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Chapter 13 - Tiempo para meditar

NOTA: Los derechos de las series Neon Genesis Evangelion y Black Lagoon NO me pertenecen. Esta historia fue escrita sin fines de lucro, solo como medio de esparcimiento. No me demanden.

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Misato Katsuragi estaba tumbada sobre la mesa del comedor con una cerveza a medio consumir en una mano, y varia latas vacías regadas junto a ella. Suspiró pesadamente al recordar la celebración que había organizado Balalaika por la victoria de los Pilotos EVA. En un principio imaginó que comerían todos juntos en la cafetería de NERV o algo por el estilo, por lo que se sorprendió al saber que un lujoso local de Tokio-3 había sido reservado exclusivamente para ellos. Los rusos eran todas sonrisas mientras felicitaban a los chicos. Todos reían, comían, bebían y cantaban como si el mundo se fuera a acabar; y ahí, en medio de todo ese jolgorio, estaba una sonriente Balalaika con un habano entre los labios y una copa de vodka en una mano. Era como una abeja reina mirando con aprobación a sus obreras por el buen trabajo realizado.

No fue ninguna sorpresa para Misato el ver a una animada Asuka participar del festejo. No podía culpar a la chica. Estaba feliz por el excelente resultado del ejercicio, sentada en un lugar preferencial junto a su devastadoramente apuesto instructor, que la trataba como si fuera uno más del grupo. Cualquier chica mataría por estar en el lugar de la pelirroja; ella misma inclusive.

Pero lo que en verdad sorprendió a la antigua Directora de Operaciones, fue ver a Rei Ayanami sentada ahí entre todo ese montón de rusos, tomando un jugo de fruta. Sabía de antemano cuan reservada es la Primera Elegida, y que no gustaba de las reuniones de tipo social, pero ahí estaba ella. Silenciosa como era su costumbre, pero mirando con interés lo que ocurría a su alrededor, sobre todo lo que hacía cierto de chico que ese día había sepultado definitivamente su antigua forma de ser, para pasar a ser todo un hombre. Shinji Ikari se veía tan feliz como Asuka, recibiendo felicitaciones de los rusos, sentado junto a una sonriente Balalaika; entonces lo notó. Un simple gesto muy significativo, pero que para los demás pasó totalmente desapercibido.

La rusa cicatrizada puso su mano en el hombro de Shinji y lo atrajo suavemente hacia sí, entonces ambos intercambiaron una mirada cuyo significado estaba muy claro. Eso fue más de lo que Misato pudo soportar, así que levantándose de su lugar, se disculpó con los presentes y regresó a NERV aduciendo razones de trabajo. Cuando llegó al departamento por la noche tenía en mente preguntarle a Asuka cómo había terminado la celebración, pero la pelirroja estaba en su cama profundamente dormida, algo totalmente razonable, tomando en cuenta el largo y agotador día que había pasado.

Misato dio un fuerte suspiro y se recargó en el respaldo en la silla, dejando caer su cabeza hacía atrás, mientras era observada por un curioso Pen-Pen desde un extremo del departamento.

— De seguro Shinji está con ella en este momento — comentó la mujer con desgano en su voz, mientras miraba el techo del departamento por largo rato y, sin darse cuenta, su mente comenzó a volar por si sola…

Shinji se encontraba totalmente desnudo, sentado y amarrado fuertemente a una silla. Estaba en una oscura habitación, apenas iluminada por una solitaria bombilla que colgaba desde el techo. De pronto, desde la penumbra del cuarto una presencia se acercó dando unos pasos hasta quedar bajo la luz de la bombilla, causando que Shinji abriera de gran manera los ojos al ver de quién se trataba. Ante él estaba la Capitán Balalaika, vestida únicamente con unas largas botas de cuero negro, un gorro cosaco sobre la cabeza, su inseparable pistola Makarov en la mano derecha y una botella de vodka en la izquierda. La rubia miró a Shinji con una sonrisa perversa al ver la incipiente erección del chico, ante el espectáculo que le ofrecía su cuerpo desnudo. La rusa echa un buen trago de vodka, lanzó a un lado la botella que se hizo añicos al caer al suelo y con un rápido movimiento se acomodó sobre las piernas de Shinji, quedando sentada de frente a él.

Balalaika acarició el rostro de joven Piloto EVA con su pistola Makarov, mientras lo observaba de la misma forma en que lo hace una leona antes de devorar su presa. Entonces, la mujer llevó hacia abajo su mano libre, sujetando el ya erecto miembro del chico, guiándolo diestramente a su abertura. La rubia se acomodó de modo que el miembro del Shinji entrara en ella, dando un gemido de placer en el proceso, mientras Shinji apretaba los dientes, tratando de abstraerse del placer que experimentaba al sentirse dentro de la rusa. Entonces, Balalaika lo sujetó con fuerza del cabello, obligándolo a mirarla, amartilló el arma y la puso en cabeza de Shinji mientras lo miraba con rostro maniático, momento en que finalmente habló: "Si te corres antes de que yo acabe, te mato". Con esas palabras, la otrora Capitán del Ejército Ruso comenzó a moverse, dando fuertes sentones sobre las piernas de un desesperado e indefenso Shinji…

— ¡¡Déjalo en paz maldita perra!! — dijo una enojada Misato poniéndose de pie de un salto, momento en que se percató que aún estaba en su departamento y que no había rastros de Shinji o Balalaika.

"¿Fue un sueño?", se preguntó. En ese momento la mujer fue presa de un fuerte mareo a causa del alcohol, por lo que se vio obligada a sentarse otra vez. Ya más recuperada, dio un nuevo suspiro quedando otra vez tumbada sobre la mesa. La mente de Misato comenzó a vagar otra vez, recordando lo que había sido su vida desde que Shinji había ingresado en ella y lo mucho que había cambiado. Desde entonces no debió preocuparse por ordenar el departamento, lavar la ropa o cocinar. Shinji se encargaba de eso y siempre la esperaba con una sonrisa al volver por las noches. En algún momento se acostumbró a esta nueva normalidad, pero tan repentinamente como había llegado, Shinji partió de su lado. Ahora vivía solo en su propio departamento.

Tuvo un enfrentamiento con Balalaika por eso, pero la rusa argumentó que era necesario apartarlo de la protección de sus faldas para que Shinji pudiera crecer. Eso le pareció una estupidez en un inicio, pero ahora, al recordar la cara de decisión de Shinji momentos antes de saltar desde ese C-130, pudo darse cuenta que la rusa quizás no estaba del todo equivocada. Shinji había cambiado notablemente. Ya no era ni la sombra de lo que fue. Ahora se comportaba como un verdadero hombre, enfrentando los problemas en vez de huir de ellos, todo gracias al entrenamiento del Sargento Boris. Entrenamiento que no solo logró el crecimiento mental de Shinji, sino que también un crecimiento físico. Aún podía recordar ese día cuando Shinji salió del baño de su departamento cubierto solo con una toalla. Su cuerpo estaba desarrollándose rápidamente por el entrenamiento, y no podía dejar de preguntarse como luciría su cuerpo ahora. De seguro sus músculos estarían mucho más marcados y firmes.

Misato sonrío ante la idea de un Shinji desnudo con un cuerpo más desarrollado que la última vez. Fantaseó con la idea de poder acariciar su piel, que tal vez ya no sería suave como la de un niño, sino que un poco más áspera a causa del maltrato recibido durante el entrenamiento. Ese pensamiento hizo que Misato recordara el día que vio la espalda del Tercer Elegido, llena de arañazos y chupetones. La mujer estrechó la mirada ante ese recuerdo y su mente comenzó a trabajar sola nuevamente, mostrando a una desnuda Balalaika de espaldas en una cama, con las piernas abiertas y Shinji entre ellas, mientras la penetraba con fuerza. La rusa gemía de placer con cada embestida mientras prácticamente le destrozaba la espalda a Shinji con las uñas, a la vez que le ordenaba penetrarla con más fuerza.

— Agghh… ¡¡Maldición!! — regaño Misato poniéndose nuevamente de pie, tratando de apartar esa perturbadora imagen de su cabeza, momento en que sintió un sabor agridulce subir por su garganta, por lo que se vio obligada a correr al baño.

Misato dio vuelta el estómago de rodillas ante el retrete, vomitando el exceso de alcohol en su cuerpo. Una vez hubo terminado, se puso trabajosamente de pie para lavarse la boca en el lavamanos. Se mojó la cara para despejarse un poco y contempló su reflejo en el espejo. La imagen que este le devolvía no era de las mejores. Esa era una cara que definitivamente no le gustaría mostrar en público, pero en ese momento poco importaba. Lo que realmente le preocupaba era ese dolor que estaba sintiendo en su corazón, un dolor que tenía estrecha relación con cierto chico que había sido su protegido hasta hace más de un mes.

— ¿Qué pasa contigo? ¿Acaso te volviste loca? — se preguntó mirando su reflejo.

Sin querer dar una respuesta a esa pregunta, Misato salió del baño dando tumbos. Se sentía mareada y su cabeza le dolía considerablemente, por lo que avanzó lentamente por el pasillo apoyándose en la pared. Finalmente abrió la puerta de su cuarto y con inseguros pasos se dejó caer sobre el desordenado futón, que estaba en medio de la habitación tal cual lo había dejado la noche pasada. Rodó sobre el futón quedando de espaldas para contemplar el techo. Lo único que deseaba era dormir, olvidarlo todo y descansar, aunque fuera sólo por unas horas, pero la imagen de Shinji no quería abandonar su mente. Fue así como sus recuerdos la llevaron al día en que Shinji y ella se encontraron frente al ascensor.

Por un momento se ruborizó al recordar la forma impulsiva e inapropiada en que había rodeado a Shinji con sus brazos, cómo si su vida dependiera de ello. Recordó los brazos cálidos del Tercer Elegido respondiendo a su gesto, sujetándola con infinita delicadeza. Aquel abrazo la había hecho sentirse protectora y protegida al mismo tiempo. La había llenado de una felicidad tan grande que casi le asustaba. Era como si algo infinitamente hermoso hubiera aparecido ante sus ojos y le encontrara desprevenida.

Soñolienta se dejó llevar por ese recuerdo y nuevamente sintió aquella felicidad llenando su corazón, al tiempo que unas palabras se formaron en su boca. Misato intento detenerlas, cerrando los ojos con fuerza y apretando sus puños, resistiéndose a ceder ante algo que ya sabía pero que no podía ni debía aceptar. Pero cuando una solitaria lágrima broto de su ojo derecho, las barreras se derrumbaron y la verdad escapo finalmente de sus labios.

— Te amo… Shinji — dijo apenas audible.

Misato se quedó por largos minutos en esa posición, asimilando lo que acababa de reconocer. Una verdad que estaba oculta en lo más profundo de su corazón, y que ahora finalmente salía a la luz. Una verdad que ya no podría ser acallada. Misato se dio la vuelta y hundiendo el rostro en la almohada lloró como no lo había hecho en muchos años, hasta que se quedó profundamente dormida.

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Shinji Ikari estaba recostado en su cama observando como Balalaika terminaba de vestirse luego de darse una larga ducha matutina. Fue una verdadera sorpresa para él que la rubia se quedara esa noche en su departamento, ya que generalmente no se quedaba a dormir; de hecho, esta era la segunda vez que dormía en su departamento. Al parecer, la rubia había quedado de muy buen humor por el resultado del ejercicio de infiltración a la "Fortificación Gendo"; tanto, que contó con su compañía y atenciones durante toda la noche.

El joven Piloto EVA continuó observando como la rubia terminaba de ponerse las pantys, para luego comenzar a ponerse la falda. Era todo un espectáculo contemplar a esa mujer vistiéndose ante sus ojos, por lo que no pudo evitar una sonrisa de satisfacción, sobre todo al recordar lo que habían hecho en esa habitación.

— ¿Disfrutas del espectáculo? — preguntó repentinamente Balalaika, abrochándose la falda de espaldas a Shinji.

— Eh… yo, bien… Capitán… — trató de responder Shinji, mientras se retrepaba en la cama y cubría con las desordenadas sábanas su parte viril que había despertado nuevamente, lista para una nueva batalla.

Balalaika se giró contemplando al chico y sonrió mientras sacaba un habano y un mechero de uno de los bolsillos de su sobretodo del Ejército Ruso. Encendió el habano, exhaló una bocanada de humo y miró fijamente al Piloto EVA.

— Tranquilo soldado. Puedes tomarte el día libre. Te lo mereces — dijo la rubia aumentando un poco su sonrisa, dándole otra calada a su habano.

Por la sonrisa de la rubia, Shinji intuyó que ese último comentario no había sido precisamente por el desempeño en el campo de batalla, sino más bien por su desempeño en la cama. Eso no dejaba de hacerlo sentir orgulloso de sí mismo. En ese momento se escuchó el sonido de un teléfono móvil. Balalaika metió su mano en el otro bolsillo de su sobretodo y sacó el aparato llevando a su oído.

— Diga — respondió.

"Estoy esperando por usted el auto afuera del edificio, tal como ordenó, Capitán" dijo Boris desde el otro lado de la línea.

— Justo a tiempo Sargento. Voy bajando en este momento — dijo Balalaika, guardando el teléfono móvil y poniendo sobre sus hombros su querido sobretodo del Ejército Ruso, para luego mirar a un desnudo Shinji apenas cubierto por las sabanas, en una cama que a esas alturas más bien parecía zona de guerra. No pudo evitar recordar lo bien que lo había pasado con el chico y le dio una sonrisa juguetona antes de hablarle — Smatritye, moyi malienkiyi damashiniyi. (1)

Con esas palabras que Shinji no supo comprender, vio como Balalaika se retiraba de su cuarto, para luego escuchar abrir y cerrarse la puerta del departamento. Ahora, finalmente solo, Shinji dio un suspiro de relajo y se recostó nuevamente en la cama considerado dormir un poco más, después de todo, se lo tenía merecido después del duro trabajo que había tenido para satisfacer los apetitos sexuales de su Capitán. En ese momento se escuchó sonar el timbre, lo que causó la extrañeza del joven Piloto EVA. ¿Acaso la Capitán había olvidado algo? Al escuchar nuevamente el timbre con mayor insistencia que antes, decidió que no era prudente seguir haciendo esperar a la rubia. Rápidamente saltó de la cama, buscó sus bóxers que estaban tirados a un lado de la cama y se los fue poniendo mientras se encaminaba presuroso a la puerta.

— Perdón la demora Capitán. ¿Olvido algo? — preguntó Shinji abriendo de golpe la puerta, solo para encontrarse de frente con Touji y Kensuke, que lo observaron con sorpresa al verlo medio desnudo — ¿Touji… Kensuke? ¿Qué… qué hacen aquí?

— Conseguimos tu nueva dirección con Misato-San el otro día y vinimos a… vinimos a… un momento. ¿Dijiste Capitán? — preguntó Touji, un tanto aturdido — Nosotros nos topamos con esa rusa loca en el corredor hace un momento y… y…

— Tú abriste la puerta medio desnudo creyendo que esa mujer había vuelto porque olvido algo… o sea, que ella salió de aquí — completó la frase Kensuke, ante un Shinji que estaba sudando frío ante las acertadas conclusiones de sus amigos.

— No es lo que parece — dijo Shinji con nerviosismo.

— Shinji… tú… ¡¡TE ESTÁS ACOSTANDO CON ESA RUSA LOCA!! — estallaron Touji y Kensuke a todo pulmón.

— Bajen la voz, par de idiotas. ¿Quieren que se entere todo el vecindario? — dijo un apurado Shinji mirando hacia los lados, esperando que ninguno de sus vecinos se asomara a ver qué pasaba.

— ¿¿ENTONCES ES VERDAD?? ¡¡TE ACUESTAS CON ELLA!! — gritaron otra vez el par de chicos, impactados por la revelación.

— Les dije que bajaran la voz — dijo un alarmado Shinji, arrastrando a sus escandalosos y poco discretos amigos dentro del departamento, cerrando la puerta de inmediato, quedando de espaldas a ella y dando un suspiro de alivio al encontrarse seguro, pero al levantar la vista se encontró con la penetrante mirada de Touji y Kensuke.

— ¿Entonces es verdad? ¿Te estás acostando con ese bombón? — preguntó otra vez Touji, tomando a Shinji por los hombros, momento en que nota algo en su cuello — Oye, ¿eso en tu cuello son chupetones?

— Ya… bueno…

— ¡Wow! Debe ser una mujer muy intensa en la cama — comentó Kensuke, impactado.

— No. Esas marcas me las hice con… bueno, con… — intentó explicarse en joven Ikari.

— Shinji, viejo amigo… ¡¡QUEREMOS LOS DETALLES!! — exigieron Touji y Kensuke, acorralando al Tercer Elegido contra la puerta, cortándole toda vía de escape.

Shinji Ikari miró a sus amigos, que tenían cara de no querer dejarlo ir a menos que les contara todo lo sucedido con lujo de detalles. Consideró deshacerse de ellos con algunas de las técnicas que aprendió del Sargento Boris, pero lo desechó. No estaba de ánimo para más esfuerzos físicos ese día; además, ellos eran sus amigos. Con todos esos pensamientos en mente, Shinji suspiro pesadamente, haciéndose a la idea de decirle adiós a su día de descanso.

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Eran cerca de la 1:00 de la tarde y Asuka disfrutaba de su día libre en compañía de Hikari, realizando compras en el centro comercial. Para ella fue una desgracia que él día libre justo cayera un día domingo, ya que le hubiera encantado saltarse otro día de clases, pero nada es perfecto. Al menos esto le había dado la oportunidad de compartir con Hikari, a la que no veía desde hace mucho tiempo debido al estricto régimen de ejercicios impuesto por Balalaika. Había tenido faltando a clases por todo un mes, aunque no es como si lo necesitara, después de todo ya se había graduado de la universidad.

Ahora, sentadas ante de una de las numerosas mesas en el patio de comidas del centro comercial, con sendas órdenes de hamburguesas con patatas fritas y gaseosas, Asuka le contaba a su amiga todos los por menores del motivo de su extensa desaparición de la escuela, sus avances como líder de equipo y su sorprendente victoria en el ejercicio de infiltración a la "Fortificación Gendo".

— No puedo creer que hayan sido capaces de hacer eso — comentó una sorprendida Hikari — Saltar desde un avión sobre el mar en mitad de la noche, bucear por las ruinas de la ciudad antigua, enfrentar soldados profesionales… eso es demasiado.

— Eso no es nada para mí. Después de todo, soy la mejor — dijo Asuka con una sonrisa de orgullo, momento en que se percató que Hikari se había quedado un tanto pensativa. De hecho, durante todo el día había estado un tanto ausente, como si algo la molestara — Bien Hikari. ¿Qué te está pasando? — preguntó la pelirroja.

— ¿Eh?... no, nada — respondió la chica, rehuyendo la mirada de Asuka, con un leve sonrojo.

— No me vengas con eso. Has estado en las nubes durante todo el día. Vamos, dime.

— Bueno, es que…

— Vamos, dímelo. Puedes confiar mí — insistió Asuka.

— Bien… la verdad… se trata de Touji — dijo la chica, con timidez.

— ¿Touji? ¿Estás hablando de Touji Suzuhara? ¿El estúpido amigo de Shinji? — preguntó la pelirroja levantando una ceja.

— No es estúpido — regañó Hikari.

— Bien, como sea. ¿Qué hay con él? Espera, no me digas que se propasó contigo. Si es así te juro que le voy a romper cada uno de los huesos de su asqueroso cuerpo — estalló la pelirroja poniéndose de pie con una mirada asesina.

— No es eso Asuka. No es eso. Siéntate por favor — dijo una complicada Hikari, logrando que su amiga se calmara y tomara asiento, renuentemente. Entonces, la chica de pecas se armó de valor y le reveló su problema a su amiga — Lo que pasa es que… bien… Touji… él… me gusta.

— ¡¿Qué?! ¿Te gusta ese idiota? — la cuestionó una incrédula pelirroja.

— No es un idiota. Deja de llamarlo así, por favor — dijo Hikari un tanto molesta.

— De acuerdo, pero… ¿Qué rayos es lo que gusta de él? — preguntó una incrédula pelirroja.

— Bien… es honrado, simpático y… apuesto — respondió una sonrojada Hikari.

— ¿Estamos hablando del mismo Touji Suzuhara, verdad? — preguntó Asuka, creyendo que a su amiga se le había soltado un tornillo en la cabeza.

— Sí, el mismo — respondió Hikari, dándole una estrecha mirada a su amiga, para luego volver a su actitud avergonzada — Yo… bien, he tratado de mandarle señales de que me interesa. Incluso ofrecí traerle el almuerzo todos los días. No sé si se pueda ser más directa que eso, pero él parece no darse cuenta.

— No me sorprende — dijo Asuka, negando con la cabeza — Ese idiota no sería capaz de encontrar una mujer, aunque esta le cayera encima.

— ¡¡Asuka!! — estalló una enojada Hikari.

— Está bien, está bien. Es solo que aún no puedo creer que te guste ese tonto — dijo Asuka aún sin poder creer que su amiga tuviera tan mal gusto para los hombres.

— Parece que nunca has estado enamorada. Así que es normal que no lo entiendas — dijo Hikari con una sonrisa complaciente.

Esas palabras fueron un verdadero aguijonazo para Asuka. ¿Acaso Hikari la estaba considerando una niña al hacer ese comentario? La pelirroja estaba por dar una réplica a las palabras de su amiga, cuando el teléfono móvil de Hikari comenzó a sonar. La chica se disculpó diciendo que era una llamada de una de sus hermanas y se puso de pie para ir a responder a un lado.

Asuka dio un suspiro de resignación y paseó la vista por el lugar esperando el regreso de su amiga, percatándose de que el lugar parecía estar lleno de parejas. Algunas comiendo en mesas contiguas, otras paseando de la mano y las más osadas, abrazadas. Estrechó los ojos. Ella nunca había tomado mayor interés a tener un novio. En Alemania había todo un cortejo de chicos tras ella, lo que la hacía sentirse bastante bien consigo misma, pero nunca consideró entablar algo con ninguno de ellos. Tenía cosas más importantes que atender, como la Universidad, y sobre todo, el EVA. Pero ahora que había logrado su objetivo y finalmente estaba siendo reconocida… ¿qué seguía ahora?

Si bien era cierto que el Kaji había logrado sacarla de su indiferencia y despertar su interés hacia el sexo opuesto, también era cierto que su "relación" no iba a ninguna parte, ya que el muy idiota nunca dejaba de verla como a una niña. Tiempo atrás eso la hacía enfadar, pero la verdad desde hace un tiempo había dejado de importarle. Quizás era porque ahora sabía que en el mundo había hombres mucho más interesantes que Kaji, hombres que no la considerarían una niña para una cosa y un adulto para otra.

— Tú te lo pierdes, Kaji — se dijo a si misma al tiempo que sorbía un poco de su gaseosa.

La pelirroja miró otra vez las parejas que pululaban por el lugar y no pudo dejar de imaginarse en el lugar de algunas de las chicas, pues se veía que lo estaban pasando bastante bien. De pronto algo llamo su atención. Se trataba de una pareja sentada a unas mesas de distancia. Aunque estaban demasiado lejos para escuchar lo que decían, su lenguaje corporal era bastante claro. Ella estaba triste y le contaba algo al chico que le acompañaba, este la escuchó con atención y después se acercó a ella para abrazarla mientras ella lloraba en su hombro.

"¿Qué se sentirá eso?" se preguntó la pelirroja contemplando a la pareja. ¿Qué se sentirá tener alguien que se preocupe por ti? Alguien con quien compartir tus cosas, tus alegrías, tus penas… tus victorias.

— ¿¿Pero qué demonios estoy pensado?? — se preguntó Asuka golpeando con fuerza la mesa, llamando la atención de todos los presentes. ¿Qué rayos pasaba con ella? ¿Cómo se le ocurre pensar en algo así? Ella había decidido seguir adelante sola, no necesitaba a nadie… ¡¡NADIE!!

— Ya regresé — dijo Hikari apareciendo entre la gente, dándose cuenta de que su amiga no tenía muy buena cara — ¿Pasó algo?

— Nada, olvídalo — respondió la pelirroja, tratando de dejar a un lado ese desliz, llevándose unas patatas fritas a la boca, masticándolas de mala gana.

 

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Ritsuko Akagi estaba sentada ante una terminal de computadoras, revisando unos complejos gráficos con información respecto a las unidades EVA. Llevaba la mayor parte del día en esa labor y eso que supuestamente era su día libre. ¿Hace cuánto que no se tomaba un día de descanso como corresponde? Con seguridad, desde hacía tanto tiempo que ya ni siquiera lo recordaba. Se recargó en el respaldo de la silla, dio un suspiro cansado, se quitó los anteojos y se masajeó el puente de la nariz.

— Supongo que no pasará nada si dejo el resto del trabajo para mañana — se dijo la mujer, colocándose los anteojos para luego guardar la información y apagar la terminal.

La mujer se estiró para relajar la tensión de su espalda y se recargó nuevamente en el respaldo de la silla, metió una mano en uno de los bolsillos de su delantal para sacar un cigarrillo, pero en cambio sacó un pañuelo; un pañuelo que no era de ella.

— Boris — dijo la mujer, reconociendo que ese era el pañuelo que el ruso le había pasado ese día en el bar, cuando ella había llorado en frente de él, al pensar en su desastrosa vida amorosa.

La científica no pudo evitar pensar en el fornido ex-soldado, y lo mucho que le había llamado la atención desde el día en que lo conoció. Boris no solo era un hombre apuesto, también era un hombre muy interesante, con un aire de misterio que solo lograba aumentar su interés por él. Ya había quedado con él en varias ocasiones para tomar algunas copas juntos mientras conversaban.

Pese a lo que se pudiera esperar por su aparente rudeza, Boris había demostrado ser todo un caballero y sabía tratar muy bien a las mujeres. Desgraciadamente no podía decir lo mismo del Comandante Ikari, que solo la llamaba cuando la necesitaba para usarla como su puta privada, haciéndola a un lado cuando ya no la necesitaba. No pudo dejar de apretar los dientes ante ese pensamiento. ¿Por qué rayos seguía con ese hombre que la trataba como si fuera basura? ¿Qué tenía ese hombre que la hacía seguir a su lado pese a saber que solo la lastimaba?

— Soy una tonta — se dijo a si misma con una triste sonrisa, mientras contemplaba el pañuelo en su mano.

Era verdad. Era una completa tonta por seguir junto a ese hombre, por seguir sus designios pese al dolor que eso le causaba. Es cierto que lo amó una vez, por eso lo siguió cuando él le había pedido su ayuda, porque él le estaba ofreciendo justo lo que ella necesitaba, sentirse querida y útil, pero ahora sabía que todo eso había sido mentira. El solo la había usado de la misma forma que usa a todos a su alrededor. Todo lo que una vez creyó, todo lo que ella había esperado de él, se había esfumado ante el inexorable peso de la realidad. Lo único que había obtenido de esa relación fue un corazón lastimado y una profunda soledad. Volvió a mirar el pañuelo en su mano y sonrió con amargura al recordar al fornido hombre.

— ¿Será hora de considerar otras opciones? — se preguntó la mujer.

La sonrisa de Ritsuko desapareció ante esa pregunta. Si fuera algo tan simple como eso, hace mucho que ya estaría embarcada en otra relación. Pretendientes no le faltaban, pero ella por alguna razón, no podía dejar a ese hombre. Por mucho que supiera cuanto la lastimaba, no podía apartase de él, era como si…

"Jefa del Proyecto E, Sección 1 del Departamento Técnico, Dra. Ritsuko Akagi, por favor, contacte inmediatamente a la Teniente Misato Katsuragi, Sección 1 del Departamento de Operaciones"

Ritsuko fue sacada bruscamente de sus reflexiones al escuchar el mensaje por el altavoz, pasando de la amargura a la incredulidad en cosa de segundos, repitiendo en voz alta las palabras que ya había repetido tantas veces antes: "No lo puedo creer. Se volvió a perder"

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Había sido un largo y tedioso día de trabajo en NERV, y era ya entrada la noche cuando Boris estaba saliendo de las instalaciones con rumbo a su departamento para tomar un trago y dormir. Necesitaba con urgencia un buen trago luego de pasar la tarde luchando contra una montaña de papeles en una oficina. Eso le hizo darse cuenta cuan entretenido había sido entrenar a los Pilotos EVA.

En un inicio el saber que la Capitán lo había dejado a cargo del entrenamiento de Shinji Ikari, fue como una patada en el hígado, pero luego de una seria conversación con el chico, este había demostrado deseos por cambiar y no lo había decepcionado. La pasó bastante bien entrenando al vástago despreciado de Gendo Ikari, pero ahora que eso había terminado las cosas se habían calmado otra vez, por lo que este había resultado un día eternamente aburrido, algo que nunca pasaba en Roanapur, ya que en esa ciudad del crimen siempre había algo por hacer. Un imbécil al que cobrarle una deuda, algún idiota que se quería pasar de listo y que había que matar de forma espectacular para dar un ejemplo, pagar coimas a la policía, reuniones con las demás mafias locales para calmar las aguas cuando alguno se pasaba de la raya, las veces que habían hecho polvo el "Bandera Amarilla" en alguna balacera, mientras Bao gritaba desesperado que no destruyeran su local, o las veces que había bebido como cosaco en compañía de Dutch. Sonrió ante esos recuerdos y al pensar en el afroamericano, que era la única persona a la que podía considerar como un amigo.

— Creo que ese viaje de pesca con Dutch tendrá que esperar un tiempo más — dijo el hombre con resignación, dando un suspiro de cansancio. Pisó el embrague y pasó el cambio del auto a primera, cuando se percató que caminando por el otro lado de la calle, iba la mujer de cabellera rubia que sin proponérselo había llegado muy profundo dentro de él — Ritsuko.

Efectivamente, Ritsuko Akagi caminaba cabizbaja por la acera y con un semblante bastante demacrado. Boris estrechó la mirada ante eso. No le gustó para nada ver a la rubia de esa forma. ¿Acaso estaba enferma? No lo parecía; más bien parecía ser algo distinto. Algo se removió dentro del aguerrido ex–mafioso ante esa visión, puso en marcha el automóvil y siguió a la mujer a una prudente distancia.

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Ritsuko Akagi caminaba cabizbaja por la acera hasta que se adentró en un parque y subió a un puente peatonal que cruzaba un pequeño riachuelo. La mujer se detuvo a mitad del puente y se apoyó en la baranda, pensando en lo que acaba de hacer hace poco más de una hora en NERV. Nuevamente, pese a saber cuánto la lastimaba, había caído en los brazos del Comandante Ikari. Él la había llamado justo cuando estaba por retirarse de NERV y acudió a su oficina. Nada más llegar, supo lo que él quería de ella. Pese a que la cabeza le decía que no, terminó cediendo y él la había usado una vez más; y lo que es peor, ella misma se dejó usar. Hacía mucho tiempo que no había amor en esa relación, no sabía si él lo había sentido alguna vez, pero para ella hacía mucho que ese sentimiento había muerto. ¿Por qué entonces seguía acudiendo a su llamado? ¿Por qué no podía apartarse de él, si sabía cuánto daño le causaba ese hombre?

La mujer apretó los dientes ante ese recuerdo, mientras que una rebelde lágrima escapó de uno de sus ojos y corría por una de sus mejillas. Aún podía recordar el asco que sintió al estar con ese hombre, como tuvo que fingir para complacerlo, y como luego había pasado casi una hora bajo el agua de la ducha, lavando su cuerpo una y otra vez, sin poder apartar esa desagradable sensación de suciedad. ¿Hacia dónde estaba llevando su vida? ¿Cuánto más podría continuar soportando esta situación? ¿Cómo poder salir de este círculo vicioso que la estaba consumiendo en vida? ¿Cómo poder apartarse de ese hombre?

— ¿Por qué no dejas a ese hombre si te hace tanto daño?

Ritsuko se sorprendió al escuchar esas palabras con un marcado acento ruso, y al girar su cabeza se encontró con Boris de pie a un par de metros de ella, mirándola con rostro serio.

— Boris… tú… no… no sé de qué hablas — respondió la mujer, apartando la vista.

— Gendo Ikari — respondió el hombre con seriedad, logrando que Ritsuko le devolviera la mirada de la sola impresión, por lo que el ruso continuó — No estoy ciego, Ritsuko. Sé que mantienes una relación con ese hombre, pero se nota que eso no te hace feliz, al contrario, te lastima. ¿Por qué sigues con él entonces?

Ritsuko no supo qué responder ante esas palabras y no pudo seguir sosteniendo la mirada del ruso, por lo que apartó la vista sin poder evitar que dos gruesas lágrimas escaparan de sus ojos. Boris sintió algo de rabia al ver la reacción de la científica, ver el dolor que ese hombre le causaba y como pese a todo ella no se apartaba de él.

— Ritsuko, las veces que hemos compartido juntos, me has demostrado que eres una gran mujer. Inteligente, trabajadora, simpática; pero cuando te relacionas con ese hombre cambias totalmente. Es como si él te drenara la vida. No entiendo por qué sigues a su lado si hace tu vida tan miserable.

Los ojos de Ritsuko se abrieron de golpe ante esas palabras, palabras que encerraban una profunda verdad, una verdad que pese a conocerla y vivirla, no la deja escapar.

— Ritsuko — insistió Boris.

— No lo entiendes — respondió ella, dándole la espalda — No entiendes lo que ha pasado, lo que he tenido que vivir, las cosas que he hecho por él… yo no puedo… no puedo…

— ¿No puedes o no quieres? — preguntó Boris, de pie tras la científica.

Ritsuko se estremeció ante esa pregunta. ¿Era eso? ¿Acaso se trataba de eso? ¿No estaba atrapada en esa relación insana, sino que era ella la que no quería salir de ese círculo vicioso? Muchas cosas pasaron por la mente de la científica en esos segundos. Su vida, su madre, su relación con Gendo, su lastimado corazón. Unas fuertes manos sobre sus hombros la hicieron estremecer, para luego obligarla a darla la vuelta, pero no pudo levantar la cabeza, no podía enfrentar la mirada escrutadora del ruso.

— ¿Lo amas? — preguntó Boris — ¿Lo amas? — insistió al no obtener respuesta.

— Yo… lo amé una vez… ahora solo me causa repulsión — respondió con la voz entrecortada por un llanto que amenaza por salir.

— Entonces déjalo.

— No puedo… yo… no tengo la fuerza para dejarlo — dijo la rubia entre sollozos — Soy una tonta… ¿verdad?

Boris miró seriamente a la mujer. Definitivamente algo se había removido en su interior. Hace unos meses en Roanapur, una situación así le hubiera dado francamente lo mismo, pero no ahora. Había visto varias relaciones autodestructivas como esta en el pasado y sabía que nunca acaban bien. No quería que Ritsuko acabara como esas otras mujeres. No podía permitir algo así.

El ex–mafioso analizó la situación y supo que ya no había marcha atrás para él. Lo que estaba por hacer era una completa locura. Una persona como él no podía darse el lujo de enfrascarse en algo semejante, ofreciendo de paso un punto débil a sus posibles enemigos; pero aun prescindiendo completamente de aquella consideración, esta mujer se había metido muy dentro de él, removiendo algo que estaba cerrado bajo siete llaves… su corazón. Ya no podía luchar contra ese sentimiento, mucho menos al ver a esta brillante mujer sufrir de esta forma por un hijo de puta como Gendo Ikari. Él tenía que salvarla de eso. Con eso, para bien o para mal, su decisión estaba tomada.

— Si sientes que no tienes fuerzas… entonces te prestare la mía.

Ritsuko fue sorprendida por esas palabras y al levantar la cabeza para mirar interrogante al hombre, este le plantó un repentino beso en los labios. Ritsuko tenía los ojos abiertos de par en par mientras su cabeza daba vueltas, apenas creyendo lo que le estaba pasando. Boris la estaba besando, y de una forma muy intensa, causando que una corriente eléctrica le recorriera el cuerpo de la cabeza a los pies. Al finalizar el beso y separarse, se observaron fijamente a los ojos, Boris expectante, Ritsuko, confundida.

— Boris… tú… — intentó decir ella.

— Te amo — reconoció finalmente el aguerrido hombre con un leve sonrojo en las mejillas, impactando doblemente a la mujer.

— Boris… yo… no sé qué…

— Sé que no te soy indiferente, Ritsuko. Solo dame una oportunidad y te haré olvidar a ese hombre — dijo el ruso, mirando seriamente a científica.

— Yo… no sé… yo… — balbuceó la mujer, apartándose unos pasos del hombre — Esto es tan repentino… no sé qué decir.

— Di que sí — insistió el ruso.

— Tú no me conoces, Boris. No sabes lo que soy realmente. Las cosas que he hecho por seguir a ese hombre, la clase de mujer en la que me convertí… estoy sucia — dijo Ritsuko, apartando la vista.

— Entonces estamos iguales — dijo Boris, atrayendo la atención de la mujer — Tú tampoco sabes la clase de hombre que soy, las cosas que hice en el pasado. Mis manos no solo están sucias, están machadas… con sangre.

— Boris — dijo Ritsuko, impactada.

— Cuando te conocí, pensé que un sujeto como yo jamás podría aspirar a una mujer como tú. Tan inteligente, culta, distinguida. Eres diferente a todas las mujeres que conocí en el pasado. No sabía cómo tratarte, cómo acercarme a ti; somos de mundos distintos, pero aquí estoy ahora, cruzando esa línea. Si uno de los dos no es digno aquí, ese soy yo, pero aun así quiero estar a tu lado… si me lo permites.

Ritsuko miró al hombre frente a ella, a ese fornido ruso que llegó con la nueva Directora de Operaciones. El llamó su atención desde el primer momento, y se llevó una agradable sorpresa al conocerlo y constatar que era además todo un caballero. Él la había tratado bien en todo momento, la había escuchado, la había hecho reír y despertó cosas en ella que por mucho tiempo había creído olvidadas. Ahora le estaba ofreciendo una salida al círculo vicioso que estaba destruyendo su vida y, de paso, le ofrecía curar su lastimado corazón. Al levantar la vista, Ritsuko se encontró con la mano extendida de Boris. La observó por unos segundos y lentamente acercó su mano, que él sujetó con fuerza. En ese momento, el llanto que hace ya rato amenaza con salir, no pudo ser contenido y la científica comenzó a llorar. Prontamente se encontró acunada contra un fuerte pecho, mientras era rodeada por dos poderosos brazos.

Ritsuko Akagi lloró por su desastrosa vida, por su madre, por su lastimado corazón, y por ese hombre que le estaba ofreciendo un hombro donde llorar, un lugar donde refugiarse, curar sus heridas y volver a creer en el amor.

— Boris.

— ¿Si?

— Gracias.

Con esas palabras Ritsuko acuno su cara contra el pecho del ruso y lo abrazo con todas sus fuerzas, como si tuviera miedo de que este fuera a desaparecer. Boris miró a la mujer y acarició su cabello con una mano, feliz al poder por fin estrecharla en sus bazos, prometiéndose hacerla feliz y protegerla con su vida de ser necesario. Así, la pareja que quedó por largo rato de pie en medio del puente peatonal, simplemente disfrutando el estar juntos, sabiendo que un nuevo camino se abría para ellos.

 

Continuará…

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Notas del Autor: Acá estoy con otro capítulo, que se centró más en los sentimientos de los protagonistas, para darnos un vistazo de lo que pasa por sus mentes y corazones, ya que no todo va a ser entrenamientos y peleas varias.

1 - Smatritye, moyi malienkiyi damashiniyi: Nos vemos, mi pequeña mascota.

Saludos y nos leemos.