Continente de Axal, Reino de Haiza. Año 1838. Otoño.
Me quedé hipnotizado mirando la vitrina de la tienda, viendo mi reflejo sobre un maniquí que portaba una chaqueta de piel marrón para aventureros. Me quedaba algo grande, pero tenía muchos bolsillos para guardar todo el equipo de segunda mano de cacería necesario para enfrentarme a todo tipo de criaturas. Imaginaba lo increíble que sería poder ser un trotamundos, con total libertad para ir a donde y cuando yo quisiera, cazando monstruos y bestias, ganando mucho dinero y llegando a ser famoso por todos mis logros y hazañas realizadas, dignas de un héroe legendario. Un sueño que nadie podía quitarme.
Max: 『 ¡Shun! 』
Shun: 『 ¿Mmm? 』
Max: 『 ¡Deja de estar soñando, hay que darnos prisa! 』
En cuanto escuche la voz de Max, volví al mundo real, había olvidado que estábamos en medio de un encargo con en el tiempo encima. Empezamos a correr por las calles de la capital, a toda prisa rumbo al castillo, esquivando a los peatones y a los vendedores ambulantes que transitaban rumbo a sus hogares antes de que empezara a oscurecer.
Si no llegábamos a tiempo, muy seguro seríamos privados de volver a salir del castillo y nos castigarían con arduas horas de trabajo en el establo, aunque pensándolo bien, es lo que hemos hecho durante todos estos años como empleados, después de todo, es nuestra zona y de nadie más.
Somos dos chicos que desde temprana edad fueros puestos a cuidar a los caballos del castillo, aprendices de un viejo criador que antes de fallecer nos enseñó todas sus mañas para entender todo sobre el cuidado equino y la forma en que nos relacionamos unos con otros.
Teníamos que llegar a tiempo para entregar el artefacto que se nos encomendó comprar. Fue bastante difícil encontrarlo en el pueblo ya que no era un lugar tan extraordinario. Se trataba de la única gran ciudad del reino, apenas rebasaba la inmensa área total del castillo y lo único que resaltaba de él era la extensa avenida central en forma de anillo, donde abundaban los puestos de mercado y trueque junto a pequeños edificios, casas y talleres que también promocionaban sus productos.
Simplemente se trataba un lugar de paso con mero comercio interno en su mayoría, sin preocupaciones por amenazas de bestias peligrosas o incontrolables. Un sitio evadido por los aventureros que buscan acción. He ahí la razón por la que no hay muchos lugares donde encontrar artefactos tan extraños como este que llevaba Max en una pequeña bolsa que la ocultaba.
Shun: 『 Por cierto, Max, ¿para qué crees que quieran esa piedra? 』
Max: 『 Y yo qué sé. Además, ¿eso importa? Somos empleados Shun, solo cumplimos órdenes. 』
Shun: 『 Sí, es verdad. Lo único que sé es por qué nos enviaron a nosotros. 』
Lo más seguro es que nos hicieran el encargo a nosotros ya que parecemos más carne de cañón que empleados seguros y responsables. Después de todo, como en toda ciudad importante, la delincuencia era pan de cada día. No todo el mundo opta por tratar de ganarse la vida de manera justa y honrada, incluso hay quienes rechazan la idea después de haber fallado varias veces al intentar conseguirlo, cuando se les cerraron las puertas. Robos, hurtos, asaltos, saqueos, asesinatos, todos producto de la desesperación de algunos y del abuso de otros.
Siempre nos usaron a ambos para hacer mandados de cosas que solo se consiguen en los barrios bajos o en extraños establecimientos, y esta no fue la excepción. Tuvimos que venir hasta los extremos del barrio cerca a la iglesia para encontrar una solitaria y pequeña tienda de artilugios raros, la única del pueblo que contaba con lo que traíamos: una "aquapiedra"
Estas cosas son una especie de mineral que en su interior contienen partículas energizadas y elementos químicos que facilitan a los "magos" a realizar sus conjuros. En realidad no tengo muy claro cómo funcionan, solo sé que les llaman catalizadores y que son demasiado costosas. No es mi campo ni nada por el estilo. Únicamente alguien afín a esto y con la enseñanza correcta sabrá del tema, no un simple cuidador de caballos como yo.
Aun así me llamaba la atención el para qué querían una "piedra mágica" en el castillo, si se supone que ya tenían varias. Siendo una aquapiedra se pensaría que es para regar cultivos o incendios, sin embargo no estamos en etapa de sequía, ni el Sol era lo suficientemente fuerte como para llegar a causar un incendio. ¡Es otoño!
Max: 『 ¡Shun, deja de pensar y corre más rápido! ¡Si suena la campana, estamos fritos! 』
Shun: 『 Sí, ya lo sé 』
Max siempre se la ha pasado regañándome por todo: que no corte moras del jardín, que no alimente de más a los caballos, que barra bien, que esto, que aquello. Sin dudas es un mandón malhumorado…, aunque entiendo la razón.
Nunca conocimos a nuestro padre, de hecho ni siquiera sabemos quién era, a qué se dedicaba o cuál es su nombre. Mamá nunca quiso hablar de él con nosotros, solo nos dijo que un día se marchó y nunca regresó. Pareciera que le detesta mucho y por eso evita mencionarlo.
Nosotros no le recriminamos nada; bueno, quizás yo sí, por mi nombre, en serio, qué clase de nombre es Shun, no tengo idea de lo que significa y estoy seguro que nadie más en el mundo lo tiene, además sueno muy raro; pero con mamá es otra cosa. ¿Qué habrá pasado entre ellos dos en el pasado? ¿Y por qué nos abandonó?
Por ello, Max adoptó el papel de figura paterna, o el intento de ello, ya que ninguno de los dos sabe algo de cómo serlo. Jamás lo vería como padre. Siempre será mi hermano mayor y eso es todo.
Max: 『 Shun, por aquí. Tomaremos un atajo. 』
Max decidió tomar de pronto un camino alterno para acortar distancia. Aunque tomar la avenida principal y después el camino al castillo nos terminaría atrasando un poco más, ir entre las calles y callejones de los barrios no era algo muy seguro. Aún y que le recalqué esto, no le tomó mucha preocupación.
Shun: 『 ¿Estás seguro? Tal vez no sea buena idea. 』
Max: 『 No tenemos tiempo. Además, no es como que en cada callejón siempre haya un matón esperan−. 』
Repentinamente, Max topó contra una grande y elástica barriga que lo hizo rebotar. Un enorme hombre de gran cuerpo y extremidades musculosas, junto a dos tipos más bajos y larguiruchos, aparecieron en medio del callejón que justamente habíamos tomado, deteniendo nuestro paso y empezando a "charlar" con nosotros.
Maleante fornido: 『 Oigan, chicos, ¿a dónde van con tanta prisa? ¿Será que tienen algo importante en esa bolsa? ¿Les molestaría si le echamos un vistazo? 』
Maleante magro: 『 Dessscuida, grandote. Por supesssto que nosss enssseñarán, ¿verdad? 』
El tipo grande hablaba escupiendo y señalando la bolsa que sostenía en mano Max, mientras que otro dio unos pasos hacia nosotros, hablando en tono remilgoso con una extraña dislalia e intentando tomar la bolsa. Max apartó al sujeto empujándolo con el hombro para seguir avanzando hasta que su otro compañero se le puso de frente.
Max: 『 No estoy de humor para esto. Háganse a un lado. 』
Maleante engorroso: 『 Uoh, tranquilo amigo, solo teníamos curiosidad. 』
Maleante magro: 『 Sssí, no tienessss por qué alterarte. 』
En ese momento fue cuando esos dos sacaron de sus bolsillos unas cuchillas de unos 30 centímetros aproximadamente, que parecían estar envenenadas, un solo corte de esas dagas y quedaríamos inmovilizados o intoxicados con algún agente letal que nos llevaría a una lenta y sofocante muerte.
Shun: 『 Olvídalo, Max, estos tipos no piensan dejarnos pasar. Lo único que quieren es esa piedra. 』
Maleante engorroso: 『 Oh, veo que comprendes muy bien la situación. Que amable de tu parte cooperar con nosotros. 』
Shun: 『 ¿De qué estás hablando? Aunque les diéramos esto, no tendrían el suficiente cerebro para comprender lo qué es 』
Maleante engorroso: 『 ¡¿Aaaaah?! 』
Maleante fornido: 『 ¡¿Qué dijiste?! 』
Lancé un comentario hiriente a los maleantes que desencadenaron su disgusto y enojo. El sujeto de gran complexión trono sus nudillos y puso una cara que mostraba lo muy molesto que se había puesto. Se aproximó a mí lentamente diciendo: 『 Eso fue muy descortés. 』 Echó para atrás el brazo con el puño cerrado, preparándolo para propiciarme un buen golpe.
Shun: 『 Yo distraigo al grande, encárgate de esos dos. 』
Max: 『 ¡Oye, espera! 』
Maleante fornido: 『 ¡TE MOLERÉ A GOLPES! 』
Evité el golpe antes de que pudiese impulsar su brazo por completo. Por lo alto que estaba, me impulsé con las manos desde el piso y golpeé su rostro con ambos pies, sacándole bastante de su cuantiosa saliva y algo de sangre de su nariz.
Sus compañeros se distrajeron al ver como su amigo caía tras el golpe. Perdieron de vista a Max, quien aprovechó su despiste para atacar, tomando la muñeca del tipo con extraña pronunciación y cargando su peso contra él para llevarlo a suelo y golpearle en la cabeza. En cuanto el tercer maleante se percató, Max ya le había dado una patada en el estómago que terminó azotándolo contra la pared, silenciándolo y dejando fuera de acción.
Shun: 『 Veo que no estás tan oxidado. 』
Max: 『 Con tanto trabajo que tenemos, aún no… ¡Detrás de ti! 』
Maleante fornido: 『 ¡¡Aún no acabo contigo!! 』
El maleante que derribé volvió a levantarse y, de nueva cuenta, intentó golpearme. Siguió insistiendo aun cuando no acertaba un solo golpe, lanzando puñetazos por todos lados con desesperación, pegando incluso contra las paredes del callejón, rompiendo parte de ellos, hasta juntar un montón que bloqueo el paso de la salida
Max: 『 ¡Lo que faltaba!, bloqueó el camino. Si no fueses tan acelerado, esto no habría pasado. 』
Shun: 『 Lo dudo, no creo que nos hubieran dejado pasar o dar vuelta así como así. 』
Maleante fornido: 『 ¡NO ME IGNOREEEEN! 』
El maleante seguía atacando sin discreción, dañando el entorno y gritando en total ira por no poder golpearnos, sin ningún esfuerzo lo evadíamos por completo, pero por su gran tamaño era difícil pasarlo.
Max: 『 ¿Y ahora cómo salimos de esto? 』
Shun: 『 … ¿Oh?... ¡Max, sígueme! 』
Me percaté de unas cajas arrumbadas, lo suficientemente grandes para que pudiésemos subir en ellas y alcanzar las tejas de las casas del callejón. Cuando se abrió un espacio, logramos sobrepasar al gigante, quien por su lentitud se quedó parado, viendo la forma fugaz en que subíamos a los techos y lo dejábamos a la distancia mientras gritaba en furia: 『 ¡OIGAN! ¿A DÓNDE VAN?! ¡VUELVAN, DESGRACIADOS! ¡AAAAAAAAAH! 』
Así escapamos de la situación con un poco de apuro por la forma en que se complicó de repente, por el insistente sujeto. Corríamos y saltábamos por los techos de las diferentes casas del barrio. Gracias a nuestra experiencia desde niños, nos era fácil andar de esa manera sin preocupación alguna de caer, después de un tiempo, era como un hábito retomado el volver a hacerlo.
Max: 『 En serio que eres un… No puedo creer que me obligues a trepar por los techos de nuevo. 』
Shun: 『 Vamos, debes admitir que se siente bien volver a hacerlo. ¿No te trae nostalgia? 』
Max: 『 Lo único que me recuerda es ese mal recuerdo en que nos castigaron por incitar a Lidia a intentarlo en el Roble. 』
Shun: 『 Ah, sí, eso. Mamá nos dio una paliza. 』
Max: 『 Sí, y no fue grato. Mejor deja de hablar, hay que bajar y apresurarnos. 』
Shun: 『 Sí, sí, lo que digas. 』
Yo también lo recordé, ese momento de nuestra niñez, cuando no éramos más que unos niños que jugaban en sus tiempos libres, subiendo a un enorme árbol en las orillas del gran jardín del castillo, siempre seguidos por una delicada niña de piel clara, ojos color índigo, cabello marrón y siempre cepillado, vestida con ropas de tela fina, falda ancha y larga. Un trio de niños que crecieron en el mismo ambiente, pero en circunstancias muy diferentes, con personas que los educaron en distinta forma y con distinto enfoque; dos mundos completamente distintos en un mismo lugar.