Lucian caminaba de un lado a otro en la habitación mientras esperaba a Hazel. Necesitaba hablar con ella hoy, ser honesto con ella y contarle sobre la situación con Klara. Eso sería lo correcto, pensó.
El olor de la comida interrumpió su pensamiento. No recordaba la última vez que había disfrutado de la comida o el sexo. No es de extrañar que su demonio estuviera hambriento por salir.
Unas cuantas criadas entraron con el desayuno y comenzaron a servir. De vez en cuando miraban hacia él y se sonrojaban. Estaba acostumbrado a que las criadas lo miraran con deseo, pero esta vez algo no estaba bien.
—Su Alteza, el desayuno está listo —Una criada informó mirando hacia abajo mientras sus mejillas se ponían rojas.
¿En serio, qué pasaba con estas criadas?
—Sí, pueden irse.