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Chapter 7 - Capítulo 6: En el Lago de las Ninfas; Reencuentros y Amenazas

A medida que nos adentrábamos en el bosque, la densidad de los árboles aumentaba, envuelto en una espesa neblina que se perdía entre la maleza. Ni las mariposas, ni los insectos, ni las aves se aventuraban más allá.

Sin embargo, no solo la neblina era temida. Todos parecían aterrorizados por la figura enmascarada que se abría paso hacia ella. Yesfiel Faephyra, oculta tras su disfraz, emanaba una presencia feroz e intimidante, incluso sin mostrar su rostro.

El encuentro anterior con Iris Barker, o lo que ella creía que era un duplicado mágico en lugar del verdadero cuerpo de la investigadora, la había dejado de mal humor. Los animales del bosque podían sentir su estado de ánimo, evitándola como si temieran quitarle la presa a un león hambriento. Faltaba tiempo para el día acordado de reunión, y era curioso que el punto designado para la reunión no tuviera nada que ver con el Bosque de Eldoria.

Y la presencia de Elysia, una chica desconocida para ella, era molesta y representaba una amenaza para sus planes.

De repente, una voz mística la detuvo en seco al entrar en contacto con la niebla. "Monarca de los elfos", dijo con soberbia, "solo aquellos con el corazón en calma pueden acceder a esta zona. Si no puedes cumplir con este requisito, negaré tu entrada, a pesar de tu posición". Yesfiel chasqueó la lengua, pero luego tomó una gran bocanada de aire para calmarse y respondió, "No tomará mucho tiempo, solo necesito hablar con Seraphina". La voz, ligeramente molesta, accedió y la neblina se disipó, revelando un hermoso lago de tonos verde marino.

Árboles de un verde puro y hermoso destacaban en el bosque, irradiando un resplandor azul desde las raíces. Los frutos azules colgaban de las ramas, brillando como latidos mágicos. Mariposas arcoíris, espíritus de agua y viento danzaban alegremente, creando un aura mística y fascinante. El aire se impregnaba con un aroma irresistible, mientras la vista se deleitaba con la cautivadora belleza del lugar, una suave melodía de las hadas bailaba en el aire, desatando un deseo irresistible de probar las frutas azules, cuyo brillo mágico parecía latir con cada latido del corazón.

En el centro del lago, una llamarada emergió y dio forma a una hermosa mujer. Vestida con un magnífico traje que mezclaba tonos rojos y naranjas, su cabello reflejaba los mismos colores. Sus ojos, de un rosa puro, resaltaban con una cruz blanca en el iris, acentuando su majestuosidad y antigüedad. Poseía una figura perfecta, con proporciones equilibradas y cautivantes.

Esa era Seraphina, quien actualmente reinaba sobre los espíritus y guardiana eterna del Lago de las Ninfas.

Yesfiel, al verla, hizo una pequeña y sencilla reverencia como saludo.

"Me parece extraño verte volver aquí tan pronto", dijo con una sonrisa amable. "¿Necesitas algo querida?", mientras se acercaba suavemente a Yesfiel flotando, las llamas que le habían dado forma desaparecieron.

Yesfiel dejó escapar un suspiro preocupado antes de hablar. "Sera, algo me preocupa. ¿Te has enlazado recientemente con alguien más?"

"¿Te preocupa la mujer que acabas de enfrentar?"

"Sí, me pareció… No, más que eso, estoy segura, usó el mismo tipo de magia de fuego que usas tú, sentí claramente mi Núcleo reaccionar cuando ella apareció".

Después, Yesfiel apretó ligeramente sus puños y dijo "si te enlazaste con ella…" dudó en continuar, sabía lo grave que era amenazar a la

Reina de los Espíritus, pero habló, "nuestro trato se invalidará y serás declarada públicamente enemiga de mi nación, con todas sus implicaciones".

Antes de que pudiera reaccionar, cuatro espíritus aparecieron a su alrededor, armas desenfundadas y miradas desafiantes en sus rostros, creando un instante de tensión palpable.

El que se paró frente a ella fue Zephyrus, el espíritu superior del agua, vestía una armadura azul que reflejaba con elegancia los rayos del sol, y su cabello, igual de azul, ondeaba como olas a la altura de sus hombros. Tenía un cuerpo atlético y esbelto, su altura similar a la de Yesfiel, le dejaba ver claramente sus ojos azules que parecían contener la profundidad de los océanos. En su mano izquierda, una espada larga de doble filo resplandecía de color azul como el mar.

"Qué sorpresa, Reina de los Elfos, no esperaba una declaración de guerra por tu parte", le dijo con un tono carente de emoción alguna, mientras le dirigía una mirada condescendiente.

"Deberías poder entender mi posición, Zephyrus. Yo tampoco quiero hacer esto", le respondió Yesfiel sin inmutarse lo más mínimo. "¡¿Entonces tú entiendes nuestra posición si somos declarados enemigos de tu reino?! Nos cazarán, nos matarán, aprovecharán que no podemos dejar el lago y seremos asesinados", le gritó Sylvana, el espíritu superior de la naturaleza.

Ella era una mujer hermosa que personificaba la exuberancia y vitalidad de la naturaleza. Lucía un hermoso vestido hecho de hojas y ramas entrelazadas mientras su cabello verde caía revoloteando hasta sus hombros. Su cuerpo era delgado y ágil, sus ojos brillaban con la sabiduría de los bosques en un hermoso verde. En sus manos sostiene una lanza marrón, tallada con símbolos de vida y crecimiento.

"Si entraremos en guerra con los elfos, lo mejor es deshacernos desde el inicio de la persona más problemática de su bando, considerada la mejor maga de la actualidad", susurró tímidamente Aether, el espíritu superior del viento.

Él vestía una túnica gris que parecía fluir con la brisa, su no muy largo cabello, blanco como la nieve se alzaba cual ráfagas de viento. Su cuerpo era atlético, pero no tan imponente como los otros espíritus. Sus ojos grises reflejaban la calma y la serenidad del cielo nublado. Llevaba en sus manos dos dagas plateadas mientras en su cintura, otras cuatro yacían ocultas en su empuñadura.

Selene, el espíritu superior del rayo, soltó una carcajada desenfrenada y burlona. "No pareces tan fuerte como dicen", pronunció entre risas, con una expresión relajada que ocultaba su peligrosa naturaleza.

Ella vestía una túnica blanca adornada con bordados dorados, que relucen como energía eléctrica en cada trazo. Su cabello blanco, como un halo luminoso, está salpicado de delicados destellos dorados y descargas eléctricas son visibles por momentos. Su cuerpo, atlético y ágil, poseía una musculatura definida sin perder su gracia y elegancia. Sus ojos, de un blanco puro y brillante, brillaban como estrellas en el firmamento, mientras que una estrella dorada en el centro de cada iris irradia una energía divina.

Eran 4 de los 5 Espíritus Guardianes de la Reina Seraphina.