En primera instancia, debido a que Tao Kwan había atropellado las palabras al hablar, Seong Ho no había entendido completamente lo que quería decir. El nombre de Hou Taimin y una coacción era todo lo que había podido escuchar. Pensó en preguntar por el panorama general entre la Familia Seong y Hou Tai Min, cuyo nombre no se mencionaba en el libro. Sin embargo, conforme Tao Kwan comenzó a calmarse y a hablar coherentemente, Hou Tai Min y todo lo demás pasó a segundo plano.
Tao Kwan dijo que mientras volvía de los prostíbulos de la Zona V había tomado un atajo por el vertedero y finalmente lo había encontrado allí. Aunque le resultó extraño que el propio Señor Seong merodeara los suburbios, no pensó demasiado en ello. Ese día el señor Seong había enviado órdenes a varios distritos, haciendo que un gran número de subordinados se movilizaran por todas partes. Incluso esta era la razón por la que Tao Kwan pasaba por allí, la urgencia de llegar rápidamente e informar al jefe sobre la captura y muerte de dichos objetivos, con la esperanza de no tener que medicarse una dosis alta de ansiolíticos esa noche.
Como subordinado no hizo preguntas innecesarias y cumplió su papel de informar, sin embargo, es aquí cuando las cosas resultaron extrañas. Pese a que el tema sobre los prófugos era uno que el señor Seong había estado esperando, al momento de darle una respuesta afirmativa, el señor Seong no buscó detalles ni ordenó lo que se haría con los cuerpos. Solo lo miró en un profundo silencio, exudando feromonas de hostilidad.
Desorientado, irritado, a punto de partirlo en pedazos. Con esta percepción, Tao Kwan fue más cuidadoso. Había pensado en la posibilidad de que el rut alfa dominante estuviera apunto de estallar, lo que hubiera significado buscar un lugar seguro cuanto antes. Pero las feromonas alfa dominantes solo estaban fuera de control por la irritabilidad. Intentó llevarlo a un lugar cercano donde pudiera descargar su naturaleza. Le habló de prostitutas, le ofreció bebidas, dos o tres cigarrillos, quizás un vapear, incluso alguna sustancia blanca, pero el señor Seong, que solía tomar cada una de ellas, todas juntas, las negó con recelo.
—Cuando noté que algo no estaba bien con el señor Seong, llamé al joven maestro Hou, entonces el joven maestro Hou…
Le ordenó que se mantuviera al lado de Seong Ho.
Por supuesto, esto nunca sucedió porque al volver a la discoteca Seong Ho había desaparecido.
De alguna forma su desaparición terminó con Hou Tai Min confiándole la tarea a Tao Kwan de infiltrarse en la Casa Seong, y otra vez de alguna forma todo terminó en una encrucijada.
A cada palabra la mirada de Seong Ho pasó de ser una que parecía tener todo bajo control a una que parecía hubiese caído en un lago de hielo.
«Ah, qué molestia»
Para alguien como él quien prefería hablar claramente para entender claramente, tuvo que masajearse las sienes y tomar varios respiros para ordenar la mente.
¿Lo que acababa de oír no significaba que el valor de personaje se había desequilibrado desde el principio?
¿Entonces, por qué no le afectó en aquel momento?
¿Y por qué no le afectó ahora?
Seong Ho se levantó y caminó, verificando este hecho.
Después de asegurarse nadie los seguía, ambos salieron de la posada hacia la solitaria autopista.
—Comprueba si esta ubicación es suficiente.
—Sí, señor Seong.
Con manos sudadas y frías, Tao Kwan sacó el dispositivo de rastreo.
—Uno, dos, tres. Listo. La señal fue enviada, señor.
El dispositivo del tamaño de media uña comenzó a emitir un sonido constante.
El viento frío corrió bajo un cielo nocturno nublado.
Tao Kwan pidió permiso para sentarse y Seong Ho lo miró como si preguntar fuera una tontería. Pero no era una tontería, ahora era su "jefe".
Seong Ho negó con la cabeza.
—Solo siéntate.
Era simplemente una molestia.
Una camioneta blindada apareció serpenteando la carretera y el dispositivo de rastreo aceleró el pulso, reconociéndola.
Los cauchos rasparon, dejando una marca en la carretera.
La puerta trasera se abrió.
Un joven de rostro adolescente y cabello negro bajó del auto, seguido por tres alfas armados.
—¡Hermano Ho, eres tú! —El chico gritó mientras corría— ¡Qué maravilla! ¡Has vuelto!
Seong Ho lo reconoció como Seong Mao, el primo de este Seong Ho. Un niño del que poco se narró en la novela pero que cuando despertó en este mundo intentó persuadirlo para apaciguar la furia de la mujer que quería ahorcarlo, y que resultaba ser la madre alfa del original.
—Mao'er.
Sin esperar a que el S2 concediera más milagros, Seong Mao lo llamó por una línea del libro.
—¡Bienvenido a casa, hermano Ho!
Seong Mao, que parecía tener unos quince años, gritó y abrazó a Seong Ho. Seong Ho se sorprendió al sentir delgados brazos que lo apretaban repentinamente y las lágrimas que comenzaban a empapar su pecho. Algo incómodo, se limitó a sobarle la espalda.
Tras una hora de camino terrestre y un viaje de cincuenta minutos en un jet privado, aterrizaron a orillas de un lago al pie de una montaña.
Seong Mao detuvo a su gente en la entrada de la villa y dijo:
—La tía lo espera dentro. Ella esta muy preocupada. Escúchela, por favor.
Seong Ho asintió y luego se dirigió a Tao Kwan.
—Tao Kwan.
—Si, señor.
Tao Kwan dio un paso para seguirlo. Uno de los alfas que acompañaban a Seong Mao extendió la mano, interrumpiendo el paso de Tao Kwan.
—El Señor Kwan no puede ir, los guardias de la Villa Zhen lo guiarán —dijo amablemente Seong Mao.
Bajo la luz de los faroles, dos docenas de guardias saludaron al joven maestro Seong.
Mientras viajaban, Seong Mao le había explicado a Seong Ho que no podrían llevarlo directamente a la Mansión Seong debido a la concentración de civiles y guardia nacional que se reunían allí. En cambio lo llevarían a una cabaña familiar, de la que solo sabían algunas personas.
Para este tipo de situaciones la seguridad era estricta y pocas personas tendrían acceso a ello.
Naturalmente ya era demasiado que Tao Kwan hubiera llegado a las afueras de este lugar.
—Entiendo.
Aunque no lo hubiera querido, Seong Ho solo pudo aceptar tales condiciones.
Fue escoltado por las docenas de guardias y su alta y prominente figura desapareció tras las puertas grandes.
Dentro, un aroma a flores lo recibió.
Un poco confundido de que aquello le resultara extrañamente familiar, siguió a los guardias quienes lo llevaron al fondo de la villa, a una pequeña recepción vigilada.
La mujer, que en sus sueños una vez llamó madre alfa, estaba esperándolo.
Seong Guanying levantó sus ojos oscuros y guardó en un cajón los papeles que había estado leyendo.
Ya no tenía el aspecto solemne con el que Seong Ho la había conocido días atrás. El cabello oscuro que había visto perfectamente peinado ahora tenía mechones sueltos de forma desordenada. El maquillaje impecable ahora intentaba cubrir inútilmente las profundas bolsas bajo sus ojos. Su espalda alta y recta ahora parecía contraerse hacia abajo.
—Madre.
Quién sabía porqué, quizás se atribuía a este aspecto o quizás debido a que estaba dentro del cuerpo de su verdadero hijo, Seong Ho sintió una fuerte tristeza con solo verla. Inclinó la cabeza, su cabello negro deslizándose desde el cuello hacia adelante.
—Perdón, madre.
Con la cabeza gacha esto fue lo que dijo.
Escuchó los pasos de la mujer resonando contra el suelo de madera cada vez más cerca, pero no cambió su postura.
—Levanta la cabeza, Seong Ho.
Si la postura de Seong Guanying hubiera sido la correcta, la diferencia de altura entre ambos hubiera sido de unos cuantos centímetros.
¡Plas!
El impacto de la palma movió la mejilla hacia un lado, la piel blanca comenzó a arder y a calentarse.
Seong Guanying volvió a golpear, esta vez en el pecho.
Una.
Dos.
Tres.
Golpeó repetidas veces.
Seong Ho no se defendió.
Una alfa dominante de cincuenta y ocho años todavía tenía la suficiente fuerza para golpear y causar daño severo, sin embargo, la expresión del hombre era inmutable.
No es que fingiera no le dolía, tampoco se debía a que él era otro alfa dominante, simplemente el primer golpe había sido el único con algo de fuerza y su movimiento de caída se enfriaba cada vez.
Finalmente, el décimo flotó en el aire.
En ese momento, los restos de bruma que habían estado controlando la mente de Seong Guanying se disiparon. Los ojos originalmente iracundos se atenuaron y sus pestañas temblaban sin parpadear.
La reprimenda inicial se convirtió en un «¿Qué te pasó?» que salió indulgente de sus labios.
La mirada de su hijo…
¿Qué pudo causar que los ojos claros la miraran como si no tuviera alma?
Si no fuera porque el alfa frente a ella tenía el rostro y la feromona de su hijo, definitivamente pensaría que no lo era.
La mano cayó lastimosamente.
Conociéndolo, la personalidad extrovertida original hubiera intentado decir algo, pero este hijo solo la miró.
Seong Ho no sabía qué hacer. La voz que le gritó se había vuelto un leve sollozo y la mano que lo golpeó parecía aún más miserable. Si antes era difícil de ver, la mujer imponente había quedado atrás por completo. La feromona con aroma a caléndula se extendió por el gran salón. Le dijo sobre el dolor y la angustia que habían estado soportando, la preocupación, estrés, noches sin dormir, la inmensa alegría por este momento, el malestar de ver sufrir a alguien más.
«¿Quién es ese alguien?» quiso saber.
La comunicación entre feromonas se limitada a compartir emociones y no palabras, por lo que naturalmente no hubo respuesta. Aunque de haberla, la sensación le dijo que era una persona muy preciada para Seong Guanying.
—¿Es verdad que te drogaron y estuviste al borde de la muerte?
La distinguida cabeza de la familia Seong siempre había sido imparcial en cuanto a la justicia se trataba. No importaba si se trataba de su único hijo, a quien amaba profundamente. Si su hijo había cometido un pecado que ameritaba el peso de la ley, entonces solo podía verlo partir.
Por eso no había tenido miramientos con echarlo.
Sin embargo, al practicar este tipo de mantra cometió el error de no tener en cuenta las variantes.
—¿Dónde has estado? —Seong Guanying sintió un nudo de culpabilidad ahogándole la garganta.
Vivir en paz durante mucho tiempo le había hecho olvidar lo que era tener enemigos ocultos.
Ella, como líder y como madre, simplemente había fracasado. Quizás se había confiado del que su hijo había sido demasiado independiente y maduro desde que era un niño. Quizás se había confiado del que ahora era un adulto, un alfa dominante que podría defenderse de la mayoría. Quién sabía. Al final, al intentar recordarlo solo había una nube gris nublándole la mente. ¿Por qué no se detuvo un momento cuando vio la sangre y la desorientación de un joven que había sido brutalmente golpeado? ¿Por qué no escucharlo, por qué echarlo? ¿Por qué no averiguar un poco más?
¿Qué no había sido un buen hijo todo este tiempo? ¿Por qué darle la espalda en un instante?
La frustración sobre sí misma hizo que las venas de su frente brotaran y le doliera la cabeza.
Si no hubiera sido por la evidencia que trajo consigo ese chico, Seong Guanying hubiera cometido un error del que se arrepentiría toda la vida.
Aunque ella no se imaginaba que aquellos hijos de puta que se habían hecho pasar por sus guardias golpearían a su hijo de aquella forma, no había tenido la sabiduría correcta para discernir la verdad, lo que al final la habría convertido en cómplice de la muerte de su hijo.
Quiso preguntarle «¿Quién trató tus heridas? ¿Quién cuidó de ti?» pero la voz de su esposo llorando, diciéndole que su hijo era inocente y ella, cegada por la ira, gritándole, resonó en su memoria.
El dolor quemó en su pecho y Seong Guanying solo pudo soportar su arrepentimiento.
—Me di cuenta tarde, lo siento. Todavía no hice públicas las palabras sobre eliminar tu nombre de la familia, y no lo haré. Los negocios y propiedades también te serán devueltos. Aunque primero debemos terminar el juicio. Con esta evidencia.
Seong Guanying se acomodó mechón de cabello rebelde tras la oreja, hablando por lo bajo.
—No, primero hay alguien que desea verte. Dios santo, lo ha repetido tantas veces. Ese chico se preocupa tanto por ti —En su tristeza, Seong Guanying sonrió—. Es bueno saber que se preocupan por ti…