Era temprano por la mañana, el sol levante proyectaba la sombra del monte más alto en toda la isla sobre la ciudad. Un cono volcánico que fue seccionado por la mitad en un evento astronómico sin igual hace muchos años atrás, y cuyos restos ahora forman parte del paisaje y la biodiversidad de la isla.
Los rayos del sol iluminaban la habitación de Max a través de la ventana. Un joven de cabello negro con mechones de puntas azules que cursaba su primer año de preparatoria, y que dormía cómodamente como si hoy no fuese su primer día de clases.
*¡BEE!! ¡BEE!!
Sonaba la alarma por tercera vez.
—¡Max despierta o si no llegarás tarde a la escuela!
Lo llamó su madre desde la cocina en la planta baja.
—Mrgg… ¡Cinco minutos más mamá! —respondió, como si parte de la información se hubiese perdido en su mente somnolienta.
A priori, no sintió el peligro inminente que conllevaba decir esas simples palabras.
—¡Levántate de una buena vez! Hoy es tu primer día, no puedes faltar. —le gritó su madre desde las escaleras.
—Mgrr… ¿Primer día?…
… … …
—¡¿AH?!...
Al fin lo recordó, pero se negó a levantarse.
—No quiero. —ronroneó, revolcándose entre sus sábanas.
… … …
—¡Está bien! Ya me levanto —dijo sacado de onda.
Dio una vuelta sobre la cama extendiendo brazos y piernas hasta sus anchas. Lentamente abrió los ojos, sentía los párpados pesados, casi que ni podía abrirlos con naturalidad. Se quedó mirando el techo unos segundos y con un movimiento violento de muñeca retiró las sábanas de su encima y se levantó de golpe.
Dejó salir un leve bostezo, mientras estiraba los músculos de la espalda.
Balanceándose de lado a lado, volteó a ver su despertador. Marcaban las 7:50 am.
—¿Oh? ¡AHH! ¡Llegaré tarde!
Al fin lo había procesado, aquella información importante que se le perdió en alguna parte de su cerebro.
Rápidamente se puso el uniforme y luego bajó a la primera planta para tomar desayuno junto a su madre. Sin perder más tiempo, comió lo más rápido que pudo, mientras su madre lo veía desconcertada. Quien estaba dispuesta a regañarlo sí causaba algún desastre sobre la mesa.
—Me pregunto… ¿Por qué será que come tan rápido? Aún es temprano. —pensó, mientras tomaba un poco de té y veía el reloj de pared en la sala, tras él.
—Gracias por la comida. Estuvo delicioso.
—Tu almuerzo está sobre la isla. —dijo viendo que se disponía a salir corriendo.
—Gracias, mamá.
Tomó su almuerzo de la isla y dándole un beso en la cara, se despidió.
Salió corriendo hasta la entrada apresuradamente, cogió su mochila y se puso los zapatos.
Ni bien cerró la puerta, corrió hacia la entrada principal, sin percatarse de que una hermosa chica de radiantes cabellos dorados, pasaría por allí en breve. Abrió la reja metálica y salió disparado hacia el exterior. Para cuando se dio cuenta de la presencia de la bella joven, el impacto era inevitable. Ambos cayeron al suelo, siendo Max el que quedó sobre ella.
—Ayayay… —dijo Max levantando la mitad del cuerpo, apoyado de brazos y piernas.
Cuando pudo ver el rostro de la inconsciente, quedó anonadado por su belleza.
—Que hermosa… —dejó salir esas palabras pronunciadas por su agitado corazón.
Incapaz de controlar su latir violento, bajó lentamente la mirada para contemplar los redondos pechos de la inconsciente.
La chica comenzó a reaccionar al sentir que la pierna derecha de Max estaba muy cerca de cierto lugar. Contrajo la pierna y trató de levantarse con la ayuda de sus brazos, casi ignorando la presencia de Max, como si aún estuviera aturdida. No había abierto los ojos hasta entonces y solo se agarraba la cabeza del dolor.
—¿Qué fue lo que pasó? …!!!
Cuando abrió los ojos, sus miradas ya se habían cruzado.
La hermosa joven se quedó pasmada, mientras ambos se sonrojaron avergonzados de esta situación incómoda.
Sin saber qué hacer, comenzó a buscar su maletín marrón desesperadamente sin apartar la mirada. Max lo notó y se levantó rápidamente temiendo recibir un buen golpe.
—¿Estás bien? —le preguntó tendiéndole la mano.
—Aahh… mmp… —se contuvo de extenderle la mano, bajó la mirada avergonzada, y miró hacia la izquierda, dudosa de si aceptar el gesto del desconocido.
Con sus labios temblando con fuerza, aceptó su ayuda y se puso de pie.
—Estoy bien. Gracias.
—Lo siento, debí fijarme. Fue mi culpa, perdóname.
—Ah. No te preocupes. —dijo quitándose el polvo de encima.
Aunque la chica tenía una expresión tranquila, de tanto mirarla, Max tuvo la impresión de que muy en el fondo estaba molesta, así que se disculpó nuevamente.
—Lo siento mucho.
La chica lo miró extrañada, y se rio de lo gracioso que le pareció el hecho de que se haya disculpado nuevamente con una expresión tan seria. Le pareció bastante lindo de su parte.
—Jajaja…
Max la miró confundido, se rascó la parte trasera de su cabeza esperando que no se estuviera riéndose de su aspecto. No era excepcionalmente guapo, pero no estaba mal.
Que una chica se ría de ti y no contigo, es un golpe duro para cualquier chico.
Para zafarse de está, su mente le recordó la hora. Con esto ya había perdido cinco minutos según los cálculos en su cabeza. Si no se apresuraba, no llegaría hasta después del cierre del portón.
—¡Maldición!!... ¡llegaré tarde! Bueno, un gusto y lo lamento. Adiós.
—¿Adónde? —preguntó la joven, viendo que Max se disponía a irse sin más.
—¿Ah? A la escuela pública Miyawanae 0038. —respondió congelándose en su sitio.
—0038… ¡Ah! Yo también voy para allá, pero… ¿Qué no las clases comenzarán en 30 minutos? Aún es temprano. —dijo la joven.
Tras confirmar que, en efecto, el uniforme que llevaba puesto era de su misma escuela, recordó que la noche anterior había adelantado su despertador, sabiendo que pospondría la alarma varias veces. Quedando así, como un completo idiota.
Sus chances para salir bien parado de esta se derrumbaron.
—Y-y yo qué pensé que llegaría tarde jejeje... Bueno al menos así podemos platicar más por el camino… ¡Claro! Si tú quieres. —dijo algo nervioso.
La joven lo pensó unos segundos, probablemente para confirmar que Max no era un pervertido o algo así. Lo miró detenidamente, y entonces, accedió con una sonrisa.
—… Está bien. Vamos.
Durante el camino hacia la escuela, ambos evitaron hablar sobre lo sucedido.
Para matar el tiempo, Max decidió iniciar una conversación de lo más casual.
—Durante todos estos años que he vivido en la zona. Nunca te había visto por aquí. —dijo haciendo memoria.
—Eso… es que soy nueva aquí… Me mudé con mi mamá desde Shizuoka hace dos semanas.
—¿Y por qué fue que te mudaste? Me parece que Shizuoka es un lugar bonito para vivir. —dijo sujetándose la barbilla, tratando de recordar algo —. Digo, no es como que haya ido ahí alguna vez… solo la vi en fotos. Es solo que me dio esa impresión.
—Es muy apacible en verdad. —dijo un poco nostálgica, recordando los buenos tiempos —. Nos mudamos debido al trabajo de mamá. Además, nuestro hogar no se sentía el mismo después de que papá nos abandonara. Mudarnos fue lo mejor.
Ella tenía una expresión triste mientras decía esto último.
—Lo siento, no lo sabía...
La chica miró a un costado y tomó un breve respiro antes de continuar.
—No, no te disculpes… Debería ser yo la que se disculpe por contarte cosas innecesarias. —dijo sonriendo con los ojos cerrados.
Era una hermosa sonrisa la que se dibujaba en su blanco rostro. Sin embargo, no tenía la misma calidez de la sonrisa que antes le mostró.
—No, no me parece que sea innecesario. Al contrario, si eso te hace sentir mejor, no le veo el problema. —dijo rascándose la mejilla derecha.
Se sorprendió tanto de que él dijera esas palabras, que muy en el fondo sonrió, y su felicidad se le escapó por los ojos.
Max tuvo la oportunidad de verlo, al menos por una fracción de segundo.
Ella rápidamente apartó la mirada y miró al suelo delante de sus pies, se quedó así unos segundos antes de reafirmar su postura, mirar hacia adelante y sonreír.
Max vio pompas de jabón flotando alrededor de su radiante rostro. Su imaginación.
Caminaron un poco más antes de que la conversación se reanudara.
—¿Entonces vives por la zona? —preguntó después de cruzar hacia la otra acera.
—Sí, a unas calles de donde nos encontramos. —señaló.
—Ya veo… Así que prácticamente somos vecinos. ¡Oh!
Su rostro se iluminó, una brillante idea había cruzado su mente, pero se detuvo al pensar que estaba siendo imprudente tras lo ocurrido. Así que se retractó.
—No.
—¿No? ¿Qué quieres decir con eso? —preguntó ella llena de curiosidad.
—… Podríamos, ya sabes… ir a la escuela juntos, regresar también. Digo, ya que somos vecinos… —insinuó.
—¡¿Eh?! Pero ni siquiera sé tu nombre. —señaló dubitativa.
—¡Ah! Es cierto, se me olvidaba. Perdón, perdón… —dijo haciendo reverencias —. Mi nombre es Max, un placer.
Lisa posó sus labios entre la uña de su dedo gordo a mano cerrada y dejó salir una pequeña sonrisa. Max se sonrojó ante tan bello paisaje.
Era como la escena del encuentro tan deseado entre una princesa y un príncipe en un mundo onírico.
—El mío es Lisa.
No dijo nada más después de eso, hasta que cruzaron la intersección.
El no recibir una respuesta clara a su propuesta, hizo que Max se pusiera algo ansioso. Propuesta que, en cierta manera podría considerarse un tanto invasiva ante aquellos que valoran su espacio personal. Tal vez Lisa era así, no lo sabía.
Era una joven que apenas llevaba dos semanas de residencia en la isla, probablemente aún no se acostumbraba a su nuevo entorno y desconfiaba de la gente. Tal vez, es por eso que debía meditarlo un rato.
Con su prolongado silencio, Max empezó a creer que había cometido algún tipo de error y que su silencio era probablemente su culpa. Trató de disculparse, pero antes de que pudiera hacerlo, los labios de la joven pronunciaron las siguientes palabras:
—E-Está bien…
—¿Está bien? —repitió para confirmar lo que había dicho.
—Acepto acompañarte. —dijo un poco nerviosa.
Al ver que la hermosa joven había aceptado su propuesta, se sintió más aliviado de que no la haya incomodado y al mismo tiempo muy feliz.
Al notar cómo le brillaban los ojos, Lisa le sonrió.
El ambiente entre ellos cambió drásticamente, de algo sorpresivo, incómodo y lleno de confusión, a uno menos "pesado" y cómodo para ambos. Tanto así, que llegaron a la escuela a paso ligero y sin darse cuenta.
1
La multitud de estudiantes ingresaba a la escuela que los recibía con los portones bien abiertos y con una pasarela adosada, adornada con árboles hacia los lados, que los guiaban hasta el recinto principal brindando sombra y aire fresco.
La mayoría iba en grupos, ya que un porcentaje muy alto de estudiantes que asistían a esta escuela, se conocían y/o eran compañeros desde la secundaria. También se podía encontrar a los de caminar solitario, solo en compañía de sus pensamientos.
En esta etapa de la vida, los estudiantes suelen optar por rendir el examen de ingreso a la escuela de mayor renombre o a aquella de su preferencia. Aunque suele haber excepciones y si la escuela cuenta con la capacidad de brindar la educación superior en sus instalaciones, se quedan por comodidad o facilidad de la misma.
Dentro de la isla, a la única escuela de renombre a la que se puede aspirar es a la escuela Ríun Shinsawa, que es de las mejor implementadas de entre las tres únicas que existían. Claro, también cuenta con la escuela intermedia.
En el momento en el que pusieron un pie dentro y caminaron por la pasarela, captaron la atención tanto de chicas como de chicos. Esto se debía principalmente a la belleza y aura radiante de Lisa. Era difícil no notar su presencia por más distraído que uno esté.
Comparado con la belleza angelical de Lisa, Max no se destacaba en absoluto y, sin embargo, había miradas y murmullos sobre él.
Max, que nunca antes había experimentado este tipo de reacción tan intensa, fue incapaz de procesar la situación.
Se puso nervioso y comenzó a preguntarse si había algo mal con su aspecto. Lo único que pudo imaginar, y que fuera capaz de llamar tanto la atención hacia su persona, fue el hecho de que se le haya bajado el cierre.
Se apartó un poco de Lisa y cubriéndose con su espalda, discreta y rápidamente se revisó el cierre.
Al ver que no estaba abierto, exhaló aliviado. Entonces, pensó que se debía tratar de otra cosa, así que se revisó todo el cuerpo buscando algún desperfecto. No encontró nada.
—¿Max te pasa algo? Te ves mal, estás empapado de sudor. —dijo haciendo una aguda observación.
—N-No, no es nada. —negó disimuladamente.
No se lo creyó.
Ella se acercó suavemente y con total normalidad, puso la mano sobre su frente para comprobar su temperatura. Era de unos normales 37 grados, no parecía tener fiebre o algo similar, entonces se quedó extraña tratando de averiguar lo que podría tener.
El corazón de Max comenzó, inevitablemente, a latir muy fuerte. Sin embargo, Lisa ni se percató de ello. Su expresión permaneció seria durante varios segundos, y al no poder formular una respuesta clara, lo dejó.
—Que extraño, no pareces estar enfermo. Debió ser que el aire te chocó. —dijo retirando la mano de su frente.
Unos segundos más, y Max no hubiera podido resistir. La hubiera apartado para poder tomar un poco de aire.
—Sí, eso debió ser… Por cierto ¿Notas algo extraño en mí? Me refiero a en mi uniforme, en mi cara, ese tipo de cosas… —aclaró para evitar malentendidos.
—Mmph… —se cruzó de brazos y lo miró de arriba abajo, pero no encontró nada inusual.
Entonces le indicó que se diera la vuelta. Aunque fuese a dar mil vueltas, ella no iba a encontrar nada que estuviese fuera de lugar.
—No hay nada inusual en ti. De hecho, te ves bien Max.
—¿Es así? —dijo incrédulo, echando la cabeza a un lado.
—Sí. —afirmó al instante, para que no dudara de su sinceridad.
No lo pareció, pero dio un pequeño saltito.
A pesar de que sus temores estaban resueltos, aún se veía intranquilo. Entonces, Lisa le preguntó directamente el porqué de su incomodidad.
—Max, ¿Por qué me preguntaste si había algo malo con tu aspecto? ¿Hay algo que te incomode?
—Oh, eso… Bueno, es que, desde hace un rato las personas nos vienen observando. Así que pensé que debía haber algo mal conmigo.
El rostro de Lisa se iluminó de golpe, como si hubiera comprendido un hecho fundamental sobre el propio Max.
—No eres muy bueno sobrellevando este tipo de presión social, ¿Verdad?
—Así parece. Bueno esta es la primera vez que me sucede algo así…
—Entonces eres un chico tímido eh… —dijo dirigiéndole una mirada un tanto atrevida, con la ceja levantada y una radiante sonrisa.
—Eso… supongo. —dijo avergonzado.
Aunque Max no se consideraba especialmente tímido, suele ser reservado y modesto para cierto tipo de cosas. Debido a esto las personas lo llegaban a juzgar de forma errónea.
La conversación se detuvo por un momento y se reanudó en cuanto comenzaron a caminar.
—Por otro lado, tú pareces estar acostumbrada a este tipo de atención.
—Oh… Creo que siempre fue así. Realmente no lo noté hasta que comencé la secundaria, nueva escuela, gente que no conocía observándome. El nuevo entorno me parecía especialmente desagradable. Eso hasta que comprendí que de cierta manera eso los hacía felices; por consiguiente, yo también era feliz y quería seguir transmitiendo ese sentimiento a los demás.
Las honestas palabras de Lisa eran un reflejo del tipo de persona que era, y que todo lo que decía y hacía lo hacía con el corazón. Su belleza y calidez era capaz de cubrir una gran área alrededor de ella y llegar al corazón de los más débiles, como un sol que trae la dicha a un mundo en tinieblas. Cualidad que le permitía hablar abiertamente con un desconocido que recién acababa de conocer.
Con eso en mente, Max dejó de sentirse incómodo con las miradas y caminó con total normalidad junto a ella.
Cuando llegaron a los casilleros de zapatos, Max instintivamente se dirigió al suyo. Al contrario de Lisa, a quien le costó encontrarlo. Sus casilleros estaban de espaldas y en cierto punto llegaron a estar en paralelo, separados por una pared de aluminio y hormigón.
Se cambiaron los zapatos y caminaron a la par hasta el final de la pared, donde se encontraron para luego dirigirse hacia el mural de noticias. En ella estaba pegado el panel con la lista de clases y el nombre de los estudiantes.
Buscaron sus nombres de arriba abajo sin parpadear.
Cuando los encontraron, se alejaron del mural y caminaron con dirección al pasillo que daba hacia el interior.
—Gracias por acompañarme, Max. Nos vemos a la salida. —se despidió con una leve reverencia, sujetando su maletín delante de ella.
—No fue nada, era lo menos que podía hacer después de eso... —recordó el suceso apenado, rascándose la parte trasera de su cabeza —. Nos vemos a la salida. Ahora ¿Dónde está mi salón?...
Max se despidió con la mano y se alejó lentamente. Lisa se quedó inmóvil viendo su espalda alejarse.
—¡Max! —lo llamó dudosa.
—¿Sí? —respondió, girándose hacia ella.
La bella joven lo miró a los ojos, pero bajó la cabeza repentinamente. Como si se le hubiera olvidado lo que quería decir.
Volvió a dirigirle la mirada, pero esta vez parpadeó dos veces. Bajó la mirada nuevamente, hasta que eventualmente le dijo:
—… Sabes dónde queda el salón A1-7.
—¿A1-7? Ese es mi salón. —dijo haciendo memoria —. Podemos buscarlo juntos si te parece, porque yo tampoco sé dónde está.
—¡Mph! ¡Vamos! —aceptó gustosa.
Recorrieron los pasillos de la escuela de arriba abajo buscando su salón, junto a los muchos jóvenes que también lo hacían. Les tomó unos minutos encontrarlo en el segundo piso.
Ambos entraron y visualizaron que asientos quedaban disponibles. Max tenía un sitio en mente, y al ver que no estaba ocupado, se dirigió hacia él y se lo apropió mientras que Lisa, aún recorría el salón con la mirada.
Un chico con lentes que acababa de entrar tras ella apresuradamente se percató de su perfil y se sorprendió de tener a tal belleza como compañera, pero no se detuvo por vergüenza. Se sentó en la segunda fila más adelante de Max.
Más y más estudiantes entraban y tomaban sus lugares. Viendo que se quedaba sin opciones, eligió un lugar vacío junto al de Max. Él se sorprendió, pensando que ella elegiría uno de los lugares llamativos. Aunque no trató de ocultar su felicidad.
De todos los lugares que podía haber elegido, se inclinó por el que estaba cerca de su reciente conocido, de algún modo ella se sintió aliviada y posó su maletín sobre la mesa con total confianza.
El corazón de Max comenzó a latir muy rápido sin una razón aparente.
—Hola de nuevo. —la saludó, con la mano levantada y una sonrisa tonta dibujada en su rostro.
Rápidamente bajó la mano, al darse cuenta de lo tonto que se veía. Su felicidad se le escapaba de entre las manos.
—Veo que te gusta sentarte junto a la ventana. —dijo ella acomodando sus cosas, tras hacer una aguda observación.
—Sí. Digamos que siempre lo he hecho. —dijo mirando a través de la ventana para ocultar su vergüenza —. Me gusta lo tranquilo que es…
"Siento que podría mirarlo por horas y no cansarme nunca", es lo que su rostro perdido en el horizonte reflejaba.
Ella lo miró, y luego contempló el cielo en silencio.
—Ciertamente es hermoso y tranquilo… Es como estar en compañía de uno mismo. —dijo y tomó asiento.
Max se giró hacia ella, pero la bella joven ni se inmutó. Permaneció en silencio con las manos sobre sus muslos.
En ese momento sonó la campana que daba inicio a las clases.
Inusualmente, el salón se sentía vacío. Max miró a sus alrededores y pudo notar que había de 15 a 20 mesas vacías. Si de repente se transfirieran muchos estudiantes, sobraría espacio.
Esto solo denotaba la impopularidad de la escuela con respecto a las dos principales de la isla.
Entre los estudiantes, solo se solía comentar hechos referentes a dichas escuelas, que este evento, que estas chicas, que estos chicos y demás. Aun así, cada salón tenía un número predeterminado de sillas, la biblioteca, los salones de artes, laboratorio, el edificio de clubes y demás áreas tampoco estaban tan mal. De hecho, se veían bien para ser una escuela de bajos recursos.
Era como si antiguamente por estos pasillos y salones, la juventud lo colmara hasta el tope.
Entonces, el maestro hizo su aparición desde la derecha de su campo visual y tomó su posición en el centro de la clase. Así, se dio inicio a las presentaciones.
Max permaneció en silencio, prestando particular atención a las presentaciones de sus compañeros que iban de izquierda a derecha.
Después de eso se dirigieron al gimnasio para la ceremonia de inauguración.
2
Cuando la clase llegó, se toparon con una multitud de estudiantes que eran dirigidos hacia el interior por dos profesores a ambos lados de la entrada. Entrada que, ante la situación parecía estrecho, demasiado estrecho.
Procurando guardar el orden, la muchedumbre entraba de a poco y de manera simultánea. Aun así, no faltaba uno que otro empujón por aquí y por allá. Algunos por inercia y otros malintencionados.
A medida que las demás clases iban llegando, la cola se hacía cada vez más y más larga hasta un punto en el que la clase parecía estar dentro del ojo de una tormenta. Eventualmente la clase A1-7 fue acorralada y desplazada hacia la multitud.
Algunos de los que habían llegado recién, llegaron a expresar su descontento.
—¿Eh? Qué demonios ¡Muévanse! —dijo un chico de cabello greñudo, que estaba parado a un lado tras de Max sintiéndose sofocado.
—Está empezando a hacer calor aquí ¡Avancen!
—¿Qué está pasando? ¿Por qué nadie avanza? Esto es absurdo. Que escuela de lo más absurda. —dijo una chica más atrás.
Sus cabellos eran negros y tenía una larga cola de caballo. Su ceño fruncido y mueca torcida, expresaba el descontento del grupo de chicas al que pertenecía.
Venir a esta escuela desde un principio no fue su primera opción, pero de algún modo terminó aquí, tal vez fue obligada, o por motivos personales. Solo se desquitaba abiertamente con cada cosa que le resultara molesto.
Incitados por el bullicio, Max y un grupo de sus compañeros dirigieron su atención hacia los reclamos. Ninguno aportó nada, evitando involucrarse viendo que era algo inútil.
De repente, Lisa fue "empujada" desde un costado con malas intenciones. Como iba atrás de Max, ella se aferró con fuerza de su brazo para evitar caer. Solo entonces, él se dio cuenta de que ella estaba allí y se giró para verla algo sorprendido, puesto que no pensó que ella estaría tan atrás en el grupo, mucho menos a su costado.
En algún punto del recorrido entre el salón y el gimnasio, él la perdió de vista.
Tampoco sentía que tenía la necesidad u obligación de fijarse en ella en todo momento ¿Por qué lo haría? ¿Por qué es bonita y llama mucho la atención? Y si lo hiciera… ¿No sería eso ser un acosador? No quería ser visto de esa manera.
Lisa, quien no soltaba su brazo, estaba encogida de hombros con una fría expresión en su rostro.
A simple vista se podía notar pequeñas gotas de sudor frío formarse en su rostro, mientras que sus piernas temblaban levemente. Al parecer un chico la había empujado cerca de la zona baja de su cintura, pretendiendo tocar algo más. El acto fue tan evidente, que se aferró a él buscando su ayuda después de lo sucedido.
Levantó su mirada y pudo apreciar al presunto sospechoso de pelo corto, lacio y algo desordenado. Fingía ver enérgicamente por encima del hombro de los demás tratando de ver lo que estaba sucediendo más adelante pretendiendo no haber hecho nada, y al mismo tiempo tratando de despistarlo. Al darse cuenta de que Max no iba a apartar su mirada, él se disculpó de manera pretenciosa y directa.
—Oh, te empujé ¿No es así? Disculpa, no fue mi intención. —dijo tocándole el hombro, para obligarla a que se volteara.
Lisa se encogió aún más, pero él ni lo notó.
—¡Wou! Eres muy bonita. —habló, como si se hubiera dado cuenta de ello, pero desde su posición era imposible que hubiera podido verle el rostro. Así que lo dijo porque debió haberle visto el perfil momentos antes de que realizara su deliberado movimiento.
—¿Por qué no intercambiamos información de contacto? ¿De qué salón eres? ¿Por qué una chica tan linda como tú, vino a una escuela como esta?
El sujeto siguió preguntando sin parar. Parecía que no iba a detenerse hasta que reciba algún tipo de respuesta de su parte.
Harto de esta situación, Max habló.
—Disculpa. Pareces muy listo, así que me preguntaba si sabías lo que pasa cuando una fuerza irresistible choca con un cuerpo inamovible. Es algo que no he podido descifrar ¿Me ayudarías?
—¿Una fuerza irresistible choca con un cuerpo inamovible?... —repitió al ser tomado por sorpresa.
El joven levantó levemente la mirada como tratando de encontrar la respuesta en sus deliberaciones mentales.
Mientras hacía esto, la multitud se movió dejando un espacio por el cual fácilmente cabría una persona. Aprovechando la situación, Max la tomó del brazo con firmeza y la desplazó hacia el pequeño espacio, mientras se giraba para darle la espalda al sujeto en cuestión.
El grupo de chicas rápidamente se dio cuenta de la repentina aparición de Lisa en su campo visual, y se expresaron aliviadas de verla.
—Eh, Lisa ¿Dónde te habías metido? Pensamos que te habías extraviado entre la multitud. —dijo Nabuki.
—Mantengámonos juntas. Sería peligroso si nos separásemos. —señaló, la chica de lentes y trenzas junto a Nabuki.
Su nombre era Tokoya Saki.
Lisa afirmó con la cabeza y nada más.
Cuando el sujeto se dio cuenta de su alejamiento, trató de acercarse, pero un grupo de estudiantes de otra clase se interpuso, rellenando el vacío que la clase de Max había dejado cuando se movió. La distancia entre ellos se hizo más grande, momento en el que pudo sentir la mirada furiosa del sujeto quemándole la nuca. No le dio importancia y siguió avanzando con sus compañeros.
Max sintió que Lisa lo estaba observando y posó su mirada en ella, entonces le agradeció moviendo suavemente la cabeza. Ahora, sintiéndose más aliviada pudo desenvolverse mejor en el grupo.
Minutos después, llegaron hasta delante de la fila, donde los profesores a cargo daban indicaciones a los que iban entrando.
—Mantengan el orden, no se detengan. Reúnanse con el profesor Yamasaki, él los guiará.
Como lo ordenaron, siguieron adelante observando como las columnas se iban formando de a poco.
El profesor Yamasaki era el encargado de enviar a cada grupo a la columna que le correspondía. Las clases iban de izquierda a derecha, de un extremo de la cancha al otro.
—Ustedes ¿De qué clase son? —les preguntó cuando se acercaron a él.
—De la clase A1-7. —respondió el compañero Tokoharu que hacía de líder.
—Ustedes van al último de la fila. —señaló, extendiendo su brazo derecho.
Cada clase se dividían por sexos, una columna de hombres y otra de mujeres. Se colocaron en su lugar y esperaron a que iniciara la ceremonia.
Tomó alrededor de 15 minutos organizar todas las clases y años, y tomó otros 10 minutos para que se diera inicio.
Max estaba algo sorprendido de que todos los estudiantes cupieran en un espacio que a él le parecía demasiado reducido. Aunque estábamos hablando de tres canchas, las cuales fácilmente hacían un aproximado de 3150 metros cuadrados.
Mientras hacía estas observaciones, pudo notar que, así como en su clase faltaban estudiantes, en las otras también. Aunque el número de estudiantes por clase era el mismo.
Si ahora rellenásemos los espacios faltantes, Max y sus compañeros estarían en el quinto salón. Si hacemos esto con todos los años, la clase D no existiría.
Cuando los profesores y un grupo de estudiantes que habían estado ayudando a mantener el orden, tomaron sus lugares sobre la tarima. El director se dirigió hacia el atril mientras se secaba el sudor de la frente con el pañuelo de su pecho.
Entonces, dio su discurso de apertura. Se presentaron a todos los maestros y finalmente a los miembros del consejo estudiantil. La ceremonia culminó con el discurso del presidente estudiantil y en grupos dejaron el gimnasio y regresaron al salón de clases.
Las clases se llevaron a cabo sin ningún contratiempo después de eso.
*
Mientras esto acontecía.
En la casa de la colina, los cristales comenzaron a brillar con intensidad dentro de sus contenedores monocromáticos.
La energía que liberan era tal que dispararon las alarmas de la nave, viéndose obligada a ejecutar el protocolo de cierre total. Las puertas, ventanas y todas las compuertas se bloquearon, y luego levantó un campo de fuerza perimetral en forma de domo para no ser detectada.
Un hombre vestido con una capucha de cuero de algún tipo de animal desconocido, similar a un león y que le llegaba hasta las pantorrillas, entró desde uno de los extremos de la habitación
—Nova, activa el protocolo "Wolf Script".
Las luces se encendieron dentro de aquella habitación oscura. En cuestión de segundos, el interior rústico fue reemplazado con estructuras metálicas.
Con un sonido similar a engranajes, la pared a la izquierda se abrió de lado a lado. En su interior había una cavidad hueca de forma rectangular, que rápidamente fue llenada por una estructura monocromática que emergió desde el suelo.
Con un sonido agudo, la estructura se abrió. En su interior contenía diez diamantes que levitaban dentro de celdas electromagnéticas, y que eran protegidas por un campo de energía letal e invisible.
La parte superior de la mesita para invitados en el centro de la habitación se deslizó hacia un lado, dejando ver un mapa holográfico de la ciudad con diez puntos rojos repartidos en diferentes ubicaciones. Aunque, algunas compartían una ubicación en común.
—Ya es hora… Nova, triangula sus ubicaciones.
—Calculando…
*¡CRASH!
Se oyó un crujido, uno de los diamantes se había partido por la mitad.
El agudo sonido llegó hasta los oídos del hombre encapuchado, quien se devolvió contra los fragmentos levitantes.
—¿Qué puede significar esto? —se preguntó desconcertado.
—Triangulación completada. Esperando órdenes...
Entonces uno de los puntos sobre el mapa se dividió en dos, ubicados uno cerca al otro. Ahora eran once puntos repartidos en las tres escuelas que poseía la isla.
—Ahora entiendo… Veamos, todos ellos están en clases ahora. —dijo al leer el nombre del lugar donde se encontraban—. Esperemos a que salgan, no los pierdas.
—Entendido. —dijo la IA.
Posterior a eso, la fuerte actividad energética que emanaba de los diamantes cesó.
Cerrando la estructura monocromática con sus manos, el hombre ordenó a su nave.
—Nova, desactiva el protocolo "Wolf Script", pero no quites el escudo. Mantenlo hasta que te ordene quitarlo. —dijo apartándose de la pared y saliendo de la habitación justo por donde entró.
El interior regresó a su estado anterior, para combinar con la fachada rústica que se planteaba.
3
El sol poniente bañaba la isla en tonos bermellón, mientras la campana que indicaba el fin de las clases sonaba haciendo eco por los pasillos.
—Bueno chicos, eso fue todo por el día de hoy. Ya pueden retirarse. —indicó el maestro.
Max comenzó a guardar sus cosas en silencio, mientras observaba como el grupo de chicas de la mañana se apresuró a rodear a Lisa, que tranquilamente guardaba sus libros en su maletín.
Comprendiendo que no podría acercarse, se levantó de su asiento y se retiró en silencio, mientras ella lo veía irse.
—Lisa ¿Estás lista? ¿Nos vamos? —preguntó Misami.
—Aahh ¡Sí! ¡Claro! —respondió algo distraída.
Como era de esperarse, Lisa ganó mucha popularidad debido a su personalidad cálida y gentil, y a su gran belleza.
Durante todo el día estuvo rodeada de chicos y chicas, haciendo imposible para Max acercarse. Resignado a esto se cambió de zapatos y caminó hacia la entrada sin apresurarse. La expresión de su rostro era de lo más desinteresada y no parecía estar afectado o molesto por esto. Solo debía hacer una cosa, cumplir su palabra.
Caminó por la pasarela hasta la entrada y se arrimó en el muro para esperarla. Ella no tardaría en llegar rodeada por un grupo de chicas.
Tenía una expresión que desentonaba con el animado ambiente a su alrededor. Eso hasta que notó la presencia de Max.
La estaba esperando a las afueras sin llamar la atención.
Su estado de ánimo cambió al instante, puesto que pensó que se había ido solo a casa tras, a lo que ella le pareció, una salida furtiva y cortante. Esperaba al menos unas breves palabras antes de salir del salón.
Habló con sus amigas y luego se dirigió hacia él.
No estaba seguro de lo que les dijo, pero miraron hacia su dirección brevemente, haciendo que se pusiera algo nervioso.
—Lamento la demora, ¿Nos vamos? —dijo mostrando sus dientes blancos.
—No te preocupes ¡Vamos!
—Adiós chicas. Hasta mañana. —dijo despidiéndose de sus nuevas amigas, las cuales los vieron alejarse con cierta intriga.
Como lo habían acordado, juntos regresaron a casa.
Por el camino, Max le hizo conversación después de un pequeño bostezo.
—Te volviste muy popular en un solo día. Eso es sorprendente. —dijo estirándose.
—¿Eh? ¿Tú crees? —dijo algo nerviosa.
—Sí. A este paso podrías entrar en el top de las más populares de la escuela.
Estos eran los pensamientos genuinos que tenía Max respecto a Lisa.
—No es lo que pretendo… —dijo en voz baja, encogiéndose de hombros.
Notando esto, Max rápidamente cambió de tema.
—En todo caso. El primer día de clases fue aburrido, pensé que sería más interesante ¿O tu qué piensas Lisa?
—E-Eh… yo creo que…
Antes de que pudiera gesticular una respuesta, fueron envueltos por partículas de luz y se desvanecieron en un parpadeo.
—La teletransportación se completará en 10, 9, 8, 7…
Indicó la IA con una cuenta regresiva mientras 11 cilindros de luz, dispuestos a medialuna, materializaron los cuerpos de dichos individuos.
Max, Lisa y nueve personas más aparecieron en la sala alrededor del mapa holográfico.
Todos estaban confundidos, miraron a los alrededores tratando de descifrar donde se encontraban y cómo fue que llegaron allí.
—¿Dónde estamos? ¿Qué lugar es este? —dijo Max.
—Bienvenidos a mi hogar, la casa de la colina. —dijo el hombre encapuchado frente a ellos.
Rápidamente todos postraron sus ojos en él, pero fueron incapaces de verle el rostro claramente, la capucha no se los permitía. Solo su mentón y gruesos labios pudieron verle.
—¡¡QUEEEE!!!....
Exclamaron incrédulos y algo temerosos, debido a que no se le tenía permitido a nadie poner un pie dentro de esta propiedad, ya que era considerada como tierra sagrada y se priorizaba su conservación. Eso, junto a las historias de terror que escucharon de los adultos alguna vez. Se les puso la piel de gallina.
—No deberíamos estar aquí. —dijo Max temeroso de toda esta situación.
—¿No debemos? —preguntó Lisa viéndole el perfil.
—¡¿Lisa?! —dijo al verla parada junto a él.
—¿Quién eres tú? —preguntó un chico de cabello negro, al hombre encapuchado.
—Me pueden llamar Guardián. —dijo él, auto proclamándose como protector de algo que ellos ignoraban por completo.
—Vaya, este lugar no es como me lo imaginaba. —dijo el chico de cabello grisáceo más al fondo, al ver el interior rústico.
Simple a su parecer, nada que ver con las imágenes mentales tenebrosas que los mayores le inculcaron cuando niños.
—Estas equivocado. —dijo siendo consciente de los rumores que se esparcieron por la ciudad durante años—. "A simple vista" puede ser todo lo contrario a lo que una vez les contaron acerca de este lugar. Nova activa protocolo "Wolf Script".
Al decir esto, los chicos voltearon a ver a sus alrededores pensando que no vieron a la persona a la que él le habló, pero no vieron nada y lo empezaron a tachar de loco.
Entonces la habitación se estremeció y todo el interior se transformó.
—¡¡Waa!! ¡¿Qué es esto?! —dijo el chico de cabellos grisáceos, casi perdiendo el equilibrio.
—Esto es Nova. La nave sepultada bajo esta colina.
El sobresalto fue tal, que rechazaron esa idea al instante. Lisa estaba confusa de sus reacciones, puesto que era foránea y no comprendía el contexto. Aunque sí le pareció extraño que el hombre dijera que su casa era una nave que se llamaba Nova.
—¡¿Una nave?! Estas bromeando, ¿No? Quién se creería semejante estupidez. Esto es solo utilería barata. —dijo una joven rubia de piel morena, en total rechazo.
El Guardián, hasta donde se veía, no parecía estar bromeando. Sus palabras eran verdaderas.
—Impresionante. —dijo una chica pelirroja, viendo extasiada su alrededor.
—¿Por qué estamos aquí señor Guardián? ¿Usted nos trajo? —preguntó Lisa.
—Los he traído aquí, porque fueron llamados por los Diamantes Elementales. Los cuales los reconocieron como sus legítimos dueños. —señaló hacia el compartimento con la mano —. De esta manera, ustedes son la reencarnación de los diez Reyes Elementales, Gobernantes de las Galaxias Elementales.
A todos les pareció una historia descabellada, fantasiosa y de mal gusto. Lo tomaron como la burla de un loco ermitaño.
Aun con "las evidencias a su favor", unos cristales con luz no eran suficiente evidencia para algo como eso. Era irreal, mirase por donde se mirase.
—Veo que no están convencidos del todo. Entonces se los mostraré.
Señaló seguro de sí mismo, como sí, con un solo acto pudiese demostrar la veracidad de sus palabras.
El Guardián se dirigió hacia la pared, sacó los diamantes de sus celdas de contención y se los entregó a cada portador correspondiente.
Max recibió un diamante de color azul, Lisa uno amarillo; la chica pelirroja y el chico junto a ella, recibieron dos mitades de color rojo.
El joven de cabello negro, recibió un diamante de color morado oscuro, tan oscuro como una noche sin estrellas; la chica de piel morena y cabello rubio, el de color ámbar.
El chico de cabello gris recibió el de color gris; la chica tímida a su costado, el de color celeste. La siguiente, una hermosa joven de ojos plateados casi azulados, el de color transparente, y la chica morena con un peinado estilo corona trenzada, recibió el de color verde. Por último, un joven de cabello blanco y actitud calmada recibió el de color blanco.
Al momento en el que las sostuvieron en la palma de sus manos, pudieron sentir una calidez recorrer todo su cuerpo, seguido de un sentimiento de familiaridad, pertenencia y melancolía. Fue como si se hubiesen olvidado de que en algún momento estos cristales fueron suyos.
—¿Lo han entendido ahora?
Permanecieron en silencio, pero por las expresiones de sus rostros, asumió que sí.
—Estos diamantes son capaces de manifestar el poder elemental que contienen en su interior, y que se les fue heredada a cada Rey de las Galaxias Elementales que ha existido desde tiempos inmemoriales. Y que ahora, al ser la reencarnación de los últimos Reyes, estos os pertenecen. —explicó.
Aunque el sentimiento de duda aún flotaba en el aire. La afinidad que sentían hacia estos, era milenaria, un lazo inquebrantable. Tal y como lo había dicho el Guardián.
El brillo pulsante lleno de energía que emanaba cesó inmediatamente después de su explicación, como si su constante llamado hubiera sido respondido.
—Ahora les explicaré el elemento de cada diamante, aunque es fácil reconocerlos por los colores. —dijo y explicó de la siguiente manera:
* El rojo es del elemento de fuego. Tiene la capacidad de manifestar la energía calorífica. Simboliza la calidez y la fusión termonuclear de las estrellas, los púlsares y el cosmos.
* El verde es el de la naturaleza. Tiene control sobre todas las formas de vida en el universo, también puede devolverle la fertilidad a una tierra inerte. Simboliza la vida en todas sus formas.
* El amarillo es el de luz, representa a toda la energía que existe en el universo. Tiene control sobre las partículas luminosas y sus efectos. Simboliza la pureza y toda la energía existente.
* El gris es del elemento metal. Tiene control sobre los metales en todo el universo y de sus efectos. Simboliza la unión y el núcleo de los mundos.
* El de color ámbar es el de tierra, representa a todos los minerales en el universo y de sus efectos sobre otros cuerpos. Simboliza la firmeza y el cuerpo de los mundos.
* El celeste pertenece al elemento del agua. Controla las mareas, los cuerpos de agua y los estados de dicho elemento. Representa la fluidez de la vida.
* El morado oscuro pertenece al elemento de la oscuridad. Representa toda la energía y materia oscura que forma parte del universo.
* El azul pertenece al elemento de la electricidad. Tiene control sobre los efectos de las cargas positivas y negativas. Representa a las partículas fundamentales.
* El blanco es el color del elemento del hielo. Ejerce control sobre los estados de congelación de la materia. Simboliza la serenidad y la frialdad del universo.
* El transparente, que en su centro parece contener la tormenta más bella y peligrosa del universo. Controla, crea e influye en todo tipo de vientos y sus variantes, en elementos en estado gaseoso y en la atmósfera. Simboliza el movimiento y los ciclos de la vida.
Muchos de los presentes se rascaron la cabeza tratando de descifrar lo que quiso decir con esa breve introducción de las propiedades de los diamantes.
Manifestar que tipo de cosas ¿Qué es posible? No lo entendieron del todo bien, pero en términos simples, crean y controlan: el fuego, el agua, el viento, la naturaleza, los metales, la luz, la electricidad, el hielo, la tierra y la oscuridad.
—Ahora que están en su poder, tengan cuidado. Eso sería todo por hoy, nos vemos mañana.
Dicho esto, todos fueron teletransportados a la entrada de sus respectivas casas, sin que pudieran procesar y/o comentar algo al respecto.
—¡Oooh! Volvimos, pero ¡¡Qué diablos fue eso!! ¿Qué se supone que hagamos con esto? —dijo refiriéndose a su diamante —. ¿Alguna idea Li-
Max se detuvo al percatarse de que Lisa no se encontraba por ningún lado. Solo entonces, se dio cuenta que se encontraba a las afueras de su casa.
Se congeló tras sentir un aire de intranquilidad soplar sobre su nuca.
—También debieron regresarla a casa… —murmuró desilusionado.
Guardó su diamante en su bolsillo para ocultarlo de su madre y entró a su casa.
4
A la mañana siguiente, Max se despertó pensando que aquello fue un sueño, un fantástico e increíble sueño. Se había convencido tanto de ello que cuando se dispuso a apagar la alarma del despertador, y vio que, junto a este se encontraba el Diamante Elemental de Electricidad. Retrocedió negando su existencia hasta que se cayó del otro lado de la cama.
—¡Auch!... ¡Qué rayos! Pensé que todo eso solo fue un sueño. —dijo asomándose por el borde de la cama, simulando a un gatito asustado.
Se quedó ahí durante unos segundos, observando fijamente su diamante tratando de comprender la situación.
—Así que, todo lo que me pasó ayer no se trató de un simple sueño. Entonces, todo eso fue real, incluso… eso. —dijo levantándose al recordar lo vivido con Lisa.
Sintiéndose más animado y con gran vigor, se vistió, comió y se despidió de su madre antes de ir a la escuela.
Su madre se quedó un poco sorprendida al percatarse de su enérgico estado de ánimo. Pocas veces lo ha visto así.
—Debió pasarle algo increíble ayer en la escuela… —comentó, mientras tomaba un sorbo de su taza de té verde.
Cuando Max salió de su casa, se dio con la grata sorpresa de que Lisa lo estaba esperando fuera de la reja metálica. Con una sonrisa radiante y movimiento de mano, ella lo saludó.
—Buenos días, Max.
—Buenos días, Lisa. Lamento la demora, amanecí pensando que lo que pasó ayer fue un sueño, que tonto ¿No? —dijo mientras cerraba la cerca y reía irónicamente.
—¿Un sueño? ¿Por qué? —preguntó Lisa, mientras caminaban.
—Porque me topé contigo. —se detuvo de golpe después de escuchar lo que le había dicho.
Lisa se sonrojó.
Él era un chico que nunca antes había tenido una interacción directa con una chica, hablar con sinceridad es lo que le habían enseñado, y no pensó que debía medir sus palabras. En sí, para él era cierto, toparse con una chica de esa manera, era irreal. Algo que no le pasaría precisamente a él. Un sueño, es lo que era.
—L-Lo que quise decir es que ese tipo de cosas no suelen suceder, en especial a mí. A-Además, eso de que somos la reencarnación de los Reyes… —habló rápidamente, sintiéndose nervioso.
A Lisa, esto le pareció divertido y sonrío alegre con la intensidad de una estrella.
—Ya veo… Me pasó algo similar con eso de ser reencarnaciones. —suspiró mirando al cielo —. Pero terminé aceptándolo, porque lo que vivimos ayer fue real. Prueba de eso son los diamantes… —dijo enseñándole el collar dorado que llevaba puesto.
Su diamante estaba unido a la cadenilla mediante una fina horquilla que hacía parte de una estructura que envolvía la piedra. De este modo, el diamante permanecía fijo en su sitio y no había riesgo de que se cayera.
Un trabajo impecable, una pieza artesanal fantástica fabricada por ella. Suponía él.
—¡Increíble! Usaste tu Diamante como decoración. —dijo ojeándolo de cerca, tal vez demasiado cerca.
Se apartó rápidamente para no incomodarla.
—¿Lo hiciste tú misma?
—S-Sí… Mi papá era joyero, aprendí un poco de él. —le dijo recordando aquellos tiempos con nostalgia.
—Ya veo…
En ese momento, observó que tenía las manos lastimadas, producto del esfuerzo y las horas que le dedicó. Comprendió también, que no se lo había enseñado sin alguna razón.
—Te queda muy bien. —le sonrió.
—Gracias, Max. —respondió contenta.
Su corazón se aceleró.
Una persona sospechosa que pasaba por allí vio la escena y se fijó en el collar de Lisa.
"Con una gema de ese tamaño podría conseguir mucho dinero", fue lo que pensó.
Se acercó a ellos por detrás sigilosamente, y antes de que Lisa lo guardara entre sus prendas, una mano cruzó entre ambos y de un tirón se llevó el collar. Max reaccionó al instante y echó a correr tras él.
No le tomó mucho tiempo darse cuenta de que no lograría atraparlo a tiempo. Le faltaba condición y el hombre frente a él estaba mejor preparado para esta situación.
—¡Rayos no podré alcanzarlo! ¡Lo perderé! —exclamó a los cielos.
Entonces, de la nada, un relámpago impactó contra el perpetrador, matándolo al instante. Su cuerpo calcinado, inerte, yacía tendido en el frío pavimento. Ambos quedaron perplejos, temerosos de lo acontecido.
Se cuestionó sobre si estas eran sus capacidades elementales. Su ingenuidad y poca experiencia, causó esto.
—Acaso… ¿Yo lo hice? ¿Yo lo maté? —fue lo que pensó, mientras sentía su diamante emitir cierta calidez dentro de su bolsillo.
Mirándose las manos temblorosas, fue dominado por una espiral de emociones negativas que invadieron su débil corazón.
Cuando Lisa lo alcanzó, lo vio sumergido en un trance. Le dio una débil palmada en la espalda para sacarlo de allí, mientras ella corría a socorrer al ladrón.
El suave aroma de su pelo fue llevado por el viento hasta su nariz. La dulce y cálida fragancia lo ayudó a recomponerse.
Sin saber que hacer realmente ante esta situación, ella optó por revisarle el pulso.
—¿Está vivo? —preguntó él.
Con la cabeza pegada a su pecho calcinado, pudo comprobar que su corazón se había detenido. Entonces, aplicó la maniobra de reanimación cardiopulmonar repetidas veces con la esperanza de que reaccionara, pero era inútil, su corazón había sido calcinado por completo.
Lisa se resignó y confirmó lo que Max tanto temía.
Bajó la cabeza y gentilmente le quitó el collar al occiso. Lágrimas brotaron de sus ojos, no eran lágrimas de dolor, sino de culpa e impotencia de no poder salvar la vida de esta persona.
El fuerte deseo de su corazón provocó que despertara su poder.
Una luz cálida proveniente de su diamante irradiaba el cuerpo calcinado del ladrón. Poco a poco sus heridas fueron sanando y ninguno de los dos podía creerlo. El perpetrador estaba comenzando a reaccionar, como si de un milagro se tratara.
Max sé sintió más aliviado y le agradeció a Lisa, confusa de lo que había hecho.
—E-Eso fue increíble, Lisa… gracias. —dijo poniendo su mano sobre su hombro.
Mirándose las manos, se levantó del suelo, y miró a Max aún con cristales perlados puros y transparentes formados alrededor de sus ojos.
Al ver que no reaccionaba, Max optó por tomarla de la mano y salir raudos del lugar antes de que el hombre recobrara la conciencia.
Miró a todos lados para confirmar si alguien los había visto y también, si había cámaras por ahí. No vio nada, ni a nadie.
—Debemos irnos antes de que despierte ¡Rápido Lisa!
Lisa lo observó y siguió corriendo, mientras el viento deshacía los cristales en partículas muy finas. Como polvo de estrella.
Corrieron hasta que Max consideró que estaban lo suficientemente lejos del área.
Una jadeante Lisa, se tomó unos minutos para recuperar el aliento, después de haber estado corriendo durante 15 minutos. Viendo su estado anímico, Max se sintió culpable.
—Lo siento… Creo que me pasé.
—E-Eso… es decir lo de menos. —dijo cansada, sujetándose los muslos—. Siento que corrí una maratón. Oye, porque tú no pareces estar cansado. —dijo al fijarse que él no mostraba signos de fatiga.
—Si lo estoy. —le respondió rascándose la mejilla, mientras evitaba hacer contacto visual.
—No te creo. Estás mintiendo. —señaló haciendo un mohín acentuando su inconformidad.
Que linda, pensó, mientras una dulce calidez inundaba su corazón. Su medidor de lindura llegó al cien.
—Podemos ir tranquilos ahora que recortamos camino. —señaló.
Le sonrió, y enseguida se paró erguida un tanto satisfecha.
—Está bien, pero antes... ¿Me ayudarías a ponérmelo? —dijo mostrándole su collar.
—¡Claro! —aceptó entusiasmado.
Lisa se lo entregó, se dio la vuelta y se descubrió el cuello haciendo a un lado su cabello.
Un fuerte aroma a flores le hizo cosquillas en la nariz. Su piel blanca expuesta al sol, levemente enrojecida por el forcejeo, le hacía recordar a la suave arena blanca de la playa. Se vio hipnotizado, deseoso de explorar esa playa virgen y sumergirse en sus aguas caribeñas.
Un efervescente sentir inundó su conmocionado pecho, seguido de un profundo suspiro.
—¿Pasa algo? —le preguntó la joven.
—N-No. No es nada… De hecho, parece que la cadenilla se rompió en esta zona de aquí. —le indicó, tomando las dos partes con las manos.
—¡¿Eh?! —exclamó preocupada, tomándola entre sus manos —. Eeehh… pensé que el mecanismo evitaría que esto sucediera. —dijo desilusionada.
El mecanismo utilizado para unir la cadena era bastante simple: consta de dos piezas individuales de forma cilíndrica, que se unen mediante un cierre a presión y un pasador interno que sirve de bloqueador. Al aplicar cierta fuerza, el pasador regresa a su posición inicial mediante resortes y libera el mecanismo al instante.
En esencia, cuando el ladrón tiró del collar, aplicó la fuerza más que necesaria para liberar el mecanismo. Como ella decía, que se rompiera no debió pasar.
—Uhm… El mecanismo está bien. —dijo jugando con él, conectando y desconectando —. Creo que el problema fue que la cadena era muy fina, no resistió la fuerza del tirón y se rompió antes de que el mecanismo pudiera actuar. —le dijo tras hacer una segunda observación.
El rostro de Lisa se iluminó. Al parecer estaba de acuerdo con Max.
—¡Jp! Sí, eso debió ser… Es una pena. —dijo apagándose.
—¡Ya sé! —dijo extasiado, como si algo se le hubiese ocurrido de repente.
Sin más explicación, buscó por el contorno de su maleta un objeto en particular. Cuando lo encontró, lo retiró con cuidado y se lo enseñó a Lisa.
El objeto en cuestión era el llavero de un gatito blanco de ojos azules con dos cadenillas, una gruesa y la otra un poco más fina que servía de adorno. Bastante lindo.
—Podemos usar esto. —dijo señalándole la cadenilla de adorno.
Sus ojos se iluminaron como a los de un niño ante esta genial solución.
La anilla era ligeramente más grande que los de la cadena de Lisa, pero era del mismo color, así que se disimulaba bastante bien.
Max quitó una de las anillas del adorno con cuidado y unió las dos mitades de la cadena a través de la hendidura fácilmente. Aplicando la fuerza suficiente, cerró las uniones de la anilla lo más que pudo para que no llegase a soltarse.
—No se ve tan bonito, pero creo que por el momento servirá —le dijo.
—¡Mmph!... —asintió contenta —. Cuando llegue a casa lo repararé. Gracias, Max…
—Si, no hay de que.
—Ahora que está como nuevo, ¿Me lo podrías poner por favor?
—Si te parece bien, con gusto lo haré.
Lisa aceptó con una sutil inclinación de cabeza, parecía una doncella aceptando gentilmente la invitación de baile, de un apuesto caballero encandilado de su belleza.
Con la expresión de un niño enamorado, se dispuso a ponerle el collar.
Tras un "clic" el mecanismo se bloqueó.
—Ya está… —le dijo sonrojado.
Hizo la mirada a un lado para que ella no lo notara.
Lisa puso una mirada curiosa, pero evitó preguntar.
—Gracias... —respondió apreciando, con ojos bondadosos, la gentileza de Max.
Guardó el colgante entre sus prendas y continuaron hasta la escuela, sin decir o comentar algo respecto a lo sucedido.
Aunque ahora estaban más calmados y alegres, el miedo de no saber controlar sus poderes estaba ahí, suelto en el aire, acechándolos.
5
A la hora de salida, mientras los chicos volvían a casa.
El Guardián los contactó por medio de los diamantes, ya que, estos también se podían usar como comunicador. Para usarlo, solo debías pensar en la persona que quieres contactar y hacer bailar las ondas de forma armónica. El sonido se volverá luz y la luz en sonido que viajará a través del vacío.
Primero tuvo que asegurarse de que no había nadie cerca de ellos usando los escáneres de Nova.
Una luz blanca, que se prendía y apagaba lentamente, salía de entre su pecho. Ella se percató de la calidez que emanaba y se revisó.
—Max ¿El tuyo también está brillando? —dijo enseñándole el colgante.
Max, que no se enteró de nada, se fijó en ella. Al instante se dio cuenta de que ese singular parpadeo, era similar al de una llamada.
La tomó de los hombros y se la llevó al callejón más cercano. Lisa no entendía lo que estaba haciendo, pero no opuso resistencia y dejó que la llevara.
Una vez en el callejón, Max se explicó.
—Me disculpo por mi comportamiento, pero tenía que traerte a un lugar donde nadie nos pudiera ver. Ese parpadeo se ve como si ese hombre tratara de contactarnos, ¿No lo crees?
Lisa tomó su diamante entre sus dedos con la intención de ver mejor ese brillo, pero cuando lo hizo, una voz salió de él.
—Los voy a teletransportar ahora, busquen un lugar seguro donde nadie los pueda ver.
*
Un momento después, todos reaparecieron en su sala de estar.
—Bienvenidos de nuevo ¿Cómo les fue con sus diamantes? —preguntó un tanto ansioso —. Espero que no hayan matado a alguien o algo así…
La poca confianza en sus palabras hizo que la atmósfera del grupo se tornara sombría.
Casi todos, salvo la portadora del Diamante Elemental del Agua, parecían haber tenido algún tipo de experiencia con sus diamantes. Tal vez no tan a ese extremo, pero sí causaron algún que otro destrozo.
Evitaron la mirada y/o se pusieron nerviosos, en el caso de Max y Lisa.
—Creo que no debí cedérselos tan pronto… jaja. —se expresó, cuestionándose un poco sobre esa decisión —. Bueno, hoy me gustaría conocer el nombre de todos. Veamos… ¡Tú! —dijo señalando a la chica pelirroja.
Ella dio un paso al frente y se presentó coloquialmente para todos.
—Mi nombre es Mía. No lo olviden —respondió enérgicamente dando un pequeño saltito y posando como una
*PACHÍNN
Una estrellita voló de entre sus párpados. Luego, regresó a su sitió dando saltitos.
—¡El tuyo! —le dijo al chico pelirrojo junto a ella.
—… Mi nombre es Marcus. Mucho gusto. —respondió con cautela.
Siguiendo el orden y con el mismo modus operandi establecido por Mía, las presentaciones fueron de derecha a izquierda.
—Mi nombre es Zane. Un gusto… —dijo el joven de cabello blanco y de profundos ojos azules, con una voz bastante apacible y refrescante.
—Mi nombre es Ema. Un gusto conocerlos, espero llevarme bien con todos ustedes. —dijo invitándolos a ser amigos.
Cuando fue el turno de Lisa, ella habló con una voz dulce y calmada.
Los jóvenes aquí presentes eran bastante apuestos, pero incluso ellos se fijaron en su belleza.
—Mi nombre es Lisa. Por favor cuiden de mí. Encantada de conocerlos.
A comparación de ella, Max era muy simple y se limitó a responder de forma común.
—Mi nombre es Max. Gusto en conocerlos.
—Mi nombre es Neón. Un placer… —dijo el chico después de él, sin pasar al frente.
Su actitud parecía ser la de un antisistema, un chico problemático.
No pasó lo mismo con la chica que venía después de él. Quién no dudó en hacerse mostrar.
Su andar era firme, su mirada afilada, con un aura que irradiaba absoluta confianza, y que junto a su altura la hacían ver intimidante, poderosa.
Lanzó una mirada aguda a todo el grupo y se quedó en silencio, mirándolos fríamente con esos ojos afilados, como sí los estuviera midiendo. Max sintió escalofríos.
—Ya veo. Así están las cosas. —Suspiró —. Mi nombre es Cloe, y no espero nada de ustedes. —dijo con franqueza y regresó a su sitio sin dirigirles la mirada nuevamente.
Dicho lo visto, no tenía intenciones de hacer amigos.
La siguiente en pasar, fue una chica que se escondía encogida de hombros.
A comparación con su predecesora de fuerte carácter, ella era tímida y se puso muy nerviosa con solo sus miradas. Sabiendo que era su turno, las evitó mirando al suelo y hacia los lados.
—…M-Mi nom… —se quedó en silencio súbitamente, las palabras no le salían —. …Mi nombre, Mi nombre es… Alice. —dijo en voz baja.
Casi ni pudieron oírla bien. Aun así, eso contaba como una presentación y pasaron al siguiente. Era lo mejor envés de forzarla a hablar nuevamente.
—Mi nombre es Harry. Es un placer conocerlos a todos. —dijo el chico de cabellos grises, rascándose la parte trasera de su cabeza.
Finalmente, la última en pasar al frente fue una chica de largos cabellos, negro como la noche y brillante como las estelas del firmamento, con una piel pura y blanca como la luna. Tenía, sin temor a la duda, el cuerpo de una supermodelo bien formada.
—Mi nombre es Holly. Desde ahora en adelante estaré encantada de conocerlos y compartir gratas experiencias con todos ustedes, por favor cuiden de mí. —dijo haciendo una reverencia.
Estos eran los portadores de los Diamantes Elementales del fuego, hielo, naturaleza, luz, electricidad, oscuridad, tierra, agua, metal y viento respectivamente.
Con eso las presentaciones habían terminado, pero por sus expresiones de familiaridad, Max se tomó el tiempo de observarlos a cada uno sin llamar su atención.
Los uniformes que algunos llevaban eran los mismos. Fue fácil distinguirlos entre aquellos que llevaban un uniforme con tonos carmesí, con detalles en negro y dorado, de entre aquellos que llevaban negro y detalles en dorado con blanco.
Determinó que eran de la misma escuela, cuando se fijó en los escudos. Si no los tuvieran, pensaría que eran de otra parte de Japón.
Gran parte de ellos asistía a la prestigiosa escuela Ríun Shinsawa, y la otra parte a la escuela Yamakowuro. Solo él y Lisa asistían al Miyawanae.
—Y ¿Cuál es tu nombre Guardián? —preguntó Neón repentinamente, al ver que el hombre encapuchado no tenía intenciones de presentarse.
—Eso es algo que no es necesario que lo sepan aún. Por ahora solo llámenme Guardián —dijo negándose a su petición —. Bueno, como parece que tuvieron cierta experiencia con sus diamantes. Es hora de que aprendan a controlar su poder. Se habrán dado cuenta del peligro potencial que pueden llegar a ser, si simplemente los dejo a su suerte. Es por eso que, bajo mi cuidado y enseñanza, aprenderán a cómo controlar y manifestar el poder elemental de sus diamantes. Extraeré el máximo de sus capacidades físicas y mentales. —explicó.
Con la capucha puesta, era difícil saber si los estaba viendo fijamente o no.
—Por ahora comenzaremos con el entrenamiento físico. Muy básico.
—Entrenar, ¿Ahora? Pero debemos regresar a nuestras casas. —dijo Harry.
—S-Sí. Nuestros padres podrían regañarnos, o peor aún, castigarnos si llegamos tarde —agregó Alice suplicante.
—¡Sí! Ella tiene razón —dijo Max para no dejar que sus débiles palabras quedasen flotando en el aire.
—No se preocupen por eso. Nova se encargará.
—Nova, ¿La supuesta nave? —dijo Ema, cruzándose de brazos con la ceja levantada.
—¿Cómo haría algo así, una nave que lleva sepultada muchos años? —agregó Holly al comentario de Ema.
—Bueno, eso es demasiado fácil. Verán, Nova tiene la capacidad de crear proyecciones holográficas. Ella proyectará hologramas de ustedes para suplantarlos en sus casas, también se encargará de las interacciones verbales de ser necesario.
Su plan, básicamente, era usar hologramas para suplantar a los chicos el tiempo que fuese necesario, para así poder llevar a cabo sus entrenamientos de forma indefinida y sin restricciones. Aun así, este plan tiene ciertas fallas, si lo comparamos con la tecnología actual de esta época.
Los hologramas que ellos conocen son solo una imagen plana proyectada sobre una fina película fotosensible, carente de forma y profundidad. Normalmente usadas para hacer publicidad mediante carteles.
—Eso… pero un holograma es un holograma, ¿Nuestros padres no se darán cuenta de eso? Creo que una persona común puede diferenciar fácilmente entre un holograma y una persona real. —dijo Cloe.
Ciertamente lo que dijo era cierto, un holograma no podía hacer tal cosa, pero eso si hablamos de un holograma terrícola y no de uno extraterrestre. De una raza que domina los viajes espaciales.
—Parece que ignoras el hecho de que provengo de una raza muy avanzada entre las estrellas. —le señaló—. Nova no proyecta un holograma ordinario como el que ustedes conocen. Lo que ella hace, es ceder parte de sí para mantener una ilusión palpable. Podría explicárselos a detalle, pero probablemente no lo entenderían. Será mejor que ella se los muestre. Nova, muéstrale su proyección a Cloe.
—Preparando proyección…. Proyección lista, ejecutando…
Frente a Cloe, tal y como lo dijo, apareció su proyección holográfica. Idéntica en todo físicamente y aunque lo mirases desde cualquier ángulo buscando algún desperfecto, no lo encontrarías. La proyección mantenía sus proporciones de forma increíble, sin hacer cosas extrañas.
Todos estaban fascinados de lo real que se veía ante sus ojos.
Cloe trató de tocarla con su dedo índice y el holograma la acompañó cual espejo, hasta que sus dedos se tocaron. Fue entonces, que ella pudo comprobar que, en efecto, no se trataba de un holograma ordinario, era palpable, pero también sintió algo más. Una sensación de calidez.
—E-Esta calidez… ¿Cómo es eso posible?
Todos se mostraron confundidos por sus palabras, porque un holograma emite calor. Un calor que solo se podía sentir si mantienes tu dedo sobre la película fotosensible durante algún tiempo, pero ese no parece ser el caso. Ella usó "calidez" y no "calor".
—¿Qué quieres decir Cloe? —preguntó Marcus.
—Ah, no. Lo que yo quiero decir…
—¿Lo notaste? —dijo satisfecho por la expresión que puso —. La calidez que sentiste proviene de pequeñas nanomáquinas reflectantes que flotan en el aire. Su agrupación es lo que le permite al holograma mantener su forma y hacerlo palpable. Las nanomáquinas también replican la temperatura del cuerpo para hacerlo más realista.
—¡¿Queeee?!
Sus expresiones eran algo tontas, por lo increíble que les resultaba.
—¿Mi temperatura corporal? ¿Qué quieres decir con eso? —preguntó, buscando una explicación.
—La primera vez que los traje aquí, Nova les hizo un escaneo. Usando esos datos ella creó sus hologramas, es por eso que su temperatura es igual a la de ustedes. Si puedes tocarlo y sentirlo, nadie lo notará… —afirmó con lo que pareció ser una expresión de seguridad, no podías saberlo con solo mirar su boca.
Con eso en mente, no tardaron en rodear al holograma, la observaron maravillados. Cloe se mostró incómoda por esto, pero más de la mitad de los chicos lo notó.
Observaron a discreción y guardaron distancia, salvo uno que habló sin pensar.
—Esto es impresionante. Las proporciones están muy bien logradas y si yo ahora hago esto… —dijo palpando las dimensiones del brazo.
Al contacto, el holograma le transmitió una sensación de calidez, acompañado de una suavidad angelical. Las nanomáquinas adquirían el contorno de su mano sin dejar de aplicar resistencia, igual que cuando pasas la mano sobre la cama recién tendida.
Mientras lo hacía, Cloe le lanzó una mirada de genuino desprecio.
La reacción de Harry fue casi instantánea, como si una gota de sudor frío recorriera su columna. Rápidamente quitó sus manos del holograma y se alejó por miedo a mortales consecuencias.
—Guardián, dijo que los hologramas podrían entablar una conversación de ser necesario. Así que me gustaría hacerle algunas preguntas para estar segura. —dijo ella esperando despertar en él algún tipo de reacción defensiva, pero su reacción fue otra.
—Adelante, pregunta lo que quieras. —respondió, como si no tuviera nada que perder.
—Bien, entonces comenzaré.
Dirigió su atención al holograma y simuló una situación de su vida cotidiana.
"Bienvenida señorita Cloe…"
*Lamento la demora, surgieron unos inconvenientes…*
"Comprendo, ¿Le gustaría tomar un baño o esperará a después de la cena?"
*… Creo, que me gustaría estar en mi habitación primero*
"… Si nos necesita no dude en llamarnos"
*No habrá necesidad de hacerlo. Cuando necesite tomar un baño, lo haré*
Esta respuesta fue bastante reveladora para Cloe y lo quiso rematar con un:
"Como ordene señorita. Me retiro"
Cloe puso una expresión de victoria esperando a que ella le respondiera "Espera, podrías guiarme a mi habitación", o algo así. Si lo hacía significaba que esta copia suya no podría suplantarla, ya que esta respuesta levantaría sospechas y atraería la atención de los sirvientes.
"Hasta luego"
Respondió el holograma seguro de lo que haría a continuación. Ir a su habitación, la habitación de Cloe.
—Pareces estar decepcionada. —dijo el Guardián de manera perspicaz —. Pensabas que tenía respuestas predeterminadas, y que sin información básica fallaría en suplantarlos, ¿No es así?
Nada se le escapaba a lo que fuese que se ocultase bajo esa capa.
—No sé lo que quieres decir. —dijo cruzándose de brazos y haciendo aún lado su mirada.
—La verdad es que no necesita nada de eso. Las nanomáquinas procesan la voz y Nova la analiza a detalle para formular respuestas "realistas". También pueden propagarse por el aire en cuestión de segundos e identificar todas las habitaciones en sus casas, de este modo no terminará yendo a donde no es. Son bastante útiles.
Con esta explicación Cloe le dio la espalda al Guardián y se acomodó en un espacio apartado del grupo.
—Estos hologramas podrían ser excelentes infiltrados en las líneas enemigas. —agregó Harry aún fascinado por la misma.
—Bueno, suficiente. Nova, haz lo que te ordené antes de que sus padres sospechen. —dijo dejando las palabras de Harry al aire.
—Entendido. —respondió la IA y el holograma desapareció de la vista.
—Bien, ahora acompáñenme. Los llevaré al área de entrenamiento, no se separen o podrían perderse. —dijo de forma siniestra o eso pareció.
No es cien por ciento seguro afirmar eso. Aunque esa era una clara advertencia.
Una puerta en la esquina derecha se abrió y el Guardián continuó por ese pasillo de paredes metálicas de un tono pálido.
Entre la cabaña rústica, y lo que estaba tras la entrada, era como estar parados frente a un portal que conectaba dos mundos totalmente opuestos. La iluminación dentro de los pasillos era bastante buena, se podía apreciar algunos paneles sueltos como si en algún momento se fueran a caer.
Caminaron por lo que pareció ser una eternidad, hasta que finalmente habían llegado a una gran puerta de metal reforzado que te daba la sensación de ser impenetrable.
El agotamiento, les dio una rara sensación de pequeñez, al estar parados frente a esa imponente puerta.
El Guardián se paró frente a ella y le pidió a la IA que la abriese.
—Nova, abre la puerta 23GH del ala intermedia.
Unos segundos después de dada la orden, la puerta se abrió de izquierda a derecha, acompañado de un sonido agudo y un silbido tenue producido por el aire que escapaba desde el interior.
Era una habitación completamente blanca, de paredes tan altas que te agobiaban de solo mirarlas, el suelo, las paredes y el techo estaban compuestas por bloques cuadrados. El máximo de cuadrados que Max pudo contar solo en el suelo fue de 50, pero fácilmente alcanzaría el doble o hasta más.
El Guardián entró a la habitación sin vacilar y los chicos lo siguieron en silencio.
6
En el espacio, dentro del cinturón de asteroides, entre júpiter y Marte. Se encontraba una nave de gran tamaño, perteneciente a la raza que entró en conflicto con los habitantes de las Galaxias Elementales hace 40 años. Realizaba un sondeo del área en busca de minerales valiosos.
La nave dentro de la flota estaba clasificada como "Destructor" y que coloquialmente llevaba el nombre de Maxhíma.
Tras perder a más de la mitad de su flota, algunas naves de alto rango como esta eran modificadas para cumplir labores útiles en este paradigma de escasez de recursos en la que se encontraban.
Minar asteroides era una de esas labores útiles.
Dentro de la nave, un guerrero de considerable musculatura con marcas a medialuna de color negro, tatuados por todo su vigoroso cuerpo, caminaba, no, más bien… corría audazmente por los pasillos usando una ruta que tenía grabada de memoria. Está lo llevaría hacia una habitación en particular.
El guerrero entró a toda prisa al salón principal, donde el General al mando se encontraba tomando su merecido descanso después de una larga jornada de minería. Todo esto mientras se mantenía al tanto de la especie inteligente que habitaba en cierto planeta.
Su General no mostró un particular interés en él cuando se presentó. Se mantuvo al margen, sentado sobre su cómodo sofá.
El guerrero ni se inmutó, a él tampoco le importaba esto y procedió a brindarle su importante reporte.
—¡General Pyper! Señor...
—¿Qué es lo que quieres? —dijo sin siquiera mirarlo.
—¡Señor! Hemos detectado partículas de energía residuales dejadas por la actividad reciente de los Diamantes Elementales sobre la superficie del tercer planeta de este sistema solar. Solo duró unos instantes, pero fue suficiente para que el radar lo detectara. Los patrones de distorsión de onda coinciden con la información que nos brindaste hace algún tiempo.
—¡Qué! Será posible… —dijo casi cayéndose de su sofá.
La información que le llegó a sus oídos no era la que se esperaba, puesto que solo habían llegado a este sistema hace apenas 16 horas por mera coincidencia, en su afán de encontrar minerales valiosos con los que volver a casa.
—Computadora. Realiza un sondeo sud-espacial usando el filtro de onda de los Diamantes Elementales.
Del piso emergió una consola holográfica, donde el General posó toda su atención.
—Calculando…
Unos minutos después, en total silencio, el holograma mostró una imagen distorsionada de todas las ubicaciones relacionadas con los diamantes. Lugares, señalados con un enjambre de píxeles rojos que representaban a las partículas, pero al estar la información "dañada", las ubicaciones "saltaban" de un lado para otro cada segundo. No era del todo fiable.
—¡¿Por qué no me muestra la ubicación exacta?! —exclamó, mientras comparaba los datos de los patrones de onda para ver si la supuesta señal de los diamantes tenía una similitud de un 97%.
Por debajo de un 97% no se podía considerar siquiera como una señal válida. Si la señal no era considerada como un "si", se descarta por completo la idea de desviar recursos para su posterior verificación.
—Parece que hay algún tipo de interferencia, Señor. —agregó el guerrero, tomándolo por estúpido.
El General no gastó tiempo, ni esfuerzos en corregirlo. Eso ahora no era importante.
—Computadora, muéstrame una ubicación estimada.
La consola realizó los cálculos y develó un punto común en la ciudad donde había más concentración de partículas, dando un 97.7% de similitud con los patrones preestablecidos. El lugar, la colina.
—La información sigue siendo… —se detuvo y pensó en silencio —. Es muy probable que el Guardián se encuentre oculto en ese lugar y de algún modo u otro, yo lo haré salir.
Con esa fuerte determinación, le expresó al guerrero sus órdenes.
—Preparen las tropas de asoladores. Mañana a primera hora atacaremos esa isla…
Con esas últimas palabras, el General volvió a tomar su descanso. El guerrero salió de la habitación sin decir nada, dispuesto a transmitirle la orden a toda la tripulación de ese poderoso destructor.
7
Después de una larga sesión de entrenamientos estáticos, en movimiento y combinado, similar al Parkour. La mayoría de los chicos terminaron agotados, fue un entrenamiento despiadado para aquellos con media y baja condición.
Con esto el Guardián quería comprobar su resistencia física, tiempo de reacción y capacidad de huida, habilidades útiles para determinadas situaciones. Sin embargo, también juzgó al grupo ante un encuentro prematuro con la raza enemiga.
Debido a la alta capacidad y buena forma de cierto grupo que se destacaba del resto por no mostrar signos de agotamiento excesivo, juzgó que los más lentos y poco hábiles retrasarían al resto en la huida, y los más hábiles, tratarían de ayudarlos sirviendo como una fuerza para detener a sus captores. En el peor de los casos, si la situación los supera, terminarían siendo capturados, ellos y aquellos que trataron de ayudar.
Es una situación en la que todos terminarían siendo capturados. Si alguien no lo hiciera, aún habría una oportunidad dentro de esta simulación. No es cien por ciento seguro afirmarlo y tampoco negarlo.
—Fu~ Siento que mañana me dolerá todo el cuerpo. —dijo Max estirando las piernas.
—Este fue el entrenamiento más pesado que alguna vez hice. —agregó Harry, quien venía con toda la intención de sentarse junto a él.
Debió sentir que él era el más accesible de todos aquí. Se sentó y le comenzó a hablar de forma casual.
—Me sorprende que quede una chica en pie después de eso. —dijo refiriéndose a Cloe, quien tomaba agua de una botella que se les fue proporcionada a cada uno para hidratarse. También se les proporcionó unas toallas grises para secarse el sudor.
Max le siguió la corriente y se volteó para mirar a la chica de piel morena parada a un costado de la mesa de insumos.
Dentro de esta habitación, cada bloque tenía la propiedad de hacer emerger obstáculos y plataformas, como esta mesa e incluso cañones o armas láser, según se requería para llevar a cabo determinado entrenamiento.
La observó a la brevedad de arriba abajo y luego se centró en los otros chicos que se encontraban en los alrededores.
Haciendo memoria, los miembros de este grupo eran: Marcus, Zane, Neón y la propia Cloe. Eran aquellos quienes no mostraron signos de agotamiento excesivo post entrenamiento.
—Por su porte es fácil conocer su condición física. Es notable, aunque sea un tanto desagradable para los demás su actitud de pocos amigos. —le respondió Max.
Harry también la observó y por su poca discreción, Cloe lo notó. Le lanzó una despiadada mirada llena de desprecio, cogió una toalla, luego se apartó de la mesa y se alejó. Por alguna razón, Max se sintió incluido en esa muestra de desprecio.
El hecho de estar junto a Harry, quien antes fue clasificado como "de lo peor", ¿Hacía que inevitablemente fuera clasificado de la misma manera?
Aunque solo se tratase de Cloe, es una idea que rápidamente puede llegar a esparcirse entre el grupo de chicas. La forma en cómo lo miran podría llegar a dar un giro de 180° en un abrir y cerrar de ojos, lo que solo le traería una serie de acontecimientos un tanto desafortunados.
—Cierto, cierto… Será mejor que yo también estire o mañana no podré moverme, ¿Te molesta si lo hago junto a ti? —le preguntó.
Debido a su acercamiento previo, sería raro negarse. Fue un buen movimiento de su parte.
—No. Adelante, yo también haré lo mismo y tener compañía siempre es bienvenido. —le respondió amablemente.
—Es cierto. —dijo estirando la espalda y los brazos —. Fu~ qué incómodo fue entrenar con la ropa de la escuela. Es complicado correr, saltar y deslizarse vigilando que no se te rasgue el uniforme.
—Si. Bueno, creo entender por qué fue así. —dijo masajeándose los muslos con una expresión pensativa, para luego cambiar a una burlona —. Sí esa mujer no pudo convencer al Guardián para que nos proporcionara una vestimenta más adecuada, nadie lo hará —aseguró.
—Jaja, tienes razón. Esa mujer es dura de tratar…
Ambos rieron alegremente, refiriéndose a Cloe.
—Me sorprendió que ella también estuviera aquí… —dijo mirando al grupo de chicas sentadas junto a la pared, al otro lado de la habitación, platicando cómodamente sin notarlos.
Era una escena magnífica de ver. Fuere lo que fuere que estuvieran hablando, parecían estar divirtiéndose.
—¿Ugh? —siguió su mirada para ver de quién estaba hablando.
No pudo saberlo a primera vista, así que esperó a que hablara.
—Holly. Vamos, ¿No has oído hablar de ella? —dijo ante la notable confusión de Max.
—No. No sé quién es. —Negó con la cabeza.
—Te diré que ella es la número 1 de la escuela Yamakowuro, es considerada como "la belleza inalcanzable", incluso los del Ríun Shinsawa piensan así. A menudo la ves rodeada de chicos y chicas ¡Es muy popular! —habló con entusiasmo.
—Eehh. —observó ahora con detenimiento.
—Es muy bonita, ¿No?
—Supongo… —dijo sin mucha exageración, esto no terminó de convencer a Harry.
—Qué son esos ánimos o es… ¿Qué acaso tienes a alguien más en mente?
—No, no es eso. —evitó mirarlo a la cara.
—Ugghh… Entonces ¡Dilo!
—Está bien, está bien. Es muy bonita, de acuerdo.
—¡Hmph! ¡Hmph! Así es. —asintió cruzándose de brazos.
*
Después de un rato de estar descansando arrimados en una pared, el Guardián los llamó al centro de la habitación.
—Chicos por favor reúnanse…
Casi al mismo tiempo, todos se levantaron y lo rodearon esperando indicaciones.
—Como ya se habrán dado cuenta, este entrenamiento solo fue para comprobar su resistencia física. La mayoría lo hizo bastante bien, felicidades. —los halagó —. Ahora, mañana comenzaremos el entrenamiento de concentración. La concentración es algo muy importante a la hora de manifestar sus poderes, no se desanimen si fallan, eventualmente lo irán dominando. Eso sería todo por hoy, regresemos a la sala. Ah, y no se preocupen por las cosas, déjenlas ahí tiradas.
—¿No podrías teletransportarnos desde aquí? Mis piernas me están matando —dijo Ema.
—No. El único modo seguro de hacerlo es desde la sala.
Parecía imperante que todos salieran de esa habitación, como si dentro existiera algún tipo de interferencia. Dio esa impresión muy en el fondo.
Cuando llegaron a la sala, los despachó al instante.
—Descansen. Adiós.
Instantáneamente, todos fueron teletransportados al mismo lugar donde se encontraban sus hologramas. Un lugar en el que ellos podían estar solos, sus habitaciones.
—Eso fue un tanto extraño... Wua, que cansado… —dijo Max, tirándose sobre la cama con una expresión desinteresada.
Metió la mano en su bolsillo y sacó su diamante para apreciarlo mejor bajo la luz.
Al mismo tiempo que todos hacían lo mismo en sus respectivas habitaciones.
—Me pregunto qué pasará mañana… —dijo cerrando los ojos, imaginándose las aventuras que viviría de aquí en adelante.