Después de la aparente derrota de Demio, el protagonista y Hana creían que habían triunfado sobre el mal supremo y que la maldición que asolaba Nihonara finalmente había llegado a su fin. Sin embargo, su victoria fue efímera, ya que pronto descubrieron que Demio había dejado una última artimaña.
A medida que exploraban los restos del campo de batalla, se encontraron con una figura ominosa que se levantaba de entre las sombras. Era Demio, pero no era el mismo demonio que habían enfrentado antes. Este era un clon, una manifestación de la malicia y la oscuridad que aún residía en el mundo.
El clon de Demio se burló de ellos, revelando que su derrota anterior había sido parte de un plan maestro. La mitad de la mente del protagonista había sido corrompida por la influencia de la Espada de la Oscuridad durante la batalla. Esto permitió que Demio se reconstituyera y creara su propio clon con parte de la conciencia del protagonista.
La mente del protagonista estaba dividida entre su propia voluntad y la influencia corrupta de la espada, lo que lo dejaba en un estado vulnerable. Hana sabía que debían actuar con rapidez para liberar al protagonista de esta influencia oscura y enfrentar al clon de Demio.
Con determinación y valentía, Hana guió al protagonista en una batalla mental y espiritual para liberarlo de la influencia de la Espada de la Oscuridad. Fue una lucha intensa y desgarradora, pero finalmente, con la ayuda de Hana y su propia fuerza de voluntad, el protagonista logró purgar la corrupción de su mente.
Ahora, liberado de la influencia oscura, el protagonista estaba más decidido que nunca a enfrentar al clon de Demio y poner fin a esta amenaza de una vez por todas. La batalla final se avecinaba, y Nihonara dependía de su valentía y determinación para prevalecer sobre el mal.