El silencio se instaló en el almacén después de la llegada de Arlen, Marik y Ethan. Reynarth aún estaba atónito, mirando a sus amigos mientras intentaba procesar lo que estaba sucediendo, aunque ya estaba teniendo una idea. Lyra, por otro lado, parecía divertida, su risa todavía resonaba en el aire.Ethan, con su sonrisa traviesa aún en su rostro, se acercó a ellos. "Parece que interrumpimos algo", dijo, su voz llena de diversión. Arlen y Marik se unieron a él, sus risas llenando el almacén.Reynarth, todavía paralizado por la sorpresa, no sabía cómo reaccionar. Había estado a punto de confesar sus sentimientos a Lyra, y ahora todo parecía una broma cruel. Pero antes de que pudiera decir algo, Lyra se puso de pie."Chicos, no es gracioso", dijo con voz firme. Pero entonces, su rostro cambió y una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios. "Bueno, tal vez un poco."Ethan se acercó a Lyra y la rodeó con su brazo, provocando una nueva ola de risas entre los amigos. "Lo siento, Reynarth. Pero Lyra... es mía," dijo, su tono era juguetón pero firme.Lyra dejó escapar un pequeño gemido, como si no le importara que hubiera otras personas presentes, y su rostro se iluminó con una sonrisa traviesa. "Es cierto, Reynarth," dijo, pegando su cuerpo al de Ethan como si estuvieran fundiéndose en uno solo.El mundo de Reynarth se desmoronaba. Las palabras de Ethan eran un eco de traición que lo asfixiaba. "Esto no puede ser real", murmuró, su voz perdida entre sus pensamientos.Como sombras, Arlen y Marik se acercaron, sujetándolo con una fuerza inesperada. Reynarth intentó resistir, pero su cuerpo no respondía.Ethan se alejó de Lyra, recortándose contra la luz de la luna. Su sonrisa había dado paso a una frialdad desconocida. "Reynarth," comenzó con voz gélida, "esto es especial, solo para ti."Reynarth buscaba en vano una señal de broma en los ojos de Ethan, pero solo encontró una verdad implacable. "¿Por qué?", preguntó, su voz temblorosa por la confusión y el dolor.Ethan se encogió de hombros. "Quería verte quebrar," dijo con desdén. "Porque eres insignificante, un insecto que puedo aplastar cuando quiera.""¿Por qué tanta crueldad?", inquirió Reynarth, desconcertado.Ethan rió sin alegría. "Porque puedo, Reynarth. Simplemente porque puedo." Y se marchó, dejando a Reynarth a merced de Arlen y Marik.Mientras Arlen y Marik descargaban sobre Reynarth una lluvia de golpes, cada impacto lo catapultaba de vuelta a su pasado. Cada puñetazo, cada patada, resonaba como un eco de las golpizas que su padre le propinaba en su infancia. Era como si el tiempo se hubiera retorcido, entrelazando los golpes del presente con los del pasado en un doloroso bucle.En medio del tormento, algo cambió en Reynarth. Una voz interna gritó, rasgando el velo de los recuerdos y el dolor. "¡No más!", rugió en silencio, su voz retumbando en los rincones más oscuros de su ser. "¡No seré un juguete para nadie! ¡No seré descartado!"Un brillo se encendió en sus ojos, tan frío y duro como el acero. No era solo un brillo de odio hacia Ethan y Lyra, sino también de locura. Y algo más, algo primitivo y sanguinario. Las golpizas parecían haber despertado una bestia dormida dentro de él, una bestia que ahora emergía con una sed insaciable de venganza.Con un esfuerzo sobrehumano, Reynarth se liberó de las garras de Arlen y Marik. Sus ojos, antes llenos de la inocencia de la juventud, ahora ardían con furia y odio. "¡Ya basta!" gritó, su voz resonando en el almacén, apagando las risas y los murmullos.Ethan se giró, su sonrisa desaparecida, reemplazada por una expresión de sorpresa. "¿Qué...?" empezó a decir, pero Reynarth no le permitió terminar.Con un rugido que brotaba de lo más profundo de su ser, Reynarth se abalanzó sobre Ethan. Su puño se disparó, rápido como un rayo, impactando en la cara de Ethan antes de que pudiera reaccionar. "¡PUM!" El sonido del golpe retumbó en el almacén, un eco de los golpes que él mismo había recibido.Ethan retrocedió, llevándose la mano a la mejilla donde había aterrizado el puño de Reynarth. Sus ojos se abrieron de par en par, mezclando incredulidad e ira. ¿Había sido golpeado? ¿Por Reynarth, a quien consideraba tan insignificante?El silencio se apoderó del lugar, roto solo por el eco del golpe. Todos los presentes se quedaron boquiabiertos, sus risas y murmullos habían cesado. Incluso Lyra, siempre tan locuaz, estaba en silencio, su rostro pálido como el papel.Ethan bajó la mano de su mejilla, tocando con cautela el lugar del impacto. Sentía el calor del golpe y sabía que probablemente tendría un moretón al día siguiente. Pero más que el dolor físico, era su orgullo el que había sido herido.El pequeño insecto que creía poder aplastar a su antojo... había contraatacado.Ethan gruñó, limpiándose la sangre de la boca, y se lanzó hacia Reynarth con una furia nunca antes vista. A pesar de su inexperiencia y debilidad física, Reynarth intentó bloquear y esquivar los golpes de Ethan. Pero cada impacto le robaba el aliento, cada patada lo hacía tambalearse hacia atrás.Finalmente, Reynarth cayó al suelo, sin aliento y adolorido. Ethan se detuvo, jadeante, y miró a Reynarth con desprecio. "Eres patético", escupió, antes de darse la vuelta y salir del almacén, seguido de cerca por Arlen, Marik y Lyra. Ellos le lanzaron a Reynarth una mirada de burla y desprecio, riendo y murmurando entre ellos mientras se perdían en la oscuridad.Reynarth quedó solo, tendido en el suelo, su respiración entrecortada y dolorosa. Intentó levantarse, pero su cuerpo no respondía. Cerró los ojos, exhausto, y se dejó caer en la oscuridad.Ethan, con una mirada seria y oscura, no estaba satisfecho. No era suficiente haber dejado a Reynarth en ese estado. Quería acabar con él. Con una excusa rápida, se separó del grupo y regresó al almacén.Ethan se detuvo en la entrada, observando a Reynarth, inmóvil en el suelo. Una sonrisa cruel se dibujó en su rostro. Se acercó a las viejas vigas de madera que sostenían el techo y, con un empujón calculado, las hizo ceder."Adiós, Reynarth", murmuró Ethan, su voz cargada de malicia. "Este es tu fin". Y con esas palabras, salió del almacén, dejando a Reynarth solo con las vigas que caían.Bajo la penumbra, Reynarth yacía atrapado bajo el peso de las robustas vigas. Su mitad inferior, aunque no completamente aplastada, estaba firmemente sujeta. Luchó con todas sus fuerzas para liberarse, pero parecía inútil. La debilidad lo invadía, y la oscuridad amenazaba con engullirlo. Pero en ese momento de desesperación, ocurrió algo extraordinario.El latido de su corazón resonó en sus oídos, fuerte y poderoso, como un tambor de guerra en la calma de la noche. Era como si su corazón luchara contra la desesperación, intentando liberarlo de su prisión de madera. Con cada latido, su sangre hervía con una energía renovada, su temperatura corporal aumentaba, su pulso se aceleraba y su piel se enrojecía."Ba-dump. Ba-dump. Ba-dump." El latido de su corazón se intensificaba, desafiando las vigas que lo aprisionaban. Reynarth sentía la energía fluir a través de su cuerpo, una energía que parecía haber estado allí todo el tiempo.