, pero tras mucho insistir, y par palabras lindas de Jane, para que aceptase, lo lograron, pero con la promesa de que lo devolvería tarde o temprano.
Llegado el delivery, unas pizzas, comieron mientras trataba de hablar de otras cosas, así poder distraerse. La escuela, el grupo, algún que otro chisme. Siempre acompañado de la calma de estar con amigos. De esa manera, se pudieron relajarse tras todo ese día tan pesado.
-¿Y qué será de ustedes cuando terminen la prepa? -Preguntó Wyatt- Ya dije que quiero ser pintor, por lo que voy a ir a la universidad de artes… -Continuó mientras recostaba la espalda contra el sillón- Pero ¿Ustedes?.
Jayden miró al resto de sus amigos.
-Yo quiero ser fotógrafa. -Dijo Jane, siendo la primera en responder- Es a lo que me quiero dedicar, ya que me encanta el mundo de las redes sociales. Por eso trato de manejar las redes del grupo.
-Yo quiero ser policía. -Continuó Abigail- Quiero cuidar a los ciudadanos. Como hace mi tía.
-Siempre fuiste ruda. -Bromeó Connor.
En respuesta le arrojó el borde de una pizza.
Melisa bajó la mirada. Sonrió. Trató de decirlo, pero no llegó a decir ni una sola palabra.
-No… Es estúpido. -Se negó a sí misma.
-Ningún sueño es estúpido… -Negó Connor.
-Es que… Es imposible que lo logre en primer lugar… Es como querer ser un vaquero espacial o algo así. -Terminó con otra risita nerviosa.
-¡Ya mujer! Dinos que es… -Exclamó la castaña.
Melisa suspiró.
-Quería ser cantante.
Los tres entendieron.
-¿Y por qué no sería posible? -Cuestionó Jane.
-Porque… -Pensó un segundo- No lo sé. Simplemente, no será posible. ¿Cuántas serían las posibilidades de poder vivir así? Sobre todo, en mi situación…
Connor se acercó a la chica. Le puso la mano en su hombro.
-Yo quería ser jugador de futbol. Mi padre me lesionó la pierna cuando era niño. Por lo que sé que jamás podré serlo. Tú tienes una hermosa voz. Así que deberías no rendirte jamás sobre lo que quieres. Nunca sabrás que pasará si no lo intentas. Al menos, no podrán recriminarte el no intentarlo.
Un pequeño silencio se cimentó. Melisa abrazó a Connor.
-Gracias…
-¡Ahora mujer! Deléitanos con una pequeña canción. -Gritó Abigail.
-¡No! No… -Se negó.
-¡No te estoy preguntando!
Los tres comenzaron a cantar su nombre con el fin de que la chica cantase. Tras unos minutos de mucha insistencia, ella aceptó. La chica cerró los ojos, y casi susurrando, soltó un par de palabras con melodía. Con eso, pese a todo, a lo poco, ella demostró que tenía futuro. Al menos para los ojos de sus amigos, los cuales la aplaudieron parados. Melisa se puso roja, e intentaba ocultar su cara de los otros, quienes fueron a abrazarla, y vitorearla.
Así se siguió dando la noche. Hasta que fue tarde, y Melisa no les dio permiso para irse porque era muy tarde, por ende, peligroso. Dejó un colchón en el suelo, junto a unas sábanas. Los seis se dividieron las mantas, el colchón, y el sofá, para finalmente recostarse y dormir allí. No tardaron en hacerlo, en perder la conciencia. El entorno era cómodo, por lo que no fue difícil descansar. Sin embargo, para Jayden y Abigail no fue tan fácil rendirse al cansancio.
Jayden estaba pensativo y Abigail preocupada, así que se arrastró hasta su regazo. Se acostó en su brazo. Pasó su mano por su pelo, y él le tomó de la mano.
-Jayd… -Susurró, ya que lo último que quería era despertar al resto.
-Dime Abi. -Respondió mirándola con amor.
-¿Qué me ibas a decir en el hospital? -Preguntó.
Jayden corrió la mirada. Su cuerpo recibió un pequeño escalofrío.
-Pues… Eh… -Dudó mientras comenzaba a sentir algo de miedo o vergüenza.
-Dime la verdad… -Rogó ella.
-Yo… Lo intento, pero…
-Por favor, me tienes preocupada. -Le dijo mientras, notaba en sus ojos que quería mentirle de alguna manera- siento que no estás confiando en nosotros.
-Yo confió en ustedes. -Negó con la cabeza- ¿Por qué crees eso?
-Entonces ¿Confías en mí? -Le cuestionó con cierto desafió en su tono de voz.
-Obvio. -Respondió decidido.
-Entonces dime la verdad. ¿Qué te está atormentando desde hace tanto tiempo? Noto que ya no soportas más cargar con lo que sea que estás lidiando. -Explicó aún preocupada- Por favor Jayd, lo necesito. Necesito la verdad. Así yo también podré cuidarte. Como tú nos cuidas a nosotros.
Él miró los ojos de ella que le rogaban por la verdad. Suspiró, temió y miró a los ojos de Abigail, mientras tomaba su mano y la posicionaba encima de su mejilla, sabiendo que el calor de sus palmas le daría más confianza.
-Yo… quiero emanciparme de mis padres…
-¿Emanciparte? -Preguntó confundida.
-Si…
-¿Pero para qué? El año que vienes cumples diez y ocho ¿No? Ya serías libre de irte de tu casa… ¿O me equivoco?
Se tomó un segundo para continuar, debido a que comenzó a sentir su corazón latir segundo a segundo más rápido.
-Lo sé, pero… -Bajó la cabeza. Su mirada se perdió en vacío- Siento que, si me emancipo, hará que ellos sufran un poco y reflexionen de todo lo que me hicieron de joven…
Abigail se quedó fría. «¿Que mierda?» Acarició el rostro de su amado, mientras notaba como sus ojos se llenaban de lágrimas. Se acercó más a él, para asegurarse de escuchar bien lo que sea que tuviera que decirle, a la par que para darle más calor.
-Jayden, ¡Qu-que te hicieron, para que quieras hacerlos sufrir así…?
Volvió suspirar. Pero ya este acto se le hizo difícil, debido a que el nudo de su garganta era demasiado rígido para si quiera pudiera respirar de la forma adecuada. Sus manos comenzaron a temblar aún más, mientras su corazón parecía querer detenerse.
-Jayd… Confía en mí. No importa que haya sido, no me iré a ningún lado. Jamás lo haré. Aunque me maten, seguiré contigo. Ya no estás solo.
Sus labios, congelados de miedo, susurraron.
-No me creyeron… Ni apoyaron jamás… Pero aún menos, cuando…
-¿Cuándo qué?
-No me creyeron ni me apoyaron cuando mi profesora abusó de mí.
Ese nudo volvió al corazón de la joven. Ese nudo que no estaba desde que Jane había confesado que vivía eso. Ahora este chico, que tantas fuerza quería demostrar, le confesaba, prácticamente llorando, aquél horrible trauma.
-¿Por qué no nos dijiste?
-Tenía diez y seis. Ella me obligó… No me creyeron cuando dije eso. Me dijeron que simplemente había tenido sexo, y que no era para tanto. -Narró mientras tenía una pequeña hiperventilación- Traté de demandarla, pero ellos jamás… Jamás estuvieron ahí. Me menos preciaban en público, y… Y…
Abigail lo abrazó.
-¿Por qué no nos dijiste?
-Porque me da vergüenza… Eres la primera persona a la que le digo después de Charly… Y, por favor, no le digas a nadie más. -Le suplico sosteniendo su mano con fuerza.
-Pero los chicos…
-Abi, por favor. Te quiero, pero necesito que hagas esto por mí.
Abrazó a su novio una vez más, pero el chico la soltó repentinamente y corrió al patio trasero.
Una vez afuera, se arrodilló en el pasto y comenzó a llorar. Abigail llegó junto a él. Le tomó de las manos y la sostuvo una en su pecho, mientras tenía con fuerza la otra. Jayden se tapaba la boca para que nadie más escuchara. «Un hombre siendo violado, ¿Quién se la creería?» Recordaba a su padre gritarle esas palabras. No podía ser un verdadero hombre ante sus ojos. Y jamás lo sería. No dejaba de recordárselo. Nunca.
-Jayd, respira amor.
-¡No, no puedo!…
-Calma, escucha…
-¡Q-q-quiero morir!
-No digas eso amor. ¡Escúchame! -Movió su rostro para que viera el suyo- Ya pasó. Ella no podrá volverte a hacer daño. Jamás van a volver a lastimarte, ni ella ni nadie.
-No es por mí… -Dijo entre sollozos.
-¿Eh?
-No quiero que… salgas lastimada tampoco.
-No voy a salir lastimada. Nadie te lastimará nunca más. Estamos juntos ahora. Siempre lo vamos a estar. Por favor. Confía en mí. Estaré aquí.
Jayden comenzó a escuchar bajo el agua. Se puso las manos en los oídos queriendo ahogar en sonido tan espantoso que solo le ardía a la cebeza. Abigail tomó sus manos sin sacarlas de su lugar. Besó su frente, para acto seguido apoyar su frente contra la suya. Y no soltarlo por nada. Ni esos espasmos, ni el frio le arrebatarían la roca que debía ser ella en ese momento. «No voy a soltarte. Jamás lo haré» se decía la chica, quien hacía fuerza para no llorar ella también, debido a la impotencia.
El chico jamás había podido hablar de forma correcta del tema, por lo que comenzaba a pasarle factura. Mucho dolor acumulado, que se sumó al estrés reciente de todo lo que vivía en ese momento. Pero por primera vez, alguien le ayudaba a sobre llevar esos ataques de pánico, que muchas veces tenía en privado, alejado de todo aquél que lo pudiera ver para criticarlo. Ahora estaba esta chica que no dejaba de besar su frente, y darle calor en esa fría noche, lo que permitió que de apoco pudiera calmarse.
-Abi… Yo… L-Lo siento. -Susurró tembloroso, porque los efectos residuales del pánico lo dejaban en ese estado.
-¿Por qué? -Preguntó ella mientras comenzaba enderezarse y quitar sus manos de sus oídos.
-Perdón por hacerte pasar por esto. Por todo. Eres… -Dijo mientras ponía recta la espalda- Eres lo mejor que hay y yo solo te causo problemas.
Abigail ayudó a Jayden a caminar hasta la pared, para que se sentara contra esta. Ella se arrodilló frente a él.
-Jayd…
-¿Qué?
-¿Recuerdas yo sentía en que te sentías deuda conmigo? Por lo del puente y todo eso, por eso me tratabas bien ¿Lo recuerdas? -Preguntó ella tomando su mano derecha, y volteándola donde estaban esas cicatrices.
-Si, ¿Por? -Preguntó aún tembloroso.
-Ahora lo estás. ¡Estás en deuda conmigo! -Exclamó poniéndose de pie bajo la luz de la luna
Jayden alzó la cabeza.
-Te ayudé a salir de este ataque, y además, prometo que no desvelaré tu secreto. Pero por eso mismo, estás en deuda conmigo. Y para que estemos a mano, seguirás siendo el chico amable, fuerte, amoroso y capaz del que me enamoré. Y por Dios, ve a buscar terapia. A cambio además… jamás te voy a dejar. Nunca.
Jayden, quien la veía a través de sus anteojos, dejó escapar una sonrisa.
-No puedes prometer eso. No sabes que pasará mañana… -Susurró algo tímido.
-¡No quiero escucharte dar excusas! Quiero que me digas que sí…
Él sonrió más fuerte aún. Se pasó la manga por los ojos para limpiar sus lágrimas.
-Si… Si, te debo la vida. -Aceptó- Te haré el favor de regreso.
-Así me gusta…
Abigail se sentó a su lado. Sin dejar de sostener su mano, apoyó la suya en su hombro.
-Sé que todo te es mucho. Por favor. Tomate con calma todo. Te harás daño. Enserio. No creo que necesites más pruebas que lo que acaba de ocurrir.
-Lo intentaré… -Jayden pensó un segundo- Oye… ¿Eso significa que somos oficialmente novios?
La castaña pensó unos segundos.
-Eso creo… ¿No?
-Si…
-Tu… quieres ¿No?
-Obvio que quiero ser tu novio…
-Bien. Hará más fácil que cumplas tu promesa ¿No?
Ambos rieron.
-Mierda…
-¿Qué?
-Yo no quería que fuera así.
-¿Qué cosa?
-El pedirte que seamos novios. -Explicó con algunas risas en el medio- Tenía un plan. Y uno bueno, encima.
-¿A sí?
-Si.
-¿Qué planeaste?
-Te llevaría a las afueras de la ciudad. Conozco una zona donde hay una pequeña montaña. Y una vez ahí, te lo pediría bajo las estrellas…
-¡Ey! No es muy distinto a lo que es ahora ¿No crees?
-No es lo mismo…
-No me importa que no sea perfecto. Me importa que lo seamos. Que seamos novios… Es lo único que necesito. Estar contigo. Y como dice el dicho: En las buenas y en las malas. ¿No?
Volvieron a reír.
-Te amo Abi.
-Te amo Jayd.