Edward había dicho que sus sentimientos por Violet eran difícilmente descriptibles. Para él, nada podía definirse de inmediato. Su curiosidad, libido, intento asesino y cólera se mezclaron, y por eso no pudo elegir uno. Del mismo modo, el propio Edward no podía describirse con solo una característica como ser humano.
Violet metió una mano dentro de su chaqueta y lentamente sacó un pañuelo. Ella era el tipo de mujer que tenía algo escondido sin importar qué. Dirigiéndose a Edward, ella le dio el pañuelo.
— No duele.
— Pero está sangrando.
— Como que… no puedo entenderte… tan bien. Oye, puedes decirlo solo con mirar estas esposas, ¿verdad? En lugar de darme un pañuelo cuando no puedo limpiar esta sangre adecuadamente, límpiala por mí.
Cuando se lo pidió, Violet se puso el pañuelo sobre los brazos.
— Por favor, extienda sus manos. La sangre no se puede limpiar si sus uñas la están cubriendo.
Edward había estado agarrando sus manos con tanta fuerza que sus uñas se clavaron en su piel. Violet envolvió el pañuelo alrededor de ellas como para calentarlas. La fuerza de Edward gradualmente se disipó en eso.
— Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que una chica me tocó—. La voz de Edward escapó roncamente de sus labios.
— Yo no soy una chica.
— ¿Qué hay con eso? No es que tampoco seas un hombre, ¿verdad?
— Sin embargo, no es eso.
— ¿Entonces, que eres?
Ante la pregunta silenciosa de Edward, Violet cerró los ojos, sus pestañas doradas brillaban. Estuvo callada por un momento, como si no pudiera organizar sus ideas. Incluso esa acción fue hermosa. Como Edward había comentado, todo sobre ella era atractivo para los demás.
— Como pensé, no es eso.
En la superficie, así eran las cosas.
— Yo soy…
Una ex militante y una chica soldado.
— Yo soy…
Una joven dama con un hermoso cuerpo.
— Yo soy…
Y dicha belleza, al igual que la nieve, ocultaba algo.
— … algún tipo de… remanente—. Violet se definió a sí misma como ni mujer ni hombre, ni siquiera como persona.
— ¿"Remanente"?
— Sí. No soy lo que se podría llamar… una "chica". Como dijo Sir Edward, maté a muchos como soldado. Soy una asesina. Excepto que, el título que me otorgaron… no era ese. Eso es todo. En realidad, soy una de las personas que se supone que deberían estar aquí. La única diferencia… es cómo las personas… nos llaman.
Edward parpadeó un par de veces, asombrado.
— ¿Admites que eres una asesina?
— Es la verdad. No es como si… me hubiera olvidado de eso. Y tampoco como si no lo hubiera reconocido. Todavía tengo armas… dentro de mi bolsa, a pesar de que la guerra ha terminado.
— Eso es sorprendente… ¿así que así es como es? Estaba completamente bajo la impresión… de que vivías rehaciéndote como alguien adorable y fingiendo que tu pasado nunca había sucedido. Quiero decir, tú…
Los ojos vacíos de Edward se apoderaron de Violet. La única figura reflejada en esas pupilas: pelo dorado, iris de un azul aún más cristalino que el del mar, labios color de rosa. No importaba desde qué perspectiva, ella había nacido amada por los dioses.
— Tú eres hermosa.
En esa oración, Violet apenas le sonrió por primera vez. Era una sonrisa tensa que casi podía hacer un sonido a medida que se extendía.
— La gente en su mayoría ve… lo que aparece frente a sus ojos. Aunque no es como si los monstruos fueran solo aquellos con cuernos.
Las manos de Violet estaban calientes mientras se aferraban a las de Edward, pero sus palabras penetraron en sus oídos cubiertas de hielo. Un profundo silencio cayó entre los dos.
— Sería mejor si el dulce entumecimiento que estoy sintiendo ahora pudiera transmitírtelo…
Más sangre manchó el pañuelo. Fue debido a Edward agarrando las manos de Violet con fuerza.
— Oye—. La mirada que dirigió a Violet estaba encendida por el calor—. ¿qué piensas de asesinar?
— Luego supe que es algo que uno no debe hacer.
— ¿Qué sentiste al matar?
— El impulso de… cerrar mis ojos.
— ¿Piensas de ti misma… lo mismo que de otros seres humanos?
— No.
— ¿Como si te consideraras especial?
— No, creo que soy algo espantoso.
— ¿Estás contenta de que la guerra haya terminado?
— Hay una sensación de logro por completar mi misión.
— ¿Eras feliz cuando comenzó la guerra?
— No.
— Pero el campo de batalla te llama, ¿verdad?
— No volveré… al ejército… nunca más.
— ¿Por qué? Incluso si tú no lo deseas, tu país sí. Además, el hecho de que aún no te hayas vuelto a alistar ya es extraño en sí mismo. Sin embargo, la gente con autoridad seguiría a tus espaldas. No puedes mantener esta "jugada" por mucho tiempo.
— Si él así lo deseara, podría regresar. Estoy en mi trabajo actual porque me ordenaron hacerlo.
— ¿"Ordenaron"'?
— Sí.
— Por ese hombre… ¿el que estuvo siempre a tu lado?
— Sí.
— ¿Es así? Qué pena. Oye, ¿qué ha sido lo más angustioso para ti hasta ahora?
— No entiendo la angustia muy bien.
— Entonces, ¿qué es lo más triste?
— Tampoco lo entiendo muy bien.
— ¿Tienes a alguien que odias?
— No… entiendo muy bien el odio.
— ¿Alguien a quien amas?
— No… entiendo muy bien el amor.
— ¿No tienes emociones?
— No lo sé.
— ¿Para qué vives?
— Ya que que nací, todo lo que me queda por hacer es vivir hasta que muera.
— ¿Alguna vez quisiste morir?
— No.
— Oye, ¿qué harías si te dijera que nunca más empuñes un arma en tu vida?
— No lo aceptaría.
— ¿Te gustan las armas?
— Lo más probable.
— ¿Te gusta herir a la gente?
— No… tal vez… probablemente.
— Eres… perversa, ¿eh?
Esa pregunta fue respondida después de que Violet se mordiera el labio.
— Lo más probable.
Edward no pudo reprimir su sonrisa.
— ¿Qué hago?— Murmuró secamente—. ¿Qué hago, Violet?
— ¿Pasa algo, Sir Edward?
— Realmente podría… terminar enamorándome locamente de ti.
— ¿No está solo equivocado?
— ¿Equivocado en qué?
— Como Sir Edward y yo… somos parecidos, simplemente se identifica conmigo y recuerda una sensación de familiaridad.
— No somos parecidos. Yo busco el placer de matar, pero ¿no eres diferente? Ya sabes, eres… como una máquina. ¿No es el nombre de Auto-Memories Dolls perfecto para ti? La muñeca más bellamente corrompida del mundo. Pero yo… soy un antiguo asesino que masacró a las personas con la mente bien despejada. No alguien magnífico como tú.
— Pero yo—… Continuó después de tomar aliento—… no dudaría en matar si me lo ordenaran—. Sus palabras no sonaron falsas ni inventadas—. No dudaré si mi "Maestro" me lo ordena. Creo que somos lo más parecido posible. Es por eso que… usted… me llamó, ¿no es así? Soy similar a usted, quería ver otra versión de usted recorrer un camino diferente al suyo, ¿no es así? Sir Edward… Creo que… usted hizo algo lamentable… usándome para cumplir su único deseo.
Edward negó con la cabeza ante las palabras de Violet. Sus pálidas mejillas se sonrojaron y sus ojos previamente entrecerrados se abrieron de par en par.
— No me arrepiento—. Sus orbes oscuros brillaron—. ¡No… me arrepiento, Violet Evergarden!— Se rió estridentemente, golpeando sus rodillas—. ¿Qué, entonces así es? ¿Así es como era? Siempre estabas mucho más cerca de mí de lo que pensaba, y aún lo estás incluso ahora. Ya veo, ya veo… aah, ¿qué es esto? Perdón por irritarme. Oh… eres maravillosa. Maravillosa, Violet. Eso acaba de ser probado de manera concreta. El tiempo que pasé hablando contigo así fue espléndido para mí. Verdaderamente un buen momento. Deberíamos habernos visto antes. Y no… dentro de este fuerte de roca dura, sino en un lugar más apropiado para que se reúnan dos personas.
— No, reunirse en un lugar como este… es apropiado para nosotros.
— ¿Es así?
— Sí, lo es. Ahora, Sir Edward, parece que el tiempo casi ha terminado. ¿Para quién escribirás una carta? Hagamos uso de cualquier palabra posible. Permítame cumplir mi rol. Estoy aquí… porque así lo deseó.
Eso no despertó el entusiasmo de Edward. Simplemente miró a Violet sosteniendo la pluma y el papel con mirada resentida.
— Oye, ¿puedo tocar el hombro de tu brazo no dominante?
— No puedo acceder a esa solicitud.
— Qué tacaña… ¿no está bien hacerme un pequeño favor?
— ¿Nadie en esta prisión lo ha hecho alguna vez?
Ante la pregunta que parecía intentar convencerlo, Edward asintió con una inocente sonrisa infantil.
— No. Dado que, si está dentro de las posibilidades… los prisioneros condenados a muerte terminarán haciendo un deseo egoísta antes de que tengan que morir.
Ante esto, Violet cerró los ojos, y luego desvió la mirada hacia sus propios dedos agarrando la pluma.
— Sí, es correcto—. Sus palabras sonaron igual que cuando respondió a Chaser—. Sir Edward, le vuelvo a preguntar.
— Aah, lo siento. Estaba ignorando tu pregunta, ¿verdad?
— Sí. ¿Quién es el destinatario de la carta y cuál será su contenido?
— No quiero que nadie más sepa quién es el destinatario, así que lo susurraré. Enviaré esto a… solo una persona. Alguien a quien realmente quiero matar, pero no he podido—. Edward señaló el techo—. A Dios.
Al oír eso, Violet no dijo que las cartas no podían entregarse en ese lugar. Ella miró la dirección que Edward señaló y parpadeó como si fuera demasiado brillante. Mientras lo hacía, Edward se acercó a ella, su rostro al lado de su oreja.
— Escríbele esto—. Solo Violet escuchó las palabras que suspiró. Después de susurrarle a ella, le dio un beso en la sien—. Es la despedida. Adiós, Violet.
Como si el tiempo hubiera sido medido con precisión, sonó un timbre que marcaba el final del período de visita. Violet salió de la habitación con una carta sellada en las manos. Inclinó la cabeza hacia los miembros del personal que preguntaban si todo estaba bien. Chaser pensó que la falta de cambio en su expresión desde el momento en que ella había entrado era demasiado artificial y por lo tanto alarmante.
aAl igual que antes, las dos caminaron juntos por la prisión. Subieron por las escaleras que casi parecían un camino al cielo y llegaban afuera. Violet no escuchó a Chaser decir que, incluso si rechazaba la oferta, ella la acompañaría a la puerta principal, que era la única salida.
Tal vez porque estaba nevando, los pasos que Violet había dejado anteriormente en el suelo ya no estaban a la vista, y un nuevo camino blanco y puro estaba en su lugar. La nieve realmente ocultaba todo. Olores, sonidos y todo en su camino.
— Violet.
A punto de entrar en el carruaje preparado por la dirección de la prisión, Violet giró sobre sus talones al ser llamada por Chaser.
— ¿A dónde vas ahora?
— Regresaré a donde se encuentra mi oficina central por un tiempo. Es… mi hogar actual.
— ¿Es así?— No era lo que realmente había querido preguntar—. Oye, ¿a quién le entregarás la carta de ese psicópata?
Las palabras que Violet dejó escapar junto con un aliento blanco sonaron amargas.
— No puedo hablar de mis interacciones con mis clientes.
— Escuché todo. Mientras estuviste allí, estaba monitoreando tu conversación desde una habitación separada. Ese era mi otro deber para hoy. Oye, no puedes entregar cosas… a Dios. Solo… tira la carta de ese bribón.
— No—. Violet negó con la cabeza—. Después de todo, Él es alguien con el que yo también me encontraré algún día.
La forma en que Violet agarró con fuerza el asa de la bolsa donde había sido colocada la carta de alguna manera perforó el pecho de Chaser.
Por alguna razón… por alguna razón, quiero hablar con esta mujer. Ella es… diferente de mí. Ella es terriblemente hermosa y misteriosa. Sin duda, ella también tiene un lado muy aterrador. Aun así…
— Los dioses con los que tú y él se encontrarán… son diferentes.
Mirando de cerca, Violet no era más que una niña, con solo la apariencia de un adulto. Ella era una simple niña, solo un poco mayor que los hijos de Chaser. A pesar de que daba la impresión de ser una "mujer", su cuerpo bajo la nieve, luciendo tan frío, era pequeño.
— ¿Es así?
— Lo es. Eso es lo que pienso. No sé nada de ti, pero tú… eres la mujer que cuidó de mí hasta un punto molesto para no que no resbalara en las escaleras cuando bajaste conmigo. Ya que soy… el tipo de persona que piensa que todo está bien mientras las personas que me importan estén bien… cuando… llegue el momento de conocer a Dios… Definitivamente lo encontraré primero. Y si está bien que me queje de muchas cosas cuando eso suceda… le diré debidamente… que te preocupaste por mí. Que eres una buena compañera, entonces Él no debería olvidarte. Se lo diré—. dijo Chaser descaradamente, hinchando su amplio pecho.
¿Sonreiría o asentiría Violet en silencio ante eso? Resultó que su respuesta no fue ninguna de las dos cosas.
— Chaser—. Fue solo por unos segundos, pero mostró una expresión similar a la risa ahogada de un bebé que acababa de encontrar a su madre—. Gracias—. Su voz sonaba joven.
— Violet…
Después de levantar su falda gallardamente e inclinarse mientras miraba hacia abajo, Violet se volteó. Subió al carruaje y cerró la puerta.
El llamado de Chaser, que era uno de despedida, reverberó con fuerza en medio del mundo de nieve,
— ¡Violet!
La figura del carruaje se hizo más pequeña, fusionándose imperceptiblemente con los copos que caían.
— ¡Violet! ¡Te pediré que me escribas una carta algún día! ¡Oye, continúa ese trabajo hasta entonces!
Chaser no abandonó el lugar incluso después de que el carruaje desapareció de la vista. Incluso un corazón que no sabía qué decir también era enterrado en blanco por la nieve. El mundo que desapareció en el carruaje que Chaser estaba viendo, era simplemente hermoso.
Dentro de dicho carruaje, Violet limpió la nieve que había caído sobre su cabeza. Se derritió con el toque de su mano.
— Mayor—… llamó al honorífico de su persona más irremplazable—…Mayor…
Quiero verlo. ¿Dónde está ahora? Ella no susurró tales cosas.
— Por favor, deme una orden—. Eso era lo que anhelaba más que cualquier otra cosa.
La Doll dejó de observar el paisaje fuera de la ventana, sumida en sus pensamientos mientras cerraba los ojos. Tenía la impresión de escuchar los sonidos lejanos y nostálgicos de un campo de batalla.