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GOT Leon con cuernos

🇲🇽hector_ramirez
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Synopsis
La historia sigue a un joven profundamente egoísta y narcisista, hijo de Robert Baratheon y Cersei Lannister. Criado en la crueldad y la intriga de la corte, su ambición no conoce límites, y su voluntad es inquebrantable. Sin escrúpulos para conseguir lo que desea, está dispuesto a tomar cualquier medida para lograr sus objetivos. Sin embargo, su destino cambia cuando es elegido por un antiguo dios, olvidado por el tiempo y las leyendas, quien lo selecciona como su campeón. Este dios le otorga poderes divinos y una misión: difundir una nueva fe y derrocar a los dioses débiles que gobiernan en el mundo. Solo así, el dios podrá atravesar las barreras y reclamar lo que le pertenece. Mientras se enfrenta a intrigas, enemigos y traiciones, el protagonista utilizará sus dones sobrenaturales para dominar tanto el trono como el alma de sus súbditos. Más que un simple juego de tronos, este es un relato de conquista espiritual y dominio absoluto. ¿Podrá controlar el poder de un dios y cumplir con su misión o perderá todo en su camino hacia la grandeza?
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Chapter 1 - Capítulo 1: Encuentro con un dios

La oscuridad era abrumadora. Sentía como si el vacío me envolviera completamente, pero no me inmuté. Esto ya me había pasado antes, las mismas sombras tratando de asustarme, de negociar mi alma o de quitármela a la fuerza. Siempre era lo mismo. Me mantuve firme, seguro de mí mismo.

De repente, noté la presencia de alguien detrás de mí. Esta vez, no era una simple sombra. Algo en él era distinto. Se sentía... más poderoso, más antiguo. Mi instinto me dijo que no se trataba de un encuentro común. No obstante, no dejé que eso me afectara. Me giré lentamente, con una voz llena de confianza y cierta arrogancia, pregunté:

—¿Quién eres?

El anciano frente a mí sonrió, pero no era una sonrisa amigable. Era fría, calculadora, como si estuviera disfrutando de un juego que solo él entendía.

—Directo al grano, ¿eh? —respondió con tono burlón—. No preguntas quién soy.

Lo miré, impasible. No tenía tiempo para rodeos ni juegos.

—Solo ve al punto. Tengo cosas más importantes que hacer.

El anciano soltó una carcajada amarga.

—¿"Cosas que hacer"? —se mofó—. ¿Como qué? ¿Buscar a alguna puta barata en cualquier esquina, o seguir arrastrándote en ese trabajo miserable que ya te tiene harto? O tal vez continuar viviendo esa vida vacía, sin propósito.

Lo miré fijamente. No lo negué, no vacilé. Este viejo sabía demasiado sobre mí. No cualquiera podía saber tanto de mi vida, no con mi don. Mi propio poder solía bloquear a los entes menores, pero este anciano... no era como los demás.

—¿Quién eres realmente? —insistí, esta vez con más seriedad.

—Jajaja, veo que tu don sigue activo. Pero no es solo un simple don, ¿verdad? Hay más en ti. Sangre de brujas corre por tus venas, linajes antiguos...

Sentí una punzada de inquietud. No dejé que se notara, pero ahora sabía que este ser era diferente. Pocos, muy pocos, podrían tener ese conocimiento sobre mí y mi herencia.

—Ve al punto. No creo que alguien como tú venga por nada, y menos para hacernos perder el tiempo —respondí, manteniéndome firme.

El anciano dejó de sonreír y me miró con una intensidad que no había visto antes.

—Tu don solo te ha traído problemas. Si no fuera por tu familia, que al menos te creía, habrías terminado encerrado en un manicomio. Pero eso es irrelevante ahora. Lo que me impresiona es cómo todos los que han venido a buscarte han terminado humillados. Hechiceros, brujos, seres de poder... todos derrotados por un simple mortal sin verdadero conocimiento de la magia. Pero tu mundo ha olvidado ese poder, ¿no es así? Los pocos que saben algo lo guardan celosamente, aferrándose a su insignificante control. Apenas el 1% de la población tiene linajes o dones. Muy pocos, ¿verdad? Es por eso que estoy aquí, con una oferta para ti.

Lo miré en silencio, evaluándolo. No me gustaba hacia dónde iba esto, pero sabía que no tenía otra opción más que escuchar.

—Antes de continuar —prosiguió—, dime... ¿No crees que naciste en el mundo equivocado?

Esa pregunta me hizo sentir incómodo. Algo no iba bien aquí. Mi cuerpo se tensó, listo para pelear si fuera necesario.

—Espera, niño —dijo con calma, al notar mi postura defensiva—. No vine a pelear. Siempre tan agresivo, ¿eh? Lo que no puedes solucionar con palabras lo resuelves con golpes. Por eso te escogí. Eres perfecto para lo que quiero que hagas.

Hizo una pausa, como si estuviera evaluando mi reacción, antes de continuar:

—Soy un dios antiguo. Antiguo incluso para los dioses que conoces en tu mundo. He puesto mis ojos en algo que dejé en ese lugar, pero ya no puedo entrar allí. Nadie cree en mí, y las leyes que creamos impiden mi entrada. Pero tú puedes hacerlo. Tú irás como mi campeón.

Lo miré con escepticismo.

—¿Y por qué no rompes las reglas y lo haces tú mismo? No me metas en tus problemas.

El anciano negó con la cabeza, como si estuviera hablando con un niño que no entiende las complejidades del mundo.

—Las leyes no pueden romperse. Fueron creadas por los dioses principales, antiguos como yo. Ni siquiera todos los dioses juntos podrían romper las reglas que nosotros mismos impusimos para evitar el caos. Pero tú, mortal, puedes hacer lo que yo no. Iniciarás una nueva fe, una que me permitirá regresar a ese mundo. No te preocupes, los dioses de ese lugar son débiles. No podrán detenerte mientras la fe crezca lo suficiente para que yo pueda ingresar. Tu misión está clara. Y déjame decirte algo, esto no es una elección. Si fallas...

De repente, sentí un dolor punzante en todo mi cuerpo, como si miles de agujas se clavaran en mi piel. Caí de rodillas, gritando de dolor.

—¡Vete a la mierda! ¡No voy a hacer nada para ti! ¡No obedezco a nadie!

El anciano se rió. Su risa resonó en la oscuridad como el eco de un trueno distante.

—Sé que no puedes ser controlado de esa manera. Siempre has aceptado las consecuencias de tus acciones, buenas o malas, sin quejarte. Pero hay algo que no puedes soportar: tu familia. Puedo destruirla, una a una, y hacer que vivan sus peores pesadillas. Todo depende de ti.

Me dolía respirar, cada inhalación era un suplicio. No tenía escapatoria.

—No te preocupes —añadió—. Si aceptas, vivirán una vida tranquila y próspera... dependiendo de si cumples o no con tu misión. Acepta o no, pero no tengo paciencia infinita.

Lo miré con furia, rechinando los dientes, sabiendo que no tenía más opción.

—No tengo otra salida —dije al fin, lleno de ira.

El anciano sonrió de nuevo, satisfecho.

—Así me gusta. El mundo al que irás lo conoces bien. Lo llaman Juego de Tronos