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Chapter 11 - El viejo

[Punto de vista de Eiden]

Mientras regresaba a casa con mi padre, no podía sacarme de la cabeza los ojos de aquel león que solo quería vivir.

"¿Por qué tuve que acabar con su vida?" Me preguntaba.

Mientras estaba perdido en mis pensamientos, finalmente llegamos a casa.

"Eiden nada más entremos en casa, vete a dormir" Dijo mi padre con severidad.

"Vale" Respondí.

Cuando los dos entramos en casa, me fui directamente a dormir, o más bien a intentarlo.

Al día siguiente me levanté y me miré al espejo que tenía al lado.

Se reflejaban unas profundas ojeras que mostraban mi falta de sueño.

No había pegado ojo debido a la culpa que sentía al acabar con esa bestia, ya que por alguna razón no tuve la sensación de matar a un animal, sino más bien a un ser pensante, como un humano.

"Tengo que ser fuerte, si no cuándo llegue el momento de acabar con un humano, me temo que no seré capaz. Este es la clase de mundo en donde si tú no acabas con el enemigo, el enemigo acabará contigo" Me repetí como si de un mantra se tratara.

"Cierto, hoy era el día en que debía de traerle leña a él" Exclamé.

Estas montañas no solo me gustaban por qué estuvieran apartadas de la sociedad, también había alguien especial viviendo aquí.

En algún punto del primer arco de la novela "El señor del rayo", antes de que comenzara la historia principal en la academia, el protagonista se encontró en la capital con un manipulador elemental de 6.º nivel y un maestro espadachín llamado "Ishin", este le enseñó sobre el manejo de una espada muy peculiar, la "katana".

Pese a que el protagonista utiliza una lanza, la katana le ayudó a encubrir su fuerza con la lanza y así engañar a sus enemigos sobre cuál era su principal arma.

En los breves momentos que compartieron juntos el protagonista y el maestro espadachín, Ishin, le comentó a Seth que se hospedó por una temporada en un pacífico pueblo llamado "Ru's", el pueblo en que actualmente residía con mis padres.

Al principio pensé que solo era una casualidad hasta que oí de los pueblerinos que por la parte alta de esta montaña había un anciano que nunca salía de casa.

Ya que no iba a la escuela y no tenía muchos amigos, tenía mucho tiempo libre, así que un día fui a comprobar si mi teoría sobre el viejo era cierta.

Pensé en que excusa poner para acercarme a su casa y llegué a la conclusión de que llevándole leña podría ganarme su afecto.

Un día subí la colina con una caja llena de leña en mi espalda hasta llegar a la casa del viejo, debido a que mi cuerpo tiene 7 años de edad, prácticamente llegué agotado.

Me topé con una cabaña de madera que no destacaba en ningún aspecto en particular, tenía una chimenea, una alfombra en la entrada y un singular símbolo enmarcado en las ventanas de cristal.

Cuándo finalmente toqué a la puerta de la desolada cabaña, me recibió un hombre viejo con un cuerpo fornido, una larga barba blanca y unas cejas pobladas que junto a sus rasgos asiáticos le hacía lucir amenazante.

Eché un breve vistazo al interior de la pequeña vivienda y lo que vi no fue más que una botella de licor en una mesa y una espada de forma extraña con un peculiar envaine apoyada en la chimenea.

"Lo sabía" Dije para mis adentros.

Reconocí esa arma, no era nada más ni nada menos que la katana.

"¿Qué quieres?" Me preguntó con molestia.

Con la más inocente expresión y ternura infantil que pude reunir le contesté:

"Usted señor, se ve muy solo, últimamente ha estado nevando mucho, así que le traje un poco de leña para que se calentara"

El viejo me miró con cautela y me respondió:

"Deja tu leña y márchate"

Seguidamente, dio un portazo y cerró la puerta delante de mi cara.

Cómo ya sabía de su personalidad y tenía la intuición de que no iba a ser fácil, opté por decirle:

"No sé sus circunstancias de porque está tan solo señor, pero todos los martes y miércoles me aseguraré de traerle leña para que nunca pase frío"

Desde entonces he cumplido esta rutina de ir y venir a su casa los martes y miércoles.

Ya llevó 8 meses haciendo esto y a medida que pasa el tiempo siento que me voy acercando al solitario hombre.

Hace ya 3 semanas me invitó a pasar adentro de su casa y me ofreció un té verde.

Si sigo a este ritmo, es probable que pronto pueda ganarme el afecto de este terco anciano.

Mientras me cambiaba de ropa, pude notar que aunque tenga el cuerpo de un niño de 7 años, mi cuerpo estaba muy bien definido debido al constante ejercicio que practicaba diariamente.

Bajé al piso de abajo y me percaté de que mis padres no estaban, así que directamente me equipé con el abrigo de piel de lobo y la mochila para poder cargar con la madera.

El anciano vivía en las partes altas de estas frías montañas que quedaba a 2 horas de mi casa caminando.

Finalmente, llegué a la choza donde habitaba el maestro espadachín.

Cómo siempre, me dediqué a dejar los trozos de leña alrededor de la casa mientras el anciano me miraba fijamente a través de las ventanas de cristal.

Alrededor de las 6 pm ya estaba oscureciendo y se estaba produciendo una tormenta de nieve.

Yo aún no había acabado de organizar la madera y ya estaba prácticamente oscuro.

Estaba a dos horas de casa y hacía un frío abrazador.

Suspiré y me di la vuelta cuándo una voz me detuvo.

"Chico, está cayendo una buena, no me gustaría que tus padres se encontraran tu cadáver por la mañana, así que pasa la noche en mi humilde morada por hoy"

Internamente, celebré ya que le dijo las mismas palabras al protagonista antes de que se convirtiera en su maestro.

"Gracias, señor" Dije con una sonrisa.

Seguidamente, entré en la pequeña choza y la puerta se cerró detrás de mí.