Después de la fiesta, cada uno de los cinco hombres que acompañaban al abuelo se presentaron a Adrián.
Adrián escucho cada uno de sus nombres, pero del único que tomo más en cuenta.
Fue el de la mano derecha del abuelo.
"Mi nombre es Sam, solo llámame viejo Sam, el anciano y yo somos buenos amigos" – Era un hombre de mediana edad, el cual tenia grandes músculos, y una prominente barbilla, se reía mucho con el Abuelo cada vez que podía.
Del Viejo Sam no había nada especial, solo que, por sus fluctuaciones, podía sentir que era solo ligeramente inferior que el Abuelo.
Adrián también se presentó ante todos.
"Soy Adrián, tengo siete años y es un placer conocerlos" – Todos le saludaron al unisonó, mientras seguían comiendo y bebiendo.
Realmente fue una gran fiesta.
Al finalizar la noche, todos se quedaron dormidos.
Adrián había llegado a su cuarto, aunque se sentía muy raro verlo de esa forma, había pasado mucho tiempo viviendo en refugios que el fabricaba.
Los siguientes días, no pasaron muchos sucesos.
En la ciudad, las misiones se publicaban a diario, Adrián estaba tentado en recibir una, pero teniendo en cuenta que el viaje a la ciudad prohibida estaba cerca, no lo hizo, espero.
Después de los dos días, el equipo del Abuelo empezó su viaje, junto a Adrián y el Joven Ma.
"Hacia la ciudad prohibida" – Dijo en voz baja Adrián.
En ese lugar tenia la oportunidad de conseguir las plantas para el Boticario Gu, si todo salía bien, no temería mas por su vida al momento de cultivar.
En total siete personas salieron de la ciudad, todos tenían sus indicaciones, Adrián miro como el Joven Ma estaba muy asustado, y el Abuelo le había dado la misión de cuidarlo. Claro que nada era gratis, si todo salía bien, todos recibirían su pago.
Por el camino, Adrián también noto algunos cuerpos, pero estos cuerpos tenían todo el cuerpo con moretones, incluso en los huesos, era una vista muy terrorífica.
"A aumentado el número de muertos esta semana, y ahora más en el norte" – Hablo el viejo Sam al ver los cuerpos.
"Si, toda esta gente trato por todos los medios de escapar, algunos de ellos se llenaron de impurezas por sobrepasar sus límites, y de igual manera terminaron muriendo" – El Abuelo hablo, como si sintiera pena por estos muertos.
Ahora todos habían sido saqueados, y solo quedaban sus huesos.
Adrián ya sabía que había algo malo al cultivar, y eso aumento su determinación de conseguir tales plantas, incluso si era muy peligroso.
Siguieron caminando por más de un día, hasta que a lo lejos pudieron ver, el contorno de una ciudad en ruinas. Ahora había llegado la noche, armaron un campamento provisional, luego varias voces y gritos vinieron de la ciudad.
Incluso a lo lejos se podía notar que varios sucesos extraños se apoderaban de la noche.
Cuando Adrián regreso a ver, a lo lejos pudo ver, un ser gigantesco el cual vestía una túnica negra, y blandía un hacha hacia el suelo, provocando estruendos.
"Una anormalidad maldita, no lo veas mucho, pueden sentir tu mirada, y te dará un dolor en los ojos" – Aconsejo el Abuelo, al mirar que Adrián miraba a tal extraña entidad.
Mientras descansaban a su manera, Adrián miro la ciudad, aparte de las anormalidades malditas, también pudo ver cientos de animales comiéndose entre sí, a veces un pájaro gigantesco bajaba y el grito de varias personas resonaba.
Por el sur, algo borroso se presentaba, pero Adrián no lo podía distinguir. El norte de la ciudad estaba muy lejos, desde el sitio donde estaba Adrián, así que no pudo ver que había en ese lugar.
A la siguiente mañana todo el grupo estaba nuevamente en forma.
El Abuelo se reunió con todos y les mostro un mapa.
"Llegaremos en dos horas a la parte Este de la ciudad, ustedes tres nos protegerán de las bestias, mientras nosotros dos nos adentraremos para conseguir los tesoros junto con los muchachos, todos tienen sus órdenes"
Cuando el Abuelo hablo todos asintieron.
Justo en ese momento que todos se ponían en marcha.
Adrián miro un poco en la lejanía.
"Esa pareja está aquí" – murmuro Adrián, mientras notaba su presencia, parecía que ellos se dirigían a la parte norte de la ciudad. A la vez que varias bestias les empezaron a seguir.
Las ciudades prohibidas eran muy peligrosas, en las noches aparecían sucesos extraños, varias anormalidades empezaban a devorar a cualquier ser vivo.
Nadie podía escapar de ellas, algunos lograban sobrevivir escondiéndose como ratas.
En la mañana tenían que tener cuidado con les bestias que rodeaban toda la ciudad, estas bestias habían perdido todo razonamiento, y si no había nada que comer, se comían entre sí, además de que tenían gran fuerza y atacaban al mismo tiempo.
Había miles de ellas. Por lo cual el grupo del Abuelo se organizó rápido.
Todos empezaron a correr rápidamente, al entrar la ciudad.
Una bestia parecida a un lobo ataco desde arriba, pero fue traspasado por una espada, nadie se detuvo y siguieron en movimientos, quienes tenían que proteger al grupo, estaban en constante vigilancia.
Al lado de Adrián, el Joven Ma junto sus manos, como si estuviera suplicando que no le pasara nada.
Pasaron las horas, y llegaron rápidamente a las ruinas de un pabellón.
"¡Protejan la entrada!" – El abuelo ordeno, mientras los cuatro entraban a las ruinas.
Estaba este lugar muy oscuro, el Viejo Sam encendió una pequeña linterna. Mientras avanzaban rápidamente, no había tiempo de quedarse quietos.
Adrián siguió al abuelo, y al Viejo Sam, mientras vigilaba al Joven Ma.
Pronto llegaron a una habitación vacía. Delante de ellos había una puerta con varias restricciones.
"Esta vez romperemos todos los sellos" – El viejo Sam, miro al Abuelo antes de girar la lampara, de la lampara un poco de fuego dorado salió, acercándose hasta la puerta.
El Abuelo miro todo esto, y saco varias barras negras las cuales clavo por la puerta.
El fuego de la linterna poco a poco empezó a erosionar las restricciones, parecía que no eran tan fuertes o se habían debilitado por el paso de los años. Las barras negras se hundían cada vez mas adentro de la puerta.
Si esto seguía así, pronto la puerta se abriría. El viejo Sam y el Abuelo miraban con gran expectativa.
Pero en ese momento un gran retumbar sonó por toda la zona. El rugido de una gran bestia, cayo como un rayo en la cabeza de todos.