LA DECISIÓN (PARTE 3)
ADVERTENCIA. Este episodio contiene escenas de violencia que podrían herir la sensibilidad de algunos lectores.
´´Sala de adaptación´´
Mis palabras dejaron mi boca en cuanto observé la escena frente a mis ojos.
En todas las habitaciones se encontraban niños muy pequeños llorando sin parar recostados en camillas sostenidos fuertemente con correas de cuero que no le permitían moverse demasiado.
Mientras que unos tipos con grandes batas blancas sentados a sus lados con algún instrumento raro en sus manos empujaban y perforaban sus pequeñas y frágiles pieles con agujas de gran tamaño que conectaban a una máquina llena de tinta negra, logrando que cada empuje de esas agujas causara grietas enormes en la zona donde se impregnaban. Poco a poco la sangre en algunas de ellas brotaba sin parar.
Ellos se retorcían en las camillas con tanta fuerza que las correas les dejaban huellas sumamente rojas en sus cuerpos desnudos al punto de casi romperles la piel, todos lloraban desconsoladamente con sus rostros llenos de lágrimas y dolor palpable. Sus aparentes padres que estaban junto a ellos solo se abrazaban entre sí.
Los niños lloraban, gritaban, chillaban, esos sonidos eran tan fuertes, agonizantes, llenos de dolor y desesperación que cruzaron las habitaciones y el pasillo hasta llegar a mis oídos.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, solté la hoja que sostenía mi mano y corrí hacia una de esas habitaciones. Intenté abrir la puerta, no fue posible estaba cerrado desde adentro.
Busqué algo donde lograra subirme, encontré una silla, la tomé y la coloqué en una de las ventanas. Luego me subí y empecé a golpearla tan fuerte como pude y a gritar desesperadamente.
— ¡No! ¡Déjenlo ir! ¡No le hagan daño! ¡Por favor paren, lo lastiman, por favor! —
Las personas de adentro después de unos segundos me notaron, entonces los padres salieron, pero el tipo de bata blanca se mantuvo en su lugar y seguía con ese tormentoso proceso, me baje de la silla, corrí hacia uno de los padres del bebe y lo golpee con ambas manos mientras mis lágrimas no dejaban de salir.
— ¿Cómo pueden hacer esto? ¿Es solo un bebé? ¡Déjenlo ir! ¡¡Déjenlo ir!! —
El sujeto tomó mis manos tratando de calmarme, la mujer solo cubría su boca con sus manos, pude notar que en sus ojos había lágrimas.
Sentí un nudo en mi garganta, cuando el llanto del niño que era aún más fuerte con la puerta abierta llegó a mí, busqué la manera de soltarme y entrar.
Justo en el momento que entré a la habitación el tipo de bata blanca se dio la vuelta para recargar esa bullosa maquina llena de tinta negra de nuevo, me abalance encima de la camilla a los lados del niño para luego abrazarlo tan fuerte como me fuera posible y aferrarme a él.
Miré al doctor y él al notar mi presencia se sorprendió.
—¡Déjalo! ¡No lo lastimes más! ¡Aléjate! —
El doctor se detuvo antes de volver a colocar la gran aguja en el cuerpo del pequeño bebé que ahora estaba debajo de mí.
Grité y grité hasta que mi voz empezaba a sonar desgastada.
No sé cuánto tiempo estuve así, solo lo noté cuando mi madre y mi hermano llegaron a la puerta de esa habitación, tan agitados que tuvieron que darse un momento para volver a respirar con regularidad.
— ¡Dalia! Gritó mamá, aún agitada. ¿Qué estás haciendo? —
–Mamá, ayúdame le están haciendo daño a este bebé, mamá por favor diles que paren, ¡por favor! –
Mi mamá aún estaba en shock. El doctor notó algo y empezó a tratar de alejarme del pequeño.
—¡Vete! ¡No! no te acerques, le haces daño. ¡Aléjate! — Chillé en cuanto veía como sus enormes manos se acercaban al bebé.
El doctor se dirigió a mi madre. —sáquela de aquí, ahora. —
Mi mamá tomó mis brazos fuertemente aferrados al pequeño, no quería soltarlo, lo harían sufrir si no lo protegía, no quería.
Pero mi madre fue más fuerte y logró zafarme de mi agarre. En cuanto me alejo del bebé, el doctor se acercó e hizo una mueca amarga, colocó sus dedos en su pequeño cuello y volteo hacia los padres, movió su cabeza en negación de izquierda a derecha dos veces.
—Es tarde. No lo logró, lo sentimos mucho. —
La mujer cayó al suelo de rodillas y comenzó a llorar tanto como pudo, el hombre junto a ella se agachó y la abrazó fuertemente, el también lloraba en silencio.
Cuando volví a ver a el niño, él estaba completamente blanco y lleno de sangre que sobresalía por sus heridas, boca, nariz y ojos, me asusté mucho.
No lograba entender que era lo que había sucedido, ¿En qué momento dejo de llorar?, mis manos empezaron a temblar, mire seguida hacia abajo y estaban cubiertas de sangre.
¿Qué había hecho? Yo me sentí desesperada.
Mi madre me cargó en sus brazos y me sostuvo fuertemente, su corazón palpitaba tan rápido que quedé sorprendida. En cambio, mi hermano estaba en un estado en el que solo observaba la escena sin ninguna clase de expresión en su rostro.
—Es tu culpa ¡tú culpa! dijo entre lágrimas la mujer en el suelo. Si tan solo no hubieses interrumpido, mi hijo… — su voz se derrumbó en llantos tan fuertes que me dolió el corazón.
Mi madre tomó a mi hermano de la mano y a mí entre sus brazos y nos sacó de allí.
No entendía la situación, no entendía nada.
Al estar fuera de esa habitación, en la otra sala en medio de nuestro escape los tres fuimos interrumpidos abruptamente en el camino por varias camillas en movimiento que llevaban unos hombres con uniformes azules.
Fue extraño las camillas eran enormes, aun así, lo que trasladaban encima no cubrían ni la cuarta parte de esta.
Las camillas tenían sobre ella mantas enormes, una era la excepción solo tenía un corto manto en eso la misma camilla chocó con otra levemente, dio un pequeño salto y continuo su camino, pero en ello alcance a ver como una pequeña manito sobresalía.
Quedé pasmada, no solo yo sino también mi madre y mi hermano, nos mantuvimos rígidos.
La pequeña manito estaba completamente rodeada de un azul oscuro con muchas ulceras que colgaba y se movía con facilidad, me imagine lo peor.
Pero eso no fue todo.
En la última camilla, su enorme manta se enredó en las pequeñas llantas delanteras de la camilla y lo que estaba oculto debajo se reveló. Había un pequeño bebé, realmente muy pequeño talvez de unos cinco meses de nacido, no lo sé.
Su cuerpo estaba oscuro por completo, las llagas de su piel se habían convertidos en costras que sobresalían dolorosamente, en uno de sus pequeños muslos casi desmembrado se encontraba una marca, lo supe enseguida fueron las consecuencias de una adaptación. Su muslo había sufrido alguna clase de efecto segundario del proceso, estaba cubierto por una baba mal oliente y de aspecto horroroso.
Mi madre enseguida volteo mi rostro haciendo que lo único que tuviera a mi vista fuera su cuello, sentí repulsión y asco, no solo por el olor que desprendió el cuerpo sino también porque imaginé su dolor mientras agonizaba aquel bebé.
El enfermero vio la acción de mi madre al voltear mi rostro y cubrir los ojos de mi hermano, tomó el manto y lo volvió a colocar encima de la camilla como disculpa y continuo su camino.
Mi madre se apresuró a tomar otro camino.
En el momento que topamos el pasillo el doctor con el que habló mi madre anteriormente apareció enfrente de nosotros. Mi madre se puso pálida.
—Oh ¿ya están aquí?, eso quiere decir que Dalia ya está lista para la adaptación. Mientras decía eso se acercó hacia nosotros y acaricio mi cabeza. ¿lista pequeña? — preguntó.
—Eso... — mi madre tartamudeo.
Mi pequeño cuerpo recibió una ráfaga de emociones e hizo que temblará sin parar.
Él se alejó y se colocó en frente de la puerta de una habitación.
Al ver esto, me solté de los brazos de mi madre y me alejé de todos hasta quedar en una distancia aparentemente segura. Mire a mi madre y al doctor.
Y como una cascada todo vino a mí, los bebes que acabábamos dd ver, sus llantos; el rostro lleno de dolor del bebé que traté de proteger, las agujas, todo.
—Por favor mamá, ¡No! No quiero, por favor ¡por favor! — mi vista era borrosa por las lágrimas que invadían mis ojos al hablar.
Mi madre con una mirada angustiada iba a hablar, pero el doctor lo hizo primero.
—Piénsalo bien, Cristal. Llevas retrasando esto desde hace años. ¿No tiene Dalia cinco años ya? Tu suerte puede acabar muy pronto. —
Mi madre se congeló, no volteo, aun así se quedó en silencio. Tenía miedo, no sabía porque mi mamá quería que me hicieran "una adaptación", lo único que sabía era que no quería experimentar ese dolor.
—¡Mamá! Por favor vámonos, sácame de aquí, por favor. —
—Dalia...Mi niña, por favor. —
No lo soporté y salí corriendo de ese lugar, no pensaba parar hasta que me alejara lo suficiente de esa clínica, mi mamá al verme huir me siguió dejando atrás a mi hermano, pero; aun así, corrí tan rápido que poco a poco la voz de mi madre se quedó tan atrás que no lograba ya escucharla.
Me detuve en un callejón y respiré hondo, respiré tantas veces hasta que ya lo hacía con regularidad, entonces empecé a oír pasos muy fuertes y pesados, me paralicé.
El miedo me jugó en contra, sabía que mi madre no podía ser, ella se había quedado muy atrás.
Y justo antes de que lograrán ver los dueños de esos fuertes pasos, alguien cubrió mi boca y me arrastró a un lado del callejón rápidamente escondiéndome por completo de quienes estaban cruzando.
Mi corazón latía a mil por hora y el de la persona que me salvó igual, alce mi mirada y me sorprendió ver que quien me había ayudado era mi madre.
Ella se agachó frente a mí, tomó mis hombros y empezó a moverlos con fuerza en lo que hablaba en voz baja.
—Nunca más hagas eso, nunca te vuelvas a alejar así de mí. ¡Nunca! Sus manos en mis hombros empezaron a temblar y el sudor humedeció esa parte. Por favor Dalia, los cazadores abunda por dónde quiera, por favor. —
Luego me dio un fuerte abrazo y sollozaba con su rostro en mi cuello, no pude evitar llorar con ella, no mantuvimos un rato así.
Entonces se calmó y se levantó, mi miedo volvió a aparecer cuando vi que ella se dirigía nuevamente a esa clínica.
—Mamá, espera. ¡No, por favor! —
—No te preocupes, solo iré por tu hermano y nos largamos de este lugar. Espérame aquí en silencio, volveré pronto. —
Solo asentí y ella se alejó, esperé un poco pero el tiempo pasaba tan lento que empezaba a sentirme abrumada, cuando mamá volvió, vía su cara toda roja y enojada.
—¿Mamá? —
—No te vuelvas a acercar a ese tipo, Tyler. Nunca más, ¡está prohibido! —
Tyler miró hacia otro lado igual de enojado que mi madre, ¿qué sucedió? quería saberlo, pero mi situación no era para nada buena así que no pregunté.
Entonces mamá tomó nuestras manos y nos llevó lejos de ahí hacia una parada de buses de regreso a casa.
***
Ya en el autobús, me sentí tan aliviada que me recosté en las piernas de mi madre y cerré mis ojos, mamá comenzó a acariciar mi cabello y eso solo ayudó a que cayera en un profundo sueño. Cuando desperté era de noche y ya me encontraba en casa y en los brazos de mi madre.
— ¡Tyler! — gritó mamá.
Tyler ni siquiera se inmuto, solo continuo su camino hasta llegar a su habitación y cerrar la puerta con fuerza.
Mamá quedó atónica y en silencio por un largo rato, luego solo me llevo a mi habitación y me acostó en la cama. Estaba por irse, cuando tomé su mano.
—Mamá, puedes quedarte está noche conmigo por favor. Murmuré dando una pequeña suplica a mi madre. Tengo mucho miedo. —
Cómo respuesta mamá se acostó a mi lado y me abrazo, se sentía tan bien que no quería que me dejara sola porque las escenas que mi vi en ese horrible lugar pasaban por mi mente a cada segundo sin parar, sabía que tendría pesadillas toda la noche si me quedaba sola.
Afortunadamente no fue así, ya con mi madre a mi lado ambas nos quedamos dormidas.
Pero quedó en mi esa espinita del porque la reacción tan obstinada y hostil de Tyler hacia nuestra madre, pero no me preocupé, lo descubriría mañana cuando lo viera y le preguntará.
O al menos ese era el plan...
[Definición de ´´Una adaptación´´ esté nombre se le fue dado para evitar sospechas, pero en realidad, esta definición corresponde a un tatuaje el cual era realizado como recomendacion a niños menores de un año.
Este proceso era necesario para los que pertenecían al signo Capricornio, solo de esta forma evitaban ser capturados por los cazadores y volverse esclavos de los reyes. Pero, aunque con este proceso se le daba una nueva oportunidad para que vivieran sin esa preocupación constante, tenía sus desventajas.
Como la adaptación era más recomendada hacerla antes del año del niño, era un proceso realmente peligroso, ya que a esa edad es muy poco probable saber si el niño podría sobrevivir, es decir, la tinta usada en el pequeño podría resultar ser muy toxica y causarle la muerte poco tiempo después de culminar el proceso, en el mejor de los casos.
O tener efectos secundarios terribles que no se lograrán contrarestar.
Porque no se podía asegurar a ciencia cierta que el niño pudiera soportar el dolor de la adaptación todo el tiempo que dura la misma, aunque se le añadiera anestesia local, en algunos casos desafortunados esta era rechazada por el cuerpo del niño y no daba el efecto previsto.
La tasa de mortalidad de ´´Una adaptación´´ es exactamente de 92%, solo el porcentaje restante lograba sobrevivir a este proceso.]