La ira hervía dentro de él al ver el rostro magullado de Hazel. Quería volver atrás y quemar a los bastardos una vez más, y disfrutar de sus gritos de dolor. Había estado tan asustado y preocupado cuando descubrió que Hazel había salido del castillo. Si ella no se hubiera puesto tanto perfume como lo hizo hoy, él nunca habría sido capaz de seguir su aroma y encontrarla.
Nunca antes había dejado que su demonio tomara el control completamente, pero ver a Hazel lastimarse hoy hizo que su visión se enrojeciera de cólera. Habría quemado todo el lugar si Hazel no hubiera estado allí, pero él estaba arrepentido. Arrepentido porque había mostrado la bestia que era, el diablo que era para Hazel. No quería que ella viera ese lado de él, pero ahora ella lo vio y cuando se recupere y recuerde claramente lo que sucedió hoy, ella le tendría miedo para siempre.