A pesar de la fusión de almas y la restauración parcial de la mente y las emociones del protagonista, la batalla final contra el clon de Demio resultó ser un enfrentamiento desgarradoramente difícil. El enemigo demostró ser más poderoso de lo que habían anticipado.
El clon de Demio había crecido en fuerza y malicia desde su último encuentro. Utilizó habilidades demoníacas devastadoras y estrategias astutas para mantener a raya al protagonista y Hana. La lucha se prolongó durante horas, con un alto costo en términos de agotamiento y desgaste emocional.
A pesar de su determinación y valentía, el protagonista y Hana se encontraron superados en momentos críticos de la batalla. El clon de Demio infligió heridas profundas y causó estragos en sus defensas. La fusión de almas les había proporcionado una mayor cohesión y habilidades mejoradas, pero no fue suficiente para derrotar al enemigo.
La batalla llegó a su punto culminante en un enfrentamiento final. El protagonista, con su Espada de la Oscuridad en mano, se enfrentó al clon de Demio en un duelo de titanes. Ambos estaban exhaustos y heridos, pero seguían luchando con una determinación feroz.
Sin embargo, en un giro inesperado, el clon de Demio logró lanzar un ataque final que el protagonista no pudo esquivar. La Espada de la Oscuridad fue arrancada de su mano y cayó al suelo, fuera de su alcance.
El clon de Demio estaba a punto de asestar el golpe final cuando Hana, a pesar de sus heridas y agotamiento, se interpuso entre el protagonista y el ataque del enemigo. Sacrificó su propia vida para proteger al protagonista.
La tragedia de la pérdida de Hana dejó al protagonista en un estado de desesperación y furia. Sin embargo, el clon de Demio logró escapar en el caos de la batalla, prometiendo regresar con aún más poder y malicia.
El protagonista, con el corazón roto y la mente llena de ira, se quedó solo en medio de la devastación. La batalla final había resultado en un fracaso doloroso, y Nihonara seguía sumida en la oscuridad.