—Si no… ya sabes lo que va a pasar, ¿verdad? —La expresión de Alexander cambió de nuevo y ahora la miraba como si la estuviera desafiando.
—Pero Abigail mantuvo su posición y miró fijamente a sus fríos y helados ojos —Sí.
—Buena chica —Él sonrió, aparentemente divertido de nuevo.
—¿E-eso es todo? —Abi preguntó tímidamente, y cuando él respondió firme y sólido como una fría piedra —Sí, Abi se sintió aliviada pero de alguna manera, un poco dudosa. Esto era realmente inesperado.
—Notando la incredulidad en sus ojos, esa sonrisa torcida y juguetona se curvó en el rostro de Alejandro.
—¿Por qué? ¿Preferirías más? —preguntó él y Abigail rápidamente sacudió la cabeza.
—No, no, por supuesto que no. Tus reglas... las entiendo muy claramente... no tengo quejas.
—Bien.
—Pero tengo algunas preguntas.
—Pregunta.
—Uhm... ¿Qué debo hacer durante mi estancia aquí? Dijiste que solo debería hacer las cosas que tú quieres que haga... pero ¿cuáles son esas cosas?