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Chapter 23 - Serpientes gemelas

De nuevo, Ryo despierta con un exagerado sangrado de nariz.

"¿Otra vez con la menstruación?" Comenta Niu en tono jocoso.

"Cállate anda." Ryo detiene el sangrado y se tumba en el sofá a ver la televisión. 'La verdad fue un buen regalo de Quibilah. Debería visitarla, hace mucho que no sé de ella.'

Niu se acurruca al lado de su amo.

En un rato, Ryo se viste y baja para llamar al portal de al lado, a la agencia de detectives. "¿Quibilah, estás ahí?"

Al cabo de un minuto se escuchan unas zapatillas bajando las escaleras. "Vivita y coleando." Quibilah abre la puerta. "Pero talvez deberías empezar a llamarme Gran Detective Samir." Como siempre, ella viste con una camiseta de tirantes y shorts de pijama.

"¿No me notas más morena?" Pregunta Quibilah al entrar al piso.

"Pues la verdad es que sí." Contesta Ryo sin darle demasiada importancia.

La detective toma asiento en la mesa del despacho.

Justo delante de ellos hay una gran cantidad de escritos e imágenes relacionadas entre ellas por cordeles de colores.

'Un momento.' Piensa Ryo. Se levanta de la mesa confuso. Agarra con bravura una de las fotos. "¿De dónde es esta foto?"

"Secreto de detective, jeje" Contesta Quibilah.

Ryo da un puñetazo fuerte sobre la mesa. "¡NO ME RAYES Y DIME DE DONDE LA HAS SACADO!"

La detective toma la foto de las manos de Ryo. "¿Pero qué tiene esta foto?"

"¡CONTESTA!" Grita Ryo.

"Cálmate." Dice Quibilah. "Es una foto tomada en Egipto, en las ruinas de la pirámide al faraón Dyedefra, en Abu Roash, cerca de la ciudad de Guiza.

"Dame un momento." Ryo desaparece por la puerta y vuelve al cabo de un rato con algo cubierto por un manto en las manos. Coloca el objeto sobre la mesa y lo destapa. Se trata de la caja misteriosa que le fue heredada de sus padres.

La fotografía muestra una entrada de una pirámide en ruinas, que debió servir en su día, cuando dicha pirámide era accesible. En lo alto de la cornisa se conservan dos serpientes con una copa, un grabado idéntico al de la caja de Ryo.

Quibilah queda pálida. "El relieve es exactamente el mismo. Dudo que sea una coincidencia." Exclama sorprendida.

"Oye." Ryo agarra con fuerza la pequeña caja de sus padres. "Necesito ir a ese lugar. Llévame a Egipto."

"Tendré que volver en un mes para seguir con mi caso. No tiene que ver con esos grabados, pero ciertamente me dejan intrigada."

Ryo parece recuperar la calma. "Siento el numerito de antes. Mis padres desaparecieron cuando yo tenía 8 años sin dejar rastro alguno y se los dio por muertos. No sé si guardará relación, pero esta caja es todo lo que me queda de ellos. La he intentado abrir de mil maneras, pero parece que necesito una llave muy concreta. Ni siquiera los cerrajeros son capaces de abrirla."

"No te preocupes, sé lo que es perder a tus padres. A tu edad también me hubiese exaltado así." Quibilah remueve el cabello negro y arremolinado de Ryo. "Tienes vacaciones en junio, ¿no? Vente para allí. Yo me ocuparé de buscarte un buen guía."

"Quedamos así entonces." Ryo coge la caja y marcha de nuevo a casa. 'Papá, mamá. Allá donde estéis, os encontraré. Lo prometo.'

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Esa misma tarde. Barrio de Chūō, Tokio, Japón.

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'Allí está.' Ryo se acerca corriendo agitado hasta el banco donde esperaba Keanu Hobbes.

"Se me ha alargado la siesta." Dice Ryo algo avergonzado.

Ambos van vestidos con esmoquin y corbata. Llevan gafas de sol y reloj de agujas.

"Listos para trabajar en la bolsa de Tokio." Añade Ryo con entusiasmo.

Pocos minutos después, dan el paso decisivo que los adentra en una enorme sala llena de pantallas. Gran multitud de hombres se reúne en el lugar. Algunos están muy tranquilos y otros caen víctimas del estrés, no hay término medio.

"¡Las acciones del Grupo Shinomiya no paran de bajar!" Dice un señor con lágrimas en los ojos mientras sus rodillas caen al suelo delante de una de las grandes pantallas azules.

'Cuánto dramatismo.' Piensa Ryo. "Bueno, vayamos a conocer al grupo de trabajo de Industrias Mikato, la empresa del padre de mi amigo Sonny."

Tres hombres de unos cuarenta años los reciben en una pequeña sala.

"Así que aquí estáis..." Susurra uno.

Otro de ellos se levanta de la silla y le tiende la mano a los dos muchachos. "Hobbes y Shura, ¿verdad? Yo soy Jeff y ellos son Bernard y Larry. No te preocupes por memorizar nuestros nombres, somos personajes de relleno."

El tercero de ellos, que no había dicho nada, se levanta. "No somos empresarios comunes de Industrias Mikato, se nos conoce como Los Asociados. Este tiempo que estéis aquí vais a trabajar para nosotros. Espero que deis lo mejor de vosotros y sudéis como puercos."

"Anda Larry, no seas tan duro con los novatos." Dice Jeff con tono tranquilizador. "¿Por qué no vamos a tomar algo a la cafetería por ahora?"

Bernard termina el café de un sorbo, pone la mano sobre la boca y empieza a susurrar.

"No le hagáis caso, Bernard perdió la cabeza." Dice Jeff. "He oído que su mujer y sus hijas lo abandonaron por centrarse demasiado en los negocios."

"Pobre hombre." Comenta Keanu a Ryo.

"Bueno, no os preocupéis, ya nos iréis conociendo. Compartiremos muchas horas aquí." Prosigue Jeff mientras paga la cuenta.

Larry toma por la corbata a los dos novatos y los lleva por el pasillo. "No perdamos más el tiempo. Los trabajadores están para trabajar, no para tomar café." Una vez entran en la sala, enciende una pizarra digital y les hace una turbo-clase del funcionamiento de la bolsa y las acciones.

Keanu se queja. "Demasiada información en quince minutos."

"Norma número uno del código del becario. ¡No te quejes de tu trabajo!" Larry se sube a la mesa del despacho y dispara con la grapadora a Keanu. "Tsk, has tenido suerte de que no había grapas hoy."

Ryo y Keanu se miran con una falsa sonrisa. 'Dónde nos hemos metido.'