Darío era un joven de dieciocho años que había salido recién del orfanato. Fue el día más feliz de su vida. Su infancia había sido fuertemente marcada cuando su padre lo dejó allí cuando apenas tenía cinco años. Su infancia hasta su adolescencia le fue muy difícil. Y no solamente por el abandono de su primogénito. Si no que los abusos constantes lo dejaron con profundas heridas en su alma.
Al salir por la puerta, y sin mirar atrás, creyó que el pasado quedaría atrás. Pero no. Sus sombras lo seguirían por el resto de su vida.