Ahora vestida, me adentré en las montañas y los árboles.
El viento surcaba por mis orejas y cabello al saltar entre ramas y matorrales.
La llegada de la Luna me preocupaba por lo que tenía que buscar refugio propio.
La luz de Inti se iba oscureciendo en el cielo y el cielo nocturno y oscuro comenzaba a aparecer.
Los animales comenzaban a callarse y nuevos sonidos aparecían.
De aquellas bestias que aparecen solo en la noche.
El miedo y la oscuridad no era algo agradable para mí.
Incluso con mi nuevo ropaje sabía que no podría durar mucho si alguna de esas bestias decidía que hoy sería su cena.
Por suerte alguien abajo me quería, por lo que rápidamente encontré una cueva que podía usar como refugio.
La cueva era una formación de roca apenas accesible por una grieta delgada por lo que sería perfecta para un refugio. Para entrar tuve que aguantar la respiración y pasar lateralmente por la grieta. Adentro estaba oscuro y apenas se podía ver. Rápidamente me senté e imploré a la Diosa Nina.
< Acudo a ti Escucha mis palabras Necesidad es lo que tengo Imploro luz en esta oscuridad Concédeme tus bendiciones Fuego es lo que necesito Iluminar la oscuridad Calor en Refugio Concédeme Oh, Mama Nina>> Fue entonces que tomé dos piedras una redonda y otra lisa, y las choqué con fuerza. De ellas salieron chispas que prendieron las ramas y hojas que estaban reunidas en la cueva. Al parecer esta cueva un nido antiguo de alguna criatura. El fuego se prendió y iluminó la cueva y con ello trajo calor a mi cuerpo. Al igual que este fuego y mi ropaje, todo tan nuevo. Ayer y hoy, todo es tan diferente. De una mujer encerrada a una mujer libre. Me siento feliz por la libertad, entonces por que hay este sentimiento en mi pecho. Este dolor que no se cura. ¿Será por todos esos años pensando en mi familia? ¿De mi madre ya muerta? ¿de mi padre que me abandonó? Imaginándome escenarios que no existen ni existirán. Este dolor que marca mi alma tan profunda. ¿Este sentimiento qué es? — Es rencor — Una voz grave interrumpió mis pensamientos. — ¿Quién? — Tomando una rama con fuego, pregunté. — No debes temer. En mi territorio estas — — Aquí en donde no llega los rayos de Inti y ni de Quilla. Estas en las entradas de Uku Pacha — Al escuchar lo que decía la voz, me dio escalofríos. — ¿Estoy en el reino de los muertos? — Una pregunta inconsciente que no pensé que saldría de mi boca. — Siento en ti el miedo, pero no debes temer. No te haré daño — En mi pecho sentí un extraño calor, que recurrió mi cuerpo y apartó el miedo. — ¿Eres el gran Pachacamac? — Con más confianza pregunté. — Así me llaman. He visto el gran odio que hay en ti. Por eso estoy aquí, para consolarte — — Y por qué el Gran Pachacamac me consolaría. Soy descendiente del Inca, en mis venas corre el poder del Sol — Pregunté molesta. Soy una Mergana que fue abandonada y tirada por qué se cree que estoy relacionada de alguna manera con el inframundo, y ahora el Señor de los muertos quiere consolarme. Por esto mataron a mi madre. — La creencia en mí es respetada y temida. Por eso no puede haber un creyente mío entre los hijos del Inca — — Pero tu eres diferente, eres escogida mía. Yo mismo estuve en tu nacimiento — ¡¿Qué estuvo en mi nacimiento?! — Mi madre murió por qué creía en ti — Reproché. — Los mortales son misteriosos y llenos de planes, la muerte de tu madre estaba predestinado, al igual que tu nacimiento — — De entre los hijos del Sol, uno será escogido por la muerte y este será quien termine con la Gran Dinastía — ¿Mi madre fue solo una pieza del destino? — Entonces ¿Qué quieres que haga? ¿Dar caza al Inca? — Pregunté confundida. La voz grave de repente se cayó por unos momentos, hasta que volvió a hablar. — Eres libre, mujer del sol, que se haga lo que tu corazón te permita — Después de eso la voz ya no volvió hablar. Supongo que esta noche estaba destinada a que no pudiera dormir tranquila.