Todos estaban reunidos en el Templo del Sol, estarían aquí por lo menos nueve días.
Las Acllas del Sol, estaban vestidas de ropa finas y coloridas, paseaban por el templo en bandejas de oro que contenían comida y chicha. Otras bailaban para el sol, vestidas de colores y con movimientos que rendían al Sol, la Luna y la lluvia.
El Inca estaba vestido con corona de oro, artes dorados, vestiduras de oro y detalladas con el símbolo del Inti y por último la vara de Manco Cápac, antigua reliquia de la familia.
Al lado del Inca estaba la Coya Cusi, sonriendo y saludando. Atrás de ellos estaban las Ñustas del Inca, que alegraban el lugar con coloridas vestimentas, ellas saludaban a sus hijos, quienes ahora eran generales o jefes de familia.
El Sol estaba en su punto mas alto, y era que la ceremonia comience.
La sacerdotisa principal se paró en el altar, y entre sus manos llevaba una Copa hecha de oro.
Esta Copa era especial y un símbolo, pues en ella tenía el rostro de Inti.
Se supone que quien debería alzar la copa del sol y levantarla, tenía que ser el Auqui o el Inca, sin embargo, también podría hacerlo la sacerdotisa principal.
— ¡Esperen! —
De pronto se escuchó en el templo, un grito de varón.
Hubo muchas reacciones al respecto, Algunos generales se rieron, otros fruncieron su ceño, algunos nobles no reaccionaron y otros se sorprendieron. Pero la reacción más común fue un sonrojo, perteneciente a las ñustas y doncellas.
El Auqui interrumpió de repente en el templo, vestía con oro y una capa, su sirviente principal, Huamanga, estaba detrás de él.
— Lamento llegar tarde, Padre Inca. ¡Mucho tiempo sin vernos, hermanos! Saludos cordiales al Noble Pirac, es bueno verlo saludable —
El varón llegó saludando primero al Inca con una reverencia, mientras que luego comenzó a saludar a sus hermanos, para terminar, saludando a los nobles y a la sacerdotisa principal.
— Ah, Sacerdotisa Alca es buena verla otra vez, si no fuera por estas ceremonias nuestros encuentros serían nulos. Que Viracocha bendiga a los ojos que te ven —
La sacerdotisa principal no respondió solo miró hacia al Inca, este le devolvió la mirada con un asiento de cabeza.
Entonces la sacerdotisa agachó la cabeza y entregó el Cáliz al Auqui, y se hizo aun lado.
El Auqui Vilca solo sonrió y tomó entre sus manos el Cáliz y comenzó a hablar.
— Estamos reunidos hoy, en el Inti Raymi, para recordar al Padre Sol que nos envió a Manco Cápac y Mama Ocllo, quienes instruyeron y ayudaron a nuestra civilización a progresar y desarrollar. Nosotros los descendientes del Sol nuevamente estamos aquí, para dar inicio a esta fiesta. Ahora, yo, Auqui Vilca, como hijo mayor en su honor levanto el Cáliz del Sol y dejamos que Inti nos ilumine —
El Auqui levantó el Cáliz y de pronto, el sol envió un rayó de luz que chocó con el Cáliz y este comenzó a iluminar todo el templo. Esta era la señal que Inti estaba presente y bendecía esta ceremonia.