Recostado en el suelo, Takeuchi mira hacia el techo de su departamento. Las grietas y la pintura sin terminar lo ponen de mal humor, tanto que frunce su ceño y se gira para no verlo.
—Quisiera que esto fuera solo una pesadilla— se dice.
La escena de esta mañana en el baño con la recepcionista aún lo sigue atormentando.
—¿Por qué?— se pregunta. —¿Por qué estaba tan asustada?—
Takeuchi abre los ojos de forma abrupta. La sensación de una gota que recorre por su rostro hace que se limpie casi de inmediato, pero al mirar su mano, nota con horror una mancha de sangre rosa sobre toda la palma.
—¿Qué?—
Alza su mirada hacia el techo y ve como todo está manchado por la misma sangre de color rosa que gotea a cada instante. Takeuchi retrocede deprisa y respira con mucha dificultad. De pronto, detrás suyo, escucha como tocan a la puerta durante varios minutos con mucha fuerza.
Lamentos se escuchan entre las paredes y la puerta, haciendo de su experiencia una auténtica escena de terror.
En su desesperación, corre hacia la ventana de su departamento y trata de abrirla, pero con cada intento se va volviendo más pesada al punto de cortarse los dedos.
Takeuchi observa su sangre roja carmesí recorrer su mano hasta coincidir con la mancha rosa. Su sangre forma un rostro monstruoso con colmillos como los de un león que devora a la rosa de manera voraz.
De inmediato, Takeuchi talla sus manos en el suelo hasta quedar completamente limpio. Su sangre comienza a hablarle.
—El abuelo. Hay que salvar al abuelo— se lamenta su sangre.
—Esto…no es real— se repite a si mismo Takeuchi.
El techo continúa goteando sangre rosa. La sangre de Takeuchi se emociona al verla caer.
—¡Abuelo! ¡Te salvaré!—
La sangre comienza a tomar una forma humanoide, levantándose del suelo y sacando su lengua. Gira su cabeza por el departamento y descubre a Takeuchi en un rincón.
—¡Tú!—
La sangre humanoide camina con dificultad hacia Takeuchi, tambaleándose de un lado a otro. Detrás suyo, deja un rastro de sangre roja y rosa como si se hubiera arrastrado a alguien por el suelo.
La sangre acorrala a Takeuchi. Toma su rostro y con torpeza intenta emular una sonrisa.
—¡Salvemos al abuelo!—
El rostro de Takeuchi se cubre de su propia sangre y la especial. Por su parte, la sangre toma la forma de Takeuchi. Su piel pálida, sus ojos verdes carentes de vida y una sonrisa torpe pero macabra ríe con malicia.
Takeuchi se levanta de golpe empapado de sudor y con el corazón a punto de estallar. Toma su celular y mira la hora. Aliviado, se tira al suelo y suspira.
Decidido a saber la verdad detrás de su sueño, Takeuchi busca artículos en Internet en su celular sobre la sangre especial. Entre los diferentes artículos se leen varios títulos amarillistas y exagerados. De entre todos, uno destaca por encima del resto.
"Adolescente de dieciséis años es encontrado sin vida en un callejón"
Takeuchi ingresa al artículo y lo lee con detenimiento. Los detalles del caso hacen que desvíe la mirada por unos instantes. Pese a no querer hacerlo, se obliga a sí mismo a seguir leyendo para descubrir la verdad. La lectura lo incomoda cada vez más, pero no es hasta que lee una sección del caso que lo deja sin palabras.
—¿Hallado sin sangre?— dice.
Inhibe su celular y lo deja en el suelo. Mirando al techo, se agarra la cabeza y soba su brazo. Lo terrible del caso y el terror de la recepcionista dan vueltas en su cabeza.
Una notificación suena en su celular. Al revisarlo, la foto de su abuelo y él de pequeño le recuerdan el motivo para continuar con su misión. Sin embargo, la convicción que tuvo en un inicio ahora tambalea.
—Abuelo. ¿Estoy haciendo lo correcto?—