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Chapter 3 - Capítulo 2: Día Lluvioso

Era un día lluvioso, sin embargo, el ambiente se percibía extrañamente tranquilo, bastante contrario al nervioso hombre llamado Jin Lafér, Duque de alta cuna con la mayor influencia en el actual reino Élfico, que actualmente vestía un elegante traje negro de cuello alto con finos bordados y detallados ornamentos dorados que no hacían más que resaltar su robusto y entrenado cuerpo. En su pecho resaltaba el collar con el símbolo de su familia, una medalla de cinco colores rodeada en los bordes por un fino y exquisito oro blanco que resaltaba el blanco, el azul, el morado, el verde y el rojo ubicados en el centro de aquella medalla. Su cabello era de un color marrón claro que mantenía una sinergia maravillosa con sus imponentes pupilas verdes, que dejaba sutilmente al descubierto sus alargadas orejas. Aquel distinguido hombre esperaba a su majestad en la elegante sala de recepción del castillo. Quien, con la intención de calmar sus ansias, fallidamente comenzó a analizar por tercera vez la habitación en la que se encontraba.

Lo primero que notó fueron los magníficos cuadros que adornaban las rojizas paredes cubiertas de un elegante patrón geométrico que no hacía más que resaltar las obras de arte colocadas intencionalmente donde el invitado pudiera observarlas fácilmente. En el alto techo, colgaba un bello candelabro enorme que brillaba plateado al recibir cualquier mínimo rayo de luz, resaltado con mayor intensidad por los cuatro candelabros dorados de menor tamaño y detalle, dispuestos en cuatro direcciones. Había un gran ventanal que dejaba al descubierto la vista al área circundante, mayormente cubierta por el deslumbrante jardín de hermosas flores que había frente al lugar. Los asientos eran de una hermosa y detallada tela carmesí que encubría un relleno perfecto que no hacía más que invitar a cualquier persona a tomar cómodamente una postura recta por su perfecta forma. En el centro, frente a los asientos, había una mesita de cristal que en su centro tenía una elegante tetera blanca y dos tazas plateadas con hermosos detalles de pétalos y flores rosas colocadas encantadoramente por un habilidoso artesano. La habitación no estaba amueblada y estaba a la derecha de la entrada al castillo que daba frente a las enormes, pero bellas y perfectamente bien construidas escaleras que se dirigían a las habitaciones superiores.

Siendo interrumpido en su contemplación de tan magnífica obra maestra arquitectónica por la presencia que se acercaba y que no tardó en reconocer, volvió su mirada al frente y puso su más digno y respetuoso rostro mientras se ponía de pie para saludar a quien a él se acercaba con elegante paso y mística presencia cual monarca en presencia de sus súbditos.

"¡Saludos, Soberana de la Luz! Que los rayos del sol iluminen tu reinado y guíen tus pasos en la senda de la sabiduría y la belleza eterna", dijo mientras inclinaba su cabeza y postraba su mano derecha a la altura de su corazón, como muestra del máximo respeto posible entre elfos al saludar a su monarca.

Contestó la reina, Yesfiel Faephyra: "Levanta la cabeza Jin, pues enardecidos quedan mis sentidos al escuchar tus palabras, noble visitante. Agradezco tu saludo y tu deferencia hacia mi reinado al responder a mi repentino llamado", con modesta y amable sonrisa dibujada en sus labios, la reina señaló el asiento de Jin con su mano izquierda y tomó asiento ella primero quedando frente a frente con el ahora sentado duque.

Con el saludo concluido, Jin afirmó su garganta y dijo respetuosamente: "Mi reina, ¿a qué debo el honor de ser llamado personalmente por usted, a pesar de yo digno jamás en su presencia estar?"

"Necesito de tu noble ayuda, pues un conflicto a gran escala está por estallar y considero que tú enterado y activo debes estar", respondió solemnemente la reina.

"Me halaga su sinceridad y me alarma la naturaleza de su llamado, dígame, pues, oh gran majestad, ¿en qué puede este humilde siervo suyo ayudar?", a lo que la reina respondió: "Necesito que al continente Thalassar envíes hombres de tu máxima confianza, al país que ya has de adivinar y que, en secreto, vigilen la isla entera de los exiliados".

Al ser mencionada aquella despreciable isla de despreciables habitantes, el rostro de Jin se oscureció, evidenciado por su tensa expresión reflejada en el silencioso rechinar de sus dientes y el fruncir de sus cejas que contenían el temblor de sus ahora furiosos puños.

Al notar que la reina observó estos pequeños detalles y que el propio Jin se metió demasiado en sus viejas heridas, recuperó su compostura, avergonzado de cometer semejante acto frente a semejante persona y dijo: "Con gusto sus órdenes cumpliré y antes de en más detalles entrar, me gustaría saber, si no es de mi parte presuntuoso preguntar, ¿por qué aquella abominable isla es motivo de sus aflicciones?", preguntó, sin embargo, con solo ser mencionada tal isla, Jin pudo entender a qué 'conflicto a gran escala' se refería la reina anteriormente con preventiva cautela, sin embargo, quería que sus sospechas fueran negadas y por eso preguntó directamente.

"Presuntuosa no es tu duda, Jin, y, en cambio, entendible es", al responder gentilmente, su mano derecha levantó y de ella, un resplandor azul salió y se dirigió al rostro de Jin hasta que lo envolvió, desapareciendo dentro, le mostró un recuerdo, no perteneciente a ella, sino a su más leal súbdito, Reinhard.

Sin dar más detalles, en la mente de Jin, la presencia que emanaba miasma y la firma de maná que atacaron días atrás, quedaron fuertemente grabadas en su memoria. Entonces la reina bajó su mano y dijo: "Sospecho que estas dos extrañas figuras pronto intentaran arribar la isla de los exiliados."

"¿Su intención es, pues, impedir la entrada de estos a la isla?", preguntó, sin poder evitar que se filtrara un atisbo de inseguridad de su garganta.

"Ese no es el caso, lo único que espero inicialmente es que se me informe, apenas suceda el más mínimo de los eventos en aquella despreciable isla y en caso de que estos dos sujetos toquen tierra en tal lugar, sean rastreados desde la lejanía, sin jamás estar cerca de ellos", concluyó la reina. Jin, quien pareció entender un poco la intención de la reina, accedió a ello, no sin antes concretar algunos detalles más.

...Tiempo después, aquello sería recordado como el inicio del conflicto con fuerzas que jamás nadie en el mundo había conocido hasta entonces, ambos bandos influenciados principalmente por la aparición de cierta persona y sus contribuciones en el continente Athoros, que cambiaron el rumbo del mundo entero para siempre.