No se sabe cuánto tiempo pasó desde todas las osadías que Nuwa realizó en la tierra. Estaba cansada, pero aun permanecía en su curva figura la juventud, y el vigor en su aterciopelada piel.
No sabía si tendría la fuerza para volar a los cielos o sería mejor adentrarse a los frondosos bosques y descansar en las faldas de las montañas para siempre.
Cerró los ojos pensando en todo lo que había vivido, hasta que comenzó a imaginar un desierto, como si algo la llamara, no se dió cuenta del tiempo que había transcurrido, pero cuando abrió los ojos, ya no estaba en el mismo lugar de hace un momento. Pensó que tal vez estaba siendo victima de una broma del cosmos, siendo bendecida o incluso desterrada, aunque lo ultimo no tenía sentido para ella.No era arrogante, pero sabía todo lo que habia hecho por salvar a la humanidad, era su creación y habría dado su vida si fuera necesario.
No había nada a su alrededor, tal como lo que había imaginado en sus pensamientos, todo era tierra seca y un sol agotador, estaba a punto de pensar en el destierro como una opción, aunque no entendía por qué.
A pesar de haber perdido casi todo su poder, aún era capaz de crear y de amar. No veía este nuevo mundo como un mal lugar, aquí podría descansar, aunque los sentimientos de soledad arremetían su corazón como en aquellos tiempos.
Aun de pie, en la completa soledad desertica, comenzó recordar los bosques donde le encantaba pasear, y sobre todo donde se unía en cuerpo y alma con su gran amor, del que después de la desolada guerra, no volvió a sentir su presencia. Ella sabía que él había muerto, por lo que no quería pensar mucho en eso para no sentir ese dolor que traspasaba su pecho.
Definitivamente no quería estar sola, no era una opción para ella, así que estuvo un tiempo de pie considerando en crear unos animales para disfrutar de su nuevo mundo, aunque aún no estaba segura si era una buena idea.
Al ser una diosa, poseía la habilidad de permanecer de pie como una estatua por horas, sin embargo, algo estaba cambiando en ella, sentía que gran parte de se había impregnado de la humanidad en su ser, probablemente por haber gastado casi todo su poder antes de aparecer en este mundo.
Estaba tan absorta en sus pensamientos, imaginando todo lo que quería crear y hacer aquí, que no se dio cuenta que una mancha alargada había aparecido en el cielo, y que cada vez se hacía más grande en dirección a Nuwa. Justo cuando ella fijó sus ojos en algo que estaba a varios metros lejos de ella también mirándola. No le costó mucho reconocer lo que era a pesar de la distancia, éste estaba en el suelo, con un aire imponente y terrorifico que la observaba intensamente.