El humo del arma se observa entre la tenue pero brillante luz que hay en las calles. Un agujero de bala incrustado en el suelo justo a lado de Takeuchi hace que el muchacho se quede en shock.
—No debiste meterte en esto. Ahora no tienes opción— le dice el hombre sin titubear. A lo lejos, Takeuchi escucha los gritos de Kuki.
—¡Suéltenme!— grita entre el forcejeo con sus captores.
La luz de la luna cae sobre el río de sangre que emana de la herida de Takeuchi. Con las fuerzas que aún le quedan y saliendo de su trance, extiende su mano hacia Kuki.
—Kuki—
El esfuerzo titánico que hace para poder hablar apenas y le basta para susurrar el nombre de su compañera.
—Es mi culpa— piensa Takeuchi. —Pero ya es tarde para lamentarme—
Takeuchi intenta levantarse del suelo, pero el hombre encapuchado aprieta con fuerza su pie sobre su pecho.
—¿A dónde crees que vas?— le cuestiona.
Takeuchi mira a lo lejos, con impotencia, a Kuki siendo secuestrada e ingresada a un auto. Kuki sigue resistiéndose, desatando la ira de uno de sus captores.
—¡Ya ríndete!— le grita, antes de soltarle una fuerte bofetada.
Takeuchi aprieta sus dientes y sostiene el pie del hombre encapuchado. En su furia, logra levantarlo un poco, sorprendiendo al hombre, quien aprieta con todavía más fuerza.
Kuki es finalmente ingresada al vehículo. Su determinación provoca la burla de sus secuestradores.
—Vamos, cariño. Déjate querer— dice uno de ellos mientras soba la pierna de Kuki.
—¡Concéntrense!— les grita el conductor.
Encienden el auto, preparándose para irse. Takeuchi trata por última vez de quitarse el pie del hombre encapuchado sin éxito.
—¡KUKI!— grita con lo poco que le queda de fuerzas.
Sus esfuerzos son en vano. Observa el carro irse a lo lejos, con un logotipo de una balanza dorada en la parte trasera del mismo. Sin despegar la vista del carro, siente como los huesos de su pecho crujen mientras el hombre encapuchado aprieta más fuerte su pie.
—Sabía que no tenías lo que se necesita para este trabajo. Solo porque el doctor me insistió en darte una oportunidad es que cedí. Pero no cometeré el mismo error dos veces—
El hombre guarda su arma y quita su pie del pecho de Takeuchi, quien no puede moverse y escupe sangre cada vez que respira.
—Espero que te guste el suelo— le dice el hombre.
El hombre encapuchado se retira del lugar al igual que el vehículo que transporta a Kuki. Las lesiones y la perdida de sangre hacen que Takeuchi entre cierre sus ojos poco a poco. Sus latidos disminuyen y su visión se torna borrosa.
—A-a-ayyud—
Leves balbuceos salen de sus labios. Intenta arrastrarse pero una fuerte presión y el dolor insoportable en su cuerpo se lo impiden.
Las heridas en su cuerpo finalmente hacen que pierda el conocimiento. Del otro lado de la calle, unas fuertes pisadas pueden escucharse entre la soledad de la noche. El pie de alguien desconocido se detiene frente al charco de sangre en el pavimento.
Exhala un fuerte suspiro y reniega con la cabeza.
—Otro "héroe"— dice con incredulidad y fastidio.