Aunque la distancia de Zurvarat a Zul'Moran era realmente enorme, le tomó solo 5 días llegar allí.
Redhand hubiera preferido demorarse menos, las aguas de la laguna mística habían protegido bien el cuerpo de Seradriel, pero mientras más tiempo pasaba, Red parecía embargado por un pensamiento de: Esto no está bien, Kalair tenía razón, no puedo jugar a ser Dios.
Aun así, había llegado ya demasiado lejos para retractarse en su objetivo. Ahora solo debía encontrar al Nigromante.
Era una ciudad estilo Steam Punk muy impresionante. Había por todos lados diodos de electricidad destellando, enormes maquinas a vapor que movían complejos sistemas que llevaban a objetivos muy simples, como servir un café expreso.
Todo el lugar estaba envuelto por una densa y toxica neblina de carbón quemándose y vapor obscuro, lo que completaba la ilusión de un lugar arrancado de una ficción.
Pero, eran sus habitantes variopintos los que más caracterizaban a la ciudad. Cientos de comerciantes exhibiendo un sinfín de productos, la mayoría chucherías innecesarias, y ellos en sí, eran en la mayoría, pequeños y feos duendes, de piel verde y rugosa, narices tan largas que colgaban hacia delante y orejas también largas y anchas que al parecer les permitía orientarse en aquel bullicio ensordecedor.