Los muebles de cuero en el centro del salón estaban volcados, el piso de mármol que debería brillar hermosamente estaba cubierto por trozos de madera, cerámica y cenizas. La tetera esparcida en pedazos, la cortina desgarrada, el cenicero… Jeon Yu observó el desastre que había causado su padre, y a este respirando ferozmente frente a él. Como era costumbre, no había ningún indicio de arrepentimiento en su mirada, ni nada que le dijera aquella persona sentía algún aprecio por él.
Suspiró.
—Me voy, padre.
Nang Ye gritó, y en otro ataque de ira, recogió el cenicero y lo lanzó en dirección a Jeon Yu. Jeon Yu movió ligeramente la cabeza, escuchando el objeto estallar a sus espaldas. Sus largas pestañas parpadearon.
—¿Te vas? —Nang Ye golpeó la pared, dejando una marca de sangre— Después de causar tanto daño ¿simplemente te vas?
Con la sangre, las feromonas de padre omegas sobrevolaban con mayor intención opresiva, pero Jeon Yu, también dominante, no estaba afectado por ninguna de ellas.
—No he hecho nada, padre —Aun si Nang Ye se había vuelto loco, Jeon Yu ordenó la mente y respondió—. Mi hermano mayor, quien dijo quería verme urgentemente, en realidad no me dijo nada, pero luego sufrió un colapso mental y me culpan por ello a pesar de no tener nada que ver conmigo. Se lo he dicho repetidamente a padre y sigue pensando que es mi responsabilidad. Como no podemos entendernos, no hay razón para seguir aquí —luego lanzó un vistazo a su alrededor, deteniéndose en las manos del otro y los cortes ensangrentados que había en ellas— ¿O ahora también va a culparme por esto?
—¡Bastardo! ¡Cómo diablos pude tener un hijo como tú! ¿Dices que no tienes nada que ver? ¿Qué eres inocente? ¡No entiendes a Qi'er! ¡Mientras tu hermano ha estado sufriendo, tú…!
Jeon Yu apretó los dientes y la calma que había pensado que tenía repentinamente desapareció.
—¡Y qué si no lo entiendo!
¡Por qué siempre tenía que ser Jeon Qi!
¡Por qué todo tenía que ver con él!
¡Desde que le habían dicho que ese maldito quería verlo, había sabido nada bueno saldría!
¡Se había negado, por supuesto que había negado y había pensado fugarse justo en la puerta de su casa!
¡Pero no pudo!
¡Terminó viéndolo, ¿y qué pasó?! ¡Cómo es que otra vez tiene la culpa de todas sus desgracias!
Jeon Qi había salido a escondidas desde Isla N solo para verlo. Obviamente a Jeon Yu no podía importarle menos y quería irse de la mansión, pero no encontró palabras para escapar de Zhou Dijan y Rong Wei, quien incluso lo había esperado en la entrada y le había abierto la puerta del coche.
Con solo recordarlo, Jeon Yu sintió que podría morir de ira.
Volviendo al tema, luego de ver a Jeon Qi y entrar a una habitación privada, Jeon Qi no había dicho una palabra, y en cambio, de la nada había comenzado a llorar.
Debido a que de alguna manera la puerta del salón insonorizado había quedado entreabierta el sonido se filtró, haciendo que todos oyeran el escándalo. Nang Ye corrió y envió a descansar a Jeon Qi e interrogó pesadamente a Jeon Yu. Sin embargo, por más que Jeon Yu explicó lo que había pasado, Nang Ye se empecinó en pensar que había algo más, problema que se agravó cuando recibieron la noticia de que en el camino a la recamara, Jeon Qi acababa de sufrir un ataque de pánico del cuál debieron sedarlo de emergencia.
Desde entonces Nang Ye dijo a los demás tener que hablar con su segundo hijo, encerró ambos en la misma habitación insonorizada y enloqueció tras cerrar la puerta.
Sabiendo que Nang Ye daría la "conversación" por terminada una vez se cansara de gritar y tirar cosas, Jeon Yu había decidido esperar. Pero quizás debido a que estos días su padre había estado más irritable de lo usual o a que él mismo tenía los nervios de punta, luego de hora y media sintió que no tenía la suficiente paciencia para escucharlo.
¿Por qué Padre siempre lo acusaba por cosas que no tenía nada que ver con él? ¿Por qué regañarlo a tal punto? ¿Por qué no escucharlo? ¿Por qué terminar ofendiéndolo como si fuera escoria?
Si después de todo nunca había querido entender su opinión ni creería sus palabras, ¿por qué, entonces, él si debía soportarlo?
Jeon Yu miró fríamente a Nang Ye y habló con resentimiento en cada una de sus palabras.
—… ¿Acaso padre si entiende cómo me he sentido? ¿Acaso padre sabe qué he pasado o dónde he…? —Recordando la noche en la que si no hubiera sido por Li Han y Luo Bingwen, hubiera sido víctima de casi una docena de alfas y los días de recuperación en los que nadie se interesó por saber su paradero, Jeon Yu bajó la cabeza y negó—. No lo sabes. No sabes nada.
Se dio la vuelta y cuando se dirigía a la puerta, escuchó a Nang Ye gritar.
—¡No te atrevas a marcharte que no hemos terminado!
Al salir encontró con varios trabajadores que habían estado esperando, quienes se alarmaron al ver los cortes del señor Nang.
—¡¡¡Maestro Nang!!!
—¡Vayan por las medicinas! —el mayordomo gritó. Jeon Yu pasó por su lado y cuando sus miradas se encontraron, Choi Joon Sik pareció preocupado, pero respetando su puesto, solo preguntó— ¿El joven Yu esta herido?
A lo lejos, Jeon Yu vio la alta figura de Rong Wei acercándose y sintió un fuerte dolor en el pecho.
—Estoy bien —respondió al mayordomo y así mismo, ignorando los gritos que venían como rugidos.
—¡A donde vas, Yu'er, no hemos terminado!
El aspecto de Nang Ye tomó por sorpresa a Rong Wei, quien corrió a sostenerlo al tiempo que le preguntó a Jeon Yu con voz áspera:
—¿Qué le hiciste a tu padre, Xiao Yu?
¿Qué le hice? ¿En serio? Irritado, Jeon Yu no respondió. Nada cambiaría. Su padre no le daría razón y Rong Wei no le creería. Nunca lo había hecho.
Pero aún sabiéndolo, ver la decepción plasmada en el rostro del alfa que siempre había visto con amor, creyendo era la única persona que nunca le daría la espalda, le hizo entender cuan iluso y estúpido había sido.
—¡Xiao Yu, espera!
Rong Wei lo siguió.
Para cuando Rong Wei lo tomó de la muñeca y lo obligó a detenerse, estaban en uno de los jardines del área este. La noche sobre ellos, las luces encendidas. Jeon Yu había huido sin rumbo hacia allí.
—¡Déjame en paz! —Jeon Yu tiró de su brazo sin conseguirlo— ¡Desgraciado, que me sueltes!
Rong Wei no lo soltó, sino acercó el brazo de Jeon Yu a su pecho, obligándolo a encontrar su mirada.
—¡Qué te sucede estos días, Jeon Yu! ¡Reacciona de una vez!
Cejas fruncidas, ojos rasgados, oscuros, cabello corto apenas desordenado, vestido de traje y un aura elegante envuelta en una leve capa de feromonas lavanda.
El nombre de este alfa era Rong Wei.
Lo había conocido cuando Jeon Yu tenía cinco años y Rong Wei nueve, en la fiesta número siete de Jeon Qi.
Rong Wei era un niño encantador, quién le había ofrecido la mano a Jeon Yu en medio de un centenar que se burlaba de él después de olvidar algunos pasos en la danza que bailó junto a su hermano.
—A mi me pareció que lo hiciste muy bien.
—¿Eso crees? —había preguntado un pequeño Jeon Yu, hecho una bola bajo una mesa.
—¡Claro! Además reírse porque alguien se equivoca es muy tonto ¿no?
Para un niño que siempre había sido opacado por una estrella brillante, ser elogiado lo había hecho sentir que no era tan inútil como todo el mundo decía.
Él no era tan despreocupado como el Zhou Donghai de cinco años, quien incluso ese día había terminado con un brazo roto por lanzarse desde la ventana del segundo piso a la piscina.
Era un niño acomplejado, defecto que se acentuó tras años de ser expuesto a la constante comparación. Aun si aprendió artes como su hermano, danza como su hermano, canto como su hermano, jamás llegó a emparejarlo, mucho menos podía soñar con ser mejor.
Incluso cuando aprendió negocios e hizo varios cursos empresariales hasta conseguir un nivel con el que empleó su primera inversión, pensó que, debido a que su hermano era perezoso en cuanto a los libros, podría vencerlo. Sin embargo, pese a que su hermano jamás estudió números, consiguió aumentar el número de sus acciones día a día, mientras él caía en el fango día tras día.
¿Por qué las cosas iban mal cuando se trataba de su hermano?
No lo sabía, pero el resentimiento se terminó incrustación en su corazón.
—Me gustas.
—¿Qué?
—Digo que me gustas, Xiao Yu.
Pese a ello, por primera vez en su vida, había ocurrido un milagro.
No solo Rong Wei se había diferenciado como alfa y él como omega, sino que una tarde en sus días de secundaria, Rong Wei le había confesado sus sentimientos en el patio de la escuela.
—Pero hagamos esto secreto —dijo Rong Wei con diecinueve años—, temo que Xiao Qi se vuelva extraño con nosotros. Prometimos ser siempre amigos.
Jeon Yu de quince años desbordaba felicidad y aceptó, sin esperar que tiempo después llegara una noticia.
—¡Ah'Yu, me gusta Weiwei!
—¿Qué? Hermano mayor no, pero nosotros prometimos…
—Ah'Yu, esa fue solo una promesa infantil ¿qué importa ahora?
—Yu'er, tu hermano se comprometió con Xiao Wei ¿no es maravilloso?
—¿Qué? ¿Por qué?
—Ellos siempre han sido amigos, ustedes también, pero ellos siempre han tenido una conexión especial. Además, ya hablamos con la familia Rong y aceptaron este compromiso.
—Weiwei ¿por qué no le dijiste que nosotros…?
—Xiao Yu, todo pasó demasiado rápido. De repente vi a Xiao Qi llegando a casa y hablando con mi padre.
—¿Y tú decisión dónde estaba?
—Lo siento, Xiao Yu, lo resolveré, dame… un poco de tiempo. Te juro que eres tú, nadie más.
Jeon Yu sintió lágrimas corriendo por sus mejillas al pensar que alguna vez todo aquello pasó.
Dolía saber que se había engañado durante largos años al creer ser la primera opción del alfa que amaba, soñando podrían formar un futuro juntos.
El amanecer apareció desde el horizonte, iluminando una línea que lentamente tiñó el cielo de azul oscuro a púrpura, amarillo y naranja.
—¡Te dije que me dejaras! —Jeon Yu pateó la entrepierna de Rong Wei y mientras lo vio caer al piso dolorosamente, siguió gritando y llorando— ¿Crees que puedes seguir jugando conmigo solo porque soy basura? Ya sé que no soy tan bueno como mi hermano, sé que nunca lo he sido, que nunca lo seré. Pero incluso si lo sabía pensé que tú en realidad me habías elegido a mí, que por primera vez alguien… —La voz de Jeon Yu se ahogó cuando dijo— Por eso si lo eliges a él esta bien, lo entenderé, pero al menos respétame un poco… —Cayó de rodillas, intentando inútilmente controlar el llanto—… aunque sea un poco.
Hacía siete años atrás había confesado su amor y habían mantenido una relación secreta con él.
Hacía cuatro que su amor se había comprometido con su hermano.
Hacía mucho tiempo había notado que las cosas entre Jeon Qi y Rong Wei parecían ir bien y que Rong Wei había comenzado a cambiar con él. La atención y el cariño del inicio lentamente fueron desvaneciéndose hasta que Jeon Yu era el único que buscaba, que llamaba, quién se interesaba por el otro.
Hacía mucho que sabía algún día toda su ilusión se rompería y terminaría, pero se había negado a verlo hasta que fue muy tarde.
No. Todavía no era muy tarde.
—¿Dijiste qué me sucede? —Jeon Yu se limpió la cara y miró con ojos rojos a Rong Wei— Es cierto, ya no puedo tener tiempo para esto, tengo que reaccionar.
Jeon Yu intentó alejarse pero otra vez Rong Wei lo sujetó.
—¿Ahora de qué hablas?
Jeon Yu impactó un puñetazo en la cara del alfa.
—¡Digo que se acabó!
Jeon Yu era un omega alto, lo suficientemente fuerte y lleno de rabia para girar el rostro de Rong Wei con un golpe. O Rong Wei no había estado preparado.
—Hace mucho tiempo lo elegiste a él —dijo Jeon Yu—, entonces ve con él y déjame en paz.
Rong Wei lo vio alejarse en estado de shock.
Con la ira a flor de piel, Jeon Yu evadió la mansión y llegó al estacionamiento. Se colocó un casco y subió a una de sus motocicletas, pensando en lo cansado que estaba de este lugar, harto de la gente, de lo que significaba portar un simple apellido.
—¿A dónde vas?
Jeon Yu volteó.
Era Jeon Qian. Traía un cigarrillo en la mano y su característico temperamento inmutable. A pesar de que seguramente estaba al tanto de lo que había pasado con padre omega, no parecía tener la intención de mencionarlo.
—¿Padre va a detenerme?
—Necesito que asistas mañana al juicio, por eso estoy aquí.
Jeon Qian tiró el cigarro y lo pisó con la punta del zapato.
—Pero, padre… —A diferencia de la interminable riña con Nang Ye, Jeon Qian era un hombre con el que se podía ser razonable. Jeon Yu no tenía una buena ni mala relación con él, por lo que fue sincero y no disimuló la rabia que todavía sentía— ¿Por qué tengo que asistir? No estoy cómodo asistiendo y no tengo nada qué hacer allí. Incluso mi hermano, que es quién debería ir, no…
—Lo entiendo —Jeon Qian levantó la vista de la colilla y miró a su hijo—, pero necesito que asistas.
—¿Por qué?
—Tómalo como un favor que te estoy pidiendo, por supuesto, aunque seas mi hijo eres libre de hacerlo o no.
Jeon Qian se fue, dejando a Jeon Yu con el ruido del motor.