Alexis corría detrás de los gemelos en el corredor de la entrada del colegio cuando el Sr. Martin salió de su oficina con prisa y Dylan casi se estampa contra él.
—¿No deberían estar ellos en otro lugar?
Alexis tomó de la mano a ambos niños.
—Si tuviera con quién dejarlos, creame que lo haría —Alexis respondía con rabia y la respiración agitada por las carreras. No entendía cómo un hombre así podía ser director de una escuela.
Escuchó pasos tras ella y se dio la vuelta.
¡Genial!
Bethany Malone venía acompañada de Henry.
Bueno, en realidad, Henry intentaba parecer cortés con ella pero se le notaba en la expresión lo incómodo que estaba.
Alexis había aprendido algo nuevo de él cuando estuvo en su casa el sábado anterior buscando a los niños y se encontró con la madre de Henry que parecía la madre del director de la escuela y no de ese hombre amable y simpático que ella conocía.
Ese día, aprendió a distinguir en el rostro del hombre, cuándo estaba cómodo, avergonzado y furioso sin necesidad de que dijera una sola palabra.
Era expresivo y sus ojos hablaban por él.
Alexis sonrió por lo bajo; su sonrisa se cortó cuando Bethany saludó al Sr. Martin y luego la vio a ella con asco sin dirigirle una sola palabra.
—Mis chicos han terminado, Sr. Martin. El viernes empezaremos a pintar.
—Eficiente como siempre, Sra. Malone. Estoy seguro de que los niños aprenderán la lección después de estas actividades.
—Estaba pensando en que ya se acerca el baile de fin de curso, quizá podríamos empezar a organizar lo que será el evento.
El director de la escuela sonrió complacido.
—Siempre al pendiente de todo, Sra. Malone.
Alexis sintió una nausea repentina al ver como la mujer se hinchaba de orgullo propio por el reconocimiento que le hacía el director.
—Mamá, quiero hacer pis.
Alexis parpadeó y asintió a sus niños.
—Permiso —se excusó con los presentes—. Los niños casi terminan en el baño con la tarea asignada.
—Le recomiendo que para cuando empiecen a pintar la institución entre todos, los pequeños no estén presentes. No quiero males mayores ¿entendido?
Alexis lo vio con rabia. No pudo disimularlo ¿Con quién diablos los iba a dejar?
—Mami, me hago pis —Dylan exigía de nuevo su atención y decidió asentir con la cabeza y no decir nada.
—Te acompaño —agregó Henry.
—¡Oh no, Henry! —Bethany le colocó la mano en el antebrazo al hombre —. Me he enterado de que se te da muy bien el trabajo con la madera y necesito de tu ayuda para lo que tengo pensando hacer con la decoración del baile de fin de curso. Nos vendría muy bien tenerte en el equipo.
Alexis no pudo escuchar más porque dobló en la siguiente esquina y la voz de Bethany quedó muy atrás, sin embargo, sonrió divertida porque se podía imaginar la cara de Henry debatiéndose entre ser cortés o deshacerse de Bethany tal como lo había visto minutos antes.
Ya se enteraría luego de todo lo que le había dicho y se encargaría de jugarle bromas al respecto porque estaba claro que Bethany, con esa propuesta, le estaba dando el acceso a su exclusivo club de padres perfectos.
Dejó a los gemelos en el baño y estos hicieron lo que necesitaban hacer.
Alexis revisó la instalación muy bien, chequeando que Bonnie y Floyd hubieran limpiado todo como era debido.
Luego, salieron de ahí hacia los cuartos de baño del extremo opuesto y los jóvenes salían de este llevando el carrito que contenía todos los productos de limpieza.
Alexis dio una ojeada a los baños, que estaban bien y luego al carrito chequeando que todo estuviese limpio y ordenado en él.
Caminaron en silencio un par de metros.
—¿Crees que los baños del colegio están peor que los del hotel que tuviste que limpiar una vez, mamá? —Alexis resopló con fatiga cuando vio a los gemelos corriendo de nuevo frente a ella ¿no se cansaban?
También recordó la vez que tuvo limpiar un baño lleno de vómito gracias a una fiesta privada que el huésped de la habitación se montó con dos rubias que había conseguido en un bar cercano.
O los preservativos que muchas veces debía tirar a la basura porque los puercos los dejaban sobre las cómodas o mesas de noche de la habitación.
—Los del colegio están mil veces en mejor estado, cariño.
Bonnie la vio con curiosidad.
—¿De verdad tuviste que limpiar baños en un hotel?
Ella le sonrió a la chica y la vio a los ojos.
—Durante casi cinco años lo hice.
—Guao. Yo no sé si podría.
Alexis sonrió de nuevo.
—Mejor es que estudies mucho, así estarás bien preparada y no tendrás que hacerlo en el futuro. Aunque no es tan malo como se cree. Es un trabajo honesto.
—Pero asqueroso.
—Sí, lo es —todos rieron. Dieron vuelta en la esquina para acceder al corredor principal y Alexis vio a Henry con las manos en los bolsillos escuchando a Bethany.
Mejor dicho, fingía escuchar porque no parecía estar prestándole atención real.
—Si yo tuviera una madre como ella, enloquecería.
Alexis vio de reojo a Bonnie y le sonrió a medias.
—Soy la menos indicada para hablar de esto, no sé lo que es tener una madre.
Bonnie la vio con normalidad y hasta con respeto. Una mirada que nadie le dedicó antes. No había lástima, compasión, ninguno de esos sentimientos que Alexis estaba tan cansada de ver después de una confesión como esa.
—Bueno, yo, que sí tuve una, y me recuerdo de ella muy bien, puedo asegurarte que era todo lo contrario a Bethany. Mi madre inspiraba y estaba siempre dispuesta a darle cariño a todo el mundo. Hasta a la abuela Debra que siempre le dejaba saber que no era la mujer perfecta para papá.
—Una mujer muy valiente porque tuve el placer de conocer a tu abuela el sábado y… —No hace falta que digas nada. Papá estaba furioso con la abuela.
—Se le pasará.
—Lo dudo.
Y dejaron de hablar viéndose a los ojos, entendiendo que la conversación quedaría para otro momento porque ya estaban muy cerca de Henry y Bethany.
Floyd corría detrás de los gemelos a modo de juego para mantenerlos ocupados.
Bonnie saludó a su padre y luego dejó el carrito de la limpieza en el cuarto que correspondía.
—Alexis —su nombre en la boca de Bethany siempre, siempre le producía escalofríos—, le estaba comentando a Henry que ya que estamos en esto de las labores sociales, deberíamos participar todos en la organización del baile de fin de curso. Se me ocurre que podrías hacerte cargo de la limpieza, ya que eres tan buena en ello.
Esas últimas palabras las dijo con una mirada llena de cinismo que produjo un efecto muy negativo en Alexis.
No sabía si era el cansancio físico que tenía encima o el cansancio emocional de que siempre le trataran como a una incompetente, como a alguien que era menos que todo el mundo, como si fuera un ser insignificante.
Tal vez era que estaba en esos días del mes en los que sus hormonas le hacían más sensible a las palabras de todos.
Tal vez era un poco de todo lo que se acumuló en su interior y quiso estallar en forma de llanto descontrolado.
Un llanto que se negó a soltar aunque sintió el escozor en los ojos y Henry lo notó de inmediato.
En cuanto Bethany también notó el sentimiento de Alexis y se sintió complacida al cumplir con su misión, se acercó a Bonnie.
—Cariño, quiero que sepas que si necesitas ayuda para comprar un hermoso vestido, puedes acudir a mí. Estaré encantada de acompañarte de compras.
—No necesitaré un vestido Bethany sonrió por compromiso y vio a Henry, que permaneció con el ceño fruncido por la duda.
—Cariño, debes verte hermosa para el baile de fin de curso, podríamos hacerte un peinado precioso y Dede podría ayudarte a… —No creo que sea posible que Dede me ayude a nada, no somos amigas y no vamos a serlo —Bethany empezaba a contraer el rostro por la rabia—. Y en caso de que necesite algo les pediré ayuda a mis abuelas o a la madre de Floyd que también se ha ofrecido y me cae muy bien. Gracias de todas maneras por sus buenas intenciones.
Vio a su padre que se debatía entre sentir orgullo y sentirse avergonzado por lo osada de su respuesta a una mujer a la que le debía respeto pero sabía que Bethany se estaba ganando sola las cosas que Bonnie le decía porque estaba claro que no lo hacía con buenas intenciones.
Por su parte, Alexis se olvidó de sus repentinas ganas de llorar y por poco aplaude la respuesta de Bonnie.
Bethany se sentía tan incómoda al verse rechazada de una forma tan radical, cosa que nunca nadie le había hecho en la escuela, que no sabía cómo actuar a continuación.
—En fin… —dijo viendo al resto con consternación, esperaba que alguien le ayudara con Bonnie pero parecía que nadie estaba por la labor de ponerse de su parte—. Te llamaré cuando tenga todo bien estructurado para ponernos manos a la obra con la decoración.
Henry solo asintió sin decir nada.
Y todos se quedaron viendo cómo Bethany Malone se alejaba de ellos a paso acelerado.
—Estoy segura de que hoy va a idear un plan para atraparte —Alexis le dijo a Bonnie con seriedad—. Bethany no soporta no tener el control de todo.
Ya consiguió sumar a tu padre al club de su gente perfecta.
—Es una arpía.
—¡Bonnie! —protestó Henry—. No está bien que digas esas cosas. Y no me ha sumado a ningún club.
—No estoy diciendo nada que no sea real. Es hipócrita y no la soporto.
Lo del vestido lo dije en serio —vio a Alexis y esta le sonrió con complicidad sintiéndose más relajada.
—Y estaré encantada de ayudarte si tus abuelas se niegan a hacerlo.
—Lo de las abuelas era una excusa —comentó Bonnie divertida—, jamás me atrevería a pedirle un favor de vestimenta a la abuela Debra a menos de que quiera parecer la presidenta del país y a la abuela Cheryl… —arrugó la nariz—, le removería los recuerdos junto a mamá y sé que la lastimaría.
—¿Y yo? —Henry protestó de inmediato—. ¿Acaso no cuento?
—Si la fiesta es de disfraces y decido convertirme en Bonnie la contratista, creeme que te pediré consejos, en tanto, puedes buscarle un traje apropiado a Floyd. Iremos juntos.
Floyd la vio con sorpresa.
—Yo pensé que irías con… —Eres mi mejor amigo, iré contigo.
—Mamá, tenemos hambre —gritaron los gemelos desde la puerta.
—¿Quién quiere hamburguesas?
Todos levantaron la mano y los niños pequeños empezaron a correr felices de excitación.
Alexis dejó ver la incomodidad nuevamente en su rostro.
—No te atrevas a decir que no van a ir que estoy seguro de que necesitas comida basura tanto como yo después de este contacto con esa mujer. Un poco de grasa y dulce te hará sentir mucho mejor.
Alexis sonrió divertida.
Henry tenía razón. Ya vería cómo podría retribuirle todas esas invitaciones y el cuidado que le dio a los gemelos unos días antes, permitiéndole a ella tener uno de esos sueños reparadores que tanto había anhelado tener en años.
*** Henry tenía la barriga llena y estaba feliz. No solía abusar de sus comidas chatarra favoritas pero cuando lo hacía, realmente lo disfrutaba.
Compró muchísimas patatas fritas para todos, aros de cebolla y brownie casero con helado para el postre.
Era el mejor lugar para comer hamburguesas y brownie en la ciudad.
—¿Eres de aquí?
—Desde principios de 1900 los Price se instalaron en Savannah y desde entonces, no nos hemos movido de aquí; un poco más al sur o al norte, pero siempre dentro de los límites.
—¿Y tu esposa? ¿También era de aquí?
—No. Jennifer y su madre vivían en Jacksonville —Henry se perdió entre sus recuerdos y la sonrisa adorable de su difunta esposa—. Trabajaba para la compañía inmobiliaria que decidió contratar mi empresa para hacer algunas reparaciones pequeñas en varias de sus propiedades puestas en venta. La compañía para la que ella trabajaba opera en varios estados del país, y todavía mantengo trabajos con ellos por esta zona —le sonrió con nostalgia a Alexis —. La extraño cada día.
—Debe ser difícil superar algo así.
—Fue devastador para todos. Nos despedimos una mañana y luego recibí la llamada. Una falla en su coche le hizo salir de la vía y… —suspiró—… Son casi dos años de eso. Supongo que nunca dejaré de extrañarla.
—No tienes por qué hacerlo, fue una persona muy importante en tu vida.
—Hablando de personas importantes en mi vida, aunque mi madre no sea mi favorita, es importante y siento que te debo una disculpa por lo que te dijo el otro día.
Alexis le sonrió y no supo si era una sonrisa de diversión, irónica o una mezcla de ambas cosas.
—Quiero pensar que no es así todo el tiempo.
Fue Henry quién lanzó una carcajada.
—Cuando se trata de mi madre es mejor que siempre, siempre, esperes lo peor.
—Lo tendré en cuenta aunque espero que no tenga que toparmela de nuevo. No sé si la próxima vez seré tan cortés en mi respuesta.
—Digas lo que le digas, estarás en tu derecho de hacerlo. Mi madre siempre te dará el motivo para tu tener ese derecho.
Alexis rio recordando su respuesta.
—Gracias por cuidar de los niños ese día, por cierto. Tu madre tenía razón, estaba durmiendo mientras tú los cuidabas.
—Lo sé; mi plan era que te quedaras en casa a comer y ya ves que no pudo ocurrir.
—¿Por qué eres tan bueno con nosotros?
—Por qué no serlo. No tiene nada de malo que alguien sea bueno con uno de vez en cuando. Además, veo que no tienes mucha gente a tu al rededor que destaquen tus puntos positivos en vez de los negativos a cada momento.
—Tú también te diste cuenta de que mis pequeños demonios hacen conmigo lo que quieren.
—No hay que ser un genio para darse cuenta —Henry sonrió divertido—.
No te juzgo, porque no sé muy bien cómo mejorar la relación con mi propia hija. Ya ves lo que dijo de elegir el vestido para el baile.
—Y yo estaré encantada de ayudarle. Quizá Bonnie lo que necesita es una figura femenina ajena a su familia que no la vea con lástima y que no intente ser su madre.
—¡Ah! Suena como un buen plan —le sonrió—. Podríamos aliarnos. Yo te ayudo con los gemelos y tú me echas una mano con Bonnie.
—Vas a salir perdiendo, y no necesito hacer ningún trato contigo porque les ayudaría sin pedir nada a cambio —Alexis suspiró y observó a Bonnie riendo sentada en una mesa aparte y alejada de los mayores en compañía de Floyd que parecía estarle contando un chiste—. Mi infancia fue dura, Henry.
No tuve nunca una familia, no sé cómo se tiene una familia de esas en las que todos se quieren y apoyan.
—Yo creo que no existen.
—Estoy segura de que las hay. Debe haberlas. Siempre pienso que en el mundo hay muchas cosas buenas que nos negamos a ver a veces. O que las creemos tan buenas que nos parecen absurdas e irreales —Henry la observaba mientras hablaba. Alexis era una mujer sencilla pero profunda y eso le causaba gran curiosidad al hombre. El tono sombrío en su voz cuando hablaba de su infancia, la tristeza que se marcaba en su mirada cuando decía que le habría gustado tener una familia que le apoye y le dé el cariño que quizá nunca tuvo. Ella clavó su mirada en la de él y percibió el sarcasmo que venía a continuación, ese que también parecía formar parte de ella y que la hacía tan única—: Sin embargo, he de acotar que después de ver a madres como la tuya o como Bethany, casi prefiero estar como estoy ahora.
Henry bufó y sonrió. Entendía su punto.
—No te culpo. La mayoría de las veces, la familia es la que crea conflictos a nuestro al rededor.
—Díselo a los que no tienen sangre real y han intentado unirse a la realeza.
Ambos rieron.
—Tus hijos necesitan actividades que los mantengan concentrados. Sé que no puedes pagar por actividades extraescolares.
—Y no voy a permitir que lo hagas tú.
—Tampoco iba a proponerte eso. Sé hasta dónde debo entrometerme.
Ella lo observó curiosa y se mostró interesada en seguir escuchando.
—Creo que los niños podrían drenar su energía y desarrollar la creatividad si les enseño a trabajar con madera. Un poco cada día. Yo podría buscarles en el colegio y llevarlos a casa, enseñarles algunas cosas mientras tu sales con calma del trabajo. Solo te pido que, de vez en cuando, hables con Bonnie. Le caes bien, lo noté antes, la conozco y sé que contigo se abriría.
Quizá eso le ayude a mejorar el humor y nuestra relación también pueda mejorar.
—Lo de Bonnie son las hormonas, Henry, y tienes que dejar de tratarla como si fuera una niña que va a romperse. Pero no tendría problema alguno en tener citas de chicas con ella para ver cómo nos va. No te prometo nada, eso sí. ¿Estás seguro de que este trato te parece justo? Los gemelos van a darte mucho trabajo.
Él sonrió complacido.
—Y me encantará mantenerlos distraídos, construiremos un anexo de la casa del árbol. Necesitan aprender a cumplir órdenes y creo que haciendo algo que les llame la atención, conseguiré mi objetivo.
—Solo te pido que me des el secreto si lo consigues. Sería genial poder tener un poco de control sobre ellos.
—Solo si me cuentas los secretos de Bonnie —ella lo vio indignada;
Henry le mantuvo la mirada. Bonnie podría confiar en ella y en cierto modo, eso a él le gustó. Algo le decía que la compañía de Alexis, sería perfecta para Bonnie.
Y con intentarlo, no se perdía nada.