A la mañana siguiente, siendo exactamente las 7:30 de la mañana.
Max abrió los ojos lentamente tras oír el estruendoso sonido de su alarma.
Sentía el cuerpo pesado, pero sentía algo más, una cosa que estaba fuera de lugar y que desde que ha vivido en esta isla, nunca antes lo había experimentado. Vibraciones, vibraciones provocadas por el estallido del disparo de una nave que pareció oírse muy cerca de su casa.
—¡¿Qué demonios está pasando?! —dijo levantándose de la cama con esfuerzo.
Se cambió de ropa, tomó su diamante y salió raudo en busca de su madre. Asumía se encontraba en la planta baja.
La buscó por toda la casa, pero no la encontró por ningún lado, así que optó por salir afuera. Tal vez había salido a comprar.
Fue entonces que al fin comprendió la situación.
Con una expresión incrédula observó a múltiples naves surcar el cielo a gran velocidad. Naves que nunca antes había visto y que no parecían ser hechas por el hombre, pero también había otras figuras humanoides de aspecto robótico peinando la zona.
Su comportamiento y el de las naves era como el de unos viles saqueadores que buscaban algo de un valor que solo ellos conocían.
Toda la ciudad estaba envuelta en caos, donde el pánico se sentía en la carne hasta los huesos.
Una desesperación, producto de una calamidad, los eclipsaba desde lo alto en su trono y ni se inmutaba ante los gritos de la gente, simplemente observaba en silencio. Su cuerpo de metal rojo de un tamaño colosal flotaba estática sobre el centro de la ciudad, a una altura superior a la del cono volcánico cercenado que abrazaba gentilmente la ciudad brindando abrigo y protección, cual madre amorosa para con sus hijos. Tenía por nombre
En ese instante, mientras la observaba, Max fue teletransportado súbitamente.
—¿Qué está pasando allá afuera? —dijo Marcus, una vez que todos reaparecieron en la sala.
El Guardián se encontraba de espaldas, observando la situación a través de una pantalla holográfica. Parecía llevar así desde mucho antes de que llegaran.
Analizándolo llegó a la siguiente conclusión.
—Nos enfrentamos a la especie que atacó a las Galaxias Elementales hace mucho tiempo. —dijo sin siquiera mirarlos —. Deben estar buscando sus diamantes…
—¿Atacar toda la ciudad solo por eso? Deben ser extremadamente valiosas como para optar por una acción tan desesperada. —dijo Harry viendo su diamante, con una expresión de confusión.
No comprendía cuán poderoso e importante era el diamante que sostenía en la palma de su mano.
—Es lo que parece, pero atacar a un enemigo por sorpresa antes de que siquiera pueda comprender la situación, vuelve sus acciones torpes e improvisadas. Pueden causar mucho daño en un corto periodo de tiempo. Un combate que puede durar días o años, se pierde en solo un par de horas. —explicó el Guardián.
Suspiró aceptando una situación que, llegados a este punto no se puede evitar. Se alejó de la pantalla holográfica y los miró a todos para confirmar que no faltaba ni uno, solo para estar seguro.
—Bueno, ahora que todos están aquí. Muéstrenme sus diamantes, por favor.
Todos accedieron y se lo mostraron tras sacarlo de entre sus prendas.
En cierto grado eran conscientes de su importancia y por ello siempre las llevaban consigo.
Confirmando que los diamantes estaban seguros con sus portadores, el Guardián ordenó la ofensiva sin perder más tiempo.
—Es hora de contraatacar. Nova, activa las armas.
—¡Entendido!
La colina se sacudió cual bestia embravecida, dispuesta a descargar su furia contra sus agresores.
Del suelo emergieron tres cañones de considerable tamaño, alineados de forma consecutiva. La maquinaria mostraba al fin sus mortales cañones de una de sus cuatro torretas principales de 455 milímetros y 20 metros de largo.
—Apuntando… —dijo la IA.
Los cañones pusieron en la mira a la nodriza escarlata, suspendida a unos 1575 metros sobre la ciudad.
—¡Objetivo fijado!
—¡Fuego! —ordenó sin vacilación.
Se declaró así el inicio de la confrontación.
Los cañones dispararon simultáneamente las cargas de plasma, al compás de un, dos, tres, en una ráfaga de tres rondas. Dónde un, era el disparo del cañón primario; dos, el disparo del cañón terciario y tres, el disparo del cañón secundario.
—¡Señor! Se han detectado múltiples disparos de plasma.
—¡Escudos al máximo! ¡Ahora!... Parece que nuestro enemigo ha decidido contraatacar.
Durante su recorrido, derribaron varias de las naves que servían de "scouts".
De los nueve proyectiles, solo tres atravesaron al enjambre. El primero, perforó el escudo del casco; el segundo, impactó la armadura de babor causándole un daño considerable y el último, fue detenido por el escudo reforzado.
Los chicos estaban eufóricos, le habían acertado un buen golpe. Pero esto solo confirmaba que se enfrentaban a un enemigo del cual desconocían sus habilidades y estrategias. Cómo reaccionen, es un completo misterio para ellos.
Sintieron temor en sus corazones, pensando que habían firmado su sentencia de muerte. Pensaron en sus familiares y amigos y cómo ellos deben estar enfrentando esta desesperación allá afuera.
Todos se miraron como si hubieran tenido la misma idea.
—Queremos salir a luchar. —habló Marcus, sintiendo lo mismo en sus ojos —. Si hay algo que nosotros podamos hacer… aunque sea poco, aunque sea solo eso… queremos pelear.
—¡No! ¡De ningún modo! Es muy peligroso. Si se exponen como los nuevos portadores de los Diamantes Elementales, los cazarán uno a uno. Perderán la poca libertad que les queda. ¿Prefieren vivir escapando por todo el cosmos? o prefieren vivir los días de su juventud en este, su planeta natal. Donde viven todos aquellos que les importan.
Los chicos se estremecieron al escuchar esas duras palabras.
—P-Pero que pasara con nuestras familias… —dijo Alice.
Inició con algo de fuerza, pero gradualmente se fue apagando.
—No se preocupen. Ahora que nos dimos a conocer, dejarán a los civiles y vendrán a por mí. Pero, si se exponen irán a por sus familias con tal de someterlos y obligarlos a entregar sus diamantes. Eso en el peor de los casos.
Los chicos permanecieron callados ante la impotencia de no poder hacer algo a lo que ellos pensaban estar predestinados. No es tan fácil controlar sus poderes, no es algo que puedan hacer de la noche a la mañana solo por mera convicción.
Lo que les dijo era cierto y no podían hacer nada al respecto.
—Señor. El disparo de plasma nos causó un daño considerable al blindaje de babor, pero estructuralmente estamos bien.
—¿Un disparo de plasma? Esta especie no posee una tecnología como esa, entonces, eso sólo nos deja a un sospechoso. Computadora, ¿De dónde vino ese disparo?
La computadora hizo los cálculos e instantáneamente mostró como punto de origen a la colina.
—Manden un escuadrón de Ripper's a bombardear esa área.
—¡Sí General!
—Como lo supuse, es posible que la nave del Guardián se encuentra sepultada bajo esa colina. No pudiste salir ileso de esa batalla después de todo. Solo es cuestión de tiempo para que salgas de tu escondite…
Dentro de la nave aliada, las alarmas de aproximación se dispararon. El escuadrón de Ripper's enviados por Pyper se acercaban a la zona a gran velocidad.
—Nova activa el protocolo "Army Force: Endurance".
—Activando…
La nave dejó ver todas las armas que tenía, pero solo se notaban aquellos que no estaban enterrados bajo tierra.
El escudo se reforzó con tres capas, una después de la otra y en el interior una de las paredes se abrió de lado a lado, dejando ver en su interior varias armas blancas y armas de fuego de otro mundo.
—¡Wau! ¿Estas armas…? ¿Qué es lo que estás planeando hacer? —preguntó Harry, mirando su rostro encapuchado.
—…
No hubo respuesta de su parte, hasta que finalmente dijo:
—Les pediré una cosa… limítense a observar.
Con esas enigmáticas palabras, tomó una daga cuya hoja era de color verde y un arma similar a una pistola plateada. La metió bajo su capucha en lo que parecen ser bolsillos internos y caminó hacia la entrada.
—Nova, derriba a todas las naves que estén a menos de cincuenta metros de ti.
—Entendido.
El Guardián abrió la puerta manualmente, usando el panel de control que estaba a su izquierda y antes de salir le dio una última orden a la nave.
—Ah, y Nova. No dejes salir a los chicos hasta que regrese.
—Pero… Tú no podrás vencer a todo un ejército solo. —agregó Harry.
Como no le respondió al momento, pensó que no lo había escuchado, pero entonces finalmente le dijo:
—Tal vez tengas razón, tal vez no, pero volveré eso se los aseguro.
Salió de la nave y automáticamente la puerta se cerró tras él.
Bajó sigilosamente por el sendero que daba con la ciudad, donde las tropas enemigas saqueaban y destruían todo a su paso. Si alguien se les entrometía, lo reducían con fuertes descargas eléctricas que te entumecían el cuerpo.
Al mismo tiempo, tres naves del escuadrón de Ripper's era abatido por las torretas pesadas de Nova, justo antes de que se replegaran para reorganizar su ataque.
—Asoladores, no debo perder mucho tiempo con ellos. Debo ser discreto… —dijo cubriéndose con un arbusto.
Se acercó a ellos sigilosamente para tomarlos por sorpresa y abatirlos uno a uno sin mucho esfuerzo, ya que, se trataba de meros drones de asalto.
Así se abrió paso hasta llegar a estar debajo de la nodriza, pero antes de que pudiera hacer algo para derribarla, fue rodeado por un ejército de asoladores.
El Guardián tuvo que decidir entre alargar una batalla contra ellos o ir a por la nodriza, pero esto ya lo había decidido con anterioridad.
En caso se encontrase en esta situación, la nodriza debía ser dañada a toda costa. Metió la mano bajo su capucha, cogió su diamante y dijo:
—Hagamos esto…. ¡¡Jade!!
Su diamante emitió un brillo de este color y la luz se transformó en estelas fibrosas que envolvieron su cuerpo hasta formar una crisálida esférica. La esfera levitó a pocos metros sobre el suelo y liberó una gran explosión de energía que mandó a volar a todo el ejército que lo rodeaba.
Posterior a eso, de la crisálida emergió un gran dragón de cuerpo alargado de patas, cuernos, bigotes y de vientre color blanco, mientras que, de la cabeza hasta la cola era de color jade.
Rugió ferozmente mirando hacia su próximo objetivo, la nodriza. Con un movimiento serpenteante, comenzó a ascender a gran velocidad.
1
Mientras, en el puente de Mando.
Los chicos se encontraban ansiosos en un ambiente ominoso, sin poder hacer nada. Solo observando todo lo que sucedía a través de la pantalla holográfica.
Querían salir y observar con sus propios ojos lo que estaba pasando o eso era lo que la mayoría pensaba.
El encierro dentro de una fortaleza amurallada, donde sus acciones escapan de su control, mientras se veían acorralados por una fuerza abrumadora, los hacía sentir pequeños, presos de su libertad.
En esa sombría habitación, una enérgica voz se expresó para todos con emoción.
—El Guardián se las está arreglando por sí solo. Es impresionante. —dijo Harry, viendo como el Guardián se abría paso contra ese abrumador ejército.
Todos se acercaron a la pantalla para poder apreciar lo que estaba pasando y rápidamente formaron una media luna alrededor de Harry. Aunque algunos querían mantener su distancia, la curiosidad no se los dejó.
En determinado momento, los asoladores rodearon al Guardián como hormigas yendo a por su presa. Eran innumerables, un hervidero de asoladores.
Un ejército no sabría cómo enfrentarse a un enemigo cuyas tácticas podrían considerarse como suicidas, pero eso no importa. Como su nombre lo indica, los asoladores son ejércitos robóticos enviados a la superficie de un planeta para asolar, devastar, arrasar con una especie hasta que solo queden los más fuertes o aptos. Es ahí, cuando los Jaguarianos bajan a la superficie del planeta para acabar con los dignos de ver su poder sin restricciones, la extinción es inevitable.
—Nova, ¿No hay alguna forma en la que podamos ayudar al Guardián? —dijo Lisa, viendo como lo habían rodeado.
—Negativo. La orden del Capitán fue clara.
—Está claro que Nova no nos dejará intervenir. —señaló Neón, con los pies sobre uno de los monitores, desde el cual fingía desinterés y confianza.
En eso, una ráfaga de múltiples disparos impactó contra el escudo de la nave, haciendo que esta y toda la colina se estremeciera.
—¡¿Qué demonios fue eso?! —exclamó el joven de cabello negro, quien se aferraba a su silla para no caerse del susto.
—Que no se te olvide que estamos en guerra. —dijo Cloe cruzada de brazos, lanzándole una mirada indiferente desde el otro lado del grupo.
—¡Eso ya lo sé! —le gritó haciendo una mueca torcida.
—E-Ehh… Chicos. Nova no está disparando.
Mía interrumpió la escena frente a sus ojos, con una voz de preocupación.
Cuando sus ojos se cruzaron con los suyos, rápidamente dirigió su mirada hacia el monitor, invitándolos a hacer lo mismo.
En el monitor se mostraba una imagen nítida del panorama exterior. La escena fue la de un muro de naves en enjambre disparando sin cesar a distancia. Un ataque unilateral en el que era nula una respuesta de Nova.
—¡¡Qué!!
—¿Por qué no los estás atacando Nova? —preguntó Ema a la inteligencia artificial, que sin un ápice de vacilación le respondió.
—Los enemigos se encuentran fuera del rango de los 50 metros preestablecidos por el capitán. Atacar no es posible.
—Pero, eso es-
Una ráfaga tras otra, la nave se estremeció violentamente. Los enemigos no tenían la intención de cesar su ataque hasta que pudieran penetrar los escudos de Nova.
—Esta nave no resistirá mucho tiempo si las cosas siguen así. —afirmó Harry.
—Nova, ¿Cuánto tiempo tenemos hasta que los escudos caigan? —le preguntó Neón mirando al techo, a la presencia omnipresente.
—Treinta minutos y contando…
—¡¿Eh?! Tan poco… Esto es grabe. —dijo poniéndose nervioso.
—En serio, ¿No hay algo que podamos hacer? —agregó Cloe algo irritada.
—Negativo…
Ante esta respuesta tiró a un lado su mirada y se quedó mirando la esquina del enojo.
—Solo nos queda confiar en lo que dijo el Guardián… —concluyó Ema.
*
El Guardián, ahora convertido en dragón, derribaba los Ripper's que se le cruzaban, con movimientos serpenteantes y violentos golpes de cola, tan fuertes que mandó a volar a uno de los Ripper's a quien sabe dónde.
Ahora que tenía un cuerpo más grande, era más susceptible a recibir disparos potentes por parte del enemigo, pero eso lo compensaba con poder de ofensiva. Con un solo disparo de energía expulsado de entre sus fauces, era suficiente para derribar una docena de Ripper's, dos si tenía suerte.
La nodriza, para defenderse envió un enjambre de Ripper's a detenerlo.
El Guardián sabía que no era invencible, si recibía mucho daño por parte del enjambre, eventualmente lo derribarían.
Decidido a vencer, canalizó su energía en una pequeña esfera entre sus garras. Esto hizo que su diamante, ubicado en su pecho, emitiera su brillo característico.
Luego de acumular la energía suficiente, la liberó en forma de pulso, cuyo radio era de 600 metros. Llegando a destruir las naves que atacaban a Nova y a las del propio enjambre.
Asoladores y aparatos electrónicos se fundieron, dejándolos como chatarra.
—¡General! Señor, diezmaron a la mitad de nuestro ejército. El responsable es… un Dragunneano, creemos que se trata del Guardián.
—Mmph… Así que decidiste salir a jugar eh. Mis sospechas eran acertadas.
—Sus órdenes señor.
—Ordena la retirada. —dijo sin lugar a la duda.
Sus allegados al escuchar esa orden dudaron. Se miraron los unos a los otros esperando que fuese algún tipo de broma.
Con una mirada llena de ímpetu en el rostro, habló con autoridad.
—Que están esperando, ordenen la retirada.
Al ver que no se trataba de eso, el guerrero parado a su costado, que preguntó "por sus órdenes", se expresó por todos en la habitación.
—¿Retirarnos señor? Todos aquí dudamos de esa orden. Solo se trata de un Dragunneano, derrotarlo y apoderarnos de los Diamantes Elementales no será difícil, no para nosotros señor.
Su boca se torció, este acto de insubordinación lo molestó, pero manteniendo una actitud calmada, él le respondió.
—Eso es tan cierto como que yo soy su General y comando esta nave. Mi orden no busca denigrar de ningún modo su habilidad en combate. Solo que estamos luchando a baja capacidad, ya que no vinimos preparados para sostener una batalla contra el Guardián y este planeta, necesitamos reparar los daños y reabastecernos.
—Que le hace creer que el Guardián no se irá de este planeta para cuando regresemos. —dijo en tono más desafiante.
Las tensiones entre la tripulación y el General aumentaban con creces, casi propiciando un motín.
—No podría afirmarlo, pero sé que su nave no puede despegar y ha sido así desde hace mucho tiempo. Probablemente desde que llegó.
Sus allegados, aunque dudosos, comprendieron lo que el General estaba diciendo.
Si el Guardián tuviera la oportunidad de contraatacar, lo mejor sería hacerlo desde su nave y no en persona, como era el caso.
En estos momentos seguía ascendiendo sin parar y no se iba a rendir hasta que su enemigo se marchase. Quedarse a luchar y en el proceso perder su nave, los dejaría varados en un planeta donde habita una raza con habilidades, que para ellos son desconocidas.
En un panorama como este, el éxito de su misión era borroso. Teniendo eso en mente, ellos cumplieron la orden sin refutar.
Al fin, uno de ellos dio la orden de retirada tras presionar un botón de su consola de mando.
El enjambre de Ripper's que quedaba cesó de todo ataque y regresaron a la nave nodriza.
Al darse cuenta de eso, el Guardián comenzó a desacelerar.
Cerrando todas sus compuertas de acceso, la nave comenzó a ganar más y más altitud, hasta salir de la atmósfera del planeta.
—Fijen el rumbo al cuadrante 45-56'F.K.
—Cuadrante 45-56'F.K. fijado. Cargando Hiper-impulso…
La nave hizo el salto y desapareció en la infinidad del espacio.
El Guardián no se molestó en seguirlos y en su lugar optó por desaparecer. Tras liberar un potente flash de luz blanca, tan potente que segaría a cualquiera que lo estuviese o no viendo, pudo retomar su forma humana sin ser visto.
Guardando su diamante en el bolsillo interno de su capucha, echó a correr hacia la colina antes de que el efecto cegador se disipara.
Cuando llegó a la entrada de la rústica cabaña, ordenó a su nave.
—Nova, desactivar protocolo "Army Force: Endurance".
—Comando de voz reconocido, desactivando…
Todo el armamento pesado de Nova, visible y no visible, se guardó y/o puso en modo de suspensión permanente en cuestión de segundos. Posterior a eso la puerta se abrió.
—¡Guardián! —dijeron los chicos al unísono cuando lo vieron.
Sus rostros llenos de preocupación se aliviaron tras una breve exhalación.
—¿Estás bien? ¿No tienes alguna herida grave que requiera tratamiento? —preguntó Lisa revisándolo por todos lados.
—Sí, afortunadamente en una sola pieza. Y no, no creo tener heridas graves, ¿Ven alguna? —preguntó burlonamente, para aliviar el ambiente que se respiraba dentro de la nave.
Aún no había entrado, pero "la tensión" se escapaba por todos lados.
Esto lejos de quedar bien, se veía extraño. No podían ver su rostro, solo el movimiento irónico de cabeza que hacía para enfatizar su mofa.
—No, parece ser que no —agregó Ema de forma sarcástica.
—¿Cómo fue que lograste salir ileso? Eso es… ¡Impresionante! —señaló Neón, quien en cierto momento lo dio por muerto.
—¿Qué fue lo que pasó? —le preguntó Max, con cierto grado de interés.
Por su forma de hablar, al parecer, ninguno de ellos estaba al tanto de lo que había pasado posterior al acorralamiento del Guardián. Esto se debía a que, durante el asedio de los Ripper's, Nova había desviado todos sus recursos energéticos para reforzar el escudo. Dejando el puente a oscuras y por eso nadie lo pudo ver.
No ver nada los puso en alerta, alerta que fue inducido por el miedo y el sentimiento de persecución en un ambiente ominoso, donde lo único que pudieron hacer fue protegerse.
—Bueno es… —entendiendo esto, evadió la pregunta— momento de regresarlos a casa.
—¡Noo!... —replicaron.
—Queremos saber qué pasó. No nos dejes con la duda, tú fuiste el que nos dijo que observáramos y no hiciéramos nada. —argumentó Ema, exigiendo su versión de los hechos.
—De eso ya se enterarán. Ahora es mejor que regresen a sus casas, y vean en qué estado quedaron, y cómo están sus familiares. Nova, teletranspórtalos.
—Entendido. Ejecutando…
Con esas palabras de la simpática Inteligencia Artificial, ellos fueron devueltos a sus casas.
Cuando Max reapareció, justo en medio de la reja de metal de la entrada y el pórtico de su casa, vio que esta se encontraba semidestruida.
El pórtico, junto con el segundo piso, habían cedido hacia la derecha debido al impacto de un Ripper sobre los cimientos.
Su primer pensamiento frente a esta dura realidad fue buscar a su madre. Tal fue su sorpresa de verla salir casi de entre los escombros, que corrió a abrazarla. Sus piernas operaron a su máxima capacidad para llevarlo hacia los brazos de su madre.
—¡Mamá!
Ella, conteniendo el llanto, lo recibió con los brazos bien abiertos.
—¿Dónde te habías metido? Me tenías muy preocupada. ¿Estás bien? ¿Estás herido? —dijo revisándole el rostro con una suave gentileza.
—Lo siento mamá. Te busqué por toda la casa, pero no te encontré. Así que decidí salir a buscarte, pero no pude avanzar más y decidí ocultarme en un lugar muy cerca de aquí. —explicó el joven de mechones azules, entre los brazos de su madre.
—Elegiste bien. Mientras estés a salvo, yo estaré bien. —su voz cálida, de palpar dulce, resonaron en él haciendo ecos en lo más profundo de su corazón.
En eso, una gran movilización de efectivos policiales y Agentes Gubernamentales de los que nunca oirás hablar, hicieron acto de presencia. Su intención, no era otra más que llevarse cualquier tipo de evidencia física del "Contacto Hostil".
El Guardián, que se encontraba reposando tranquilamente sobre el frío suelo encerado del pórtico de su rústico hogar, recostado sobre sus costillas con la cara apoyada entre el hueco de la palma y con la pierna extendida en un ángulo de 90 grados, veía como era el accionar de los humanos tras un contacto alienígena de esta escala.
El agudo y vibrante sonido de las gigantescas aspas de los helicópteros CH-46 Sea Knight y Mil Mi-26 sobrevolando la ciudad, junto con el despliegue de una caravana de tráileres y vehículos negros que fueron traídos por un buque carguero previamente modificado para realizar tal hazaña, acompañado de un destructor como escolta, perturbaba el silencio de una ciudad fantasma. Era, sin lugar a dudas, toda una parafernalia militar.
—Hmm… los humanos no han cambiado desde la última vez… —dijo accediendo a aquellas memorias —. Mi vista ha sido perturbada, no tiene caso quedarme aquí perdiendo mi tiempo. Debo estar preparado…
Se levantó del suelo que parecía ser muy cómodo y entró a su casa.
—Nova, cierra todas las puertas.
—Sí Capitán.
El alcalde de la ciudad se dirigió a los ciudadanos a través de los altavoces montados en uno de los helicópteros de la guardia costera en el que iba, para decirles que no temieran, que era un procedimiento estándar de limpieza y que posterior a eso se daría inicio a la reconstrucción de la ciudad. Todo esto mientras los equipos de búsqueda y rescate entraban en acción.
Max y su madre se sentaron en el césped alrededor del camino de piedra que recorría desde la entrada de su casa hasta la reja de metal.
Se quedaron allí esperando pacientemente la ayuda de los rescatistas.
2
A la mañana siguiente.
Max se despertó en un lugar distinto de ser su habitación, se encontraba en el cuarto de invitados en la primera planta. Debido a que los rescatistas dictaminaron que lo mejor sería no subir al segundo piso, y que lo recomendado era reemplazar el módulo dañado con uno nuevo.
Por la inestabilidad de la estructura, se colocaron una serie de soportes de madera y una cinta de seguridad amarilla para impedir el paso.
Como gran parte de la ciudad se vio afectada tras el incidente, la escuela envió un comunicado informando que las clases se aplazarían hasta que se efectuase un 80% de las reparaciones. Consideraron que múltiples escolares cruzando por áreas residenciales en construcción, suponía un peligro potencial.
Tras informárselo a su madre durante el desayuno. Max recibió el llamado del Guardián y tuvo que ingeniárselas para poder salir sin levantar las sospechas de su madre.
—Mamá, voy a salir un rato a tomar un poco de aire. —le dijo disponiéndose a salir por el marco de la puerta, debido a que la puerta había sido retirada para tener un mejor acceso al interior.
—Ve con cuidado. Recuerda que están reconstruyendo la zona.
Ella solo le dijo eso y retomó una de sus actividades hogareñas preferidas, ver la novela que daba todos los jueves a las 8:45 de la mañana: "Constantine Bloom's Cinderella".
—Sí mamá. Tendré cuidado ¡Ya regreso!
Como había dicho su madre, la zona alrededor de su casa estaba en reconstrucción.
Esta zona, aparte de ser una de las más afectadas por el contacto hostil, se encontraba relativamente cerca del centro de la ciudad. A no más de 1500 metros, y esto le daba cierta "importancia".
El proyecto de reconstrucción tenía contemplado terminar las reparaciones en 14 días solo en esta zona, y terminar con todas las demás áreas en dos meses.
Max cerró la reja y corrió al callejón más cercano para ser teletransportado.
Uno de los trabajadores de la obra de reconstrucción, que colocaba un panel aislante en el segundo piso de una de las casas aledañas, lo notó correr sin cuidado por la calle hacia el callejón.
—¡Oye! ¡Muchacho! Es peligroso andar por aquí, ten cuidado. ¡Regresa a casa!
Max oyó decir esas palabras desde atrás, pero no se detuvo y siguió corriendo. Lo último que escuchó antes de desaparecer fueron las quejas de aquel obrero hacia la juventud de ahora.
Una vez que todos reaparecieron alrededor de la mesita de centro, el Guardián les dio la bienvenida como de costumbre.
—Bienvenidos de nuevo. Noté la movilización masiva. —indagó.
—Dicen que es un procedimiento estándar de limpieza. —agregó Max.
—Ya veo, eso es... —inclinó la cabeza hacia un costado unos segundos, como si estuviera pensando en algo y luego preguntó.
—¿Cómo están sus familiares?
—Afortunadamente mis padres se encuentran bien. —dijo la tímida chica, oculta entre la notable presencia de Marcus y la osadía de Neón.
Probablemente usó toda su fuerza de voluntad para decir esas palabras, porque después de eso no volvió a decir nada más y pareció exhausta.
—Los míos igual. Mamá y papá, no se encuentran en la isla ahora. —dijo Mía.
—Sufrimos algunos daños materiales, pero no llegó a extremos. Nada de qué preocuparse. —señaló Marcus.
—Me quedé sin habitación. —agregó Harry súbitamente a la conversación, con una expresión de tristeza en su rostro.
Suspiró pesadamente y continuó.
—Una de esas naves se estrelló en el lado posterior de mi casa… afortunadamente nadie se encontraba. Lo malo de esto es que se estrelló en mi habitación ¡Maldición! Toda mi colección… Aaahh…
Se agarró de los cabellos y lo sacudió violentamente frustrado de su mala suerte, mientras su mundo se le venía encima.
Viendo esta escena, Max decidió exponer su situación también, que era algo similar a la de Harry.
—Me pasó algo parecido a mí también. Solo que mi casa fue dañada desde la parte frontal. En uno de los cuatro pilares principales que sostenía la estructura del segundo piso y se colapsó.
Al escuchar esto, Harry se recompuso rápidamente y se abalanzó contra él.
—¡¿Tú también perdiste algo valioso?!
—¿Valioso?...
Max apartó su mirada cuando se encontró con los ojos anhelantes de Harry, desesperados por convertir su desgracia, en algo mutuo.
—No, yo solo… me parece molesto no tener acceso a mis cosas en mi habitación. —respondió de forma vaga.
—Oh, eso…
Harry perdió el interés y lo dejó a un lado.
Esto propició que los demás expusieran su situación. Neón que estaba más atrás de todos ellos habló.
—La mía se quedó sin techo. Una nave cargó con él, afortunadamente nadie en mi zona se vio afectada. No tengo idea de cómo llegó hasta ahí, todas las otras naves están muy cerca del centro de la ciudad, es extraño. La única casa afectada fue la mía. Oye Guardián, ¿No sabes nada sobre eso?
Al oír su nombre, vaciló bajo su capucha y se puso algo nervioso, pero de igual manera le respondió.
—No, no tengo ni idea de cómo pudo haber llegado hasta ahí…
Mentira.
La capucha ocultaba muy bien sus emociones, es difícil tratar con alguien así. Neón se puso dubitativo taciturno, pero el Guardián no hizo nada para calmar sus dudas, y se quedó así por algún tiempo.
—Mis padres resultaron con heridas leves, me estaban buscando desesperadamente. Y yo… yo no estuve ahí para evitarlo... Hice que se preocuparan por nada…
La joven se tomó de los hombros sintiéndose culpable y avergonzada de expresar sus sentimientos a un montón de extraños, pero al menos estaba segura de que este era un ambiente seguro.
Las chicas rápidamente le mostraron su apoyo y gentileza, un acto comandado por Lisa.
Los chicos evitaron involucrarse por temor a decir algo inapropiado, tratando de ser amables. No estaban seguros de cómo ella se lo iba a tomar.
—No es tu culpa Holly. Ninguno de nosotros sabíamos lo que iba a pasar, no estábamos preparados para una situación como esa y como dijo el Guardián, exponernos hubiera sido aún peor. No es tu culpa y no es culpa de nadie…. —dijo Lisa abrazándola.
Se podía sentir una vibra reconfortante en el aire que tocaba los corazones de todos.
Fue por un breve instante, pero Max creyó ver a Cloe suspirar con dulzura.
—Lamento oír eso Holly, pero lo que dice Lisa es cierto. Me alegra que hayas podido venir.
—Sí, no se preocupe. Salvó muchas vidas, probablemente "ellos" hubieran destruido la isla si no hubiera interferido. —señaló la joven de ojos plateados-azulados.
Todos estuvieron de acuerdo con ella, realmente estaban agradecidos con que él haya intervenido en una situación en la que ellos no pudieron ni defenderse.
—La pasaron muy mal chicos. Mi casa queda muy lejos y no nos vimos afectados. Es una suerte…
La chica que dijo esto fue Ema, mientras tímidamente daba un paso al lado de Lisa.
Lisa compartía una situación como la suya, tanto su mamá y su casa no se vieron afectadas por el contacto hostil. Esto es en sí una fortuna, la casa de Lisa está ubicada dentro del área afectada. Así como la de Max, la suya debió de haber recibido algún tipo de daño.
Todas las casas en su manzana estaban dañadas, pero la suya no. Son ese tipo de cosas inexplicables que suceden en la vida de una persona de vez en cuando.
Ella gentilmente le expresó su empatía, mientras sus ondulados cabellos se movían esponjosamente en el aire y su radiante rostro irradiaba la voluntad de su corazón.
La tomó ella de las manos con suavidad y dijo:
—Eso solo demuestra lo importante que fue el Guardián para minimizar los daños.
Una pequeña sonrisa se dibujó debajo de esa capucha.
El Guardián aclaró su garganta y con una actitud más seria les dijo.
—Mmgh… Agradezco el tan buen aprecio que tienen sobre mí. Bueno, dejando eso de lado, acompáñenme a la parte posterior de la cabaña. Es hora de que aprendan a manifestar el poder de sus diamantes.
Los ojos de Mía brillaron de la emoción, una emoción que se desbordaba por los poros de su cara.
Usando toda su fuerza de voluntad, se contuvo de pegar un pequeño saltito.
—¡Eso será increíble! ¡No puedo esperar a usar mi diamante!
Todos ellos estaban esperando a que este día llegara y ahora más que nunca, su determinación estaba marcada por los sentimientos de impotencia, de un recuerdo reciente, que aparecía una y otra vez en todos lados.
—Nova, danos acceso al "patio".
Tras la orden, en la pared, donde antes se guardaban los Diamantes Elementales, se escuchó el movimiento de una serie de mecanismos actuando en conjunto y en perfecta sincronía, como los engranajes de un reloj.
Cuando el sonido cesó, la pared se abrió de lado a lado. Haces de luz blanca penetraron en la habitación dejando ver el amplio valle oculto tras ella.
—… Una gran vista.
Zane, quien no había hablado hasta el momento, se expresó con voz suave y serena.
—Es muy hermoso. —dijo Ema con la mano sobre su pecho, maravillada de la exquisita formación natural.
Las crestas ondulantes cubiertas por la vegetación no hacían notar que estas eran parte del antiguo cono volcánico que se formó cuando esta se había declarado como fuertemente activa. Sus laderas empinadas se deslizaban hasta el principio del valle sinuoso y del que Nova hacía parte.
—Siii….
Las chicas suspiraron apasionadamente ante el paisaje partido de un brillante azul y un verde oscurecer, mientras la brisa de aire fresco les picaba las narices.
—Y creer que esto antes era un volcán… —susurró Ema en voz baja.
3
Los chicos y el Guardián cruzaron la sala, y salieron hacia el exterior
Con el sol brillando en lo alto, Neón caminó hacia el borde para tratar de ver el fondo del valle, pero se le olvidó que sobre lo que estaba parado era el fuselaje camuflado de Nova, pisar en falso sería mortal. Aunque sí había montículos de tierra, no es seguro.
—¡Wou! Esto es muy empinado, es casi un ángulo de 45° y 230 metros de bajada. —dijo casi tirándose para atrás de la impresión.
Aunque su apariencia y forma de actuar eran la de un "Bad-Boy", en realidad en el fondo, por situaciones de la vida, tenía buenas aptitudes para el estudio. Esto sorprendió a muchos de los presentes que lo juzgaron de forma errónea.
Calcular eso con la vista es impresionante, ya que lo dijo mirando al cielo bastante seguro.
—No se queden allí parados, debemos bajar un poco. Síganme.
Les hizo un llamado de atención instruyéndoles a seguirlo.
Bajaron por un sendero de tierra, que llevaba hacia una estructura en un espacio abierto. La estructura no tenía paredes, el piso era de madera encerada, y solo constaba de cuatro pilares de madera que sostenían el techo en forma de cono achatado cubierto de paja.
Los chicos formaron una media luna en el centro y se sentaron cómodamente.
El Guardián tomó desde una de las esquinas, un grupo de objetivos hechos de metal reciclado burdamente pintados con círculos en rojo y blanco.
Las colocó con cuidado fuera de la estructura siguiendo un patrón triangular. Cuando todo estaba listo, se dio la vuelta y habló con ellos.
—El día de hoy deberán canalizar sus poderes elementales y derribar esos objetivos. Les daré un ejemplo de cómo deben hacerlo.
El Guardián extendió su mano, canalizó su energía y les disparó a todos y cada uno de ellos a la vez. Demostrando el gran control que tenía sobre sus poderes.
—¿Tú también posees un diamante? —dijo Holly al notar el brillo de su diamante a hurtadillas, guardado celosamente bajo su túnica.
—Veo que lo notaste. —dijo sacando su diamante para ensenárselos —. Este es mi diamante, todo Dragunneano posee uno propio. Estos vienen a ser descendientes de los suyos, los diamantes originales.
—¿Descendiente? No comprendo bien, pero… ¿De qué Diamante Elemental desciende el suyo Guardián? —preguntó Mía.
—Hmm… Digamos que es un 70% Naturaleza y un 30% Luz. Así que, se podría decir que desciende del Diamante Elemental de Naturaleza. Bien, ¿Quién será el primero?
—Me gustaría intentarlo. —dijo Zane, levantando la mano.
El chico normalmente callado y tranquilo de cabellos blancos, tomó la iniciativa. Algo que en una persona con esas cualidades no es normal, sorprendiendo a todos de inmediato. Claro, esa era la impresión que daban sus ojos serenos, pero no necesariamente debe ser así, de hecho, Zane parecía ser del tipo de personas que tiene las facultades para actuar de manera proactiva en un grupo si era necesario.
—Bien. Adelante.
El Guardián no se lo negó, pero tampoco se veía sorprendido.
Zane pasó al frente, extendió la mano y se concentró. Su tez permaneció serena, mientras el viento que corría por el valle movía suavemente sus blancos cabellos. Nada pasó.
Mientras trataba de descifrar lo que tenía que hacer, el Guardián le dio unas sutiles instrucciones.
—Para poder liberar sus poderes a voluntad, primero deben tratar de conectar con su diamante a través de la concentración. Mientras mejor sea su conexión, mejor será su control sobre sus poderes.
El joven alto de cabello blanco, que escuchaba las indicaciones del Guardián, cambió de tez, su ceño se frunció levemente y se buscó a él en su diamante, pero lo que nadie se esperaba, era que terminaría congelándose a sí mismo.
—Ese fue un buen primer intento Zane. Ahora el siguiente. —dijo empujándolo hacia un costado, donde había un poco de sol para que se descongelara.
Fue gracioso verlo con las greñas paradas.
—Yo seré la siguiente.
Cloe levantó la mano con energía viendo que se le habían adelantado, pero usó su retraso para comprender mejor lo que tenía que hacer.
Pasó al frente con un porte digno y elegante. Su figura eclipsó el escenario, extendió la mano y se concentró en los objetivos con todas sus fuerzas, pero no sucedió nada.
—No solo se trata de canalizar la energía, sino que también es necesario pensar en cómo liberar esa energía. —señaló el Guardián, mientras iba y venía de un lado al otro tras de ella.
Cloe chasqueó sus labios y pisó fuerte al ver que no podía liberar su poder con tanta facilidad como creía.
El sonido de su zapato golpeando la fina madera pulida, resonaba haciendo ecos. Tanto que todos se sintieron extrañamente mareados.
—Soy yo o todo parece estar movien-
Se detuvo en seco, al darse cuenta de que esto se trataba de un movimiento telúrico.
—No, esto es…. ¡Un terremoto! —dijo Mía, con las manos tomadas junto a su pecho, moviendo la cabeza desesperadamente de un lado para el otro.
Aunque era demasiado leve como para considerarse un terremoto, es más bien un sismo. Ella lo llevó al extremo.
Con una expresión molesta y sus labios apretados con fuerza por la vergüenza, Cloe regresó a su sitio en silencio.
La siguiente en pasar al frente fue la tímida Alice, que había juntado un poco de valor para hacerlo gracias a los ánimos de Lisa y Ema.
Por un instante, mientras se dirigía al frente, volteó a verlas. Ellas la estaban alentando como un grupo de porristas.
—¡Vamos Alice! ¡Tú puedes! —dijo Lisa.
—¡Creemos en ti Alice! —acompañó Ema.
—¡Alice! ¡Alice! ¡Alice! —corearon.
—Exageradas… —murmuró Neón.
Ella sonrió y se devolvió contra los objetivos, extendió la mano y puso la otra junto a su pecho. Apartó la mirada un poco, tal vez por temor a lo que sea que fuese a suceder frente a sus ojos. Se concentró en canalizar su poder en la palma de su mano.
A escasos centímetros de su palma se comenzó a concentrar la humedad que había en el ambiente, hasta formarse una esfera que aumentaba su tamaño, lo estaba logrando. Creció y creció, hasta cierto punto. Entonces, la gran burbuja estalló repentinamente como un globo de agua arrojada contra ella. Se empapó hasta los pies.
—Buen intento Alice, pero se necesita firmeza para mantener bajo control el poder que liberas. —agregó el Guardián, quien parecía estar disfrutando esto.
Sintiéndose derrotada, una débil y empapada Alice, regresó con el grupo de chicas.
—Lo-Lo lamento…
Pronunció esas débiles palabras en un tono extremadamente bajo. Aun así, las chicas lograron escucharlo.
—No te preocupes por eso Alice, lo hiciste bien. Lograste hacer una burbuja bastante impresionante, ¿Podría ser que tú… —le hizo una mirada juguetona, instándole a confesar —. estuvieras practicando en secreto?
Alice se encogió de hombros y empezó a juguetear con sus dedos haciendo símbolos extraños, tratando de evitar la pregunta. Las miró a ellas y miró sus dedos un par de veces y entonces trató de negarlo.
—N-No-
Antes de que pudiera terminar, Ema la interrumpió.
—Así que sí, eh. Bueno todos aquí parecen tener cierto grado de experiencia con sus poderes, incluso tú Lisa. —dijo volteando a verla.
Lisa no se lo esperó y lo negó casi de inmediato para protegerse.
—No, no. Te equivocas, no es así en absoluto…
—Umh… No sé por qué se esfuerzan en negarlo. Alguna vez deberíamos hablar de cómo fue eso para cada una de nosotras, me refiero a… la primera experiencia.
Ambas, Alice y Lisa parecieron conmocionadas ante ese comentario que se oyó fuera de lugar o eso en su imaginación fugaz. Su mente las llevó a parar lejos de la conversación. Sus rostros se pusieron como tomates.
Ema lo notó rápidamente y se explicó para traerlas de vuelta a la órbita de la conversación.
—Estoy hablando de nuestros poderes, nuestra primera experiencia sobre algo desconocido que ni sabíamos que podíamos hacer hasta hace algún tiempo. Pero en qué están pensando ustedes chicas.
Insinuó mirándolas extrañas de sus reacciones poco sutiles e imaginación pícara.
—No, en nada, no pensábamos en nada ¿Verdad Alice?
La llamó para plantar una sólida defensa contra el asedio de Ema, pero ella no la apoyó. Parecía estar perdida en sus propios pensamientos.
—Ku… ¿Es así? —agregó para molestarla.
—Por favor ya basta, fuu~ —le dijo, atacándola con sus manos por todos lados, exigiendo que se detenga.
—Jajaja, ya, ya, está bien. Tú ganas, para, para…
Se cubrió con la espalda para evitar que tocara algún punto débil de su cuerpo y estallara en risas llamando la atención de todos.
—Alice, ¿No planeas sentarte? —dijo el Guardián llamándole la atención.
—Yo aún soy virgen… —susurró en voz baja.
—¿Dijiste algo? —le preguntó, no oyéndole bien.
Se exaltó ante el llamado de atención que recibió mientras fantaseaba desvergonzadamente.
—¡NO! Yo… no dije nada…
El cómo y cuándo comenzó su amistad es un misterio, pero se llevaban muy bien.
Tras esa breve respuesta, Alice dejó caer su trasero contra el suelo. El sonido húmedo de su falda contra la madera llegó a los oídos de su amiga, quien actuó de inmediato.
—Guardián, no tendrá una toalla o algo para secar a Alice, podría enfermarse si se queda así —dijo Ema levantando la mano.
Obviamente se está refiriendo a su capucha, pero el Guardián no mostraba signos de querer entregársela.
—Me temo que no es posible, pero con esto debería bastar.
Acto seguido, extendió su mano hacia Alice y la envolvió en un campo de energía que la hizo sentir cómoda y calentita. El frío de su cuerpo se empezó a esfumar gradualmente, tal vez hasta su ropa se seque para cuando el entrenamiento termine.
—Bueno, con eso resuelto… ¿Quién será el siguiente?
Ema miró a Alice y le preguntó cómo se sentía.
—¿Estás bien? ¿No sientes frío?
Alice negó con la cabeza, entonces Ema dejó que el Guardián continuara con la exposición de habilidades sin rechistar.
—Entonces, me gustaría ser la siguiente. —dijo Lisa.
Contoneándose sus cabellos dorados, pasó al frente.
Extendió su mano y canalizó los haces de luz en su palma, pero a la hora de lanzar ese poder, este hizo un extraño rebote hacia atrás, como si hubiese chocado con un espejo invisible suelto en el aire.
El potente rayo de luz impactó contra un desprevenido Max, quien voló por los aires hasta parar contra un árbol.
—Aaaa-aahh-ahh…
Su voz temblorosa se escapó de entre la comisura de sus labios. Estaba profundamente avergonzada por lo ocurrido e incurrió en disculparse repetidas veces, inclinándose en su dirección.
—¡Lo siento Max! ¡Lo siento! ¡Lo siento!…
—E-Etoy yiee-ennn… —dijo un atolondrado Max, quien se levantó un segundo solo para decir eso pretendiendo no haber recibido daño, para luego desplomarse contra el frío y duro suelo.
—Lo siento…
—Tal vez no se hubiera desmayado, si ese en realidad fuese un árbol y no uno de los cañones de Nova. —agregó el Guardián tomándolo del brazo y arrastrándolo de vuelta a su sitio.
Todo esto mientras Lisa se disculpaba aún con más fuerza.
Alice dejó salir una pequeña carcajada ante toda esta situación. Lisa lo notó y sonrió con ella, aunque sus ojos denotaban vergüenza.
Los siguientes fueron Holly, Neón, Ema y Harry. Todos ellos fallaron en la liberación de sus poderes. Les pasó lo mismo que a Cloe en esa ocasión.
Llegados a este punto, tomaron un pequeño descanso para estirar las piernas y tomar un poco de aire.
No perdieron tiempo y se acercaron los unos a los otros para charlar y matar el tiempo.
Cloe, a lo lejos, desde una de las esquinas se paró a observar.
—Pensé que al menos podría concentrar mi poder. Debe ser por el sol… si, eso debe ser. —dijo Neón seguro de sus palabras, mientras se cruzaba de brazos pretendiendo ser cool.
—¡No eres un vampiro! —agregó Mía, que llegó a escucharlo.
—¿Eeeh? —Neón exhaló con desilusión.
—Sus poderes se pueden materializar en cualquier lugar, ellos no se ven afectados por el medio que los rodea. Incluso en el vacío del espacio pueden usarlos. —dijo el Guardián.
Sus últimas esperanzas de excusarse se esfumaron de golpe, pero al mismo tiempo, sintió la confianza de que podría hacerlo en cualquier otro momento.
Por otro lado, mientras se relajaban, al otro lado del bullicio en una de las esquinas de la maloca, Zane estaba descongelándose y a su costado Max se encontraba tendido en el piso. Es sorprendente como nadie les presta atención a estos dos.
El Guardián se acercó a ellos y utilizó el mismo poder que usó en Alice, para que Zane empezará a descongelarse y luego se alejó sin entablar una conversación.
El agua escurriéndose por el témpano de hielo hizo camino hasta el inconsciente de Max, poco a poco formó un gran charco a su alrededor.
—Se terminó el descanso. Reúnanse. —los llamó el Guardián al centro.
Reunidos alrededor de él, llamó al siguiente.
Los pantalones húmedos de Max lo despertaron de su subconsciente. Rápidamente se puso de pie, exigiendo explicaciones.
—¿Qué diablos pasó? ¿Por qué tengo los pantalones mojados?
Siguió el charco de agua con la mirada para comprender la situación y vio al congelado de Zane con la mitad izquierda libre de su prisión de hielo.
—¿Por qué aún sigues congelado? ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?
Zane movió la mano como si lo hubiera escuchado.
—Max, tú serás el siguiente.
—¿Eh? Aah… Claro…
Le pareció extraño que el Guardián se fijara en él, ya que no estaba prestando atención a lo que sucedía a su alrededor. Su charla con Zane debió ser muy llamativa.
No tuvo más remedio que aguantar las ganas de reír, después de semejante escena cómica. En otro momento se acordará de eso y se reirá hasta no más poder.
Se quitó el polvo de encima y una que otra ramita que tenía adherida al cabello antes de pasar al frente.
Tomó un respiro profundo y se concentró.
—Bien, tranquilo… —se dijo a sí mismo para apaciguar los nervios.
Permaneció en silencio mientras pensaba en una forma especial y épica de hacerlo.
—Tal vez debería intentar algo así…
Se colocó en una posición un tanto inusual, como la de un mago a punto de lanzar un hechizo muy poderoso. Tras extender la mano con total actitud, exclamó:
—¡Rayo!
Tras esa pintoresca demostración, nada sucedió.
Volvió a repetir la palabra "Rayo" reiteradas veces, pero pese a sus esfuerzos, nada sucedió.
—Ahhggg… Maldición, por qué no está funcionando… —dijo, pensando que, repitiendo esa palabra y con esos movimientos, volvería a suceder lo mismo que antes.
Optó por un método tan extravagante que lo llenase de coraje y ocultase la oscuridad que en su corazón guardaba. Los recuerdos de su primera interacción con sus poderes, no fue tan grata. Creyó que con esa extravagancia sus poderes fluirían como antes.
El miedo que en el fondo sentía, no se lo permitió y nada sucedió.
—Mejor deberías sentarte, no deberías gastar fuerzas en algo tan inútil, Max. Ahora es mi turno…
Le dijo una voz femenina que llegó desde su costado, no supo quién era hasta que se dio la vuelta.
Con sus blondos cabellos rojos como el fuego y suaves como los pétalos de una rosa, que irradiaban enérgicamente la emoción incontenible que no se molestó en ocultar.
Mostrándole una sonrisa radiante, fue Mía quién se lo ordenó.
Max comprendió rápidamente que, si seguía con esto, denigraría su imagen más de lo que ya estaba. Aunque se quedase, sabía que no lograría ningún resultado.
Aunque un poco sacado de onda, Max le hizo caso y regresó a su sitio.
El Guardián aceptó el intercambio sin decir ni una sola palabra, pero en ese rostro taciturno, vio algo de su yo del pasado. No era el momento para hablar y solo lo observó sentarse al fondo del grupo.
Por su rostro iluminado de la emoción y el comportamiento deslumbrante que Mía mostraba, hacía sospechar que algo iba a demostrar en breve. Si no fuese así, entonces simplemente estaba siendo descuidada.
Mía sonrió y extendió la mano con una delicadez exquisita.
Mostró su palma y en un parpadeo hizo aparecer una bola de fuego, de una flama de un intenso color azul. Era hermoso como un zafiro, tan radiante como una estrella y tan viva como su espíritu incandescente.
Tiró su mano hacia atrás e hizo un movimiento como el de un pítcher preparándose para lanzar la bola, su rostro se tensó y la bola de fuego salió disparada a gran velocidad hacia el objetivo. Un lanzamiento espléndido en todo sentido, desde su ejecución hasta el lanzamiento.
La bola voló en línea recta e impactó justo en el blanco.
*¡PAM!
El objetivo cayó al suelo y se tambaleó. Solo el sonido vibrante del metal contra el suelo resonó en el silencio, ante la mirada incrédula de todos los presentes. Solo el Guardián permaneció imperturbable.
En su rostro, una sonrisa de oreja a oreja se dibujó. Satisfecha de su demostración y orgullosa de sus habilidades.
Algo así no se consigue de la noche a la mañana, su proyección y control eran estupendos, sin igual hasta el momento.
Ella había entrenado por su cuenta las noches anteriores a este momento, justo después de su primera interacción con el Guardián. Producto de su esfuerzo son estos magníficos resultados.
—¡Siii! ¡Si! ¡Lo hice! ¡Lo hice! —dijo dando saltitos circulares en su sitio.
—Suertuda… —agregó Zane, a quien ya se le había descongelado la cabeza.
Ese tipo de comentarios no se puede evitar, pero por el tono como lo dijo, claramente no iba por ese lado. Sino más bien lo que él trataba de decir era "estaba cerca, pero mi suerte me abandonó", atribuyéndose así el fracaso a un azar de la vida.
Mía pudo o no comprenderlo, simplemente sonrió como una estrella y tomó asiento.
El siguiente y último de todos fue Marcus, quien rápidamente comprendió su posición y actuó por su cuenta sin que se le dijera palabra alguna.
Se levantó de su sitio lentamente, mientras se acomodaba los lentes por el puente. Su corbata negra, floja, se contoneaba de un lado a otro.
Caminó hasta donde la distancia entre él y los objetivos era la adecuada.
Entonces, extendió su mano derecha y postró sus ojos en el objetivo a la derecha del que Mía había derribado. Se concentró y sin mostrar mucho esfuerzo, frente a su palma se formó una bola de fuego cuya llama ardía en un intenso y bello tono carmesí.
Entonces, flexionó los tríceps para aplicar una fuerza de empuje bastante poderosa.
*¡BANG!
El sonido seco asaltó sus oídos y la bola de fuego fue impulsada como a una bala de cañón.
La onda sacudió su cabello, mientras la bola de fuego dejaba una estela roja hacia el blanco.
El objetivo retrocedió unos centímetros antes de desplomarse. El Guardián tomó nota y observó en silencio.
—¡Eso fue increíble Onii-sama! —dijo Mía, como si eso fuese del saber común.
Una bomba fue soltada sobre los conmocionados, antes de que estos pudieran recuperarse de esa demostración.
En todo el tiempo que llevan de conocerse, ella nunca se refirió a él como su "hermano". No que recuerden haberlo escuchado.
Mía se levantó para recibirlo orgullosa con las manos junto a su pecho, mientras sus ojos color café brillaban como los de un niño.
—Uhm… ¿U-Ustedes son hermanos? —dijo un confundido Max, mirando hacia ella.
—¿Eh? Pensé que todos lo sabían.
Se mostró aturdida al ver que casi nadie se fijó en lo obvio, pero hacerlo de forma descuidada podría resultar incómodo para ambas partes. Comprendiendo esto, Mía comentó de forma burlona.
—¿No se nota el parecido? —dijo tomando a su hermano del brazo, mientras este trataba de sentarse queriendo pasar desapercibido.
No lo logró y se quedó a cumplir los caprichos de su hermana.
Max volteó a ver a los demás para estar seguro de no ser el único que no lo sabía, no fue así. Por sus expresiones, solo las chicas lo sabían y solo los chicos no eran conscientes de esto.
—¡Oh! Así que no todos lo sabían, eh... Bueno, supongo que es un buen momento para decir que somos mellizos. —dijo mostrando la mitad derecha del Diamante Elemental de Fuego, al mismo tiempo que Marcus mostraba la otra mitad.
Así, de la nada, otra bomba les explotó en la cara.
Ahora Mía ante sus ojos parecía un boxeador metiendo un gancho tras otro, sin dejar que su rival se recupere para ponerlo contra las cuerdas.
—¿Mellizos? eh… uhm… Ahora que los veo bien, si se parecen.
La mirada curiosa de Ema, examinándolos de principio a fin, causó cierto nerviosismo en el apuesto joven de revueltos cabellos rojos.
No pudiendo resistirlo más, él se dirigió a ella con cortesía.
—Por favor, deja de hacer eso.
Por un instante se quedó perpleja, pensando a lo que se refería. Tal vez ella estaba siendo muy invasiva, metiendo sus narices de forma tan desvergonzada. Comprendiendo esto, ella parpadeó dos veces y se disculpó.
—Oh, lo siento. No era mi intención incomodarte.
—No te preocupes Ema. Mi hermano suele ser tímido con las chicas lindas.
—Oh, ya veo. Entonces es ese tipo de chico, eh. —dijo con perspicacia.
Marcus trató de negarlo, pero se contuvo, pensó que eso era demasiada molestia y evadió el tema.
4
Como el entrenamiento culminó. Todos se agruparon alrededor del Guardián, quien tenía toda su concentración puesta en los datos del papel. Tras un breve silencio, comentó.
—El día de hoy todos lo hicieron bastante bien. Estoy algo sorprendido con el desarrollo sobresaliente de algunos, felicidades. Para aquellos que no obtuvieron resultados, no se preocupen, con más entrenamiento y teniendo en mente todo lo que les expliqué. Eventualmente deberían poder hacerlo a voluntad.
Cada uno era consciente de cómo se había desempeñado en esta prueba. Aquellos que creían que lo lograrían previo a resultados anteriores, fueron los más afectados por fracasar.
El estado de ánimo se ensombreció.
Había en el aire, una duda persistente que nadie se atrevía a saciar.
Contra viento y marea, una figura atravesó el estado de ánimo sin inmutarse. Su piel morena era acariciada suavemente por su falda que se contoneaba suavemente alrededor de sus muslos.
Esta chica, Cloe, tenía una expresión seria y penetrante. Era capaz de pasar por encima de los sentimientos de los demás. Su aura violenta daba la impresión de no estar contenta con sus resultados.
Marcus, quien la vio venir desde su periferia, se apartó y la dejó pasar.
Parada frente al Guardián, hizo la pregunta que nadie se atrevió a decir.
—Me gustaría saber cuáles fueron mis resultados en esta prueba, y cuán mejor del resto quedé. Es imperante para mi saberlo.
Lo que Cloe trató de decir, es que, en un grupo como este, con resultados como ese, es inevitable que no haya una jerarquía de quienes son los mejores y peores.
—Me temo que no es posible. Son datos que no te concierne saberlo y aunque te lo dijera, tampoco podrías entenderlo.
—Yo, necesito saberlo. —insistió aún con más fuerza.
—Comprendo lo que tratas de decir, pero para mí todos ustedes son larvas sin capullo. No hay buenos ni peores, todos están en el mismo rango y eso no cambiará si te doy las respuestas que buscas.
La postura firme del Guardián no se tambaleó y se mantuvo fiel a sus ideales en todo momento.
—Eso no tiene sentido, si todos estamos en el mismo rango, ¿Cómo pretendes entrenarnos para desarrollar nuestro máximo potencial o acaso planeas retrasar el desarrollo de los sobresalientes?
—Permíteme responder a tu pregunta con otra pregunta. Si tuvieras dos niños frente a ti, y que, de alguna forma, tú conocieras el potencial maravilloso que cada uno posee, pero que, a la vez, solo uno de ellos se destaca por el simple hecho de que aprendió a caminar, mientras que el otro apenas sabe gatear ¿Qué pasaría con ese niño entonces? Lo dejarías a su suerte e ignorarías por completo esa información que posees.
La joven se quedó en silencio meditando estas palabras, pero el Guardián no se iba a conformar solo con eso y lanzó el golpe de gracia.
—En este caso, ¿Qué pasaría con los demás? ¿Los dejarás a su suerte siguiendo egoístamente tus intereses?
Cloe no dijo ni una palabra, parece ser que se rindió. Comprendió que no iba conseguir la información que tanto deseaba de este hombre. Apretó los labios con fuerza y se retiró en silencio, pero en ningún momento bajó la cabeza. Aún en estos momentos de derrota se mantuvo digna.
El Guardián dejó que tomaran un respiro de la situación, antes de dirigirse a ellos nuevamente.
—Con esto terminamos el entrenamiento de hoy. Ya pueden regresar a sus casas.
Dada la orden todos se movilizaron rápidamente para formar una fila.
—Bien, estamos listos. —señaló Max.
—¿Hmph? Listos para qué exactamente... —fingió hacerse el tonto, respondiendo de esa manera.
Max se dio cuenta de algo que no estaba tratando de ocultar. Le preguntó entonces para el saber de todos.
—¿No nos teletransportaras el día de hoy?...
Clara y directamente, él le respondió.
—No. Hoy regresarán caminando a sus casas.
—¡Quéééé!!!!
—¿Por qué razón es eso ahora?
Cloe escupió esas palabras cruzándose de brazos.
—Porque les hará bien caminar. Por esta ocasión, no veo motivo alguno para regresarlos de inmediato. Así que, disfruten de su caminata. Hasta mañana.
Para estas situaciones, lo que dice es cierto, estirar las piernas y despejar la mente les hará bien.
Aunque no querían hacerlo, lo aceptaron.
Los chicos se despidieron del Guardián y regresaron a la cabaña. De allí, bajaron por el sendero donde una situación inesperada ocurrió.
—Espero llegar a casa antes del mediodía. Ya me está dando algo de hambre. —dijo Harry, mientras realizaba movimientos circulares en el abdomen.
—¿Vives muy lejos? —le preguntó Max, volteándose para que comprendiera que estaba hablando con él.
—Desde aquí queda más lejos que desde la escuela. —le respondió, haciendo un gesto de comparación con la cabeza.
Mientras ellos conversaban, Cloe, que venía tras ellos, tenía la mente perdida en sus propios pensamientos.
—Tsk, que sujeto más desagradable. Si lo que dijo fuera cierto, tendría que ser un vidente o un aplicado en la materia. Tampoco me creo el hecho de que todos estemos al mismo nivel, si eso fuera cierto ¿Cómo es que ellos lo hicieron parecer tan fácil? No lo comprendo. —pensó, mientras observaba al dúo de hermanos que caminaban más adelante que ella.
Por su descuido, inadvertidamente pisó en falso y se fue para adelante.
Max que no le había estado prestando atención, fue arrastrado por ella. Los demás fueron empujados hacia los lados y el revoltijo de sus cuerpos rodó colina abajo.
Rodaron por la pendiente hasta que finalmente se detuvieron unos metros más adelante. Cuando finalmente se detuvieron, Cloe terminó encima de él, en una posición comprometedora.
Un poco adolorida, se tocó la cabeza con la rara sensación de algo presionando sobre su pecho.
—Grr… Lo–
Se detuvo al notar que sus pechos cubrían el rostro de Max, quien poco a poco se desvanecía en su afán por respirar.
La chica de piel morena se sonrojó de vergüenza y su ceño se frunció. Sin pensarlo dos veces, se levantó de un impulso mientras se cubría con la otra mano.
—¡¡MAAX!!... ¡PERVERTIDO!
Max tomó una bocanada de aire y lo siguiente que pasó, fue que recibió una tremenda cachetada que le hizo ver las estrellas por un momento.
—¡Ayayay! Eso me dolió… ¡¿Por qué fue eso?! —le preguntó lanzándole una mirada intensa, sin tratar de ocultar el dolor que ardía como el infierno brotando de su mejilla hinchada. La cual no quería ni tocar.
—Te lo tienes bien merecido. —le respondió dándole la espalda.
—¿Por qué me pegas si fuiste tú la descuidada que cayó sobre mí? —le replicó sentado en el suelo.
—Eso no importa ¡Pervertido! —concluyó y se fue molesta.
Max se quedó confundido de lo que había pasado, mientras la veía alejarse. Cuando la zona era segura, Harry se le acercó y lo ayudó a levantarse.
—Y… ahora eres el pervertido del grupo. Bien hecho.
Una broma de mal gusto, y no iba a ser la única.
—¡No soy un pervertido! ¡Fue un accidente! En el cual, YO no tuve nada que ver.
Las chicas no vieron quien empujó a quien, y se notaban un tanto confundidas y distantes, incluso Lisa.
Ya que todos aún no se conocían muy bien, se daba por hecho el juzgar libremente a cualquiera del grupo. Más aún si eras chico. Como lo único que vieron, fue a Max bajo sus pechos, las chicas lo calificaron como "el pervertido" del grupo.
—Que pervertido Max. Hacerle algo así a Cloe, eso pudo ser peligroso y solo para satisfacer tus repulsivos impulsos. Despreciable…
Dejando esas contundentes palabras atrás, Mía y el resto de las chicas formaron un grupo y continuaron bajando.
—No creí que fueras de esos Max. —dijo Neón burlándose de él.
—¡Fue un accidente! ¡¿Qué no viste?! —le dijo, porque él iba detrás de ella.
Neón le hizo el gesto de que guardaría silencio y continuó bajando.
—¡Sí! Claro. Te creemos… —dijo Marcus de forma sarcástica y siguió bajando.
—Deben estar bromeando… Todos ustedes lo vieron ¡Traidores!
Luego, Zane le dio una leve palmada en la espalda, diciendo.
—Bien hecho.
Le mostró una refrescante sonrisa y se adelantó con los demás.
—O tienes una suerte muy mala o una de las mejores. Lo cierto es que no queremos hacer enojar a las chicas, lo siento amigo.
Concluyó Harry en voz baja para que no lo escucharan las chicas.
Max se resignó y junto a Harry, se unieron al grupo de chicos.
El comienzo de la colina y el final de la ciudad estaba delimitado por una hilera de vallas de acero de patrón entrecruzado de metro y medio de altura, que se erguían desde una base de hormigón celeste de un metro de altura aproximadamente.
Ambas locaciones, únicamente estaban conectadas por un portón que hacía juego con las vallas y que, durante gran parte del día permanecía cerrado con el letrero de "Prohibido el pase" pegado.
Los chicos abrieron el portón tirando del pasador de la cerradura y continuaron tras cerrarla nuevamente.
Se mantuvieron en grupo hasta que llegaron a una intersección, donde sus caminos se dividieron.
En grupos más pequeños, tomaron caminos separados. Max fue con Lisa, Marcus con Mía, Zane fue con Harry y Ema se fue junto con Alice y Holly.
La belleza del trío de chicas era cautivadora, armonizaba en matices multicolor. Tres personalidades distintas, pero a la vez similares entre sí, formaban parte de un todo y del ahora. Era como ver al mundo y que el mundo te sonriera.
—Bien, nos vamos. Hasta luego, y ni se te ocurra hacerle cosas horribles a Lisa o te las verás conmigo.
Lo amenazó Ema mientras se despedía con la mano y una sonrisa atrevida.
—¡No lo haré!
La única que prefirió irse por su lado fue Cloe, y Neón al ser el único que quedaba, se conformó con regresar solo.
—Hmph… Una caminata tranquila y solitaria de regreso a casa. —dijo vislumbrando el camino que debía recorrer.
Metiendo las manos en los bolsillos, él se fue.
El ligero correr del viento impregnaba la ciudad con la frescura y el olor del mar.
Cada suave respiración era acompañada por el bamboleo de su blanca falda que se mecía sobre sus tersos muslos. Era un deleite visual como ningún otro, uno que Max no podía evitar ver.
Los cabellos dorados y la sonrisa radiante de la joven hacían que se ruborizara con tan solo mirarla. Por ello, decidió dirigir la mirada hacia otra dirección, hacia abajo, pero esto no mejoró la situación en lo absoluto.
Ahora se encontraba en esa situación, en la que su corazón se acelera más y más con cada paso, y él trataba de evitarlo con todas sus fuerzas.
Debido a que el camino que inicialmente iban a tomar estaba bloqueado por las reparaciones, se vieron obligados a tomar una desviación hacia la playa. Así es como llegaron a esta situación.
—¿Te pasa algo Max? —preguntó Lisa notándolo afligido.
—Ah… No, no. Estoy Bien, n-no es nada… —negó sin mirarla a los ojos.
—Hmm… Tienes la cara roja ¿En serio estás bien? —dijo tomándole la temperatura —. Si es por lo que sucedió con Cloe o lo que dijo Ema, no tienes de qué preocuparte. No creo que seas así realmente.
Como Max no quería verla a la cara, bajó su mirada y vio a hurtadillas a través de su blusa por equivocación. Pudo ver entonces su piel blanca, suave, húmeda y con pequeñas gotas de sudor deslizándose entre sus pechos.
Su temperatura se elevó hasta las nubes, a tal punto que perdió el conocimiento.
—¡¡¿MAAAXX…?!!!
R.I.P.
Una briza veraniega recorría el malecón llevándose los latidos, suspiros del alma, de un joven avergonzado que habría sus ojos y se encontraba patidifuso de lo que ante él veía.
La belleza entrañable de una joven de brillantes cabellos, que dormía tranquilamente sentada en una banca a la sombra de un gran árbol.
Max, echado sobre su cálido regazo, sonrió cautivado.
—Vea por donde la vea, ella es hermosa… —pensó.
No sabía las circunstancias que lo llevaron a estar en esa posición, pero se sentía en calma, era como estar en el cielo. Tal vez había muerto y un ángel le cumplió su último deseo.
Lisa se sacudió un poco, despertándose de su letargo. Tal vez porque se dio cuenta de que se había quedado dormida o tal vez al sentir que la observaban fijamente.
Ella miró a Max y luego le sonrió gentilmente antes de expresarle su alivio.
—Que alegría que estés bien Max. Sufriste una descompensación repentina y te desmayaste.
—¡Ah! ¿Eso fue lo que pasó?… —dijo levantándose de su regazo y acomodándose a su costado —. Lamento las molestias que pude haberte causado, Lisa.
—Hmm… No te preocupes, no fue nada. Te ayudaré en todo lo que pueda, estoy… en deuda contigo.
Jugó con sus manos metidas entre sus muslos, antes de verle a los ojos, sonriente y avergonzada.
Contemplando ese bello retrato de la juventud, Max hizo un leve gesto de asombro al darse cuenta de algo en su apariencia. Acto que realizó para no quedarse exhortó en su hipnotizante belleza.
—¿Aún no lo reparaste?
Se tocó el cuello para hacerle entender de lo que estaba hablando.
—Tu collar ¿Aún no lo reparaste?
Repitió nuevamente para que lo entendiera.
—Ahh, eso… Tuve que rehacer toda la pieza. Solo pude reutilizar el broche. Además, no tenía el calibre y tipo correcto de eslabones que necesitaba. Aaaahh…, bueno. —suspiró con pesadez.
Miró hacia abajo y luego hacia él, antes de proseguir con un tono cansado.
—Pensaba en ir a comprarlos a la tienda ayer, pero… con lo del incidente, no se pudo. La tienda se vio afectada y no abrirá hasta después de la reconstrucción de la ciudad.
—Que desafortunado…
—Ya sé….
Bajó la mirada y se encogió de hombros resignándose a aceptar el hecho, pero no mostraba intenciones de rendirse. Algo que Max pudo comprobar con lo siguiente.
Dejó de esconderse bajo sus pesados hombros y se mostró radiante.
—Así que por el momento me verás sin collar, y hasta que la tienda abra… me esforzaré en diseñar una base más cómoda para mí…
—Oye, Lisa…
Max se levantó del banco diciendo firmemente, unas palabras simples, que por la forma como las dijo, se mal entendió y distorsionó en la cabecita de esa afable doncella.
—Te llevaré a casa.
Él no la miró a ella, porque sabía que era vulnerable a su encanto. Miró despreocupado hacia el horizonte.
—¡¿Eh…?!!! Lle-llevarme a… ¡¿casa?!
No venía a cuento que él dijera algo así en estos momentos, su mente divagó.
Inconscientemente se encogió de hombros en aquel banco, mientras sus mejillas se tornaban rojas como un tomate y vapores tenues se elevaban desde su cabeza.
Max notó lo que sus descuidadas palabras causaron en la joven y sin pensarlo dos veces aclaró el malentendido.
—L-Lo que quiero decir es… Me refería a que te acompañaré hasta tu casa, ergo, te llevaré a casa. —dijo haciendo una comparación ficticia con las manos.
—¿Mi casa? Ahhh… ya veo. Lo siento, Lo siento… —dijo disculpándose.
—Ehhh… Porque te disculpas, después de todo es lo mínimo que puedo hacer por ti.
Él no entendió el motivo detrás de sus disculpas y ella el de sus palabras.
Lisa asintió con una sonrisa, se levantó del banco, se giró hacia él con el intrépido contoneo de su falda, y le dijo:
—¿Nos vamos?...
Él aceptó su petición sin más rodeos y juntos continuaron por el malecón.
5
Después de haber dejado a Lisa en su casa, Max llegó a la suya y se dio con la grata sorpresa de que esta estaba reconstruida casi en su totalidad.
Entró a la casa y corrió hasta la cocina donde se encontraba su madre terminando de preparar el almuerzo para preguntarle al respecto.
—Ya regresé, mamá.
—Bienvenido hijo. Te tardaste mucho, ¿Fuiste a ver a alguna chica? —agregó con picardía, mientras batía el cucharón en la olla y agregaba una pizca de pimienta.
—¡¿Eh?! N-No… Solo fui a caminar a la playa…
Aún sin verlo, ella fue capaz de percibir el nerviosismo en la voz de su hijo.
—Hmm… Ya veo… la playa, eh... —dijo incrédula.
Tapó la olla y le miró a la cara. Sus labios estaban resecos y su nariz un poco enrojecida, producto de la quemadura del sol, pero sus pies estaban limpios, sin siguiera algún rastro de arena. Prueba de eso es que haya entrado a la casa sin preocuparse de ello.
Por deducción, su madre determinó que su hijo estuvo bajo el sol, pero no en la playa precisamente.
Max notó la mirada perspicaz de su madre, atravesándole el cuerpo cual rayos equis, desentrañando sus mentiras.
Rápidamente cambió de tema, para evitar las preguntas que podrían surgir con el pasar del tiempo.
—Por otro lado… ¿Ya repararon la casa? Está casi mejor que cuando nos mudamos.
—Oh, eso…
Fingió no darse cuenta de lo que hizo y le siguió el juego.
—… Vinieron después de que te fuiste. Aunque no está reparada del todo. Falta que reemplacen el módulo del segundo piso. Como no tenían de esos, se fueron.
Hizo una breve pausa y suspiró pesadamente apoyando su cara en el hueco de la palma cruzando el brazo.
—Me dijeron que lo traerán por la tarde, fuuu~
—Bueno, eso… Me sorprende lo rápido que reconstruyeron el vecindario.
—Todo se trata de eficiencia... En fin, ¿Ya quieres almorzar? Debes estar hambriento después de esa "caminata por la playa". —dijo moviendo el cucharón en mano de lado a lado, de forma pretenciosa.
—Sí, por favor. Algo huele muy bien desde que llegué ¿Qué preparaste mamá? —dijo disponiéndose a levantar la tapa de la olla, para ver lo que en su interior contenía.
—¡Alto ahí! —dijo deteniendo con el cucharón el levantar de la tapa —. Primero ayúdame a poner la mesa, aún no está listo.
Max aceptó gustoso y comenzó a tomar platos de la alacena para que, posteriormente, su madre sirviera cada uno de los aperitivos. Dejando para el final el contenido de aquella olla. Un plato de su especialidad.
De uno en uno los colocaba sobre la mesa, un trabajo laborioso que sería bien recompensado con el estofado de res que su madre había preparado.
—Se ve bien. Comamos antes de que se enfríe.
EL joven instó a su madre a tomar asiento para que pudiese comenzar a degustar ese plato especial.
Tragó saliva y tomó un bocado de su tazón, para luego llevárselo a la boca.
El brillo de la salsa deslizándose lentamente sobre la carne, tierna y blanda, como si se fuera a deshacer con tan poco, una mordida. Invadiendo ese inmaculado arroz de granos perlados, se veía muy apetitoso.
El picante aroma cosquilleando su nariz, le hizo recordar momentos casi nostálgicos de su niñez, puesto que había pasado un buen tiempo desde la última vez que lo probó.
No podía esperar ni un segundo más y llevándoselo a la boca, agradeció.
—¡Itadakimasu…!!!
Tras un pequeño bocado, se sumergió en un mundo de exquisitez y se perdió en el mundo de lo sabroso. Umami.