Al mediodía posterior a la observación del Cometa Alley, León acompañó a Violet al teleférico luego de pedirle a Rubellie con anticipación un breve descanso. Habían tenido conversaciones intermitentes el día anterior, pero ahora ambos estaban completamente callados.
El teleférico lentamente ascendia. Una vez que llegara, definitivamente nunca la volvería a ver. Sin embargo, León no hizo más que frotar su pecho. Dolía terriblemente. Un dolor espantoso pareció perforarlo, encenderlo y apagarlo.
— Maestro, muchas gracias por su ayuda con el equipaje. Puedo llevarlo sola desde aquí.
Incluso cuando Violet lo dijo, se encontró incapaz darle de su maleta con ruedas. Ella inclinó la cabeza hacia él.
— Oye, tú… tú—… León comenzó roncamente. Podía ver que su cara estaba enrojeciendo cada vez más.
Ni siquiera sabía qué era exactamente lo que quería decir. Si ella fuera un hombre y los dos hubieran forjado una amistad a lo largo del tiempo, fácilmente podría decirle que volviera a visitarlo. Sin embargo, ella era la mujer que se suponía que debía detestar y a cambio de eso se había apegado a ella irremediablemente.
La mujer llamada Violet era diferente de cualquier otra que hubiera conocido. Los sentimientos que albergaba por ella también eran diferentes desde el principio. Nunca había aprendido una manera de despedirse de alguien como ella.
Si mamá… todavía estuviera aquí, ¿lo habría copiado de ella?
Era una mala costumbre de León asociar la pérdida de su madre con cualquier cosa. Aunque aún no había abierto la boca, llegó el teleférico.
— Maestro, parece que es momento. Aunque fue breve, gracias por cuidarme.
— Ah, no…
Vaciló demasiado para decir lo que realmente importaba. Varios sentimientos giraron desordenadamente dentro de la mente de León. Dolor, frustración, resentimiento y un indicio de alivio en lugar de enojo.
Mientras le pasaba silenciosamente la maleta, Violet se inclinó cortésmente en señal gratitud. Ella giró sobre sus talones y se alejó de él.
No… nos encontraremos nunca más.
Los pliegues blancos de su falda se balanceaban, su listón se tambaleaba, sus botas emitían un ligero sonido.
Yo… ya no podré mirarla.
El azul marino de sus ojos, los labios de rubí y el cabello dorado eran cosas que solo había visto en los libros.
Nunca… la veré de nuevo.
El vacío de su yo pasado al que habían abandonado con el click de una puerta que se cerraba asaltó su cuerpo incluso ahora.
¡No quiero seguir esperándola aquí!
Cuando León se dio cuenta, había agarrado los hombros de Violet justo antes de que ella se fuera y la obligó a mirarlo.
— ¿Maestro?— Sus orbes como gemas reflejaban sus facciones horriblemente distorsionadas con amargura.
— Violet…
Naturalmente, un poco de fuerza llegó a sus manos cuando se aferró a ella. Las prótesis de los brazos emitieron un sonido agudo, que se fusionó con los latidos de su propio corazón.
¡Ten coraje… por una vez en tu vida!
La primera persona que a la deseó darle la bienvenida en su corazón fue una Auto-Memories Doll, una ex soldado y una belleza absoluta. Quizás ella era una mala pareja para él. Sin embargo, era exactamente porque ella era como era, que él se había encariñado con ella.
Este amor que absolutamente no pude sacar de mi boca…
— Violet, sé que te causaré problemas si digo algo así, pero… quiero decirlo ahora.
Mi corazón, mis emociones y yo… al diablo con todo eso.
— Me gustas.
Al diablo con todo.
— Me he enamorado de ti. En el sentido romántico.
Era mucho mejor que tener que soportar la soledad de guardárselo para siempre.
Silencio se produjo entre los dos. El pesar comenzó lentamente a arder en todo el ser de León desde sus pies hacia arriba. Ella estaba preocupada. Eso estaba claro.
De ser posible… hubiera querido despedirme… sin que me odiaran.
Con esto, ¿se convertiría en uno más de los numerosos hombres que habían coqueteado con ella?
— Maestro—… El tiempo de Violet pareció moverse más lento debido al ataque sorpresa—. Maestro… yo—… a pesar de tener generalmente un comportamiento tranquilo, su voz se atascó inusualmente.
¿Qué pasa? Me dejará.
Ella tuvo que lidiar con el coqueteo de tantos hombres durante su estancia. Probablemente era lo mismo donde quiera que fuera. Estaría bien si solo usara su actitud distante, como de muñeca, como siempre.
— Yo…
Sin embargo, Violet no lo hizo. Su mirada se movió, se volvió hacia León, luego a sus propias manos, y finalmente se agarró a su broche de esmeralda. Como si confirmara la existencia de algo, ella lo agarró con fuerza.
— Yo… cuando el Maestro me mostró las estrellas, sentí que era un momento tan extraordinario—. Su tono era diferente de lo habitual—. Estoy segura de que eso fue lo que se llama "divertirse", y estoy extremadamente agradecido con el Maestro por habérmelo otorgado.
La mujer llamada Violet Evergarden era casi como una muñeca inorgánica, una flor inalcanzable.
— Tuve la frívola sensación… de que me trataban como a una chica normal.
Ella era el tipo de mujer que diría que no entendía los sentimientos, y luego se iría a algún lugar.
— Sin embargo…
En realidad, eso definitivamente no era cierto.
— No siento que quiera estar con el Maestro de esta manera. Como el Maestro describió, soy una niña… inexperta como ser humano… no tengo idea de si alguna vez me enamoraré de aquí en adelante. Soy ese tipo de mujer. Aun así, si alguna vez nos volvemos a encontrar, deseo pasar tiempo con usted de esta manera una vez más. La forma en que quiero hacerlo podría ser diferente a la suya, pero eso es lo que estoy pensando—. Violet afirmó con energía—: Esta es la verdad.
León exhaló con un "aah". Su cabeza cayó agudamente.
— ¿Es así?
Fue un rechazo mucho mejor de lo que había imaginado. Él podría permanecer sin llorar debido al alto nivel de respeto que tenía de sí mismo.
— Mis disculpas…
Cuando le pidieron perdón, León negó con la cabeza ligeramente para no dejar salir las lágrimas.
— No eres culpable de nada. Yo soy… el culpable. Me entrometí en tu partida.
— No.
— Te causé problemas.
— No, no hubo tal cosa. Yo… ahora mismo, estoy segura…
Violet aparentemente intentaba decir algo tremendamente importante. Presumiendo eso, León forzó sus ojos para mirarla a través de una línea ligeramente húmeda. Ante su visión borrosa estaba su primer amor.
— …en este instante—… De pie allí mismo, con la expresión de una niña de la misma edad que él, que todavía conserva rastros infantiles—… creo que soy muy "feliz".
¿Qué? ¿Así qué tienes sentimientos después de todo?
Tenía ganas de reír, pero parecía que sus lágrimas se derramarían si lo hacía. Ella, que de principio a fin no mostraba muchas emociones, le había hecho eso. Pero, ¿no era mejor así? Su corazón derrumbado podría ponerse de pie otra vez.
— Violet.
— ¿Sí?
— Yo… yo… soy parte del departamento de manuscritos en este momento, pero… la verdad es que quería estar en recolección de literatura, como mi padre.
Violet escuchó sin reparo el súbito y extraño tópico.
— Esperaba que mi madre volviera con él si esperaba aquí… y me encerré en este lugar sin explorar el mundo hasta que llegué a esta edad. La posibilidad existía quedándome aquí, así que seguí deseándolo. Pero… ahora—… hablando inarticuladamente, León de alguna manera logró seguir adelante—… ahora, me he decidido. Voy a explorar el mundo como tú.
Su reflejo en los ojos de Violet, no era frívolo en lo más mínimo.
Era vergonzoso mostrar ese lado de su carácter a una dama. Esa parte de él no era realmente él mismo. Mientras pensaba eso, continuó pronunciando las palabras.
— Podría involucrarme en cosas peligrosas. Tal vez pierda mi vida sin que encuentren mi cadáver como mis padres. Pero… pero… está bien. Creo que elegiré ese camino.
Violet aceptó sus palabras sin ser quisquillosa.
— Sí.
El pecho de León crujió ante su sincera respuesta.
— Y entonces, algún día seguro, en alguna parte podríamos encontrarnos de nuevo bajo el cielo nocturno. Somos compañeros gitanos. Cuando esto suceda, ¿vas a…?
¿Mirar las estrellas conmigo de nuevo?
Antes de que León terminara, Violet asintió ampliamente.
— Sí, Maestro.
Sus ojos se estrecharon de la misma manera que cuando comentaban lo maravillosas que habían sido las cosas.
El interior del pecho de León, intensamente palpitante, se sintió inmediatamente enmendado al mirar lo que normalmente no se consideraría una sonrisa. Ya nada duele.
— Estaré esperando ese momento.
Él ya no sentía ninguna tristeza.
¿Qué?… entonces esa vez, también…
Aunque el hecho de que tenían que decir adiós no se podía evitar, él debería haber hecho que esa persona se diera la vuelta, incluso por la fuerza. Se había arrepentido considerablemente de su falta de iniciativa durante mucho tiempo.
León tomó cierta distancia de Violet. Justo antes de que se cerrara la puerta, ella susurró con una voz que tenía un tono dulce:
— Maestro, trabajo para el Servicio Postal CH. Me apresuro a cualquier lugar que mis clientes deseen. Sin embargo, por la noche, cuando todos están dormidos, yo soy, como usted dice, solo una mujer. Solo Violet Evergarden. Si alguna vez me ve debajo del cielo estrellado, por favor llámeme. Hasta entonces, intentaré memorizar los nombres de al menos algunas estrellas.
Tan pronto como la puerta se cerró con un chirrido, el teleférico comenzó a descender. La mano que había estado sujetando el pecho de León se movió en el aire mientras la agitaba torpemente. Violet le devolvió el saludo ligeramente.
Cuando su silueta no era más que una mota en la distancia, León se alejó de la plataforma y se dirigió a su lugar de trabajo. Mientras lo hacía, estaba sumido en sus pensamientos.
La otra Auto-Memories Doll que Violet había estado reemplazando llegaría esa tarde. Tenían un montón de trabajo que hacer.
Su solicitud de transferencia no sería respondida en el corto plazo. Para empezar, una vez que se aventuraba en el mundo exterior, que Violet y él se encontraran un lugar como el que ella había descrito y en la forma en que él quería, era una oportunidad sideral, tan poco común como un cometa que pasaba una vez cada 200 años. Aun así, no sintió temor, solo exaltación. Seguramente ya no despreciaría a nadie por haber cerrado una puerta a sus espaldas.
Ese era el resultado de hacer una promesa con esa mujer.
***
En una cierta noche, un poco después de ese día, bajo el cielo estrellado en una tierra desolada de la que ni siquiera sabía el nombre, un erudito errante descubrió a una persona con cabello dorado que brillaba a la luz de la luna. Cuando él vacilantemente la llamó, ella se giró y murmuró con una voz dulcemente sonora:
— Ha pasado un tiempo.
Había soñado con ese día, siempre pensando qué decir si volvían a verse. Si se encontraran bajo un cielo nocturno sin nubes, podrían hablar de su belleza. Si fuera en un día lluvioso, podrían hablar de mitos relacionados con las estrellas. Si fuera un día como aquel en el que había pasado el cometa de 200 años, podrían hablar sobre el pasado en el que lo habían visto juntos. Sin embargo, sin importar cuán lejos estaba la ocasión o cuánto cambiara hasta ese momento, era consciente de que los sentimientos que albergaba por esa persona no cambiarían.
— ¿Has memorizado los nombres de al menos algunas estrellas?
Lo que salió de su boca era una línea diferente de las que había planeado de antemano, pero la persona asintió, como si fuera muy feliz. Esa reacción espontánea y natural vino de alguien que una vez afirmó no entender los sentimientos. Fue un acto tan simple, pero causó que el interior de su pecho rebosara con una cantidad insoportable de afecto, así como un dolor molesto.
— Violet, tú…
León señaló con su dedo índice hacia el cielo. En el cielo nocturno desierto, un brillo similar al de las joyas brillaba deslumbrantemente, muy apropiado para el día de su reunión.
Dejando de lado el hecho de que todavía te amo. Por ahora, solo…
— …si tienes tiempo libre, ¿no lo pasarías conmigo?— Le preguntó a la joven y al cielo estrellado.