—Pedazo de basura…
El corazón de Daphne se desplomó al escuchar sus palabras resonar en su mente.
—¿Cómo puede ser esto? Debes estar mintiendo —Daphne negó vigorosamente con la cabeza.
—¿Qué razón tendría para mentirte? —descartó Atticus—. Si acaso, te mantendría impotente e ignorante. Eso facilitaría controlarte y encerrarte.
—Gracias por esa consideración —respondió Daphne, algo apaciguada—. ¿Podría ser que el cuarzo transparente simplemente no era la piedra adecuada para mí?
—Quizá. No lo sé. Para empezar, el colgante no estaba hecho de cuarzo transparente.
La boca de Daphne se abrió de par en par.
—Lamento decirte esto, cariño —dijo Atticus, mirándola con cierta compasión—. Estabas blandiendo ese trozo de vidrio como si fuera un bien preciado. Habrías hecho más daño agitando un palo.
—¿Vidrio? —Daphne repitió atontada—. Entonces mi hermana…
Su mente daba vueltas con esta nueva información. Significaría que Drusilla le había conseguido a propósito algo inútil.