Chereads / Piratas y Cazadores - Libro 1 - / Chapter 6 - Cap. - 6 -

Chapter 6 - Cap. - 6 -

En otra parte de la villa, Derrick se encontraba vendiendo sus baratijas al mejor precio posible sin darse cuenta de los sucesos que le habían ocurrido a los chicos.

—¿Esto de verdad funciona señor? —Le preguntó un cliente.

—¡Claro que sí!, estimado caballero, nuestros productos son de muy buena calidad.

—¿De buena calidad? Entonces me darás garantía ¿cierto?

—Por supuesto que sí mi señor, puede presentar cualquier tipo de reclamo desde las ocho de la mañana hasta las ocho y diez de la mañana, le recuerdo que abrimos a partir de las diez de la mañana.

—¿Eh?

Derrick empezó a alejarse del cliente cuando Mary llegó a dónde se encontraba, gritando:

—¡Señor Derrick!, ¡Señor Derrick!

Derrick se alegró de verla. Mary le caía bien.

—Señorita Mary, ¿cómo está usted el día de hoy?

—Señor Derrick, escúcheme por favor, es importante, se trata de sus hijos, están en problemas.

—¡Oh no!, ¿no me diga que volvieron a romperle la nariz a alguien?, siempre les digo que se calmen, que las peleas no resuelven nada, pero nunca escuchan.

Mary le indicó por gestos que se callase.

—No se trata de eso señor Derrick, es mucho peor… —y le relató todo lo ocurrido en su taberna.

—Ya veo —contestó Derrick —, hubiera preferido que le rompieran la nariz a alguien.

—Cuanto lo siento, todo esto es mi culpa, si hubiera estado más atenta… —Se disculpó Mary, pero Derrick negó con la cabeza.

—No, no se culpe por lo que ha pasado, le agradezco que cuidara de los muchachos en estos días, no es su culpa.

Mary intentó recomponerse.

—Dígame señor Derrick, ¿qué podemos hacer?

—Por lo que me ha contado, dudo de que el Señor de esta villa vaya a cambiar de opinión tan fácilmente, ya que la reputación de su hijo ha quedado expuesta ante la opinión de los demás —y entonces tuvo una idea—. Señorita Mary, ¿por casualidad tiene una idea de cómo es el lugar donde lo llevaron?

Mary asintió.

—Sí, ¿Qué intentara hacer?

—Sacarlos de ahí y huir. Creo que es lo mejor que puedo hacer.

—¿Cree que pueda lograrlo?

—Bueno, verá… No es la primera vez que nos pasa, aunque he de admitir que la mayoría de las veces es mi culpa.

Mary tardó unos segundos en contestar, pero cuando lo hizo lo hizo muy convencida:

—Entonces déjeme ayudarlo, es mi deber, por mi culpa están ahí.

Derrick no estaba muy convencido, era obvio que no era su culpa, pero a la misma vez, era obvio ver el cariño que Mary le tenía a los chicos y cuánto se preocupaba por ellos, a lo que respondió:

—No puedo permitirle eso señorita, es muy peligroso, si se dan cuenta que me ayudó, irán detrás de usted una vez que nos hayamos ido.

Pero May ya había tomado una decisión.

—No me importa, no me sentiré tranquila conmigo misma si no hago nada en esta situación.

Y Derrick cedió.

—Muy bien, entonces reunámonos hoy por la noche en la taberna, hablaremos ahí.

Max despertó en la carroza en la que los habían encerrado, y se llevó la mano a la nuca.

—Aaaaah… mi cabeza, me duele la cabeza.

—Por fin despiertas —exclamó Jayden, aliviado.

Max no recordaba nada.

—Jayden, ¿qué pasó?, ¿dónde estamos?

—En resumen, te noquearon y nos metieron en esta carroza, nos están trasladando, nos pondrá bajo custodia hasta que se resuelva el asunto.

—¡Maldición!

—Sí, maldición.

—¿Qué vamos hacer?

—Por el momento esperar, lo más seguro es que Mary buscará a Derrick, él sabrá qué hacer.

Pensar en Derrick animó a los hermanos.

—Ja, ja, ja, esto me recuerda cuando atraparon a papá por estafar a un Señor, la pasamos mal tratando de escapar.

—Ja, ja, ja, me acuerdo de esa.

Pero enseguida se pusieron serios.

—Vamos a salir de esta, ¿verdad Jayden?

—No te preocupes, siempre encontramos una salida por muy feo que se ponga.

Se callaron al oír cómo se detenía la carroza y como el oficial abría la puerta.

—Muy bien chicos, salgan de ahí, hemos llegado.

—¿Puedes moverte? —Le preguntó Max a Jayden, recordando de repente lo ocurrido en el bosque—

—Sí, un poco, me trataron antes de traernos aquí.

—Eso es bueno, pero, vamos apóyate en mí.

Bajaron de la carroza como pudieron, y un oficial los acompañó hasta la puerta de lo que parecía una fortaleza antigua, ruinosa pero aún impresionante.

—Bienvenidos sean —les dijo ceremoniosamente, mientras las puertas se abrían—, esto es Rockwood, aquí estarán hasta que se les llame para una audiencia.

—Y, ¿cuándo será eso? —preguntó Jayden.

—¿La audiencia? —repuso el oficial —, cuando el Señor Arthur lo considere oportuno. La verdad, si no fuera por Lady. Violet, ustedes ya estarían en un calabozo.

Tras la puerta no había nadie y el oficial tuvo que gritar para que el oficial de guardia se acercó a ayudarle:

—Esperen aquí —dijo a los hermanos—, ¡Randall! ¡Randall!

Randall salió de uno de los edificios con cara de sueño o de algo peor.

—¿Qué pasa?

—¡Maldición Randall!, te he dicho que siempre debe quedar alguien aquí en la entrada.

—¡Oh vamos!, como si alguien importante se fuera a escapar.

El oficial sólo quería largarse, así que le quitó importancia.

—Olvídalo, aquí están estos dos muchachos, en ciérralos hasta nuevo aviso, yo me largo de aquí.

—Sí, sí, sí, yo me encargo desde aquí —contestó, antes de volverse hacia los chicos —, y bien, ¿cuáles son sus nombres?

—Yo me llamo Max.

—Y yo Jayden.

Apuntó los nombres en una hoja que colgaba cerca de la puerta y les dijo:

—Muy bien Max y Jayden, síganme —y los llevó al interior de aquel lugar.

—Este lugar se está cayendo a pedazos. —comentó Jayden.

—Ja, ja, ja —rio el guardia—. Sí, el Señor Arthur Hall nunca mostró mucho interés en reparar este lugar, aun así, lo utiliza como pozo para arrojar a delincuentes.

—¿A quiénes traen aquí? —preguntó Max.

—A las personas que causan problemas menores: borrachos, gente poco problemática, como los Mittels, o chicos como ustedes que todavía no han desarrollado sus dones al máximo —se paró ante una puerta y la abrió—. Listo, hemos llegado a su celda, pasen por favor.

Entraron, y Randall les quitó los grilletes que les habían colocado. Era un guardia, pero era una buena persona, y no pudo evitar darle esta advertencia a Max y a Jayden:

—Chicos, les recomiendo mantener los ojos abiertos todo el tiempo, en especial por las noches, porque nunca se sabe lo que puede suceder cuando te metes con el Señor Arthur Hall.

—¿Cómo te enteraste de eso? —Le preguntó Max.

—Me lo notificaron con la mensajera y me pidieron que les diera un trato especial, si saben a lo que me refiero... Pero no me gustan esas cosas.

—Gracias por avisarnos, tendremos los ojos bien abiertos —respondió Jayden.

Randall se retiró del lugar, dejándolos solos, Max y Jayden aprovecharon para echar una mirada a su celda, buscando una forma de escapar, no querían quedarse a averiguar el trato especial que recibirán.

—Este lugar está muy descuidado —exclamó Jayden.

—Tienes razón, se caerá en pedazos en cualquier momento.

—Creo que sería fácil escapar de aquí, si logro crear la daga de nuevo podríamos usarla para forzar la puerta.

Y empezó a concentrarse en las partículas azules, pero una voz le interrumpió:

—Por mucho que lo intentes no lograrás crear nada.

—¡Ay, madre mía! un fantasma —gritó Max, asustado. Pero Jayden sabía que no era nada de eso—

—No es un fantasma idiota, solamente es otro reo.

—Y ¿cómo puedes estar seguro de eso?, los fantasmas son malignos.

—Los fantasmas no existen —insistió Jayden.

—¿Estás seguro?

La voz, que procedía del fondo tenebroso de la celda, puso fin a sus dudas:

—No soy un fantasma, soy un pirata, el más grande pirata que este mundo ha conocido. Me llamo William —y, para reforzar sus palabras. Se levantó, dejando caer al suelo la manta que había ocultado hasta entonces.

Al verlo, los chicos no pudieron evitar reír:

—Ja, ja, ja, no lo creo, tu aspecto deja mucho que desear —le respondió Jayden.

—¡Oh vamos!, un poco de barba no le hace mal a nadie, además he estado aquí por más de diez días.

Realmente no parecía un gran pirata, sino más bien un vagabundo harapiento, y no era sólo por la barba. Parecía viejo, desgastado… y aunque tenía un buen físico, no parecía capaz de crear nada.

No obstante, nunca podía saberse a primera vista si alguien decía la verdad, y desde dónde estaban los hermanos no podían ver si su mano mostraba o no el pertinente tatuaje.

—Si eres tan gran pirata como cuentas, ¿cómo es que todavía no has salido de aquí? —Le preguntó Max.

—Bueno, este lugar servía como hogar para el difunto Señor de esta villa, así que tiene un revestimiento de Lonsdaleíta que utilizaba para protegerse a él y a su familia. No le sirvió de mucho ante los lobos, pero por su culpa no puedo crear nada por mucho que lo intente.

—Ya veo —comentó Jayden, que empezaba a temer estar realmente atrapado—. Este lugar se puede estar cayendo a pedazos, pero no nos permitirá salir de aquí tan fácilmente.

Max aún andaba perdido.

—Disculpen la ignorancia, pero ¿qué es la Lonsdaleíta? —preguntó, y William lo miró con incredulidad.

—¿Eres un pirata, y no sabes lo que es la Lonsdaleíta?

—No, por eso pregunto.

—La Lonsdaleíta es el material de origen natural más duro que podrás encontrar en el mundo. Según se cree este material se formó durante la guerra entre Los Antiguos, e impide usar los dones de los humanos, tanto de los piratas como de los cazadores —explicó Jayden. Y añadió— ¿Cómo es posible que no lo sepas? Se lo habremos oído contar a papá miles de veces.

—¿En serio?, eso es increíble, aunque es muy malo para nuestra situación.

—Sí, lo es —confirmó William—. Por cierto, ¿cómo se llaman chicos?, ¿cómo llegaron aquí?

—Mi nombre es Jayden, y él es mi hermano menor Max, como puedes ver nosotros somos piratas.

—Y estamos aquí porque fastidiamos al hijo del actual Señor de Riverwood —añadió Max—.

—Ja, ja, ja, metieron la pata en grande.

—¿Qué hay de ti?, ¿por qué estás aquí? —preguntó Jayden.

William se sentó.

—Es una historia muy larga. En resumen, mi nave se dañó y mi equipo y yo tratábamos de conseguir la pieza de repuesto; yo me separé del grupo por ciertos inconvenientes en el camino y terminé viniendo a Riverwood para descansar y cuando estaba en la taberna disfrutando de mi bebida, unos piratas se pusieron a molestarme, así que los golpeé y se armó la pelea, y al final mandé a volar al pirata y destruí el techo de la taberna. Me querían meter en un calabozo de mala muerte, pero como pagué las reparaciones del techo me trajeron aquí, y aquí estoy.

—¿Tú fuiste quien destruyó la taberna? —preguntó Jayden sorprendido, recordando con lujos y detalles lo sucedido tal y como les había contado Mary.

William asintió y agregó.

—Bueno, en mi defensa diré que eso fue un accidente, nunca debes molestar a una persona que está tomando. En cuanto a ustedes, espero que le hayan dado su buen golpe al hijo del Señor.

—No pudimos, nos culpó de un robo y nos trajeron aquí antes de que pudiera darle uno —explicó Max, y William volvió a asentir.

—Bueno, entonces tenemos una razón más para escaparnos.

—Creí escucharte decir que era imposible salir de aquí —comentó Jayden, que empezaba a estar preocupado.

William lo miró largamente antes de hablar, como si estuviera pensando.

—Bueno, sí, pero hay una forma de que Randall nos saque de la celda, y ustedes dos serán la clave para que eso suceda.

—¿En serio?, ¿cómo? —preguntó Jayden.

—Díganme chicos, ¿saben jugar ajedrez?

—¿Ajedrez? —preguntó Max, y se sentó al lado de William, que empezó a explicarles el plan.