Chereads / Nigromántica - Un Amor mágico del otro mundo / Chapter 9 - Cleo, conoce todo de Hermes. Invasión al sur. Llegada a Azaria/Azarea. -

Chapter 9 - Cleo, conoce todo de Hermes. Invasión al sur. Llegada a Azaria/Azarea. -

En oportunidades los seres demuestran su amor ante la curiosidad. Y ese, tal vez sea uno de esos tipos de amor que son para siempre. -

- Nela pide que quiere ir al baño – Dice con un poco de vergüenza –

- Bueno haz tranquila tus necesidades, yo me quedaré aquí esperándote ¿Si?

- Nela, está feliz. – La pequeña se fue en dirección alejándose unos metros entre árboles y arbustos, pues le daba cierta vergüenza. -

Al retomar el sendero en busca de esas personas. Cleo reflexionaba.

Ella traspasó el espejo que reflejó su mirada en un pequeño pasado que desconocía y que no podía entender. Reflexionó sobre ello con pequeñas gotas que se desprendían de sus ojos y que con una razón mágica formaban esos ríos en los cuales nadan los sentimientos.

Entonces cada momento se dibujó en su mirada. Cada situación inverosímil llena de verdad. Era una nigromante cuyos poderes celestiales se habían guardado en el fondo de su corazón con mucho cuidado y que saldrían a la luz cuando fuere preciso. Todo lo que alrededor circunde es parte de ella. Un alma libre y llena de luz. Entre ellos y el otro lado, Cleo se encontró a las afueras de la cueva del otro lado del pie de la montaña. Comenzó a llamar al grupo. Todo había desaparecido y se sintió sola al abrazarse. Realmente temía a la soledad y era un castigo mal dicho que poseía todas sus formas de razonar al hacerla caer en un fuego

psicológico. Solo la chispa de la luz de sus hechizos sanaba los instantes. Al ponerse de cuclillas se desesperó. Se tenía a ella misma. Pero sus sentidos invocaron su poder para hacer aparecer a la persona que su corazón requería.

- ¡¡Cleeoo!! ¡¡¡Cleooo!!!

Esa voz se dijo así misma. Esa voz. Y se incorporó de inmediato. Comenzó a mirar en todos los sectores. Su campo intuitivo se fortaleció. Ahora podía usar magia. Ahora sabía bien quién era. Y que era.

- ¿Hermes? ¿ Hermess? Grita Cleo con la voz de su corazón - ¿Hermes eres tú?

¿En serio eres tú?

- ¡¡¡Cleoo!! ¡¡¡Cleoo!!!

Ambos corrieron el uno al otro. Mientras lo hacían sus ojos no podían desampararse. Cada uno se veía en el reflejo de esas retinas que se completaban en esperanza. Y chocaron en un abrazo. Ella acomodo su mejilla en su pecho y él en su largo y extenso cabello dorado.

Cleo abraza a Hermes muy fuerte haciendo que éste caiga al suelo y se golpee la cabeza con una piedra.

- ¡!AUUU!! ¡Ten más cuidado, mujer! - Le expresa con rabia Hermes. Ella lo suelta. –

- ¿Qué? ¿No te pone feliz verme? - Coloca rostro de irritación Cleo – ¡Me preocupe mucho por ti!

- ¿Pues no parece? – Le dice Hermes posando su mano en la cabeza por el golpe al ver una Cleo un poco triste. – ¡Lo siento! También me preocupe por ti! – Le confiesa con pesar. –

- Crei que había muerto – Llora Cleo, y lo abraza nuevamente. -

- Pero, ¡Estoy bien! - Si. Debemos... - ¿Dónde están los demás?

- Ingresamos a un túnel, a las afueras del cerro que está del otro lado, y nos perdimos. Al salir, no había nadie, pero estoy completamente segura que están bien. –

- ¿Hay algo más que debas decirme Cleo? – Pregunta con un poco de desconfianza Hermes.-

- Nada – Y con su dedo dibuja un círculo como una luz de color rojizo. –

- ¡Wow! ¿Qué es eso? –

- No es nada. Perdona Hermes. Creí que te habíamos perdido. ¿Estás bien? – Seca sus lágrimas en su pecho

- Estoy bien Cleo – Sonríe - No te preocupes. Fue un largo viaje. Debemos seguir. ¿Los demás podremos encontrarlos?

- Es una larga historia. Pero sé en qué lugar se encuentran.

- Entonces es ahí en donde iremos.

- Si.

- Debemos seguir Hermes. –

Nela los ve juntos y se arroja a Hermes. –

- ¿Quién es ella? - Se pone furiosa Nela con su interpleación sin tercera persona. –

- Ella es Cleo, pequeña Nela. – Expresa Hermes. Nela cláva su vista sobre Cleo, con rostro de pocos amigos. –

- Nela no le agrada Cleo. –

- Pero ¿Por qué? – Pregunta con ternura Cleo. –

- ¡Tú quieres a Hermes! Nela no le gusta. – Dice ella con rostro enojado . Cleo se alborota un poco sonrojada.

- ¡Claro que no! – Cierra los ojos ignorando a Hermes con cierto desprecio. – -

¿Ella? ¡Olvídalo! ¡No soy tan tonto!

- ¡¡¡¡¡¿Qué dices?!!!!! – Le gritó en el odio de Hermes con una imagen de Cleo

gigante se le vino encima, que hasta Nela se esconde del miedo. - Nela tiene miedo de Cleo. -

Tanto Hermes como Cleo se colocaron de espaldas el uno del otro, ambos cruzados de brazos y Nela en el medio de ellos dos gesticulando un ademan de

¿No saber lo que ocurre con ellos?

- Nela quiere irse.

- Si será mejor – Concluyen ambos, al verificar los hechos y situaciones. -

Hartman, Manni y Mac continuaron camino.

- Estará segura, tiene la espada. Y sé que irá a Azaria. Allí nos encontraremos.

- Entonces debemos ir allá.

- Pero Cleo está absolutamente sola. -

- Ya te dije – Expresa Hartman – Ella lleva la espada. La espada la protege, de cualquier entidad que intente poseerla siempre y cuando no tenga la funda. Y como parte de la familia Everlast, sabe bien cómo utilizarla ¿Lo que no entiendo es por qué se fue sin nosotros? - Discute Hartman dubitativo con su mano en el mentón. –

- Este túnel, no parece algo usual que digamos. La energía de esta región bloque mi magia – Aclara Manni como para poder rastrearla. No lo pude hacer cuando perdimos a Hermes.

- El viaje se ha vuelto un peligro, desde que salí de mi hogar. El clan Fenrir fue totalmente acribillado, y no voy a dejar las cosas así como están

¡Continuemos!

El grupo al desintegrarse estaban desorientados, aunque su voluntad los impulsaba al mismo objetivo, en algún sentido inconscientemente Hartman era un viejo guerrero de clan de los lobos, aún podía escuchar en su interior el aullido de todos sus compatriotas de ese entorno cultura y étnico que los identificaba como uno de las tribus guerreras del continente de murias.

Fue solo una noche para que avanzaran los soldados de la muerte del mundo de la oscuridad. Drake en un contexto dramático en el que debieron luchar armándose hasta los dientes. En su sana credibilidad los capitanes de los escuadrones fueron aniquilados. El arma más peligrosa que posee Drake es el poder sobre la oscuridad y sus magos nigromantes que manipulan el los estandartes de los batallones haciendo de que estos maquinas asesinas.

El guerrero lobo con su túnica de piel atascaba pintado como asesino, pero su espada y lanza no fueron suficientes. Los monstruos se fueron multiplicando, como los montaraces que al concluir la noche tenían todo bajo su control.

Él sabía cómo estaba compuesto el ejército de Drake. Varios batallones de soldados mitad bestias, que se agrupaban en formas de triángulos con escudos cuadrados. Tres filas delante. Tres filas detrás, y en el aire las bestias y jinetes, y luego el grupo de los mortuorios, quienes recogen a los cadáveres que se descomponen para reconstruirlos y formar así otros soldados, con las partes de los cuerpos.

Desde que fue posible la expansión, el gas del aire parece pútrido; no se respira el oxígeno que solía existir. Y cada rincón libre y escondido es cuna de alguna que otra criatura que viene del vorterix del mundo de la oscuridad de la tierra de la orden dragón hacia cada sitio.

Los ríos se tiñen de lodo y sangre, y los campos solo nacen frutos de la muerte.

¿Alguien debe detenerlo? Sino en breve dejara de existir Murias en lo que lo conocernos convirtiéndose en un campo de difuntos y monstruos. -

Las palabras de Hartman a manni y Mac, mientras viajaban, eran la cruda realidad, cuando se escondieron en la maleza ante el viaje de los jinetes desde el cielo. Cleo, Hermes, y Nela también los vieron y corrieron a refugiarse. Cleo comenzó a toser, igual que Hermes. Ella hizo un pequeño conjuro para disipar el oxígeno, a Nela no le producía nada al respecto. –

- ¡Cof! ¡Cof! – Hermes, no paraba de toser. La tos también invadía a Cleo que repelió la misma cuando el veneno del aire se estaba expandiendo, limpiando los poros de toda la zona – ¡Gracias Cleo! Creo que los hemos visto ya a esos engendros

- Son los jinetes Hermes. Van hacia algún lugar atacar. -

- Debemos mantenernos escondidos. –

- No, es necesario. No vienen por nosotros. Siguen su rumbo, y me temo que sé a dónde se dirigen. Solo espero que estén preparados. –

Hermes supo, que Tocasicha, era la próxima víctima. Cleo agacha la mirada desconsolada, y aprieta los dientes cerrando el puño. Alguna gota de sus ojos se desprende fustigada de tanto

- ¡Cleo! – Llama Hermes. Nela se mantiene callada. –

- No, Hermes. No podemos regresar. Hay que ir adelante. -

Se originó en la tierra un temblor que de tal magnitud los aldeanos salían corriendo. Desde el suelo se abrían grietas, en la cual escapaban los mitad bestia, y en el aire las bolas de fuego incendiando las casas. El repentino ataque alarmó a las cuadrillas de militares que se sumaban a querer cerrar los pasos, pero eran incapaces de para la oleada que se estaba avecinando. Eran como bombardeos que mutilaban a todas las personas que quisieran escapar. La masion Everlast estaba fortificada, y recibía ataques, no obstante el objetivo esta vez era el poblado. Los súbditos guardaron los cuerpos, y la tía de Cleo se escondía en un sótano como suerte de bunker. Para el atardecer la mitad de la población había caído, el negocio familiar de Mac y su padre estaba en llamas, y no se sabía del paradero de él, como el de sus vecinos. La impronta que estampaba, era la marca en fuego de la orden dragón. A partir de allí debían jugar lealtad o serían pérfidos renegados que pasarían a formar parte de los calabozos, para los experimentos de los mortuorios.

La despiadada intensión de ese hombre si lo era, carecía de toda humanidad. El remedio era destruirlo. –

Neo-dhòchas an dream a thuit, agus cràdh nam mòr-shluagh gu bàs. Saoilidh mi gum biodh dòchas ann.

(La desesperanza de los caídos, y el dolor de las masas a la muerte. quisiera que existiere esperanza.)

- ¡¡Coofff!! – Fue el último impulso, y recibió la palma en la espalda de Cleo. -

¡Gracias Cleo! Me estaba ahogando

- Descuida y no te sientas desesperanzado. – Dice ella. Hermes abre sus ojos como algo sorprendido.

El cuadro era el siguiente. El humo se esparcía por todos los rincones quemados, y entre los mortuorios apilaban en carretas cuerpos carcomidos, partes mutiladas, decidiendo que haces con lo desechable. Algunos pensaban en comida para las bestias que merodeaban. Los residuos de todo tipo de ser se fusionaban con despojos de la madera quemada. La fuente que alguna vez florecía en agua, estaba cubierta de un tinte sombrío que se mesclaba con el humo del fuego. El aspecto era tenebroso para quien forma parte de la vida. El pesimismo y la inseguridad se daban la mano a quienes escaparon. La mansión fue tomada por los jinetes y pronto se llevaron a todos como prisioneros.

- ¿Qué haremos con ella?

- Deséchenla – Dijo, y la cubrieron con un manto, junto a otros que no valían la pena ser llevados para conversión por los mortuorios. –

Lo que fue un pueblo, ahora era solo polvo en las cercanías del desierto y las bahías.

Drake y sus brujos jamás salían de las inmediaciones del palacio. Él, guiaba a sus súbditos con si energía y su comunicación; solo era entre el mundo de la oscuridad

y el mundo terrestre. De ello se desprendían muchas leyendas de que él, no podía ver el día y solo la noche y que su poder residía en el palacio, por ellos estaba ubicado estratégicamente entre las montañas de los gigantes y los alados seres cual centinelas, que bloqueaban el acceso y el enorme laberinto en los llanos que solo era visible para los extraños, y enemigos. No para todo aquel que perteneciera a la orden dragón.

La avanzada de Drake fue todo un éxito. Hermes, Cleo y Nela caminaron durante todo el día hasta las proximidades de unos kilómetros de Azarea.

- Mis pies no dan más

- Nela está bien. Tu aguantas poco

- Es que estoy cansada – Dice Cleo bebiendo un poco de agua de un recipiente

- Deberíamos descansar – manifiesta Hermes

- ¡¡Ay!! Gracias Hermes por escucharme. Has estado muy caballero – Se sonroja Cleo. Nela quieta lo observaba desde su pequeña estura.

- ¡No lo digo por ti mujer! Es por Nela que es una niña. – expresa Hermes con poca simpatía.

- ¿Ehh? Ya lo sabía. Era algo fuera de la lógica de que un tipo cómo tu diga eso – Cleo lo mira de reojo conservando su animosidad bien detallada.

- ¿Ahh Si? ¡¡¡Pues tú deberías cerrar esa bocota que lo único en que piensa

es en quejarse!!! ¡¡¡Grrr!! Hazlo de buena manera - Gruñe Hermes. -

- ¡¡¡No me digas como debo quejarme!!! ¡¡¡Grr!!! – Gruñe con el doble de intensidad Cleo. Nela al verlos a los dos, nariz con nariz, acercó su dedo a la

suya y se lo introdujo sacándose de ella una mucosidad. - Nela

¿No entiende por qué se pelean? - Escarbaba en su orificio. -

- Si, ni modo. Descansaremos por hoy. Mañana seguiremos, el viaje y la pelea - Expresa de mala gana. -

- Bien, ¡¡¡Estoy de acuerdo!!! - Cierra la conversación. -

Hermes tenía razón no valía la pena sobre agotarse en esta situación. El día no fue otro transcurso de tiempo. Nela estaba cerca de un arroyo con Cleo. La pequeña intentaba pescar algo para cenar. A cleo le causaba risa, mientras se observaba las manos sintiendo un ligero hormigueo. La secuencia del interior del túnel, Song y la espada se venían a su mente. Extendió entonces sus brazos y luego las manos llamando a los signos de la naturaleza. Los músculos de su rostro se contraían. Un calambre en su cuello la detuvo, pero no tenía dudad de que debía seguir. Entre la tierra y las aguas de arroyo produjo un movimiento de olas que lanzó varios peces y a Nela por el aire.

- ¡Ahh!¡Auxilio! Nela está volando – Manifestó un alarido que preocupó a Cleo. Nela descendió en el suelo junto a los peces golpeándose la cabeza. Cleo fue por ella.

- ¡¿Nela estas bien?! ¡Perdóname! – Se angustió ella y posó la palma de su mano sobre la niña. De inmediato y como una película de Nela, Cleo pudo

ver toda su vida. Su nacimiento; edad temprana con su madre sosteniéndola en brazos. Su lugar era el mundo oscuro de la noche. Urq su padre y Har su madre mantenían los dominios del reino de las arenas. Un lugar en el cual siempre es de noche y la luna es menguante. Los árboles son solo ramas secas. Paramos desolados. Allí son loa demonios los que hablan.

Nela estaba junto a su padre y madre. Jugaba entre los troncos de un vetusto árbol gris que parecía que se había incendiado.

El poder de Urq es necesario para mantener el equilibrio. Cleo puede ver como una figura con una bata oscura se acerca a él.

- Estas muy lejos de casa – Le dice Urq. Har se mantiene distante.

- Mis condiciones fueron dadas a todos los reyes demonios. Detrás del hombre un grupo de montaraces, bestias sedientas de sangre esperaban y gigantes de averno interior.

- Son basura ¿Y vienes aquí? Con tu miserable presencia a imponerte con demonios de baja categoría. El ser chasqueó sus dedos y todos fueron contra éste.

Urq sacó su espada desintegrando a la mayoría de ellos. Su esposa fue hacía Nela. Un gigante tomó con sus manos a Urq apretándolo fuerte para destruir sus órganos.

- Vida gritó – Har. Nela se lanzó a llorar del miedo en brazos de Har. Y Urq comenzó hacer un fuerte movimiento haciendo que la mano del gigante se abriera. Una vez suelto, desenvaina su espada cortando la mano de éste y luego en un salto potente direcciona el filo hacia el rostro partiéndolo en dos. Luego otros fueron contra él, y su sable descuartizó a cada bestia y jinete. Un camino de muerte había quedado atrás.

- ¡Bravo! Será genial si me sirves – dijo el ser que dejó ver su rostro.

- Drake del mundo de los vivos. – Dijo Urq.

- Ahora el mundo de la oscuridad – Drake desenvaina su espada y ambos confrontan un duelo en iguales condiciones.

Urq lanza una estocada que es finteada por Drake, que en segundos corta parte de su pecho lastimando severamente al demonio.

- Eres lento rey demonio de la arena.

- ¡¡grr!! – el gruñido de Urq se posiciona con sus ojos rojos y clava su espada en el estómago de Drake. – ¡Estas acabado!

- ¡Ja! ¡Ja! ¿Tan pronto? – Drake se desvanece sorprendiendo a Urq. En un abrir y cerrar de ojos, él tiene de rehén a sus esposa y Nela. Ambas en rodeadas y maniatadas con energía espiritual

- ¡Maldito!

- Puedes o no servirme – Drake extiende su brazo y abre su mano al cielo dirección a Urq cortando todas sus extremidades. Urq se desvanece en el suelo, mientras la sonrisa de Drake se hace notoria sr acerca con cuidado y

precaución al poder de ella y apuñala con la misma mano a Harr. La risa se extiende y abre el portal del otro mundo. Una succión se manifiesta llevándose a las criaturas existentes al otro lado para cumplir los deseos de Drake. Un gritó de Nela altera el ambiente como una explosión eliminando las bestias que corrían atemorizadas. Y esa imponente succión entre la fuerza gravitatoria del impacto se capturó a Nela.

- Impresionante – Dijo Drake.

Nela despertó en un campo. Y no recordaba nada, tan solo su nombre.

Cleo pudo ver todo lo que la niña padeció y su cuerpo tembló de miedo. Hermes se hizo presente.

- ¡Oí gritos! ¿Están bien? – Explayó. Cleo asintió mirando a la pequeña que estaba desmayada de la caída.

- ¿Nela? – Dice Hermes. Nela se despertó. Hermes le sonrió - ¿Estás bien pequeñita?

- Nela tuvo un sueño. Alguien acariciaba a Nela.

- ¿En serio? – Preguntó Cleo, con mirada con ánimo. –

- Nela, luego era abrazada, por alguien que olía como Nela. Todo estaba repleto de arena, y oscuro, y una gran luz de esta forma – Dijo ella y dibujó con su dedo una luna menguante. Hermes y Cleo se contuvieron a mencionar algo, e intercambiaron gestos, y miradas. – Y luego Nela se quedó sola, y apareció entre las plantas por aquí – Nela se afligía a medida que hablaba de lo que habai soñado. Cleo la abrazó fuertemente. –

- Es muy bello sueño.

- ¿Quién era esa persona? Nela no lo sabe. – Interrogaba con duda Nela apenada. -

- Lo averiguaremos – Dijo Cleo. Hermes asintió. –

- Mira Nela hay mucho pescado ¿Tú los atrapaste todos? – Hermes mudó el tema para alegrarla. –

- Si, Nela ve muchos pescados – Dijo cambiando su tez de tristeza a alegría.

– - Bueno, hay que prepararlos. –

- ¡Si! – Gritó Nela.

- Vamos - dijo Cleo llevándola de la mano.

- ¿Oigan los peces?

- Atraparlos fue nuestro trabajo, ¡Tú los llevas, los preparas y los cocinas! - Ordeno Cleo. Hermes se remordía. –

- Nela, piensa igual, haz algo Hermes – Ambas se rieron de ellos, mientras Hermes refunfuñaba recogiendo todo. -

Hermes preparó los pescados colocando uno por uno entre varillas de madera, en medio del fuego. Uno por uno iba asándolos, entre las llamas y un círculo de piedras. En cuanto se iban cocinando, pensaba ¿Cuándo fue la última vez que cocinó?

- Seguro que eres un gran cocinero –

- Señorita está todo listo – Dijo él.

- Esto esta delicioso – Dijo Leticia –

- Soy el mejor – confeso en su carencia de humildad –

- Siempre dice lo mismo. Pero admito que es delicioso ¿Me cocinarás siempre?

- Claro, ¿Por qué no?

Ella se alegraba, y su voz se iba adormeciendo, en cuanto se borraba su imagen, y las chispas del fuego saltaban hacia las piedras. –

- ¿Hermes? ¡Hermes! – Habló Cleo

- ¡Oh! Perdón, estaba soñando despierto, por cierto ya está listo. Primero para la damita – Le da la vara con el pescado a Nela. –

- ¡Yummmy! ¡Yummy! Nela dice que esta delicioso. –

- Perfecto, y ahora para la otra damita. – Le pasa la otra vara de pescado a Cleo. Ella lo recibe con una leve risa, cavilando en Hermes y ese interior en que estaba perdido en sus pensamientos frente a la fogata. –

- Esta delicioso Hermes, ¿cocinarás siempre? – Expresó con pregunta

Cleo. –

Hermes, no supo que decir, eso llamó la atención de Cleo. Solo se remitió a cenar dando un mordisco. Luego observaba el fuego y el alrededor.

- ¿Sabes dónde estamos?

- Sin más lo recuerdo, en el mapa constaba la cadena montañosa. Es la sierra de Finn, por eso sé que estamos cerca de Azarea. – Señala con el dedo Cleo. La pequeña Nela completaba su cena, y bebía un poco de agua. Luego por arte de magia se acurrucó entre el calor del fuego y Hermes. Él acariciaba su cabello, hasta escuchar esos sonidos del sueño. La corrió unos centímetros, y la cobijo para que no tuviese frío con su chaqueta. Las llamas chispeaban de forma tenue.

- Es hora de descansar Cleo. Me iré a dormir, así mañana podremos salir temprano a Azarea. –

- Bien – Dice ella, con el mismo propósito. Las sobras permanecieron entre el calor de las brasas, y unas rocas a título de desayuno.

Al acurrucarse en un costado en posición fetal, cerca de las dos mujeres para prevenir que no hubiera algún ataque, la luna se contemplaba entre sus ojos, en adelante unos pastizales, y el sonido de un búho que sobrevolaba. Estaban ubicados en el mirador respectivamente, y debajo todo un paisaje de ensueño que se misturaba con las estrellas, y de ello volvieron las palabras a él entre el sueño de la hipnosis y sus retinas que se despedían del día y de la noche.

Feumaidh tu do phian a roinn, agus mar sin bheir thu fois dha uair is uair.

(Es necesario que tu dolor sea compartido, y así le darás descanso de una vez por todas.)

- Deja de sufrir Hermes. Tienes que ser fuerte. –

- Pero no puedo. – Se dijo. Ella sonrió. –

- Te acompañaré siempre, pero es hora de que vivas, lo que no pudimos vivir. En algún punto me has salvado. –

- ¿Por qué me lo dices?

- No lo está, nunca lo estará. –

- Si, lo está. Solo que no quieres aceptarlo. Cuando lo aceptes, ya podré irme de manera definitiva. – Ella se fue desvaneciendo. -

- ¡¡Leticia!! – Dijo Hermes en su hipnosis, y entre el sueño y la realidad la nombraba. Cleo escuchó esas palabras y sentía lastima por él. –

Hermes despertó de inmediato transpirando. Se tapó el rostro con la palma de sus manos. Y luego miraba al cielo, y luego a ellas.

- ¿Qué me está sucediendo?

- ¡Estas confundido! Cuando vine aquí también lo estaba. Regrese a donde pertenecía, pero jamás pude separarme de aquí. -

- ¿Quién eres?

- ¡Solo alguien de ti! -Y esa voz desapareció. –

dormía plácidamente.

Se incorporó y caminó cerca del mirador, luego se acomodó para tener una mejor vista panorámica. Hermes alzó su mirada a la nocturna noche en la lomada de la sierra de Finn. Allí se contuvo para no pensar más en la situación. Había en aquel cielo infinidad de estrellas y un ciclo lunar enorme que alumbraba todo su rostro. Se recostó entre el pasto colocando sus manos detrás, en la nuca. Un pequeño escarabajo de luz hacía las veces de recolector en lugar y otro. Cleo despertó, y se incorporó de inmediato con una leve sonrisa hacia Hermes. Se acercó a él, mientras la fogata se estaba consumiendo y Nela

- ¿En qué piensas Hermes? – Le preguntó poniéndose de cuclillas y acercando sus brazos a sus piernas. Hermes no contestaba – ¡Veo que estas callado! Él le dirigió la mirada.

- Perdona Cleo – ¿Vez esas estrellas? – Cleo levantó la mirada.

- Son hermosas. - Se inspiró al verlas. -

- Son muy parecidas a las que hay en mi mundo. Dicen que cuando se alinean se puede pedir un deseo.

- Es muy bello ¿Y tú pediste uno? – Sonríe ella. Nuevamente mantenía el silencio.

- Supongo. Pero nunca se cumplió – Hermes hace una mueca casi riendo de sí mismo – Son puras tonterías. -

- No digas eso – Se ilusiona Cleo – Pediré uno. Cleo cerró sus ojos. Y la luz del cielo iluminó su mirada alegre. Fue solo un instante para que suspirara y de nuevo observase la noche y luego a Hermes.

- ¿Qué has pedido? – Preguntó

Ella no lo dijo, porque no hacía falta decirlo. Los dos se mantuvieron firmes, mientras el escarabajo caminaba. Cleo no pudo guardar silencio. -

- A veces nombras a alguien – Dijo Cleo. – Hermes no quiso hablar. –

- Siempre te mantienes callado. – Cleo. Ahora Hermes se puso de cuclillas con la cabeza gacha al suelo abrazándose las rodillas. Cleo pasó su mano por el hombro. Quería ver más allá de Hermes.

Hermes estaba corriendo por el campo de girasoles. Delante de él, una mujer sonriendo iba a todos los sitios. –

- ¡Son hermosos! ¡Gracias por traerme! – Ella danza. Phileas sonríe cruzado de manos y brazos.

- No te adelantes mucho Leticia. No puedo correr por ti ¡ja! ¡Ja! – Se ríe Hermes que va por ella. –

- ¡Es hermoso! ¡Gracias por Darme felicidad siempre le dice ella. - Él fue por ella, cuando el sonido del cielo se estaba ampliando.

- ¿Eh? - ¿Qué ocurre? -Se preguntó Hermes. No faltó el tiempo para darse cuenta de ello. Un fuerte impacto de aire y polvo de color gris lanzó a Phileas al suelo. Hermes estaba en el suelo y millones de pequeñas piedras fueron a su cuerpo. Éste se encontraba en el suelo aturdido. Tenía algunas

heridas de la colisión. De a poco se incorporó y con una mano se tomó la cabeza por el dolor. Al abrir sus ojos nublados de inmediato un zumbido en sus oídos no le permitían escuchar solo una sombra en la imagen de Leticia gritando. Podía leer sus labios. ¡Hermes!. Luego la neblina se fue aclarando. Todo voló en mil pedazos alrededor de ellos. Fue un ataque aéreo. -

¡Leticia! – Hermes fue por ella pero no encontró nada, luego se dirigió a un lugar y otro y no podía hallar nada - ¿Dónde estás? – La llamaba incesantemente, hasta dar con una mujer sentada en un troncó que parecía firme pensando. Estaba mirando el horizonte. Y él se acercó a ella –

¿Leticia? – dijo Phileas, y ella lo corrió la vista a él.

- Solo rezó porqué estés bien. – Y desapareció

- ¡¡¡No!!! – gritó llorando Hermes, mientras agarraba su cuerpo que estaba en el suelo sin vida. –

Cleo, lloraba al encontrar todo ello en él. Y unas palabras ¡Cuídalo por favor! Entonces Hermes se imaginó a Leticia. Cleo averiguó cada momento de la guerra que vivió Hermes, y como su dolor lo llevó a no respetar su vida. La muerte para él era su única salida. Supo de su valor temerario, y su sufrimiento en el alcohol y las peleas. Ya no importaba más. Y cada vez que recorría su mente, Cleo lanzaba lágrimas sin parar. Ella decía por sus adentros:

- ¡Hermes no quiero que mueras! ¡No! Leticia quería que siguieras delante tu vida. – No debes morir. – Cleo no podía contener las lágrimas mientras la lluvia de angustias y recuerdos de la mente de Hermes la invadían asolándola hasta que no pudo aguantar más y lo abrazó muy fuerte. –No estás solo. Nunca lo estarás. Hermes estaba llorando como un niño desconsolado. –

- ¡No te vayas! ¡No quiero que me dejes! – Imploró Hermes.

- Es hora de irme – Aclaró ella. -

Cleo no se apartaba, mientras veía como estaban frente a frente como un filme Hermes y Leticia y Cleo. Y todas las personas que fueron parte de su vida, todas las situaciones que ha vivido fueron absorbidas por Cleo. –

- Yo voy a sanarte Hermes – Confeso Cleo -Ya no estás solo – Cleo se acercó a él en el sueño, y Leticia se alegró por ello. Hermes en el suelo se lamentaba sin cesar. -

- ¡Yo no quería perderla! Y todo fue mi culpa. Yo la llevé allí, y no pude protegerla.

- ¡No Hermes! – Dijo Leticia. Tu siempre estuviste allí para mí – Ella se acercó también y acariciaba su cabeza – Siempre y estoy muy feliz por ello. – Las palabras de ella, viajaban en el corazón de Hermes y al mismo tiempo se comunicaban al de Cleo, que lo contenía. – Un toque mágico hizo que ella se alegrara. Tu tiene un nuevo mundo en el que vivir. Tu nueva razón – Y entonces un rayo voló por el cielo y ambos levantaron la mirada, de esa luz que se iba por los cielos de la noche, y esparcía millones de pequeñas luces y unos pétalos de girasol caían del cielo. Leticia y Cleo parecian una sola persona.

- Ya pueden descansar todos, y tu – Ordenó Hermes secándose las lágrimas abrazado a Cleo que tomaba su mano fuertemente. Leticia se habia ido o no, y ahora estaba Cleo. En Cleo. Como si su energía se trasladase a ella ¡Hazlo feliz!

Y se quedaron dormidos en un sueño inmaculado hasta el amanecer.

La primera en despertar fue Nela, que ya estaba con apetito para seguir comienzo. Cleo luego despertó a lado de Hermes que aún seguía descansado. Al verlo en su posición, esbozó una leve sonrisa y con su mano derecha acarició su cabello. Suspiró con angustia por lo sucedido en la noche, y todo lo que el teniente Hermes Phileas tuvo que soportar. Y algo más se escondía en un pasado que Hermes no recordaría pero tenía que ver con él.

Presuroso, Hermes se despertó creyendo que era muy tarde, empujando como si querer a Cleo.

- ¡Oye cuidado! - dijo Cleo regañándolo -

- ¿Qué haces aquí? ¿qué hora es? Debemos irnos. – Dijo Hermes. Un coscorrón de Cleo lo hizo regresar en sí. –

- ¡¡¡Es temprano!!! ¡Come algo! – Le dice Cleo y vuelve a golpearlo. –

No tuvo más remedio que seguir órdenes de Cleo y se sentó alrededor de lo que fuera la fogata. Luego de beber algo de agua inhaló el aire que estaba limpio de aquel veneno que recorría las sierras. -

- Debemos partir ¿Si les parece?

- Nela está lista para seguir – Dice feliz –

- Eso es – Expresa Cleo que terminaba de desayunar. – ¡Vamos!

Tomaron sus pertenencias y reanudaron camino nuevamente por el sendero que los guiaba hacia la parte desértica, y luego de ello Azarea/Azaria.

Habían ido por una bajada que los comunicaba con un rio de agua marrón. Al ver ello Nela se acercó sintiéndose atraída por unas burbujas que se estaban presentando.

- Nela no te alejes de nosotros, es muy peligroso. – Dijo Cleo. –

- Descuida Cleo – Ella fue la que me rescató en el incidente del pulpo, y hasta se hizo de un buen fuego y comida. Los niños de aquí están muy bien preparados. –

- Yo no diría eso.

- ¿A qué te refieres? – Pregunta Hermes. –

- Sé que ella te rescató. Ella no es de este mundo, viene del mundo oscuro.

- ¿En serio? – Pregunta un tanto sorprendido Hermes. –

- No es preciso que te sorprendas ¡Ja! ¡Ja! – Se ríe Cleo – ¡Es un demonio!

- ¿Un que...?

- Lo que oíste Hermes. El mundo oscuro, es una suerte de submundo infernal, habitado por reinos cuyos líderes son demonios que ostentan un poder amplio. Y hay algo más.

- ¿Drake?

- ¡En efecto! – No solo tiene paso, sino que ejerció un poder sobre los demonios. Por lo que pienso que querrá tomar el poder total en todos los mundos.

- ¿Incluyendo el mío?

- ¡Posiblemente! – Tu mundo es muy extraño y despiadado, y no tiene la fuerza para resistir.

Nela regresaba tarareando el canto de algún pájaro.

- Mi mundo está en guerra. Devastado entre países que se matan por poder.

- Eso es lo malo Hermes, el poder. Nuestra tierra siempre mantuvieron la paz entre los clanes, incluso los demás continentes con sus órdenes. Pero la orden del dragón ha estado corrompida desde muchos años. La orden dragón no esa nativa de las tierras de murias, ni de ninguna otra que se encuentre en el planeta, viene del mundo oscuro.

- ¡Ahora todo tiene una razón! – Piensa Hermes. –

- Fueron expulsados, por su barbarie, porque hasta el mundo oscuro por mayor maldad que posea tiene sus reglas en cada uno de sus reinos. Y muy por debajo de ellos está el Averno de los infiernos, que allí nadie desearía ir, y más allá, los tártaros en la cual nada tiene vida.

- ¿Drake va por todo? – Pregunta Hermes. –

- ¡Está loco! Pero ya ha causado mucho mal. Tiene las almas de mi madre y hermana, y posiblemente otras almas, pero esas, junto a la mía, le permiten tomar la espada de luz, y oscurecerla. La espada es el símbolo de mayor poder de la orden de la mariposa, como la lanza de la orden de los lobos del Fenrir. La espada como se ha mencionado no puede ser portada por nadie, ni siquiera tocada, solo con su funda, pero es un artefacto inútil. Solo la familia Everlast puede hacerlo. Y él quería obtener y utilizar la espada a través de nuestras almas; la espada no opondría defensa

- Entiendo. Por ello él envía monstruos del mundo oscuro para capturarte a ti y la espada. Jamás te hicieron daño alguno hasta ahora. Aunque no comprendo. La tuve en mis manos, y se iluminó, como mi arma – Señala se cuchilla Phileas. –

- Ello es lo que no puedo determinar el porqué. Deberías haberte desintegrado.

- ¡Gracias por avisarme!

- ¡Ja! ¡Ja! No te preocupes, prometo decirte toda la información posible, si nos vuelven atacar.

- Nela, está confundida, muchas guerras. Nela quiere paz.

- Pronto todo volverá a la normalidad. Te lo prometo - Expresa Cleo, acariciando con la palma de su mano el cabello de Nela. –

Los tres se fueron por el camino del rio de aguas amarronadas, que fueron sedimentadas. Bordearon todos lo el alrededor, y se desplazaron a paso rápido para no tener que perder tiempo siguiendo el sendero. Calcularon que podría llevarlos a Azaria/Azarea. Hermes sugirió ir por el otro camino que se veía muy a lo lejos.

- Iremos por allá - Expresó Hermes guiándose. –

- Es extraño – No recuerdo ese camino. Incluso tampoco éste, por el cual vamos.

- No tenemos muchas opciones. –

- Así parece. –

- ¡Cleo!

- Si, ¡Hermes! –

Hermes preguntó algo que con seguridad, Cleo respondería. –

- Deseaba preguntarte algo importante. – Dijo Hermes. Cleo se sonrojó, por la mirada de Hermes que parecía tierna. –

- Si. – Dime creyendo que algo de Phileas saldría de su corazón. –

- ¿Qué ocurrió con la espada? - Preguntó intrigado con su dedo de la mano izquierda en la sien. Cleo dibujo un rostro de desilusión con su mano tapándose la frente –

- ¡¡Ahh este tipooo tonto!! – Se dijo, y luego cambió de irritada a cierta alegría – ¡Estem! La espada está bien Hermes – Colocó semblante sonriente. -

- Bueno, si tú lo dices. – expresa como si estuviera todo en su lugar sin estarlo por la extraña contestación. –

La ruta se estaba alargando, y venían unas horas a paso de pie sin desviarse. Mientras en la otra senda se iba ampliando.

Al sortear una vuelta siguiendo al rio, Cleo divisó pos el descenso del rio de lodo a dos seres de gran tamaño. Eran dos criaturas idénticas. Cabeza redonda con cuernos y tres ojos en posición horizontal. Nariz de cerdo con una argolla cruzada como aro. Grandes bocas con dientes. Sus cuerpos robustos y peludos. Cleo se detuvo, pero ambos gigantes comenzaron a acercarse con sus armas. Garrotes con púas de hierro oxidadas. Hermes venía con Nela cargada en su cuello detrás como caballito.

- ¿Cleo? – Dice Hermes. Cleo señala con su dedo. Hermes bajo a Nela – Manténganse detrás de mí.

- ¡Hermes no! – Dijo Cleo. Hermes sacó su cuchilla. Las criaturas se fueron acercando, hasta detenerse ambas a tres metros de Hermes que ya estaba en guardia.

- Ser inferior ¿Quieres pasar? Tenemos hambre.

- No tenemos nada. Lárguense–ordenó Hermes.

- ¡Ja! ¡Tonto! Entréganos a la niña – Dijo uno de ellos.

- Olvídalo- sigue en guardia Hermes.

- ¡Tonto – dijo la otra bestia – te matare, yo el inteligente Joi

- ¿Tu?

- ¡No! – lo haré yo el inteligente Jai

- ¿Eh? – Hermes coloco expresión confusa y se rascaba la cabeza

- ¿Quién es el inteligente?- pregunta Cleo irónicamente

- Yo el inteligente Joi.

- ¿Entonces Jai no? – dice Cleo

- Por ende Jai no es inteligente – piensa Hermes. Asiente Cleo

- ¡¡Nooo!! Yo Jai soy el inteligente.

- ¡Aguarden! Si Jai es el inteligente Joi no – Aclara Cleo. Hermes se rascaba la cabeza.

- Nela no entiende ¿Quién es más inteligente?

- Noo – grita Jai. Hermes se acercó a Jai y le dijo al oído.

- ¡Oye!, Jai. Joi dice que es inteligente y tú no. Deberías hacer algo

- Yo Jai soy inteligente. Más que tu Joi

- ¿Es verdad eso Joi? – Preguntó Cleo que se acercó y le dijo ¡Hey! Para mi entender te está tratando de tonto. – Afirma Cleo con seguridad. -

- ¡¡¡Joi no es tonto!!! ¡¡¡Jai es tonto!!!

- ¿Vas a dejar esto así jai? Te está retando a que eres tonto. Eso de dónde vengo es un insulto.

- ¡¡¡ Jai no es tontoo!!!

- Bien dicho jai dale su merecido – Grita Hermes alentando y moviendo los puños. -

- ¡Joi esto no puede ser! ¡¡Ponlo en su lugar!! – Confiesa Cleo que se defienda. Ambos entre Cleo y Hermes daban ánimos.

- Nelaa está alentado. Pero Nela está confundida.

Las dos bestias comenzaron a pelear saliendo del camino.

- ¡¡¡Vamos tu puedes Jai!!! – Hermes seguía agitando los puños.

- ¡¡¡No te rindas Joi!!! – Aplaude Cleo

De tantos golpes Jai y Joi terminaron en el suelo.

- ¡Qué idiotas! – Dijo Cleo. Hermes asentía cerrando los ojos con ironía.

- Nela ve dos tontos.

- Tú los has dicho Nela. Tú lo has dicho.

Continuaron bordeando el rio de lodo, hasta que los dos caminos se unieron sin remedio.

- Azarea o Azaria. No sé por qué ponen varios nombres – Expresa con cierta arrogancia Hermes.

- Son modificaciones ¡Deja de quejarte!

- ¡Nela está cansada!

Hermes cargó a Nela nuevamente como caballito. –

- En Azaria se encuentra una importante guarnición del ejército de la orden de la Mariposa. Crecí allí, y es allí también en donde aprendí ciertas artes de guerra.

- Debes tener muchos recuerdos.

- Lo suficiente. Allí mi padre comandaba todas las líneas, mantenía a raya a todos los enemigos. Azaría o Azarea, está fuertemente fortificada. Drake no ha podido de romper sus líneas, por lo que decidió dar guerra a todas las otras regiones que son débiles.

- Ni siquiera con los monstruos del mundo oscuro.

- Veraz Azaria tiene una barrera mágica, impuesta por la luz de la espada.

- Ahora comprendo. Ese último bastión sin su luz, sería conquistado, y con ello el continente de Murias.-

- Bien dicho Hermes. Todo de alguna manera ha cambiado. Ve alrededor. Este rio no era así. Tenía claridad en sus aguas. Observa allá, y señala unos animales pequeños. No pertenecen a murias, son del mundo oscuro. Mira los campos como los pastizales de avena se han deteriorado.

- Lo detendremos Cleo ¡Te lo prometo! - Garantiza Hermes. –

En el avance el rio se transformó en un subterráneo y eso confundió más el mapeo de llegar a la ciudad de Azaria. Unos grandes pastizales de unos metros se

fueron interponiendo. Hermes comenzó a cortar uno por uno hasta que dieron con algunas plantas menos hostiles en la visualización de la zona. Allí había una casa abandonada. Se acercaron a ella, con cuidado por temor a recibir algún peligro. Era una casa de cuyas maderas estaban desgastadas, la puerta esta entreabierta y chirriaba por el viento que al soplar desplazaba la misma en un simple movimiento de ida y regreso. Hermes hizo un gesto con su mano levantada para que esperen. Cleo y Nela se mantuvieron firmes. Hermes abrió muy lentamente, y asomó su rostro con una simple mirada sigilosa. Dentro de ella había una mesa y unas sillas. No había indicios de que viviera alguien. Todo estaba desordenado. Cleo descubrió al acercarse, y tocar las maderas externas unas series de líneas rectas como afiladas, pronto, su mente diseño las imágenes de varias formas, hasta que la figura se hizo notoria. Eso la asustó por lo que quitó su mano de allí cortándose sin querer con una astilla, pronto con su otra mano hizo un proceso de curación para una herida menor, pero aún continuaba su pavor por lo que su mente le hizo ver.

- No hay nada, ni nadie aquí. Es como si algo hubiera destrozado el lugar y se

llevara todo. – Confesó Hermes dubitativo. –

Al abrirse el paso continuaron. El poder táctil de Cleo se estaba manifestando, aunque por el momento no era perceptible sino con unos segundos en lo que tocase, sintiendo, y analizando con el método mágico de poder ver dentro de casa objeto su historia. En una prueba posó la palma de la mano en el suelo. Aunque no podía determinar bien, sabía que lo que presintió en las maderas de la casa, estaba del otro lado cruzando el forraje. Fue solo unos metros cuando descubrieron que no estaban solos.

- ¡Hermes!

- ¡Si lo sé! Nela quédate con Cleo a su lado, y no te separes de ella – Decidió Hermes. Nela no mencionaba nada, aunque estaba temblando.

Entre el campo y los matorrales, grandes agujeros se abrieron, de allí comenzaron a salir disparadas como proyectiles complexos, siluetas alargadas. Al dejarse ver, podían determinarse en su forma como humana. Mujeres con alas de murciélago, ojos sueltos con retina de reptil. Sus cuerpos desnudos. Sus garras afiladas, en sus bocas escapaba una baba que olía a resina. Hermes sacó su cuchilla, en cuanto comenzaron a volar alrededor en un círculo. Eran demasiadas y el peligro estaba al acecho. Pronto una se dirigió a Cleo y Nela, Hermes se colocó delante apuñalándola. Su cuchilla comenzó a brillar, algo que había sucedido y Hermes no podía entender. La mujer se desintegró.

- ¡Hermes son arpías! ¡Cuidado! Que no te toquen, con sus garras, son venenosas. – Da el aviso Cleo que saca su sable, y con sus dos manos comienza a batallar. La pequeña Nela estaba entre las piernas de ella temblorosa.

Pronto la cantidad de las arpías se iban multiplicando. Se movían a gran velocidad. Por lo que estaban rodeados. Una de ellas atacar a Hermes y por detrás otra trató de herirlo. Cleo acertó el golpe justo para evitar que lo hirieran. Dos de ellas generaron una ráfaga de viento arrojándola con potencia a Cleo al suelo torciéndose el tobillo con una roca. Eso facilito el avance de las arpías que iban y venían como buitres por la carne. Cleo sentida se tomó la pierna para poder curarla, de inmediato una de los engendros se arrojó con velocidad encima de ella. Al verlo ella cerró sus ojos, y sintió con las gotas de sangre que caían en su rostro. Delante de ella Hermes, había evitado el ataque clavando su arma contra el rostro, sin embargo al mismo tiempo fue alcanzado por la garra siendo herido en su hombro. –

- ¡¡¡Hermes!!!

- ¡No te preocupes Cleo!- Expresa con cierta dificultad de habla. Es mejor que salgan de aquí con Nela. –

- ¿Te has vuelto loco?- Grita Cleo – No me iré a ninguna parte. Hermes se puso de pie, pero se sentía mareado por el efecto veloz del veneno que

desintegraba músculos. Cleo con su pie lastimado también se puso de pie, y se aferró a Hermes. Las aves arpías dieron varias vueltas en círculos. Ellos intentaron ganar tiempo para escapar, aunque era inútil. En avanzada dos de ellas fueron contra Hermes, y al estirar sus garras sintieron el corte potente de una lanza que atravesaba las dos sin problemas.

- Crei que los habíamos perdido -. Hartman llegaba a tiempo con Mac y Manni.

- Hartman, Mac, Manni – Dijo alegre Cleo. – ¡Que gusto verlos!

- Es bueno verlos aquí. Hermes sí que eres un hueso duro de destruir ¡Ja!

¡Ja! – Se ríe Hartman. Manni lanza un hechizo confundiendo a las arpías que se desorientan golpeándose entre ellas, Mac mientras se acercaba para ayudar tomando un martillo e intentando golpear a cuanta se acercase.

- Son demasiadas – Dice Manni - Debemos movernos rápido. Hartman tomó su lanza y gener{o un rayo que iba desintegrando a todas las que iban a apareciendo. De los agujeros comenzaron a salir más de ellas, formando círculos. –

- Esto se pondrá muy difícil – Dice Hermes que apenas podía comunicarse. –

- Mantente detrás de nosotros - Dice Hartman. Las arpías escaparon en su totalidad, y Cleo con poco movimiento colocó sus manos en el suelo. Haciendo temblar éste, que comenzaron a cerrarse. Ello hizo que no salieran otras arpías de allí, pero su poder estaba limitado. Manni hizo el mismo hechizo para ayudar a Cleo.

- Estamos en aprietos - Expresa Hartman que continuaba con su lanza en la mano luchando con Mac. Nela estaba temblando de miedo, y al ver el rostro desvanecido de Hermes comenzó a gritar corriendo al medio del campo, lo que llamó la atención de las arpías.

- ¡¡¡Vuelve aquí Nela!!! – Grita Hermes. Todos se convulsionaron al ver a la niña alejándose.

Las arpías armaron un círculo en el aire en medio de Nela. Ella seguía guitando y cuando decidieron bajar una explosión salió de la boca de la niña aniquilando todo alrededor. En breve se veía desde el cielo como las cenizas de los cuerpos de las criaturas se desparramaban. Cleo fue a nela abrazarla.

- Nela está bien. Nela tenía miedo de que Hermes muriera. -

- Ya todo está bien – Dice Cleo aliviada sollozando. Luego lastimada fue a Hermes. – Te curaré – Le dice y abraza su cuerpo. Hermes sintió el calor de Cleo que ingresando, y mientras hacía ello desintegraba el veneno, regenerando todo a su cauce normal.

- Que buenos que todos están bien – Dice Mac – ¡Señor Hermes! – Se alegraba Mac. –

- Todos estamos de vuelta. – Dijo Manni. –

El proceso de curación duro solo una hora. Luego Cleo debía sanar sus heridas, y quienes tuvieran. Manni controlaba los agujeros. No había nada. Nela había destruido no solo las arpías que volaban alrededor, sino toda especie que estuviera en estas madrigueras. Pensaba en lo impresionante de su poder y lo destructivo.