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Chapter 5 - 4: ESA PERSONA

« Que molestia ver la cara de Arthur Chang, un fanfarrón e incrédulo niño privilegiado que su único talento es su madre. Que desperdicio de genetica, tú asmatico.»

Era el gran título que todos podían leer y del que todos empezaron a ver como justicia.

— que bueno que alguien los pone en su lugar, toda su familia debería recibir lo mismo

— ¡Dejen de hablar de nuestra familia! — volvió a gritar Andrew.

— ¿Qué tiene de malo? Ustedes siempre hacen lo mismo — dijo un chico — ¿porque nosotros no?

Arthur estaba quieto, sentía el zumbido de varias notificaciones de celular en su bolsillo, escuchaba a sus compañeros y a su hermano. Sabía que no debía avergonzarse, pero era una situación que odio desde niño.

Se sentía lejos.

Y en algún momento, es escabullo. Subió por las escaleras de la torre secundaria, ocultando su enojo y empuñando sus manos con odio hasta terminar apoyado contra la pared a unas gradas del segundo piso.

Ladeo su cabeza disgustado y sacó su celular, viendo cada una de las notificaciones. Alzó su celular, a punto de lanzarlo cuando escuchó una voz femenina.

— ¿Enserio te sientes mal por un papel?

Frente a él, se encontraba Kayle, su compañera de salón y quien logró escapar de clases como todos los demás, sentada en una de las gradas con su típica sonrisa juguetona. Fue incómodo para el moreno, que nunca había tenido una conversación con ella a pesar de parecer bravucones ante los ojos de otros.

Intercambiaron miradas por unos segundos, cuando la ojiverde empezó a verlo con pena.

— Psycho, lárgate — ordenó en un tono hostil que asombró a la chica.

— Bien, por lo menos aún te puedes defender — pauso ella al acomodar su cola de caballo y levantarse — ten paciencia.

— ¿Lo dice la experiencia? — gruño entre susurros.

Kayle asintió divertida al bajar por las escaleras, dejando a Arthur con un mal sabor de boca. Solo, en un profundo estado de concentración, ni siquiera se había dado cuenta lo que pasaba a unos metros de él.

Un desconocido encapuchado de negro desataba los nudos de la pancarta. Y al mismo tiempo que Arthur daba su última respiración, escuchó un golpe contra el suelo. Se asustó y subió las últimas gradas al pasadizo.

No sabía lo que había pasado, pero en el momento que volteo, vio a esa persona de contextura delgada de ropas negras y la pancarta en el suelo con varios lesionados.

Fue tan rápido como esa persona al voltear y dejar a la mira su máscara amarilla con un guiño dibujado. Intercambiaron miradas por unos segundos cuando Arthur dio un paso adelante y el extraño salió corriendo en dirección contraria.

« Es esa persona, ¿el fantasma? »

Arthur empezó a correr. No estaba seguro si fue por acto reflejo, pero estaba seguro, era el fantasma. Corrió con todas las fuerzas que su asma le permitía, pero aún con eso, no podría olvidar esos grandes ojos oscuros detrás de un par de rejillas de la máscara que lo vieron cuando las puertas del ascensor de montacarga cerró frente a él.

Era la primera vez que corría por el ala sur, no estaba acostumbrado así que cuando su cuerpo cayó al suelo, tanteo sus bolsillos en busca de su inhalador.

Con el paso del tiempo, algunos estudiantes eran custodiados en la enfermería y los menos afortunados enviados al hospital. Según lo que decían, la directora estaba siendo muy complaciente con los padres para no ser demandada, jurando cuidar mejor de los menores y diciendo que se haría cargo del culpable.

Porque si, esta vez había un culpable.

Theo Sandoval de 4 "C".

Ninguno se había dado cuenta cuando estaba colgado, pero cuando la pancarta cayó, profesores leyeron varios mensajes de odio escritos en letras pequeñas, entre ellos. "Prefiero que me golpee un balón de básquet que ver tu cara".

Fue así como los padres de los adolescentes terminaron en la oficina de la directora. Por un lado, una bella mujer de cabellos marrones bien vestida acompañada de un guardia de seguridad, la madre de los gemelos, Gabriella Chang y al otro lado, la perfecta pareja de casados, Amelia y Javier Sandoval. Una bella pelirroja de vestido y un hombre de anteojos muy serio.

Viendo un video de la cámara de seguridad. Era nítido, se veía las plantas colgadas mecerse por el aire hasta que miles de líneas destruyeron el video y apareció estática.

— Y si aumento la velocidad — divago la directora al presionar un botón.

La grabación marcó los minutos tan rápido que los tres adultos se acercaron curiosos, esperando el final donde lo único que vieron fue la pancarta de la hermana superiora colgada.

— Parece que son un equipo preparado — susurró Javier, cuando se alejó de la mesa — esto no me gusta nada.

— ni a mí — intervino Gabriella y volteo a su guardia de seguridad — no tiene sentido que los chicos se ataquen.

— ¿Qué vas a hacer? — preguntó Amelia a la directora.

La directora negó y luego volvió al hombre, el abogado de la sala.

— No dejes que los padres sepan lo que pasa. Lo que está pasando es culpa de un criminal que solo odia a la escuela, sin razón alguna.

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Por otro lado, a un lado de la casa de congregación, Rose dejó de lado un par de bolsas de basura y se apresuró a sacar un cigarrillo. Al mismo tiempo que acariciaba la caja, miraba alrededor, tratando de no ser vista.

Sin embargo, una voz la asustó.

— Hola — dijo Andrea al sentarse a su lado — debes tener cuidado de que la superiora te vea.

— Bueno, no es como si alguien le vaya a decir — dijo, un poco aburrida al encender el cigarrillo — hoy hablaste con algunos padres, ¿no?

— ¿Qué tiene de malo? están preocupados por sus hijos — respondió.

— Cuidado de que alguien del colegio te vea.

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A la espera de sus padres, Andrew veía a su hermano menor cabizbajo, no le gustaba verlo así. Era su hermano menor y quería protegerlo, aunque en ese momento no sabía cómo.

Frunció el ceño y en poco tiempo trago hondo.

— busquemos un guardaespaldas — susurró Andrew a su hermano menor. Ellos estaban sentados a unas filas del pelirrojo. 

— debo tener paciencia, ¿no? — preguntó Arthur, sorprendiendo a su hermano — Psycho lo dijo hoy.

— ¿Ella? — pauso Andrew al obligarlo voltear — no te acerques a esa loca, tiene algo con Nicolas, no me sorprendería que se unieran para atacarnos.

— ¿Tú crees? no lo cre …

Se interrumpió y empezó a pensar en esos rumores de la joven cercana a hombres peligrosos.

Mientras tanto, sentado en una pequeña medianera en el jardín, Theo veía unas hormigas en fila. Admiro ese orden hasta que un par de zapatos negros brillosos los aplastaron y Nicolas se sento a su lado.

El menor sopló por la intromisión, era de los pocos profesores que quería estar dentro de la vida de los estudiantes. Aunque, también podría ser un chismoso.

— Que mala suerte tienes, ¿el fantasma te culpo? ¿qué harás? te dejara como un idiota — solto el hombre viendo su celular. 

— Eres consejero, aconsejame — inscripto, ocultando su atormentando pensamiento por querer golpear todo.

Nicolas suspiro y mostró la hora de su celular "16:20".

— ya termine mi día de trabajo — divago sin darse cuenta que los ojos del pelirrojo se tornaron atrás — pero, como hombre guapo y responsable, también soy bondadoso con los más necesitados.

— tsk, ¿me vas a aconsejar o no?

— Cuando estaba en la escuela, fui el más rápido. Después conocí a una chica que me destruyo y reemplazo por otro, dijo que tenía una linda sonrisa y ahora, estoy sentado a lado tuyo — dijo lamentándose para luego tomar el hombro del chico — no le des lo que quiere a cualquier chica. 

Theo puso los ojos en blancos, sus labios despegados y atontado por las palabras del hombre hasta que refunfuñó calmando su enojo, nuevamente.

— Habló del fantasma ¿que debo hacer?

— ¿Qué debes? — pregunto, resaltando sus palabras con sorpresa — oye mocoso, no eres el único que el fantasma molesta. 

Fue entonces que los ojos del pelirrojo se dilataron, hasta que ardieron y tuvo que rascarlos. De repente vio a la nada y luego al adulto, no podía creer que tenía una idea y todo gracias a Nicolas.

— Nicolas — pronunció Theo — ¿eres el encargado de los salones abandonados del quinto piso? dame una llave.

— Ah claro — dijo y buscó en su mochila por unos segundos hasta que sacó una caja.

— ¿porque las tienes guardadas? ah olvidalo … ¿no debo hacer un formulario o algo así?

— Bueno, se nota que eres del tipo que no tendrá novia en años, así que no me preocupa — divago, más emocionado por ridiculizar al chico que por su ida a casa.

— Oye, el que hayamos hablado mal de ti en el retiro no significa que me trates asi 

— ¿hablaron mal de mi?