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Chapter 32 - Capítulo 6: El Mayor y la Automatic Assassin Doll Parte 6

En la tarde de dos días después, por primera vez en los cuatro años que habían pasado juntos, los dos salieron a la calle por asuntos no relacionados con sus trabajos. Gilbert de alguna manera había logrado tener tiempo libre al comenzar el trabajo temprano, y fue a buscarla a su habitación.

Había informado a sus compañeros de trabajo que iba a dejar los cuarteles, pero en lugar de recibir miradas frías, los miembros de su unidad los vieron a él y a Violet como si estuvieran presenciando algo excepcional. En el caso de Violet, solo salir ya era raro. En el caso de Gilbert, dado que normalmente estaba ocupado con documentos y reuniones con personas interesadas en negocios, personalmente nunca tuvo tiempo para salir. La razón que presentó para su permiso es que tenía un "compromiso", por lo que tal vez todos creyeron que se iba a trabajar. No ser interrogado fue favorable para él.

Se dirigieron al centro a pie. Estar uno al lado del otro era lo habitual, pero caminar por la ciudad junto a Violet, vestida con una falda, hacía que Gilbert tuviera escalofríos. Él terminó mirándola constantemente de reojo.

El cielo se había vuelto un poco oscuro. Las farolas iluminaban el distrito comercial. Cuerdas intercaladas con linternas unían los edificios entre sí a cada lado de la gran calle, imitando el brillo de las estrellas. El clima era cálido, el ambiente adecuado para tomar una copa mientras escuchas música alegre. Sin embargo, ni Gilbert ni Violet sonrieron como si lo estuvieran disfrutando, solo caminaban sin expresión.

El dúo entró en una gran tienda de ropa que todavía estaba abierta. Era una tienda extraña, con ropa que colgaba del techo al piso. Tal vez porque esa era la ciudad donde se encontraban las oficinas centrales del ejército, cuando entraron los dos militares, fueron recibidos sin ninguna reacción de sorpresa.

— Esto luce bien. Esto también se ve bien.

La encargada era una mujer de unos cuarenta años. Hablaba con Violet como si escogiera ropa para probarla con su propia hija.

Cuando Violet se quedó quieta con una actitud preocupada, Gilbert habló por ella.

— Estos son demasiado llamativos. Cualquier color se ve bien en ella… pero no olvide que es un soldado.

— Entonces, ¿qué tal esto, señor oficial?

— Tiene un buen diseño. Me quedaré aquí, así que por favor, elija también la ropa interior a su propio criterio.

La encargada tocó suavemente el pecho de Violet, su rostro se puso rígido.

— De Verdad. Se siente como si lo que lleva no concuerda con su talla.

Cuando las dos mujeres desaparecieron en la trastienda, Gilbert pudo finalmente respirar. Se llevó una mano a la boca y se volteó hacia un lado, contento de no hubieran visto sus mejillas ponerse rojas.

***

— ¡Gracias por comprar tantas cosas! Vengan de nuevo.

Ya era de noche cuando terminaron sus compras de ropa y la encargada los despidió. Podrían haberse ido a casa en ese momento, pero Gilbert cambió de opinión cuando Violet se detuvo para observar el camino que brillaba con linternas.

— Es como si las estrellas hubieran descendido a la tierra.

Como ya estaban allí, decidió mirar el área del centro por la noche. Primero, fueron a los puestos de bebidas. Los puestos de licor con alcohol recolectados de varios lugares y los carros de comida con carne asada y patatas fritas atrajeron a clientes de todas partes con sus deliciosos aromas. Algunos que parecían estar borrachos cantaban alegremente, una banda tocando una melodía improvisada para ir a su ritmo. La gente se reunió en la atmósfera aparentemente entretenida, los bailarines se aprovecharon de ella para ganar algunas monedas.

A medida que los dos avanzaban, disminuyó el número de tiendas que ofrecían comida, dando espacio a una serie de vendedores ambulantes que vendían gemas preciosas y accesorios étnicos. Gilbert había escuchado de un miembro que había disfrutado de su descanso desde el primer día que las tiendas cambiaban de día a noche, pero los dos no sabían qué había en el día. Sin embargo, aunque el número de personas no difería mucho, a diferencia de la vivacidad anterior, esa parte del distrito tenía un aire más sereno.

No parecía que nada hubiera despertado particularmente el interés de Violet, pero al ir allí, sus pies se detuvieron por un momento.

— ¿Hay algo que quieras?

— No—. Ella negó, pero sus ojos continuaron mirando en la misma dirección.

Gilbert la tomó del brazo y la llevó por la fuerza para que mirara más de cerca.

— Bienvenidos—. Un bondadoso y anciano tendero los saludó cortésmente.

Las cajas de cristal que contenían joyas yacían en filas sobre una alfombra de terciopelo negro colocado en el suelo. Gilbert no podía decir si eran genuinos, pero sintió que la calidad con que estaban hechos era más elaborada y elegante que los productos de los otros vendedores. Violet examinó atentamente los productos y Gilbert se estremeció cuando ella dirigió su mirada hacia él como para matarlo con un tiro.

— ¿Qué pasa?

— Los ojos del Mayor están aquí—. Violet señaló una gema. Su esbelto dedo blanco se extendía hacia adelante, hacia un broche esmeralda.

Sin lugar a dudas, se parecía al color misterioso de los iris de Gilbert. Era un gran óvalo brillante, que florecía desde el interior de su caja de vidrio de una manera más llamativamente hermosa que las otras joyas.

— ¿Cómo le llama a esto?

Mientras Violet abría la boca y fruncía el ceño como si no pudiera encontrar la palabra, el tendero le ofreció ayuda.

— Esmeralda.

— No… el nombre…

— Si no es el nombre, ¿a qué te refieres?

— Cuando… vi esto… me pregunté qué clase de palabra sería la más adecuada…

— Así que eso es lo que era—. El tendero se rió de ella—. Es "hermoso", jovencita.

Desde el punto de vista del tendero, la risa era la reacción obvia. Él era un comerciante de joyas. Sin duda era una palabra arraigada a su rutina. Sin embargo, Violet, que era más digna de ese término que cualquier otra persona, sintió su boca rumiar mientras pronunciaba por primera vez la palabra que acababa de aprender.

— "Hermoso"

— ¿Qué pasa contigo? ¿No conocías esa palabra?

— No sabía "hermoso". ¿Tiene el mismo significado que… "bonito"?

— ¿Es eso cierto? Vaya, estoy sorprendido. Pareces tan inteligente.

Ah, qué situación.

Gilbert se quedó estupefacto entre los dos. Su cuerpo se volvió intolerablemente caliente. La sensación era similar a cometer un terrible error, con sudor frío, latidos acelerados y vergüenza quemándole las entrañas.

Él fue quien le enseñó a hablar. Durante los cuatro años que habían vivido juntos, él había entrenado con ella lo necesario para las conversaciones cotidianas. Eso incluía la jerga militar.

Sin embargo, yo…

Él no le había enseñado una palabra tan simple. Una vez que había aprendido a hablar hasta cierto punto, él había creído que lógicamente aprendería otras palabras. La había medido linealmente, por su propia cuenta, a pesar de que ella solía ser una niña pequeña que no podía decir otra cosa que "Mayor".

— ¿Eres una huérfana de la guerra?

— No, pero no tengo padres.

Ella no buscó ninguna palabra aparte de "matar". Después de aceptarla y convertirse en su tutor, solo la había llevado a los campos de batalla. Este era su primer día saliendo de compras de esa manera.

Ah… ahí estaba yo, discutiendo sobre actuar como un padre, y aun así…

Él no le había enseñado correctamente las palabras. Fue extremadamente desconcertante.

Pensar que nunca he dicho "hermoso", a pesar de que puedo decir "matar"… a pesar de que la palabra realmente es apropiada para ella…

Mientras Gilbert se arrepentía profundamente, la charla continuó.

— ¿Qué tal escribir? ¿Puedes hacerlo?

— Solo mi nombre…

— Entonces quien te dio a luz es incompetente. Incluso yo puedo escribir.

— ¿Saber escribir algo bueno?

— Podrías escribir cartas.

— ¿Cartas?

— Si vives lejos de tu ciudad natal, al menos deberías escribir algo.

— ¿Es así?

Gilbert colocó su billetera en una caja de vidrio para interrumpir su conversación.

— Espera, tú… no puedes hacer eso. La mercancía…

— Voy a comprar uno… Violet, elige—. dijo en voz baja, como si estuviera enojado.

Violet parpadeó.

— ¿Es eso una orden?

— Sí, lo es… elige algo. Lo que sea está bien.

La verdad era que no quería llamarlo una orden. Sin embargo, no pensó que ella escuchara obedientemente si hubiera dicho lo contrario.

Violet miró nuevamente las cajas de cristal y, como era de esperar, señaló el broche esmeralda.

— Entonces, este.

Cuando Gilbert presionó al tendero con una expresión rígida, este simplemente sonrió y le tendió el broche mientras decía:

— Regresen de nuevo en cualquier momento—. Siendo un broche caro, era evidente que, como propietario de la tienda, estaría tan satisfecho como fuera posible.

Al aceptar el broche, Gilbert tiró de Violet por el brazo una vez más y dejó el lugar. Las calles estaban llenas de personas que habían venido a disfrutar de la ciudad por la noche. Dentro de la multitud, los dos, que generalmente siempre eran cuestionados acerca de su relación y existencia, sin importar a dónde estuvieran, no eran más que una parte del mar de personas.

Como Violet no estaba acostumbrada a las multitudes, sus ojos se movieron en todas direcciones y sus piernas se quedaron atrás. En el proceso, sus manos se soltaron y ambos se separaron. Fue entonces cuando Gilbert finalmente se volvió para mirar a Violet. Su cabello dorado estaba escondido en la masa de cuerpos.

— Mayor.

Podía oír su llamado en medio del ruido. Independientemente de cuántas personas estuvieran allí o de que no pudiera verla, no había manera de que no reconociera esa voz. Siempre, desde la primera vez que ella había dicho "Mayor", su timbre como de campana de viento había sido grabado en sus oídos. Se apresuró a alejarse unos pasos del camino por el que habían venido.

— Violet…

Violet miró al aturdido Gilbert con una expresión tranquila mientras éste respiraba pesadamente. Parecía que perderse no la había puesto para nada nerviosa.

— Mayor, ¿qué debo hacer con esto… ahora que lo tengo?— Le mostró el broche que había estado sosteniendo firmemente todo el tiempo.

— Abróchalo en el lugar que quieras.

— Terminaré perdiéndolo.

Gilbert suspiró.

— En una batalla, sí. Pero puedes usarlo en tus días libres. Sin embargo, dado que tus ojos son azules, tal vez hubiera sido mejor haber comprado algo también azul.

Violet negó con la cabeza en la última frase.

— No, esta era el más "hermoso"—. Dijo mientras perforaba su ropa con la aguja del broche—. Es del mismo color que los ojos del Mayor.

Su afirmación fue clara. Gilbert contuvo la respiración por un segundo ante las palabras pronunciadas en su dulce tono.

¿Por qué… estás… diciendo que mis ojos son hermosos… en un momento como este?

A pesar de que era una chica que actuaba como si no tuviera corazón, adoraba al hombre que la había criado sin enseñarle a expresar sus emociones.

No tengo… derecho… a que me digan esas cosas.

Sin tener ni idea de lo que Gilbert estaba pensando, Violet continuó:

— Siempre he… pensado que eran "hermosos". Pero no sabía la palabra, así que nunca lo había dicho—. Como si no pudiera poner el broche con precisión, empujó la aguja continuamente—. Pero los ojos del Mayor, desde el momento en que nos conocimos, eran "hermosos".

La visión de Gilbert se nubló ante esas palabras susurradas. Fue solo por un instante. Sus ojos pronto pudieron capturar el mundo claramente otra vez mientras empujaba hacia atrás todo lo que ardía dentro de él.

Borra tus sentimientos. No puedes dejarte ver con una cara así.

Suprimir sus sentimientos y sus placeres había estado dando sus frutos. Trabajar como soldado requería eso en particular.

— Déjame—. Tomó el broche de su mano y se lo puso a Violet.

Violet bajó la mirada ante el centelleo de la gema en su cuello.

— Mayor, muchas gracias—. Su voz se había vuelto un poco más débil—. Muchas gracias.

Mientras se le dijo repetidas veces, se sintió incómodo y su pecho se sentía como si estuviera en llamas.

No puedo… decir nada. No tengo derecho.

Reflexionó sobre lo aliviado que estaría su corazón si expresara con sinceridad sus pensamientos en palabras. La culpa, el arrepentimiento, la amargura, la frustración, la ira, la tristeza. La sopa de sentimientos mezclada en su cabeza estaba a punto de desbordarse.