Unos días más tarde, Alexis y Bonnie caminaban por la ciudad en la búsqueda del vestido definitivo para el baile de fin de curso de la chica.
Alexis nunca pensó que sería una misión tan compleja y entendía la ilusión de Bonnie por verse espectacular ese día.
En el centro comercial no encontraron nada que le gustara, así que decidieron explorar las tiendas locales.
Cuando Alexis le dedicaba tiempo a la ciudad como ese día, la recorría con calma y la admiraba de nuevo como la primera vez, cuando llegó allí a vivir enamorándose de ella una vez más.
Savannah estaba llena de plazas con grandes robles en estas, una elegante arquitectura y mucha calma.
Por supuesto, esos no fueron los motivos por los que llegó allí, porque por mucho que le gustara una ciudad, si no le era rentable vivir en ella, tendría que largarse.
Su economía era lo que prevalecía. Y Savannah, por fortuna, además de ser hermosa y guardar esa nostalgia sureña, estaba considerada una de las mejores ciudades para vivir dentro del país, tanto para criar niños como para poder tener una economía decente.
La de Alexis siempre era más bien «justa» pero de seguro era mil veces mejor que lo que hubiera sido en Atlanta o cualquier otra ciudad grande.
Se sentaron un poco en Whitefield Square, una de las plazas favoritas de Alexis, se refrescaron bajo la sombra de los árboles y conversaron sobre los encantos que tenía la ciudad en general.
Mientras hablaban, Alexis detalló a Bonnie, que destacaba del resto de las chicas de su edad no solo por su belleza física con sus ojos almendrados ambarinos que le hacían ver como una muñeca y con esa gracia que tenía al caminar que era muy natural en ella. También destacaba por la capacidad de análisis que tenía en su joven cerebro y por la forma en la que planteaba temas o situaciones que quizá otro chico de su edad no habría sabido manejar.
Tenía madurez muy superior a la que se dice que se tiene en esa época de la vida.
No podía compararlo con Floyd aunque consideraba que su hijo también era muy maduro para los años que tenía, Bonnie le sobrepasaba con creces.
La chica le sonrió y ella le pasó el brazo por los hombros.
—Falta poco para el baile. Lo conseguiremos, ya verás —habían retomado su recorrido e inspeccionaban los escaparates de las tiendas.
—Eso espero, Alexis —la chica observó uno de los escaparates con modelitos que eran bonitos pero ninguno se parecía a ella—. Sigamos, aquí no veo nada.
Alexis sonrió divertida.
Toda vía no se creía toda la suerte que tuvo al toparse con Henry y que este se volviera en una parte importante en su vida.
Tantos cambios positivos para ella y sus hijos eran responsabilidad de él.
Le debía tanto que no le alcanzaría la vida entera para pagarle por todo lo que hacía.
Henry le pidió expresamente que no se pasara por su antigua propiedad porque quería que fuera una sorpresa el cambio completo.
Alexis accedió a esa parte del trato. Le pareció justo respetarla, era lo menos que podía hacer.
Y ser vecina de Henry resultaba tan positivo que sabía que cuando volviera a su antigua y renovada propiedad les echaría de menos a él y a Bonnie.
Los niños también les echarían de menos.
En esos días compartieron cenas, almuerzos, paseos por la playa al atardecer después de que todos cumplieran con sus deberes.
Era la primera vez en su vida que formaba un equipo con alguien y que resultaba tan bien todo.
Los niños estaban por concluir las clases y con ellas, las labores sociales en la escuela a causa del castigo impuesto por el director; así como la decoración del gimnasio para la fiesta de fin de curso para la cual faltaba poco.
Bethany era la que daba las órdenes y por supuesto, a ella le ponía más trabajo que a nadie, no le importaba lo hacía con gusto y además, Henry, que siempre quedaba absuelto de todo, se ponía a su lado para ayudarle a que todo quedara listo antes.
Lo que irritaba mucho a Beth y divertía a Alexis que le parecía una idiotez no asignarle más responsabilidades a Henry porque tal como ella lo decía «tienes mucho con lo que te toca llevar día a día» Alexis notaba que, desde hacía unos días, Bethany se movía de forma singular cuando estaba frente a Henry y movía la boca de una manera ridícula creyendo que se veía sensual.
No se podía negar que tenía un gran atractivo en ese cuerpo de guitarra que envolvía en sus perfectos y bien planchados vestidos de ama de casa digna y ejemplar que empezaba a parecer todo lo contrario a lo que Alexis creía que era ella.
Parecía que su perfecta felicidad, después de todo no era tan cierta y desde que detecto esos ligeros cambios en ella empezó a sentir menos ganas de tener una vida como la que tenía.
Aun ponía en duda lo que veía porque le costaba creer que alguien tan correcto y ejemplar como Bethany Malone que se pavoneaba restregándole a todos, y en especial a Alexis, lo perfecta y estupenda que era su vida, lo mucho que ella podía con todo porque era mujer y era su deber, estuviese lanzándole señales de seducción a Henry.
Eso decía mucho acerca de lo que escondía en la vida real que tenía.
Si era capaz de tan solo insinuársele a otro estando casada era porque todo en su vida marchaba muy mal.
Sintió lástima por ella de ser así.
Negó con la cabeza pensando en que era imposible eso. ¿Por qué Bethany fingiría tener una vida perfecta si no era así? ¿A quién quería impresionar?
Bonnie hablaba del traje de sus sueños mientras Alexis seguía recapitulando su vida en esas últimas semanas.
Había reído mucho, se sentía más descansada porque tenía menos estrés con los horarios ya que Henry le ayudaba también con eso y los niños.
Los gemelos lo adoraban. Estaban construyendo junto a él un anexo nuevo de la casa del árbol y parecían pequeños duendes organizados y muy trabajadores cuando estaban bajo el mando de Henry.
Y en cierto modo, cuando no estaban con él también se les notaba colaboradores y últimamente no tenía que reñirles tanto por pelearse porque ya casi no lo hacían lo cual le confería un aura más tranquila a su pasajero nuevo hogar.
Le llenaba de ilusión seguir pensando en la casa nueva. En cómo se vería en los nuevos momentos que construiría ahí junto a sus hijos y a su nuevo equipo que ya sentía como una familia.
Sonrió.
Le dio un apretón a Bonnie pensando en eso porque eso sentía que ella y su padre se habían convertido de algún modo en familia.
No pensaba lo mismo de Finn.
¡Oh no!
Finn despertaba cosas en ella que nada tenía que ver con amistad y menos con asuntos familiares.
Henry no se mostraba receptivo en el tema y prefirió no hablar más de esto aunque tampoco le escondía su atracción por su hermano.
Porque era obvia y sería muy tonta esconderla a alguien.
Sin embargo, para no crear problemas decidió que mantendría a Finn alejado cuando este le invitó a salir con él un par de veces y ella rechazó por falta de tiempo.
Que no era del todo mentira.
Él asumió los rechazos con gran normalidad y parecía que decidió dejar de insistirle porque llevaba muchos días sin verle y sin saber nada de él.
Henry poco hablaba de Finn o de sus padres.
—Estoy feliz de que la abuela Cheryl venga de nuevo en unas semanas.
Alexis regresó a su realidad para darse cuenta de que Bonnie no paraba de hablar y se perdió la mitad de la conversación.
—Una mujer encantadora.
Se limitó a decir Alexis mientras recordaba su encuentro con esta.
Claramente, tenía la tristeza marcada de por vida en su mirada debido a la muerte de su única hija, sin embargo, era alegre y optimista. Cariñosa con los niños que quedaron encantados con ella y su pastel de manzana y canela.
Henry hablaba siempre maravillas de ella, se notaba que le tenía gran aprecio.
—¿Qué te parece este? —Bonnie le enseñó un vestido turquesa de corte princesa.
Alexis sonrió asintiendo.
—Creo que te verías maravillosa, pruébatelo.
Mientras Bonnie se cambiaba en los probadores, Alexis pensó también en lo mucho que le chica había avanzado con sus salidas femeninas.
Le gustaba pasar tiempo con Alexis y a ella también le agradaba mucho de ese tiempo a solas con ella.
Era agradable tener una amiga aunque no podía contarle la mitad de sus pensamientos porque no estaban acordes a su corta edad.
Cuando Bonnie apareció ante ella, Alexis entendió el significado de esa emoción que sentían las madres al ver a sus hijas crecer y convertirse en hermosas mariposas.
Estaba preciosa.
El vestido casi iba a juego con sus ojos y el rubio de su cabellera le caía en ondas surferas sobre los hombros.
Sonrió al pensar en ondas surferas. Un término que Bonnie le enseñó lo que significaba y le prometió que le ensañaría a hacerse ese y otros peinados.
Se puso las manos en el pecho y sintió una emoción sobrecogerle el pecho.
Le tenía mucho cariño a la joven.
—¿No me digas que vas a llorar?
Alexis carcajeó divertida.
—No cariño, no te haría eso. Lo reservo para cuando estemos en casa la noche del baile.
Bonnie se movió a un lado y al otro.
—¿Y?
—Preciosa. Es el vestido.
La chica sonrió en grande y aplaudió feliz mientras daba brinquitos de alegría.
—¿Qué vas a llevar puesto tú? —Alexis esperaba esa pregunta desde hacía mucho y aun no tenía respuesta.
—Algo encontraré en el armario.
Silencio.
Alexis agradeció que Bonnie no preguntara nada más al respecto. No quería dar señales de que no tenía nada para ponerse ese día porque sabía que acabaría recibiendo una nueva obra de caridad por parte de los Price y ya no quería nada mas de eso.
Nada más.
Tenía un viejo conjunto de traje y chaqueta en el armario que estaba segura de que le quedaría un poco ajustado porque había sido el uniforme de un trabajo previo a los gemelos y bueno, después de los kilos ganados en ese embarazo, su cuerpo nunca más volvió a ser el mismo.
Se vio al espejo.
Sí, había grasa en donde se suponía no debía haber, una prominencia en la parte baja de su vientre y el pecho no estaba en su lugar original.
Podía verse mucho mejor, sin duda. Pero para eso necesitaba tiempo que no tenía.
Y no iba a mortificarse por sacar ese tiempo de algún lado a menos de que su medico le dijera que por salud debía emplear cambios en su estilo de vida.
Así como estaba, se sentía bien.
Eso era lo más importante.
Bonnie salió del probador con el vestido y fueron a la caja.
Pagaron y salieron de la tienda conversando en el peinado de la chica para el baile cuando se chocaron con alguien que también venía distraído en sus pensamientos.
—¡Tío! —exclamó Bonnie divertida y abrazó a Finn que le respondió el abrazo de inmediato sin quitarle la vista de los ojos a Alexis que se removió nerviosa en su sitio.
—Alexis, ¿Cómo estás? —ella sonrió avergonzada y bajó la cabeza para luego responder con un «Bien» susurrado.
No quería dejarse en evidencia por sentirse atraída por Finn que parecía ya notarlo a kilómetros de distancia por la mirada pícara que le dedicaba.
—¿Qué hacen por aquí? —preguntó a la chica y Bonnie le sonrió alegre.
—Mi vestido de la fiesta. Es espectacular.
—Me lo imagino. ¿Quieres comer un helado? —vio a Alexis—. Si no te importa que vayamos.
—No, por supuesto que no, por mi estará bien si Bonnie acepta.
La chica asintió con la cabeza y cruzaron la calle en la búsqueda de una heladería que les gustaba a los Price.
Alexis la conocía solo de paso. Sus sueldos no alcanzaban para esa clase de lujos.
Se pidió una barquilla con chocolate, su sabor favorito en cualquier versión y se sentaron dentro porque la tarde estaba caliente.
—¿Cuándo es el baile?
—En unos días —anunció Bonnie que comía gustosa su helado.
—Solo chicos, supongo.
—Y chaperones —agregó Alexis.
—¡Tío! ¿Todavía pinchas música como lo hacías antes?
—Claro, querida.
—Alexis, podríamos poner a tío Finn como el dj esa noche. ¿Qué dices?
—No soy yo quien lo organiza pero supongo que podríamos mencionarlo.
—Le diré a papá que lo sugiera —la niña le hizo un guiño de ojo a Alexis a modo de complicidad—. Ya sabes que Bethany siempre lo escucha a él.
Alexis ladeó la cabeza. Entonces ella no era la única que se estaba haciendo falsas escenas en su cabeza.
Parecía que Bethany sí estaba dándole más interés a Henry del que debía darle.
Interesante.
—¿Están en el comité de organización? Te refieres a Bethany Malone ¿No? —preguntó curioso Finn.
—Sí —Alexis volvió los ojos al cielo—, como si no tuviera más nada yo que hacer en la vida, el director nos ha puesto a trabajar en esto ¿Conoces a Bethany?
—Sí, soy su jardinero desde hace un tiempo —Finn sintió un poco de rabia en su interior que disimuló cuanto pudo con gestos familiares. Vio a su sobrina y le tocó la punta de la nariz con el índice, la joven sonrió con vergüenza—. De todas maneras, es posible que tu padre no mueva un dedo por mí.
Ahora fue Bonnie la que volvió los ojos al cielo.
—Quizá se alegra de que quieras formar parte de ese día especial en la vida de Bonnie.
Finn vio a Alexis divertido y negó con la cabeza.
—Lo dudo aunque estaré encantado de poder ser el dj si eso me permite bailar unas canciones con esta jovencita —repitió el gesto en la punta de la nariz de Bonnie— y con esta hermosa dama —tomó por sorpresa la mano de Alexis que descansaba en la mesa y se llevó el dorso de la misma a los labios.
Le dio un beso suave y provocativo al tiempo que atrapaba su mirada y le dedicaba un guiño.
Alexis se sonrojó más que nunca antes en su vida.
—Ahora debo irme. ¿Me llamarás para avisarme la fecha y la hora? —le preguntó a su sobrina.
—Claro —le sonrió— gracias por esto —levantó su helado y le lanzó un beso al aire que su tío fingió atrapar llevándose después la mano al pecho como si estuviese guardando el beso en su corazón.
—Gracias —Alexis levantó lo que quedaba de su helado—. Nos veremos pronto, supongo.
—Espero —le dedicó un último guiño y salió del local dejando a Alexis sumergida de nuevo en sus pensamientos y en las emociones pasionales que despertaba ese hombre con su sonrisa y su trasero.
—Es un poco rebelde, pero el tío Finn es bueno a pesar de lo que dice papá.
Alexis se sintió sorprendía como si Bonnie hubiese adivinado sus pensamientos.
Bonnie le sonrió con diversión pensando que quizá Alexis y su tío podrían llegar a ser novios.
¿Y si ella se encargaba de unirlos?
*** Finn recogía la ropa del suelo en la oscuridad de la casa de visita mientras veía a su amante ir con prisa a recibir a su marido que llegaba de un largo viaje de negocios.
Habían discutido y odiaba discutir con ella.
Sabía que ella no dejaría nunca a su marido y él no esperaba que ella lo hiciera porque tenía muy en claro que no sería capaz de mantenerla como ella está acostumbrada a vivir, además, tendría que cargar con los cuatro hijos de la mujer y aunque se rebosara de amor por ella había cosas que Finn no estaba dispuesto a ser como, por ejemplo, el padre de los niños de otro e incluso propios.
No estaba en sus planes ser padre de nadie.
Él quería seguir siendo hijo, el pobre hijo desvalido que no ha encontrado su ruta en la vida y que sus padres siempre estarán dispuestos a mantener y ayudar de cualquier manera.
Sin embargo, tenía sentimientos muy elevados por Bethany.
Muy elevados.
Tanto, que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella. Por eso cuando se enteró de su relación con Alexis y se dio cuenta de que Henry se sentía atraído por ella aunque el muy cretino no se hubiera dado cuenta, decidió que podría usar a Alexis para honrar a su amada y fastidiar a Henry por siempre creerse superior a él.
Y todo iba muy bien aunque muy lento por la negativa de Alexis a quedar con él o aceptarle alguna cita en la que pudiera llevarla a la cama y luego desecharla como si se tratara de un objeto viejo.
Estaba convencido de que, con ese gesto, la atracción de Beth hacia él aumentaría y la volvería más ardiente de lo que ya era.
Beth se lo agradecería con besos, caricias y dedicándole mucho más tiempo a él ahí, en su lugar secreto.
No podía negar que se sintió muy incómodo cuando su sobrina le insinuó la fascinación que tenía su amante hacia su hermano y que estuvo a punto de delatarse ante la niña y Alexis.
Finn no quería que Beth tuviera más amantes. Ya bastante duro era pensar que tenía que compartirla con su marido.
Por fortuna no se delató, contuvo su incomodidad, drenándola con la misma Bethany en la casa de visitas, revolcándose con ella por varias horas en un sexo salvaje que dejó a la mujer extasiada.
Pero no era tonto y necesitaba aclararle algunas cosas a Beth, por eso, en medio de los jadeos le pidió explicaciones.
No sería la primera vez que le exigía un poco de consideración desde que conociera a Henry.
Casualmente, Finn le contó el cambio de escuela de Bonnie y le dijo que su hermano la inscribiría en la escuela en la que Bethany era la mano derecha del director.
La presidenta de la asociación de padres y representantes.
La que tomaba algunas decisiones de relevancia y era esa actitud poderosa y arrolladora lo que enloquecía a Finn desde que la conoció.
Desde que se atrevió a levantarle la voz y llamarlo igualado.
Finn la arrinconó y exploró su boca de manera tan inesperada y arrebatadora que Bethany por poco tuvo un orgasmo en ese primer contacto que tuvieron.
Y esa reacción convirtió a Finn en un adicto a ella, descubriendo que era una mujer ardiente que se escondía entre sus vestidos y su supuesta vida perfecta en la que era infeliz, confesión que le hizo ella mucho tiempo después de su primer encuentro sexual.
Desde entonces, nunca se hicieron promesas aunque era cierto y Finn llevaba mucho tiempo manteniéndose fiel a los encuentros con su amante pensando que ella le respondía de la misma manera.
Pero desde que Henry apareció en ese maldito colegio y Bethany lo vio, Finn no hacía más que sentir esa asquerosa inseguridad de que su hermano le pueda quitar lo que es suyo; porque sí, consideraba suya a Beth y hubiese sido un golpe muy bajo que la mujer se confesara atraída por él.
No le contó nada del comentario de su sobrina, mucho menos de su plan con Alexis porque Bethany no medía sus palabras y se le podía escapar algo antes de tiempo.
Se sentía un poco mejor después de ver a Beth gemir por él, gracias a él y no a otro hombre.
Gritó su nombre en todos los orgasmos que le profirió y le hizo jurar que no se sentía atraída por Henry.
Ella lo vio a los ojos y le dijo «No». «Tú eres el único, cariño».
Le pidió que se calmara y que confiara en ella.
Le daría otra oportunidad a pesar de que algo en su interior lo invitaba a ser más observador. Agradeció también no mencionar nada sobre la propuesta de ser el dj de la escuela.
Beth se habría buscado a alguien más esa misma noche con tal de que él no pudiese estar tan cerca de ella porque temía que alguien se diera cuenta de que su relación iba muchísimo más allá de la jardinería de su estupenda casa.
Finn entrecerró los ojos fijando la vista en las ventanas de la cocina de la casa principal viendo como Beth atendía a su familia.
Sintió una punzada de celos repentinos y deseó que llegara el maldito baile y las vacaciones de verano para que Bethany no se encontrara con Henry de nuevo.
*** —Bonnie está emocionada con todo lo del baile.
—Lo sé. Ya estamos planificando el peinado de ambas para esa noche. Si es que antes, Bethany no me deja calva tratándome como si fuera su esclava.
—Es insoportable.
—¿Tu de qué hablas? ¡Si eres el niño mimado! —Ambos rieron a carcajadas—. Por cierto, creo que la mujer está algo más que preocupada por ti y tu pobre condición de padre soltero —Alexis levantó las manos—, sin ánimo de ofender, sabes que hablo forma irónica.
Henry la observó complacido porque sabía muy bien cómo se expresaba ella y cuándo lo hacía con ganas de ofender o cuándo no.
En esas semanas que Alexis llevaba allí en calidad de vecina mientras él reparaba su casa, sentía que la estaba llegando a conocer tan bien que casi le molestaba ser tan bueno conociéndola porque no entendía cómo era que ella le había despertado tanto interés.
Estaba molesto consigo mismo.
Sentía que traicionaba a Jenny pensando que quizá conocía muy bien a Alexis porque la mujer le gustaba.
Y también le irritaba que ella no mostrara el más mínimo interés en él y si en su estúpido e inútil hermano.
¿Cómo era que las mujeres siempre se fijaban más en Finn si era un parásito?
Todas menos su Jenny, por supuesto que jamás tuvo ojos para otro que no fuera él. Sonrió recordándola como siempre lo hacía.
Alexis seguía hablando, concentrada en sus asuntos de jardinería.
El jardín de la casa que Henry le prestó estaba tomando mejor forma y le daría mayor atractivo a la propiedad para cuando decidiera alquilarla de nuevo.
Recordó entonces lo que le dijo Alexis de Bethany unos minutos antes.
—No creo que Bethany esté interesada en mí. Además, según deja ver, es feliz en su matrimonio y con su familia.
Alexis lo vio divertida.
—Podría estar engañándonos a todos, no sé. No soy quien para decirte qué hacer o no, sin embargo, te tengo cariño, Henry, y no me gustaría que ella te metiera en problemas.
—Ahora eres tu quien me aconseja.
—Eres mi amigo y es mi deber.
Henry sintió un pinchazo en el estómago que le molestó cuando escuchó aquella frase «eres mi amigo».
Tenía que dejar de sentirse así porque acabaría dañando la relación entre ellos.
—Mmm, me contó Bonnie que ayer se encontraron con Finn. Me llevé una buena sorpresa al enterarme de que es el jardinero de Bethany desde hace un tiempo —negó con la cabeza dejando ver su indignación—. Es increíble lo mucho que puede manipular a mi madre para que me atosigue y le consiga trabajo porque él «supuestamente» no consigue ninguno. ¿Cómo diablos hace para engañar a mi madre de esa manera? ¡Yo nunca pude!
Alexis rio por el comentario.
—Bueno, al menos tiene un trabajo. Así que cuando tu madre te atosigue de nuevo, dile que él la engaña.
—Como si ella me fuera a creerme. Mi madre tiene la concepción de que como soy el mayor y el que ha usado la cabeza para algo más que para estupideces, que también las hice, pero hace muchos años, pues ella cree que yo soy responsable de darle una mejor vida a él.
Alexis lo vio con interés y sin saber que decirle.
—Me gustaría darte algún consejo sobre mi relación con mis hermanos o cómo nos llevábamos con mis padres; como comprenderás, al no tener nada de eso, soy la menos indicada para decirte algo. ¿Qué vas a hacer con la idea de Bonnie? ¿Le vas a decir a Bethany que lo coloque como Dj?
—No tengo más remedio que hacerlo, Bonnie me lo pidió con esos ojos de cordero y no pude negarme.
—Genial.
Henry frunció el ceño.
—¿Quieres que te cuente la otra idea de mi hija? —Alexis lo observó con interés—. Cree que puede hacer de celestina entre Finn y tú porque notó que Finn se siente atraído por ti.
—Son cosas de chicos, Henry. No me voy a convertir en la novia de nadie.
Henry soltó un gruñido cuando la escuchó decir que no iba a ser la novia de nadie.
¿Qué le ocurría a él con esa mujer?
Alexis lo vio confundida.
—¿Estás bien?
—¿Por qué no debería estarlo? —quiso parecer despreocupado y por la cara de duda de Alexis. Entendió que no lo estaba consiguiendo. Respiró profundo y se sentó en el borde del suelo de madera que servía de porche a la propiedad mientras Alexis cambiaba algunas plantas a macetas más grandes —. Me ha dicho Bonnie que mi hermano pretende bailar contigo.
Alexis lo vio divertida.
—Es solo un baile, Henry —Alexis resopló y dejó caer los hombros mientras lo veía a los ojos—. No voy a permitir nada más. Lo prometo.
Henry asintió y ella le sonrió complacida colocándole una mano sobre el brazo.
—Gracias por cuidar tanto de nosotros.
Henry sintió en el pecho una explosión que lo confundió más cuando ella apretó un poco el contacto de su mano sobre el brazo de él.
Le sonrió y bajó la cabeza, avergonzado, porque no entendía muy bien qué diablos ocurría en su interior.
Resopló y trató de enfocarse en el asunto que lo había acercado a Alexis esa tarde de domingo.
—Escucha, hay algo de lo que quiero hablarte.
Alexis lo vio con atención dejando a un lado sus herramientas de jardinería.
—¿Qué ocurre?
—Bonnie ha tenido otra idea y quiero que sepas que estoy de acuerdo con ella.
—¿Qué se le ha ocurrido ahora?
—Algo que sé que le hará feliz hacer. Hablará contigo pronto, no te niegues al primer minuto —Alexis estaba intrigada y Henry sonrió divertido —. Te conozco y a cada cosa que te ofrecen le dices que no en un principio.
El reafirmar lo mucho que la conocía en voz alta le hizo sentir extraño en su interior.
¿Por qué la conocía tan bien?
—Dime al menos de qué se trata para ir pensándolo.
Él sonrió de lado y la vio a los ojos, alzó las cejas con sorpresa.
—Buen intento, pero no se me escapan las cosas tan fácil, Alexis. Ella me pidió que no te dijera nada. No lo haré, solo vengo a pedirte que escuches sus razones y luego respondas.
Alexis asintió sin apartarle la vista, los ojos de ella eran tan enigmáticos que Henry sintió que se podía quedar hipnotizado con ellos.
Frunció el ceño al pensar en futuro porque le pareció que hablaba en el tiempo equivocado.
Quizá no «podía» quedar hipnotizado porque «ya» lo estaba.