Mi corazón latía muy fuerte a pesar que el peligro ya había pasado.
El aire me faltaba y el mundo parecía deformarse o moverse mas rápido de lo que debería.
Me desmayé sin otra opción.
Al despertar, lo primero que hice fue comprobar que estaba conmigo Vera, al hallarla durmiendo a mi costado me tranquilicé.
Estar a seguro que ella estaba a mi lado me tranquilizaba.
Al poco rato reflexioné nuestra situación, tanto a mi izquierda como a mi derecha solo había arboles o plantas, la luz apenas pasaba por la copa de los árboles por lo que no sabía que parte del día era, con miedo y sin saber si va anochecer no me atreví a moverme demasiado.
No me gusta los lugares oscuros, me recuerda mucho a los días en que estaba encerrada, eran recuerdos que no quería en mi presente, de solo recordar aquel oscuro y pequeño lugar me dan escalofríos por la espalda.
La ñusta Vera se despertó, tal vez sintiendo mi sufrimiento porque al momento me abrazó y en silencio me tarareó una canción.
Era una canción de cuna.
Sus suave melodía y su tranquilo tono hizo que me diera sueño.
Fue entonces que recordé cuando era niña, mi madre Pilña me acurrucaba entre sus brazos y acunando mi cabeza me cantaba.
< duerme, duerme, duerme, viditay, cierra los ojitos, wawitay, que hay que descansar>> El viento me traía de nuevo su voz y el sueño me comenzaba invadir. Ni siquiera era de noche, pero tenía sueño. Un pequeño suspiro salió de mí. Mi linda madre Pilña, ¿por qué me abandonaste?