Dae descansó por un par de horas. Si bien su cuerpo no se encontraba en óptimas condiciones, podía decir con mucha seguridad que estaba mejor que antes. No se sentía pesado, agobiado ni con dolor muscular. Huir ya no parecía ser tan difícil.
Dae se levantó de la improvisada cama e identificó a Tame a unos pocos pasos de él. Yacía frente a la puerta, agudizando el odio y atento a cualquier intruso. Su espalda reflejaba los nervios y la tensión que sentía su dueño.
"Es tu turno de descansar"
Las palabras de Dae sobresaltaron a Tame. Volteó asustado, para contemplar a ese omega que había sostenido y criado desde niño. Todavía recordaba ese delicado, brillante y pequeño rostro cuando lo conoció.
Llegó a la mansión tras haber sido vendido por un esclavo. Estaba temeroso, desconfiado y detestaba a las personas que lo habían comprado como si no fuese nada.
No esperaba recibir ningún buen trato de sus compradores. Sin embargo, Dae cambió su perspectiva al instante. Lo recibió con una sonrisa, respeto y anhelo. Le extendió la mano a quien consideraba como un amigo y a su futuro miembro familiar.
Desde ese momento, Tame juró protegerlo y servirlo con todo lo que pudiera. Imaginaba a Dae casado y con hijos; viviendo felizmente con la persona que amase. Pero todo eso se destruyó con la aparición de esa enfermedad. Dae quedó huérfano y siendo acechado por alfas enloquecidos.
Tame presionó su mano en un puño. Incrustó sus uñas en su palma, sintiendo como esa parte ardía de dolor. Aunque ese dolor no era nada comparado a lo que debería estar soportando Dae.
Tame se estaba atormentando por el estado emocional y físico de Dae, sin saber que su alma había sido reemplazada y no sentía nada por esos presuntos familiares fallecidos. Era una asunto triste, pero para Dae no significaba nada más.
Dae se acercó hasta Tame y le indicó que se fuera a acostar. También necesitaba dormir.
"No te preocupes por mí, estoy bien. No necesito descansar. Todavía tengo fuerzas"
Dae frunció el ceño. Puso una expresión de dolor y actuó como si fuese el personaje original. Intentó generar empatía en Tame para obligarlo a seguir sus indicaciones.
"Soy un estorbo. Por mi culpa ni siquiera puedes dormir lo suficiente ni tener para comer". Dae ocultó su rostro entre sus manos. Fingió unos cuantos sollozos provocando que el corazón de Tame se contrajera. "Será mejor que me dejes. Yo no haré más que ponerte en peligro y terminarás muriendo como mamá y las hermanas"
"¡No diga eso joven amo! Se lo ruego. No se desprecie de esa forma. Seguir a su lado es lo mejor que puedo hacer". Tame sujetó la delicada mano de Dae. La palmeó con suavidad, transmitiéndole cariño y consuelo. "Lo acompañaré a donde sea que vaya. Se lo prometo"
"Pero…ni siquiera puedes dormir conmigo"
Tame sacudió la cabeza en señal de negación.
"¡Dormiré! Dormiré una hora y después seguiremos con nuestro camino. Permanecer a su lado no es incómodo ni peligroso; es mi felicidad"
Los ojos de Dae estaban rojos y humedecidos. Tame no podía soportar verlo en ese estado, así que enseguida se comprometió con sus palabras. Se acostó enseguida y cerró los ojos, tratando de calmar a su joven amo que lloraba desconsolado.
Dae siguió actuando hasta que Tame se durmió. Al notar su respiración estable, y su cuerpo relajado, limpió esas lágrimas de cocodrilo que habían humedecido su rostro y tomó asiento en el suelo.
Enfocó su mirada en el paisaje tras la ventana ligeramente iluminado. El incendio, a lo lejos, alumbraba la noche oscura y peligrosa. El olor a quemado provocaba picazón en la nariz de Dae y cierta incomodidad. Con cada brisa el aroma empeoraba, aunque eso era una buena señal.
El humo permitiría ocultar las feromonas que había liberado durante su celo. Los alfas no tardarían en perder su capacidad de olfato y marcharse en busca de su próxima presa.
Cuando la aldea se librara de este grupo de alfas, podría escapar con Tame. Debían encontrar un poblado grande donde refugiarse. Debían comprar un poco de ropa, alimentos y medicinas. Dae tenía que ponerse manos a la obra y desarrollar una cura cuanto antes. Mientras más tiempo siguiese transcurriendo, el número de muertes iría empeorando.
"Sistema ¿tienes un mapa de este mundo?"
Lumie tronó simbólicamente los dedos e hizo aparecer un mapa de papel arrugado y seco. Cayó sobre los brazos de Dae, quien lo analizó con detenimiento.
Afortunadamente no necesitaba luz para ver ya que conservaba los poderes del segundo mundo. Cuando se enfrentó a la niña de rojo, intercambió su energía por la habilidad de ver en la oscuridad. Por fin estaba siendo de utilidad.
"Ese es el mapa más detallado que posee este plano"
Dae observó la isla en la que yacía. Correspondía al país japonés que recordaba, solo que con ligeros cambios. A lo largo y ancho del territorio, se habían dibujado poblados y ciudades. Poseían nombres extraños que no había oído antes.
"Nosotros estamos aquí"
Señaló Lumie. Se trataba de un poblado mediano a unos cuantos metros de una ciudad portuaria. Si se transportaban en carretas, llegarían al cabo de dos semanas pero a pie era otra la historia y más considerando su situación como omega. No solo contaba con un cuerpo débil, sino además, estaba siendo rechazado por los betas.
Actualmente los omegas y alfas son sinónimo de desgracia. Las pocas ciudades o aldeas que se mantenían en pie es gracias a haber expulsado a estas personas y mantenerse apartado de los alfas que circulaban ocasionalmente. Si se descubre su característica de omega, lo más probable es que lo linchen y expulsen cruelmente. Debía tener mucho cuidado.
"¿Tienes algo para cambiar momentáneamente mi cuerpo? Dejaría de ser omega y me convertiría en un beta"
Lumie buscó en su base de datos. Le tomó varios minutos poder encontrar lo que Dae estaba solicitando. Se trataba de una droga especial que duraba dos mes y le permitía a su cuerpo mutar. Lo único malo era el coste y los efectos secundarios que acarreaba.
"Si intercambio mi energía por esta droga, ya no podrás comprar nada más. Deberé ir a descansar al igual que Urr"
"Hagámoslo"
Dae se veía confiado, pero Lumie tenía ciertas dudas.
"Pero humano, cuando el efecto se terminé entrarás en celo. Durará el doble y será más intenso de lo normal, a causa de la combinación de los celos que no tuviste durante ese transcurso de tiempo. En ese momento no podré inyectarte nada para calmar los síntomas"
"No te preocupes. Si mi suposición no me falla, mi hombre será un alfa. Cuando llegue el periodo de mi celo, le pediré que lo calme. Es simple"
Viéndolo de ese modo, Lumie no tenía más motivos para seguir rehusándose. Es así que aceptó el pedido de Dae y le entregó un frasco con un líquido celeste brillante.
Dae lo observó con curiosidad. Parecía ser un brebaje viscoso y sin sabor, pero era extraño que emitiera semejante brillo. ¿Con qué elementos había sido fabricado?
Dae lo colocó en su lengua y lo tragó de a poco. Experimentó la textura en su paladar, hasta que fue descendiendo lentamente. Cuando llegó a su estómago, el cuerpo de Dae comenzó a temblar y a calentarse.
Dae cerró los ojos y permitió que su cuerpo se transformase. Pasó de ser un omega a tornarse en un beta. Esto le permitiría llevar a cabo la primera fase de su plan para derrocar a Hyno.
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La noche acabó igual de rápido que como vino. La luz del sol irrumpió en la desolada casa, despertando a Tame de un salto. Con desconcierto observó el cielo iluminado en el exterior. ¿Había dormido toda la noche?
Al recordar a su joven amo, Tame entró en pánico. Comenzó a buscarlo por los alrededores, pero no se encontraba en la habitación.
¿Salió? ¿Lo abandonó y se fue?
Las ideas de Tame no tardaron en arribar al peor final posible. Quizás Dae fue descubierto y para no implicarlo se marchó. Se utilizó de carnada para atraer a los alfas, mientras él dormía plácidamente.
Tame quería arrancarse los mechones de su cabello. Estaba histérico y sumamente preocupado.
Se levantó atolondrado y decidió salir a buscarlo. No descansaría hasta encontrar a su joven amo.
En ese momento, la puerta de la vivienda se abrió e ingresó el muchacho que tan loco lo había puesto. Dae se sorprendió al notar la mirada de asombro y nerviosismo de Tame.
"¿Ya estás despierto? ¿Pudiste dormir…?"
¿Bien? Era lo que quería preguntarle, pero no tuvo tiempo. Tame lo abrazó con fuerza, estrujándolo entre sus brazos.
"Estaba tan preocupado. Si iba a salir ¿porque no me despertó? Sabe lo peligroso que es allá afuera. ¿Cómo va a salir sin avisar?"
Tame reprochó su comportamiento. Lo regañó severamente por unos largos minutos y obtuvo el compromiso de su joven amo de no volver a irse de su lado.
Tame respiró aliviado y fue recién entonces cuando se percató de los cambios en Dae. Era más alto y menos delgado de lo que recordaba. Su piel seguía siendo delicada pero un poco amarillenta, no tan brillante como debería ser. La belleza en su ser parecía haber disminuido considerablemente. ¿Qué estaba sucediendo?
Dae omitió la explicación. Directamente le dijo que podían marcharse ya que no parecían haber alfas rondando.
Tame ignoró los cambios físicos de Dae, ya que su seguridad era más importante. Debían escapar de este poblado cuanto antes y encontrar un sitio donde poder comer y dormir plácidamente.
Así ambos emprendieron un laborioso camino hacia la ciudad portuaria de Tokushima.
El primer tramo del viaje fue complicado. Debieron ir a pie, a un lado del camino, suplicando por que algún aldeano con carruaje pasara y se comprometiera a llevarlos.
Fue tras cinco días de recorrido, que por fin se toparon con un comerciante que estaba de camino a Tokushima. El hombre desconfió de ellos apenas los vio. Su ropa en mal estado, suciedad y cansancio no eran una buena señal.
El comerciante inspeccionó fuertemente al dúo. Tame y Dae explicaron su situación, alegando que habían huido de un poblado atacado por alfas. Un omega había entrado en celo, y como consecuencia, toda la aldea fue destruida.
El comerciante por poco sufre de un infarto. Trató de alejarse de ellos por temor a verse implicado. Dae debió hacer uso de sus habilidades actorales una vez más y consiguió que el hombre se apiadara de su situación. Lloró lágrimas de pesar y comentó cómo su familia había sido masacrada por culpa de ese omega.
El comerciante debió limpiarse las gotas saladas que bajaban por sus mejillas en más de una oportunidad. Finalmente accedió a llevarlos hasta la ciudad y permitir que su travesía fuera más amena. Incluso les prestó un sitio para dormir y compartió parte de sus alimentos.
Ante todo esto, Dae solo pudo decir: ya comprendo por qué los personajes que actúan de lotos blancos reciben tantas cosas buenas. Dar lástima parece traer grandes beneficios.
Bajo estas condiciones, lo que debería haber sido un largo mes de viaje, transcurrió a gran velocidad y sin problemas. En tan solo dos semanas, el comerciante se detuvo a las puertas de la ciudad y les recomendó descender y caminar por cuenta propia. Él debería someter su carga a una revisión de seguridad y eso podría demorar.
Dae y Tame le agradecieron su consideración y atravesaron las murallas que rodeaban la ciudad. Una enorme puerta separaba el interior del caótico exterior. Era una herramienta esencial para resistir el avance de los grupos alfas.
El movimiento de la ciudad sí que sorprendió a Dae. Contrario a sus expectativas, la población vivía relativamente bien. El centro contaba con mucho movimiento y la risa de los niños se escuchaba ocasionalmente. Uno podría pensar que el mundo es normal y no hay nada que temer. Lástima que la paz superficial no durara demasiado.
Gritos resonaron por los alrededores. Los aldeanos que estaban comprando en el mercado se callaron abruptamente y optaron por alejarse. Todos corrían y buscaban refugio en alguna tienda cercana.
Dae y Tame no comprendían lo que estaba pasando. Con curiosidad, avanzaron hacia el tumulto de gente que gritaba despavorida. La voz de una mujer se escuchaba con intensidad, suplicando desesperada.
"¡Por favor! ¡No ha hecho nada malo! ¡Es inocente!"
"Mujer loca. ¿Quieres matarnos a todos?"
"¡Te lo suplico!"
Dae se adentró entre el tumulto. Llegó hasta la primera fila donde pudo observar con detenimiento lo que pasaba.
Una mujer estaba siendo abrazada por un hombre que se notaba afligido. A su lado, dos hombres gordos y altos, en compañía de una mujer de avanzada edad, sostenían en sus manos a una criatura recién nacida. La sangre cubría las prendas que lo envolvían y su rostro todavía estaba pegajoso y húmedo. Lloraba de manera entrecortada, aunque su voz se perdía entre la discusión de los sujetos.
Uno de los hombres suspiró de impotencia y dijo.
"Conocen las reglas. Omegas no son bienvenidos a este lugar"
El hombre cargó al bebe y desapareció entre la multitud. Las personas le dieron paso y permitieron que se marchara en dirección a la puerta de la ciudad. Estaba claro lo que haría con la criatura.
La mujer se arrojó al suelo con el corazón destrozado. Se golpeó la cabeza una y otra vez, siendo detenida por su pareja. Trataba de consolar y calmar la terrible sensación que tenía. Sentían que una parte de ellos mismos había sido arrancada y destrozada en miles de pedazos.
Las personas que los rodeaban comenzaron a irse una tras otra, una vez terminó el espectáculo. Dae escuchaba uno que otro comentario en voz baja. Los aldeanos se lamentaban por la situación de la pareja.
"Tanto les costó tener un bebé y resultó ser un omega"
"Pobres"
"No creo que puedan concebir otra vez"
Dae no se movió de su posición. Continuó observando el estado de la pareja quienes debían padecer semejante dolor a causa de la locura de un simple individuo. ¿Cuántas vidas similares había destruido Hyno?
Tame palmeó el hombre de Dae. Lo reconfortó en silencio, tratando de cargar parte del peso que estaba sintiendo. No podía imaginar lo que está sufriendo como omega al ser rechazado y repudiado.
Dae respiró hondo, cerró los ojos y trató de calmarse. No había nada que pudiera hacer por el momento. Solo podía prometerse acabar con todo esto cuanto antes.