Desde que llegué aquí, tengosueños, e imágenes de palabras en unidioma inconcluso y extraño. Una lengua escrita que puedo leer y que algo me quiere decir. Como una cuarteta de un suceso. O como si estuvieraescribiendo mi destino. Si quisiera explicarlo, no cabría más que en los libros de un desquiciado conocedor de la insania.
Hay como entrar, pero no, como salir. Aquí la magia no está permitida. -
Al despertar de la noche. Hermes bostezo, y se sorprendió en el sueño profundo. A título de broma creía que Cleo roncaría como lo ha hecho siempre. Ella no estaba. Hermes supuso que fue a prepararse los últimos detalles para la avanzada. Se cambió colocándose unos pantalones, su camisa, chaqueta, y botas. Al salir de la habitación. Fue a la suya. No pudo localizar a Mac. Y sin respuesta, fue hacia las afueras de la posada. Grupos de soldados iban y venían. Ello le generó el recuerdo de preparativos con los milicianos de trinchera. Era tan idéntico que le dio jaqueca.
Fue camino al cuartel, y cruzó a Hartman. –
- ¿Hermes estás listo? – Le pregunta. –
- ¡Claro que sí! ¿Sabes dónde están todos?
- Cleo en el cuartel general, reunida con los capitanes y el general en jefe. Manni con el otro grupo de avance. –
- ¿Mac?
- No lo he visto
- ¡Bien! Espero no se haya metido en problemas. –
Una mujer viene corriendo, en búsqueda de Hermes. Era la dama encargada de cuidar de la pequeña Nela.
- ¡Sr. Hermes! – llega a él, agitada. –
- ¿Sí? ¿Usted es?
- ¡Fiona!
- Fiona. Me estaba encargando del cuidado de Nela - Le dijo. Lo que a Hermes alarmó.
- ¿Qué ha ocurrido?
- ¡Ella ha desaparecido señor Hermes! - Expresa con cierto susto – No he podido dar con ella. –
- ¿Qué?
- ¿Está segura? – Pregunta Hartman – Es una niña inquieta –
- La puerta estaba abierta, cuando ingresé hace menos de una hora. –
- Hartman voy a regresar a la posada. Avisa a Cleo y los demás lo sucedido. –
- ¡Bien! – Iré para allá. –
Hermes fue con Fiona a la posada nuevamente en búsqueda de Nela. Nadie podía haberla sacado de la casa. Tuvo que irse sola, como tampoco nadie podía abrirle las compuertas de la ciudad. Ni bien llegaron, buscaron en cada rincón, pero nadie sabía nada de ella. Incluso no han visto una niña sola aquí. Luego de una búsqueda intensa en los alrededores, Cleo apareció de repente con Manni, Hartman se había dirigido a reunirse con el grupo de asalto. –
- ¡Hermes!
- ¿Ya sabes no?
- Si.
- No tengo ninguna noticia de lo que ocurrió. Solo espero que no haya salido de aquí o se la hayan llevado.
Ambos sabían bien los orígenes de Nela, y que posiblemente Drake estuviera entre todo este embrollo comprometido en su desaparición. Prosiguieron su búsqueda, hasta que un anciano de la localidad les dio el aviso de que le pareció ver una niña entre los techos del muro principal de la salida y luego desapareció como volando majestuosamente a una gran velocidad. –
- ¡Entonces se fue!
- El muro lindaba al norte. – Dijo el anciano. –
Tanto Cleo como Hermes temieron que haya podido ir al norte a los dominios de la orden dragón. Pronto dijeron apurar todos los trámites y salir inmediatamente a la guerra. -
La repentina huida de Nela desestabilizó el inicio del ataque. Era muy probable que el enemigo supiera de antemano que las tropas estarían listas para el ataque desde la llegada de Cleo, y la infinidad de misivas que fueron enviadas por la tía de Cleo desee tocasicha a Azaria. Pero la incertidumbre de la contienda comprendía en este momento la seguridad de Nela. Hermes no tuvo duda alguna de ello.
- Cleo deberás perdonarme. Iré por mí mismo por Nela antes que llegué a la frontera del norte.
- ¡Hermes! – Expresa alarmada Cleo. -
- No te preocupes llegaré antes. Soy el fantasma del aire. – Se dijo Hermes - Designa un segundo al mando
- ¡Hermes no – Le expresa.
- ¿Qué dices? – Se enfada Hermes.
- ¡Nela tiene su origen en el mundo oscuro! Esto pasaría.
- ¡Pero se encuentra en peligro!
- No te preocupes. Drake no le hará daño. Le conviene incluso tenerla a su disponibilidad. No podemos arriesgar más. Debemos apresurarnos y definir todo este conflicto. El agujero del mundo oscuro se expande cada vez más.
- Entiendo
- ¡Lo siento teniente!
- Es la primera vez que me llamas así – Supuso Hermes observando el horizonte.
- Hermes es tiempo – Dijo Cleo.
- Lo sé. Es mejor que vaya a prepararme. – Expresó. Cleo veía como se dirigía a la base. Cleo se mantuvo sola en la calle. Un respiro fue el único lujo exacto antes de seguir. Era solo darse esos segundos de tiempo.
Las líneas de avance se fueron las primeras en salir en sus caballos. Los guerreros lobo estaban aguardando en las cercanías fuera de todo perímetro en los bosques. Debido a la distancia fueron los primeros en salir. Los caballos llegaron y con ello Hartman a la cabeza.
Manni fue con el otro grupo de avance a través de una vieja táctica de espejos generaría las confusiones de luz al enemigo. Los mismos fueron llevados con grandes carrozas transportadas por los búfalos de seis piernas. Grandes como el tamaño de los elefantes y silenciosos en su avance. Con ello las catapultas y lanzas de troncos lanzados por ballestas. Los arqueros de arco largo a distancia. Y las lanzas de defensa de avance enemigo.
Poco a poco se iban dirigiendo a la frontera en una enorme masa de máquinas y guerreros.
En el aire los soldados en los pájaros alados. Se agruparon como los hacen las aves en un triángulo.
Hermes tenía sus lentes colocados. Su atuendo una chaqueta y bufanda. Sus armas preparadas. Antes de subir a su avión apareció a caballo una Cleo distinta a las que había visto alguna vez.
- Teniente ¡No sea grosero y salude! – Se burla. -
- ¿Cleo? - Se sorprende.
- La misma – Ella tenía una armadura con un escudo anexado en su brazo izquierdo y su sable. Su casco no estaba colocado aún.
- Te vez rara. – Frunce el ceño. -
- ¡Oye! Y tú tienes esa ridícula bufanda y esos lentes extraños – Se enfada.
- Para que sepas. Voy a volar – Se dirige la vista a su avión.
- Sigo sin entender su uso.
- Mira...
- ¡Je! ¡Je! – Esboza Cleo una risita, y se acerca a él para abrazarlo y besarlo – No debes decir nada ¡Solo cuídate! – El rostro de Cleo se muestra inquieto y con un aire de preocupación por la situación. Hermes siente lo mismo por ella.
- Ya te he dicho soy el fantasma del aire. Tú también ¡No te arriesgues! – Seriamente le expresa Hermes. Cleo lo ve por última vez y hace un gesto de saludo militar. Hermes devuelve el mismo gesto para despedirse antes de abordar su avión. Luego salta en él. Enciende los interruptores y la hélice comienza a girar de inmediato comienza a dar una vuelta. Cleo sube a su caballo y comienza a cabalgar en dirección al avión que se mueve rápidamente por la pista comenzando a levantar vuelo. Cada uno al par, juntos se dirigen a la frontera. Allí los espera una gran guerra decisiva.
Del otro lado de la frontera Drake también se preparaba. No importaba, pues el ataque sorpresa estaba premeditado desde un principio, desde que hizo la incursión con los jinetes de la muerte a la Mansión – Castillo de Everlast.
Envío junto a sus capitanes a la afueras del laberinto. Cuadrillas innumerables de monstruos bestia. Desde las montañas los gigantes se iban agrupando, y desde el cielo los lagartos alados con la gran salamandra que estaba dormida, y pronto haría su aparición.
En grupos numerados las bestias se agolparon para no dejar huecos. Detrás de ellos los capitanes y a su lado los heraldos con las trompetas que conforme el sonido iban exponiendo las ordenes de ellos. Los lagartos alados permanecían en pleno vuelto. Su altura era equivalente a la de los biplanos. Detrás y por encima de la montaña el agujero del mundo oscuro se abría. Los jinetes hacían su presencia, y detrás de ellos las criaturas de los diferentes clanes conquistados. Todo el panorama del norte en el cual en el centro se ubicaba el palacio de Drake se nublaba con tintes de color vino opaco dificultando la visión, y con ello la gran neblina se mimetizaba. Drake desde su trono, bebía una copa de licor que sostenía con la mano derecha, y una sonrisa se esbozó dejando al descubierto unos dientes de tez amarilla. –
El laberinto estaba preparado. En su recorrido final la puerta, que daba al puente del rio de sangre en el cual habitan los peces marinos en un ecosistema infernal. Pirañas que devoran todo cuerpo muerto que es arrojado, o criatura que cae por equivocación. Y más allá de ello, la entrada principal, en el cual el castillo poseía su campo, y el gran salón de Drake, pero todo ello era inútil sin acabar con el conjuro maléfico del laberinto.
Los brujos se colocaron en el centro de la estrella, y las almas de Lady Mont y Mary estaban ubicadas en un recipiente. Un alma sobrante se encontraba en otra ánfora. No era necesaria para el rito del uso de la espada.
- Señor, una vez que tengamos a Cleo Everlast, solo nos resta dos opciones para el uso de la espada y su contaminación al lado oscuro. Tomar su cuerpo mutilando éste y consumirlo, o cercenar de su anatomía su alma.
- Hagan lo que deban hacer ¡Quiero esa espada!
- Sí, señor, pero hay un problema
- Si es lo que pienso, los herviré en aceite. – Dijo Drake enfadado. Algo que produjo pánico en los brujos – Saben bien que sus poderes son las de una nigromante. –
- ¡Pero señor!
- No me hagan tener que realizar una tarea que ustedes mismos, pueden hacer. – infundía terror Drake. –
- No, señor, de hecho sellaremos sus poderes para capturarla en la burbuja, luego comprimiremos su energía
- Mejor así. Debe Salir todo como está planeado. –
- Señor - Se presentan los capitanes, estamos listos. –
- Quiero a todos posicionados. Despliéguese, puedo sentir a los rebeldes viniendo hacia aquí, y la nigromante. – No quiero que nadie interrumpa su paso. Debe ingresar al laberinto como de lugar. –
- Enterado señor. – Se retiran los capitanes, y mayores del estandarte. Drake se dirige a su habitación por dos doncellas lo acompañan, a fin de colocar
su armadura. Wotan y Loge abren un círculo visual, en el cual se puede ver la imagen de Cleo a caballo, llegando a destino. Ella en su interior siente la energía, y en su fuerza mental, destruye el círculo de los brujos. –
- ¡Es poderosa! - Aceptó Loge. –
- Debe entrar al campo oscuro, y luego el laberinto, si el laberinto, laberinto.
– Expresa repitiendo Wotan. –
Las fuerzas estaban llegando al destino. Aglutinándose en fila horizontal. Del otro lado de la línea otra gran fila horizontal. Arriba los alados de ambos bandos. Los trompetas sonaron estrepitosamente como réquiem de muerte a los que habrán de caer
Hermes sobrevolaba la zona con dificultad debido a la niebla y las nubes de color tinto. Al echar un vistazo tenía su merced las montañas. Quiso maniobrar intentando alzar un vuelo rasante calculando sobrepasar la altura de aquellas, pero era inútil, su máquina fallaba incesantemente. Era el campo magnético y mágico del laberinto que cubría como una cúpula invisible. –
La neblina se colaba entre los soldados del fenrir y la mariposa que luchaban juntos ante el mando de Hartman. Desde un inicio sabían bien que ella era un veneno, pues no solo confundía, sino que perjudicaba la respiración en el campo inmenso de lucha. Los espejos de Manni se agrupaban por encima de los soldados de la infantería, en torres de madera construidas y movilizadas por ruedas con los búfalos. Armados de un lado y del otro. El emisario de la trompeta de la orden de la mariposa y Fenrir, compuso el sonido del comienzo, que se hizo oír desde el otro lado con el mismo sonido. El polvo del campo entre la niebla rugía en la tierra por los pasos de todos y al mismo tiempo el sigilo del fin de esos pasos a la firme postura estoica. Cleo sacó su espada con su mano derecha y apuntó a la ciudad de Drake. –
- ¡¡ Vamos por ellos!! – Gritó –
- ¡Vamos! – Dijeron los soldados de la mariposa. –
- ¡Victoria, o muerte! – Rugido de los lobos aullando de Hartman y su grupo
La luz de los espejos de Manni comenzaba a penetrar en el campo y se multiplicaban los guerreros en la ilusión. Los alados comenzaron acercarse con sus lanzas llamados en sus pájaros.
- ¡Es ahora! – Dijo Hermes y ajusto sus lentes mientras su bufanda flameaba al sonido de las hélices tomando el control, hacia su primer objetivo. -
El ojo del llamado fantasma del aire dio con el blanco al primer tiro de una bala certera sobre un ciclope de los gigantes de la montaña a las afueras del campo. El enorme cuerpo descendía hasta se perforado por una enorme piedra en forma de punta abriendo en dos partes que se dividían. Pronto las alimañas aparecían a devorarlo. Otros gigantes arrojaban piedras de entre la niebla. Algunos pájaros de los alados eran alcanzados; plasmas que se desmembraban hasta llegar al suelo. Uno de ellos, cayó por encima de los soldados que iban como barbaros corriendo. Una catarata de bolas de fuego venían, e iban de un sector al otro. Los arqueros de tiro largo lanzaron la lluvia de flechas golpeando los monstruos. Hartman clavó en punta su lanza ayudando en cuanto degollaba una bestia mitad hombre, los demás lobos detrás de él.
La caballería de Cleo se adelantó en cuanto se abrió camino de entre muertos que iban siendo apilados. Los tres clanes estaban cuerpo a cuerpo.
El choque de escuadras comenzó siendo un brutal ataque contra ataque de las facciones. Hartman forcejeó con un bravo oponente corpulento de seis brazos y dos cabezas. Las grandes piedras que venían de la montaña destrozaban a cualquier rival que se interpusiera. Las trompetas continuaron bramando y las chispas de los destellos estallan en fuego que se iba propagando. Ahora arremete contra su rival clavando en el pecho pasando su lanza. De aquí al quitar, y dejar el cuerpo otro detrás de él, intenta clavar su espada. Hartman rápidamente lo golpea con el impacto de su arma y luego toma cuchillo clavando a un tercer rival. Manni comienza su conjuro y las luces se propagan confundiendo a las bestias de la
oscuridad. Una bola de fuego acierta en la torre dos derribando la misma, lo que caer uno de los espejos.
Los alados en paridad de condiciones se derribaban mutuamente. La aparición de los jinetes complicó la situación como así también la armada de los guerreros creados por los médicos mortuorios del Rhindo.
Cleo asistió a luchar contra ellos, y de su sable una ráfaga de luz azul desintegró de un solo golpe a uno de ellos.
Otro grupo de los jinetes se acercaba a ella en sus caballos alados escupiendo fuego. Era el instante en el cual a gran velocidad Hermes piloteaba haciendo que su biplano bajase disparando con su otra metralleta liviana peros sus balas no parecían esas de pólvora de la principal. Al salir el pitillo del cartucho expulsaba un líquido ¿Balas bendecidas? Se dijo. Así fue aniquilando a gran parte de los montaraces.
Cleo lo observaba desde lejos, quien levanta el pulgar de seguridad.
- Entonces, sabía que serían efectivas.
Hermes recordó haber cargado la misma. Alguien le había dejado esas balas especiales.
Luego amplió vuelo con una gran bola de fuego que pasó cerca de él. Apuntó a su agresor, pero otra bola aparece de la nada, teniendo éste la obligación de desviarse. En dirección a él tiene dos lagartos voladores ensimismados que lo acechan. Y desde atrás reciben los disparos de otro biplano. Hermes se sorprende al ver como caían los reptiles.
- ¿Es el avión de Takeda?– Dijo con voz de sorpresa. Al ver el avión girar con
cierto error a estrellarse no podía creerlo.
- ¡¡Mac!! ¿Qué diablos haces?
- Lo siento. No quería quedarme fuera de esto. – Mac al mencionarlo recibió un disparo quedando aturdido.
- ¡Mac! ¡¡¡Demonios!!! Tu padre me va matar, y yo te mataré antes a ti sino mueres ¡¡¡Deberías estar con los trompetistas!!!
- Lo siento señor Hermes – Se atemoriza. -
- Olvídalo. Quédate a mi lado soldado – Levanta el pulgar Hermes. - ¿Puedes pilotear?
- ¡Estoy un poco confundido! - Grita Mac, cerca de Hermes, aproximando el avión de manera torpe. – Es como si supiera manipularlo. Hermes no comprendió. -
Mac piloteaba el avión de Takeda de una forma que Hermes no entendía. O el niño es un prodigio, o no podría haber otra explicación para lo que se relaciona con una compleja maquina voladora. En un momento como el que se desarrollaba, en el cual lo dos estaban entre una balacera de bolas de piedra lanzadas por ciclopes y reptiles voladores que escupen fuego, no cabría lugar para preguntas.
Los lobos fenrir entre innumerables aullidos chocaban cuerpo a cuerpo contra los monstruos. Siempre fue un clan bárbaro sin tácticas de combate. Uno de sus druidas, el último gestaba su magia para fortalecerlos. Se les había dado una medicina psicotrópica para transformarlos, aunque no era suficiente. Los golpes de hacha cercenaban cada cuerpo que iba cayendo y se volvía a incorporar. El druida Panorax, invocaba al dios lobo, para contrarrestar la magia, sin embargo era inútil. Cleo desde su caballo se aproximaba con su grupo detrás que iban siendo alcanzados por las flechas. A medida que avanzaban caían al suelo y luego las bestias los remataban clavando sus hachas en el pecho o cabeza. Las criaturas de la oscuridad les gusta llevar ellas de trofeo. Manni desde la torre principal aplicaba sus ilusiones. Gran parte del enemigo confundía ataques de combatientes imaginarios, lo que le permitió la apertura a Cleo para proseguir. Su espada lanzaba ráfagas de láser de luz producto de su magia nigromante que se había fortalecido. Pronto la torre izquierda caía desapareciendo parte de los soldados reflejados. Ello incentivó a algunos montaraces que iban alcanzando a Cleo. El caballo de ella recibió una herida que la arrojó al suelo. Entre la niebla de la
penumbra y el polvo del fuego con sus cenizas estaba aturdida. Todo se encontraba borroso, a su lado su sable el cual tomó. El montaraz se acercó a ella dispuesto a matarla y algo freno su ataque. La orden desde el centro del castillo de Wotan, y por encima de él, Drake. El jinete en su rebeldía no acató la orden, pero segundos valiosos fueron para que Cleo clavase su espada en él. Pronto se incorporó del suelo y comenzó a correr. Algunas bestias se lanzaron a ellas sin poder detenerlas. Hermes cuidaba su paso y ametralló a cuanto pudiera, quedando su alcance libre. Cleo dio el último paso, e ingresó sin inconvenientes. Uno de los enemigos intentó seguirla y el bloqueo mágico produjo que su cuerpo se quebrase en pedazos.
Mac siguió a Hermes que alzó vuelo disparando a los gigantes ciclopes. Ambos se colocaron frente a frente. Uno de los reptiles se aferró al ala derecha de su biplano. Hermes lo interceptó, y sacó su revólver, y con la mano izquierda en un tiro certero logró atinarle a la cabeza, lo que alivió a Mac.
Phileas se adelantó a él, señalando que lo cubra contra los gigantes. Tres lagartos fuero contra él de frente y éste los sobrepasó. Adelantándose y luego ascendió dando un giro de ciento ochenta grados hacia ellos que estaban aturdidos. Una llama tocó su ala izquierda sin importancia.
- Los tengo malditos – Hermes clavó su visión en la lente de la metralleta
principal y apretó el gatillo aniquilando a cada una. - Wow! ¡El señor Hermes es increíble! – Se admiraba de él. Los hechos eran suficientes. -
Los alados de la mariposa estaban reduciendo número; las aves no podían
resistir el veneno que se iba diseminando en sus cuerpos reduciendo la velocidad y generando una fatiga que hacía que desciendan con sus pilotos, por lo que ambos aviadores tomaron todo el trabajo de ataque. Al tener un perímetro reducido por el campo corrían desventaja debido al campo de energía que debía ser destruido desde el laberinto.
Hartman se acercó al ingreso del laberinto. Una bestia golpeó su cuerpo con su mazo haciendo que éste caiga. Al querer asestar un golpe más Hartman se remordió los dientes por el dolor, sin embargo con la poca fuerza que poseía alcanzó el cuello de aquella dejándola inmóvil y moribunda. Un aliado llegó a él para asistirlo.
- No podemos llegar a la entrada – Se dijo intentando introducir su mano, cuando una electricidad masiva impactó en su cuerpo ya adolorido por el ataque – Esta sellada. Todo aquí depende de Cleo.
Cleo comenzó a caminar en silencio de entre las paredes. Un corredor llevaba a otro, y así sucesivamente. El poder del laberinto no le permitía diferenciar entre un espacio a otro, y todo se conformaba de la misma manera. El poder del laberinto del reino del dragón, era la total confusión.
Su creación era para que los hechiceros, que intentasen atacar al castillo sufriesen la perdición en un único lugar donde nunca terminar. Cleo continuó caminando. Llevaba su espada preparada, y en su filo el destello de luz celeste que se vinculaba con sus ojos. Estaba en pleno trance, decidida a llegar al final. Tenía en su interior y como parte de ella el poder de la espada del reino de la mariposa. De ello era suficiente. Al pisar en el desorden de un suelo de tierra había huesos por doquier. Muchos brujos de otras estirpes han ingresado siendo devorados por el laberinto y su secreto. Los bloques se iban movilizando, eso hizo que ella corriese en dirección a cada abertura que se iba gestando.
- Maldición. Este lugar nunca acaba – Cleo no podía concretar con su poder
nigromante en que sitio se encontraba, y no tenía opciones. El suelo parecía tener vida, como muros, y cada rincón respiraba. No había cavidad de sonidos, más que los de la respiración animosa que recorría su cuerpo, produciendo un prolífico nacimiento de inseguridad. la Horientación era myuy difícil. -
Hartman continuaba en las afueras del laberinto, y sus soldados de su lado cubrían a su jefe herido. La multiplicidad de los cadáveres se iba engrandeciendo. Debajo
de la tierra nuevas formas alimañas salían de allí. Eran los refuerzos creados por los médicos mortuorios. Partes de todos los muertos que habían recogido en los ataques destructivos a los pueblos. Esos zafios actuaban como zombis, en búsqueda de matanza, y en un momento luchaban entre ellos y las bestias, y todo aquel que se interpusiere en su camino. Desde las montañas los gigantes se escondían dentro del perímetro del campo de fuerza que el laberinto posicionaba corriendo en desventaja Hermes. Mac y los demás. Ya no quedaban alados y como carta de conclusión la gran bestia salamandra despertó saliendo de sus dominios detrás del castillo de Drake. -
La neblina se volvió a expandir en las cenizas del fuego. Hermes desde el cielo notó a los lejos unos ojos de color rojo puro, y una forma inmensa. Era el dragón salamandra. Su larga lengua se escapaba de su boca viscosa que lanzaba acido al suelo quemando a sus propios seres, los gigantes que veían como sus miembros ante ello se desintegraban. La bestia comenzó a desplegar sus alas lo que produjo la retirada de todos los seres. Mac sobre volaba la zona y la Salamandra con sus alas comenzó a succionar el biplano de Mac, y dos de los pájaros alados de la mariposa. Aquellos fueron transportados a la zona interior del campo de fuerza, y pronto descendieron en caída a las aguas del rio de sangre siendo consumidos por las pirañas. Mac, sintió el terror al ver como flotaba en cuestión de minutos los esqueletos, y algunas parte de la carne de ellos.
- Estamos en aprietos - Dijo Hermes – Mac, aléjate de ahí. – Gritó con todas sus fuerzas Phileas - Sino destruimos ese campo no podremos entrar al castillo. – Pensó Hermes -
- ¡Señor Hermes! Estoy en aprietos, los controles no funcionan. El avión de Mac comenzó a descender. Hermes en un intento desesperado generó con unas vueltas en círculos una contraposición de la fuerza de la salamandra, lo que con acierto pudo bloquear la ráfaga. El dragón levantó entonces vuelo saliendo de su campo hacia ellos. Mac veía que su biplano, tenía una falla de motor por el impacto. –
- Mac regresa a zona segura – nuevamente grito Hermes acercando su avión
–
- Señor Hermes es peligroso – Confesó al ver al gigante con alas. –
- ¡¡¡Lárgate ahora!!! – Grito con furia. Y clavo sus ojos sobre la salamandra que venía en dirección a él – Sino logro detener éste engendro destruirá a todos, allá abajo. -
Cleo proseguía su andar; en deducción, estaba en lo cierto de que alguien estaba a su acecho. El suelo comenzó a temblar, al efecto de un terremoto. Lo que produjo que callera al suelo. Era como una arena movediza que intentaba tragarse a su presa. En aquel rincón, ella se veía imposibilitada, y comenzó su lucha descarriada por intentar liberarse.
- ¡¡Dios!!, ¡Esto no puede estar pasando! - Se lamenta Cleo – ¿Qué es eso?
– Se preguntó Cleo a ver que unas terminaciones salían de las paredes aferrándose a ella, en todo su cuerpo.
La respiración de Cleo comenzó a ceder, e iba desgatando su cuerpo. El plan de Drake era infalible.
- Todo aquel que ingresa al laberinto es consumido por sus paredes, por su suelo. – abre su mano y ve la imagen de ella –
Wotan y Loge, controlan en su fuerza de nigromantes aquel poder de un ser creado por ellos. Un ser con vida.
- La tendremos con nosotros, y la bestia salamandra concluirá la batalla destrozando los pocos guerreros que queden en pie. – Dijo Loge con una tranquilidad innata –
Las almas estaban en su punto exacto. Una tercera fue descartada, desde el comienzo. Los jinetes la llevaron como precaución, cuando no era necesaria. Aquella sobrevolaba por las afueras del castillo y sobrepasó la salida del campo de fuerza. Algo que un alma de este mundo no podría realizar. Eso era bien claro. -
Cleo intentaba destrabarse de aquel poder que contraía todos sus músculos, su fuerza estaba incapacitada, delante de ella brotaba de la tierra una figura de barro. Era un cuerpo similar al de un humano desnudo, mitad hombre, mitad mujer. No tenía ojos, ni boca. Su expresión facial solo era lo que las paredes de lo corredores. Extendió su brazo y mano hacia ella, y una electricidad comenzó a atravesar a Cleo por todo su sistema dejando inconsciente su mente.
Del otro lado del laberinto Manni era atacado por monstruos que iban subiendo la torre cual escaladores hasta llegar al techo. Con un truco mágico envió al suelo a uno de ellos que intentó usar su espada queriendo cercenar su cabeza. Manni pudo sortear por su baja estatura el golpe. Otras subieron hacia él, que por milagro uno de los reptiles voladores en caída destrozó las maderas de la estructura derribándola al suelo, aplastando a todos lo que allí se encontraban. Un zumbido en sus oídos aturdió a éste que con sus manos lanzaba rayos apuntando a todo el que se encuentre en su alcance debido al golpe. La última torre de espejos caía. Una trompeta sonaba desde lejos. Era uno de los heraldos restantes que estaba solo en la colina. Todos los capitanes estaban en batalla entre espadas que chocaban, y sangre derramada. El campo se convirtió en un océano de partes humanas y de monstruos.
- ¡Cleo! La espada, usa el poder de la espada que dentro de ti descansa –
- ¿Mary? ¿Eres tú?
- Úsala, Cleo. -
- ¿Dónde te encuentras?
- No te preocupes por nosotras – Debes destruir la gema insertada en la entrada principal al laberinto. -
- No, no puedo lograrlo. –
- La gema es la que da vida al gran leviatán. -
Hermana ¿Dónde te encuentras?
- Estamos bien hija – Dice Lady Mont – No queda mucho tiempo, para que todo acabe. -
- ¡¡Mama!! – Cleo lanza una lagrima por oír su voz. –
- Hija, solo confía en tu poder. La espada ya es parte de ti. – Le expresa
Las imágenes de dos auras en la mente de Cleo, se iba dibujando en su conciencia se ilustraban dándole la mano, y soltándola. –
- ¿Hermes eres tú? – Pregunta Cleo – ¡¡¡Hermes por favor reacciona!!! -
¡Hermes morirá! – Dice una voz. -
- ¡¡¡¡Hermes!!!! – Grita con todas sus fuerzas -¡¡¡¡Hermesss!!!!
Hermes se había abalanzado hasta la gran salamandra. Cerca de ese gigante, sobrevoló, intentando distraerla de alguna forma. El avión disparaba todas sus balas, y ninguna de las dos metralletas podía lograr herirla. La gran lengua de ácido tocó la cola de la aleta de dirección lo que desestabilizó totalmente al biplano. Con un golpe, el avión de Hermes caía al suelo en dirección a las montañas donde los gigantes hacían su aparición. El descenso era directo. Hermes siempre fue derribado, pero siempre intentaba una maniobra que lo traía a la vida, y de no ser así no tenía importancia, aunque esta vez si quería vivir, no quería morir en el campo de batalla. Tenía razones para vivir.
- ¡Vamos linda! – Direcciona la palanca Hermes – ¡No me falles! !No ahora! – Intenta todo Hermes, pero es imposible. Respiró hondo, y solo pensaba en estrellarse. Sus ojos veían las palabras, y Cleo detrás de ellas. -
Cleo despertó exaltada y allí el mitad hombre, mitadmujer arrastraba su cuerpo entre cuerdasramificadas de las paredes. Los ojos de Cleotilde Everlastcomenzaron a cambiar de aquel celeste, al conjeturar las palabras justasdesde su interior a un rojo habido de furia descomunal. -
Thig thugam, a chumhachd, agus spreadhadh na mo chorp, solas an sgrios (Ven a mí, poder, y explota en mi cuerpo, la luz de la destrucción.)
Hermes escribía en su mente esas palabras, que Cleo en el idioma perdido recitaba, una y otra vez.
La luz comenzó a germinar del interior de su pecho, y sus ojos mudaron a un azul oscuro. Las raíces que detenían su cuerpo se marchitaban. El mitad hombre, mitad mujer, da la vuelta intentando aprisionarla, y Cleo ocasiona con un grito de furia un potente vendaval de energía que destruye las paredes y los huecos de cada corredor. Lo que emana de ella es un torbellino de calor serpenteante que hace que, el mitad hombre, y mitad mujer. Se consuma.
Bidh e a 'fàs sean na mo làmhan, gus am bi e na dhuslach
(Envejece entre mis manos, hasta ser polvo.) (Envejece entre mis manos, hasta ser polvo.) (Envejece entre mis manos, hasta ser polvo.) (Envejece entre mis manos, hasta ser polvo.)
à sealladh, agus chan eil e na phàirt de rud sam bith
(Desaparece, y se parte de la nada.)
Aquella comenzó a descomponerse y la voz de Cleo hacia que todo se moviera.
- ¡¡Ahh!! – Gritó Loge tomándose la cabeza, mientras su cuerpo de partía en pedazos quedando totalmente mutilado en piel y huesos, entre llamas azules, verdes, y coloradas.
- ¡Es el poder de la nigromante! – Dijo Wotan. Desde la habitación Drake se reía.
- ¿Así que ha despertado? ¿Qué rayos está sucediendo? – Su risa se transformó en odio al ver que el laberinto se iba desmoronando con el escudo que cubría al castillo. – Debo ir inmediato, antes que lo destruya todo. -
Una explosión comenzó a derribar las paredes y allí estaba la puerta central con la gema colocada. Cleo caminó a ella. Su fuerza espiritual, estallaba a cada paso con chispas que lo quemaban todo. Extendió sus dos brazos, y sus dos manos y con un fuerte láser destrozó aquella gema mágica que daba vida al monstruo laberinto. Sus energías se iban consumiendo y de inmediato su respiración se consumía, y sus ojos se cerraban en un desmayo, desvanecida. Alguien detrás de ella la sostenía. Eran las garras de Drake enfurecido, que había absorbido parte del impacto, de no ser así todo el norte estaría acabado, e incluso se cerraría el agujero negro del mundo oscuro. -
Chan eil Hermes a' bàsachadh. Na bàsaich. (Hermes no mueras. No, mueras.)
Directo al suelo, el avión de Hermes comenzó a tomar vuelo, algo lo sostenía. Él pudo verla a ella que desaparecía como si fuera un fantasma.
- ¿Cleo? – Se preguntó Hermes, y ella desapareció esfumándose. La hélice comenzó a girar más rápido. – ¡Me ha salvado! ¡Me ha salvado! ¡Cleo! – Comentó lamentándose en interior, por saber que ello fuera un pálpito de que algo le haya pasado. – ¡Debo seguir!
En un santiamén estaba de regreso en el aire, el perímetro del escudo había desaparecido con el laberinto. Hartman extendió su brazo en dirección al cruce del castillo a todos lo que pudieran reanudando la batalla hasta el final.
La salamandra se interpuso con su potencia acabando con muchos de ellos. Hermes se arrojó disparando contra ella, aunque era inútil. Confrontaron el uno
contra el otro. Los lagartos alados se acercaron arrinconándolo, y dos disparos los aniquilaron. Era Mac que regresaba. Hermes levantó su pulgar y siguió contra la salamandra. Al abrir la boca ella, éste disparó en su interior, haciendo que ese gigante con alas retroceda.
- ¡La haré volar de alguna manera! – Hermes fue contra ella, pero el poder era tal que parecía imposible. Cerró sus ojos y continuó disparando. Pensó en Cleo, y un consuelo de su pasado de Leticia, de sus amigos, de sus compañeros. Le dio entender que esta vez estaba preparado. Y fue contra todo pronóstico.
An aghaidh gach feachd, bidh an fheadhainn as lugha a' chùis air an sgriosadair mòr.
(Contra todo fuerza, el más pequeño ser vence al gigante
destructor.)
El biplano hizo el línea recta se iba metiendo con todas sus balas al grito de batalla de Hermes. Un rayo extraordinario iluminó a ese avión lleno de heridas con su piloto. La boca de la salamandra se encendía en su interior. El cuerpo comenzó a engordar como si algo inflase su estómago. La bestia cerró su boca, y se alejó ascendiendo hacia el cielo lejano, y con desorientación, dio varias vueltas exaltada y se derrumbó hacia el castillo. Antes de llegar a la cúpula, una explosión destrozó todo alrededor. Los gigantes de las montañas y lagartos alados desaparecieron producto de la explosión casi nuclear de la salamandra. La luz protegía a Hermes y Mac.
- ¿Qué fue eso? No pudo haber sido mi avión. – Confuso Hermes, vió una figura de una niña arriba de la plataforma de su avión. Era Nela sonriendo.
- Nela salvó a Hermes. Cleo Le pidió a Nela, que cuidase de Hermes. Nela protegerá a Hermes. -
- ¡Nelaaa! Baja de ahí - Le dice Hermes. Ella como por una forma simple se desliza y cae en el compartimiento encima de Hermes, abrazando éste. –
¡¡¿Qué haces?!! – La regaña, debido a que tapa la visión del piloteo. -
- ¡Nela está feliz de ver a Hermes! – Le sonríe. Hermes, respira hondo. –
- Y yo a ti, pequeñita, ¡gracias por salvarnos! – Le comenta con simpatía. Nela presiente algo en su interior. -
- Nela, dice que Cleo está en peligro – Expresa. Hermes se convulsiona. –
- ¿Cómo? – Pregunta Phileas con cierto susto por Cleo. –
- Nela, dice que es por allá, un hombre feo la capturó. Nela piensa que esta por allá – Señala la pequeña. Hermes no duda y direcciona el avión hacia la torre disparando algunos lagartos que se acercaron. –
- ¡Aguanta Cleo! ¡Voy por ti! – Manifiesta con decisión Hermes. –
La apertura del escudo, enfureció a Drake.
- ¡Maldición! Debí eliminar a esa niña, cuando capturé a sus padres. - El agujero detrás de la montaña continuaba creciendo. –
Hartman ingresó con manni por las puertas principales cruzando el puente del rio de sangre.
- Hartman, debes calmarte. Tu herida es profunda –
- Deja eso – debemos llegar a Drake – Estaba decidido a tomar venganza por su pueblo. Manni lo seguía cubriendo su espalda. Los demás guerreros Fenrir y mariposa, continuaban en las calles luchando cuerpo a cuerpo con las bestias. Hartman abrió una compuerta en la cual se encontraban los médicos mortuorios del Rhindo. Su lanza atravesó a uno de ellos que quiso atacarlos. Con un acto de magia Manni confundió la escena haciendo que los mismos se maten entre sí.
Hermes aterrizó sobre un suelo de tierra grande del campo del castillo, con un esfuerzo grande, el avión dio una vuelta en el suelo. Hermes saltó del asiento con Nela. Dos monstruos fueron hacia él, y de inmediato sacó su cuchilla y los cortó en
paso veloz, a la carrera. Nela estaba agarrada detrás de él sin soltarse. Mac llego detrás.
- ¡Mac! Quédate con Nela. – Ordena Hermes - Volveré Pronto.
- ¡Señor...!
- ¡Tú quédate aquí!
- Si teniente – dijo con firmeza. –
Hermes corría hacia el interior en busca del Hall central. Podia sentir a Cleo con su energía. –
Mac se aferró a la metralleta. Unos monstruos se acercaron, y mac disparó a todas direcciones, dándole un poco más al avión de Hermes. Los enemigos estaban cerca. Nela de su boca escupió un láser destrozándolos. –
- Nela ve divertido todo esto. –
- ¡Uff! ¡Qué bueno! - Confiesa aliviado Mac. -
El castillo estaba dividido en salas. En el hall central Wotan abría un portal central en el cual estaban las almas de Lady Mont y Mary. Cleo había sido arrojada con las auras de ellas en el centro, y el conjuro comenzó su evento a fin de contaminarla a ella y extraer la energía de la espada.
- Date prisa Brujo – Comenta Drake con odio -
- Señor, los poderes de esa mujer están latentes – Dijo Wotan. Drake se colocó en el centro junto al cuerpo dormido de Cleo y ambas almas.
- ¡Señor es muy pronto!
- La luz no me afectará. Comienza Brujo. Wotan asiente. –
- La luz, no mires atrás la oscuridad opaca, no mires atrás la oscuridad opaca
– Wotan condecía las palabras y una nube oscura hace levitar el cuerpo de Cleo boca arriba, las almas vuelan a su alrededor, girando de un lado hacia el otro. Un ruido estrambótico comienza a oírse por todo el salón. El redondel en el cual esta Drake, Cleo, su hermana, y madre comienza a arder y un campo de luz de matiz negro azabache escapa hacia el cielo.
Drake extiende sus brazos con sus manos recibiendo la energía. La boca de Cleo se abre por sí sola, y comienza a abrirse y su empieza a salir. El estado de trance, manipulaba todo su ser. La destrucción del laberinto y la gema no solo debilitó su cuerpo, también su fuerza espiritual. Drake atacó por la espalda disminuyendo su capacidad y dejándola totalmente inconsciente.
El ritual se estaba completando con la luz. El cuerpo de Cleo ahora estaba envenenándose de la magia de Wotan. Las venas de la carne se hinchaban, y la piel se tornaba del matiz de la una añeja. Drake acogía el poder, contaminando al máximo el cuerpo de Cleo. La espada esa allí, se dijo. Si, está allí.-
- La luz no me afectará, no mires atrás –No mires. ¡No mires! –El ruido, Drake riendo, Wotan orando, El cuerpo de Cleo levita, y su alma va escapando. La puerta se abrió de inmediato, con el eufórico sonido. La puerta se abre, las ventanas quiebran su vidrió, la cúpula del castillo comienza a partirse. Y la puerta se abre, se concreta en su totalidad la contaminación del cuerpo de Cleo. Las almas comienzan a desaparecer. –
- La luz..... – Wotan guarda silencio. Drake, lo mira. La puerta se abre, y un cuchillo sale disparado a toda velocidad atravesando la frente del brujo. Drake lo mira. Wotan cae al suelo. Todo el círculo se despedaza, y el cuerpo de Cleo cae al suelo; su alma regresa, y las almas de Mary y Lady Mont desaparecen rápidamente.
- ¡¡¡Noooo!!! – Explota en ira Drake. Del otro lado de la puerta el teniente Hermes Phileas da un saltó sacando su arma de fuego y dispara al pecho de Drake varias balas. -
Con los disparos apenas logra aturdir a Drake que se incorpora y estirándose y riendo con sarcasmo.
- Bien hecho demonio. – Y con un chasquido de sus dedos impulsa una ventisca que expulsa a Hermes contra la pared del salón golpeando su cabeza. -
Luego camina despacio hacia Wotan cuya sangre brota del pecho de éste,
y la absorbe – ¡Ahh! Que desperdicio. Ahora tendré que arreglar el desastre que hiciste demonio de otro mundo – Wotan se desmaterializa. Las almas capturadas rondan por el cuerpo de Cleo haciendo que este se movilice. –
¡No! ¡Je! ¡No! Harán nada de nada, ustedes no escaparán – Drake comienza un conjuro encerrando nuevamente las almas. Hermes logra ponerse de pie.
- ¡Hey! Esto no ha terminado – Le asesta un disparó justo en el ojo derecho, tumbando a Drake al suelo. Luego se dirige a Cleo, y las almas. Drake se incorpora, y lo golpea con un puñetazo en la mandíbula-
- ¡Ja! ¡Ja! – Eres débil vil escoria. Luego lo sigue golpeando sin cesar. El rostro de Hermes con moretones no podía soportar aquella golpiza. Luego su cuerpo hasta quebrar dos costillas lo que logró el máximo dolor agudo. Era como si una masa de metal estuviera lastimando todo su ser. Casi inconsciente, quiso levantar su mano contra él, pero fue inútil, y Drake con la suya como una garra lo toma desde el cuello,a pretando fuerte, y saca su daga. – Es hora de despedirse demonio ¡Ja! - Maldice a Phileas. Y clava su daga en el pecho. -
De la puerta dos soldados bestia, son despedidos al suelo muertos al ser cortados en partes deformes. Hartman ingresaba con Manni, que arroja una piedra contra Drake que estalla generando luces que lo aturden. El cuerpo de Hermes cae al suelo de la losa herido. A su lado estaba Cleo.
Hartman se arremete contra Drake fintando con su lanza. Éste turbado en confusión con el impacto de Manni esquiva el ataque. Manni toca el cuerpo de Drake insertando una raíz de plantas que lo inmoviliza. Allí con furia Hartman atraviesa su lanza contra Drake en el estómago. Drake casi sentido, intercepta con su mano izquierda el arma del lobo, y la parte en dos. Manni se acerca con otro conjuro, pero la energía de Drake comienza a brotar, y lo deja inconsciente. Luego se quita la punta de lanza de su interior. Hartman saca su cuchillo, pero en un instante veloz, Drake clava la punta en su hombro haciendo que Hartman retroceda del dolor arrodillándose.
- ¡Ahh! ¡Maldito!
- Niño lobo ¿Creías que con un arma tan simple, me ibas a derrotar? Admiro su osadía inútil, pero es hora de eliminarte.
Cleo continuaba en el suelo. Su anatomía comenzó a brillar de entre las almas de su madre y hermana. El cuerpo de Hermes parecía curarse de los golpes, y las heridas. Su esencia se direccionó a Manni y Hartman. Drake notaba ello.
- ¡MMM! Interesante. ¡Está despertando! - Drake desistió de aniquilar a Hartman. – Será mejor que terminemos esto en el mundo oscuro.
Se dirigió a Cleo. – El poder de ella estaba tan pronunciado. Las almas se fueron fortaleciendo y conformaron un escudo para evitar que Drake se acercase a ella.
- ¡Largo de aquí! – Ya no necesito de ustedes. – El poder que lleva dentro esta mujer nigromántica es suficiente. – Con un movimiento corporal, produjo que las almas se fueran reduciendo; debilitando su esencia, hasta no poder oponer resistencia alguna. Luego recogió el cuerpo de Cleo, y comenzó ascender por el cielo quebrándose totalmente el techo.
Hermes despertó. –
- ¡¡Cleo!! – Gritó. Ella estaba aún bajo el hechizo mágico de la fuerte hipnosis del poder oscuro. Mente y corazón luchaban para repeler toda esa penumbra en su interior que había contaminado la mayor parte de la espada. - ¡¡¡Cleo!!! – Continuó Hermes desde el suelo. -
Drake seguía su rumbo al salir de la torre del castillo que estaba destruido, veía los síntomas de la batalla. Aún continuaban luchando, pero sus seguidores veían que escapaba y ello produjo un cambio radical. Sus miradas atónitas hicieron que un libertinaje de tropas comenzase a retroceder. La mayoría de los lideres bestias; barbaros de mentalidad no entendían y se confrontaron entre ellos con sus grupos. No había mando, por lo que fueron huyendo hacia donde podían. Los que fueron a
las montañas fueron devorados por los gigantes. Los reptiles voladores se lanzaron contra cualquiera que vieran como presa. Las bestias combatían entre ellas.
La avanzada de los militares fue beneficiosa a pesar de una victoria pírrica. Las bajas eran inmensas. Y todo el campo de batalla en su totalidad, estaba apilado de muertos. Algunos soldados clavaban sus espadas y lanzas en los cuerpos de los monstruos heridos para darles muerte. La niebla se estaba disipando y con claridad se podía ver todo el desastre. Drake continuaba ascendiendo y con una radiación amplia de tinieblas se iba introduciendo en el agujero que había dejado de crecer. Un lagarto volador intentó atacarlo por su voracidad y fue desintegrado en pedazos de cuerpos que otros lograron alcanzar para darse el gusto de la comida.
Todos los súbditos de Drake, estaban en un caos total. Pues éste había dejado de influir en ellos.
- ¡Drake escapa! – Somos libres- ¡Tenemos dominio! – Magnifica una de las bestias lideres –
- Tú no lo tienes. Lo tenemos nosotros – Dijeron otras. –
Así continuaron, entre espadas que se clavaban en las morfologías acabándose los unos a los otros.
Hartman despertó, sus heridas estaban curadas; Manni se encontraba en las mismas condiciones. Al salón ingresó Mac con Nela.
- ¡Rápido! Se lleva a Cleo. – Hermes salé corriendo en dirección opuesta hacia el campo.
- ¡Señor Hermes! – Espere - Reclama Mac – Hartman lo sigue.
- Debemos evitar que se lleve a Cleo – Expresa Manni que va también con ellos. A toda prisa cruzan un corredor por donde habían ingresado, saliendo
hacia el patio mayor. Allí Hermes conectaba los interruptores, y la hélice comenzó a girar. –
- ¡Te salvaré a Cleo! – Se dijo. El avión comenzó a mover sus ruedas, y con fugaz despegue comenzó ascender. Todos veían que Hermes estaba en los cielos.
Drake con su fuerza energética traspasó el agujero. Este se mantenía en su incalculable dimensión.
- ¡Hermes no lo hagas! – Grito Manni –
- No se destruirá. – Nadie puede entrar al mundo oscuro – Confiesa Hartman. Todos aguardaron en silencio.
- El teniente lo va lograr – Dijo Mac con una voz inusual. – Y lo ayudaré – Mac se dirige al avión con Nela. –
- Estás loco Mac – Regaña Manni. – No comprendes – Nadie ha podido ingresar allí.
- El teniente lo hará – Dijo – ¡Lo sé!
De repente el avión de Hermes comienza hacer un sonido, los metales tiemblan. A Hermes, no le importó ello. Estaba decidido a ingresar al otro mundo. La convulsión era más intensa. Los motores casi no respondían. La sacudida de las hélices traseras se desviaba. -
- ¡¡Vamos!! – No me falles - Con un grito Hermes cerró los ojos. Y solo en ello, una luz, y luego del otro lado oscuridad. Un shock dimensional que se gestaba a
una gran velocidad en la cual varias exhalaciones efímeras interrumpían su visión ocular, y después un espiral monótono rodeaba al avión hasta traspasar del otro lado.
El biplano resistió. Hermes logró ingresar al mundo oscuro. Al ver aquel sitio, un escalofrió perforó su interior; se interiorizó por todo su cuerpo. Era un tenebroso lugar.