—Arrástrate hacia mí, princesa.
Su profunda voz penetraba y reverberaba directamente a través de ella, llegando tan profundo dentro de Elle que sentía como si su cerebro se hubiera cortocircuitado ante esa orden confiada y absoluta.
El puro enfoque que había centrado en ella mientras la dominaba desde arriba, mirándola, hizo que Elle inconscientemente apretara sus puños en la sábana. Pero en el momento en que vio un destello de algo juguetón y aparentemente burlón en sus ojos, deshizo sus puños y levantó la barbilla. Él la estaba desafiando. Parecía que no creía que ella pudiera hacerlo. Eso es cómo interpretó esa mirada en sus ojos.
Y no le gustó lo que pensó que sería su reacción si no hacía un movimiento ahora. Sorprendentemente, le disgustó más la idea de que él sonriera con suficiencia al decirle 'tiene razón y que ella es sólo bravuconería' mucho más que hacer lo que le estaba pidiendo que hiciera en ese momento.