Lo que acababa de pasar dejó a Nuwa aún más desconcertada, ella sabía que él era un alma vieja, y también sabía que lo volvería a ver más temprano que tarde.
Ella simplemente se quedó de pie, descalza aún con sus ropas de realeza (un poco rota y sucia por la caída que tuvo al escapar del fuego de Long). Se vio a sí misma sonriendo mientras la presencia del gran Dragón se volvía una mancha en el cielo. Sentía una extraña felicidad, era extraña porque no tenía nada, estaba en un mundo vacío, tenía que empezar desde cero, era una gran oportunidad para ella de dar rienda a su imaginación, si él le permitía quedarse, seguro le dejaría hacer algo de color en este desierto.
Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo, que no se había dado cuenta del calor que hacía en ese lugar, sobre todo por el sol y la falta de sombra.
Caminó por varios minutos hacia la nada, hasta que quedó completamente agotada y sus pies ya no querían soportar más ardor. Era su oportunidad de hacer algo al respecto, algo que le pudiera brindar frescura pero además cumpliera más funciones.
Se sentó en la arena, que estaba bastante caliente, trató de ignorar la incomodidad tratando de pensar cómo iba a comenzar esta vez, si bien ella podía sobrevivir casi sin comida por mucho tiempo, su tiempo con la humanidad la llevó a adaptar varias de sus costumbres, que eran bastante agradables y alegres para ella. Le encantaba la vida de la gente, y tal vez esta era la oportunidad de por fin llevar una vida normal, y ser la joven que nunca logró ser completamente.
Su resolución era que no quería hacer una réplica de lo que ya existía en algún lugar lejos de aquí, al menos no en el orden de esa naturaleza, este lugar era mágico y místico, ella lo podía sentir, sin embargo, habían algunas cosas esenciales que podría permitir que existieran aquí, y el agua era una de sus cosas favoritas, después de pensarlo concluyo que era una gran idea, así podría refrescarse, beber, e incluso crear seres vivientes. Ya estaba alucinando con todas las ideas que le venían a la mente. Odiaba la soledad, así que quiso comenzar lo más pronto posible.
No sabía cuánto tiempo podría pasar hasta que el dragón vuelva a verla, y el silencio era un recordatorio de lo sola que estaba, le molestaba en sus oídos, así que se puso en marcha para hacer agua, a pesar de saber que ya no tenía tanto poder como antes, seguramente tendría que pasar mucho tiempo para recuperarse de lo que estaba a punto de hacer, porque terminaría por agotar la última energía que le quedaba.
Comenzó a mover sus manos y su cuerpo como si fuera una danza de ofrenda, era como una oleada de mar cuando el viento sopla para subir la marea, el suelo comenzó a vibrar de a poco hasta aumentar la intensidad.