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Chapter 5 - CAPÍTULO 4: Ejecución

—Apuntando cañones….

Los tres cañones de su torreta de babor expuestos a la intemperie, que, sin el camuflaje, serían fácilmente reconocidos por cualquier persona que mirase hacia allí, ajustaron sus ángulos. Con un leve movimiento, apuntaron hacia el cielo con miras a la escuela Ríun Shinsawa.

—Objetivo en la mira.

Indicó la IA de la nave por los altavoces.

—Nova, ajusta el área de la onda expansiva del proyectil Mk-IV a "focalizada". No queremos matar a alguien.

El comentario aparentemente inofensivo del Guardián prendió las alarmas de los chicos al instante.

—¡¿EEEHH?!!

Sus caras expresaban preocupación y, sobre sus cabezas, grandes signos de interrogación parecían formarse. 

Su sobresalto se debía a que no querían lastimar a nadie ajenos a ellos, muchos no podrían llevar eso en su conciencia. El hecho de solo saberlo los preocupaba.

—No se preocupen, no mataremos a nadie. Le pedí a Nova que me avisara si llegase a haber alguien dentro o fuera del perímetro de la escuela que pudiera resultar gravemente herido. Al ajustar el radio efectivo de la munición, reduzco efectivamente al 99.5% la probabilidad de lastimar a alguien por accidente. —explicó con total seguridad en su actuar.

—Se ha ajustado el área de efecto de la carga efectiva. —dijo la IA de la nave de manera automática.

Aún no estaban convencidos de hacerlo, pero autorizaron su proceder con seriedad en sus rostros.

—Todo estará bien… —les dijo.

Al ver que sus pupilos habían entendido, ordenó a la nave abrir fuego.

—¡Fuego!

El cañón número 3 izquierda, disparó una pequeña bala de poco más de metro y medio de largo, con un diámetro de 370 milímetros. 

La bala realizó una trayectoria parabólica de gran amplitud. En segundos, alcanzó su altura máxima y comenzó a descender vertiginosamente hacia su objetivo.

No mucho después, a pocos metros sobre la escuela Ríun Shinsawa, el detonador controlado de forma remota por la IA se activó. 

Una explosión en forma de cúpula cubrió todo el perímetro de la escuela. 

Todo fue envuelto en una esfera tan brillante y tan caliente, que derritió los cables del tendido público. Al momento, un apagón por toda la zona residencial se hizo presente. 

Lo siguiente que pasó, fue que la esfera se contrajo lenta y progresivamente, dejando ver los escombros que quedaron de la escuela. Algo extraño porque no hubo sonido alguno, pero el daño fue hecho.

Continuó contrayéndose hasta alcanzar su punto crítico y explotó nuevamente, pero no como algo que pudiéramos ver como calor y escombros, sino de forma invisible en forma de onda de choque. 

La onda arrasó con todo lo que apenas se mantenía en pie. Destruyó los cristales de las ventanas y de los autos en las inmediaciones. 

 

En una fracción de segundo, el mundo se quedó en silencio. 

 

Y luego, sonidos por todas partes. Las alarmas de los autos, vidrios rompiéndose, escombros cayendo, chispas saltando de aquí por allá. El panorama era desolador.

Todo esto fue observado por los jóvenes a través de la pantalla holográfica.

Rompiendo el ominoso silencio, el Guardián habló.

—Ahora que la escuela Ríun fue destruida, es trabajo de ustedes cumplir con su parte del plan.

La mayoría estaban dispuestos a aceptar, pero sus palabras tenían doble intención. Intención que se mantendría oculta hasta que alguien mordiera el anzuelo o se atreviera a preguntar.

Justo antes de eso, Mía expuso sus dudas al resto, sacando a relucir él por qué era alumna de una prestigiosa escuela hasta hace solo unos momentos.

—Pero, si la escuela fue destruida ¿Los medios no querrán saber qué fue lo que pasó? ¿Acaso piensas dejarlo así? ¿Qué pasará entonces? ¿Y nosotros? ¿No te estás arriesgando a exponerte y exponernos a todos? 

Solo entonces todos cayeron en cuenta de ello, ya que, no se habían detenido a pensarlo con mayor amplitud. Simplemente eran arrastrados por los planes del Guardián a través de un vórtice de incógnitas.

Preguntas sólidas fueron lanzadas contra él y su plan, esperando que se estremeciera.

—Tranquilos, los medios pensarán que se trató de una explosión. —respondió sin dar más detalles.

—Pero ¿Cómo sucedió esa explosión? No es acaso lo qué se preguntarán.

Habló Harry expresando sus preocupaciones de lo que Mía había dicho hace un momento. Esas preguntas daban vueltas en su cabeza una y otra vez.

Marcus lanzó una mirada suspicaz hacia el Guardián y los cristales de sus lentes se empañaron a la brevedad.

—Planeas plantar evidencia falsa que ayude a determinar que se trató de una explosión causada por un objeto u elemento explosivo, ¿No es así? —dijo mientras se acomodaba los lentes por la varilla.

Escarbó sobre la arena revuelta, buscando encontrar algo más. Él no se tomaba a la ligera sus palabras.

Solo entonces, el hombre bajo la capucha se fijó en ellos.

—Correcto, lo has adivinado… 

Se mantuvo calmado y lo felicitó con vehemencia. 

—Ehh… ¡Impresionante Lentes-kun!

Se mofó, Neón, que estaba prácticamente fascinado con el hombre a su costado.

—Por favor, no me llames así, Neón.

Le advirtió amablemente y él dejó caer su pesada mano sobre su espalda. 

—¡Vamos! Ese fue un cumplido… —dijo mientras sonreía.

—¡Eso Onii-sama!

Lo halagó Mía, con los ojos votando estrellas por todos lados de lo genial que era.

Y entonces, el Guardián habló un poco más.

—Para eso preparé un par de cosas. —dijo sacando una bolsa negra de uno de los muchos compartimientos secretos de aquella habitación. 

El Guardián buscó con la mirada a él o la más adecuada para este trabajo. 

Le tomó aproximadamente unos 45 segundos decidirse por quién.

—Tú, toma esto… —dijo entregándole la bolsa a una desprevenida Lisa, quien la tomó sin más.

—¿Qué es esto? —preguntó ella inocente.

—Son partes de una bomba.

Le respondió como si lo que le entregó se tratase de cualquier cosa.

—¡Una bomba!

Se expresó conmocionada, dejando caer la bolsa en el suelo frente a sus pies del sudor frío que recorrió su espalda.

Casi al momento las quejas vinieron de todas partes.

La primera, sin embargo, fue de una chica en particular que hasta el momento solo había estado observando el flujo de las cosas y jugueteaba con su hermoso cabello ocasionalmente. 

—¡Es-Estás loco! ¡Co-Cómo se te ocurre darle eso a Li-Lisa!

La que dijo esto no fue otra más que Alice, que saltó en su defensa en un abrir y cerrar de ojos. 

Una Alice que, a estas alturas y temiendo por su amiga, juntó todo ese valor en un momento, y lo expresó antes de que sus nervios fueran más rápidos que sus sedosos labios. 

Todos se voltearon a verla sorprendidos. Era la primera vez que la escuchaban levantar la voz. 

Muchos de los presentes no podían ni creerlo. 

La tímida y tierna Alice levantando la voz. Era algo que nadie siquiera podía imaginárselo por mucho que se esforzaran.

Al sentirse presionada por sus miradas incrédulas, al instante se encogió. Pero justo antes de que se echara para atrás, pidiendo perdón por su arrebato y se retirara a una esquina con pesar, Ema intervino.

—Alice tiene razón ¡Estás loco!

El malestar de todos era completamente justificado, puesto que Lisa es una existencia pura e inocente que no le haría mal a nadie.

A estas alturas todo parece un simple juego del Guardián, uno muy cruel.

Tomarla así por sorpresa con algo que podría hacerle daño, sólo provoca que todos quieran lanzarse instintivamente en su defensa.

—Cálmense todos… no va a explotar. Solo son los restos de una bomba hecha con tecnología humana que fabriqué y probé en el "Training Room". —dijo recogiendo la bolsa del suelo.

Lisa se sintió aliviada de que no se tratase de una bomba funcional. Aun así, su rostro permaneció tenso. La idea de pensar que esos solo eran los restos la ponía ansiosa.

—Oye viejo, eso sí fue ir demasiado lejos. Primero destruyes una escuela, y ahora nos entregas una bomba desarmada ¡¿Quién te crees que somos?!

Neón se expresó molesto sobre este acto vandálico que iba en contra de sus valores como persona. Él simplemente era incapaz de hacer algo así.

El Guardián no pareció entender a lo que se estaba refiriendo con eso, mostrándose confundido ante el joven de profundos ojos negros.

—Vamos, no sabes ni eso…

Chasqueó los labios en señal de frustración. No se iba a dar el tiempo de explicarlo.

—No sé bien a qué te refieres, pero no estoy buscando controlar esta isla con violencia y terror o cosa por el estilo. Yo protejo a los diamantes, a ustedes y los instruyó para que puedan llegar más allá de los que los precedieron. Realizar un acto que llame la atención sin razón, es un sinsentido que provocará lo que Mía teme. Una calamidad sobre sus vidas. No espero que entiendan todas mis acciones, solo confíen en mí.

Habló con honestidad y ninguno fue capaz de creer lo contrario.

—Entonces ¿Qué debemos hacer con esto? —preguntó Harry un poco perdido.

—Solo debemos esparcir los restos, ¿No?

Habló Max para con el Guardián mientras ponía su mano sobre el hombro de su amigo, solo para ver si no había algo más que les quisiera decir.

—Así es, pido de su ayuda para cumplir con esta tarea ¿Podrán hacerlo?

La confirmación de lo que debía hacerse, tan simple como sonaba y tan angustiante como era.

El silencio permaneció por unos instantes más antes de que Zane, el chico de los cabellos blancos, hablase en nombre de todos. 

—… Déjanos pensarlo un poco más Guardián. —dijo con su profunda y relajante voz de forma directa.

La seguridad que escapó de su boca indujo calma en los chicos.

Ellos abrazaron la idea de debatirlo el tiempo que hiciese falta, y el Guardián lo aceptó sin objetar. Después de todo, la confianza no es algo que se consigue de la noche a la mañana. 

El tiempo corría y la ventana de acción se reducía de a poco. 

Él era consciente de esto…

1

Los chicos le dieron la espalda y se reunieron en una ronda a debatir. 

—No sé qué pretende el Guardián, pero su cara no me inspira mucha confianza. Aún siento un no sé qué… que me pica el cuello. —dijo Neón volteando a verlo brevemente.

No entendieron muy bien lo que estaba queriendo decir con "picar el cuello". Sin embargo, comprendieron que el Guardián tenía un aire que los hacía sospechar de él.

Los labios del Guardián expresaron cierto descontento e intriga ante ese repentino movimiento, mientras recogía la bolsa del suelo.

—Yo tampoco confío ¿Cómo espera que esparzamos esos restos? Pensé que éramos reyes, no delincuentes y mafiosos. Sin ofender Neón. 

Puso énfasis en esto último.

—Pienso lo mismo Harry… ¡Oye!

Reaccionó muy tarde y todos lo pasaron por alto.

—Me temo que eso solo lo sabremos si aceptamos cumplir con el mandado. —señaló Marcus.

No estaba a favor ni en contra del Guardián. Simplemente consideró que no sabía nada de él y actuó bajo el manto de lo desconcertante.

—Ehh ¿De verdad vamos a hacerlo? No irá a salir con otra de sus locuras sin sentido de la nada ¿No? 

Ema interpretó el rumbo que estaba tomando el debate y se mostró en contra de ello.

—Vaya, ¡Qué dilema!… Actuar a ciegas o negarnos y… ¿Qué planeará hacernos?

Suspiró Holly con pesadez mientras recostaba sus blancas mejillas sobre el hueco de la mano.

—Hmm… Yo… no creo que el Guardián tenga malas intenciones. Tal vez solo… no quiere que nos preocupemos con cosas que desconocemos.

Habló Lisa, a quien hace un momento él le entregó una bomba. No lo estaba defendiendo, solo no lo consideraba malo o algo así, más bien, él era enigmático y reservado. 

Aunque no verle el rostro tampoco ayudaba a sembrar la semilla de la confianza para su defensa.

—¿Qué tanto cuchichean? El tiempo se agota.

El Guardián habló tras ellos de forma autoritaria instándolos a tomar una decisión lo antes posible sin importar cual sea.

Los chicos le devolvieron la mirada y luego, lentamente regresaron a su conversación, ignorando por completo su llamada de atención.

La punta de su ceja se sobresaltó, confuso de su rebeldía.

—Parece que la única forma que sepamos lo que hará, es la de aceptar el mandado. De todas formas, no podemos dejarlo así, eso causará muchos problemas al final. Tampoco sabemos cómo el Guardián nos podría llegar a castigar por toda esta escena que estamos montando. Parece que ya se está impacientando un poco. —dijo Max.

Todos asintieron en favor de él.

—Uhmm… si lo pones así… Aunque no quiera aceptarlo, seguir aplazando esto solo nos traerá problemas después como dijo Max. —exhaló Mía rindiéndose—. Hagámoslo.

—¿Ya tomaron una decisión?

Los llamó otra vez, pero esta vez su tono no era tan calmado como lo había estado siendo hasta ahora. La próxima vez que los llamara, sería la última.

Los chicos voltearon a verlo, pero esta vez fue por última vez. La ronda se disolvió tan pronto como se formó.

De entre ellos, Neón dio un paso adelante y habló en nombre de todos.

—Si. Hemos terminado de debatir y entre todos acordamos realizar el mandado. Aceptamos tu petición.

El Guardián recibió sus palabras con generosidad. 

—Pero, si nos teletransportas ahora a la escuela Ríun, muchas personas nos verán. —agregó Harry que se venía rascando la cabeza pensando en ello —. Si querías una operación encubierta ¿No hubiera sido mejor que nos contaras acerca de tu plan mucho antes de destruir la escuela Riún y teletransportarnos un segundo después?

Las personas, la prensa y la policía ya deben estar allí. Eso era un hecho, el tiempo transcurre de forma continua y no hay nada que se pueda hacer.

El Guardián sonrió, se dirigió hacia Marcus para entregarle la bolsa con los restos de la bomba, se giró y continuó hacia la pared que estaba frente a ellos, diciendo.

—Tranquilos, no tienen de qué preocuparse. Ya tomé contra medidas. Si usan estas herramientas especiales, todo saldrá bien… 

El compartimiento oculto en la pared se abrió. 

En su interior contenía dos artefactos de tecnología dragunniana y una lata en aerosol, pero que a simple vista eran fáciles de reconocer si las relacionamos con objetos ordinarios de la tierra, un brazalete, un par de botas y una lata de spray. 

—¿Para qué son esas cosas? —preguntó Harry.

El Guardián tomó del estante la lata de spray y roció el contenido sobre las manos de los chicos.

—¡Wua! ¿Q-Qué fue lo que nos echaste? Huele raro. —dijo Mía retirando sus manos desconfiando una vez que ese particular olor le cosquilleó la nariz.

Siguiendo el comentario, los demás se olieron las manos tratando de descifrar qué era ese olor tan particular. No era para nada desagradable, pero olía extraño, como a baba de babosa y a algún tipo de planta peculiar refrescante, como savia.

—Es un recubrimiento especial que borrará sus huellas dactilares, eso hasta que se lo quiten con abundante agua y jabón.

Dicho eso, se regresó al estante para guardar la lata de spray y tomar el brazalete de oro finamente decorado con patrones intrincados y piedras preciosas que no nada más estaban para complementar la estética, si no que esas cuatro piedras, también cumplían con la misión de catalizar la energía circundante para hacer fluir los fotones alrededor de un denso campo de energía. Los patrones actuaban como circuitos que conectaban a las mismas.

—Bueno... Este artefacto fue creado por los dragunnianos de la Galaxia Akivxa, que significa "sol y luz". En términos simples, el brazalete es capaz de doblar la luz y hacer invisible al que lo use. —dijo entregándoles una a cada uno.

Luego sacó las botas y se las mostró desde diferentes ángulos para que pudieran apreciar detalles, como los botones y la suela donde se encontraban una especie de membranas circulares de color blanco, mientras se los entregaba a cada uno.

—Las botas son de la Galaxia Ventlusha, que significa "Fluir del viento". Brinda al usuario la capacidad de volar mediante el accionamiento de un botón. Pónganselos y estarán listos.

—Esto es increíble, pero ¿Para qué necesitamos las botas cohete exactamente? —preguntó irónicamente Max mientras se las ponía.

Aunque dudara en por qué se las había entregado, sabía que sería estúpido no usarlas. El Guardián fue honesto cuando dijo que los protegería y tampoco creía que estuviera mintiendo. 

—Seguridad.

Fue lo único que le dijo en respuesta.

Dicho esto, las botas se ajustaron al calzado de los chicos, una vez que sintió las dimensiones de sus pies mediante unas membranas en su interior que se usaban a modo de sensores de contacto. Así se bloquearon de forma automática.

Una luz cerca al tobillo parpadeó cuatro veces entre violeta y verde indicando que el bloqueo estaba activado. De esta manera no había forma de que se las pudieran quitar o salirse. Además de que eran muy cómodas de usar, casi ni sentías que estuvieras llevando zapatos.

—¿Seguridad? 

Fue lo que Lisa apenas pudo pronunciar antes de que el Guardián diera la orden de teletransportarlos a todos.

—Nova, teletranspórtalos.

—Entendido.

—¡Hey espera un momen-!

En un parpadeo ellos se esfumaron de la vista del Guardián y reaparecieron a 2500 metros sobre el lugar de la explosión. 

—to! 

Finalizó su oración Harry a la nada.

—El viento corre de forma extraña por aquí, ¿No? ¿Dónde estamos? —preguntó al notar la brisa ascendente que sacudía su pelo violentamente.

Todos miraron a ambos lados para ver donde se encontraban, pero solo vieron grandes extensiones de lo azul. Luego se les ocurrió mirar hacia abajo, así fue como se dieron cuenta de que en realidad estaban cayendo.

—¡¿WHAAAA?!!!

Gritaron de terror, olvidándose de todo y solo pensando en que este sería su final.

Sus oídos les zumbaban producto de la corriente de aire chocando con la cavidad auditiva de sus oídos. Si alguien hablara con su voz normal, no podrían ni oírse.

—Deberían activar las botas, si no quieren morir. —dijo el Guardián a través de sus diamantes.

—¡¿Ehh?!!!… ¡¡¿Y cómo las activamos?!! —preguntó Mía a todo pulmón.

—Presionen sobre la luz roja cerca al tobillo, pero no la azul.

Todos lo hicieron en el acto, salvo Alice que estaba muy asustada como para reaccionar. Lágrimas brotaban de sus ojos y su cuerpo temblaba de miedo. El poco coraje que tenía hace un momento fue destruido en un instante.

No pudo activar las botas, su cuerpo no le respondía y seguía cayendo.

El suelo se acercaba cada vez más y más rápido, se estaba quedando sin tiempo. Ema trató de ayudarla, pero fue Lisa la que estaba más cerca de ella quien se lanzó para alcanzarla. 

Desactivó sus botas tocando el botón que el Guardián les había dicho que no tocaran. De dos a tres zancadas, ella la alcanzó.

Teniéndola tan cerca, extendió su mano tratando de tocarla con todas sus fuerzas. 

Alice tenía los ojos cerrados, sus brazos junto a su pecho, con los muslos juntos y las piernas rodeando las caderas formando una W.

—¡Alice! ¡Escúchame! ¡Alice! 

La llamó ella con insistencia. 

Movió la cabeza negando la situación en la que se encontraba. Optó por ignorar la realidad para autoprotegerse.

—¡Alice!

Gritó Lisa con todas sus fuerzas.

Ella abrió los ojos lentamente para ver a su amiga, quien no dejaba de llamarla.

Cuando sus miradas se cruzaron, Alice vio en los ojos de Lisa su preocupación y la fuerte convicción de no dejarla sola.

Se quedó perdida en su brillante mirada, pero no por los sentimientos o ideas negativas que cruzaban por su mente, sino porque le producía paz.

Las lágrimas dejaron de brotar a chorros y se formaron perlas brillantes que dejaban estelas que se deshacían en diminutos cristales en el aire. 

Sus labios color sakura temblaban en esa noche fría. 

Lisa le extendió la mano nuevamente, diciéndole.

—No temas, no te dejaré sola… 

La calidez y el tono de su voz hizo que Alice recobrara la cordura.

Ella tomó su mano y Lisa la sujetó con firmeza. El calor de su suave tacto recorrió su cuerpo de principio a fin, hasta las puntas de su largo y sedoso cabello.

Envuelta en una calidez maternal, sus labios dejaron de temblar. 

Lisa se dio cuenta de esto y le sonrió. 

No perdió más tiempo y procedió a explicar lo que debía hacer ahora

—Escúchame Alice, necesito que hagas una cosa pequeñita por mi ¿Puedes hacerlo?

Alice asintió con la cabeza.

—Necesito que presiones la lucecita roja de las botas cerca del tobillo.

Volvió a afirmar con la cabeza y presionó sobre la luz roja. 

Cuando Lisa confirmó que lo haría, estuvo más calmada. Aun así, esperó hasta el último momento para presionar el botón de sus botas. 

Las botas se activaron y automáticamente ajustaron la postura de ambas chicas para hacer más estable su descenso a la superficie. Ambas dejaron de caer a poco más de 900 metros de altura. 

El Guardián que lo observaba todo, se comunicó con ellos a la brevedad. 

—Me alegra ver que todos estén bien… 

Su voz calmada trataba de ocultar la ansiedad que sintió mientras observaba todo desde esa habitación oscura, con sus sentidos al máximo listo para dar la orden de teletransportarlas. Nova ya se encontraba haciendo los cálculos en tiempo real.

—¡Qué dices! ¡Eso fue peligroso! ¡Muy peligroso!

Gritó Mía a su diamante para que él lo oyera fuerte y claro.

—…

Él la ignoró, su plan ya estaba en marcha, retractarse no era una opción.

—Ahora, para activar la invisibilidad, deben pasar el dedo sobre el espacio entre las gemas. Háganlo antes de que los vean. No se distraigan.

Los chicos pasaron el dedo sobre la superficie plana y la energía recorrió el circuito activando las gemas de una en una. Su brillo se hizo evidente. 

Un campo de energía invisible los envolvió comenzando desde la muñeca. Aunque no podían verla, sentían cómo se extendía con rapidez acompañado de un pequeño entumecimiento.

Cuando los cubrió por completo, se volvieron invisibles para todos los demás, pero no entre ellos. Esto les sorprendió de sobremanera y pensaron que la invisibilidad no se había activado, esto porque no sabían realmente cómo se sentiría ser invisible.

—No creo que haya funcionado. Aún nos podemos ver ¿Eso es normal? —informó Lisa a través de su diamante.

—Sí funcionó. Ahora todos ustedes son invisibles. —dijo el Guardián viendo a la nada a través de la pantalla holográfica.

Presionó un botón en la consola y la vista del holograma pasó a algo similar a la visión térmica. Solo que las diferentes tonalidades pertenecían al espectro del blanco y el gris.

—Entonces ¿Por qué nos podemos ver? —preguntó el joven de profundos ojos negros.

—Solo aquellos que usen el brazalete y tengan activada la invisibilidad pueden verse. Si desactivan la invisibilidad las piedras dejarán de brillar, para hacerlo repitan lo mismo que hicieron para activarla, pero no ahora. Completen la misión sin que los descubran. Cuando terminen diríjanse al callejón más cercano para regresarlos. Suerte. 

—¡Guardián! ¿Qué pasa con la bolsa? ¿También es invisible ahora? —preguntó Marcus con audacia para estar seguro de que no serían descubiertos.

—Sí, también lo es. Solo mantenla pegada al cuerpo en todo momento. —dijo silenciando la comunicación. 

Ema, Alice y Lisa descendieron en grupo seguidas por los demás. 

Cuando Alice tocó el suelo, casi se desplomó sobre sus rodillas, no tenía fuerzas. 

Sus amigas la ayudaron a resistir sujetándola por la cintura. De no ser por ellas, probablemente no hubiera podido volver a ponerse de pie si tocaba suelo. 

Ema la abrazó con fuerza por la espalda, su corazón latía con rapidez, su respiración era lenta, profunda y pesada. El nudo que se formó en su pecho comenzó a doler con cada respiración, pero eso no importaba ahora que no pasó a mayores.

—Gracias a Dios…

Esos sentimientos se escaparon de sus labios suavemente hacia los oídos de ella.

Alice los recibió acurrucándose entre sus brazos, como una niña indefensa.

—Chicas….

La escena sacó muchas sonrisas en varios de los presentes, pero dejaron de hacerlo porque era muy vergonzoso seguir viendo. Se concentraron en otra cosa, como, por ejemplo, notaron que sus pies no estaban tocando el suelo. Aún no habían aterrizado realmente.

La flotabilidad que otorgaban las botas era incluso superior a la de un Flyboard e incluso era más estable que eso, permitiéndole al usuario caminar literalmente en el aire.

El sonido que emitían las botas era casi imperceptible y si te concentrabas lo suficiente, se escuchaba como el aleteo de las libélulas.

Gracias a esto, su inserción en la zona fue perfecta. Pese a la cantidad de personas curiosas en los alrededores y los oficiales de campo dentro del área.

Todo se tenía cubierto, salvo sus voces, teniendo que hablar a susurros para no ser descubiertos.

Los oficiales que se encontraban allí habían montado un perímetro de cinta amarilla alrededor de la escuela y no permitían que nadie la pasara. Solo los peritos que se encontraban dentro recogiendo muestras y tomando fotos para la investigación tenían acceso. 

—No debemos hacer mucho ruido. Terminemos rápido con esto y regresemos. —susurró Marcus para el grupo. 

Todos asintieron con la cabeza y se pusieron en marcha, pero antes Harry preguntó a Marcus cual sería el plan de acción.

—Oye Marcus ¿Por dónde deberíamos comenzar a esparcir estos restos?

El joven de cabellos rojos lo pensó un poco, hasta que llegó a una conclusión bastante ingeniosa.

—Espárzanlas alrededor del epicentro de la explosión, no se excedan tirándolo a montones. Con un poco debería bastar. Luego háganlo por el perímetro y tan lejos como puedan. Sean en extremo cautelosos.

—¡Cerca de los policías! —dijo Harry con el tono algo alto.

Casi en el acto se cubrió la boca para que el sonido no se escapara del todo. 

Todos voltearon a ver a los oficiales algo nerviosos de que los hubieran escuchado.

Uno de los peritos se levantó sellando una bolsa de polietileno que contenía una muestra de una porción de tierra del epicentro de la explosión y volteó a ver alrededor.

—¿Qué pasa Matsubara-san? —le preguntó su compañero que estaba inspeccionando el suelo cerca de ella.

Miró por los alrededores unos segundos, luego respondió.

—Hmm… Nada. Creí haber escuchado algo.

La oficial de criminalística recobró sus actividades poco después. 

Los chicos exhalaron aliviados de que no haya pasado a mayores.

—Perdón ja, ja... —dijo Harry al ver lo molestos que estaban los demás.

—Movámonos. —agregó Cloe, sacando de la bolsa que llevaba Marcus, un puñado de restos para dirigirse a una zona en los alrededores y esparcirlas.

Los chicos siguieron su ejemplo y se agruparon en grupos de a dos dispersándose hacia distintas áreas alrededor del epicentro. Donde comenzaron a esparcir los restos cerca al suelo para no llamar la atención con el ruido. 

Marcus se acercó a Ema y Lisa, que por sus expresiones no parecían tener intenciones de dejar sola a su amiga.

—Ustedes pueden quedarse aquí a cuidar a Alice, yo esparciré el resto por ustedes. 

—Gracias Marcus. —dijo Ema agradecida.

—Si, no se preocupen.

Se alejó de ellas y recorrió el perímetro acompañado por su hermana, esparciendo los restos sobre los escombros de lo que antes fue su escuela. 

Dialogaron a susurros lo que pensaban de toda esta situación que los tenía un poco melancólicos.

—Que extraño se siente hacer esto. —dijo Mía colocando una pieza entre los escombros. 

Su hermano le expresó lo que pensaba, mientras ella se levantaba del suelo.

—Preferiría no haber hecho esto, pero el Guardián tiene sus razones. Aunque… esto me pone tan triste como a ti, Nee-san.

—Me hubiera gustado hacer muchos más recuerdos en esta escuela, tal vez a estas alturas te hubieras convertido en el presidente del consejo estudiantil y yo me hubiera conseguido un novio… 

Suspiró con pesar mientras recordaba el poco tiempo que pasaron en esa escuela.

—Estaba muy emocionada de compartir muchos más recuerdos con gente nueva en este nuevo lugar.

—¡Eres demasiado buena para un cualquiera! Además, aún podemos crear nuevos recuerdos.

Se cruzó de brazos mientras mencionaba esto con determinación.

—La concepción a un es la misma, solo que esta vez será en otra escuela. Además, ya conocemos un pedacito de la misma.

Le dijo dirigiendo su mirada hacia Max y luego a Lisa.

Su hermana también miró hacia esa dirección, pero no los miraba solo a ellos, sino más allá. Vislumbró su nueva vida escolar junto con todos.

Pensó en eso un momento, luego agregó.

—Jaja, por favor no exageres Onii-sama no te sienta nada bien… pero, tienes razón. Solo nos queda comenzar de cero ¿No? 

Ambos hermanos mostraron estar de acuerdo con eso.

La ruta no iba a ser como la habían ideado en un momento, pero no vieron motivo para desanimarse. En cierto modo, esto les resultaba más emocionante.

Siguiendo con la tarea, recorrieron otro tramo del resto de escombros y esparcieron otro poco. 

Los peritos comenzaron a barrer más áreas en busca de evidencias, así que los chicos se dieron prisa. 

Los que ya habían terminado, instintivamente se reunieron alrededor de las chicas para hacerles compañía en lo que esperaban a que los demás terminaran.

Marcus miró por unos instantes al grupo para ver quienes ya habían terminado. En lo que hacía eso, su hermana dejó salir lo que llevaba guardándose desde hace un rato.

—A veces siento que ese sujeto solo está jugando con nosotros. Como lo de hace rato. —dijo envolviendo sus brazos alrededor de su cintura.

Se encontraba de cuclillas a espaldas de su hermano, colocando restos entre dos trozos de madera partida. Así que no podía saber si le estaba hablando directamente a él.

—Mmph… Creo que todos pensamos eso. Su figura es un tanto misteriosa…

Mía movió la cabeza afirmativamente y agregó.

—Hmmp, sí. Con unos enormes ojos rojos bajo esa capucha, maquinando un sinfín de perversidades que hacernos mientras sonríe.

Un frío invernal azotó su nuca, cuando escuchó esa imagen mental que tenía su hermana del Guardián.

—¡Qué miedo! Así es cómo lo ves, eh…

—Es como lo imagino… —respondió y dejó caer su cabeza hacia un lado.

—… Bueno, aun así. Creo que esa es su forma de ponernos a prueba. —dijo mirando el cielo iluminado por centenares de estrellas.

Mía miró a su hermano desde abajo algo sorprendida. No esperaba una respuesta como esa.

No indagó más, porque sabía que no lo entendería del todo. Solo se quedó contemplando a su hermano, quien la miró desde arriba.

—Vamos, continuemos… —le dijo.

Mía se levantó del suelo y volvió a tomar un puñado de la bolsa negra para seguirlas esparciendo de forma aleatoria por el lugar. 

Un momento después de eso, continuaron con su conversación con otra de las dudas de su hermana.

—No te parece extraño todo esto, Onii-sama…

Marcus la miró algo intrigado por sus palabras, pero ya sabía lo que su hermana estaba tratando de decir.

—Me refiero a todo lo que hemos vivido durante este último mes. 

Marcus lo pensó un poco y entonces le respondió.

—Ha sido una experiencia bastante acogedora e inesperada esto de ser reencarnaciones… sobre todo alienígenas. Nunca se me hubiera ocurrido que algo así pudiera llegar a ocurrir. Me parece muy surreal el solo hecho de pensarlo.

—Si… Me tomó mucho tiempo procesar todo eso la primera vez que lo oí. Si no fuera por Onii-sama, no sé qué hubiera sido de mí.

Expresó su poca fe en sus capacidades y le atribuyó su confianza a su hermano.

Él dirigió su mano a la cabeza de su hermana y la consoló gentilmente.

—No pienses así. No creo que te fueras a venir abajo sin mí. Creo en ti, en tus capacidades, Nee-san.

Su hermana le sonrió cual niña pequeña recibiendo elogios. Entonces, su cara se tensó, como si se hubiera acordado de algo importante. Su expresión denotaba curiosidad tratándose de imaginar al rey elemental de fuego.

—Sabes, Onii-sama, me pregunto… ¿Cómo habrá sido el Rey Elemental de Fuego?

Miró a los ojos de su hermano buscando una respuesta.

—Probablemente algo tonto e irremediable.

Le respondió con sutil ironía en su voz.

—Si… ¡Oye! —dijo Mía sacándole la lengua al darse cuenta de que estaba hablando de ella.

Esto a él le hizo gracia y se rio sin hacer mucho escándalo.

 

 

2

Marcus tomó de la bolsa el último fragmento que quedaba y lo esparció por el suelo.

—El último. —dijo marcando el final de su labor —. Con esto hemos terminado, regresemos con los demás Nee-san.

—Sí, Onii-sama.

Respondió con una dulce sonrisa.

Ambos se dirigieron a donde los demás se habían reunido. Siendo ellos, los últimos que faltaban. 

Harry los vio venir antes que cualquier otro y esperó pacientemente a que estuvieran lo suficientemente cerca para mostrar su simpatía. 

—¡Hey! ¿Ya terminaron?

Extendió su mano al aire y la balanceó para llamar su atención.

Marcus lo pasó de largo, su mente estaba enfocada en solo una cosa. Entonces, Mía respondió por él.

—Si… 

Marcus se dirigió hacia Alice quien ahora se sostenía con sus propias fuerzas, eso era una buena señal. Estaba más preocupado por ella porque no sabía si podría completar la misión con éxito. A estas alturas, lo único que faltaba era salir de allí sin llamar la atención.

Aunque no podían verlos, quedarse allí por más tiempo era demasiado peligroso.

—Alice ¿Ya te sientes mejor? —le preguntó.

—S-si ya estoy un poco mejor… —dijo sin mirarlo a los ojos, con los hombros encogidos y la mirada titubeante perdida en el horizonte.

No quería dar la cara, avergonzada de su deplorable estado. No quería ser vista así.

Un sin número de pensamientos surcaban su mente producto de las muchas emociones intensas que había experimentado y que la hicieron darse cuenta, irremediablemente, de lo débil y patética que era.

Esa oscuridad ahora se filtraba en su corazón. Aunque las lágrimas dejaron de brotar desde hace rato, el dolor aún estaba ahí, revolviendo su estómago y atacando su mente.

Marcus no perdió más tiempo y fue directo al grano. Un sí o un no era más que suficiente.

—Alice ¿Crees poder completar la misión?

Ante la pregunta, la joven dejó de ver hacia la aparente nada y bajó la mirada. Permaneció así unos momentos, luego respondió.

—S-Si…

Su voz fue tan débil que casi ni se pudo escuchar. 

El joven la miró brevemente en silencio, luego a sus amigas, cuyos rostros reflejaban la absoluta confianza que le tenían.

Cualquier duda fue borrada casi al instante.

Aun así…

—¿Podrás moverte por ti misma? Si no es así… podría cargarte en brazos, si no te molesta.

Una corriente eléctrica cruzó la mente de la joven y la puso en blanco.

—¡¿Whoa?!

Un sonido agudo se escapó de su boca.

La sola imagen de ella siendo sostenida en brazos por Marcus, la llenó de mucha más vergüenza. Su cara se enrojeció por completo.

Movió la cabeza frenéticamente de izquierda a derecha y de derecha a izquierda para sacárselo a la fuerza.

—¿Estás bien? ¿Te pasa algo?

Expresó su preocupación al verla sacudir la cabeza de la nada.

Viendo que el apuesto joven esperaba una respuesta, juntó valor en la punta de sus labios y le respondió.

—N-No, no es nada… E-Estoy bien. G-Gracias por tu amabilidad Marcus… Yo… de verdad puedo hacerlo…

El solo hecho de escuchar su confirmación de su propia boca, era suficiente para él y lo aceptó satisfecho.

—Está bien, solo no te excedas.

—Hmph. —asintió.

—Bien, si ya terminaron. Salgamos de aquí antes de que esto se aglomere aún de más personas. Ya perdimos mucho tiempo estando aquí sin hacer nada. —agregó Cloe haciendo hincapié en Alice.

O al menos eso se entendió por sus gestos y actitud altanera.

Alice se encogió de hombros comprendiendo que ella estaba siendo una carga al darle más trabajo al grupo. 

Sus amigas mostraron su enojo hacia ella por la forma despectiva de sus palabras, aunque esa tal vez no eran sus intenciones. Parecía no ser capaz de demostrar empatía por la situación de los demás correctamente, sus palabras y gestos tampoco ayudaban a que se entendiera lo que trataba de expresar realmente. 

Puede que después de actuar mucho tiempo de esa manera, ella inconscientemente haya adquirido ese comportamiento.

Cloe observó sus reacciones, confundida. No comprendía que había hecho o dicho para que ellas se molestaran. Se cruzó de brazos y se preparó para una posible confrontación. Ema tomó esto como que Cloe asumió una postura de arrogancia y que no tenía intenciones de disculparse con su amiga.

Entonces, se puso dentro de su campo de visión para que se fijara en ella y lo molesta que estaba. Cuando estaba a punto de poner la cara por su amiga, Harry intervino para aminorar la tensión que se había formado en el aire.

—Entonces vayamos por allá. Es la ruta con menos gente que pude notar. —dijo apuntando hacia la única pared que milagrosamente aún se mantenía en pie.

Marcus comprendió lo que Harry estaba tratando de hacer, y para no dejar que su voz se perdiera en el aire, agregó.

—No es el lugar, ni el momento para estas cosas. Si se ponen a discutir, no tardarán en descubrirnos. No perdamos más el tiempo y salgamos de aquí, ¿Está bien? 

—Marcus tiene razón. —dijo Lisa tomando a su amiga del brazo —. Regresemos Ema.

Ema comprendió el sin sentido de todo esto y se calmó. 

—¡Jph! Está bien.

Levantó la ceja y se hizo a un lado. 

El trío de chicas pasó de largo a Cloe sin prestarle más atención.

Todos comenzaron a irse tras de ellas, quedando al final Cloe y Marcus.

Él puso su mano sobre el hombro de ella y le dijo, antes de seguir a los demás. Si fuera cualquier otro ella hubiera retirado su mano de forma violenta, negándose a escucharlo, pero es precisamente porque era él, que lo escuchó en silencio.

—No te sobre esfuerces. Todos están dando lo mejor de sí y no por eso son peores que tú, Cloe.

Dejando esas palabras atrás, él se fue. 

Pensó un poco lo que había pasado. Viendo la espalda de ese hombre alejarse en silencio. Lo pensó, pero no comprendió del todo. 

Viendo cómo se alejaban los demás, finalmente, ella dio un paso y continuó avanzando tras de ellos antes que los perdiera de vista. 

Usando la apertura que dejó la pared en la multitud, pasaron sin mayores problemas. Sin llamar la atención dejaron la zona. 

Entraron en un callejón a unas cuadras de allí y se contactaron con el Guardián.

—Guardián, misión cumplida. Teletranspórtanos de regreso. —habló Marcus por su diamante.

—¿Verificaron que no hay nadie cerca? —preguntó.

—No, buscamos un callejón como dijiste. No hay nadie cerca.

—Entendido. Desactiven la invisibilidad, pasen la mano sobre la piedra de color verde. Luego, toquen el botón azul de las botas. Díganme cuando estén listos.

Los chicos ejecutaron la secuencia. La flotabilidad y el campo de invisibilidad se desactivaron. Ahora sí, sus pies tocaban el suelo.

Marcus esperó hasta confirmar que todos lo hicieran. Unos segundos después, habló nuevamente.

—Estamos listos, Guardián.

—Nova tráelos de regreso. —ordenó a la IA.

—Entendido.

 *

Minutos después, reaparecieron en la sala.

Las partículas de luz blanca que envolvía sus cuerpos se disiparon como luciérnagas en el campo.

Al instante, un silencio invadió la sala, nadie dijo una sola palabra de lo sucedido y tampoco querían hablar con él. Se quedaron en silencio esperando algún tipo de indicación. 

—¿Pasó algo de lo que necesite saber?

Les preguntó, ya que él no pudo escuchar nada de lo que estaban diciendo una vez que cortó comunicaciones con ellos hasta que Marcus lo contactó en el callejón.

—No, nada grave.

Le respondió Marcus entregándole la bolsa negra.

—¡Oye! ¿Y qué fue todo eso?

Mía se aproximó rápidamente para preguntarle, restringiendo su movimiento al ponerse al costado de su hermano. En un lugar donde solo la mesita de centro los separaba parcialmente y los sillones los encasillaron del resto.

—Pides nuestra confianza y lo siguiente que haces es actuar sin decirnos nada. Tú… ¡Acaso estás loco! Alguien pudo salir lastimado ahí afuera, sabes.

Se cruzó de brazos mostrándose indignada de lo acontecido.

—Tranquila, yo ya lo tenía todo planeado. Si te preocupa el hipotético hecho de que las botas hubieran fallado o que no las hubieran podido activar a tiempo. Nova los hubiera teletransportado al instante.

Mía echó la mirada hacia un lado e hizo pucheros, malhumorada. 

—¡Aun así! Al menos avísanos cuando vayas a hacer algo así de peligroso… —dijo suavemente al viento.

Entonces, comprendió que la inconformidad con sus acciones, no se debía solamente al hecho de no decirles lo que estaba planeando hacer realmente al mantener información crucial oculta. Si no también, del cómo se daba a entender. 

Con él siempre debían estar alertas en todo momento, nunca sabían lo que les haría. Es por ello que no podían estar tranquilos y calmados en un lugar que se supone es seguro para ellos. 

En consecuencia, el comportamiento de los chicos era cauteloso y rebelde.

Si no hacía algo para remediarlo, gradualmente perdería la poca confianza que le tenían, pero cómo hacerlo. 

Decirlo que hacerlo son cosas completamente diferentes. Su acercamiento en un comienzo se basaba en la primicia de que los protegería y los prepararía para afrontar situaciones difíciles que podrían surgir en un futuro próximo.

Su destino los acechaba desde las sombras y si no estaban listos para llegado ese momento, perecerían. Él lo sabía muy bien, es por eso que optó por enseñarles de forma arbitraria y reservada. Siguiendo las pautas de un entrenamiento pensado para Dragunneanos, porque juzgó que esa sería la mejor manera para enseñarles a las jóvenes reencarnaciones. Aunque ellos no estén familiarizados con esto en absoluto, sus yo del pasado sí. Esperaba que de esta manera mostraran indicios de mejora a un ritmo acelerado. En primera instancia así fue, ellos lograron la manifestación de sus poderes, pero eso a cambio de no tener control. En la mayoría de los casos no había un balance. 

No estaba obteniendo grandes progresos como esperaba, esto porque no estaba tratando con los reyes anteriores o Dragunneanos. Estaba tratando con algo completamente distinto a eso, seres distintos. 

A sus ojos ellos aun eran unos niños que sentían que podían hacer todo lo que les mandase porque tenían el poder de hacerlo. Confianza que en algún momento les podría jugar en contra. 

Su postura desde un comienzo no había sido la correcta, entendiendo eso, él se disculpó.

—Lo siento. 

—¡¿Eeh?!

Al escuchar esas palabras salir de su boca, los ojos de Mía se abrieron completamente y puso una extraña cara de asombro. Su mente no supo cómo reaccionar a eso correctamente.

—¿A-A qué ha venido eso tan de repente?

Le preguntó totalmente desconcertada.

*

—¡Hey! A-Acaso el Guardián acaba de disculparse…

—¿Eh? Qué estás diciendo Harry. No he escuchado nada. —dijo Ema incrédula de lo que estaba diciendo.

—Te digo que lo he escuchado recién.

—Ara Ara… ¿De verdad lo has escuchado? —dijo Holly.

Harry afirmó moviendo la cabeza frenéticamente esperando que le creyeran, pero eso solo causó el efecto contrario. Levantando más dudas sobre lo que estaba diciendo.

—No estarás mintiendo, ¿Verdad? —dijo Ema con una mirada intensa y suspicaz. 

Harry se puso nervioso y se echó para atrás inconscientemente.

Entonces, Zane que estaba parado a su costado decidió actuar a su favor. Posó su mano sobre su hombro y confirmó lo que él estaba diciendo.

—Yo también lo he escuchado.

—… Ciertamente, algo interesante está pasando delante de nosotros.

La chica de cabellos negros con puntas plateadas fijó su atención en los hermanos de enfrente.

—Si eso es cierto, será mejor acercarnos para escuchar mejor lo que están discutiendo. Tal vez sea algo que nos concierne a todos. —agregó Max.

Todos apoyaron esa idea y se acercaron a donde se encontraba el dúo de hermanos.

*

El Guardián iba a dar su respuesta, pero se detuvo cuando vio que los demás se acercaban por detrás. Esperó a que todos estuvieran a la vista y a una distancia donde lo pudieran escuchar perfectamente.

Guardó silencio y pensó detenidamente en lo que iba a decir y hacer a continuación.

Decidido a abandonar ese enfoque tan confuso, incluso para él, como el de las reencarnaciones. Los miró a todos y cada uno de ellos. Se dio cuenta de que esta era en realidad la primera vez que hacía de maestro, porque cuando conoció a los anteriores reyes, estos ya habían alcanzado la madurez y la plenitud. Aun cuando tomó el lugar de su maestro como Guardián, ellos solo lo buscaban cuando querían un consejo, pasar el rato o saber algo que desconocían de la historia antigua.

Enseñarles a los reyes era algo que todos los anteriores a él habían hecho. Ahora era su turno y debía hacerlo él mismo con lo que sabía.

Cuando finalmente lo tuvo en la punta de su lengua, habló.

—Quiero disculparme con todos ustedes. Mentí cuando les dije que hoy no habría entrenamiento. En parte, todo esto lo era…

—¿En parte? ¿Qué quieres decir con eso Guardián? —preguntó Marcus acomodándose los lentes.

—Esparcir los restos de la bomba era un mal necesario para no despertar sospechas y, por tanto, la excusa perfecta para realizar una prueba. Una prueba que consistía en medir su capacidad de respuesta ante una situación simulada de peligro instantáneo. 

—Simulada… —repitió comprendiendo ciertas cosas que tenía en su cabeza.

—No corrían riesgo alguno realmente. Me aseguré de ello desviando todos los recursos posibles al cómputo de Nova. El equipamiento, como dije, era por seguridad y también para facilitar el trabajo. En verdad, yo no haría nada que los pusiera en riesgo, pero si llegase el momento… quería tener la certeza de que ustedes podrían actuar sin mayores complicaciones.

—… ¿Y entonces cómo nos fue en la prueba? 

Le preguntó Neón, interesado en saber sus resultados, puesto que debería ser el más valiente del grupo. Durante su descenso no perdió la calma y se concentró únicamente en pensar qué es lo que haría para sobrevivir, hasta el momento que recibieron las indicaciones del Guardián, de ahí en más, se mantuvo imperturbable.

No fue el único en estar interesado en saber sus resultados. Los demás también se quedaron expectantes a su respuesta.

—Todos reprobaron.

Aseveró sin temor a la duda.

Su firme afirmación, puso en tela de juicio la capacidad y desempeño de los chicos ante este tipo de situaciones. Es decir, en el caso hipotético de tener que actuar para defenderse, pelear o retirarse, fallarían. Se quedaron en shock al escuchar una apreciación tan baja de su parte. 

Ninguno se salvó, ni los aparentemente más capaces o Lisa, que dio todo de sí para ayudar a su amiga.

Las cuencas de sus ojos se oscurecieron totalmente, no pudiendo comprenderlo.

Alice se hundió en una esquina sintiéndose culpable e insignificante, su mundo oscureció. Lisa se percató del estado deprimente de su amiga y se apresuró a tomarla del brazo con firmeza.

—Está bien… —dijo mostrándole una sonrisa.

Ella tampoco entendía que había hecho mal, pero no estaba arrepentida de las decisiones que había tomado. Al contrario, estaba feliz de haberlo hecho, se mantuvo fiel a sí misma. 

Apoyándose en Lisa, Alice miró hacia el espacio oscuro, donde se encontrarían los ojos del Guardián. Lisa hizo lo mismo.

—Fallaron, no porque hayan actuado mal… Fallaron porque los parámetros que usé para la prueba- No, más bien, la forma en cómo los he estado midiendo hasta ahora no ha sido la correcta.

El hombre bajo la capucha suspiró cruzándose de brazos.

—Aunque me gustaría elogiar los notables 4 puntos de valentía que obtuvo Lisa durante esta prueba… Bien hecho. —dijo apagando el holograma que se proyectaba desde la mesita. 

Se acercó un poco más a ellos, a una distancia de un metro más o menos. Los contempló a todos de izquierda a derecha y derecha a izquierda. 

Movió la cabeza positivamente con los ojos cerrados y un momento después volvió a fijarse en los jóvenes frente a sus ojos.

—Hmm… Eh vivido mucho más que ustedes, pero esta es la primera vez, al menos para mí —dijo llevándose la mano al pecho— que estoy al cuidado de jóvenes Laubtrias herederos al Trono Dragúnnico. Además, ustedes son reencarnaciones, pero también son humanos. No sé cómo debería tratarlos… por eso lo mejor que puedo hacer por ustedes ahora, es esto.

El hombre se llevó las manos al rostro, sujetó la capucha y se descubrió la cabeza lentamente. 

La sombra que eclipsaba su rostro retrocedía y dejaba al descubierto las facciones de su rostro. 

Su barbilla era amplia y pronunciada, sus labios gruesos sin rastros de barba o bigote, su cara estilizada y de buen aspecto también. La sombra subió un poco más, dejando ver un tesoro escondido en la más densa oscuridad, sus ojos eran de un bello color esmeralda que te transmitían, a través de su brillo, la vivacidad y fuerza de aquel hombre. Su nariz, por otro lado, era recta, sus cejas gruesas y su frente amplia, de cabello castaño, rebelde.

La capucha finalmente cayó sobre sus anchos hombros.

La apariencia del Guardián se develó ante sus ojos. Era la de un joven de poco más de 20 años de edad.

Dentro de su imaginación proactiva, se esperaban de todo menos que tuviera una apariencia común. 

Lo primero que se escapó de los labios de Mía al verlo, fue.

—No tiene ojos del demonio…

El Guardián no pareció entender a lo que se refería con eso.

—¡¿Qué joven?! —exclamó Holly boquiabierta —. Pensé que serías más viejo.

Todos estuvieron de acuerdo con eso, porque lo primero que se te ocurre cuando escuchas la palabra Guardián, suele ser la de un señor viejito con una barba larga, un bastón de madera y una túnica blanca o algo así.

—Oe, oe, oe… ¿Qué demonios está pasando? Viejo, te ves demasiado joven para ser un Guardián. —agregó Neón conmocionado.

—¿De verdad esta es tu apariencia? No estarás jugándonos una broma con algún truco o ¿Sí? Te aceptaremos si eres un viejito feo y arrugado. —dijo Ema un tanto bromista.

Ella esperaba que se tratase de eso, pero eso cambió cuando el Guardián le respondió con una pequeña carcajada.

—Jaja, No. Esta es mi apariencia sin ningún truco. Nova puede confirmarlo.

Extendió la palma de su mano con total libertad y los instó a que lo hicieran.

La total confianza que expresaba su rostro hizo que Ema lo dudara por unos instantes.

—¿Qué pasa? ¿No vas a hacerlo?

La joven miró la palma de su mano extendida y luego lo miró a él.

—Nova, respóndeme una cosa. El hombre frente a mis ojos está usando algún tipo de truco para ocultar su verdadero rostro.

Después de un breve silencio la IA respondió.

—Negativo. Según mi escaneo, las facciones del hombre frente a ti no han o sido alteradas de alguna forma.

—Entonces ¿Este es el rostro del Guardián?

—Eso es correcto. La coincidencia es del 100%.

Al escuchar la confirmación de la inteligencia artificial, finalmente reaccionaron.

—Jaja, me disculpo sí se esperaban algo más.

—No, es solo que… Bueno… te ves muy joven. —dijo ella un tanto nerviosa. 

Se había acostumbrado a solo ver la sombra negra cubriéndole el rostro, que ahora era imposible para ella apartar la vista.

—Bueno, aunque no lo parece. En realidad, tengo 210 años.

—210 años…

—¡¡210 años!!!!! —repitieron.

Escuchar esa cantidad inhumana de años los dejó perplejos.

Actualmente, en esta época, la esperanza de vida rondaba alrededor de los 80 – 85 años. Por otro lado, también han existido personas que han superado la barrera de los 100 años, llegando incluso a los 127 años. Sin embargo, su condición física ni siquiera se acercaba a la del Guardián. Esto solo significaba una cosa, que su esperanza de vida era mayor que la de un humano.

El Guardián volvió a reírse.

—Estás diciendo que has vivido 210 años ¡Eso es una locura! —exclamó Neón.

Entonces, el apuesto joven de cabellos rojos hizo una pregunta al respecto.

—Considerando que aún te ves muy joven y saludable. Tu esperanza de vida debe ser mayor que la de un terrícola. Entonces, ¿Cuál es la esperanza de vida de un Dragunneano?

-—… Es de unos 520 años exactos.

—Más de cinco siglos. Eso es sorprendente.

Respondió guardando esa información en su mente. Le pareció sumamente interesante.

—Bueno, dejemos esto por aquí. Ya se está haciendo un poco tarde.

—¿Qué no nos dirás tu nombre? —preguntó Mía.

El Guardián se quedó en silencio un momento. Todos estaban esperando que lo hiciera para finalizar.

En una presentación formal, lo primero que haces es memorizar el rostro de la persona que estás apunto de conocer, y después de que se presenta, su nombre.

—Eso… es un secreto. Solo llámenme Guardián.

No se sentía como que no quisiera decírselos, sino más bien, como si hubiese algo más de por medio.

—Entonces… "Guardián", Mía Mikami. Un placer.

La joven de ondulados cabellos rojos, le extendió la mano y lo miró a los ojos.

El Guardián pareció algo sorprendido ante tal gesto desconocido. Pero, tras mirarla a los ojos, comprendió que quería que tomara su mano.

Se mostró gustoso de hacerlo y la sujetó con firmeza. Ella la movió de arriba abajo para finalizar.

—"Un placer" —respondió.

 

 

3

Tras un breve intercambio de simples palabras, el Guardián les ordenó que se quitasen las botas y los brazaletes, y luego las dejasen sobre la mesa.

Quitárselos no fue mucho problema, debido a su función de auto remoción, que respondía a los impulsos eléctricos que se generaban cuando el usuario pensaba en quitárselos. Las micro contracciones musculares también ayudaban a la identificación de lo que el usuario estaba por hacer. Como respuesta a esto se desbloqueaban los seguros. 

Después de poner los aparatos sobre la mesa, se colocaron sus zapatos que dejaron cerca a la pared del corredor que atravesaba la habitación desde la entrada hasta el extremo opuesto, la parte trasera de la cabaña.

Mientras lo hacían, el Guardián aprovechó el tiempo y guardó todo en el compartimiento secreto.

Unos minutos después, la enérgica voz de Mía resonó en la habitación.

—Guardián ya estamos listos. Regrésanos a nuestras casas. 

—Un momento…

Cerró el compartimento antes de dirigirse a donde ellos se encontraban.

—Bueno. Ahora deberán inventar una buena excusa que los salvé del castigo que sus padres les darán por llegar tarde.

Los jóvenes se mostraron consternados por estas palabras.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Mía algo confusa.

—¿Creí haberlo mencionado? ¿Recuerdan?

Levantó la ceja de forma sutil para hacerlos recordar. La mayoría lo entendió entonces. 

Todos los recursos fueron desviados al cómputo de Nova.

—Debido al número de cosas de las que Nova debía estar pendiente para esta misión. Me vi en la obligación de reducir la cantidad de datos que debía manejar para que todo saliera bien, eso implicaba el no usar sus hologramas. Dicho de otra manera, ustedes aún no han llegado a casa. —explicó con claridad.

—¡¡EEEEHHHH!!...

—¿Sabes la hora que es? Mis padres me matarán por llegar tarde. —dijo Holly revisando la hora en su teléfono.

Marcaba las 8:30 exactos sobre la pantalla.

La funda de su teléfono era negra con el patrón de un árbol de Sakura de hojas rosas y ramas doradas que se mezclaba con el negro. 

Colgando de la esquina inferior derecha de su celular, tenía la figura de un "Fúrpure" de color púrpura, muy popular entre las chicas. El nombre de ese personaje era Peka Peka.

—¡La culpa es del Guardián! —exclamó Mía furiosa.

Después de todo, había hecho un pacto de confianza con él no hace mucho y, sin embargo, volvía con su vieja costumbre de omitir información relevante. Aunque no fue así realmente.

—¡¡Sii…!!

Gritaron a voces, como si de un grito de batalla se tratase.

Su ceño se frunció y sus ojos estaban sedientos de sangre. Querían al culpable de su situación adversa.

Lo tenían enfrente, a poco más de un metro, muy cerca como para sujetarlo y no dejar que se escapara. Sin perder tiempo, actuaron antes de que se diera cuenta de sus intenciones.

—¡Todos a él! —comandó Mía a su ejército de furiosos. 

Todos se abalanzaron contra él, intentando sujetarlo de sus prendas, brazos, piernas, de todo lo que estuviera disponible para incapacitarlo, pero el Guardián era viejo zorro, y le había pedido a Nova que, si en caso fuera necesario regresar a los chicos a sus casas por algún motivo de forma instantánea, se preparase con los cálculos del teletransportador. 

—Miren la hora que es, será mejor que regresen a sus casas ¡Nova!

Ordenó con una sonrisa que a duras penas aparentaba calma.

—¡Teletransportando!

El proceso se completó justo antes de que pudieran ponerle un dedo encima. 

Max, quien se había pasado un poquito de la emoción, chocó con la reja de su casa debido a la inercia acumulada antes de ser teletransportado.

*¡PAW!

—¡Auch! —dijo poniendo la mano sobre su frente dolorida —. Creo que me pasé un poco… 

Viendo a través de sus dedos, se dio cuenta de que había llegado a su casa y que aún no había pensado en una buena excusa para apaciguar la ira de su madre. 

—Ahora, necesito pensar en una buena excusa que contarle a mi mamá. Veamos… creo que podría usar esto a mi favor.

Le tomó alrededor de 5 minutos estructurar su excusa de tal manera que se oyera creíble. Eso era suficiente, puesto que no esperaba convencer a su madre.

Después de llevar la mano a la perilla, la giró y abrió la puerta con cuidado, esperando no llamar la atención de su audaz madre.

Sin embargo...

Se quedó helado cuando vio que su madre lo estaba esperando con chancla en mano, justo tras la puerta.

Era el escenario menos favorable, esperaba que su madre se hubiera calmado y lo estuviera esperando pacientemente en la sala. No fue así.

Al parecer llevaba así desde algún tiempo, no había rastro o indicio de que se hubiera movido recientemente. A primera vista, daba esa impresión. Lo más probable es que haya escuchado el sonido de cuando Max impactó contra la reja metálica, como una señal para prepararse.

Su expresión era severa, Max hizo todo lo posible para no mirarla a la cara mostrando arrepentimiento.

Su madre se cruzó de brazos y le dijo.

—Hasta que al fin te dignaste a entrar Max Zarate Atsuki.

Al escuchar su nombre completo, no pudo evitar asustarse. Esto iba en serio.

—¡¿Ehh?! ¡¿Mamá?!

Max notó algo extraño en las palabras de su madre, dijo "dignaste a entrar", no "Llegaste". 

—¿Me-Me estuviste viendo? 

—Desde hace 5 minutos. Y bien jovencito ¿Cuál es tu brillante excusa?

Lo habían descubierto.

Ahora que no tenía nada que perder, prefirió usar su excusa. 

—Lo siento mamá… Unos amigos y yo nos fuimos al arcade después de la escuela y perdí la noción del tiempo.

Su madre permaneció imperturbable. Su expresión no se suavizó ni un poco.

—Y ese golpe ¿Cómo te lo hiciste? —dijo ella revisándole la frente con la mano izquierda.

—Ah… eso, eso es lo que me pasa por andar distraído. El piso del arcade estaba recién encerado, me resbalé y choqué con una barandilla.

—Hmm… —le miró el golpe moviéndole la cabeza de lado a lado, parecía un golpe genuino hecho por un objeto de metal de dimensiones cúbicas. 

No parecía ser nada grave, después de una leve deliberación, entonces prosiguió.

—Por esta vez no te castigaré, pero si lo vuelves a hacer sin avisarme, ya sabes lo que te va a caer. —amenazó dejando caer la chancla junto a su otro par en la entrada.

No sabía si su madre le había creído o no, pero el golpe que sufrió actuó en favor de ganarse su piedad. De eso estaba seguro.

—Pasa, debes tener mucha hambre. Luego te revisaré la frente.

Max se mostró agradecido con el perdón de su madre, esto le serviría como lección. En un futuro recordaría no perder de vista el tiempo y ante algún inconveniente, le avisaría a su madre de que iba a llegar tarde.

—Muchas gracias, mamá. —dijo postrándose en el suelo arrepentido. 

Después de cerrar la puerta y quitarse los zapatos, entró a la casa.

—Estoy en casa.

—Bienvenido hijo…

*

Siendo las 7:30 de la mañana, Max salió de su habitación listo para ir a la escuela. 

Tomó su mochila y se llevó su diamante al bolsillo derecho del pantalón.

Mientras bajaba las escaleras, pudo escuchar el sonido de la televisión del comedor. Por la voz femenina y el formato en el que hablaba, pudo intuir que se trataba de las noticias de la matiné que su madre siempre veía.

—Buenos días, mamá. —saludó a la distancia.

—Buenos días, hijo. Ven a ver esto. —dijo llamándole.

Colocó su mochila junto a la entrada y se devolvió al comedor 

—Voy. 

Cuando entró al comedor, encontró a su madre junto a la mesa tomando té, con la mesa servida y una expresión seria en su rostro viendo el noticiero. 

 

El título decía: "LA ESCUELA RÍUN SHINSAWA, DESTRUIDA TRAS UN MISTERIOSO INCIDENTE"

 

Max no le dio mucha importancia al noticiero. Tomó asiento y le preguntó a su madre lo que estaba pasando.

—¿Qué es lo que está pasando mamá?

—Al parecer, en la escuela Ríun hubo una explosión que destruyó el complejo reduciéndose a escombros, pero aún no saben que lo ocasionó. Se presume que fue una bomba.

Le respondió sin quitar su atención de la pantalla.

Con el panorama expuesto, todo parecía ir según lo planeado.

—El Guardián tenía razón. —pensó.

Pero algo le llamó la atención, así que prestó cuidadosa atención al reportaje y luego miró a su madre. En ningún momento mencionaron sobre que podría haberse tratado de una bomba, ni tampoco escuchó que lo hayan hecho desde que se percató de ello cuando bajaba las escaleras. En ese momento la presentadora apenas había terminado de presentar la nota y ahora nos encontrábamos en el nudo.

¿Podría ser esto una censura por parte del canal o eran las conjeturas a las que su madre había llegado?

—Una bomba, eso me parece demasiado. Debió tratarse de una fuga de gas o algo así. —agregó.

Cuando dijo eso, su madre se giró para verlo, miró a sus ojos, calmados y un poco inocentes. Entonces, pensó que lo que había dicho era un tanto exagerado. 

—Si, creo que he exagerado. Espero que solo sea eso hijo. —dijo tomando un sorbo de su taza de té mientras se devolvía a la pantalla.

Fue entonces, cuando notó en el fondo de la toma, los cables fundidos del tendido eléctrico. 

—Eso espero…

Volvió a decir.

—No te preocupes mamá. No creo que se trate de algo grave. —dijo para calmarla.

Cogió sus palillos y comió un bocado de su desayuno americano de huevos y tocino.

Cuando la nota sobre la escuela Ríun terminó, su madre se puso de lado encarando la mesa, bebió un poco de té y le preguntó respecto a su estado tras poner ambos brazos sobre la mesa.

—¿Cómo está tu frente? ¿Aún te duele?

—No. Ya no me duele y la hinchazón bajó. —respondió tocándose el parche en forma de x oculto entre su fleco. 

—Lo revisaré antes de que te vayas. 

De ahí en más, la conversación estuvo enfocada en temas triviales.

Siguió comiendo sin problemas hasta que su madre sacó a relucir cierto tema.

—Ah hijo, me preguntaba, cuando me contarías sobre la chica con la que vas a la escuela todos los días. Creo que también regresas con ella, ¿Es tu novia? —dijo dirigiendo su mirada hacia él a medio sorbo de su té. 

Cuando apartó la taza de sus labios y la puso sobre la mesa, Max se puso nervioso. Mientras su madre le instaba a contárselo un tanto pícara.

—Ah eso… pues, se llama Lisa, es mi compañera de clases. No es mi novia. Nos conocimos por accidente el primer día mientras salía de la casa.

Sus mejillas se enrojecieron levemente, mientras su corazón se acelera pensando en ello, pero su expresión no cambió. Manteniéndose neutral al respecto de lo que sentía.

—Por accidente…

Esas palabras despertaron en ella recuerdos del pasado. Bebió otro poco de té y contempló el techo en silencio. Max también lo hizo, pero no vio nada más aparte del techo. 

—¿Mamá? 

—Ah, no es nada… —le respondió con una sonrisa.

—Bueno… como te decía, desde entonces la acompañó a la escuela.

—Oh, ¿Vive por la zona? No recuerdo haberla visto antes.

Trató de hacer memoria. Sin embargo, no encontró nada.

—Si, es que se mudó aquí dos semanas antes de que iniciara el año escolar. Bueno, gracias por la comida mamá. 

—¿Te gusta?

Justo antes de que se retirara, esa pregunta voló hasta sus oídos cual rayo paralizador, evitando que dejará la mesa de inmediato. Su cuerpo entumeció momentáneamente, pero no iba a dejar que su madre se hiciera ideas extrañas donde no las hay.

—Solo es mi compañera de clases mamá.

—Parece una linda chica…

Su madre ignoró por completo sus palabras y siguió molestándolo con una radiante sonrisa.

Viendo que no llegaría a ningún lado, prefirió marcharse.

—Iré a cepillarme, se me está haciendo tarde.

—Para verla… —agregó su madre bebiendo de su taza de té.

—¡Para ir a la escuela! —se dio la vuelta y salió del comedor avergonzado.

Subió al baño y unos momentos después volvió a bajar.

Su madre lo estaba esperando en la entrada, él se acercó a ella. Todo rastro de vergüenza había desaparecido de su rostro.

—Ahora revisemos.

Llevó sus manos a la frente de Max, se abrió paso entre el fleco de su revoltoso cabello y despegó una de las puntas del parche hasta la mitad. Tras confirmar que no había rastro de alguna contusión, se lo quitó.

—No fue nada grave. Ya se sanó por completo.

—Gracias, mamá. Ya me voy, hasta luego.

Se despidió de ella con un beso en la mejilla. 

Mientras se colocaba los zapatos, su madre vio la imagen borrosa de cierta chica a través de la ventanilla de cristal de la puerta.

Tras colocarse los zapatos y abrir la puerta, su mamá le dijo una cosa más.

—Que tengas buen día hijo y ¡Preséntamela algún día!

Max se sonrojó y cerró la puerta con violencia harto de sus bromas.

—A veces es muy tierno fufu~ —dijo con la mejilla apoyada en su palma.

Max dejó salir una bocanada de aire para calmarse un poco de toda esa sugestiva situación.

 

—¡Buenos días, Max! —lo saludó Lisa desde fuera de la reja metálica.

 

Max se dio la vuelta y le devolvió el saludo con un movimiento de muñeca.

—Buenos días, Lisa. —dijo abriendo la reja.

—¿Está todo bien en casa?

—Si… es solo mi madre jugándome unas bromas.

Lisa no entendió, pero si se trataban sólo de bromas, entonces todo estaba bien.

—¿Viste las noticias Max? 

—Sí, parece que todo está saliendo según los planes del Guardián.

Ella asintió, y dijo.

—Debió pensarlo mucho. Aunque, pensándolo bien, no creo que sea nada raro para alguien que vive solo en una cabaña como un ermitaño.

—¿Ugh?… es verdad. El Guardián debe tener mucho tiempo libre.

—¡Achú!

Una corriente de aire maliciosa cosquilleó su nariz, dentro de ese conducto estrecho que contenía cables y tuberías de alimentación, por el que apenas tenía margen de maniobra.

—¿Se encuentra bien Capitán? —preguntó la IA de la nave.

—Si, no te preocupes. Solo fue un estornudo inusual. —le respondió y continuó con su labor.

4

Cuando Max y Lisa llegaron a la escuela, vieron una larga cola de padres y estudiantes que venía desde la dirección. 

La escuela hizo un rápido movimiento y abrió las inscripciones de inmediato, apalancándose de la nota de la matiné.

—Wou, hay mucha gente el día de hoy. No me esperaba que fueran a ser tantos…

—Impresionante… —señaló Lisa.

—¡Hey! ¡Max! ¡Lisa! —oyeron llamarlos a la distancia.

La voz les resultaba familiar y pudieron reconocerlo casi al instante. Era Harry quien los llamaba de más adelante en la cola. 

—¿Cómo están?

—Buenos días, Harry. —saludó ella haciendo una pequeña reverencia.

—Hola Harry, buenos días. —lo saludó con un apretón de manos.

—¿Tus padres no vinieron el día de hoy? —le preguntó Max a su amigo.

—Mis padres están ocupados, trataron de llamar a la escuela, pero las líneas están saturadas desde anoche. Así que vine sólo a lo del papeleo. 

—Eres muy confiable amigo.

—Jajaja ¿Tú crees? Bueno, después de lo de anoche… las cosas se pusieron un poco locas por aquí. —dijo un poco avergonzado.

—¿No te castigaron por llegar tarde? —preguntó Max.

—Ah, no. Mis padres habían salido y no regresaron hasta pasadas las 10 de la noche. Lo que sí fue un problema, fue convencerlos ¿Saben?

Harry se echó para atrás, enfatizando lo molesto que fue para él hacerlo. Fue entonces, cuando se percató de los demás viniendo desde las instalaciones del plantel acompañados de sus padres. No dudó en saludarlos.

—¡Hey! ¡Chicos! ¡Por aquí! 

Los demás los notaron a la distancia, intercambiaron palabras con sus padres y se acercaron a ellos para ponerse al corriente. 

La cola se movió, así que tuvieron que avanzar un par de metros.

—Me alegro de que todos pudieran convencer a sus padres. —dijo Lisa e inmediatamente después fue abrazada por Ema.

—Convencer a mi papá no fue problema. Me salvé del castigo gracias a eso.

Se mostró orgullosa de ello.

—Como dijo el Guardián, es la escuela que cuenta con más vacantes libres, ¿No? —agregó Neón como si él mismo no hubiera tenido tantos problemas como Harry.

—Pero ¿Cómo pudo saberlo el Guardián? —preguntó Mía para el grupo cuidando que no la oyeran.

—Bueno, todo es parte de su plan. —dijo Harry que siguió moviéndose con la fila.

—Un plan bastante elaborado. —esto fue lo mucho que pudo decir Cloe.

Aún había tensiones entre ella y las chicas y era consciente de ello.

—Debió pensarlo demasiado para que fuera infalible. —dijo Zane con su voz serena.

—El Guardián parece tener mucho tiempo libre. —agregó Holly.

—¿Ya van de regreso? —preguntó Lisa.

—Si. Al parecer, por nuestra insistencia, nuestros padres decidieron venir temprano a inscribirnos para no afectar su agenda. Así que todos nos encontramos por esa casualidad. —dijo Marcus. 

—¡Marcus! ¡Mía! Es hora de irnos. —llamó su madre con una simpática sonrisa.

Una mujer bella de cabellos rojos, largos y ondulados, de ojos color café, de tersa piel blanca y labios de un rojo intenso. 

Su ropa resaltaba su espectacular figura, esa blusa roja, ese blazer y esa falda negra señalaban un carácter de seducción, elegancia y pasión. Que, junto con ese sombrero negro con una rosa dorada y una pluma roja de adorno, ocultaban parcialmente esa tez blanca y misteriosa. 

Su cartera roja con detalles dorados y asa negra era el último toque de su impactante atuendo. Muy a la moda.

Ellos no lo habían notado, pero las personas estaban hablando sobre lo bella y lo bien que se veía. Algunos, por otro lado, se fijaron en la mujer de tez morena parada junto a ella que vestía un atuendo formal de blusa blanca con el botón superior sin abotonar, un blazer de hombros anchos y unos pantalones con tacones negros que la hacían parecer más alta de lo que ya era. Con esos ojos afilados llenos de fuerza propios de su encanto y belleza.

—¡Ya vamos mamá! —dijo Mía levantando la mano moviéndola frenéticamente —. Adiós, chicos. Nos vemos después.

—Nos vemos. —se despidió Marcus.

—¡Cloe! También nos vamos. —dijo la mujer junto a la mamá de Marcus y Mía.

—Hasta luego… —dijo Cloe siguiendo al dúo de hermanos.

—Nosotros también tenemos que irnos o llegaremos tarde a clase. —concluyó Max.

—Nos vemos al rato. —dijo Lisa despidiéndose con una reverencia.

Los chicos se separaron y regresaron con sus padres para irse a casa. Max y Lisa continuaron por la calle de adoquines hacia las instalaciones.

—Adiós Harry. —se despidió Lisa con una reverencia y una sonrisa cuando pasó junto a él, ya qué se había movido más adelante de donde estaban hasta hace unos minutos. 

—Hasta luego amigo, suerte. No te quedes fuera. —dijo Max pegándole un golpe en el hombro.

—No lo haré, luego nos vemos. Adiós Lisa. —dijo viendo como se alejaban.

Momentos después, mientras Max y Lisa subían las escaleras al tercer piso, Max le expresó su preocupación a Lisa porque después de eso su expresión se puso tensa.

—Lisa… ¿Crees que Harry logre ocupar una vacante? La cola parecía ser muy larga, incluso desde adentro. 

Lisa comprendió las preocupaciones de Max. Pensó unos segundos y subió dos escalones tras de Max antes de decirle.

—No estoy segura de cuantas vacantes haya, pero sé que Harry logrará inscribirse. Si no el Guardián no se había molestado en pensarlo demasiado, ¿No es así? —le sonrió tras ponerse dos escalones delante de él. 

—Vámonos o sí llegaremos tarde.

—Tienes razón. —sonrió él más calmado.

 

Terminadas las clases, el Guardián teletransportó a los chicos al interior de Nova para conocer los resultados de su plan. 

—Bienvenidos Laubtrias ¿Cómo les fue con el paso dos del plan? ¿lograron convencer a sus padres? ¿Ya se inscribieron?

—Fue fácil convencer a nuestros padres después de que destruiste nuestra escuela. —señaló Cloe cruzada de brazos —. Inscribirnos tampoco significó un reto.

—Pero aún no sabemos cómo le fue a uno. —dijo Max refiriéndose a Harry.

—No debes preocuparte amigo, sí logré inscribirme. —señaló apuntándose al pecho con el pulgar con toda seguridad pretendiendo genialidad.

—Me alegra escuchar eso. Hicieron su papel a la perfección.

—¡Sí! ¡Estoy muy emocionada por el día de mañana! —dijo Mía fantaseando con lo que sería su primer día en la 0038. 

Una que era muy distinta a su escuela, la élite y el orgullo de toda la isla.

—Nee-san. —dijo su hermano poniendo su mano, que se sentía inusualmente pesada, sobre su hombro derecho. 

Ella volteó a verlo lentamente, tenía una expresión seria, qué, junto al reflejo de sus lentes le daba un aura terrorífica. 

Se contuvo de gritar del susto que le había pegado dejando salir un leve espasmo acompañado de un "Iiggh~". 

—Nos dijeron que el lunes comenzábamos nosotros. 

—¿Eh?

La expresión en su rostro se nubló al reconocer que debía esperar cuatro días más.

Se dio la vuelta rápidamente, se puso de cuclillas y dibujó círculos en el aire, con la mirada prendida en el suelo. 

Lisa que estaba más cerca de ella la consoló dándole pequeños toquecitos en la cabeza.

—Me alegra que estén de ánimos para el entrenamiento especial que tendrán de aquí a dos semanas. 

—¿De qué tipo de entrenamiento estamos hablando? —preguntó Marcus intrigado.

—Los detalles se los daré a conocer ese día. Pero antes, hoy tendrán un pequeño entrenamiento de preparación. Será igual a lo del tiro al blanco de la otra vez. 

—Entonces será fácil. —dijo Mía, recuperando los ánimos.

—Ese es el caso, que sea "fácil". Lo usaré para medir su progreso y hacer un estimado de cómo será su desempeño en la prueba. 

No dio más explicaciones, pero todos entendieron a donde quería llegar. Esta prueba definiría si estaban listos o no para rendir la prueba que se avecinaba.

—Bien, salgamos afuera.

Todos tomaron el pasillo que daba hacia el exterior rumbo a la maloca. 

Los cinco objetivos estaban colocados de forma aleatoria entre una y otra, formando un triángulo. 

Se sentaron sobre ese piso de madera encerada formando una media luna de cara hacia los objetivos. 

El Guardián cruzó frente a ellos y se colocó a un costado para tomar nota en su registro de papel.

—Bien ¿Quién será el primero?

Harry se puso de pie y dio un paso al frente, ofreciéndose.

Extendió su mano y puso su concentración en los objetivos.

Frente a su palma se formó una esfera densa que fluctuaba con una consistencia viscosa. El magnetismo generado hacía que el brazo de Harry temblara con fuerza. 

Sujetó su brazo con firmeza usando la mano derecha y lanzó su primer disparo. 

El fortísimo culatazo hizo que retrocediera unos centímetros, pero el disparo impactó casi en el borde del primer objetivo. No estuvo tan mal.

Cada disparo que daba era una reacción violenta que requería la aplicación de toda la fuerza de sus piernas, abdomen y espalda o de lo contrario saldría volando hacia atrás. Pese a esto logró abatir a todos los objetivos. 

Tras tal muestra de esfuerzo, volteó a ver al Guardián esperando algún tipo de halago o consejo. 

El Guardián suspiró pesadamente y frunció el ceño mientras anotaba en su registro. Harry esperó ansioso algún tipo de respuesta ocultando lo entumecido que tenía el brazo.

—Harry, mejoraste en la proyección de tu poder, pero —dijo mirándolo a los ojos— tus ataques no fluyen, más bien, te repelen. Si continúas así podrías terminar con una lesión muy grave e irreversible.

Harry temió de su poder mientras todo su cuerpo temblaba por la fuerza que había aplicado para controlar el poderoso retroceso.

—Nada que no se pueda corregir con entrenamiento, toma asiento. El que sigue. —dijo mientras volvía a levantar los objetivos.

Harry tragó saliva siendo consciente de que su poder es peligroso si se lo tomaba a la ligera. Regresó a su sitio sintiéndose algo vencido. 

La siguiente en pasar al frente fue Alice, que había estado practicando junto con Ema y Lisa desde que se hicieron amigas hace un mes. 

Se sentía capaz de lograrlo, eso es lo que creía.

En primera instancia, no logró controlar que la burbuja de agua canalizada no estallara. Lo volvió a hacer, pero el resultado fue el mismo.

Estaba por darse por vencida, pero recordó cierto suceso que aconteció durante las prácticas con sus amigas.

 

Alice que la estaba observando desde que se sentó a tomar un descanso, se sintió inspirada por la dedicación de Lisa. 

—Las cosas casi nunca salen a la primera, ¿No? —dijo sonriéndole a Alice, tras percatarse de que la había estado observando desde hacía un rato.

—Sí. le respondió devolviéndole la sonrisa.

—A-Ah, chicas n-necesito de su a-ayuda. —dijo Ema con el brazo atrapado entre enredaderas creadas por su propio ataque fallido. 

Alice se levantó y junto con Lisa fueron a socorrerla. Las tres tiraron con fuerza de la enredadera tratando de liberarla de su agarre. 

De la nada, una fuerte explosión en el fondo y Max volando por los aires, hizo que la enredadera se relajara en respuesta al estímulo de su entorno, liberando así el brazo de Ema. 

—¡Perdón Max! Se me fue de las manos. —dijo Mía en el fondo, hacia un carbonizado Max.>

 

—¡Tú puedes Alice! —dijo Lisa animándola, seguido de un "puedes hacerlo" de Ema.

—Solo debo seguir intentándolo. —pensó segura de sí misma.

Se centró y liberó su mente de la frustración, permitiéndole crear una burbuja parcialmente estable. Parecía como si fuese a estallar en cualquier momento, pero no fue así. 

Con su mano temblante apuntó lentamente hacia el primer objetivo, manteniendo a duras penas la burbuja. Cerró los ojos con fuerza y disparó. 

La burbuja empezó a estirarse, producto de su velocidad inicial que poco a poco disminuía por el rozamiento con el aire. Para cuando llegó a impactar en el blanco, había perdido toda su fuerza y fue más como ver a un globo de agua impactando contra la acera. Aun así, Alice estaba muy feliz por haberlo logrado y sus amigas también. 

El Guardián anotó en su registro y le dijo.

—Bien hecho, Alice. Lo hiciste bien, pero te falta mejorar. Toma asiento. Siguiente.

La siguiente en levantarse fue Cloe, su expresión era seria, calmada, tenía absoluta confianza en sus capacidades. Se paró firmemente cruzada de brazos, cerró los ojos y se concentró. 

Sus brillantes cabellos se sacudían suavemente con el correr del aire frío del crepúsculo.

Todos esperaron en silencio a que hiciera algo, la espera fue tal, que en determinado momento solo se llegó a escuchar el viento moviendo las hojas en las copas de los árboles y acariciando el fuselaje camuflado de la nave. 

Hasta que finalmente, Cloe abrió los ojos llenos de determinación y transmitió esa fuerza a través de sus piernas al suelo. 

Del suelo emergieron cinco estalagmitas muy afiladas que perforaron el centro de los objetivos con facilidad. 

Todos quedaron boquiabiertos con tal demostración de habilidad y control. Ella se quedó en silencio esperando alguna observación u objeción por parte del Guardián, pero solo escribió sobre su registro y dijo.

—Excelente proyección Cloe, puedes sentarte. 

No hubo quejas, entonces se sentó.

—Nova, refuerza el centro de los objetivos. 

—Entendido. —dijo reconstruyendo el centro agujereado de cada objetivo usando parte de sus materiales para ello.

El siguiente en pasar al frente fue Neón. 

Esos ojos profundamente negros, con esa mirada intensa, en los que cualquier mujer se quedaría perdida en sus más profundas fantasías, si es que no tenía cuidado, se fijaron en los objetivos. 

Decidido a derribarlos todos, extendió su mano y la materia alrededor de él se concentró hacia el centro de su palma hasta formar una esfera oscura que irradiaba energía de un tono morado desde su centro. Era como un sol eclipsado por la oscuridad. 

De la esfera salieron proyectadas cuatro esferas más pequeñas hacia los objetivos de forma consecutiva. Por cada proyección, la esfera central perdía parte de su masa hasta que solo quedó una esfera del mismo tamaño que las anteriores.

La esfera que reposaba entre su palma se proyectó contra el objetivo frente a él.

Cuando las esferas tocaron el metal, aumentaron el doble de su tamaño absorbiendo el metal e implosionando abruptamente dejando un hueco y torciendo el metal. 

El Guardián anotó en su registro y le dijo.

—Excelente ejecución Neón. Toma asiento… Nova no te molestes en repararlos.

—Bueno, yo seré la siguiente entonces.

Holly se levantó de su sitio. Quitándose el polvo de su falda, pasó al frente. 

La hermosa chica se puso frente a los objetivos, acomodó un mechón de su cabello y lentamente extendió la mano. 

Se concentró en el primer objetivo, el aire circundante circuló a altas velocidades hacia el centro de su palma formando un vórtice. Cuyo centro emitía un sonido agudo similar al de una turbina a reacción a menor escala y menor potencia.

En segundos, se formó un dardo que fue impulsado a gran velocidad contra el objetivo.

*¡ZOOM!

El objetivo, que parecía un trabajo de preescolar burdamente pintado de colores blanco y rojo, cayó al suelo cual saco de arena. Simplemente increíble.

Después de eso, derribó los siguientes objetivos de manera simultánea cual metralla, con una cadencia de 4.2 segundos. 

El guardián anotó en su registro sin decir nada y le pidió a Holly que tomara asiento. La bella joven se dio la vuelta y regresó a su sitio en silencio.

—Siguiente. —dijo tras acomodar los objetivos derribados.

La siguiente en pasar al frente fue Ema.

El suéter de manga larga de escote Bardot de color crema y los shorts jeans cortos que llevaba puesto, le daba un aire completamente fresco a la elemental de naturaleza. 

Su diamante comenzó a brillar dentro de su puño. La energía se canalizó desde su interior hacia su palma, donde se formó una espina tan dura capaz de rebanar el acero, y que gradualmente creció hasta adquirir unas dimensiones de 15 cm de largo con un diámetro máximo de 6 cm. La brutal espina salió impulsada contra el deteriorado objetivo, llegando a impactar en el anillo intermedio. Disparó 4 veces más de las cuales una falló.

El Guardián miró a Ema en silencio algo sorprendido. 

Ella se puso nerviosa durante esos breves momentos de silencio, hasta que finalmente escribió en su registro. 

—Excelente proyección Ema, pero te falta puntería. Sigue entrenando, toma asiento.

Ema regresó a su sitio y se sentó junto a sus amigas.

—Eres asombrosa Ema. Eso fue impresionante. —dijo Lisa.

—Jaja ¿Verdad? Tal vez debí hacerla un poco más pequeña, era pesada y difícil de maniobrar. 

—Estuviste genial Ema. —dijo Alice suavemente.

—Tú lo hiciste mejor. Yo no le di en el blanco a ninguna. —dijo abrazándola.

—El que sigue. —llamó el Guardián al ver que nadie se había puesto de pie.

—Ya, entonces yo seré el siguiente. —dijo Zane levantando la mano.

El muchacho de chamarra blanca y ojos azules pasó al frente. Extendió su mano e hizo aparecer un carámbano de unos 10 cm de largo. 

El carámbano fue lanzado contra el primer objetivo a gran velocidad, quedándose clavado cerca al centro y causando un efecto de congelamiento alrededor del área. 

Disparó uno, dos, tres, cuatro con el mismo efecto. El chico de cabellos blancos sonrió satisfecho de su ataque. 

El Guardián escribió sobre su registro y llamó al siguiente.

Los siguientes fueron Marcus y Mía. 

Mía fue la primera en comenzar, extendió su mano e hizo aparecer 5 esferas de una vibrante llama azul del tamaño de su puño, alineadas frente a ella. Movió su mano derecha lentamente hasta que su palma apuntara a la primera esfera del lado izquierdo y luego, rápidamente balanceó su mano hacia el otro extremo. 

Dicho acto hizo que las esferas fueran lanzadas vertiginosamente contra los objetivos de manera simultánea. Todas dieron en el blanco y ella lo celebró enérgicamente. 

En el caso de Marcus, este hizo aparecer 5 esferas de una llama roja intensa de forma aleatoria. Pero él no hizo un barrido como su hermana, en su caso, entendió la mano como si fuera a mover las esfuerzas con su mente. Ante esta acción, las esferas reaccionaron y se proyectaron hacia los objetivos dando en el blanco.

—Excelente control. Tomen asiento.

Los felicitó a ambos y escribió en su registro.

La siguiente en pasar al frente fue Lisa. Se tomó un respiro para bajarse los nervios antes de comenzar. Extendió su mano y se concentró en el objetivo frente a ella.

Se concentró tanto en ello que dejó salir un "Ummp" seguido de un minúsculo movimiento involuntario, similar a cuando te pican en la costilla desde atrás, antes de proyectar un haz de luz amarilla casi blanca contra el objetivo. 

La pintura fue totalmente carbonizada en un patrón circular una y media veces más pequeño que el centro del objetivo. Cada disparo del haz iba acompañado de un involuntario "Ummp". 

Cuando terminó con todos suspiró aliviada.

—Lo hice… —se dijo a sí misma sujetando su diamante.

Ella no se dio cuenta, pero le había acertado a todos en el blanco. Pero, para ella solo acertarle a los objetivos ya era suficiente.

—Excelente Lisa, toma asiento.

Guardó su diamante y se juntó con sus amigas que no dudaron en elogiarla.

—Estuviste genial, Lisa. —dijo Alice con los ojos llenos de vida.

—Sí, eso fue genial ¿Eres un talento dormido o algo así?

—No creo que sea tal cosa. Solo di mi máximo esfuerzo. —respondió ella humilde.

—¿De verdad? Les diste a todos en el blanco. —agregó Ema.

—¡¿Eh?! —miró incrédula las quemaduras de su ataque.

—No me digas que no te diste cuenta.

Lisa no supo qué responderle, estaba sorprendida y confundida de sus capacidades. 

—A veces eres algo distraída amiga… 

—Lo hiciste por azar ¡Wou!

Señaló Alice muy impresionada.

—Lisa es asombrosa… —dijo Max que la estaba observando desde el otro lado del grupo, junto a los chicos.

—Basta amigo, estás babeando. —dijo Harry al escucharlo.

—N-No, lo que quiero decir es que ella está al nivel de los mejores de aquí. No otra cosa. —dijo algo avergonzado.

—¿Deberás?… Supongo que eso es verdad. Por cierto, ahora te toca a ti. 

—Ni me lo menciones. —dijo inseguro de poder lograr si quiera darle al objetivo con una ínfima chispa. 

—Vamos ¡Tú puedes! —le dijo Harry para animarlo.

Max pasó al frente con su diamante en mano, lo sujetaba con fuerza y andaba con pesadez. 

Se paró frente de los objetivos, cerró los ojos para concentrarse y apartar los pensamientos negativos que daban vueltas en su cabeza, tales como: "No va a salir, no va a salir, no va a salir… No le darás a ninguno de ellos… Si logras proyectar tu poder, mínimo le das a alguien…". 

Tomó una bocanada de aire y exhaló suavemente para calmarse. Extendió su mano derecha y apuntó el dedo índice contra el objetivo. 

Su diamante brilló dentro de su palma y a continuación, desde la punta de su dedo fue proyectado un potente rayo que afectó a cada objetivo por igual. 

Los cinco objetivos fueron empujados un metro hacia atrás antes de desplomarse contra el suelo. 

—¿Lo hice? —preguntó incrédulo de lo que había hecho.

En todas las veces que entrenó en el Training Room, en ninguna de ellas pudo manifestar su poder. Se devanó los sesos tratando de descifrar cómo funcionaba esto de la manifestación, pero no logró comprenderla del todo y ahora que lo había hecho, estaba más que contento.

—¡Si! ¡Lo hice!

Exclamó finalmente orgulloso de lo que había logrado. 

El Guardián se acercó a los objetivos y revisó los "materiales" que había usado Nova. Estos quedaron inactivos después de esa potente descarga. También, parte del fuselaje y el suelo circundante, tenía marcas de quemaduras.

Mientras Nova reabsorbía los "materiales" a través del fuselaje, el Guardián se levantó del suelo, se dio la vuelta, observó a un nervioso Max y escribió en su registro.

—Bien hecho, Max. Esa fue una demostración impresionante de poder, pero carece de control. El rayo o más bien, la electricidad es energía que desprende luz y calor, eres un espectro de ambas fuerzas y a la vez fundamental a nivel atómico. Fluye a través de prácticamente todo y no puede ser parado fácilmente, sin control es una amenaza. Seguiremos entrenando el "Control" y esto va para todos entendieron.

—¡Sí! —le respondieron al unísono cual armada.

—Bien, con eso terminamos las pruebas de hoy. Regresemos a dentro… —dijo acomodando los objetivos en un rincón de la maloca.