Shin miro la pantalla con incredulidad. Por algún motivo al convertir la pistola esta había obtenido dos habilidades.
[Disparo certero]
[La quinta bala disparada siempre dará al objetivo]
"…Solo tengo 5 balas, ósea que solo puedo usarlo una vez"
Esta habilidad podía salvarle la vida si la usaba bien, pero solo podía usarla una vez. Por lo menos antes de conseguir más munición.
[Racha maldita]
[Se aplicará una maldición a cualquier objetivo que reciba tres disparos que hará daño progresivo]
"Esta habilidad también la puedo usar solo una vez…"
Las habilidades eran bastante buenas pero estaban muy limitadas por la munición que tenía. Además recargar la pistola no era muy rápido, por lo que tendría que planear muy bien cada disparo
Shin se sintió bastante conforme con todo lo que había conseguido, aunque había sufrido algo de dolor, valió completamente la pena.
Shin termino de leer su información y unos minutos después Lou llego a la cabaña.
"¿Cómo sigues?"
Shin se levantó del sofá y camino hacia la mesa.
"Mejor"
"Ya veo"
Lou dejo lo que había traído sobre la mesa y se fue a la habitación del anciano.
Shin solo espero en silencio sin nada qué hacer. Por lo que simplemente repaso sus habilidades.
Poco después la puerta de la habitación se volvió a abrir y Lou salió con los ojos rojos. Shin pudo ver como algunas lágrimas aun caían silenciosamente por su tierno rostro.
"…Mi abuelo te llama"
Shin se levantó de la mesa y paso por el lado de Lou antes de entrar a la habitación. Podía notar como el ambiente era pesado, supuso que al anciano no le quedaba mucho tiempo antes de morir.
Shin se paró frente a la cama y vio al anciano en un estado demacrado, parecía que en los últimos días había envejecido mucho más.
Ahora ni siquiera podía mover los brazos ni las piernas, apenas podía abrir los ojos y hablar, aunque no pudiera ver.
"Estas aquí"
"Si…"
La voz del anciano era tan baja que una leve corriente del aire podría superar su tono.
"Como puedes ver no me queda mucho tiempo"
Shin asintió con la cabeza aunque sabía que el anciano no podía verlo, simplemente pensó que era mejor no interrumpirlo.
"Tengo que disculparme antes, en realidad te mentí"
Shin ladeo la cabeza pensando en cual parte de la anterior conversación con el anciano había sido mentira.
"En realidad no puedo ver el futuro, ni el mío, ni el tuyo, ni el de nadie. Solo necesitaba una excusa para hacerte ir al templo"
Shin solo pudo encogerse de hombros.
'En realidad nunca creí que pudieras ver el futuro'
Pero no lo dijo en voz alta y continúo escuchando al anciano.
"Espero que me perdones, espere toda mi vida por ti y ahora que mi tarea está terminada puedo descansar en paz"
"¿Tarea?"
Shin no fue capaz de mantenerse en silencio con la repentina revelación del viejo.
"Antes dije que no podía salir de esta isla, no porque no hubiera salida pero porque te estaba esperando"
"Si conseguiste lo que había en el templo entonces deberías entender de lo que hablo. Ella…me encomendó esperar por ti, durante 100 años espere pacientemente tratando de encomendar mis pecados"
Shin abrió mucho los ojos.
"Tú eres un sobreviviente"
El anciano sonrió y agrego:
"Si, ella me salvo y me dio la oportunidad de redimirme. Dijo que algún día llegaría alguien que me liberaría, todo lo que tenía que hacer era mandarlo al templo"
Shin de repente pensó en una cosa y pregunto:
"¿Esos cadáveres?"
Rodeando al altar había muchos cadáveres que habían llegado de alguna forma al templo. Shin no pudo pensar en otra forma que no fuera por culpa del anciano.
"Si, yo los envié allí. Ninguno fue el elegido, cuando el numero supero los 20 nunca más llegaron. Solo hace 18 años llego un pequeño bebe a la isla. Pero sabiendo el destino de las personas que nunca regresaron, ¿Cómo podría enviar a mi pequeña Lou a ese lugar?"
El anciano recordó la época en la que llego Lou. Por mucho que espero, después de la última persona que había llegado a la isla nunca más llego nadie. Un día, un barco naufrago y el anciano que fue a investigar los restos en la playa encontró a un pequeño bebe que lloraba en una caja llena de telas.
El anciano pensó que tal vez Lou podía ser la persona indicada para liberarlo de su tarea, pero siendo un bebe no podía entrar por ella misma al templo.
El anciano no tenía permitido entrar al templo, por lo que decidió criar al pequeño bebe con la esperanza de que pudiera ser liberado.
Pero pasaron los años y el anciano vio crecer al bebe, convirtiéndose en una niña muy juguetona que le gustaba salir a la jungla todos los días a divertirse.
Luego llego el décimo cumpleaños de la niña, era el momento que el anciano había decido mandarla al templo.
En esos diez años, el anciano se había encariñado con la niña, pero aún estaba decidido a mandarla al templo. Aun sabiendo que había posibilidades de que nunca regresara.
Incluso nombro a la niña con el mismo nombre que la diosa que tanto alababa.
Por eso el anciano con sus propias manos viejas tallo un pequeño lobo hecho de madera para dárselo de regalo de cumpleaños a la niña.
Cuando la niña vio su regalo no pudo evitar saltar de alegría antes de correr para abrazar al anciano.
Cuando el anciano sintió el cálido abrazo de la niña rompió en lágrimas.
Aunque su mismísima diosa él hubiera encomendado la tarea por la cual había vivido casi 100 años, ¿Cómo podría quitarle esa sonrisa inocente a la pequeña niña?
Ese día el anciano lloro por primera vez en su vida mientras abrazaba a la pequeña niña que lo miraba preocupado.
La niña sin entender a su abuelo comenzó a llorar también preocupada de que algo malo le hubiera pasado.
Cayo la noche y la niña se había quedado dormida en los brazos del anciano mientras lloraban juntos.
Esa noche el anciano salió de la cabaña antes de mirar al cielo estrellado.
"No me importa si tengo que esperar 100 años más, incluso estoy dispuesto a esperar por mil años. ¡Pero por favor permíteme criar a esta niña!"
El anciano se arrodillo y pidió clemencia al cielo.
Esperando un castigo o algún regaño, el anciano mantuvo su cabeza pegada al suelo. Pero por más que el tiempo pasara todo a su alrededor se quedó en silencio.
No fue hasta una hora después de que la puerta de la cabaña se abrió y la pequeña Lou salió junto al lobo de madera que el anciano le había regalado por su cumpleaños.
"¿Pasa algo abuelito?"
Pregunto la niña mientras se frotaba los ojos somnolientos.
El anciano dejo la posición en la que se encontraba y miro a la pequeña niña que lo miraba desde la puerta de la cabaña.
El anciano se levantó y camino lentamente hacia la niña.
Cuando llego frente a Lou, el anciano se agacho y la abrazo.
"No pasa nada, entremos. …No quiero que te resfríes"
La niña asintió suavemente con la cabeza y entro a la cabaña rápidamente.
El anciano volvió a mirar el cielo estrellado y susurro al cielo.
"…Muchas gracias"
Esa noche el anciano durmió mejor de lo que había dormido en mucho tiempo.
Shin no supo que decir. No había conocido al anciano ni a Lou por más de una semana, por lo que no pensaba en ellos como cercanos.
Aunque la historia del anciano lo conmovió, se sentía algo manipulado.
Pero decidió ignorar sus sentimientos y dejar que el anciano disfrutara sus últimos momentos.
"¿Ella se llamaba Lourna?"
El anciano asintió levemente.
"Así es, ese es el nombre de la diosa de la oscuridad"
A Shin le pareció algo gracioso que llamaran diosa a esa mujer. La mujer no era ninguna diosa, solo era una persona muy poderosa y aparentemente inmortal.
La mujer tenía el poder para hacer lo que hizo. Ella impuso sus ideales y la gente la siguió.
¿Pero acaso nadie más ha hecho eso?
No, incluso reyes o grandes guerreros que lideraron a miles de personas impusieron sus ideales y voluntades sobre las personas.
Y eso no los volvía dioses.
Shin incluso dudaba de que la mujer al principio se considerara a ella misma una diosa.
Solo fue porque comenzaran a alabarla y a llamarla de esa forma que ella misma se influencio por la creencia de las personas.
Por eso no pensó que la mujer fuera una diosa.
"¿Has considerado mi petición?"
El anciano saco a Shin de sus pensamientos.
"…"
"Tómalo como el último deseo de este anciano moribundo y llévate a Lou de esta isla"
Shin suspiro ante el pedido del anciano.
Si bien era cierto que planeaba de alguna forma dejar la isla, aún no había pensado en llevarse a Lou con él.
Shin no sintió que llevársela con el fuera un problema, si bien su sentido común y honestidad lo meterían en problemas. Lou era una peleadora por naturaleza, incluso sus instintos lo ayudarían evitar algunos inconvenientes.
Por eso pensó que sería bueno tenerla con él.
Por lo menos hasta que Shin pudiera defenderse por sí mismo, ya que actualmente no tenía casi ninguna habilidad de combate real.
A duras penas podía defenderse de los peligros que lo esperaban.
Shin recordó al gran calamar que había destruido el barco donde despertó y sintió escalofríos.
Definitivamente no quería luchar contra algo como eso.
Shin suspiro internamente.
"Bien…la llevare conmigo"
El anciano puso una gran sonrisa en su rostro y agradeció a Shin.
"Muchas gracias, si pudiera levantarme de la cama te daría un abrazo de agradecimiento"
Shin puso una sonrisa tensa y se negó.
"N-no es necesario"
El anciano se rio y le dijo una última cosa antes de pedirle que llamara a Lou.
"Ten cuidado al inicio de la primavera y del otoño"
Shin no entendió las últimas palabras del anciano y le pregunto.
"¿A qué te refieres?"
Pero lo único que recibió fue otra sonrisa silenciosa del hombre.
Shin negó con la cabeza y llamo a Lou que esperaba fuera de la habitación.
Al entrar a la habitación, Lou se sentó en el taburete al lado de la cama y tomo la mano del anciano.
"¿Ya terminaron de hablar?"
"Si, mi niña"
Shin solo se quedó en la puerta viendo como ambos hablaban y decidió darles su espacio para despedirse.
Incluso él podía decir que al anciano no le quedaban muchos minutos.
Por lo que dejo que se despidieran.
Después de veinte minutos Lou salió de la habitación cargando el cuerpo del anciano.
Shin decidió no hablarle por ahora y ver lo que iba a hacer.
Lou llevaba varios días preparando una base de madera frente a la cabaña, donde dejo el cadáver del anciano.
Lou se agacho sobre la base y puso una figura de un lobo de madera sobre el pecho del anciano que tenía sus brazos formando una cruz.
El anciano le había enseñado a Lou que anteriormente cuando su gente aun viva, quemaban el cuerpo junto a un recuerdo de ellos.
Lou continuo el ritual que le habían enseñado e inicio un fuego con unas hojas antes de ponerlas bajo la base.
Rápidamente el fuego se extendió y comenzó a quemar el cadáver del anciano.
Shin solo se quedó en silencio desde un lado mientras miraba el funeral. Para el, el anciano no era alguien importante en su vida. Solo era una persona que conoció por casualidad.
Pero aun así tuvo respeto y decidió mirar hasta el final.
Lou estaba llorando sin parar mirando como el cuerpo del anciano era incinerado por el fuego.
Después de un largo tiempo el fuego se extinguió revelando no más que unos troncos quemados.
Comenzaba a hacerse de noche y con la delgada ropa de Shin era difícil aguantar la temperatura. Por eso decidió esperar un tiempo antes de entrar a la cabaña.
Su cuerpo comenzaba a temblar por lo que se acercó a Lou que seguía parada en el mismo lugar mientras lloraba en silencio.
Shin puso una mano en el hombro de Lou y hablo en un tono bajo.
"Deberíamos entrar"
Lou se quedó quieta con la cabeza gacha como si no hubiera escuchado las palabras de Shin.
Sin embargo Shin no la molesto y pensó que quería quedarse un tiempo más. Soltó su hombro y comenzó a girarse para entrar a la cabaña.
Sin embargo antes de que pudiera comenzar a caminar Lou lo abrazo y escondió su cabeza en su hombro.
Lou solo era un poco más baja que Shin por lo que sus cabezas quedaron pegadas.
Shin se sorprendió y quedo con los brazos extendidos antes de abrazar suavemente a Lou que seguía llorando en su pecho.
'…No soy bueno para este tipo de cosas'